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Richmond, Virginia.


Normalmente el vecindario de Blackwell en Richmond suele ser muy tranquilo, salvo por las horas en las que las familias se reúnen en el parque de Charlie Sydnor para hacer uso de las canchas de baseball y tenis que se encuentran al aire libre y dan justo al frente de la casa de la familia Morrison. 

Hace ya mucho tiempo que Cassandra no veía por su ventana ese parque y estar en su antigua habitación le hacía sonreír porque aun recordaba como se escondía entre los árboles que rodeaban el parque mientras esperaba a que su madre la encontrará. 

—¡Cass, es hora de irnos!

Fue la voz de su madre que la hizo salir de sus pensamientos, tomó un abrigo ya que el otoño está entrando y bajo dando brincos los escalones para encontrar a sus dos hermanos pequeños peleando con sables de luces. 

—Mamá, John y Elle me invitaron a un nuevo bar que abrieron en el centro —dijo balanceándose sobre sus talones, mostrando una pequeña sonrisa inocente.

Su mamá ladeo su cabeza y se apoyó sobre su cadera—. Cariño, llegaste apenas hace una hora —le recordó haciendo que infló sus mofletes.

—Lo sé, pero, eso será hasta las once —mostró su mejor sonrisa, Lauren negó con su cabeza.

—Cass, no amor —mordió su mejilla internamente, la puerta se escuchó y sonrió un poco al ver al hombre de piel bronceada e increíbles ojos azules.

—¡Cassandra! —exclamó dejando su maletín en la barra.

—¡Papi! —dio un brinco para lanzarse a los brazos del hombre que le dio una vuelta sobre el aire haciéndola soltar una aguda risa.

—No hay mejor regalo de cumpleaños que ver a mi pequeña, te ves más delgada —le dio un sonoro beso en la frente haciéndola sonreír—. ¿Has estado comiendo bien? —preguntó acariciando su cabello.

—Si comer panqueques repletos de jarabe es estar comiendo bien, sí —respondió sonriendo un poco.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué esa sonrisa tan triste? —rodó sus ojos y miro un poco a su madre, Louis las miro algo divertido—. ¿A dónde quieres ir?

Ambas hablaron al mismo tiempo.

—¡Louis!

—¡Solo será un rato! —aseguró Cassandra un poco animada al ver que su padre quizá podía dejarla ir. 

Louis tomó aire y se deshizo un poco el nudo de su corbata—. Lo hablaremos después de ir a cenar, ahora, ¿dónde están los jedis? —preguntó caminando rumbo a la sala. 

Cassandra sonrió un poco y salió corriendo de la cocina al ver como su madre la fulminaba con la mirada, llegó a la gran sala para unirse a la pelea que tenían su padre con sus dos hermanitos, tomando una simple espada de madera que estaba tirada en el sillón.




Una fotografía fue tomada en el momento exacto en el que Cassandra tomaba a Michael por la espalda y lo cargaba haciéndolo reír, comprobó que hubiese salido bien y volvió a tomar una foto cuando Cassandra daba un brinco del sillón. 

Se escondió un poco entre los arbustos al ver como niños y adolescentes pasaban en bicicletas y volvió a llevar la cámara a su rostro para tomar una secuencia de fotografías, en las cuales sonrió al ver a Cassandra tan feliz. 




La puerta de la casa se abrió, los árboles se movieron un poco debido a la ráfaga de viento y Cassandra abrió la puerta del carro para que su madre subiera. 

—Mi respuesta sigue siendo no —dijo ante la amabilidad de su hija.

—Se dice gracias —cerró la puerta una vez que su madre entró al carro, le mostró su lengua de manera infantil y al escuchar el brusco movimiento de las ramas en los árboles observó al frente para avanzar un poco.

Se escucharon gritos de niños que provenían del parque y sonrió un poco para regresar al carro, donde abrió la puerta y se subió empujando a Matthew, quien le regresó el empujón aún más fuerte.

—Todos apaguen sus celulares —ordenó Matthew asomando su cabeza en medio del asiento del piloto y copiloto. 

—Hijo...

—¡Por favor! —suplico Michael—. ¡Hace mucho no estamos en familia! —hizo un puchero y miro a Cassandra.

—A mí nadie me llama nunca —dijo algo divertida—, pero si eso te hace sentir mejor, de acuerdo, lo apagaré —pulsó el botón de apagado y lo guardó en su pequeña bolsa negra.

—¡Papá! —corearon los gemelos al mismo tiempo.

—Ya los escuchaste —canturreo Lauren—, me siento agradecida de que mi celular esté teniendo problemas —murmuró al ver como su esposo apagaba su celular.

