16
❝lobos vs Cullen❞
GEMIDOS, RUIDO. La habitación era un desastre, completamente destruida, como si hubiera pasado una tormenta dentro de las cuatro paredes. Los libros por el suelo, los muebles rotos, mi preciado sofá estaba devastado, los cuadros ni si quiera estaban colgados en la pared.
Estábamos echados en el suelo, mirando el techo en medio del desastre, tratando de adivinar el verdadero tiempo que pasamos ahí adentro. Mi mano estaba en su pecho, la suya en la parte interna de mi muslo. Ni siquiera estábamos satisfechos, solo detuvimos el limbo de placer.
—¿Chicos? —tocaron la puerta —Los necesitamos abajo, hubo un problema. —era Alice.
—guarros. —se escuchó a PJ.
—Ya vamos.
No queríamos ir.
Suspire y me senté buscando mi ropa. Que por obvias razones, estaba rota. Así que fui al mueble a vestirme y le lance otra tanda a Jasper. Ambos nos vestimos como pudimos. La sed había disminuido, no tanto, pero lo suficiente.
—¿crees que Seth haya escuchado? —me preocupe y Jasper hizo una mueca. —es el único que me preocupa.
—¡oh, si, si! —se escuchaba a PJ abajo imitando mis gemidos —¡Jasper! —parece que alguien lo golpeó. —¡auch! Rosalie.
Ordenamos lo que pudimos del cuarto y la puerta se abrió.
—Vaya, creí que nada podía ponerme de buen humor con todos estos problemas pero al ver como destruyeron la habitación... —Emmett silbó. Mierda, ¿tenía que ser el idiota? —Parecen conejos en celo, ¿Qué paso aquí? Ni Rose y yo destruimos tanto el cuarto.
—Si quieres vamos a arruinar la tuya también. —le sonreí sarcástica.
—ni se te ocurra, imbecil.
—tu empezaste.
—fueron mis celos... tengo que admitir que los envidio, tres días de puro placer en medio de esto, si que sería divertido.
Nos congelamos y lo miramos. Achis. ¿Tres días?
Ahora me sentía una basura.
Emmett soltó una carcajada.
—Demonios, Emmett. Podían avisarnos, ¿Como ha estado Bella? Idiota. —Dije algunas groserías más por lo bajo y use la velocidad para ordenar mas antes de pasar a su lado para bajar.
Genial, Valeria. Todos muertos de sed y tú estabas teniendo sexo. Bella se está muriendo pero ¿tú? Teniendo a un rubio entre las piernas haciendo magia con... Dios, que bien se sintió.
—¡Al fin! Creí que se quedarían en esa habitación una semana más —una queja de Rose ni bien me asome.
—Lo siento, se nos fue el tiempo. —dije ligeramente incómoda.
—No importa. —Sabía que Carlisle estaría el doble de incómodo y su evasión del tema me lo hizo saber. —Tenemos un problema.
—¿mentales? Si. —PJ aportó.
—No me extrañaría, tenemos varios —Jasper había entrado en la conversación, posicionandose a mi lado. —De problemática familiar, no mentales. —habló antes de que confundan. —¿Qué ocurre, los los lobos?
—Si y no. Los lobos están aún a los al rededores, cada vez más cerca, pero se nos acababaron las provisiones para Bella. No nos dimos cuenta y usamos todo para alimentarla, sin dejarnos algo para el parto, que probable sea mañana —Vaya, si nos habíamos pérdido bastante.
Mire a Bella. Estaba destruida. Pero se realentizo su muerte con la sangre. Salí del cuarto y fui a donde ella estaba, a la vista.
—Hey. Creí que habías desaparecido, tenerte todo el tiempo aquí y ya no verte fue raro —Medio sonrió, eso era buena señal.
—Si, lo siento. Tengo pésimo autocontrol, ya sabes como se ve eso, el día de tú cumpleaños, habrías visto a Jasper perder el conocimiento por sed. —susurre y me senté a su lado.
—Si, lo sé. —Acaricio mi mano —¿Sabes? Edward lee los pensamientos del bebé —Sonreí conmocionada —Le gustan nuestras voces, pero extraña la tuya.
—Lo sé, soy extrañable —Me agaché a la altura de su barriga y posicione mis manos encima —Hola demonio, ¿Me extrañaste? —El bebé dio una patada en respuesta haciendo reír a Bella —Ya lo sabía, yo igual. Jasper anda salvaje. Si eres mujer heterosexual u hombre con tendencia homosexual, evita a los vampiros muertos de sed, se transformarán en bestias en la cama —Recibi un suave golpe de Bella.
