𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝟭𝟰. Las Gemas del Mal.
Después del tiempo que llevaba galopando, se había sorprendido gratamente con la montura que le proporcionaron en la Pirámide. Ese caballo, a pesar de su aspecto, le había demostrado ser obediente, leal, rápido y, lo mejor de todo, a juzgar por las apariencias, era que no se cansaba fácilmente.
Link ya había perdido la cuenta del tiempo que llevaba cabalgando por ese paisaje árido. Todo era exactamente igual. En ese enorme desierto no se podía tomar ningún punto como referencia. Los árboles mustios tenían formas retorcidas, pero muy parecidas entre sí. No había montañas, ni lugar representativo alguno que sirviera de guía para ser consciente de que no se movía en círculos. El cielo tampoco servía de guía. Las nubes cenicientas lo cubrían todo. Solo tenía la imagen de esa línea de color rojo atardecer bordeando el límite entre el final de la tierra y el comienzo del cielo.
Aun así, Link estaba por jurar que iba en la dirección correcta. No sabía si había sido sensación suya o realmente había ocurrido. Pero le había parecido sentir cómo el caballo, en ciertos momentos de la travesía, supiera hacia dónde iba. No tenía tampoco modo de saber si de verdad era así. Y tampoco le dio muchas más vueltas.
A pesar de que su montura no estaba en absoluto cansada, Link lo estaba por ambos. Apretó las piernas a los laterales del caballo y tiró ligeramente de las pocas crines que tenía. El cadavérico animal leyó enseguida el gesto y se detuvo en seco, junto a uno de esos árboles torcidos. Link desmontó y apreció una actitud en el caballo casi como de fastidio.
Link se lo quedó mirando un momento. No obstante, no se asustó. Al contrario. No había visto nada parecido en su vida. ¿Qué demonios era ese animal?
El caballo levantó levemente la mirada y la dirigió directamente hacia el chico hyliano. Durante varios segundos, se quedó petrificado en la misma posición. Era una actitud impropia de un animal corriente, pero Link no hizo amago alguno de retirarse de él. Estaba asombrado con lo poco que había visto del Mundo Oscuro. Solo los caballos, simples monturas... ya eran superiores a los que se podían ver en Hyrule.
No pudo evitar acordarse de Epona. En esa rebeldía que la convertía en el caballo más especial que, posiblemente, hubiese en ese lugar que había dejado atrás. Y aun así, sosteniendo la mirada al animal, pensó que, con todo ese carácter que Epona tenía... seguía sin estar a la altura de esos nuevos animales que se había encontrado.
Ese caballo pensaba. Lo notaba en sus ojos y en la forma de examinarle. Le miraba fijamente, como si quisiera acceder a su alma atravesando sus córneas. Ese caballo tenía inteligencia y era algo que percibía, pero no sabía explicarlo. De pronto, Link sintió con ese animal más compañía de la que había sentido teniendo a Epona. A diferencia de ella... parecía que ese caballo sabía a quién llevaba a cuestas. Y le daba la impresión de que, si le hablaba, éste le comprendería. No sabía por qué.
Link.- Descansaré un rato —le dijo al caballo—. Seguiremos después.
Se había sentido como un perturbado hablándole al caballo como si fuese una persona. Pero tenía la sensación de que el animal iba a comprender lo que decía. Y lo que pasó después, acabó de confirmárselo.
Una vez le dijo aquello y se recostó de espaldas contra el tronco del árbol, el caballo retiró la mirada del chico hyliano y se recostó también. Link abrió los ojos de par en par durante una fracción de segundo.
«Fascinante...» Pensó.
Cuando entró al fin en el jardín delantero del Templo del Bosque, ningún monstruo salió a recibirle. Eso le supuso un alivio, inconscientemente los esperaba. Inútilmente también, dado que aún, como tal, ninguna amenaza asolaba Hyrule. No por ahora... se martirizó Mascot, visualizando otra vez un nuevo fracaso, esta vez en el Mundo Oscuro.
Avanzó casi mecánicamente hasta la puerta situada al fondo del patio. La abrió, recorrió un pequeño corredor y apareció en la que se veía que era la sala central del templo. Una vez allí, sí que se topó con alguien más. Cuatro criaturas de aspecto fantasmal y diferentes colores. Uno azul, otro naranja, otro verde y el último, violeta, de aspecto ligeramente distinto. Sabía lo que eran, aunque había visto pocos durante el tiempo que pasó en Hyrule. Eran poe. Los cuatro se rieron de forma característica y cada uno robó una llama del centro de la sala. Llamas que activaban el ascensor central. Cada uno, con la llama de su respectivo color, se marchó sin que a Mascot le diese tiempo a hacer nada. Atravesaron las paredes y se perdieron en el templo, dejando la sala vacía de nuevo.
El Héroe de la Luz sintió una enorme oleada de frustración recorriendo toda su columna vertebral, de arriba a abajo. La plataforma de la que Rauru le había hablado, esa tenía que ser. La misma que esos poe habían desactivado. No contaba con ese contratiempo y ahora, tendría que desperdiciar un tiempo muy valioso buscándolos para recuperar las llamas de colores. Y no tenía ni la más remota idea de por dónde tenía que empezar.
