𝐃𝐄𝐒𝐈𝐋𝐔𝐒𝐈Ó𝐍
Capítulo 12
La Mañana llegó al castillo Azzex iluminando cada rincón del majestuoso lugar y una bandera con el escudo de la casa Worwick fue izada a las puertas del castillo y también sobre las puertas de la salida al pueblo Thousands; estas indicaban que miembros de la familia Worwick se encontraban en el castillo.
Después de la discusión entre Veikan y Diana la noche anterior, la rubia no pudo conciliar bien el sueño y a raíz de eso, ella despertó muy temprano esa mañana, sintiendo una gran desilusión al darse cuenta de que Veikan no volvió a sus aposentos.
Diana se encogió en la cama abrazando fuertemente su almohada sintiéndose triste, ella sentía cosas por Veikan y las palabras mencionadas la noche anterior le pesaron al darse cuenta de que si seguía intentando entender el comportamiento de Aiseen iba a terminar peor, ella sabía que los celos de Veikan eran comprensibles.
El sollozo de Diana fue interrumpido por unos golpes en la puerta que la impulsaron a abandonar la cama rápidamente, ella pensó que quizás era Veikan queriendo hablar con ella, pero al abrir la puerta se dio cuenta de que quien tocaba era Lord Foul.
—Mi princesa, me disculpo por haber interrumpido su descanso —dijo el hombre reverenciándose.
—Dígame Lord
—Un hombre de confianza del rey Valko vino en busca de usted para llevarla de inmediato a Armes.
—¿Qué? —preguntó Diana confundida.
—El príncipe Aiseen solicitó su presencia en Armes y el rey Valko ha aprobado su viaje, afuera hay una carroza esperándola para llevarla junto al príncipe Aiseen.
—Gracias —dijo Diana perpleja.
—Permiso —habló Lord Foul retirándose de la puerta de la habitación.
Diana cerró la puerta confundida por lo que había acabado de mencionar el Lord, ella no quería ir a Armes, pero si su padre había dado la orden no había nada que pudiera hacer al respecto, Veikan no estaba junto a ella en ese momento para impedirlo, ya que por ser su heredero y en la ausencia del monarca él era el único que podía “interceder en una orden del rey”
El príncipe Valerio y Asenya habían pasado la noche juntos y ella amaneció enredada en los brazos de su rubio. Después de aquella horrible pesadilla, Asenya tuvo algunas dificultades para conciliar el sueño, pero al final Valerio consiguió hacer que ella durmiera después de todo.
—¿Dormiste bien?
—Sí, tu presencia me ayudó a darme cuenta de que solo fue una pesadilla y eso me tranquilizó.
—Sí, eso solo fue un horrible sueño —dijo el príncipe apretando más a Asenya en su costado.
—Me aterra pensar que algo malo te llegue a pasar, y en el fondo tengo miedo.
—¿Por qué?
—Porque no sé en qué momento me dirás que te irás en servicio para la corona, eres un soldado Valerio y si algún día hay una guerra, tú irías liderando al ejército arquero.
—No tiene por qué haber una guerra mi vida, pero si la hay no debes temer, yo haré lo posible por volver, los dioses me protegerán como han protegido a mi padre.
—No me pidas que no me preocupe.
—No te estoy pidiendo que no te preocupes, pero dime algo, ¿consideras que soy buen arquero?
—Lo eres —respondió Asenya mirando maravillada a su príncipe.
—¿Entonces a qué le temes? —preguntó Valerio mirando a su Asenya con ternura mientras trataba de calmarla—. Yo te prometo entrenar día y noche para que cuando llegue el momento de luchar contra alguien a favor del reino, nada malo pueda pasarme.
Asenya se aferró a Valerio con fuerza buscando su calor y la tranquilidad que solo él le brindaba, el príncipe era consiente que los sueños tenían significados y él lo sabía, pero no quería preocupar a su amada Asenya, así que solo la abrazó de vuelta para que ella supiera que él estaba ahí y que nunca se iría de su lado. Aunque solo se tratara de una ilusión, las guerras eran letales, acababan con miles de vidas en batalla y sí, él era un príncipe y un guerrero, pero también era un ser humano que podía morir.
Mientras Diana se encontraba a punto de partir a Armes; el príncipe Veikan cruzaba el pueblo Thousands para dirigirse al castillo Azzex junto a unos guardias que le custodiaban.
