𝟏𝟏: sombra
Elena desvió la mirada, obligándose a respirar con calma. No podía dejar que Klaus viera cuánto la afectaba su presencia. No podía darle ese poder sobre ella.
Pero él ya lo tenía.
Lo supo cuando sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al notar que Klaus había acortado la distancia entre ellos sin que ella lo advirtiera. Apenas un par de pasos los separaban ahora, y la habitación, que antes le había parecido demasiado grande, se sentía repentinamente claustrofóbica.
─ Dime, amor ─susurró Klaus, con esa voz aterciopelada que parecía deslizarse por su piel como un susurro prohibido ─ ¿por qué sigues mintiéndote? ─ preguntó.
Elena apretó los puños, negándose a retroceder.
─ No estoy mintiendo.
Klaus inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos reflejaban diversión, pero también algo más profundo, algo que la inquietaba.
─ Entonces dime que no piensas en mí cuando estás sola ─ su voz era un desafío.
Elena sintió un nudo en la garganta.
No. No iba a jugar su juego.
─ Tú… me obligaste a estar contigo ─ susurró, sintiendo cómo la culpa y la confusión se enredaban dentro de ella ─ no es lo mismo ─ le dijo.
Klaus dejó escapar una risa baja, casi burlona.
─ ¿Te obligué? ─repitió, como si la idea le divirtiera ─ ¿de verdad crees eso?
─ ¡Sí! ─ soltó Elena, con más fuerza de la que pretendía. Pero incluso mientras decía la palabra, una parte de ella sabía que no era así.
Porque, aunque Klaus había sido su captor, aunque había odiado su arrogancia y su crueldad, también había momentos… momentos en los que se había sentido vista, comprendida. Momentos en los que, por un instante, él no había sido el monstruo, y ella no había sido su prisionera.
Y ese era el verdadero problema.
Que no podía odiarlo como debería.
─ No tienes que admitirlo ahora ─ dijo Klaus con tranquilidad ─ pero lo harás.
Elena soltó un suspiro frustrado.
─ ¿Por qué estás aquí, Klaus?
Klaus se tomó su tiempo para responder, observándola con una intensidad que la hizo sentir vulnerable. Finalmente, alzó una ceja y sonrió.
─ Porque te extrañé.
Elena sintió que el aire se atascaba en su garganta.
No. No. No.
No podía caer en su juego.
Así que hizo lo único que podía hacer: se obligó a mirarlo con la frialdad que no sentía y le dijo lo que debía haber dicho desde el primer momento.
─ Lárgate.
Por un momento, Klaus no reaccionó. Solo la miró, como si estuviera evaluando si realmente lo decía en serio. Luego, con una sonrisa perezosa, se inclinó un poco más hacia ella.
─ Como desees ─ susurró Klaus ─ pero sabes tan bien como yo que esta conversación está lejos de terminar.
Y antes de que Elena pudiera decir algo más, Klaus desapareció tan rápido como había llegado, dejando tras de sí solo el eco de su presencia y el caos en su interior.
Elena cerró los ojos con fuerza.
Sí, esa conversación estaba lejos de terminar.
Porque el verdadero problema no era Klaus.
Era que una parte de ella, una parte que no quería admitir, no estaba segura de querer que se terminará.
Elena dejó escapar un suspiro tembloroso y se dejó caer en la cama, sintiendo el pulso desbocado en sus muñecas. Su cuerpo aún reaccionaba a la presencia de Klaus, como si la sombra de su energía permaneciera en la habitación.
No era real, se repitió una y otra vez.
No era real.
Pero la sensación persistía.
Se frotó el rostro con las manos, tratando de disipar el torbellino en su mente. Klaus no debió estar ahí. No después de todo lo que había sucedido. No después de haberle arrebatado el verano, después de haberla obligado a formar parte de su mundo.
Pero… ¿realmente la obligó?
El pensamiento la golpeó como un latigazo y lo apartó de inmediato, casi con desesperación.
No. No iba a analizarlo. No iba a permitirse cuestionar su propia narrativa. Klaus era un monstruo, siempre lo había sido. Y ella era la víctima. Eso era todo.
Su vista se desvió hacia la ventana, donde segundos atrás él había estado de pie. Su piel aún hormigueaba donde su mirada se había posado, y eso solo la llenó de más frustración.
Estaba exhausta.
Se dejó caer de espaldas y cerró los ojos, esperando que el sueño la reclamará antes de que su mente pudiera seguir traicionándola.
[...]
