𝐂𝐀𝐎𝐒
Capítulo 55
—¡Es imposible que se la hayan llevado así de esa forma! ¿Dónde están los guardias aquí? ¿Por qué nadie estuvo al pendiente? —gritó Veikan airado, exigiendo explicaciones a Lord Foul.
—Quiero ver a esa mujer, Lord —exigió Diana—. Quiero que diga qué fue lo que ocurrió.
El Lord accedió a la petición de la princesa y discretamente envió por aquella jovencita por medio de un guardia que estaba en la sala privada.
Un soldado de la guardia real de Azzex llegó ante la presencia de los príncipes en ese momento y se pronunció: —Permiso, mis príncipes. —Se reverenció—. Lamento informarles que quien apresó a la princesa, al parecer, fue un Cangrino.
—¡¿Qué?! —Saltó Veikan molesto ante las palabras del guardia—. ¿Cómo carajos es que entra un hombre de esos aquí? ¿Cómo es que cruzó las puertas del castillo?
—No lo sabemos mi príncipe, pero estamos revisando los alrededores e interrogando a los soldados que custodian la fortaleza del castillo.
—Más les vale encontrar una razón coherente que no demuestre su maldita ineptitud o mi padre tomara cartas en el asunto y yo me encargaré de que lo haga —amenazó Veikan.
Las puertas del salón se abrieron y a través de ellas entraron el príncipe Carsten y el Príncipe Valerio, los que habían salido a rodear la zona teniendo la esperanza de dar con Arlette y su captor.
—No pudimos dar con nada —comentó Valerio sonando frustrado.
—¡Es imposible! No pudieron ir tan lejos tan rápido.
—Yo creo que sí. —Carsten sacó un mapa de Thousands de uno de los estantes de libros de la sala y lo desplegó sobre la mesa—. Este camino. —Señaló con su dedo—. Este camino que cruza el bosque conecta con los bosques de Southlandy y solo se tarda unos veinte minutos en cruzarlo, recuerda que estamos en frontera con los bosques Veikan.
—¡Mierda! —exclamó el mayor.
—Desde aquí se puede desplazar a los bosques de Southlandy y cruzar toda la frontera, pero hay otro dilema. En ese recorrido hay nueve caminos atajos; dos de ellos dan con los bosques del reino de Ballertown, tres dan con los bosques del reino de Holdterst y cuatro dan con los bosques del reino de Lussox.
—¿Cómo vamos a saber por cuáles de esos caminos llevan a Arlette? No tenemos suficientes soldados para hacer despliegue y es riesgoso —argumentó el arquero.
—Hay que informar de esto a padre. Desde Southlandy él puede dar la orden a la guardia real; incluso se puede cruzar las fronteras desplazándose por los bosques; él sabe manejar esos asuntos, es la única forma. Lord Foul mándele un cuervo a mi padre informándole lo que está pasando aquí —ordenó Veikan.
—Sí mi príncipe.
A fuera, el príncipe Aiseen se encontraba ingresando a los pasillos del castillo cuando notó la revuelta de soldados y guardias con armaduras militares y le pareció extraño verlos recorriendo la zona del jardín.
Él entró de inmediato al lugar para disponerse a ir a su habitación con Arlette, y quedarse el resto de la tarde junto a ella para entrada la noche, ir a dialogar con los miembros de la guardia real de Azzex, pero el movimiento le causó más curiosidad.
El príncipe se le acercó a un guardia y le preguntó qué estaba pasando, a lo que el guardia le informó al príncipe que había problemas en la sala privada del castillo y Aiseen de inmediato se trasladó hasta allá.
Al llegar a la sala, vio a sus hermanos y un mapa de Southlandy, Thousands y otros reinos desplegados sobre la mesa. Él notó el rostro de Diana, de Merrie y de Asenya angustiados junto a Lord Foul y un soldado de la guardia real.
—¿Sucede algo aquí?
Todos se miraron entre sí, sabiendo que el mayor problema sería decirle a Aiseen que Arlette ya no estaba.
—Aiseen ...
—¿Qué pasa Veikan? —interrumpió a su hermano al mayor —. ¿Por qué toda esta revuelta?
Veikan tomó un respiro para soltar las siguientes palabras y lidiar con la reacción de Aiseen.
—Se llevaron a Arlette, Aiseen.
—¿Qué? —frunció el ceño—. ¿Es una broma, verdad?
—No lo es Aiseen —aclaró Veikan—. Un Cangrino se la llevó. Estuvimos custodiando la zona, pero no dimos con nadie y..