—¡EL otro también! —señaló Cassandra.

—Este es mi trabajo, no puedo...

—¡PAPÁ! —corearon los gemelos y Cassandra haciendo que Lauren comenzará a reír. 

—Ya, de acuerdo, de acuerdo, lo apagaré —masculló haciéndolos gritar emocionados—. Si me pierdo de alguna noticia importante, será su culpa, ¿entendido? 

—Es culpa del gobierno —aseguró Matthew haciendo que los adultos se carcajearan.

—¿Y tú qué sabes de eso? —le preguntó Cassandra divertida.

—Nos espían —dijo Michael bastante seguro—, lo leímos en internet.

—Bien, no más internet para ustedes dos, muchachitos. 




Había sido un gran día para la familia Morrison, pasaron el resto de la tarde visitando sus museos favoritos y fueron a cenar al Caelum Rooftop, donde tenían una mesa ya reservada para los cinco y fueron muy bien recibidos y en todo momento, Cassandra mostró el mejor comportamiento posible, porque, aunque habían sido seis meses en donde no había visto a sus padres y hermanos, llevaba ya un año sin salir con sus mejores amigos y realmente esperaba que su madre cambiara de opinión. 

—Podríamos dejarla ir —escuchó a decir a su padre mientras manejaba de regreso a casa, el sol ya se había metido y aunque el reloj marcaba las diez de la noche, los gemelos parecían tener mucha energía.  

—Lou —musitó Lauren.

—Solo, piénsalo amor —pidió con una sonrisa. 

Louis giró su cabeza rápidamente para ver a Cassandra, a quien le guiño un ojo haciéndola sonreír.




En cuanto el Audi q7 se estacionó fuera de la casa de los Morrison, la cámara volvió a tomar una foto en el momento en que Casandra cerraba la puerta para entrar dando brincos acompañada de sus hermanos, estaba tan cerca del momento que siempre espero, que se acomodó entre los arbustos con su vista fija en el gran ventanal que mostraba el interior de la sala. 

Miró su reloj de muñeca y sonrió porque faltaba poco tiempo para estar con Cassandra. 




La risas de los gemelos amortiguaba la pequeña discusión que Lauren y Casandra se encontraban teniendo en la cocina, más que una discusión, era un pequeño interrogatorio del motivo por el cual Cassandra no podía salir con sus mejores amigos. 

—Solo porque no, ese es el motivo, no —recalco sirviéndose un poco de vino en su copa.

—¡Pero mamá! —dio una patada al piso cual niña berrinchuda—. Mira, solo serán unas horas te lo prometo —aseguró haciendo un adorable puchero—. John, Michelle, Peter, Frank, todos ellos estarán ahí —informó mientras pasaban por el comedor y la seguía a la gran sala, donde la vio tomar asiento en el sillón individual.

—Louis —hablo Lauren en busca de apoyo.

El hombre bajo sus gafas dejando de leer las carpetas y alzó sus hombros—. Solíamos ir de fiesta todo el tiempo cuando estábamos en la universidad. 

—¡Ja!

—Se supone que no tienes que decir eso —le reprimió Lauren.

—¿Tomaste nota, pareja? —preguntó Matthew a Michael.

—Sí que lo hice, pareja —respondió Michael haciendo que Cassandra soltará una risita.

—Por favor ma, llegaré temprano —hizo un puchero y los gemelos interrumpieron a su hermana mayor. 

—No le creas mamá —hablaron al mismo tiempo.

—Llegará muy tarde y lo más probable es que borracha —agregó Michael.

—Sí, muy borracha —Matthew tomó la botella de cerveza vacía que había dejado Louis y fingió caminar como alguien bajo los efectos del alcohol, para darle un poco más de credibilidad, hipó. 

Louis fue el primero en comenzar a reír y Cassandra solo se cruzó de brazos, ligeramente ofendida. 

—¡Cierren la boca, gemelos! —exclamó con algo de molestia. 

—Es porque te queremos —dijeron al mismo tiempo.

—No queremos que llegues borracha —ambos hicieron un puchero.

—Ya escuchaste a los gemelos —señaló Lauren, quien bebió un poco de vino—, no queremos que llegues borracha. 

Resopló rodando los ojos—. No llegaré borracha —aseguró—, aparte, no he visto a mis amigos en años —dramatizo.

—Pareja, ¿acaso el primo Johnny no dijo que fue en verano a visitar a Cass? —preguntó Matthew con una mano en su barbilla.

—Déjame pensar —pidió Michael rascando su cabeza, Louis tuvo que inclinar su cabeza reprimiendo su risa—, ¡lo hizo, pareja!

