✶Otto
Jimin miró de reojo a su falso esposo intentó contener el pánico con todas sus fuerzas.
La conocida falta de aliento y los atronadores latidos de su corazón la avisaron del peligro. Tragó saliva, ocultó el rostro tras el ejemplar Italiano de Vogue y rezó para mantener la compostura. Detestaba la idea de que alguien estuviera al tanto de semejante debilidad, sobre todo Yoongi. La locura del plan cayó sobre él como una tonelada de ladrillos en cuanto despegó del Jet privado de Yoongi. Le picaba el dedo por la alianza de platino, y el diamante de dos quilates refulgía como un iceberg sobre el que incidiera la luz del sol. La farsa parecía factible en casa de Taehyung. Sin embargo, un día después y con una alianza, un esposo que no lo era y una familia a la que engañar, se dio cuenta de que era un idiota de campeonato.
¿En qué mierda se había metido?
¿Y qué le pasaba a los Park que tenían que recurrir a matrimonios fingidos?
Cuando Jungkook le contó que tenía que casarse para heredar la empresa de su Tío, Genius Enterprises, se partió de la risa. Menos mal que emparejarlo con Taehyung resultó ser su mejor decisión, sobre todo cuando se enamoraron y su matrimonio se volvió real.
Por supuesto, el único motivo por el que Taehyung accedió a contraer un matrimonio de conveniencia con su hermano fue para salvar a su familia. Jimin no tenía un motivo altruista como salvar un negocio familiar o el hogar familiar.
Pero tienes la posibilidad de proteger a tu familia –le dijo la voz de la razón.
Taehyung y Jungkook tenían algo auténtico. Yoongi era una amenaza constante. Su arrolladora sonrisa, su melodiosa voz y sus ojos sensuales e incitantes envolvían a su mejor amigo en una falsa burbuja de protección. Y por fin sus sospechas se habían confirmado.
Había admitido que quería a su mejor amigo.
Cuando los escuchó pronunciar esas palabras, un extraño dolor se le clavó en el corazón. Era una ridiculez, por supuesto, y se había apresurado a ocultar esa vergonzosa emoción. Cómo no, él lo había adornado diciendo que eran amigos, pero lo hizo para distraerlo. Un hombre tan poderoso como el Conde nunca se contentaría con quedarse al margen, no si creía que tenía una oportunidad de conseguir al omega que quería. Jimin no podría vivir consigo mismo si no utilizaba todas las armas a su alcance para mantener a Yoongi lejos de su familia.
Pero ¿a que precio? Al conocer a sus hermanos y a su madre. Al de dormir en la misma habitación. ¿Al fingir ser alguien que no era?
Apretó la revista con los dedos y comenzó a inspirar por la nariz para espirar por la boca. El psicólogo al que se había obligado a ir le había recomendado que hiciera yoga y ejercicios para reducir el estrés. Se negaba a tratarse con pastillas y a que la ansiedad pudiera con él. De modo que comenzó a contar hacia atrás desde cien para desterrar la ridícula sensación de que le faltaba el aire y así poder tranquilizarse. Se imaginó que el corazón le latía más despacio y comenzó a respirar.
Noventa y ocho.
Noventa y siete.
Noventa y seis.
Noventa y cinco.
–¿Estudiando para tu sesión de fotos?
Jimin esperó unos cuantos segundos, hasta tener los nervios bajo control, para levantar la mirada. Yoongi estaba cómodamente sentado con un pie sobre la rodilla opuesta y una sonrisa relajada en la cara. Resultaba curioso que siempre le hubieran atraído las personas con pelo largo, que proyectaban la imagen de un pirata moderno. Su poderoso cuerpo estaba cubierto por una chaqueta negra sport, unos Jeans y botines negros. Su ojos tenían una expresión guasona mientras señalaba la revista de moda.
Un ramalazo de irritación lo instó a ladear la cabeza y a hablar como si fuera bobalicon.
–Lo siento, guapo, solo miro las fotos. Si hay muchas palabras, me mareo.
Siempre había detestado la presunción de que era incapaz de leer algo más profundo que una revista de moda. Por supuesto, nunca hacia nada para convencer a los demás de lo contrario. No alardeaba de una educación universitaria, se había hecho un hueco en el mundo de la fotografía por sus propios medios y contaba con la pasteleria que le dio su Tio Yoonhyunk. Le gustaba que, ocultando ese tipo de cosas, lograra cierto control sobre los demás. Sobre todo ocultaba su adicción a los crucigramas y a cualquier texto concerniente a la Guerra de Secesión. Si las personas con los que quedaba supieran que grababa más documentales del Canal History que programas de telerrealidad.
El Alfa se acerco al minibar y se sirvió un Whisky con hielo.
