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MONTAR UN DRAGÓN ERA EL SUEÑO QUE DAVINA ESPERA HACER REALIDAD. Desde que conoció la familia Targaryen y hacerse tan cercana a la princesa Rhaenyra, siente que las esperanzas porque su sueño se cumpla son más elevadas.
Davina Hightower tiene muchos sueños, aunque suene superficial, sueña con ser reina algún día. Sin embargo, están en una sociedad machista, donde solo los hombres pueden reinar, mientras que las mujeres son unos adornos lo cuales pueden usar cuando se les plazca.
Los Targaryen son una familia a la que siempre ha admirado. Verlos montar a sus dragones y gobernar los siete reinos.
Desde pequeña los conoce, y junto a su hermana, Alicent, se llevan bien con la princesa, Rhaenyra. Aunque Davina y Rhaenyra son más cercanas y apegadas que con Alicent por sus edades.
Ver volar a Rhaenyra la pone feliz y espera algún día ser ella la que esté sobre el dragón.
Davina y Alicente se encuentran en el carruaje a la espera de Rhaenyra, que se encuentra volando con Syrax, su dragón.
Las hermanas Hightower conversan dentro del carruaje cuando escuchan a Nyra hablar, haciendo que salgan y la vean acercar a ellas.
—Syrax está creciendo muy rápido—dice Alicent.
—Y de seguro será tan grande como Caraxes muy pronto—dice Davina recordando al dragón del príncipe Daemon, el tío de Rhaenyra.
—Es casi suficiente para más de una montura—les comenta antes dando a entender que pueden acompañarla a volar.
—Creo que seguiré como espectadora, gracias—habla Cent.
—Ya sabes mi respuesta, princesa—le responde Davina. Puede que su sueño sea volar sobre un dragón, pero su miedo a las alturas se lo impide.
Davina le da una sonrisa pícara a Nyra y le hace una seña con la cabeza para que entre al carruaje y dirigirse al castillo.
Ya en el Castillo, caminan las tres juntas con los brazos entrelazados y se dirigen a la habitación donde se encuentra la reina Aemma, madre de Nyra, embarazada.
—Rhaenyra—llama la reina a su hija—. Sabes que no me gusta que vueles cuando estoy en esta condición.
—No te gusta que yo vuele sin importar tu condición—le responde Rhaenyra.
—Majestad—saludan las hermanas.
—Buen día, Alicent, Davina.
Ambas se quedan apartadas para darle un poco de privacidad a madre e hija. Pero aún así, se escucha su conversación y entiende porque la princesa es su mejor amiga.
Ambas prefieren estar en batallas y repostadas en una cama esperando dar a luz para servir como reina.
Cuando Nyra se levanta de su asiento y se acerca a las chicas, se despiden de la reina y salen de la habitación. Recordando lo que la reina Aemma le dijo a su hija, se acerca al oído de la peli blanca notando que su hermana camina más adelante que ellas.
—Si quieres te puedo acompañar a darte ese baño—le susurra haciendo que la princesa se sonroje. Aunque para "aliviar la broma" le dice—. Es para que no te demores. Recuerda que tienes que ir a la reunión con la corte.
Acelera el paso y se pone junto a su hermana.
Es algo normal en Davina hacer comentarios de doble sentido y coquetear con todos, pero con Rhaenyra se siente diferente. Siempre que hace algún comentario así, siente que debe justificarlo o corregirlo para que no se sienta incómoda y llegar a perderla.
Dejan que la princesa se dirija a la corte, a la cual llega tarde, y cada hermana toma su camino.
•••
En la biblioteca se encuentra Davina buscando algún libro nuevo para leer. Como tiene mucho tiempo libre, pasa leyendo cada libro qué hay en el castillo. Claro, cada libro que esté en su idioma, porque, aunque sepa valyrio, lee más rápido en su idioma.
—¿Me extrañaste?—le susurra al odio una voz femenina. Da la vuelta un poco asustada, ya que estaba tan enfocada en un libro, que no escuchó llegar a Rhaenyra.
—Ni se te ocurra volver a hacer eso, Rhaenyra Targaryen—la reprende.
—Uh, dijiste mi nombre completo ¿me vas a castigar?—pregunta de manera graciosa.
