01

❝ ASÍ COMENZÓ ❞

             ¿ACABÓ TODO?... Si, de repente se detuvo.

Había pasado, lo que parecía, semanas sin poder abrir mis ojos, solo sintiendo como si durmiera dentro de una estufa encerrada con serpientes venenosas. Cada célula de mí cuerpo parecía retorcerse y gritar, cada minúsculo centímetro de mí alma sufrió. Nunca antes había vivido algo así...

O muerto así.

Después de aquella pesadilla debajo del agua, de aquel infierno que se llevó mi oxígeno, pude al fin despertar. Mis párpados ardían, pero no era como una simple picazón, fue tal vez la primera sensación, la más indiferente comparadas al resto. Aún con ese pequeño malestar, los abrí como si nada, eso fue suficiente para que el ardor desapareciera.

Me sentía como si nada hubiera pasado... Dime por favor que fue solo una pesadilla.

No, no lo era.

Al ver el techo, ya no supe reconocer donde estaba y me empecé a alterar.

Estaba en un lugar que no era la playa, ni la casa de mi abuela, tampoco un hospital o en mayor caso la comisaria.

Me senté, más fácil de lo que pude pensar. Era un cuarto oscuro, que se caía a pedazos prácticamente, lleno de humedad, grafittis que yo no hice, y todo roto. Solo había un abandonado sofá y yo estaba sentada en él.

Busqué indicios de en donde estaba, sin embargo, mis ojos fueron llamados por una araña en el rincón, estaba dispuesta a gritar asustada, pero me fasciné. Era como si pudiera ver cada detalle del minúsculo insecto, sus ojos brillantes, sus diminutos cabellos, como hacía la telaraña. Cómo si tuviera una lupa frente a mí.

¿Ya dejé de ser una ciega de mierda? Qué carajos pasaba.

El sonido de una alarma de auto me desconcentró de la araña, aturdiendome. Demasiado a decir verdad. Lleve mis manos a mis oídos tapandolos con fuerza, podía escuchar aquel "Piii" que suena en tus tímpanos cada vez que te aturdes. Nunca supe su nombre, pero era molesto. El ruido parecía taladrar mí cerebro, juraría que haría sangrar los oídos.

Una vez el auto paró, el pitido igual. Suspiré bajando la cabeza, pero me llevé la sorpresa de ver mi piel más pálida ¿Cuánto tiempo habré estado allí?

Me reincorporé con duda del pulgoso sofá para ir a ver por la única ventana de la habitación, si no era alto, saltaría e iría corriendo con mí abuelita o a... ¡Buscar mí moto! Oh, no ¿Me habrán robado la moto?

Apoye las manos desesperada contra el marco de la ventana. Contuve la respiración pero parecía innecesario. Debajo de mí, en la calle de un escondido callejón, había unos ocho chicos de mas o menos mi edad, destrozando todo a su paso como verdaderos animales salvajes e incontrolables. Podían levantar autos sin esfuerzo, corrían y desaparecían en un pestañeo, algunos tenían mancha de sangre y parecía una película de terror.

Llevé mis manos a mí boca aterrada, queriendo evitar hacer algún ruido. No sabía dónde estaba, pero me asustaba, me disgustaba. Debía huir.

Cuando me decidí por bajar para escapar del sombrío lugar, la puerta se abrió.

Entró un chico, pálido como un cadáver, su piel era similar a la misma porcelana, resaltando lo más llamativo en él... Sus ojos rojos, carmesí como si del mismo diablo fueran, podía ver un infierno a través de ellos, pero su cabello castaño me hizo recordar a lo poco que vi de la persona que me ahogó.

Retrocedí hasta pegarme en la pared, pero lo hice más rápido de lo que creí, mí espalda se estampó contra el cemente y pareció agrietarse. Comencé a sollozar, pero era seco. No parecía capaz de llorar ¿Por qué no podía? Lo observé asustada, él me miraba con una pequeña sonrisa.

—¿quién eres?... —susurré, pero sentí por primera vez mí garganta, seca.

Ardía, ardía demasiado. Lleve mis manos a mí garganta.

—¿qué me hiciste? —murmuré aterrada.

Siendo él quien me recibió, supuse que también fue quien me atrapó debajo del agua, sus ojos me taladraban. Traté de no mirarlo demasiado, me perturbaba... Me asustaba y él solo se acercaba lentamente, cada pisada suya la escuchaba latente y de soslayo lo admiré.