–El vogue no tiene nada de malo. Es la publicación de cabecera de mi hermana.
–Yo también lo leo. Los artículos de Playgirl son entretenidos.
Yoongi se echó a reir, y el sonido se derramó por su piel como el caramelo fundido.
–¿Por qué no me hablas de tu trabajo? ¿Cómo acabaste siendo fotógrafo, siendo que tienes una pastelería?
La verdad se llegó a su cabeza, pero se negó a confesarla en voz alta. ¿Por qué el mundo era mejor visto a través de un lente? ¿Por qué la fotografía le otorgaba el control necesario para observar a los demás, casi como si fuera un voyeur pero legalmente? Bebió un sorbo de su jugo de naranja.
–Una navidad me regalaron una Nikon con todos los accesorios y me dijeron que fuera a un campamento de fotografía donde tendría que pasar una semana. Como la niñera tenia una semana de vacaciones y mis padres no disponían de nadie que me cuidase, allí me presenté. El profesor era un genio y aprendí muchísimo. Me gustó mucho.
La incisiva mirada de Yoongi atravesó sus barreras, exigiéndole la verdad. Por suerte, la maraña de emociones llevaba tantos años congelada que no quedaba nada que mostrar.
–Parece que recibiste mucho dinero pero poco apoyo emocional. El mundo de la moda es bastante competitivo, sobre todo en Milán. Debes de tener mucho talento y poner mucha dedicación para estar tan solicitado.
Se encogió de hombros.
–Siempre he tenido buen ojo para la moda –lo miró con fingida lujuria– Sobre todo si hay hombres musculosos y medio desnudos de por medio.
El omega esperaba que se echase a reir, pero el pelinegro se mantuvo callado mientras lo observaba.
–¿Has pensado en expandir el campo de acción?
Jimin extendió las piernas y se acomodo en el asiento antes de contestar.
–Claro. He realizado alguna que otra sesión para Gap y Victoria's Secret cuando el trabajo escaseaba.
–No te gusta hablar de tí, ¿Verdad, cara?
Esa voz ronca le ponía de los nervios a flor de piel y hacia que deseara cosas. Cosas malas. Como que le metiera la lengua en la boca y le acariciara el cuerpo desnudo con esas manos. Ah, este hombre era muy bueno. Todo ese encanto, ese buen humor y esa sensualidad en un solo paquete era letal para los omegas. Esos pecaminosos ojos rasgados hacían que cualquier persona confesara lo que quisiera.
–Todo lo contrario. Pregúntame lo que quieras. Dispara.
–Háblame de tus padres.
Se negó a titubear.
–Mi padre va por el cuarto matrimonio. Le encanta el dinero, detesta trabajar y solo le interesa verme para ganar puntos con su nueva omega. Parece que a ella le gusta mantener las relaciones familiares, así que intenta tenerla contenta. De momento. Es guapo y simpático, y está vacío por completo. Mi madre se considera una celebridad y desprecia el hecho de estar envejeciendo y de tener dos hijos adultos. Ahora mismo está aliada con un actor y va mendigando algún papel de extra en diferentes platos.
–¿Y tus relaciones? –Su cuerpo vibraba con una curiosidad que lo ponía nervioso– ¿Qué me dices de eso, piccola tigre? ¿Has renunciado al compromiso por culpa de tus padres?
Se quedó un instante sin aliento por la franqueza, pero contestó.
–Mantengo un buen número de relaciones saludables siempre siguiendo mis condiciones –Soltó la mentira sin el menor sentimiento de culpa– ¿me preguntas si creo que encontrar el verdadero amor en la vida es casi imposible? Joder, si. Lo he visto una y otra vez. ¿Para que molestarme? ¿Para que lanzarse de cabeza a una situación dolorosa que te destrozará el corazón a menos que encuentres a alguien por el que serias capaz de morir? Y, personalmente, no creo que esa persona exista. Pero me lo estoy pasando en grande buscando a don Perfecto.
El zumbido del motor del avión era el único sonido que se escuchaba entre ellos.
–Lo siento.
Esas dos palabras, pronunciadas en voz baja, hicieron que Jimin apretara los labios.
–¿Por qué? –replicó– No me pegaban, ni me moría de hambre ni abusaron de mi. Crecí en una mansión con niñeras, cocineros y con todos los juguetes que deseaba. Hago lo que quiero, cuando quiero y no respondo ante nadie. ¿Por qué narices te compadeces de mí? Tuve más cosas que la mayoría –Lo vio asentir con la cabeza, pero tenía la sensación de que Yoongi no le creía – Más lo siento yo por tí.
Él dio un respingo.
–¿Por mí?
