✶Ventiquattro
¿Por qué parecía tan rudo, como un diamante en bruto? Como si estuviera buscando que un Omega se lanzara es explorar lo que había bajo la elegante superficie en busca de su lobo salvaje. Había crecido rodeado de dinero, con una buena familia y relativamente pocos problemas. No se lo echaba en cara, pero los Alfas con esa trayectoria lo dejaban frío, indiferente. Yoongi no. Tardaría una eternidad en descubrir todas sus capas, y aún así estaba seguro que siempre lo sorprendería. Por suerte, no tenía la menor intención de descubrir su genio italiano.
Se obligo a pronunciar las palabras.
–Bueno, es que decidí darle un capricho a Jihoon, ofrecerle un cambio de imagen mientras yo trabajaba, así no tendría que ver a los modelos en ropa interior, porque sabía que a tí no te haría gracia que lo hiciera.
Yoongi usó su voz como un látigo.
– Y por eso lo he visto en el escenario con dichos modelos desnudos. Esa es tu forma de protegerlo. –replicó un retitín.
Dio un respingo al escucharlo. Las cosas no estaban saliendo como había planificado.
–No me has dejado terminar. Y no están desnudos. La cosa es que no conseguía la foto que necesitaba. Y Jihoon salió, y estaba muy contentó con su aspecto, y tenía muchísima confianza. Los chicos pusieron una cara... una cara increíble, la verdad. Nunca había visto algo tan puro en este mundo de la publicidad. Y supe que tenía que capturar esa expresión para obtener algo nuevo.
–¿Puro? – Yoongi enarcó las cejas mientras echaba chispas por los ojos– ¿Has subido a mi hermano pequeño a un escenario para que unos desconocidos desnudos lo miren a fin de capturar la pureza? Es lo que tienes que decir en tu defensa, Jimin? ¿Serias capaz de sacrificar cualquier cosa por vender unos cuantos anuncios?
Un momento. El miedo desapareció. ¿Cómo se atrevía?. Resopló con desdén y echó la cabeza hacia atrás.
–Te repito que no están desnudos. No lo están. Estás tergiversando mis palabras, Conde. En cuanto al sacrificio, parece que estoy dispuesto a mucho por el verdadero amor. Incluso fingir que estoy casado contigo.
Yoongi se acercó a su cara y mascullo;
–No lo has hecho por amor verdadero, cara. Que no se te olvide lo que pediste tu libra de carne para hacer el trato.
–Claro, perdona que no te deje babear por mi cuñado y ponerle ojitos de cordero degollado desde el otro lado de la habitación.
Yoongi se que boquiabierto.
–Estas loco. Te he repetido hasta la saciedad que no estoy enamorado de Tae. Son imaginaciones tuyas, es esa necesidad que tienes de controlarlo rodó a tu alrededor. Además, ¿que tiene eso que ver con Jihoon y con su exhibicionismo?
–Lo he dejado en sombras, nadie le verá la cara. Nunca lo habría expuesto a algo inapropiado.
El Conde temblaba, preso frustración.
–¡Ya lo has hecho!
–¿Yoongi? – Jihoon se interpuso entre ellos y abrazo a su hermano con fuerza.
El cariño y la preocupación que vio en los ojos del Alfa le indicaron al fotógrafo que no sabía cómo enfrentarse a que su hermano se hiciera mayor.
–¿Me ha visto en el escenario, Yoon? – Siguió él menor con un chillido– He sido un modelo de verdad.
–Has estado estupendo, cara –Le paso una mano por el cabello– ¿Quién te ha hecho esto?
–Me hice un cambio de imagen. Tendrás que haber visto a Jimin trabajar. Nunca había estado en una sesión de fotos y ha salido genial. Ahora apareceré en un anuncio de verdad. Y los modelos son muy atentos. Decklan me ha invitado a cenar con unos amigos y...
–De eso nada– fruncio el ceño, enfadado – Me alegro de que te lo hayas pasado bien, pero la sesión de fotos ha terminado. No vas a salir con unos desconocidos de los que no sabes nada. Además, esta noche tienes que cuidar a los niños del primo Leonardo.
El rubio abrió la boca para replicar, pero la cerró de golpe. Joder, no, no iba a inmiscuirse. En realidad, Jihoon no era su cuñado. No pertenecía a la familia de Yoongi. No era su esposo de verdad.
Jihoon lo fulminó con la mirada.
–Cuido de los niños del primo Leonardo casi todos los sábados mientras los demás salen a divertirse.
El mayor se frotó la cara con una mano.
–No voy a discutir esto contigo. Se un buen chico, lávate la cara y ponte como antes para que podamos irnos. Tenemos una cita con el consulado dentro se un rato.
Silencio.
Jimkn dio un respingo. La cosa pintaba mal. Muy mal. Como si de un inminente choque de trenes se tratara, Jihoon se descompuso al escuchar a su hermano. El chico se llevó una temblorosa mano a la boca para contener las lágrimas, pero habló con voz entrecortada y jadeante.
–¿Cuando vas a dejar de verme como a un niño y a respetarme? ¡Ojalá no hubieras vuelto a Italia!
Salio del estudio y se escuchó un portazo a lo lejos.