Al observarlo bien, lo pude reconocer.

¿Y cómo no? Riley fue el primer chico que desapareció, sin dejar rastro alguno, muchos creían que estaba muerto. Pero no... Era él. Estaba delante de mí y casi irreconocible. Siempre se repetía “Riley Biers” en las noticias. Sus padres lo buscaban sin cesar, igual que muchos a los otros chicos desaparecidos... A decir verdad, y gracias a Odín, ninguno de los desaparecidos hasta ahora eran conocidos míos, si eran de la ciudad, pero al no ser una persona sociable, no sufrí la pérdida de alguno de ellos.

Era una de mis ventajas o desventajas según el punto de vista de alguien más, ser introvertida, insoportable y solitaria era una de mis cualidades.

Aun qué... siendo ocho los de abajo si es que no vi mal, sumandolo a él, serían el total de los desaparecidos y también estando yo aquí...

MIERDA.

Los muy malparidos, no están desaparecidos, están aquí, en la misma ciudad destruyendo la basura o lo que sea que estén rompiendo allí abajo. Así que, si estoy con los desaparecidos ¿Yo desaparecí? Llevé mis manos a mí cuerpo. No, no desaparecí. Estoy bien. Solo a unas cuadras de mí casa, lo único que debo hacer es volver pero... Si ellos no volvieron ¿qué sería diferente en mí? ¿qué sucedía? No le encontraba ningún sentido a lo que estaba pasando.

Hubiera seguido sacando conclusiones pero Riley se acercó, me encogí en mí lugar. No me daba confianza para nada. Él me aterraba.

—por favor, basta... —comencé a negar, agachándome —dime qué sucede, te lo suplico.

Él sacó una bolsa con algo rojo de dentro de su chaqueta. No supe lo que era, parecía una bolsa de sangre de hospital -lo que sería una locura- pero con sólo verla mi garganta empezó a arder, como si lo necesitara, olía exquisito, algo nuevo y diferente, mi vista se nubló con suavidad y lo único que enfocaba era eso. Lo quería ¡debía probar eso! Lo necesitaba.

—¿qué... Qué es eso? ¿por qué no me respondes? —Cuestioné desesperada y hambrienta. No podía aguantarme. Él se dió cuenta, esa horrible sonrisa diabólica en su perfecta cara me lo dijo.

Estiró su mano a un lado hasta tirar la bolsa por la venta, pero como si me hubieran quitado lo más preciado de mi vida y fuera Pietro Maximoff, corrí hasta abajo para tomarla.

En un parpadeo, como si el mundo fuera más lento, llegué a la calle. La bolsa casi tocaba el suelo antes de que la atrape. La admiré fascinada y luego a mis costados, las personas más buscadas de Seattle sonreían de forma perversa, acercándose y rodeandome de a poco. Giré sobre mí eje, sintiéndome acorralada. Pero ellos ni siquiera me veían a mí. Veían la bolsa, bajé la vista.

¿a caso soy Flash ahora? Porque me enojaré si es así, yo siempre quise ser Spiderman. Bueno, spiderwoman.

Al respirar, pude deleitarme con su aroma dulce. Acerqué mis manos dudosa a rozar mis labios con el plástico, mis encías ardían, mis colmillos picaban y mí boca se hacía agua. Quería beber, necesitaba hacerlo. No tenía fuerza de voluntad, jamás la tuve. Así que no fue sorpresa como no me contuve y mordí la bolsa como si fuera un perro rabioso, la perfore sin esfuerzo y en cuanto estuve en contacto con la bebida me sentí reconfortada.

Bebí y bebí, parecía que no había tomado una gota de agua en semanas. Me desesperé tanto que en menos de un minuto había tragado hasta la última gota y apretaba entre mis manos el plástico. Alejé la bolsa y relamí mis labios, mirando con nerviosismo como ellos reían, me sentía desnuda.

Escuché pasos y todos giramos a ver a Riley que se acercaba. Dejé caer la bolsa al suelo y me acerqué molesta.

—¿qué me hiciste, puto? —Pregunté y él alzó las cejas —a ti te hablo, hijo de puta —lo iba a golpear. Algo había diferente en mí y era su culpa.

—sh, sh... —cuando estuve cerca, chitó y acaricio mí mejilla —tranquila, Valeria...