—¡NOOOO! —estalló Aiseen en un grito de cólera—. ¿CÓMO MIERDAS ME DICES ESO VEIKAN? —gritó con rabia y confusión una vez más—. ¡¿CÓMO MIERDAS ME DICES QUE SE LA LLEVARON?!
—Cálmate Aiseen.
—¡No me pidas que me calme! —estrelló sus puños rudos sobre la mesa gritándole en la cara a su hermano—. ¡No me pidas eso!
—Valerio y Carsten estuvieron rodeando la zona buscándola para tratar de dar con el hombre que se la llevó —habló Veikan tratando de explicarle las cosas a un aturdido y desesperado Aiseen.
—¡¿Cómo puedes decirme semejante estupidez?! —gritó el peliblanco.
—Aiseen estás muy alterado, así que mejor cállate y escucha —exigió Veikan.
—Me importa una mierda tus putas palabras —gritó Aiseen señalando a su hermano aún más enojado.
—¡Haré de cuenta que no dijiste eso porque entiendo que debes sentirte mal, pero haciendo esto no lograrás nada!
Aiseen miró asesinamente a Veikan y se dispuso a salir corriendo de la sala en un fuerte estado de alteración donde pretendía llegar a la entrada del castillo por su caballo para salir a buscar a Arlette por él mismo, sus reacciones estaban cegadas por la desesperación que lo invadía en ese momento, la que era obvia que podría ser una mala consejera para él.
Los hermanos corrieron tras Aiseen para detener lo que fuera que estuviera a punto de hacer, frenándolo a la salida del pasillo que daba con el jardín. Valerio y Carsten se le atravesaron tratando de contenerlo, pero su furia le sobrepasaba.
—¡Aiseen detente! —le pidió Valerio.
—¡Suéltame imbécil! —se zafó bruscamente de su hermano.
—¡Trata de controlarte, maldita sea, así no lograrás nada! —gritó Veikan agarrándolo por el camisón para imponer orden y buscar que se calmara.
—¡No me toques Veikan! —lo empujó—. Tú no sabes una mierda. —Le señalo con rabia—. Tú tienes lo tuyo seguro, es fácil hablar desde tu maldita comodidad.
—¡Deja de hablar estupideces!
La tensión era realmente enorme entre ambos hermanos, que casi se iban a las manos, amagándose a los golpes el uno contra el otro, pero la intervención de Valerio y de Carsten detuvo el enfrentamiento producto de la desesperación del príncipe ante la situación que se estaba presentando.
—¡Ya basta! —gritó Carsten tratando de colocarle fin al enfrentamiento—. ¡Aiseen cálmate, peleando no lograrás nada!
—¡Aiseen ya por los dioses! —intervino Diana colocándose frente a su hermano—. Ya cálmate, cálmate.
La intervención de Diana logró apaciguar a Aiseen que aún seguía alterado. El príncipe se acuclilló mientras llevaba sus manos a su cabeza y sus lágrimas no tardaron en hacerse evidentes mientras seguía acuclillado.
«¿Y ahora que hago sin ella?» Pensó él sabiendo que la delicadeza de Arlette no le permitiría sobrevivir lejos de casa. Qué cosas tendría que afrontar mientras estuviera secuestrada y qué harían con ella era algo que le atormentaba la mente.
—Peleando no llegarán a ningún lado. Si Arlette ya no está por la zona con ese hombre que se la llevó, hay que pensar cómo hacer para dar con ella, ¡pero peleando no lo lograrán! Así que es momento de volver al salón privado para discutir cómo lograremos dar con Arlette —sugirió Diana a modo de regaño.
—Volveré. —Veikan se dio la vuelta para dirigirse a la sala privada.
Valerio agarró la mano de Asenya y ellos también se fueron junto con Veikan. Carsten le extendió la mano Aiseen para invitarlo a levantarse. El príncipe tenía los ojos llenos de lágrimas, producto de la ira, y accedió a darle la mano a su hermano para incorporarse.
—Debemos planear como rescatarla, no te dejaremos solo en esto hermano —se oyó la voz alentadora de Carsten.
Diana, Aiseen, Carsten y Merrie volvieron al salón para encontrarse con Lord Foul y la presencia de aquella sirviente que el príncipe Aiseen reconoció de inmediato tan solo con verle.
—Príncipes, ella es la joven sirviente que vio lo que sucedió con la Princesa Arlette. Ella estuvo presente.
—Tú —la señalo Aiseen con el dedo—. A ti te pedí que llevarás a la princesa a sus aposentos y las vi entrando al pasillo del castillo ¿Cómo es posible que Arlette volviera al jardín? —reclamó Aiseen una explicación.