—¡Ustedes dos, ya cállense! —pidió dando un grito. 

—Cass, una noche que no salgas no le hará daño a nadie —Lauren se paró y caminó hacía el gran mueble donde se encontraba la plasma, abrió uno de los cajones mientras Cassandra resoplaba y se cruzaba de brazos—. Aparte, podemos jugar Turista Mundial. 

—¡Amamos el Turista! —exclamaron Michael y Matthew.

Se escuchó un gruñido—. Lo odio —masculló Louis—, siempre pierdo.

—Siempre eliges los lugares en donde nadie cae —le hizo saber Cassandra con poco humor.

—Vamos Cass, amamos el Turista —Louis miró a su esposa con el ceño fruncido—, bueno, Louis no cuenta —los gemelos se carcajearon en el momento en que su padre se cruzaba de brazos.

—Mamá —hizo un puchero—, ¡tengo veintidós años!, podría irme si quiero —aseguró señalando la puerta.

—No lo has hecho —dijo su padre mirándola con una sonrisa.

Abrió y cerró su boca un par de veces—. ¡Soy obediente! —respondió apretando sus labios—. Y quiero su permiso —continuó.

—Sí, claro —murmuraron los gemelos viéndose algo divertidos.

—Y el veredicto final es no, ahora toma asiento y elige tu ficha.




La cámara tembló un poco debido al fuerte agarre con el que era sujetada, la fría mirada de aquellos ojos chocolate mostraba odio hacía la mujer adulta de vestido ceñido amarillo que provocaba que su sangre hirviera. Él en realidad no entendía absolutamente nada de lo que pasaba dentro de la casa de los Morrison, pero conocía a Cassandra perfectamente y sabía que estaba molesta. 

Y él no podía permitir que nadie hiciera molestar a Cassandra. 

Comprobó su reloj que marcaba las diez con cincuenta minutos y respiró profundamente, pronto todos se irían a dormir y él podría estar con Cassandra en cuestión de horas. 




Cassandra cerró el cajón con algo de rudeza, estaba buscando el sacacorchos para poder abrir una botella de vino, ya que su gusto en vinos era diferente al de su madre. Comenzó a hacer muecas mientras intentaba abrir la botella, resopló molesta y tomó una copa del soporte donde colgaban distintas copas con tamaños diferentes. 

—No te recomiendo que tomes vino si quieres manejar.

Se giró algo extrañada para ver a su padre que camina hacia ella con pasos lentos.

—¿Qué? —preguntó confundida. 

Louis observó que no les estuvieran escuchando y se inclinó para susurrarle.

—Mira, tu madre está algo preocupada por que las cosas están un poco extrañas.

—¿Es por los asesinatos? —preguntó poniendo los ojos en blanco—. Porque eso sucede todos los días, estudió en Nueva York padre, lo sé —aseguró soltando un suspiró—. Hace un año había un grupo de terroristas soltando bombas y a cada minuto un loco dispara en las estaciones del metro —musitó entre dientes.

—¿Vamos a hablar de asesinos o de que te prestaré el carro para que salgas con tus amigos?

Louis mostró las llaves de la camioneta, las agitó frente a Casandra haciéndola sonreír y las tomo sin poder creerlo.

—¿Hablas en serio? —susurró emocionada.

—Sí, pero no le digas a tu madre, ¿de acuerdo? —le advirtió—. Y cada hora necesito que me digas cómo te encuentras y te quiero antes del amanecer —agregó rápidamente.

—Del desayuno, de acuerdo.

—Cassandra —le reprimió sin poder ocultar una sonrisa. 

Soltó una risita inocente y sonrió—. Lo entiendo —aseguró—, soy una mujer responsable.

—Lo sé —dijo acariciando su cabello—, y por eso sé que si tomas de más me hablaras para que vaya a buscarte, ¿entendido? —Cassandra hizo un saludo militar—. Ahora, juguemos una partida, los gemelos terminaran agotados porque sus baterías no duran tanto —Cassandra soltó una risita ante eso—, y cuando nos vayamos a dormir quiero que le des un beso de buenas noches a tu madre, ¿entendido?

—Sí, señor —se paró de puntitas para besar la mejilla de su papá y regreso a la sala un poco más animada.

—¿Y el vino? —preguntó Michael frunciendo el ceño.

—Papá me dio una charla sobre el alcoholismo, dice que es malo —mintió tomando asiento al lado de Matthew.

Louis llegó segundos después con una botella de cerveza en la mano causando que los gemelos soltarán carcajadas.

—Un hombre indicado te dio la charla —ironizó Lauren mirando algo divertido a su esposo.

