08

❝ENTRENAMIENTO PARA LA BATALLA ❞

                 LA MANO de PJ sostenía el lápiz y pasaba por toda la hoja, casi no despegaba sus orbes de ella. Me acerqué a él, me coloqué a su lado y lo noté. Estaba dibujando a una mujer, pelirroja con grandes rizos, piel pálida y ojos rojos. Me generó inseguridad de solo ver la ira en sus ojos.

—¿quién es? —pregunté confundida. PJ me miró, sus ojos rojos y atemorizados me lo dijeron todo. Era ella.

—la vi, a través de las paredes, pude verla. Tu solo oíste pero yo veía todo —murmuró, volteando al dibujo.

Suspiré y él rapidamente cerró su libreta en cuanto oímos a Riley bajar al sótano donde estábamos. Bree se encontraba leyendo sentada en el suelo, del otro lado de PJ. Riley llegó y nos miró, éramos los únicos en el sótano. Todos estaban en el patio, iluminados por la luna mientras entrenaban.

—si es mí familia feliz favorita —sonrió, acercándose con las manos en su chaqueta. Ninguno se mosqueó en su fingida amabilidad. Sabíamos que él solo fingía tenernos cariño —¿Por qué no entrenan?

—PJ ya sabe pelear, le estuve enseñando —negué, señalandolo a él —y Bree solo entrena con él, no quiero que alguno de los esteroides muertos de arriba le arranque otra vez un brazo.

—Valeria, yo no te elegí porque si —Riley se acercó más —eras desechable para el resto pero una salvación para nosotros, inteligente, divertida, fuerte, además resultaste hasta tener un talento. Te necesito de mí lado.

No a su lado, claro que no, eso me haría ver cómo su igual. El me quería de su lado, en su equipo. Entre sus armas.

—¿Podrías, por favor, ayudarme? —preguntó, moviendo un mechón de mí cabello.

—deja de hacer eso, parece que te gusto —le saqué la mano y él resopló una risilla —te voy a ayudar, pero ellos no participan en los entrenamientos —señalé a ambos. PJ se estaba por quejar.

—trato hecho —sonrió, satisfecho. ¿Por qué les servirían? Bree era pequeña y el don de PJ era casi inutil en la guerra.

Miré detrás mío a los dos, PJ negó molesto y yo solo sacudí su cabello, luego me agaché frente a Bree y besé su frente.

—mamá pollo ya viene, no peleen pichones —pellizqué su mejilla y Bree rió.

—de acuerdo, mamá —se burló divertida. Sacudí su cabello y fui con Riley.

Él fue delante de mí y los dos subimos las escaleras, yendo al patio donde era un desastre. Había en su mayoría parejas de dos peleando entre ellos, extremidades volaban por todos lados o se quebraban así mismos a la mitad. Riley al segundo les gritó y les enseñaba a pegar sus partes con su veneno.

Luego volvió a mí lado refunfuñando, yo observaba que siempre hacían los mismos movimientos.

—Pregunta —murmuré, él me observó —¿Puedo arrancarles partes del cuerpo y regañarlos con mí máxima libertad de expresión?

—haz lo que quieras con ellos mientras no se prendan fuego para que puedan seguir siendo veintiuno —refunfuñó y sonreí maliciosa. Al fin me cobraría todos los malos tratos de Raoul y Kristie —¡Oigan! —llamó su atención, ellos frenaron y voltearon a vernos —llegó su profe de pilates, ahora es mí mano derecha, quien se rehuse se las vera con ella.

Me miraron y sentí mis mejillas apretujarse por mí sonrisa. Ahora estaban bajo mí mando, pequeñas perras.











































Todos se habían dividido en cuatro grupos de cuatro, bajo la dirección de Raoul y Kristie. Sonreí burlona antes de arrancarle el brazo a Raoul que gritó adolorido, dejé caer su brazo a un lado de él en suelo y me alejé.

—Nuevamente, eres tan predecible —me quejé y él me mostró los colmillos, le saqué la lengua burlona.

No di tregua al ejército durante tres días y dos noches seguidas. En verdad, me pasaba cada segundo entrenandolos, ni un minuto de descanso y mí garganta ardía cada vez más. Ese mismo periodo de tiempo pase alejada de Bree y PJ que se quedaban en el sótano, yo agradecía eso, a decir verdad me asustaba que Bree me viera igual que como ve a Raoul.

Me pasé arrancando partes de cuerpo y hasta lenguas. Más de Raoul que otra cosa, Riley solo blanqueaba los ojos y hacia la vista gorda.