El fotógrafo cerró los ojos.
Ay mierda–pensó.
Yoongi meneó la cabeza y soltó una retahíla de tacos muy coloridos en italiano.
Comenzó a pasearse de un lado a otro mientras mascullaba. Jimin lo evitó en la medida de lo posible, porque no sabía si abrazarlo a la fuerza por lo pedido que parecía o darle un guantazo a ver sí así recuperaba un poco de sentido común.
Optó por un término medio.
Se colocó delante de él, pero como seguía andando deprisa estuvo a punto de arrollarlo.
–Yoongi.
–¿Qué he hecho ahora? ¿Me lo explicas? ¿Tan malo es que le impida ir a una orgía de alcohol con un montón de modelos desnudos para perderlo pata siempre? Somos una de las familias más ricas de Italia. ¡Es demasiado Joven! Podrían secuestrarlo para pedir un rescate. Y ¿por qué parecía tan distinto? Siempre cuida a los niños de Leonardo y siempre ha dicho que le encanta. De repente, quiere cambiar su rutina y salir a dar una vuelta por la ciudad para que alguien pueda secuestrarlo. De eso nada.
El omega cerró la boca. Esos comentarios tan absurdos lo dejaron de piedra, por lo que tuvo que contener las ganas de echarse a reir. Su poderoso Conde era una mamá gallina gruñona, que no quería lidiar con la realidad de que su hermano estuviera a punto de abandonar el nido. A los veintiún años Jimin ya controlaba su vida y a nadie le importaba con quien salía o si volvía para pasar la noche. Tosió con discreción y se concentro en adoptar una pose sería.
–En fin, estoy de acuerdo contigo, yo tampoco lo dejaría asistir a una orgía de alcohol.
Yoongi lo miró con los ojos entrecerrados, como si lo retara a reírse de él.
Él levantó las manos con un gesto defensivo.
–Oye, que sí, que parece que cuidar un montón de niños es fantástico, pero al omega lo han invitado a cenar un Alfa muy guapo y agradable, y quiere ir. No puedes culparlo por eso.
Yoongi casi se atragantó.
–¿Lo dejarías ir?
–Lo dejaría ir con ciertas precauciones–lo corrigio– No conozco muy bien al grupo para dejarlo ir solo. Pero si conozco a alguien de confianza que podría acompañarlos. Suelo visitar a Giada cuando estoy en Milán y confío en ella. No sé si estará libre toda la noche, pero puedo llamarla. Tal vez esté disponible y pueda acompañarla a casa después de la cena. Si no es así, estoy de acuerdo contigo, no debería ir solo. Pero al menos parecerá que estas dispuesto a alcanzar cierto compromiso.
Sus palabras lo dejaron al borde del gemido.
–¿Cómo soporta mi madre sus cambios de humor? Jihoon suele ser muy tranquilo y reservado. ¿Qué le está pasando? ¿Por qué ya no hace caso?
Jimin replicó en voz baja.
–¿Por qué quieres evitar a toda costa que crezca?
El Alfa levantó la cabeza. Por un instante captó el miedo y el dolor en sus ojos negros. Le tocó la mejilla, ya que necesitaba sentir el contacto.
–Prometí que no fracasaría.
Sus palabras fueron un susurró. Al omega se le encogió el corazón, pero insistió, ya que necesitaba llegar el fondo de la cuestión.
–¿A quien se lo prometiste, Yoongi?
–A mi padre. Antes de morir. –La seguridad en sí mismo que solía demostrar flaqueó– Soy responsable de todos ellos.
De repente, se percató de la pesada carga que llevaba sobre sus anchos hombros. Jamás había creído posible que alguien se tomara esas palabras se forma literal, pero parecía que Yoongi creía que el éxito o el fracaso de su familia dependían de él. El estrés y la presión de tener que tomar decisiones por ellos lo abrumó.
Por la Diosa, él había estado solo tanto tiempo que sería incapaz de tomar decisiones difíciles por los demás. Pero él, no. No, en cuanto una persona entraba a formar parte del mundo de Yoongi, lo cuidaba siempre.
El terrible anhelo de convertirse en el omega que él cuidase con tanta pasión lo sacudió por completo, en cuerpo, mente y alma. ¿Qué se sentiría si él lo reclamara de esa forma?
La emoción le provocó un nudo en la garganta, mientras su lobo se sentía feliz. Se sentía envuelto por su maravilloso olor a Vino, Café y Jazmines y su calor corporal. Ansiaba desabrocharle la camisa y acariciar con las manos esa piel palida; ansiaba abrirse de piernas y dejar que él lo penetrara para acabar con el persistente dolor que llevaba dentro. En cambio, apartó la mano y retrocedió un pasó. A veces se cansaba de salir huyendo, pero parecía que era lo único que se le daba bien.
–Sí no permitimos que cometan algún que otro error, ¿cómo van a aprender? –le preguntó en voz baja– Jihoon te quiere con locura. Solo necesita un poco de espacio. –Hizo una pausa– tu familia tiene la gran suerte de contar contigo. Bien, deja que haga una llamada a ver si podemos arreglar esto.
Sacó el móvil y marcó.
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