—No le digas eso.
—ay, cállate, si por eso también estás embarazada.
Seguí siendo su fuente de distracción.
Debía sincerarme en que estaba muerta de miedo. Bella era fuerte, pero no lo suficiente para sobrevivir al parto. ¿Qué haríamos si eso sucedía? No tenía idea.
Trataría de querer al niño, no tiene la culpa, pero crecería sintiendo el peso de que, por su vida, se perdió una. No sería agradable. Dolía de solo pensarlo.
—Tenemos un plan —Esme me había sacado de mis pensamientos, y la miré —Jacob hará una distracción.
Distracción para misión imposible. Fabuloso.
TUVE UNA LARGA discusión con Jasper, ya que no quería que yo vaya con Carlisle, Esme y Emmett a buscar la sangre que Bella necesitaba. No obstante, ya no entraba en discusión. Yo debía ir. Era importante. Jacob distraería a los lobos lo suficiente.
—Pueden encontrarlos, puede fallar. No te perderé, si eso sucediera, mataría a toda la manada e iría contigo. No puedo vivir en un mundo sin tí.
—Estaré bien y...
—No quiero.
—Jasper.
—No.
—No seas un niño.
—No soy un niño, ¡no puedo perderte! ¿No entiendes? —empezaba a enojarse y suspiré frustrada.
—Ya nos vamos —Anunció Emmett, irrumpiendo en el cuarto.
Me acerqué a Jasper y acariciar su mejilla. Corrió la mirada.
—Te amo. Cuando vuelva... Bella tendra ese demonio y nosotros, en vez de estar encerrados tres días, será un mes. Nos iremos y disfrutaremos ¿si? —intente besarlo pero desvió su rostro a un lado.
Me enojaba, parecía Edward con sus dramas, pero tenía que entenderlo, yo estaría igual. Así que con empatía reacia, termine aceptando. Suspire y me giré.
—te veo cuando vuelva.
Salimos de la casa esperando a Jacob en la entrada.
—Ustedes irán por el este, desde ahí saltarán el risco. Pueden hacerlo, es bastante largo para que los lobos que se presenten no puedan cruzar.
—Gracias, Jacob —Carlisle no podía agradecerle más, tampoco nosotros, sabíamos que no lo hacía por alguno de nosotros, sino por Bella, pero su ayuda era la mejor ventaja que teníamos.
—No es nada.
Nosotros nos dirigimos a donde indicó antes. Y Jacob fue al encuentro con la manada.
—Tengo miedo...
—Lo sé, pero debemos intentarlo, nosotros también tenemos miedo. —Carlisle me tranquilizó.
Los lobos me asustaban más que los Volturi, era su naturaleza por despedazarnos, su simpleza a la hora de querer hacerlo, el hecho de que tenían más derechos que nosotros. Me aterraban sus colmillos y sus gruñidos.
—Ahora.
Nos adentramos corriendo al bosque, veloces.
Pero si fuera fácil, no seríamos nosotros.
Pasamos corriendo delante de unos lobos que patruyaban el territorio sin darnos cuenta, pensamos que todos estarían donde la distracción de Jacob.
Me giré luego de sentir su olor, sin dejar de correr. Nos perseguían de cerca, sus dientes fuera y sus ladridos me provocaban pavor. La ponzoñosa bajó por mi garganta y contuve un gemido asustada, antes de ver el frente. Era esa sensación de la primera vez que los vi, en la batalla con Victoria, la intimidación que imponian.
Carlisle y Emmett tomaron la delantera, mientras Esme y yo íbamos detrás. Comencé a saltar los árboles para llamar su atención, quería evitar que se acerquen a Esme aún que parecían haberla fichado a ella más que nada.
Uno la embistió y frene en seco.
—¡Esme!
La empujaron contra un árbol, haciendola rodar colina abajo. Los lobos bajaron de un salto hasta estar delante de ella.
Con mis miedos en la cima, pero el coraje tomándome por sorpresa, salte y empuje lejos a un lobo tratando de evitar hacerle daño. Mis manos se hundieron en su pelaje, rodeando su espalda para tomarlo y tirarlo al otro lado. Emmett golpeó al otro.
Carlisle ayudó a su esposa, y retomamos la carrera.
Nos acercabamos al risco donde deberíamos de saltar, era una gran separación. Los lobos, al ser tan grandes, su peso no los ayudaba y se quedarían a mitad del salto, cayendo más de quince metros abajo, una muerte asegurada.
