O2.
Una clara expresión de disgusto se había apoderado del albino, aquel apodo que se acercaba a la realidad le había tomado por sorpresa, pero no una buena.
—Que divertida, querida mía -se quejó sarcástico—. Touya Todoroki, supongo que el gusto es mío.
Se debían resignar a la idea de que ambos pasarían de aquí a su muerte juntos seguramente. Se casarían para tener familia, y una vez que esta estuviese formada, ¿valdría la pena separarse y formar sus propias vidas? Seguramente estarían más ocupados en su futura vida laboral o universitaria como para pensar en eso. La mejor opción que tenían en ese momento era llevarse bien, nada más, eran la pareja de vida del otro, era lo mínimo que podían hacer.
Pero los silencios incómodos que se formaban entre ellos eran una tortura que no sabian como eliminar, ninguno sabia muy bien que decir o que preguntar, lo que era bastante irónico teniendo en cuenta de que no conocían nada mas que sus nombres.
—Y...¿cual es tu don? —la voz de la fémina salió algo dudosa.
Se arrepintió casi al instante de mencionar aquello que los había atado a ese momento, pero entre la curiosidad por conocerlo y la ansiedad de no saber por dónde empezar a indagar era demasiado para la cabeza albina de ella.
—Es un quirk de fuego como el de mi padre, pero me dijeron que mis llamas son más poderosas que las suyas -explicó sin dar muchas vueltas— ¿Y el tuyo?
La dorada mirada de la más baja se perdió unos segundos, buscando la manera de simplificar el hecho de que controlaba dos cosas totalmente diferentes entre sí, pero que a la vez le permite crear algo aún más letal para el ser humano.
—De manera general se podría decir que controlo el humo y la niebla por igual —simplificó la albina, tratando de explicarse acompañando sus palabras con gesticulaciones de sus manos—. Lo interesante de mi don es cuando logró combinar ambas cosas para crear lo que se conoce como "smog", que es más letal si tratas de ahogar a una persona con ello.
El smog terminaba siendo una forma más de contaminar aquel mundo, pero para la fémina solo era una forma de demostrar que quizás su quirk si funcionaba para la profesión de héroe profesional, que era más útil si se encontraba en un enfrentamiento complicado con algún villano, o quien sabia que podria encontrar.
No pretendía alargarse con la explicación del lado de la química, estaba bien con que supiera que podía controlar y que entendiera porque la habían escogido a ella como pareja del chico. No era complicado saber que si tenían un descendiente con ambos quirks sería algo bastante positivo, podría aprovechar al máximo lo que generará: desde las llamas hasta el más mínimo humo que estas provocan.
Pero tener esos pensamientos se volvió algo triste para la pareja de niños cuando se daban cuenta que realmente todo lo asociaban al compromiso formado hace apenas unos minutos. Sienten que no podrían ser capaces de disfrutar de la formación de un vínculo sin tener en cuenta que todo lo que conocieran del otro era una razón más por la que en un futuro dejarían de tener el título de prometidos para pasar a llamarse marido y mujer.
—¿Es muy apresurado preguntar si tienes planes para el futuro? —esta vez fue el albino quien quiso indagar aún más.
De tantas muchachas que su padre le había mencionado como posibles candidatas ya no recordaba quienes provenían de familias de héroes o quienes de ellas habían expresado el deseo de convertirse en heroínas profesionales. El chico no negaría que le resultaría más interesante ver la formación de una heroína desde cero, quizás podrían disfrutar de anécdotas de la academia o de futuros trabajos al respecto. El Todoroki no sabía si él podría vivir la experiencia de ser un héroe, era su deseo, pero las circunstancias no lo acompañaban para nada, al menos quisiera escuchar a alguien hablar con aquella ilusión que él sentía por esa profesión.
Por ese instante logró presenciar la aparición de una pequeña sonrisa en el rostro de la fémina, una más sincera de las que pudo haber visto en el transcurso de los últimos minutos. Parecía que había tocado un tema que la animaba más, y podía entenderla, hablar de sus metas o sueños siempre era algo lindo, incluso alentador si te encuentras con una persona que te apoya o comparte tus objetivos.