Thousands no era Southlandy donde el príncipe libremente cruzaba el pueblo a caballo, sabiendo que nadie atentaría en su contra. Allí las personas del pueblo aún practicaban las costumbres del antiguo reino de Hillcaster bajo el mando de los Loancastor, y a pesar de haber pasado años; Valko no les había quitado a los habitantes del pueblo sus antiguas costumbres y tradiciones, y aun así, ellos debían rendir respetos al rey y a sus herederos.
Cuando el sol se estaba empezando a asomar en el horizonte, el príncipe Veikan se dispuso a abandonar el castillo para salir hacia el bosque a cazar. Él Worwick no pudo dormir bien después de su discusión con Diana y se quedó por un par de horas en la sala privada del castillo, donde ingirió un par de copas para después dirigirse a sus aposentos e intentar dormir un poco, pero al no poder dormir bien, decidió ir en busca de aquella aventura.
Los habitantes del pueblo que apreciaron ver al príncipe cabalgando en su hermoso caballo de pelaje blanco plata quedaban fascinados tras su paso, observando aquel hombre que tenía una basta y larga cabellera blanca que rozaba por su cintura, la que era ondeada con fuerza por el viento. El príncipe iba con el entrecejo fruncido, su mandíbula marcada y la mirada fija y tensa, observando directamente al camino sin mirar a nadie a su alrededor.
Una vez el príncipe llegó al castillo Azzex, él bajó de su caballo y se encontró con Lord Foul quien le estaba esperando en la entrada del mismo y se adentró en los pasillos en compañía del Lord.
—Mi príncipe, espero haya disfrutado su día de caza.
—Gracias mi Lord, cuénteme ¿todo en orden aquí?
—Sí, mi príncipe, pero debo informarle que su hermana, la princesa Diana, ha partido hacia Armes.
A Veikan lo tomó esa noticia por sorpresa, él no se esperaba escuchar aquello que por supuesto no le cayó en gracia.
—¿Cómo qué se fue? ¿Quién dio la orden? ¿Dónde está Valerio? —preguntó Veikan mostrando ampliamente su descontento.
—La orden vino directamente de su padre, el rey Valko, el príncipe Valerio compartió unas palabras con la princesa antes de partir mi príncipe.
La ira de Veikan crecía cada segundo al no entender por qué ella se había ido sin esperarlo, él podía haber impedido que ella se fuera.
—Hablaré con mi hermano —dijo el príncipe encaminándose en busca de Valerio.
—Mi príncipe —interrumpió Lord Foul llamando la atención de Veikan—. Su hermana le dejó esta carta y antes de irse me pidió que se la entregara personalmente.
Veikan agarró la carta que Lord Foul le había entregado y con un suspiro se dio la vuelta para dirigirse a su habitación a leerla.
Al entrar en sus aposentos, Veikan arrojó la funda de su daga en una silla que estaba en la entrada de la habitación, retiró sus guantes de cuero negro y procedió a abrir la carta.
"Veikan, te dejo esta carta para informarte que he decidido partir a Armes junto a Aiseen.
Él ha solicitado mi presencia en Armes y nuestro padre ha aprobado mi viaje, así que debo irme. Lamento que mi partida te esté doliendo en estos momentos, pero lo he pensado bien, es inevitable mi matrimonio con Aiseen y creo que es momento que lo aceptemos y dejemos las aventuras de lado, nuestras visitas a escondidas y todas las cosas que hemos hecho en secreto; lamento esto más que nada en el mundo, pero no puedo ni debo dejarlo solo, sabes que hay un deber y mi deber es casarme con Aiseen, tu deber es buscar una esposa digna de ti y prepararte para cuando asumas el trono, y yo no soy esa mujer que buscas, pero recuerda que somos hermanos y a pesar de todo siempre te voy a querer.
Diana."
Veikan volvió a colocarse rápidamente sus guantes de cuero y salió de la habitación cerrándola de un fuerte portazo, la mirada del príncipe más que herida estaba llenada de rabia absoluta, todo lo que había hecho para hacer que Diana entendiera y viera que ella no merecía lo que Aiseen le hacía había sido en vano y ese dolor en el pecho lo estaba quemando.
El mayor salió a las afueras del castillo y ordenó que le llevaran su caballo de inmediato; cada segundo que pasaba eran una eternidad para Veikan y él deseaba salir cuanto antes de Thousands, y por suerte su caballo fue llevado ante su presencia antes de que él perdiera la paciencia.
Veikan estaba listo para subir a su equino cuando escuchó la voz de su hermano llamarle y él se giró para verle.
—¡Oye! ¿Para dónde vas?
—Me iré de aquí, necesito volver a Southlandy.
—Espera, Diana se fue —dijo Valerio.
