Eaddelyn no era ninguna estúpida al reconocer cuando la gente le ocultaba cosas delante de ella— el modo que lo dices, me hace pensar que estuvo involucrada en ello —desvela.

—Eres una mujer astuta, lady Stark —halaga la reina—. Pero si deseas saber la verdad, tendrás que prometerme una cosa.

—Así que esto es como funciona la cosa? Me va a extorsionar para satisfacer sus necesidades? —responde.

Alicent sonríe— deseas saber, o no?

Después de todo Eda también estaba aquí por ello, cierto? Descubrir la verdad detrás del asesinato de su padre. Se lo había prometido a sus hermanos quienes confiaban en ella, se los debía, por honor. El fallar no podía ser opción.

—Merezco saber lo que le hizo a mi padre —responde la lobo.

—Pero primero tienes que prometerme un par de cosas —detiene Alicent a lo que Eda se limita a asentir con la cabeza—. Ya fue suficiente de tu romance con Aemond, eres una mujer casada con otro hombre, por lo que no te puedes permitir estar con otro. Le perteneces a Aegon, no a Aemond. Entendido?

La norteña quería negarse ante ello. Lo que la reina desconocía era que Eda estaba también casada con Aemond, sin embargo, en secreto no funciona reclamar. Si algo amaba aparte de su familia, es al mismo príncipe tuerto a quién daría la vida por. Esto significaría arrojar a la basura todo su sacrificio para estar a lado de él.

Alza la mirada fría como el hielo para señalar que ha aceptado parte del trato. La reina sonríe del gusto—. Muy bien, continuemos. —Da una pausa—. El simple hecho de haberte casado con Aegon, hace que tu casa y el resto de Invernalia este de lado de Aegon, así que todo el Norte debe jurar lealtad a Aegon Targaryen.

—Usted misma lo dijo —contradice Eda interrumpiendo—. Nunca ha vivido un Stark que haya olvidado un juramento. Mi padre le juró lealtad a la heredera del trono, Rhaenyra Targaryen —defiende.

—Y aquí es donde entra la parte de mi historia con tu padre —insiste Alicent—. Lord Rickon Stark ha muerto, fue él quien juró seguir a la princesa Rhaenyra. Sin embargo, tu hermano ahora Lord de Invernalia no ha jurado lealtad a la princesa, por lo que sigue muy incierta el bando del Norte.

Lady Stark frunce el ceño— así no es como funciona...!

—Se vienen momentos difíciles, lady Stark —continua la reina Hightower— y tengo que asegurarme que mi hijo Aegon se corone como Rey de los Siete Reinos porque es su destino.

—Estás buscando usurpar el trono!!

—No tienes la misma visión que yo —intenta manipular a la lobo— si nos ayudamos mutuamente, te estarías convirtiendo en la Reina de los Siete Reinos, Eaddelyn.

La castaña se aleja unos cuantos pasos de su alteza—. Yo no quiero ser una reina —niega después de una larga pausa— lo único que deseo es tener una vida feliz a lado de su hijo Aemond. No más —deja en claro.

Alicent entiende que la norteña no era nada fácil de hacerla entrar en razón, por lo que busca fingir simpatizar con ella—. Creo que te has dado cuenta ahora que ninguna niña o mujer de Westeros obtiene lo que más desea en este mundo. Tú misma lo dijiste, fui obligada a casarme con el rey Viserys por órdenes de mi mismo padre. Al igual que tú, estuve enojada y en contra de él por lo que me hizo. No obstante, él fue quien me hizo la reina y me dio poder. Y ahora yo te estoy ofreciendo ese mismo cargo y autoridad que toda mujer de Westeros añora tener.

Eaddelyn estaba exhausta y cansada de la conversación que sostenía con la reina. Quería salir de ahí, escapar del reino e ir directo a Invernalia de regreso con sus hermanos, con su hijo. Lamentablemente, estaba irónicamente atrapada por la reina.

—No puedo aceptar eso —dice finalmente.

Del otro lado, la reina estaba harta de no llegar a ningún lado con la lobo, así perdiendo la paciencia—. Intenté ser accesible y amable contigo, pero viendo que te rehusas a aceptar tu destino, será mejor que yo escriba el tuyo —especula alzando la voz alarmando a Eda—. Si tu casa no acepta alianza hacia Aegon Targaryen, una vez que tomemos el trono, mandaré a los dragones a que quemen toda Invernalia obligándote a ver morir a tu gente y familia.

