03
"CUANDO LAS ESTRELLAS SE CRUZAN"
Asqueroso...
Algo olía muy asqueroso.
Pero era soportable.
Mis ojos no pueden abrirse, pesan. Pesan mucho.
Es una comodidad extraña, no se parece en nada a mi cama. El lugar en donde estoy se siente como caminar sobre el agua, se hacen ligeras ondas cuando te mueves sobre ella y no sientes la certeza de estar en el suelo, plano y seguro.
Apenas pude abrir mis ojos, pero algo no me deja moverme, tampoco me deja hablar. Me siento indefensa, atrapada. Tengo miedo.
Es como si mi mundo se hubiera transportado a otro lugar, donde todo es opaco y apenas puedo ver más allá de donde estoy.
- Muchachita...
Alguién susurró. Una voz tan áspera, tan ronca, que se le notaba un desespero por ser escuchada. Una voz que nunca había escuchado.
- Casi llega nuestro momento...
Abrí los ojos de golpe y no tardé en levantarme de la cama. Sudaba bastante y mi respiración era rápida y entrecortada, además de que estaba mareada y bastante exaltada.
- Cálmate, Hima - se habló - Solo fue una pesadilla, solo eso.
Fui al baño y me lanzé agua en la cara. Respiré hondo y regresé a mi habitación para volver a recostarme, aunque sin poder dormir de nuevo.
Pasé un par de horas dando vuelta tras vuelta en la cama, tan solo pensando en la voz que me había hablado en el sueño y en todo lo demás, sin estar segura de lo que había pasado.
- ¿Me estoy volviendo loca? - se cuestionó a sí misma - No seré la primera de la familia...
[Más tarde ese mismo día]
Había quedado de verme con Chōchō y todo el equipo diez para entrenar. Me había vuelto bastante cercana a ellos desde ya hace tiempo y me han ayudado a entrenar para hacerme más fuerte, aunque siempre esté tan perdida en lo que pienso que no logro nunca ganarle a ninguno de ellos.
- ¡Estos si que son unos impuntuales! - se quejó Chōchō cuando iba llegando a nuestro lugar de entrenamiento y no vió a nadie más que yo esperando - ¿Quieres comenzar sin ellos, Hima?
Yo sonreí y solo asentí. Ella me explicó que hoy tenía que entrenar mi taijutsu, que tenía prohibido usar alguna técnica, pero que ella podría hacerlo.
– ¿No es un poco injusto? – comenté.
– Nunca sabes que tipo de trampas puedas encontrarte – contrarrestó. Y tenía toda la razón.
Y, como dije, normalmente pierdo. Sobre todo cuando se trata de Chōchō y su Nikudan Sensha que me golpea directamente. Aunque no tan fuerte, ya que suele minorizar su fuerza, para luego atraparme con su enorme mano, dejándome en el suelo, prácticamente ilesa.
– Hay que ver... – comentó Shikadai – Has metido la pata saltándo sin pensar – él iba llegando al lugar junto con Inojin – Aún así... tus movimientos son bastante ágiles – halagó – Con razón eres la hermana de Kawaki.
Si antes estaba emocionada por su llegada, ese último comentario me quizo querer enterrarlo.
– ¡Buen combate! – Inojin mencionó con una gran sonrisa – ¡Lo has hecho genial, Himawari!
El que hayan ignorado el "halago" de Shikadai fue suficiente para no seguirme sintiendo incómoda, así como también la felicitación de Inojin y la peculiar forma en la que Chōchō felicitó mi "gran patada" que di al inicio de la simulación de combate.
Yo no estoy segura, últimamente no estoy segura de mis fortalezas o inseguridades. Por lo que los comentarios que hacen halagando algo mío suelo olvidarlos o ponerlos en una caja que, posteriormente, cierro con candado y escondo debajo de la cama.
– Oye, Hima – me llamó Inojin – ¿Por qué te quieres hacer tan fuerte?
¿Qué por qué?, ¿acaso no ves lo que le ha pasado a mi familia?
