09
❝ FESTÍN ❞
LUEGO DE un largo rato siguiendo a Riley por el agua o tierra, nos guió a los veintiún vampiros a un muelle. Yo solo esperaba que no aparezca Van Helsing buscando cazarnos. Digo, si existen más vampiros y enemigos, alguien debe cazarlos ¿No? ¿o solo es mí paranoia de que venga Buffy y nos mate?
Ya me callo.
No habíamos pasado cerca de ningún lugar habitado, por suerte. Sedientos e irritables, no haría falta demasiado para que aquella pizca de
organización se disolviese en una escandalosa masacre. Ya me imaginaba a Kristie y Raoul peleando por un cuerpo.
Nunca habíamos ido de caza todos juntos, y no era de las mejores ideas. Más le valdría a Riley disponer de un buen montón de cuerpos para nosotros o la gente iba a empezar a matarse entre sí para conseguir el máximo de sangre. Ahora estaban más entrenados, eran más letales.
Riley se detuvo en la orilla.
—No se repriman —nos dijo —Los quiero bien alimentados y fuertes. Ahora… vamos a pasarlo bien.
Se sumergió con suavidad en la marea, debajo del agua. Los demás también se metieron debajo, como sirenitas detrás de Riley.
—¡Debajo del mar! —canté burlona, metiéndome al agua. Bree rió antes de ir detrás mía y cumplí mí objetivo de relajarla. PJ blanqueó los ojos antes de ir detrás nuestra.
No habíamos nadado mucho y ya vimos que los demás se dirigían a la superficie. Subimos, sacando nuestras cabezas empapadas, y Riley comenzó a hablar en cuanto nuestras cabezas asomaron fuera del agua, como si nos hubiese estado esperando.
—¡debajo del mar! —canté una vez fuera —¡no nos cocinan en un sartén! No me acuerdo si era así, pero es chistoso que también le tengamos miedo a ser parrillada.
—Alguien que la ahogue —pidió Kristie, sentí los brazos de PJ hundirme —gracias.
Me agite debajo del agua y lo hundí también, hasta que sentí como nos sacaban de un tirón. Riley nos separó.
—Lo último que necesito es que ustedes dos se divorcien —blanqueó los ojos, yendo de nuevo al frente —ahora. Miren: Ahí está —dijo señalando un gran ferry que marchaba con rumbo sur, probablemente en su último trayecto de la noche desde Canadá —Denme un minuto. Cuando se quede a oscuras, es todo suyo.
—¿Vamos a atacar el titanic? —pregunté divertida —eso si es un festín ¡Me pido a Jack!
—¡Yo lo quiero! —se quejó Jen.
Se produjo un murmullo nervioso. A alguien se le escapó una risa tonta. Riley salió como un tiro y, segundos después, lo vimos trepar uno de los costados del enorme barco. Se fue directo a la torre de control, en lo alto del barco.
—que sexy... —murmuró Kristie y PJ le tapó los oídos a Bree.
—Hay mejores —negué viendo a Riley, él me provocaba más asco que el don de Fred.
Él podría mentir acerca de que aquellos enemigos fuesen la razón de tener cuidado, pero yo estaba segura de que había mucho más que eso. Esos vampiros encapuchados con sus leyes raras vampiricas, estaba segura que ellos también eran un impedimento para que hagamos este tipo de cosas. Se suponía que los humanos no habían de saber de los vampiros ¿No?
A lo lejos, chiquito, se vió como Riley arrancó de una patada el vidrio de una gran ventana y desapareció dentro de la torre. Cinco segundos después se apagaron las luces. Todo el barco era nuestro.
Todos los demás se pusieron en marcha, llegamos al barco unos tres segundos más tarde, y el aire ya se había colmado de gritos y del cálido aroma de la sangre.
Me tomé unos segundos para admirar a varios correr y gritar, algunos saltar al agua. El desastre dilató mis pupilas y sonreí dejando mis fosas nasales ser perforadas por el dulce aroma de la sangre limpia. La sangre soñada.
Mi cerebro se desenchufó por completo. No había nada más que el dolor feroz en mi garganta
y la deliciosa sangre por doquier que prometía extinguir aquel fuego. No oí a PJ, ni a Bree, era como si ninguno hubiera estado jamás en el paraíso hasta ese momento.
Antes de darme cuenta, estaba en la punta del barco, había dieciocho cuerpos en el suelo, como una montaña rodeandome y separándome del resto. Estaba sentada en la barandilla, con el cuerpo de un hombre entre mis brazos, mordía su yugular, mí ropa manchada en sangre y seguí hasta que no quedó gota dentro. Me alejé, sonreí satisfecha, me sentía hinchada de tanta sangre.
Jamás había estado satisfecha hasta ese momento, era la mejor sensación del mundo. Me giré para tirar ahora el cuerpo al agua y me quedé viendo como caía hasta que se hundió. Luego, quedó mí reflejo a la lejanía. Estaba llena de sangre. La satisfacción me rodeó.