No lo malpienses.
No lo malpienses.
No lo malpienses.
Rhaenyra no sabe lo que causa en Davina y aún no entiende los doble sentidos que se les puede dar a muchos comentarios. La peli blanca lo dice porque hay veces en las que Davina la poner a arreglar y a limpiar como castigo a algunas de sus bromas.
—¿Para que me necesitas?—pegunta la chica girando los ojos y tratando de ignorar su sonrojo.
—Me necesitan en la sala del Trono de Hierro y quiero que le acompañes.
—¿Por qué?
—Solo acompáñame, por favor—pone esa mirada que sabe que no puede decir que no.
—De acuerdo—Davina suelta un suspiro—. Pero se que algo me escondes.
La princesa solo suelta una risa y agarra la mano de su amiga para llevarla como ella. Fuera de la sala de Hierro se encuentran con Sir Harold.
—Entró a la Fortaleza Roja a primera hora—habla Sir Harold
—¿Mi padre sabe que está aquí?—le pregunta Nyra.
—No.
—Bien.
Abre la puerta y los tres entran a la sala. Sir Harold se queda sorprendido al ver al príncipe Daemon sentado en el Trono de Hierro, mientras que Nyra y Dav solo sonríen. No es ninguna sorpresa viniendo del príncipe. Ahora entiende porque la princesa quería su compañía. Hay veces en la que la molera con su tío, pero lo que Nyra no sabe, es que la prefiere a ella antes que a el.
—Está bien, sir—dice Nyra para que Sir Harold salga de la sala.
Mientras Rhaenyra se acerca a su tío, Davina prefiere esperar junto a la puerta. Conoce bien al príncipe aunque no hayan interactuando mucho.
Algo que siempre le dice Nyra, es que ambos se parecen mucho. Por eso sus personalidades suelen chocar las pocas veces que hablaron, ambos tratando de demostrar ser mejor que el otro.
—¿Que estás haciendo aquí, tío?—pregunta la peli blanca en Valyrio.
—Me siento—le responde el chico—. Esta podría ser mi silla algún día.
—No si eres ejecutado por traición—la princesa sigue caminando hacia el—. No has venido a la corte en mucho tiempo.
—Y la corte es terriblemente aburrida.
—¿Entonces por qué regresar?
—Escuché que tu padre hará un torneo en mi honor—dicho comentarios casi hizo reír a Davina, pero se contuvo.
—El torneo es para su heredero.
—Fue lo que dije.
—Su nuevo heredero.
—Hasta que tú madre dé a luz a un niño—se pone de pie para acercarse a su sobrina—. están atrapados conmigo.
—Entonces rezaré por un hermano—por ese comentario, Davina si soltó una pequeña risa, haciendo que Daemon dirija su mirada a ella y ella se la sostuvo sin dejarse intimidar.
—Te traje algo—dice el príncipe a su sobrina en español, dándole un collar—. ¿Sabes lo que es?
—Es acero valyrio. Como el de Dark Sister—Daemon quitar el collar de sus manos.
—Date vuelta—le ordena, sin notar como dicha orden y la manera en la que lo dijo causa un efecto en Davina, quien se lo imagina en otra situación muy comprometedora.
Nyra se da la vuelta y sujeta su cabello para que Daemon ponga el collar. La mirada de ambas chicas se encuentran y, por la expresión de la princesa, puede ser qué haya pensado lo mismo que ella.
—Ahora, tu y yo poseemos una pequeña parte de nuestro linaje—vuelve a quedar frente a su tío— Hermoso.
La princesa solo sonríe y cambian hacia la puerta donde se encuentra su amiga. Ambas se sujetan de la mano y, antes de salir, Daemon le da un guiño a Davina.
•••
Ya era casi media noche cuando Davina se levantó de su cama. Al día siguiente era el torneo para el heredero del rey, y se supone que debía levantarse temprano, pero no podía dormir y necesitaba un buen libro para pasar el rato.
Ella era una persona muy calurosa y dormía con ropa ligera, así que, para salir e ir a biblioteca, se puso una bata negra que se sostenía en la cintura.