Jugaron por al menos una hora entre gritos y peleas por las mejores propiedades, Cassandra y Lauren habían dejado de lado la pelea y se habían unido para dejar en bancarrota a los tres hombres de la casa, logrando su cometido.

Antes de que el reloj marcara las once, los cinco se encontraban subiendo las escaleras mientras hablaban del increíble juego que habían tenido, ya que desde que Cassandra vivía en Nueva York eran pocas veces en donde se disfrutaban de esta forma.

—¿Ves cariño? Te has divertido —le dijo su madre tomándole el hombro con ternura.

—Siempre me divierto con ustedes, ma —respondió sonriendo un poco—, solo... quería salir con mis amigos —musitó alzando sus hombros.

—Invita a Michelle mañana con nosotros a la playa —propuso mientras la guiaba a su cuarto—, será como antes, aparte, tu tío Ewan y John irán con nosotros también, nos divertiremos todos. 

Cassandra soltó un suspiró pesado y miró a su padre quien le guiño un ojo.

—De acuerdo —murmuró sonriendo un poco—. Me iré a cambiar para... dormir —dijo señalando su cuarto.

—Te amo —su madre besó su frente y Casandra aceptó aquel beso con una sonrisa ladina.

—Yo te amo más —la vio entrar hasta su cuarto y se apoyó sobre su cadera viendo a su padre.

—Deja que apaguemos la luz y sales —susurró—, recuerda que el primer escalón rechina, así que tienes que ser rápida —Cassandra asintió con una sonrisa.

—Lo haré, prometo que te mandaré mensaje cada hora —aseguró en voz baja.

—Más te vale, porque, aunque finja estar dormido y no te responda, lo habré visto —le guiño un ojo y beso su frente justo como su madre lo había hecho.

Al entrar a su habitación, se encontró con Michael y Matthew sentados en su cama.

—¡Largo de aquí, copias! —exclamó persiguiéndolos, haciéndolos soltar grandes carcajadas—. Niños —susurró rodando sus ojos con una pequeña sonrisa.

Arregló su cama como solía hacerlo cuando se escapaba en la secundaria, puso almohada y cojines formando un cuerpo y por un momento recordó esa pequeña etapa rebelde en donde su madre no sabía que hacer ya con ella.

Había sido... todo un caos. 

Cambió su blusa por una más ceñida al cuerpo y se quitó sus converse para sacar unas botas con tacón que dejó al lado de la puerta ya que podrían hacer ruido al caminar por el pasillo. Se asomó por el pasillo viendo todavía un rayo de luz que se escapaba por la puerta de la habitación de sus padres y entro nuevamente a su cuarto para caminar al espejo y pintar sus labios de rojo. 

Tomo su celular y mandó un rápido mensaje a su mejor amiga. 



«Paso por ti en cuanto mis padres se duerman.»

«Te estaré esperando ;)»



—La dejaste ir, ¿no es así? —le cuestionó Lauren pasando una toallita por sus ojos, mirando por el espejo a su esposo que se coloca una camisa de pijama.

—Lauren, tu y yo salíamos todo el tiempo a su edad —se defendió caminando a la cama—, tiene veintidós años, está a unos meses de graduarse y tiene muy buenas notas —dijo cubriéndose con las sábanas—, cuando comience a trabajar ya no podrá verlo todo tan fácil.

Lauren suspiró caminando a su lado de la cama, se sentó para trenzar su cabello y ladeo una sonrisa.

—Siempre supe que serías el que solaparía a nuestros hijos —confesó acostándose con una sonrisa—, solo espero que con los gemelos me tomes en cuenta —comentó abrazándose del pecho de Louis.

—Los gemelos tienen once años, hay que esperarnos un poco —dijo algo burlón.

Apagó la lámpara que se encuentran en su mesa de noche y beso la frente de su esposa.

—Me mandará mensajes cada hora.

—Más le vale si no quiere quedar castigada de por vida.




En cuanto Casandra noto las luces apagarse, se apresuró para bajar esquivando el último escalón, y tras quitar todos los seguros, salió de la casa para volverlos a poner y correr al Audi que habían estacionado fuera de la casa. 

Lo prendió sin encender las luces ya que en realidad no quería que su madre la descubriera y salió victoriosa mientras que, por la puerta trasera, un hombre con pasamontañas lograba forzar la cerradura sin hacer ruido alguno. 





Nota de autora:

¡Hola! Estoy realmente ansiosa por esta fic, la verdad es que ya la tengo casi terminada, jeje, pero igual actualizaré cada tres días para darle un poco de emoción, ya saben.

Cualquier duda, sugerencia adelante, les estaré leyendo. 

Lots of love, Cici x

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