CAPITULO NUEVE
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EDITH mira preocupada la silla vacía de Alain. El examen de matemáticas había empezado hacía por lo menos treinta minutos y él todavía no estaba ahí. Eso la preocupaba, él tenía tantas ganas de sacar una buena nota, no entendía qué podía haber pasado, pero esperaba que no fuera nada grave. Alain acabó llegando, pero dado el tiempo que quedaba, estaba claro que no le daría tiempo a terminar.
Cuando sonó el timbre y salió del aula, sintió que una mano la agarraba del brazo y Alain la empujó hacia un rincón del pasillo, fuera de su vista.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó?—,le preguntó.
—Problemas en la granja. Coulomier se está portando como un imbécil—.
—Lo lamento. ¿Crees que te pueden excusar?—.
—No lo sé—,suspiró.—¿Puedo seguir viéndote esta noche?—.
Ella sonrió.—Sí. Pero tengo algo que contarte. Es importante—.
—De acuerdo—.Contestó Alain, su voz mostraba que estaba un poco preocupado.
—Vámonos antes de que alguien nos vea—.
★
El día había transcurrido con dolorosa lentitud. Edith no podía pensar en otra cosa más que en cómo iba a poder explicarle la situación a Alain. Estaba asustada. No quería que las cosas acabaran entre ellos, pero no veía otra solución.
Estaban sentados en un muro bajo de un callejón. Alain parecía tan decepcionado como ella. Sabía que había quedado antes con Bellanger.
—¿Ha ido mal con el señor Bellanger?—,preguntó ella.
—No, la verdad es que no, sólo hablamos de algunas cosas que me hacen pensar mucho. Pero querías hablar de algo, ¿qué pasa?—,respondió él.
Ella asintió suavemente con la cabeza y agarró su mano.—Alain. Te quiero—.
Una sonrisa apareció en su rostro.—Yo también te quiero—.
Eso le calentó el corazón, pero no podía olvidarse de lo que tenía que decir.—Te quiero, de verdad, pero... Me temo que no podremos vernos más—.
La sonrisa de Alain se desvaneció.—¿De qué estás hablando?—
—Lo siento, son mis padres, ellos... uno de los amigos de Adam quiere casarse conmigo y mis padres dijeron que sí. Y yo les dije que no quería hacerlo, pero no me dan muchas opciones—,susurró ella.
—No... no, no puedes casarte con ese tío. Te quiero—.contestó Alain, apretándole la mano.
—Lo sé y te quiero, pero él es de buena familia, mis padres nunca me permitirán estar contigo. Lo siento mucho, Alain, de verdad—,dijo ella, con lágrimas en los ojos.
Ambos permanecieron en silencio un rato. Finalmente, Alain tomó la palabra.—Bellanger quiere que vaya a un instituto de Clermont-Ferrand. Es un internado, dice que pueden acogerme—.
—Eso... eso es genial—.Dijo Edith aunque su corazón se hundía.
—No, eso no es genial. Está muy lejos. No quiero dejarte—.
—¡Yo tampoco quiero!—ella negó con la cabeza.
—Entonces, ven conmigo. ¡Vamos juntos a París! A cualquier sitio pero lejos de aquí—.le dijo Alain.
La idea parecía interesante, pero ¿no sería una locura?—¿Y mi familia?—preguntó Edith.
—No nos vamos para siempre. Sólo unas semanas, para que sepan que lo nuestro es en serio. Así no te obligarán a casarte con ese chico y yo no tendré que ir a Clermont-Ferrant. Podríamos quedarnos juntos—.
Edith lo miró fijamente a los ojos. Realmente quería hacerlo. No se atrevía a dejarlo irse.
—No tenemos dinero—,dijo.
—Venderé mi moto. Y cuando lleguemos, encontraremos trabajo, seguro que podemos hacerlo—.le dijo Alain.
Ella se lo pensó un segundo, pero no tardó en admitir que estaba dispuesta a correr el riesgo porque no tenía ningún deseo de casarse con alguien que no fuera Alain.
Sonrió.—De acuerdo. Vámonos a París—.
★
Alain y Edith habían decidido irse a la mañana siguiente. Tuvo que hacer una maleta con lo mínimo e irse a la escuela como si no fuera a pasar nada. Alain la recogería en un lugar que habían decidido juntos. Él tenía que encargarse de encontrar un comprador para su moto esta noche para poder entregársela a la mañana siguiente y luego tomarían el autobús a París.
Podría parecer una locura, pero sabían que mientras estuvieran juntos todo iría bien.
—Pareces extraña, ¿qué te pasa?—.le preguntó Thierry mientras lavaban los platos antes de ir al instituto.
—No me pasa nada. Es que tengo un examen más tarde y me está asustando un poco, eso es todo—,mintió ella.
Él se encogió de hombros, no muy convencido pero no insistió.—Bien.—
Una bocina sonó fuera. Eran los amigos de Thierry que venían a recogerlos para ir a clase. Dejó la toalla y tomó su bolso, pero se giró hacia su hermana al ver que no lo seguía.
—¿No vienes?—.
—Iré caminando. Estoy terminando de fregar los platos—,dijo ella.
—¿Segura?—
—Sí, adelante—.
Mientras se alejaba, ella lo llamó. Él se giró y ella sonrió suavemente.—Te quiero—.
Él pareció sorprendido de que ella dijera eso así como así, pero sonrió a su vez.—Yo también te quiero—.
Él salió del restaurante y ella esperó unos minutos antes de recoger su bolso y salir. Se dirigió al punto de encuentro que había decidido con Alain. Cuando llegó, Alain ya la estaba esperando. Estaba sentado en su moto y ella corrió hacia él para besarlo.
—Hola—,le sonrió justo antes de que ella posara sus labios sobre los suyos.
Cuando se separaron, ella apretó su bolso contra sí y subió a la moto detrás de él. Esperó a que ella se acomodara para arrancar el motor y se giró ligeramente para mirarla.
—¿Estás lista?—
Ella asintió y le rodeó con los brazos.—Más que nunca—.
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