–Claro. Al fin y al cabo, conozco tus secretos.
El Italiano se puso tenso y bebió un lento sorbo de Whisky.
–Ah, pero eso ya lo sabía. Soy un libro abierto.
La alianza a juego con su anillo brilló cuando agitó la mano en el aire.
Jimin casi ronroneo de placer al haber conseguido que dejaran de hablar de él.
–Disfrutaste de una familia muy unida que te apoyaba muchísimo. Tienes dinero y éxito por méritos propios. Pero has sido capaz de encontrar a una pareja que finja quererte durante una semana. Con razón tu madre insiste tanto en aferrarse a las tradiciones. ¿Has mantenido alguna relación seria en el pasado?
Vio que la rabia relucía en sus ojos negros.
–Salgo con omegas– contestó él con frialdad– Que no haya encontrado a mi persona ideal no significa que rehúya el compromiso.
–Buena respuesta. Bueno, ¿qué buscas, Conde? ¿Qué clase de persona te pone y te llevaría a sentar cabeza?
Lo oyó mascullar algo, y decidió ponerse aún más cómodo para disfrutar del espectáculo.
–Me encantaría sentar cabeza y darle a mi madre lo que quiere –respondió– Pero a mi costa. Veras, cara, creo en el amor ese que dices que es imposible. Pero creo que es difícil de encontrar y no pienso conformarme con menos que mi destino.
–Así que todos esos omegas y betas con los que te acuestas... ¿los seduces porque suponen un desafío, por placer o porque esperas que alguno sea tu persona ideal?
Los ojos de Yoongi relucientes cuando él le arrojo el guante. Una vez más, lo impresionó por la facilidad con la que pasaba de ser un hombre simpático a alguien que se negaba a dejarse arrastrar con jueguitos.
–Porque espero algo más... Me acuesto con ellos, me concentro en su placer y espero ansiar más por la mañana.
Se quedó sin aliento al escucharlo. Se le nubló la vista, ya que esas palabras reflejaban la búsqueda inútil que él emprendía para encontrar a alguien que mantuviera sus demonios a raya durante la noche y que sobreviviera a una inspección a la fría luz del día. Se le desboca el corazón, pero en esa ocasión no fue el pánico lo que causó que sus latidos se aceleraran.
Fue Min Yoongi Rizzo.
Cerró los dedos en torno al delicado vaso. La latente sensualidad que irradiaba Yoongi lo atrapó, reteniéndolo en su red mientras lo miraba con repentina fijeza.
–Tú también lo sientes, ¿Verdad?
La seca pregunta hizo que diera un respingo.
–¿Te acuestas con ellos para escapar de la soledad con la esperanza de que acabe siendo algo más? ¿Te preguntas si estas destinado a estar solo? ¿Te preguntas si hay algo dentro de ti que te impide ser feliz?
Por Dios, si –pensó el omega. Su lobo solo agachó las orejas.
Sintió el escozor de las lágrimas. Esa espantosa sensación hizo que quisiera recuperar el control con todas sus fuerzas. Yoongk lo usaría contra él, para colarse bajo su piel y averiguar sus secretos. Sabía muy bien lo que lo impulsaba a actuar así; era muy consciente del vacío que llevaba dentro de los dieciséis años, cuando un chico el quien confiaba pisoteó con saña lo bueno, lo esperanzador y lo bonito de la vida. Sin embargo, se hizo fuerte y se vengó a su modo. Jamás volvería a dejar que otra persona le arrebatara el poder sobre su sexualidad o sobre su control.
Si Yoongi lo desnudaba, no le quedaría nada.
De modo que sonrio y levantó el vaso a modo de brindis.
–Lo siento, Conde. Me acuesto con ellos porque están buenos. Pero gracias por sincerarte.
La injuria consiguió el objetivo que él esperaba. La franqueza desapareció como si una nube hubiera ocultado el sol, apagando toda la luz. El estomago le dio un vuelco al ver el brillo decepcionado en sus ojos, así como cierto remordimiento. Por un instante se había sentido más conectado a un hombre de lo que jamás lo había estado. Incluso en la cama.
–Entiendo. ¿Te parece que nos ciñamos a las reglas?
No respondió. Con movimientos calculados, levantó la revista y lo bloqueo. Yoongi captó la indirecta, de modo que pasaron las siguientes horas en silencio. Al fin el interfono se encendió y la voz del piloto les llegó a través del altavoz.
–Señor, aterrizamos en el aeropuerto de Orio en quince minutos. Por favor, abróchense los cinturones.
Yoongi pulso un botón.
–Gracias, Richard.
Se abrocharon los cinturones. El omega apuro su bebida y se desentendió del dolor sordo que sentía en el estomago.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top