¿cómo sabes mí nombre? —murmuré irradiando enojo, me sentía una bomba de tiempo. Riley pasó su mano, dibujando un recorrido en mí rostro hasta pasar su pulgar por la comisura de mis labios y limpiar los restos del líquido, se llevó su mano a su boca y arrugué mí nariz al ver cómo lamía eso.

—Fuiste elegida —habló con falso carisma —como ellos —señaló a los gorilas detrás mío —para un propósito mayor al que jamás hayan tenido en su vida. Lo que estás experimentando... Es el cambio de tu cuerpo, te estás convirtiendo en una maldita diosa —alzó sus brazos con orgullo, con el caos detrás —eres más rápida, más fuerte... Eres una soldado de alto rango. Soy Riley, tu mayor. Ti estás aquí para hacerme caso, tú con ellos.

—¿Qué carajos dices? —susurré atontada, él blanqueó los ojos divertido.

—Te transformé... En un vampiro.

Debía estar bromeando este mal peinado con pinta de Justin Bieber después de la droga.

—Eres inmortal, imparable. Tienes todo lo que alguien quiere, vida eterna, gloria, absolutamente todo. Para sobrevivir, necesitas sangre humana, entrenar y descubrirte —acomodó un mechón de mí cabello —Ellos son tus compañeros. Están aquí con un propósito y es la guerra. Pronto te explicaré más. Ahora, solo trata de que no te maten ellos jugando. —bromeó.

Miré de soslayo a quienes me rodeaban, como si yo fuera juguete nuevo y negué, eso no podía ser verdad.

—debes estar jugando —susurré aterrada —¿y mí abuela? ¿Y mí vida?

—fuiste elegida porque eras desechable del mundo, yo te hice alguien —bramó obvio —nosotros cuidaremos a tu abuela. Total, mucho tiempo no le queda —rió con el resto.

En todo su discurso, tenía los ojos abiertos como si se fueran a salir de mi, tengo que decir que no lo creería si no fuera por mi desespero por lo que supuse era sangre después de todo su discurso. Pero lo único en lo que pensé después de mi pregunta realmente era en mi abuela.

—Riley... Por favor, di que es chiste y es una tonta pesadilla —bajé la cabeza y él se acercó a mí oído.

—lo siento, preciosa... Pero eres una de los nuestros ahora —murmuró, su aliento helado chocaba contra mí oído —te recomiendo hacer caso, serás incontrolable y si tratas de huir, te aclaro que eres un monstruo de noche, la luz del sol te quema... Y la sangre te desespera, ya viste, así que no intentes ir con tu abuela o será el primer humano que drenes.

Él se alejó y yo observé como se iba, sin mirar atrás. Observé a mí al rededor, ellos parecían esperar a que yo me mueva.

Quise que la tierra me tragara, quería volverme invisible, quería huir.

—¿a dónde se fue? —uno preguntó y dejaron de observarme. No entendí a lo que se refería —¡Busquenla!

Fruncí mí ceño confundida, parecían simios buscando una banana. ¿me buscaban a mí? Pero si yo estaba delante de ellos.

—¡Ven!

Sentí un jalón en mí brazo y chillé, pero él me tapó la boca y en un parpadeo estaba contra la pared y él callandome.

—callate si no quieres que te maten —susurró y asentí sin pensar. Miró detrás de la puerta y suspiró —lamento eso, no quería asustarte. Pero en un segundo desapareciste y al otro volviste, ellos no lo notaron. Les gusta molestar a las vampiros nuevas, pero se enojan cuando alguien tiene don.

—¿disculpa? —murmuré en un hilo de voz quebrado y él parpadeo estupefacto, carraspé y volví mí voz normal —Si, lo siento, es que... ¡Qué carajos está...! —él me volvió a callar.

—si que eres impertinente —refunfuñó —¿quieres sobrevivir sola? Estoy siendo amable —me soltó —Riley me pide ayudar a los novatos. Pero puedo hacer una excepción.

—no, no, ayudame... —fingí un cierre en mí boca —solo quiero... Entender qué sucede.

—tranquila, yo te ayudaré —se alejó y pude admirarlo en cuanto se asomó al reflejo de luz de un farol de la calle.

Vaya, este si está mejor que Riley. Tal vez ser vampiro no sea tan malo después de todo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top