La mañana llegó demasiado pronto.
Elena despertó con el cuerpo pesado y la cabeza embotada, como si apenas hubiera dormido. Y probablemente era cierto. Se sentía atrapada entre el agotamiento y la ansiedad, como si el sueño hubiera sido una extensión de la noche en vela.
El golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
─ Elena ─ la voz de Jeremy sonaba impaciente al otro lado ─ ¿Vas a bajar o qué? Las chicas te están esperando.
Elena parpadeó y se forzó a responder.
─ Sí, ya voy.
Se levantó lentamente, sintiendo el peso del encuentro con Klaus aún sobre sus hombros. Tenía que apartarlo de su mente. Fingir normalidad.
Lo había hecho toda la semana, ¿verdad?
No sería tan difícil.
Minutos después, estaba bajando las escaleras y encontrándose con Caroline y Bonnie en la sala. Ambas la observaron con la misma cautela de los últimos días, pero no dijeron nada.
─ Vamos ─ dijo Bonnie, dándole una pequeña sonrisa.
Elena la devolvió con esfuerzo. Salieron de la casa y se dirigieron a la escuela, donde Stefan las esperaba junto a su coche. Cuando sus ojos se encontraron, Elena sintió un nudo en el estómago.
No porque no quisiera verlo.
Sino porque, por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de qué era lo que sentía.
─ Hola ─ dijo él, con esa sonrisa calmada que siempre la hacía sentir segura.
O que solía hacerlo.
Elena forzó una sonrisa.
─ Hola.
Stefan estudió su rostro por un momento, como si intentará descifrar lo que estaba mal en ella. Pero antes de que pudiera preguntar, Caroline habló.
─ ¡Vamos ya! No quiero que el profesor nos ponga malas notas por llegar tarde.
Elena dejó escapar un suspiro aliviado.
Sí. La rutina ayudaría.
Solo tenía que seguir adelante.
Ignorar la sensación de que algo dentro de ella estaba cambiando.
Ignorar la sombra de Klaus en su mente.
[...]
Elena pasó el resto del día intentando sumergirse en la normalidad, en la rutina, en la vida que se suponía que debía tener. Pero cada conversación con sus amigos, cada clase, cada mirada de Stefan, solo le recordaban lo desconectada que se sentía. Como si estuviera viendo su propia vida desde afuera, como si el verano con Klaus la hubiera dejado marcada de una manera que nadie más podía ver.
Cuando la última campana del día sonó, sintió alivio. Quería irse a casa, encerrarse en su habitación y pretender que su mente no estaba llena de pensamientos que no debería tener.
─ ¿Quieres ir al Grill? ─ preguntó Caroline metiendo sus libros en la mochila ─ Damon y Stefan dijeron que nos encontrarían allí.
Elena dudó por un segundo, pero luego asintió.
─ Sí. Claro.
Tal vez la compañía la ayudaría a mantenerse enfocada.
El Grill estaba animado como siempre. Risas, conversaciones, el sonido de los billares chocando en la parte trasera. Todo parecía igual que antes de que se fuera de Mystic Falls. Pero ella no se sentía igual.
Se sentaron en una mesa, y pronto Stefan y Damon llegaron. Elena sintió los ojos de Damon sobre ella más de una vez, como si estuviera analizando cada expresión en su rostro.
─ Te ves… distraída, Elena ─ comentó finalmente, con una media sonrisa que no ocultaba su sospecha ─ ¿Algo que quieras compartir con nosotros?
Stefan le lanzó una mirada de advertencia, pero Elena solo negó con la cabeza.
─ Estoy bien. Solo cansada.
Damon no pareció convencido, pero no insistió.
Caroline y Bonnie comenzaron a hablar de cosas triviales, y Elena intentó concentrarse en la conversación. Hasta que un escalofrío recorrió su espalda, un instinto que la hizo ponerse tensa.
Levantó la mirada.
Y ahí estaba.
Klaus.
Apoyado contra la barra del bar, observándola con una sonrisa tranquila, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Elena sintió el estómago revolverse. ¿Qué demonios estaba haciendo Klaus ahí?
Sus manos se cerraron en puños sobre su regazo, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. No podía dejar que los demás notaran su reacción.
Pero Klaus lo sabía.
Sabía exactamente lo que su presencia provocaba en ella.
Y eso la aterraba más que cualquier otra cosa.
¡ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏 !
Hola, aquí les dejo un nuevo capítulo.
¿Qué les pareció?
40 comentarios para desbloquear el siguiente.
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