Saltó Carlisle.
Saltó Esme.
Emmett fue el siguiente.
Cuando mi salto llegó, intente ignorar la gran distancia, impulsándome y aterrizando en los brazos de Emmett que me sostuvo y me contuvo. Giré mi vista al otro lado, viendo como los lobos se acercaban.
Use mi don al instante.
Con la máxima concentración posible, nos hice corriendo por el borde, saltando de un lado a otro. Carlisle y Esme se adelantaron y Emmett se quedó a mi lado hasta que los lobos llegaron a comer del placebo. Siguiendo la mentira varios kilómetros hasta que ya perdí el punto de visión y acabé la ilusión en dirección contraria a donde íbamos.
Emmett me sostuvo del brazo cuando sentí la garganta arder de la sed. Lo mire y me tomó de la mano antes de que comencemos a ir detrás de Carlisle y Esme.
Cuando los estabamos alcanzando, se me cruzó un enorme ciervo. Era como si Dios me hubiese sonreído. O el diablo. Quien fuese que rigiese en mi lado del bando. Mis ojos se habían oscurecido al instante y mi cuerpo ya lo estaba bebiendo antes de que se lleguen a oscurecer por completo.
Gracias, gracias, gracias.
Una vez acabe, me acerqué al resto, Emmett y Carlisle habían conseguido alimentarse, el mayor fue directo al hospital conmigo. Tomamos las bolsas de sangre que pudimos en lo que Esme y Emmett buscaban lo que sea que pudiesen comer.
Mi teléfono sonó y lo atendí, viendo los estantes de sangre en el hospital. Trague saliva, queriendo pensar en que ya había cenado y no debía ser codiciosa. No tener una recaída. Carlisle llenaba un bolso con bolsas de sangre, rellenando rápidamente unos papeles con falsos datos, sabiendo que hacer sin pensar.
—¿Alice?
—¡Bella estaba por agarrar su vaso cuando se le cayó, quiso agarrarlo pero se quebró la mitad del cuerpo! —habló paniqueada y sentí una opresión en el pecho —PJ la está llevando a la sala, el bebé viene en camino, ¡¿que hacemos?!
Le di el teléfono a Carlisle que le explicaba lo que tenían que hacer. En un momento, Alice tuvo que colgar dejándonos sin saber que sucedía. Y no dudamos en volver sobre nuestros pasos.
Era como si el destino estuviese en nuestra contra, amigado y tomado de la mano con el tiempo que corría en contra de las manecillas del reloj.
Y cuando mi corazón muerto parecía explotar de ansiedad, llegamos, para peor.
El olor de los lobos llegaba a mi, estaban en casa.
Todo era caos.
Una pelea sin cesar.
Mis ojos detectaban todo el panorama en un instante. Solo podía reaccionar a lo más preocupante que pude percibir: El alfa estaba por devorar a Edward, pero me lance encima de él, y rodamos en el suelo hasta que lo tome y lo arroje lejos. termine acuclillada y acomode mi cabello para ver cómo se levantaba y me gruñía, mares de saliva cayendo de su amenazante hocico. Ladrido.
Retrocedi, notando como Emmett, Esme y Carlisle se unían a ayudar cómo pudiesen. Mi cabeza a mil por hora, los lobos, mi familia, Bella. ¿Que había pasado con Bella? ¿Con la bebé? No podía con tanta preocupación.
Un lobo marrón enorme me estaba por embestir pero a Jasper llegó y lo empujó, tratábamos de no matarlos, dificil cuando ellos si buscaban nuestra muerte inminente. Los lobos caían de todos lados, cuando me liberaba de uno, llegaba otro.
Empuje a un lobo que estaba encima de Esme, pero este volvió tirándose encima de mi. Mis manos fueron a parar encima de su enorme boca que mostraba sus colmillos, amagaba mordiscos que me hacían gritar. Pataleaba debajo de él, queriendo quitarlo. Trataba de mantener su boca lejos de mi cabeza, mis dedos se resbalaban y un segundo de pérdida de fuerza significaría que me arrancaría la cabeza. Mi cuerpo entero cosquilleaba y deseaba llorar con todo mi ser del pánico que estaba sintiendo. Morir por un lobo.
Estábamos perdiendo. PJ acorralado en un árbol con dos, cubriendo a Alice detrás suyo. Los demás a punto de ser dominados.
Entonces Jacob sale de la casa, tomando la atención de todos y no tarde en deslizarme debajo del lobo y correr con Carlisle que me abrazó fuertemente.