La mujer guardó silencio temerosa. La presencia de Aiseen le infundió miedo y un pánico terrible que la acorraló.
—¡Te estoy hablando, niña! ¿Qué fue lo que pasó? —exigió Aiseen.
—Yo no lo sé príncipe; yo dejé a la princesa en la habitación y me fui, después la vi de nuevo en el jardín. —Ella bajó sus ojos al responder.
—¡Mientes! —le gritó acorralándola contra la pared—. Di la maldita verdad, sé cómo miran las personas que mienten—. La intimidó como solía hacerlo en sus secciones de tortura a sus prisioneros para lograr hacerlos hablar, pero la joven no habló y solo se retrajo más, lo que despertó malas sospechas.
—Tú, mírame —pidió Diana—. ¿Es cierto que ese hombre te golpeó?
—Sí, sí —titubeó.
—Muéstrame los brazos —ordenó Diana—. Si luchaste, te debieron haber quedado marcas. —La joven solo se limitó a mirar a otro lado, totalmente asustada, ignorando la orden de la princesa Diana—. ¡Te estoy hablando, muéstrame tus brazos! —gritó Diana.
—Es que yo….
—¡Te están hablando niña, haz caso! —exigió Merrie viendo la rebeldía de la joven de no querer cooperar.
La sirviente mentía y esto solo provocó que se bloqueara sin saber qué hacer. Ella había argumentado que luchó para defender a la princesa y le habían quedado marcas de aquella lucha, al Diana ver qué ella no hacía lo que se le pedía, reaccionó molesta arrancando le las mangas del vestido.
—¡Muéstrame los brazos, te lo ordeno!
Solo para ver qué ella no tenía nada de marcas de lucha.
—¿Qué fue lo que pasó? ¡Quiero la verdad! —amenazó Valerio a la joven que estaba al borde del Llanto.
—Ese hombre me amenazó, lo juro.
—¡Mientes! —volvió a objetar Aiseen—. Llévenla de inmediato a las cuevas, ¡ya! —ordenó él a un guardia de la sala.
—No por favor, ahí no —rogó ella sabiendo que aquel lugar era pestilente y ahí se torturaban personas.
—¡Llévenla ya, ahora! —ordenó Aiseen.
Lord Foul miró al príncipe Veikan y este asintió dando la aprobación a la petición de su hermano y de inmediato sacaron de la sala a una joven horrorizada pidiendo a gritos piedad por su persona.
Veikan miró a Aiseen quien aún se veía afectado por lo que estaba pasando, y se dirigió a él diciendo: —Si vas a hacer algo con esa niña, hazlo antes de irnos. Prepara tu caballo y tus cosas. Partiremos a Southlandy cuanto antes.
SOUTHLANDY
La mañana había caído sobre el reino y el castillo Worwick y el rey Valko se encontraba en su sala privada descubriendo a través de un comunicado que había llegado desde Thousands una horrible noticia que junto a su esposa los dejó descolocados.
La preocupación en el rostro de Valko era legible, «¿Cómo era posible que alguien entrara al castillo y se llevará la princesa sin que nadie viera lo que había sucedido?».
«¿Cómo entró ese Cangrino al castillo?».
Esas eran las preguntas que el rey se hacía y su mente no evitó recordar al rey Graner y la advertencia que el príncipe Liam Brandenhill había ido a hacer en una oportunidad a Southlandy. Si Graner tenía algo que ver en esto, Valko no se frenaría en lo absoluto para recuperar a la pequeña; él haría lo que fuera necesario para traerla de vuelta a casa.
Los príncipes se encontraban llegando al castillo después del viaje y Aiseen iba en su caballo blanco teniendo recuerdos intermitentes de lo que sucedió antes de partir.
La forma en la que torturó a esa joven sirviente que se reusaba hablar y decir la verdad. A Aiseen no le importaron sus gritos de piedad hacia ella, habían tocado un punto importante de su vida y él no tendría contemplaciones con nadie; ni mucho menos con esa joven que al final terminó confesando la verdad sobre el rapto de Arlette ante tanto dolor físico infligido a su persona. Ella había cooperado para que los Cangrinos raptaran a Arlette del castillo, años de trabajo en Azzex no impidieron semejante traición.