En cierto modo, a Riley le facilitaba las cosas cuando era de día y estábamos todos en el sótano: le solía dar tiempo de parar una pelea antes de que pasara a mayores. En el exterior, de noche, había más espacio para que los unos se moviesen alrededor de los otros, pero Riley se la pasaba entera ocupado corriendo de aquí para allá para recoger extremidades y devolvérselas a sus propietarios con rapidez. Aún que a algunos, como a Spiderman, no les pudo devolver sus partes (yo escondí la mano que le arranqué por haberme insultado).

Poco a poco comenzaba hasta ver porque Kristie disfrutaba de eso. Cada que el sonido del crujido de unas extremidades llegaba a mis oídos, era como un canto. Sabía que alguien estaba perdiendo y alguien más estaba nuevamente demostrando que era fuerte como naturaleza nos lo pedía.

—¡No! —grité al ver cómo nuevamente, iban de frente —¿Por qué siempre hacen lo mismo, inútiles? —tiré del cabello de Kevin que soltó un quejido cuando se lo arranqué.

—¡el cabello no! —chilló molesto, tomando su mechón. Todos sabían que la única parte que no podíamos recuperar era nuestro pelo.

Menos mal que a mí jamás me arrancaron ni un solo cabello. Por eso, las vampiro se ataban el suyo, para también evitar que los varones se lo arranquen y quedar con una calva.

—Valeria —me llamó Riley y le hice un ademan.

—no maté a nadie, no te quejes —refunfuñé, cada que sentía por instantes que era fuerte y podía hacer lo que quisiera, Riley me llamaba la atención. Me molestaba, pero me mantenía cuerda y no como una animal.

Contenía bien su carácter y, esta vez, anduvo bastante listo a la hora de encontrar todos los mecheros para evitar que se prendieran fuego... Creí que Raoul y Kristie se quejarían de mí e intentarían algo en mí contra pero Riley ejercía sobre ellos un control muy superior al que
yo creía posible. Eso en cierto modo me preocupaba, tal vez Riley era más listo y manipulador de lo que yo pensaba.

El sonido de dos piedras gigantes chocar llamó mí atención y noté a Spiderman chocar contra otro más. Blanquee los ojos cansada al ver qué parecían estar en lucha libre.

—¡repiten siempre lo mismo! ¡Parecen disco rayado! —los separé, lanzandolos a los dos lejos —Trabajen en equipo, vigilen su espalda, ¡no vayan de frente! —piqué la frente de Spiderman que bufó.

—¡No sabes lo que es que te estén mordiendo! —se levantó enojado.

—no, porque yo si sé defenderme y evitar que me muerdan —lo agarré del brazo y lo arrastré a dónde estaba su grupo —si ven que está solo, lo apoyan. Uno lo agarra, el otro le arranca los brazos o la cabeza, lo que sea. Jueguen sucio, hagan trampa ¡Sean impredecibles!

El grupo era increíblemente estúpido.

Mí oído se agudizó repentinamente y oí a Kristie dar pasos sigilosos junto a Raoul a mis espaldas. Casi al acecho, tal como animales, a eso me refería con que eran predecibles.

Miré a Riley que contuvo su sonrisa y se cruzó de brazos.

Raoul corrió primero en mí dirección y salté dando una vuelta en el aire hacia atrás, él siguió de largo raspando, voltee a ver a Kristie pero la empujé para que siga la trayectoria de Raoul en cuanto intentó embestirme. La lancé contra él y rodó en el aire hasta llevárselo puesto también. Los dos tiraron un árbol abajo y se levantaron de nuevo rápido.

—Podrían haber corrido en Zig zag, haber usado los árboles, saltar, atacar desde abajo, no. Corrieron simplemente directo —Me quejé, antes de hacer una ilusión para desaparecer y me quedé en mí lugar, sin embargo, hice una ilusión de mí sobre un árbol, cruzada de brazos —¡Y son lentos!

Kristie saltó al árbol para atrapar mí ilusión y la desvanecí antes, haciendo que se desconcierte y quedé allí. Me volví visible mostrando que ni siquiera me moví de mí lugar.

—¡Eso es trampa! —Raoul me señaló.

—ellos también tienen dones, y les dije que también aprendan a jugar sucio —me burlé, antes de ir a un lado de Riley —¡Son siete! Entre tres ataquen, en grupos.

Volvieron a pelear a regañadientes y mire a Riley que inflaba sus mejillas.

—Me agradas más cuando pierdes esa pizca de humanidad —admitió, sus ojos rojos me analizaron y sentí repugnancia de mí. Estaba comenzando a disfrutar eso, me estaba involucrando de más. Yo no quería ser participe de la guerra de un mentiroso, una guerra ajena.