—Lo sé y necesito respuestas Valerio —comentó el príncipe sujetándose de las correas de su equino—. Nos vemos en Southlandy.
—¡Veikan! —gritó Valerio al ver que su hermano agarraba camino saliendo del castillo.
Valerio de inmediato ordenó que prepararan la carroza en la que habían llegado, todos regresarían ese mismo día a Southlandy, y de paso dio la orden para que una caravana de soldados alcanzaran y custodiaran a su hermano, mientras que Veikan se había ido cabalgando rápidamente solo hacia Southlandy.
TURBIOS (PALACIO ESCANDINEVA)
Lady Merrie se encontraba alistándose esa mañana en su habitación para salir a tomar el desayuno como de costumbre. Ella lucía radiante, sus ojos brillaban y su rostro irradiaba felicidad; no cabía dudas de que Carsten estaba haciendo un buen trabajo como prometido de la joven, brindándole paz, seguridad y tranquilidad.
El día anterior ella había salido a montar a caballo junto al príncipe, él la llevó al bosque y terminaron viendo el atardecer en lo alto de una montaña frente a una cascada. La libertad que Carsten le estaba dejando palpar era gratificante para ella; toda su vida le habían enseñado que al ser dada en matrimonio ya no sería una mujer libre y que debía obedecer y deberse a su esposo.
Pero esto que estaba experimentando con Carsten era tan contradictorio con lo que le habían enseñado que incluso llegó a sentirlo irreal, el príncipe estaba haciendo méritos para ganarse genuinamente su corazón más que por un deber.
La privacidad de Merrie fue interrumpida por su padre, quien entró a la habitación dejando notar su molestia. Él ordenó a la servidumbre que estaba ayudando a vestir a Merrie que saliera de inmediato y una vez solos, Merrie dejó ver lo nerviosa que estaba, ella le temía a su padre y con mucha razón, el Lord la miró detenidamente por unos segundos y procedió a propinarle una bofetada a la joven.
—¿Qué crees que estás haciendo niña tonta? —preguntó Sergi a su hija.
—¿Por qué me golpea padre? —preguntó Merrie al borde del llanto mientras buscaba la mirada de su padre.
—¿Cómo te atreves a desafiarme y no cumplir mis órdenes? Aún no estás casada con el príncipe Worwick, aún puedo deshacer el compromiso si yo lo quiero niña.
—Pero, ¿por qué padre?
—Te dije claramente como quería que se hicieran las cosas y resulta que todo se hará de otra forma distinta a la que habíamos acordado, ¿A caso quieres que nuestro apellido quede en el completo olvido? No te he prometido con el príncipe para que tengas una bella y linda relación, sabes exactamente que es lo que quiero y espero que lo hagas por el bien de tu madre y el mío.
—¿Y si no quiero?
Las palabras de negatividad de Merrie molestaron significativamente a su padre, quien no dudó en tomarla con fuerza por el brazo, hundiendo con rudeza sus dedos en la tersa piel de la joven y con molestia en su voz, dijo:
—Si no me obedeces, yo me encargaré de que tu compromiso con el príncipe se dé por terminado y te casaré con Lord Riwer. Estoy seguro de que él te mostrará donde deberías mantener tu opinión.
Lord Sergi Whitemount soltó a su hija dejando marcada su mano en el brazo de la joven y antes de salir de la habitación culminó diciendo en un tono de voz suave, pero amenazador
—Me han informado que has ido a montar a caballo con el príncipe, por tu propio bien deja de portarte como una vulgar mi niña, te quiero.
El Lord salió de la habitación dejando Merrie hecha un manojo de nervios, y sin poder contener sus lágrimas ella terminó explotando en llanto tras la ida de su padre de la habitación, si antes tenía miedo de casarse con Carsten Worwick ahora le daba miedo pensar que su padre podría deshacer el compromiso, ella no quería casarse con un hombre treinta años mayor que ella y no sabía si decirle a Carsten lo que había pasado o callarlo.
THOUSAND (CASTILLO AZZEX)
Los encargados de alistar la carroza donde habían llegado los príncipes ya la habían dejado lista de nueva cuenta para que los príncipes partieran de vuelta a Southlandy.
Valerio se encargó de llevar a su hermana y a su amada Asenya hasta la puerta del carruaje y les pidió que entraran en el vehículo.
—¿Tú no vienes hermano? —preguntó Tanya.
—Sí, pero iré en mi caballo junto a los soldados, Veikan no está y yo debo custodiarlas junto a ellos.
—Ten cuidado, sí —pidió Tanya a su hermano para ingresar finalmente en el carruaje después de darle un abrazo.