Era una lástima que luego si tendríamos que hundir el barco como el Titanic. Pero sería divertido. Todo sea para no dejar pistas ¿No?
Ya estábamos en la casa, nunca antes habíamos experimentado el no tener sed, pero al fin lo hacíamos. Estábamos satisfechos y atentos, el no tener sed nos hacía no tener preocupación alguna. Ahora, me sentía mucho más dispuesta a escuchar atenta y saber por dónde atacar a Riley, quien subió las escaleras del sótano hasta la mitad con el rostro serio.
—Tres cosas —arrancó —Primero, queremos estar seguros de que atacamos al aquelarre correcto. Si por accidente nos tropezásemos con otro clan
y los matásemos, pondríamos nuestras cartas al descubierto. Queremos que nuestros enemigos se confíen en exceso y que estén desprevenidos. Hay dos cosas que identifican a este aquelarre. Una, su aspecto distinto: tienen los ojos amarillos.
Se produjo un murmullo por la confusión. ¿Amarillos?
—¿Amarillos? —repitió Raoul en un tono de asco.
—¿cómo es eso posible? —preguntó PJ confundido.
—Ahí fuera hay mucho del mundo de los vampiros que no saben. Este clan tiene muchos años. Sus ojos son más débiles que los nuestros, amarillean por la edad. Otra ventaja de nuestro lado —bufé incrédula. Eso no podría ser cierto. PJ había dibujado a los vampiros encapuchados y ellos tenían una apariencia vieja por sus ojos rojos más intensos y casi lechosos —Pero existen otros vampiros mayores, de manera que hay otro modo de reconocerlos con seguridad… y es aquí donde entra en juego el postre que mencioné.
¿Tantos vampiros había en el mundo que deberíamos identificarlos?
—Esto va a ser difícil de procesar —advirtió —Yo no lo entiendo, aunque lo vi con mis propios ojos. Ellos se ablandaron tanto que incluso tienen como miembro de su aquelarre a un humano de su agrado.
La revelación fue recibida con un rotundo silencio. Con total incredulidad. ¿Un humano? Eso no podía ser cierto ¿cómo se controlaban? ¿cómo no lo mataban? Los humanos era inferiores y extraños... Yo ya no recordaba cómo se sentía ser una. Solo sabía que era débil.
—Lo sé, es difícil de digerir, pero es la verdad. Sabremos sin duda que son ellos porque los acompañará una chica humana.
—Pero… ¿cómo? —Preguntó Kristie —¿Quieres decir que van por ahí con la comida o algo así?
—No. Se trata siempre de la misma chica, la única, y no quieren matarla. No sé por qué. Tal vez quieran mostrarse diferentes, presumir su autocontrol, que eso los hace parecer más fuertes. Para mí no tiene sentido, pero la vi. Es más, la olí. —Con parsimonia y dramatismo, Riley mostró una tela roja —En las últimas semanas hice el labor de reconocimiento para tener controlado al clan de los ojos amarillos tan pronto como se acercase. —el clan de ojos amarillos. Los Cullen ¿verdad? Hizo una pausa para dedicarnos una mirada paternal o algo así, no puedo opinar, no tuve papá —Yo cuido de mis chicos.
—ay, papá pato, no llores ahora —pedí, para nada conmovida. Riley rió y me lanzó la tela que tomé de antemano.
—Huelelo —me pidió e hice caso dutativa.
Era un aroma fascinante, delicioso, llamativo. Estaba segura de que me provocaría sed si no estuviera bien alimentada.
—Quiero que todos se familiaricen con este olor. Nos ayudará a rastrearlos —pidió y yo le pasé la camiseta a PJ.
La camiseta roja fue pasando de mano en mano, algunos se emocionaron por ese gusto dulce y rápidamente la posesividad los atacó. PJ, Bree y yo nos miramos. No teníamos esa necesidad de querer a la humana por más dulce que sea su sangre, nuestro instinto de supervivencia e inteligencia era más fuerte, sabíamos que ir a por ella sería peligroso. Además... Nosotros no participaríamos en la guerra.
—Y la última cosa —dijo Riley con tono reticente. La camiseta volvió a sus manos —Les resultará más difícil de aceptar, así que se los mostraré. No les pediría hacer nada que no haría yo. Recuerden: yo recorro con ustedes cada paso del camino. —a ver qué burrada decía ahora —Aún les quedan cosas por aprender... Algunas tienen más sentido que otras, y ésta es una de esas que no suenan muy bien al principio; pero yo pasé por ello —Se quedó pensando —Cuatro veces al año, el sol brilla en un ángulo indirecto determinado y, durante ese único día, cuatro veces al año, es seguro… para nosotros quedar expuestos al sol.
Que hijo de puta.
¿esa es su excusa? ¿En serio? ¡Con PJ y Bree estuvimos días y días bajo el sol! Mentiroso, burro, leproso... ¡y encima le creen! Parecían estatuas, nunca antes estuvieron más quietos.