Pero, por alguna razón, la mirada de cada uno me reconfortaba; los ánimos que me daban, la fuerza que me brindaron para salir de la cama cuando más lo necesité, el apoyo que me dieron... todo eso me daba confianza pura en ellos. Ellos me daban la confianza de poder expresarme, de poderles expresar aquello...
– Mira... igual toda Konoha se enfada conmigo por decir estos, pero... – pero no les iba a decir toda la verdad, tenía que adaptarme a "eso" – Creo que quiero poder ayudar a Boruto. Algo así.
Lo noté en sus caras. Sobre todo en la de Shikadai, uno de los mejores amigos de Boruto; pues era quien se le notaba más molesto y confundido.
– ¿Pero qué dices, Himawari? – Inojin no se podía quedar callado.
– Es una broma de muy mal gusto – seguro, mucho menos Chocho.
– Lo siento, se que los ha tomado por sorpresa esto – vaya que sí – Pero, por alguna razón... la imagen que yo tengo de él... es muy diferente.
– Pero escucha – rompió Shikadai – Que ha matado a tu padre, ¿recuerdas?
Me quedé en silencio por unos momentos, de nuevo con esa sensación en el pecho; esa sensación que a menudo no me deja respirar.
– Yo pienso que no – me atreví a porfin decirlo . Diría, ¡vamos! Se jugó la vida para protegernos a papá y a mi delenta de mis ojos – otra vez cambié los roles de quien hablaba – Un chico como él jamás mataría a mi padre – mucho menor él, e incluso Kawaki no lo haría – Estoy segura de que hay un motivo. Y, si es así, estoy segura de que Boruto lo estará pasando mal ahora mismo – de eso estoy segura – Tengo la certeza de que papá y mamá siguen vivos... en alguna parte.
Todos nos quedamos en silencio. Debía pensar en como minorizar el efecto de mis palabras, pues ahora noto que esto los ha tomado desprevenidos y no saben como digerirlo.
– Además... – trato de cambiar el ambiente, pero no puedo ignorar la rara sensación que hay en el ambiente de las personas de la aldea. Notando, de inmediato, que ellos también se han percatado de algo – ¿Ustedes también lo perciben?
Ellos me miran y asienten con la cabeza.
– ¡La aldea está siendo invadida! – gritó Inojin al momento en el que Ino le avisó, supongo.
No dudamos en ponernos de pie y salir corriendo para allá, pues estábamos un poco alejados de la puerta principal, que es de donde estaban llegando los enemigos.
Todavía no llegábamos al luagr cuando unos tipos horribles con cola se acercaron a nosotros con intención de atacarnos. De inmediato, Shikadai utilizó una de sus técnicas para inmovilizarlos y que así Chōchō los golpeara con bastante fuerza.
Inojin había creado un ave y me había ordenado que subiera con él, pues Shikadai y Chōchō eran los más indicados para los combates cuerpo a cuerpo, y se las estaban arreglando bien solos.
Veía el peligro debajo mio, a unos metros. Pero tenía miedo.
- Casi llega nuestro momento...
Esa voz volvió a resonar en mi cabeza. Era estresante no saber de que se tratabao a qué se refería. Solo me causaba más miedo.
Fue tan rápido cómo pasó. Estaba ahí presente, escuchando como Chōchō comentaba sobre lo inútiles que eran pero se contrarrestaban por cantidad, así como también ella casi era atrapada por uno de ellos por lo que Inojin tuvo que intervenir a ayudar.
Y yo solo veía, sorprendida ante una amenaza real.
– ¡Pero no bajes la guardia, foca! – otra vez él y sus comentarios sin filtro.
– ¡Igualmente gracias, Inojin! – le respondió ella.
El ente que la ave de tinta había tomado hizo un fuerte movimiento con su cola, algo que hizo que ésta se balanceara y perdiera el contro por breves momentos. Y yo, tan despistada, no me aferré a ella.
Por lo que, de inmediato también caí.
– ¡Mierda! – escuché a Inojin maldecir – ¡Himawari!
Mientras yo asimilaba que iba cayendo, la cara de esas cosas se acercó a mi. Con una boca bien abierta y una gran disposición de atraparme.