—¿Te aplaudo o qué?

Él resopló y yo solo camine dentro de la casa, yendo al sótano donde vi a Bree que sonrió al verme y PJ igual.

—al fin viene la profe de yoga vampirico —bromeó el rubio y sonreí, acercándome a abrazar a Bree —¿cómo van?

—bien, solo recibí unas grietas que ya sanaron —me encogí de hombros, él asintió.

Solté a Bree y me acerqué a dónde escondía mis diarios para tomar una pluma y escribir. Bree rápidamente me abrazó por la espalda como garrapata y reí, PJ solo se dispuso a escuchar musica y disfrutar de la compañía.

Suspiré antes de hacerle una seña a PJ que se acercó, curioso. En cuanto estuvo a mí lado, le mostré lo que escribí: el plan para huir.

Lo único que necesitaba para que seamos libres, lejos de Riley y ella, era el día de la batalla. Ese sería nuestro boleto de escape.





























No había intervalos de caza y, conforme pasaba el tiempo, aquello iba siendo más y más difícil de ignorar. Me apretaba a mí misma el cuello, queriendo desgarrarlo ante la sensación de ardor. Hacía bastante que no sentía tanta sed y lograba desquiciarme un poco. Rompí las brazos de lo que debía.

Las peleas estallaban con mayor regularidad y a la menor provocación. Las órdenes de Riley se volvieron más estridentes, incluso él mismo arrancó un par de brazos. Intenté olvidar la ardiente sed en la medida de lo posible —al fin y al cabo, Riley también debía de estar sufriéndola, así que aquello no podía durar para siempre— pero la sed era prácticamente la única
cosa que tenía en la cabeza.

—¡Ah, Valeria! —gritó Kristie, debajo de mí, ella estaba en el suelo boca abajo y yo parada sobre su espalda, tirando sus brazos hacia atrás, casi arrancandoselos —¡Ya entendi, ya entendí! ¡basta!

Relamí mis labios secos y la solté, retrocediendo molesta. La sed me enojaba.

Quería drenar a alguien.

—Riley —llame al castaño que le pegaba su brazo a Raoul —voy a encontrar esos encendedores y quemar a varios, te lo advierto. Tengo sed.

Él suspiró, el resto también había frenado. Todos estaban quietos y hambrientos.

Vi a PJ y Bree salir por primera vez del sótano, la luz de la luna los iluminó. Ellos se acercaron a dónde yo estaba y Bree señaló una grieta en mí mejilla, subí mí mano para cubrirla hasta que sane.

Todos formamos algo parecido a un semicírculo frente a él. Los grupos originales se mantuvieron juntos, así que el entrenamiento no había modificado ninguna de aquellas alianzas. Riley notó que nuevamente estaría en peligro si no nos alimentaba.

—Lo hicieron bien —nos dijo luego de instantes —Tranquilos. Esta noche habrá recompensa. Beberan, porque mañana van a desear fuerza. —Casi todo el mundo soltó rugidos de alivio, yo me removí incomoda y Bree tomó mí mano —Y digo desear y no necesitar por una razón. Creo, chicos, que lo consiguieron. Fueron inteligentes y se esforzaron. ¡Nuestros enemigos no van a saber de dónde les vienen los golpes!

Kristie y Raoul rugieron, y sus compañías los imitaron enseguida. Oh, sorpresa, parecían un ejército. Había cierta uniformidad en su respuesta. Como si todos formaran parte de un gran organismo. Miré extrañada a PJ que frunció sus cejas, había estado tan centrada en la sed y en entrenar a los vampiros que no me percaté de la unión que se formaba mediante más tiempo pasaban juntos.

Riley tal vez lograría lo que quería, ella lo lograría.

—¿Estan listos para su recompensa? —Su pequeño ejército rugió en respuesta y yo me abracé a Bree y PJ también se removió inquieto. Hasta ellos tenían sed —Esta noche tendrán un adelanto de cómo será nuestro mundo cuando nuestra competencia esté fuera del mapa. ¡Siganme!

Riley se alejó a grandes zancadas. Raoul y su equipo fueron detrás. El grupo de Kristie comenzó a dar empujones y zarpazos en medio de ellos para lograr ponerse al frente. Nosotros tres esperamos al final.

—¡No me hagan cambiar de opinión! —vociferó Riley desde los árboles que había más adelante —Se pueden morir de sed. ¡Me da igual!

—que insoportable es —le susurré a PJ.

—solo un día más —me susurró, casi inaudible.

Un día más y huiriamos lejos. Un día más y ya no seríamos engañados por él o por ella. Un día más y sería la guerra.

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