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La norteΓ±a se llena de rabia al ver del tuerto revelarse -quΓ© mierdas haces aquΓ­?!- cuestiona furiosa.

Aemond se sorprende ante el tono frΓ­o y amenazante de su amada -Eda...- quiso acercarse a ella, pero la misma castaΓ±a se alejΓ³.

-SerΓ‘ mejor que me des una muy buena explicaciΓ³n...

-Te iban a matar- interrumpe el prΓ­ncipe tuerto de inmediato -la mano del rey me amenazΓ³ con matarte si desobedecΓ­a las ordenes de la reina- se negΓ³ a referirse a sus familiares como abuelo y madre ante el enojo hacia ellos -no me iba a permitir que te hicieran el mΓ‘s mΓ­nimo daΓ±o. Lograron sobornarme y me arrebataron lo que mΓ‘s deseaba en este mundo- confiesa dolido. -Y me doliΓ³ mΓ‘s el hecho de no poder interferir por miedo a que te fueran a asesinar.

Eaddelyn no se permitiΓ³ sacar una lΓ‘grima, comprendiΓ³ la difΓ­cil posiciΓ³n en la que su amado prΓ­ncipe se encontraba -Aemond...

-Milady, te prometo que encontrarΓ© una soluciΓ³n para juntos escapar de Desembarco del Rey y darte la vida que mereces- insiste -a donde tΓΊ desees, no me interesa. Mientras estΓ© yo a tu lado, el lugar no importa- se atreviΓ³ a acercarse para tomarla por la cintura con delicadeza.

SeguΓ­a dolida ante su reciΓ©n compromiso -yo sΓ³lo te deseo a ti- susurra agarrando el costado derecho del rostro de Aemond -quiero ser feliz junto a ti.

-Dejen propongo algo- interrumpe el hijo mayor ganΓ‘ndose unas miradas de enojo -mi querida esposa...

-No la llames asΓ­!!- pide con rabia el tuerto.

-Por quΓ©?- le sonrΓ­e burlΓ³n -si ella es mi seΓ±ora ahora- replica -en fin. Milady, tengo un acuerdo...

-No me llames "milady"- interrumpe Eda.

-Agh! Pero quΓ© chillones que son!- se queja -como sea, te hago la propuesta de que puedas ser libre de amar y follarte a quien tΓΊ desees si me permites continuar con mi vida de placeres a mi gusto- propone. -Un matrimonio es un deber, si. Pero eso no nos detiene de hacer lo que queramos, de acostarnos con quien nos plazca. QuΓ© dices, mi querida esposa?- idea Aegon siendo sarcΓ‘stico al final.

-Coincido contigo por primera vez, hermano- dice Aemond -acepta, Eda. Yo sΓ© que lo deseas- la jala para que sus cuerpos choquen. Lo ΓΊltimo se lo dice susurrando a la oreja mientras aprovecha para ir bajando sus labios y asΓ­ lamer el cuello de la norteΓ±a.

Aemond sin permiso empieza a chupar del cuello acompaΓ±ado de pequeΓ±os mordiscos que parecΓ­an pellizcos. Eaddelyn deja escapar un gemido al sentir que su prΓ­ncipe se estaba poniendo duro -deseas cogerte a mi hermano- acompaΓ±a Aegon -acepta mi propuesta, Eaddelyn, y puedes ser feliz con Aemond pese a estar casada conmigo.

El prΓ­ncipe tuerto seguΓ­a saboreando del cuello de Eda -acepto...- jadea del placer que poco a poco estaba despertando.

-Muy bien- dice el mayor de los Targaryen -les importa si me les uno?- cuestiona juguetΓ³n.

Ante el comentario de Aegon, los enamorados paran el acto fulminando con la mirada al prΓ­ncipe. Eda se pega mΓ‘s al cuerpo de Aemond para alejarse de su esposo, mientras que el platinado toma de su amante con mΓ‘s firmeza -lΓ‘rgate, hermano. Eres libre de follarte a demΓ‘s mujeres- pide Aemond celoso.

-SΓ³lo bromeaba, hermanito- suelta unas carcajadas -no me atraen las norteΓ±as, no son mi tipo- niega -me di cuenta que no son fΓ‘ciles de manipular- se encamina a la puerta para tirar de la manija y abrirla. El escudero que cuidaba de la puerta se pone en guardia -relΓ‘jate! Me he encargado de que mi esposa no escape- indica -le he traΓ­do la diversiΓ³n que se nota que necesitas- logra empujarlo para llevarse al guardia lejos de su cuarto dejando solos a los amantes.

-Aegon puede que sea un completo degenerado e imbΓ©cil- comentaba Aemond -pero eso no quiere decir que no apoye a los suyos- revela.

-CrΓ©eme, lo hizo por conveniencia suya, dudo que yo alguna vez le importe- niega Eda.

El prΓ­ncipe Targaryen se encamina a cerrar la puerta atorΓ‘ndola con un mueble para evitar mΓ‘s interrupciones -en quΓ© estΓ‘bamos?- pregunta pΓ­caro.

Eaddelyn sonrΓ­e de la lujuria. Ambos enamorados se apresuran a juntar sus labios en un mojado y salvaje beso permitiendo que sus lenguas jugaran entre ellas. Las manos de Aemond viajan a la espalda de la castaΓ±a para desamarrar el vestido que le estorbaba para explorar con detenimiento el cuerpo de Eda. Esta tambiΓ©n se deshacΓ­a del conjunto de su prΓ­ncipe lo mΓ‘s pronto posible para que ya la follaran.

Al sentir la erecciΓ³n del platinado, Eaddelyn se apodera de este frotando con fuerza el miembro de su amante. Aemond iba jadeando del placer y excitado que se encontraba haciendo que jalara el cabello de la norteΓ±a disfrutando de sus caricias -te gusta, su alteza?- pregunta Eda seductora.

-Es que siempre me calientas, milady- intentaba sin Γ©xito nivelar su respiraciΓ³n.

La lobo deja escapar una risita al tener en cuenta que ella estaba a cargo -cΓ³geme ahora, hazme tuya, Aemond- ordena.

El prΓ­ncipe obedece las Γ³rdenes de su amada, por lo que la toma de los muslos para llevarla a la cama.

Se dejan caer con fuerza y sin previo aviso, el tuerto se introduce dentro de Eaddelyn quien ya estaba mojada. Dio fuertes y bruscas embestidas sin parar por bastante tiempo demostrando su incondicional y eterno amor que siempre le tendrΓ‘ a Lady Stark. Mientras la cama golpeaba con bastante intensidad la pared, la castaΓ±a dejΓ³ escapar gritos incontrolables ante el placer que estaba sintiendo y provocando que se corra al mismo tiempo de sentir el lΓ­quido de Aemond salir dentro de ella llegando al clΓ­max.

Nada ni nadie podΓ­a intervenir en el amor entre una lobo y un dragΓ³n.

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