Aiseen la hizo pagar su ofensa, arrojándola herida a una habitación con lobos agresivos y hambrientos que no habían comido en días. Estos eran lobos entrenados para desmembrar y desbaratar vivo al desdichado que le tocara este horrible destino. La rabia aún le invadía, y sentía como nada sería capaz de aplacar su ira, ni el asesinato más cruel. Nada apaciguaba esa desesperación que solo desaparecía con tenerla a ella de nuevo a su lado, y él haría lo imposible y lo impensable por recuperarla ahora que ya sabía con quién y dónde estaba.
La princesa Litta se encontraba tomando el té de la mañana cuando aquella sirviente le entregó la carta que había dejado días atrás la princesa Bathory Blackroses antes de partir de Southlandy. La mujer no había podido dársela porque no había tenido la oportunidad de tener acercamiento con los príncipes Brandenhill, ya que ellos contaban con su propio grupo de sirvientes dados por el rey Valko.
La joven aprovechó que esa mañana le pidieron que llevar el té y el desayuno a la habitación del matrimonio para hacerle entrega de la carta dónde ambos príncipes se enteraron de algo que Valero lo sacó de quicio a muy tempranas horas.
Su hija y niña Arlette se encontraba teniendo una relación sentimental a escondidas con el príncipe Aiseen Worwick y la Blackroses explicó detalladamente a los príncipes en la carta lo que había visto cada vez que pudo espiarlos y lo que percibió su hermano Burzum cuando tuvo contacto con el príncipe Aiseen, logrando que Valero se enojara tanto que decidiera ir en busca de Valko para comunicarle lo sucedido e informado en esa carta.
Bajo ningún motivo, él aceptaría que Aiseen estuviera cortejando a su hija. La reputación del príncipe estaba cimentada y pocos creían en su cambio o mejora; Valero pensó que él solo usaría a su hija para sus objetivos iniciales, mismos que se le fueron negados cuando se rompió su compromiso con Diana Worwick, y bajo ninguna circunstancia él admitiría que ahora su hija fuera usada para cualquier cosa que el príncipe Aiseen quisiera.
La rabia e indignación de Valero estaban al límite de lo que él podía tolerar. Su hija se encontraba sola en el castillo Azzex sin supervisión adulta y él se imaginó muchas cosas que solo lograron enfurecerlo aún más, mientras que la princesa Litta trataba de hacerlo entrara en razón, o que por lo menos que tomara las cosas con calma; después de todo, Valko no tenía la culpa de las cosas que constantemente hacia su hijo para fastidiar, pero cuando se trataba de su hija todo podía ser distinto para él.
Valero entró a la sala privada sin previo aviso, sus emociones estaban terriblemente alteradas y Valko lo vio tan ofuscado que creyó que Valero le reclamaba el hecho de que Arlette había sido secuestrada, pero cuando el príncipe se enteró realmente a lo que se refería Valko, todo fue a peor.
Al enterarse de que su hija, su pequeña mariposa consentida y más preciada, había sido apresada, se desató la rabia más intensa en Valero, solo para que Valko también se terminara enterando de que su hijo Aiseen se entendía a escondidas con la princesa, logrando así que se agravará aún más la situación.
Parecía este un caso desafortunado que podría enfrentar a ambos primos que siempre habían estado unidos, apoyándose, mutuamente, en conquistas y batallas.
ISLAS BLONDI (PALACIO TURQUEL)
En una amplia y bella habitación de paredes blancas y de grandes cortinajes en tonalidades pastel con pisos blancos y alfombrados junto a bellos adornos en color dorado; sobre una amplia cama con muchas almohadas y cobijas de colores en tonalidades rosa se encontraba durmiendo la princesa Arlette Brandenhill.
Ella llevaba el mismo vestido que tenía puesto cuando fue raptada por aquel Cangrino que la llevó directo a Lussox para posteriormente ser trasladada de inmediato a la isla Blondi, perteneciente al reino de Lussox.
Desde una esquina de la habitación, sentado sobre un sillón, se encontraba el rey Graner Brandenhill observando a su bella sobrina dormir enredada en las sabanas.
Su piel pálida como la porcelana, sus labios rosas, su cabello con un tono castaño y rojizo brillaban. La delicadeza de su figura, la vulnerabilidad que ella emanaba, todo esto era lo que interiormente buscaba él.
Su sonrisa maliciosa lo decía todo, él quería todo eso de ella para él, y al fin había logrado lo que quería; tener en su poder a la princesa que le daría el pase al trono de Lussox sin problemas y la mujer con la que planeaba casarse para poder engendrar una descendencia pura ante los dioses Mayores y así no dejar su poder sobre el trono.
La mujer por la que todo entraría en caos de ahora en adelante.
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