✶Ventotto
Yoongi se volteo.
Estaba desnudo.
Glorioso y completamente desnudo.
Recordó de forma distraida la primera vez que vio un cuerpo desnudo. Dada su juventud, creyó que nada igualaría la emoción de aquel momento.
Pero ver así a Jimin lo superaba.
Estaba muy erguido, con la barbilla en alto y la toalla arrugada en torno a los pies. Su piel canela, húmeda por el baño, quedaba expuesta a sus ojos y brillaba por los restos de espuma. Sus caderas eran turgentes, generosos y sus pezones de un color chocolate y su vientre plano que escondía bajo sus hermosas manos. La boca se le hizo agua por el deseo de saborear semejante fruta. Sus piernas parecian infinitas, atléticas y torneadas. Pudo vislumbrar un poco del vello que iba creciendo en torno a su intimidad, como si estuviera tratando de guardar su secreto. O más bien no. Porque percibía el olor de su deseo, que lo estaba enloqueciendo.
Sin embargo, se mantuvo inmóvil sobre el suelo embaldosado, incapaz de moverse.
Jimin lo había torturado durante toda la tarde. El roce de sus dedos, su sarcasmo y su vitalidad, que le hacía vibrar aunque estuviera quieto. Recordó los preciosos centímetros de su cuerpo que acarició la otra noche. Si hubiera bajado la mano un poquito más, habría podido tocar fuego líquido.
Ese omega se le había metido bajo la piel y solo había una forma de sacarlo. Acostarse con él. Saciarse de él, de modo que por la mañana tal vez ambos hubieran recobrado la normalidad. Joder, no estaban hechos el uno para el otro. Deseaban cosas distintas, ansiaban estilos de vidas diferentes. El quería una gran familia y una vida familiar sin conflictos. Quería un omega dulce y complaciente pero con la chispa justa para no aburrirlo.
El sexo lo arreglaría todo. Estaba convencido.
El rechazo de Jimin le había dolido, pero se negaba a obligarlo. La profunda decepción que le provocaba su incapacidad para ser sincero con él demostraba que no encajaban como pareja. Para él, la sinceridad era uno de los factores más importantes en una relación y estaba seguro de que, fueran cuales fuesen los secretos que Jimin guardaba, nunca los compatiría. Ni con él ni con nadie.
Claro que siempre lograba sorprenderlo. Haciéndolo todo según sus condiciones.
Tuvo la osadía de mirarlo con la barbilla en alto, como si estuviera vestido con una capa de armiño.
–Accedo a tu proposición de acostarnos. Pero, como veo que no puedes hablar, voy a vestirme y después retomamos el tema. Cuando estés más... –Su mirada descendió hasta su entrepierna, donde su ereccion era más que evidente– Más operativo –dijo caminando hacia la puerta.
Con dos pasos, Yoongi acortó la distancia que los separaba y le echó el pestillo a la puerta. Lo instó a darse media vuelta muy despacio.
Él abrió mucho los ojos. Con deliberada lentitud, Yoongi lo apoyo contra la puerta y le levantó la barbilla con un dedo. Acto seguido le introdujo una rodilla entre los muslos para separarle las piernas. Lo escuchó contener el aliento mientras se acercaba a su boca.
–Estoy listo, cara. –le susurró– ¿Y tú?
Y lo besó.
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