—A mis padres no les gusta mucho la idea, pero quiero ser una heroína —alzó ligeramente la vista-. La primera heroína de mi familia de perfil bajo.
¿De qué servía llenarse la boca hablando de su poder adquisitivo si no eras reconocido por nadie? Quizás les hacía un favor a sus padres, ahora su hija sería parte de la familia de uno de los héroes más conocidos y mejor ranqueados en la actualidad, y ella se esforzaba por estar al nivel de ellos, cosa que no era muy fácil.
La sonrisa algo melancólica del Todoroki no tardó en aparecer. Claro que la había felicitado por tan altas metas y deseado que las cumpla, pero aun le dolía el hecho de que su padre haya frenado su entrenamiento y prohibido toda intención de seguir con aquel camino. Pero ella no tenía idea de todo eso, tampoco estaba seguro de querer compartir aquella patética faceta suya, lo mejor era simplemente pensar en alternativas y hacerle el cuento hasta que él mismo se lo creyera completamente.
La joven Miyawaki notó aquel cambio en su expresión, que hasta que ella contestó se había mantenido bastante neutral, con toques de curiosidad en ella. No sabía bien si había dicho algo malo, según su criterio no había nada fuera de lo normal como para que tuviera alguna reacción fuera de lo común.
No hubo mucho tiempo de decidir si debería preguntar o no al respecto, puesto que las voces de los patriarcas de las familias se escucharon al unísono, un fuerte "¡Muchachos!" los había hecho sobresaltar de la nada, dándoles solo unos segundos en los que se miraron sin entender nada.
No gastaron el más mínimo de energía para sentarse en sus respectivos lugares, ambos solo se mantuvieron de pie frente a los mayores, una con las manos juntas frente a su cuerpo y el otro detrás del suyo. Suponían que iban a aclararles cómo se manejarán de ahora en adelante, ya que al parecer ya habían cerrado completamente el compromiso y no había dudas ya en las expresiones de ambos.
—Yo me encargaré de la educación de la joven Miyawaki —declaró el pelirrojo—. La academia que decidan será cubierta por mi y tendrá mi recomendación si es necesario.
La vista de la mencionada tanteó entre sus padres y el pelirrojo, sin entender del todo por qué en el acuerdo se había decidido que la familia del joven debía hacerse cargo de cuestiones suyas, porque el pelirrojo seguía hablando y ella solo procesaba la información e iba sacando conclusiones bastante obvias.
—Me compró, se va a encargar de mi como si fuera mi padre, ¿acaso me van a decir que vaya a preparar mis cosas para irme también?
Si bien ella seguía incrédula por los cambios drásticos que estaban planteando, los mayores parecían ver todo con bastante normalidad, como si el hecho de que una familia que no conocen de nada llegará a tu casa, formarán un compromiso y prácticamente te mantenga fuera de todos los días. La mayor de su familia solo se levantó para acercarse a ella, pasó sus manos por su rostro con cuidado y con la sonrisa más falsa que haya visto hasta el momento se atrevió a querer apaciguar el estado de ánimo que la más joven parecía no poder controlar tan fácilmente.
—Verás que no será tan malo, ellos te cuidarán y tú te acostumbraras, tarde o temprano, a convivir en paz con los Todoroki.
La mirada de los chicos se buscaron mutuamente, ambos extrañados, no sabían qué pensar, sentir, comportarse quizás. La idea de que la fémina repentinamente la sacaran de su casa como si ya fuera una mujer casada era algo demasiado cruel. Eran niños aún, todavía estaban preocupados por terminar la secundaria y tratar de definir su futuro, por poder divertirse con sus amigos, ¿cuál era el punto de alejarla de su hogar y poner un peso en sus hombros?
—Bien, que así sea entonces.
La joven no podía decir nada más, ya habían decidido su futuro completo, otra vez. Pero tomaría está mudanza como una oportunidad para alejarse, para evitar que vuelvan a decidir sobre ella; sus padres querían casarla, bien, ella lo aceptó a duras penas, pero de ahí en más, sus opiniones ya no eran bienvenidas.
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