—No. —Sam intentó acercarse aún así. —¡Si la lastiman, me lastiman a mi! —Al lobo negro no le interesó y lo empujó, pero Jacob se transformó en aquella impotente criatura musculosa. Mas grande que Sam.
—Jacob se imprimo.
¿Qué Jacobo qué-?
Algo hizo esas palabras, algo provocó en la manada que se detuvo. Algo que yo sabía perfectamente porque Seth lo había pasado con Bree. No podían herir a la bebé, no cuando uno de ellos estaba ligado a ella.
Espera.
¿¡Con una bebé, Jacob!?
—No pueden lastimarla. —Siguió Edward. Jacob se acercaba amenazante hacia el otro alfa, pero este sólo se agachaba pidiendo disculpas. —Esa es su más poderosa ley.
Sam lloriqueo y retrocedió a regañadientes antes de irse con el resto, desapareciendo entre la obscuridad del bosque de la misma forma en que aparecieron.
Suspire alivida.
Corrí a Jasper, quien me abrazo como si fuera a perderme. Entendía su miedo previo a todo, la discusión. Lo apretuje con fuerza y bese su cuello, su mandíbula, su mejilla, sus labios, mis brazos podrían provocarle grietas pero lo necesitaba todo lo que pudiese. Y él igual por la forma en que se aferraba a mi.
Mis ojos sobre su hombro verificaron el bienestar de cada uno, no obstante, frene en Edward.
Sus manos, su boca, su camiseta. Llenos de sangre.
Me despegué lentamente de mi novio y lo mire.
—Edd... —Este se giró a mi —¿Y Bella?
Oh, no.
No, no, no, no.
Sus siguientes palabras hicieron eco en mí por los siguientes momentos. Todo había sido para ese fatídico final que yo había previsto con lo peor de mis miedos.
Habíamos ido a buscar sangre al hospital ¿para qué? Si no llegaríamos. Habíamos buscado toda solución ¿para qué? Si no se resolvió el mayor problema: mantenerla con vida. Porque no sobrevivió. No pudimos ayudarla.
La bebe había nacido, pero Bella había fallecido.
Bella había muerto en el parto, Edward la había mordido múltiples veces e inyectado el veneno que tenía de él, pero nada.
O eso creímos.
Eso creímos hasta una visión de Alice y una explicación de Carlisle que nos sacudió el mundo.
Rose y yo limpiamos el cuerpo y cambiamos a la humana. Parecía un cadáver, era uno. Eran los efectos secundarios de haberle dado a luz a una preciosura.
Renesmee era el nombre de la demonio, era perfecta, hermosa. Cabellos castaños, ojos del color de Bella en su humanidad. Era idéntica a ella en aspectos físicos, pero sus facciones, oh, esas eran del boludo de Edward.
—¿Puedo? —pregunte sin contenerme cuando Rose la cargaba.
Me entrego a la bebé, sonreía como nunca, tanto sacrificio para tener a esta hermosa niña.
Jasper se acercó a mi lado.
Bree ya había vuelto a casa, PJ acomodó nuevamente sus cosas en el cuarto. Todo se estaba acomodando muy rápido a pesar del pánico que sentimos. Solo faltaba... Bella.
Antes de que el pudiera decir nada más, la bebé extendió su mano chocando con mi mejilla.
Pum.
Veía a Edward, pero este parecía cargar a la bebé.
Salí de mi trance y observé a los demás quienes me miraban confundidos.
—¿Que hiciste demonio? ¿Cómo hiciste eso? —Le pregunté a la bebé.
—¿De qué hablas, amor? —Le pase la bebé a Jasper quien con desconfianza la agarró. Era hasta chistoso ver cómo la tomaba.
—Vamos demonio, hazlo de nuevo. —Esta hizo lo mismo. Al terminar, Jasper me miro igual que yo segundos antes. —Tiene un don, pero no es vampiro.
La bebé parecía ser mitad vampiro, mitad humana, por eso tenía un don, y por eso bebia sangre. Por eso tenía un corazón latente y una respiración natural. Era toda una maravilla.
Y los siguientes días, fue solo admirarla, mimarla hasta la espera de su madre.
Estábamos al rededor de Bella, como sería la costumbre, no obstante, sus heridas empezaron a sanar, hasta que su cuerpo pareció vovler a la normalidad, a la Bella de hace un mes, pero más pálida, y con más brillo, más hermosa que nunca.
Entonces.
Abrió los ojos.
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