—No te preocupes, todo estará bien —dijo Valerio mirando a una Asenya nerviosa por la decisión del príncipe de ir junto a los guardias custodiándolas. Valerio pudo leer el miedo en sus ojos sin ella decir una sola palabra.
—Está bien —comentó Asenya para entrar en el carruaje; Valerio cerró la puerta y uno de los guardias se acercó al príncipe y le entregó su arco con las flechas y su espada, la que él acomodó a un lado de su cinturón y colgó su arco en su espalda junto a las flechas y se subió a su caballo, yendo delante de la caravana, guiando el camino junto a los guardias y de esa manera se emprendió el camino de vuelta a Southlandy.
SOUTHLANDY
La tarde se había hecho presente en Southlandy, pero esta no llegó sola, el príncipe Veikan llegaba junto con ella.
Después de un par de horas de camino, el Worwick cruzó las puertas del castillo y de inmediato se bajó de su caballo y ordenó que lo guardaran.
Veikan se adentró rápidamente por los pasillos en busca de su padre y lo encontró, el rey Valko estaba en su sala privada completamente solo y la entrada de su hijo a la sala lo tomó por sorpresa.
—¡Veikan hijo!
—Padre, disculpe mi forma de entrar, es que necesito hablar con usted.
—¿Qué haces aquí en Southlandy? ¿Dónde están tus hermanos?
—Ellos se quedaron en Thousands, yo decidí venirme al llegar al castillo y no encontrar a mi hermana Diana.
Lo dicho por Veikan llamó la atención de Valko, de nuevo Veikan estaba portándose de una forma extraña por su hermana.
Valko fijó su único ojo en su hijo y preguntó:
—¿Dónde estabas?
—Me levanté muy temprano y me fui de caza, pero al llegar a Azzex no encontré a mi hermana, Lord Foul me informó que ella había partido aquí por órdenes de usted padre.
—Sí, di la orden, mandé a alguien a que fuera por ella, y si ella deseaba ir, entonces partiría a Armes junto a tu hermano Aiseen.
—¿Si ella deseaba?
—Claro, si tu hermana no hubiera querido ir, solo debía decir que no, pero tratándose del asunto de Armes, supongo aceptó ir —respondió Valko mirando detenidamente a su hijo.
—Está bien padre, solo quería saber si esto era cierto, ahora que sé que Diana está de camino a Armes, estoy más tranquilo. —Veikan se dio la vuelta para retirarse.
—¿Hay algo más que quieras decirme Veikan?
—No padre, más nada, permiso
Veikan se reverenció ante su padre para salir del salón privado, herido y desilusionado, pero más que nada decidido a muchas cosas, y una de ellas era olvidarse de su hermana Diana y de sus sentimientos por ella.
TURBIOS (PALACIO ESCANDINEVA)
Lady Merrie se dirigió a la sala privada del palacio, donde le pidió permiso a un guardia que custodiaba la puerta para que la dejara ingresar a ver al príncipe Carsten. Sin rodeos, el guardia la dejó entrar abriéndole la puerta y Merrie ingresó en la sala.
Tras su ingreso el guardia cerró la puerta, pronunciándose con fuerza el completo silencio que envolvía el lugar y después de buscar con su mirada a Carsten lo encontró sentado en la silla de su escritorio de espaldas a ella observando el gran librero que había en la sala.
El suelo estaba llenó de pergaminos regados y libros abiertos y rasgados como si alguien los hubiera tirado en diferentes direcciones desordenando la sala; papeles y hojas de libros rasgados se esparcían por todo el lugar, y ella no estaba entendiendo qué estaba ocurriendo, Carsten no tenía indicios de ser desordenado.
Con mucha curiosidad y preocupación Merrie se acercó despacio a Carsten y lo llamó buscando que él volteara o respondiera, pero eso no pasó, jamás hubo una respuesta por parte del príncipe hacia ella y aquello preocupó aún más a Merrie.
Sin dudarlo, ella se acercó más al príncipe y colocándose delante de él pudo ser testigo de una terrible escena.
Carsten se encontraba sentado en aquella silla con una daga de tamaño mediano clavada en su pecho del lado del corazón, su cuello estaba cortado dejando escapar un hilo grueso de sangre que escurría por todo su cuerpo y una venda negra tapaban sus ojos revelando así que el príncipe estaba muerto y de repente él giró su cabeza en dirección a Merrie y dijo “Ya falta poco”
Los gritos de Merrie fueron imparables ante aquella escena aterradora de su prometido frente a ella.
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