—Uno de esos días especiales está empezando ahora. El sol que está saliendo hoy no nos hará daño a ninguno de nosotros, y vamos a utilizar esta curiosa excepción para sorprender a nuestros enemigos.
Aplané mis labios con fuerza y mire a PJ que mordía el interior de sus mejillas. Bree se tapaba la boca "sorprendida" pero estaba tapando su sonrisa que parecía a punto de explotar en risas.
Riley les dijo que lo acompañen afuera. Todos se negaron, pues estaban acostumbrados a creerle en todo tan fielmente que le tenían un miedo irracional al sol.
—mirenme —nos dijo —escuchenme. Confíen en mí. —claro, confíen en la bola de discoteca mentirosa —Cuando vean que estoy bien, creean lo que vean. El sol de un día como hoy tiene algunos efectos interesantes en nuestra piel. Ya lo verán —efectos especiales ¡Somos hadas! —No les hará ningún daño. Yo no haría nada que los expusiera a un peligro innecesario.
Comenzó a subir las escaleras.
—Chicos, voy a salir —dijo y salió del sótano, luego de la cocina y podía ver por el raz de la puerta reflejos como de miles de espejos. Me imaginé a Riley bola de disco y sonreí.
Todos se arrinconaron, aterrados.
—¡Calma! —nos voceó Riley desde arriba —Estoy perfectamente bien: ni dolor ni quemaduras. Vengan. ¡Vamos!
—¿Cómo no sabemos que el "talento" de Riley es ser resistente al sol? —comenté en voz alta para echarle leña al fuego.
Se armó una revuelta y sonreí victoriosa.
—¡ese no es mí don, sino lo tendrían también nuestros enemigos! ¡sé lo que digo! —gritaba Riley, nadie lo escuchaba.
Riley bajó de nuevo y esta vez más enojado.
—¿Saben qué? —dijo Riley desde arriba —Siento curiosidad por ver quién es el más valiente. Tengo una idea bastante aproximada de quién va a ser la primera persona que pase por esa puerta, aunque ya me equivoqué otras veces.
Puse los ojos en blanco. Qué sutil, Riley. esa manipulación barata.
—Vamos, Valeria ¿Quieres ver si es mí don? —señaló escaleras arriba.
—Ah, no, no, gracias. Estoy bien —hice un ademan. Solo me gustaba molestarlo.
—¿PJ? —Riley señaló al rubio, él me observó.
Tenemos que ser en quienes más confíe Riley, para que en la batalla no dude de nosotros. No podía saber que nosotros íbamos tres pasos adelante. PJ observó luego a Riley, se descruzó de brazos y suspiró.
Como dijo Vito Corleone: Mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más cerca.
—si dejó de ser PJ crudo y me hago pollo frito, resurgiré de las cenizas y te bajaré los pantalones —amenazó, pasando a su lado y Riley sonrió victorioso. Iluso.
Al ver qué PJ salía con éxito, el siguiente fue el envidioso de Raoul refunfuñando, luego seguimos Bree y yo, para que después salga el resto. Todos reían gritando lo genial que era brillar.
Los vampiros brillaban como bolas de discoteca en el jardín frontal de la casa y se miraban las manos con cara de estar maravillados. Spiderman vino y tomó de las piernas a PJ, colocándolo de cabeza y comenzó a girarlo tal como una bola de discoteca. Riendo con el resto, PJ lo golpeó y cayó al suelo. Reí divertida.
Cerré los ojos disfrutando del calor del sol. Pronto, una nube tapó el sol y el brillo en nosotros disminuyó. Me abracé a Bree que no quería despegarse. Ella me observó impaciente y le guiñé el ojo. Estábamos a instantes de poder huir lejos o morir en un campo de batalla. Todo podría ponerse en riesgo con el mínimo error que cometieramos.
—Nos marchamos ya. Son fuertes, estan preparados y sedientos, ¿verdad que sí? Pueden sentir cómo les quema. Estan listos para el postre.
Tenía razón. Toda aquella sangre no había demorado en absoluto el regreso de la sed. De hecho, que tal vez pudiera estar volviendo más rápido y más fuerte de lo normal. Quizás el exceso de alimentación era en cierto sentido contraproducente. No lo sabía, pero el ardor comenzó nuevamente. Ya me imaginaba a los sabrosos humanos bajo mí merced como en el barco.
—El clan de los ojos amarillos avanza despacio desde el sur y se alimenta por el camino, intentando fortalecerse —vociferó Riley —Ella los observó, así que sé dónde encontrarlos. Ella se encontrará con nosotros allí y los arrasaremos
como un tsunami. Los arrollaremos, y después lo celebraremos.
Ya era hora.
—¡Andando!
Comenzó a caminar, todos tenían una cosa en mente, destruir a ese clan de ojos amarillos y devorar a la chica.
PJ colocó una mano sobre mí hombro y Bree se encogió levemente.
—no se separen de mí —les pedí a los dos, ellos asintieron.
Era hora de la guerra.
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