Cuando salió todo estaba oscuro, no había ninguna guardia a la vista. Caminó con sigilo y, al girar en un pasillo, chocó contra un cuerpo, casi cayéndose siendo sostenida por la cintura. Al levantar la vista, nota que es el príncipe Daemon.
—Discúlpeme, majestad—fue lo primero que salió de la boca de la chica—. No noté que venía.
—No se preocupe, Lady Davina—sonrió cuando sus ojos bajaron por su pecho por la respiración acelerada que tenía.
—Mis ojos están arriba—habló tratando de ocultar su sonrisa cruzando sus brazos para "cubrir" su pecho.
—La vista aquí está muy buena—la chica solo rodó los ojos y se alejó un poco.
—Usted es un idiota, ¿lo sabe?
—Me han dicho cosas peores—su sonrisa pícara no se fue de su rostro—. ¿Qué hace usted a esta hora despierta y vagando por los pasillos del castillo?
—¿Qué hace usted en el castillo de noche? Se me hace raro que no esté en un burdel con una de sus prostitutas.
—¿Celosa?—se acercó un poco a ella.
—¿Por qué debería estarlo?—levantó un ceja.
—Porque ella si pueden estar conmigo y usted no.
—No se confunda, príncipe. Yo no necesito pagarle a nadie para que esté conmigo, en cambio usted...—lo vio de arriba a abajo y dio un pasa hacia atrás—. Me retiro—fue lo único que dijo antes de pasar por su lado para irse, pero su brazo fue agarrado por el chico y la aprisionó en la pared.
—Entonces, alguien ya ha estado entre sus piernas—susurró después de un rato sobre sus labios.
—Mi vida es algo que no le incumbe—no elevó su voz—. ¿Acaso quiere ser usted el que esté entre ellas?—susurró seductoramente.
—No sabes las ganas que tengo de follarte contra esta pared ahora mismo—el chico tragó saliva.
—¿Qué más me haría, príncipe?—acercó sus labios a su oído siguiéndole el juego.
—Rompería esa bata que tiene puesta, besaría sus senos y su cuello para dejarla llena de marcas—cuando los labios de Daemon se acercaron a besar su cuello, ella lo aparte de un empujón.
—Lastima que no me gustan los canallas—fue lo último que dijo antes de darse vuelta y volver a su habitación.
Cuando llegó, cerró la puerta para que nadie pudiera entran. Su respiración estaba agitada y se encontraba más caliente de lo normal. Vivir en una sociedad como esa, te prohíbe tener relaciones sexuales antes del matrimonio, eso era algo que ella odia con su vida. ¿Por qué un hombre puede satisfacerse pero una mujer no?
Desató su bata y fue a acotarse a su cama, respirando profundamente para calmarse, pero nada funcionaba. Su mano derecha subió por su pierna y la otra fue hacia sus pechos. Levantó su vestido de dormir y notó lo húmeda que estaba. No pudo resistirse y comenzó a mover sus dedos en círculos sobre su clitoris.
Para estar más cómoda, se quitó la pijama y abrió las piernas. Su mano no dejaba de moverse y la otra de acariciar y pellizcar sus pezones. Por su mente pasaron imágenes de alguien de la casa del dragón. Al inicio era solo Daemon Targaryen, pero después apareció Rhaenyra, lo que la hizo acelerar sus movimientos haciéndola soltar más gemidos, se contuvo un poco por si alguien la escuchaba.
Su espalda se arqueaba del placer y las gotas de sudor corrían por su cuerpo y frente. Hasta que sintió un espasmo que hizo que sus piernas se cerraran y empezaran a temblar, para callar el gemido tuvo que cubrir su boca con una mano y esperar a tranquilizarse luego del orgasmo que tuvo.
Ya tranquila, fue a limpiarse y volvió a acotarse en su cama para dormir, con un mal presentimiento en su pecho.
Sean bienvenidos al primer capítulo de este fanfic.
No me gustó mucho el capítulo, pero algo es algo.
Como notaron, apenas es el primer capítulo y ya hay una escena explícita, pero que les puedo decir, me gusta leerla y ahora me esta gustando escribirlas. Si no les gustan este tipo de escenas puedes saltarlas o retirarte porque las voy a seguir escribiendo.
¿Qué les pareció el capítulo 4 de la serie?
Nos leemos en el siguiente capítulo.
Besos.
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