En ese momento, en ese preciso momento, no supe a que enfocar mi atención.
– ¡Quítense de mi camino! – Kawaki pasó por nuestro lado, al mismo tiempo en el que Inojin me atrapaba y me dejaba en el suelo.
– ¡Kawaki! – gritó mi contrario, sorprendido.
– ¡Hermanito! – lo admito, también estaba sorprendida.
No sabía porqué lo estaba. Debía suponer que, siendo que toda la aldea le tiene una confianza nata a él, debía de estar en este tipo de situaciones, donde la aldea está en riesgo.
Kawaki golpeó con una patada al ente que estaba por atacarme, pero éste solamente cayó de pie. Y, por unos instantes, Kawaki volteó a verme.
– Gracias, hermanito.
Él no parecía feliz.
– Te he dicho que dejes de llamarme así – carraspeó – ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?
Lo que nos atacó estaba aún de pie, viéndonos a todos. La mitad de su cara estaba cubierta con algun tipo de piel negra, de la cual se le notaba un ojo con el incoparable rinnegan. O algo similar a eso
– Oye, esta inmundicia es diferente de las otras – comentó Shikadai – ¡Parece de un rango superior!
Algo que no logré comprender pasó y derribó a eso. Pero son tan rápidos que otro salió de una de las partes de color negro, salió de uno que estaba tras Kawaki y le atinó un gran golpe en la cara, derribándolo de una forma tan fuerte, que hasta el piso se rompió.
Todos estábamos sorprendidos, pero nadie se atrevía a actuar. A exepción de Shikadai, que cubrió a la cosa con su técnica. Técnica que estaba sirviendo bastante bien, aunque no lo suficiente, pues ésta se lograba mover aún con las sombras rodeándo todo su cuerpo.
– ¡Escapa mientras puedes, Kawaki! – ordenó Shikadai, con un tono evidente de esfuerzo – ¡No aguantaré mucho más!
En ese momento, con Kawaki en esa situación, vi como él activaba lo que una vez Boruto me explicó: el Karma.
– Otsutsuki – habló por primera vez la cosa.
– Nada me molesta más que cuando me llaman así.
Segundos después, Kawaki lo carbonizó.
Pero ahí no acabó. Pues de cuerpos que ya estaban muertos, comenzaron a salir más y más de ellos, como si fuesen infinitos.
– ¡No se acaban nunca, carajo! – Shikadai estaba claramente fastidiado y sorprendido a la vez – ¿Se puede saber cuántos hay?
– Da igual. Igualmente no dejaré ni uno – mencionó Kawaki – Los voy a matar a todos.
Kawaki no dejó que ninguno de nosotros pelease con ellos, e inclusive los alejaba cada vez más de nosotros. Aunque hubo un momento en donde cada uno de ellos dejó de pelear y cayeron al suelo. Como si los hubiesen apagado.
Fue entonces cuando Kawaki puso su atención en otra parte.
– ¡Maldición! – soltó, bastante enojado y procedió a correr en dirección contraria.
Inojin, Shikadai, Chōchō y yo nos miramos, confundidos ante las acciones de Kawaki y procedimos a seguirlo. Las calles de Konoha estaban vacías y las personas se escondían bastante atemorizadas, pues no sabían lo que estaba ocurriendo. Además, seguramente no entendían cómo la paz que hasta hace unas horas nos gobernaba, se acabó en un par de segundos.
Siguiendo a Kawaki, hubo un momento donde nuevamente nos encontramos con estos tipos de entes, rodeando a lo que parecían ser dos hombres.
Amenicé mi andar cuando logré notar esa típica cabellera rubia. Esa misma con la que jugué a adornar muchas veces.
Kawaki no tardó en convertir su brazo en arma y atacar a ambos. Noté como el más alto saltó y esquivó el ataque, mientras que no lograba percibir al otro.
– ¡Boruto!
Cuando estuvimos cerca de ellos, vi que la mirada de él se dirigió a mi y no pude evitar que escaparan algunas lágrimas. Por fin, después de todo, él estaba bien.
Y mi corazón necesitaba un abrazo de él.
Chyio67
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top