—NO PUEDE HACER ESO!!! —interpone Eaddelyn preocupada.

—Yo no, pero mi hijo sí. Él es quien tendrá el poder de hacerlo si te ve que estás en contra suyo —la lobo baja la mirada derrotada—aceptas estás condiciones?

[. . .]

La ceremonia estaba en su más grande apogeo ante la llegada de los habitantes de Desembarco del Rey. Esta reunión sirvió para celebrar el embarazo de lady Stark ante la espera de un heredero de Aegon Targaryen y la despedida de Daeron Targaryen a Oldtown con su tío.

Los hermanos Targaryen ya se encontraban en la Gran Sala saludando a los hombres de renombre cuando ven llegar a la otra invitada estelar. Eaddelyn Stark lucías de un vestido gris con destellos verdes llamando la atención del público.

El primero en ir hacia la castaña fue Daeron haciendo sonreír por primera vez a Eda. Los dos comparten un fuerte abrazo de afecto y amor que habían formado este tiempo. No era amor romántico, sino amor como de familia. Eaddelyn le desea suerte a Daeron quien le dice que estará pensado en ella todo momento haciéndole saber que ella es una de sus inspiraciones de ser un guerrero feroz. Luego abre paso ante el príncipe tuerto.

Ante los ojos de Aemond, su querida esposa se veía excelentemente radiante y perfecta. Lo que no podía distinguir era la agonía y culpa que ocultaba la originaria de Winterfell pues sería esta noche la que daría fin a su romance.

Al príncipe tuerto no le importaba que la gente viera expresar su cariño hacia su amada. Quería demostrar que era suya, sin embargo, al acercarse a ella, Eda extiende su mano marcando un límite.

Aemond se muestra desconcertado—. Mi príncipe —se limita a decir.

—No me importa que mi madre o el resto nos vean. Ya me canse de ocultar nuestro romance, milady —confiesa Aemond.

Eaddelyn moría por dentro ante las palabras de su amado. Deseaba abrazarlo y besarlo justo en ese preciso momento dejando en claro a todo mundo su amor por Aemond. No obstante, recuerda el trato que hizo con la reina dejando sus sentimientos a otro lado.

—Temo que nada puede pasar entre nosotros, mi príncipe —inicia Eda con el corazón hecho añicos—. Soy una doncella prometida a otro hombre, su alteza.

Camina lejos con la cabeza en alto para evitar mostrarse débil y vulnerable yendo en la dirección de Aegon quien estuvo observando con detenimiento aquella conversación. La castaña se acerca a darle un beso en la mejilla transmitiendo una chispa que necesitaba el príncipe, seguido de una leve sonrisa que fue el detonante para confirmar que efectivamente había sido hechizado por la hermosura de la norteña.

La toma de la mano antes de que esta se aleje, la mira directo a los ojos con una mirada que transmitía cariño y afecto—. Ven a bailar conmigo, mi amada esposa —se atreve a decir.

No le queda de otra más que aceptar para dejar una mejor imagen de ella siendo fiel a su esposo.

Una vez que fueron al centro de la sala y la música comenzó a tocarse, Aegon lideró la danza comenzado a liderar a Eaddelyn a dónde ir sorprendiendo a la castaña. Los presentes de la fiesta se les quedan viendo a los casados bailar—. Desconocía tus habilidades de bailar. —susurra en su oído.

Aegon suelta una risita—. Lo aprendí por ti, querida —revela moviéndose a la par de la música—. Yo sé que amas a mi hermano pero te hago la promesa que me convertiré en no sólo un mejor esposo que él, sino en el hombre que una mujer como tú se merece.

La promesa tomó por sorpresa a la castaña por lo que no pudo responderle.

Mientras que Aemond Targaryen miraba con el corazón roto la imagen de su amada bailando con su hermano mayor. Se castigaba a sí mismo por lo sucedido al no poder interponerse en esa maldita boda que le robó su libertad con su lady Stark.

No fue hasta que sus ojos se desviaban en la imagen de su madre sonreír con lujuria ante el baile junto a su abuelo satisfecho por lo que han logrado, haciendo que Aemond sospeche de que una vez más sus parientes Hightower sean los principales responsables de este conflicto.