No era muy complicado provocar que Mascot se deprimiera. Y los contratiempos inesperados no ayudaban a que sucediera con menos frecuencia.
El Héroe de la Luz, fastidiado, trató de pensar con rapidez. No podía perder el tiempo, además. Pero los poe se lo iban a hacer perder quisiera o no. Maldita sea, ¿por qué no podía simplemente llegar al centro del templo, descender y buscar la maldita entrada al Palacio de la Tierra? ¿Por qué siempre tenía que haber algo entrometiéndose? Y para colmo, era obvio que algo había ocurrido en el Mundo Oscuro, otra mala noticia más que Rauru ya no quería decirle. Y cuando Rauru se esforzaba en ocultar algo, nunca era una buena señal. Era mala. Muy mala.
Mascot, angustiado, se obligó a calmarse y a pensar con claridad. Estaba solo, sí, pero no quedaba otra alternativa. Había tenido un contratiempo más... sí... como aquella vez... pero... no significaba que fuesen a salir las cosas mal de nuevo... ¿o sí...?
Sacudió la cabeza con brusquedad y se dirigió hacia una de las puertas más accesibles de la sala. No podía perder el tiempo pensando y agobiándose. Y tampoco debía. Hacía tiempo que se negaba a quedarse a solas con sus pensamientos, porque siempre que lo hacía acababa pasando lo mismo. Era mejor buscar y no pensar... buscar donde fuese. Y ver el lado positivo... al menos las puertas no necesitaban llave.
Simplemente se pondría a buscar insistentemente, donde fuera, como fuera. Los encontraría, se dijo para intentar animarse. Aunque muy en el fondo, no confiaba ya ni siquiera en su propia palabra.
Echó a correr por los pasillos del templo, mirando todo lo que tenía a su alrededor. Era una misión de paso... se dijo. No debía recordar que todo eso era para detener a Link... Link... que si antes era poderoso, si antes él ya se consideraba inferior, ahora, con semejante poder...
Mascot tropezó con uno de los escalones y cayó de rodillas al suelo. Se había puesto a subir una larga escalera y, como no era capaz de dejar de pensar, no prestaba atención a nada. Se sintió patético. Un ridículo contratiempo estaba sirviendo para desmoralizarle, para hacer que entrara en pánico y hacerle sentir que ya no tenía nada que hacer contra su adversario. Un mísero contratiempo, nada más empezar. ¿Cuánto le había afectado no lograr lo que se propuso...?¿Cómo miraría a Link sabiendo que vio que él no fue capaz de detener nada...? ¿Por qué le llamaban el Héroe de la Luz? No era el héroe de nada. Nunca salvó Hyrule, ni la salvaría a ese ritmo. Cualquier nimiedad le hacía entrar en pánico. Cualquier cosa que Link, seguro, resolvería con inteligencia, tranquilidad y habilidad. Link sí era un héroe. O lo fue, al menos. Por eso quería parecerse a él. Quería ser digno de ocupar su lugar cuando no estuviera. Y se estaba comportando como un crío que no sabía gestionar ningún problema.
Sin darse cuenta, se había dejado caer en el pozo de la autocompasión y el martirio hacia sí mismo. Era lo que ocurría desde entonces, siempre que se quedaba solo. Solo con su culpa, sus pensamientos, sus propósitos sin cumplir. Hyrule dependía de él ahora enteramente, no como la última vez. Ahora, Link no iba a venir a arreglar todo lo que él hiciese mal. Y aun así... se sentía tan...
... Ji, ji, ji.
Mascot levantó la cabeza de golpe. Tanta autocompasión no le había dejado fijarse en dónde estaba. No había subido del todo las escaleras. Era una sala con algunas plantas que colgaban del techo. Era clara, no muy amplia, lo justo para que cupiera una escalera que cambiaba dos veces de dirección. Y en medio de la pared, había un cuadro. Un cuadro negro frente a él. ¿Qué sentido podía tener un cuadro enteramente negro? Se dijo. Consiguió levantarse e ir hacia él. No había nada escrito en el marco. El cuadro era liso, sin ningún dibujo o inscripción oculta. Solo un cuadro negro, sin nada más. Supuso que no sería importante, aunque se preguntó de dónde había venido esa risa fantasmal... que había escuchado no hacía mucho en la sala central.
Se dio media vuelta, suponiendo que no había mucho más que hacer allí. No obstante, al hacerlo, no avanzó un solo paso. Desde allí, el piso que quedaba en medio, podía ver otros dos cuadros más. Uno era completamente negro, como el que tenía a su espalda. El llamativo era el tercero, en el piso superior. Ese sí que tenía una pintura. Una pintura de un poe azul, con un farol en una mano y una antorcha encendida en la otra.
Se precipitó por las escaleras hacia arriba para verlo más de cerca, entusiasmado con la posibilidad de haber encontrado el primer poe tan deprisa. Puede que al final, no fuese tan inútil... se consoló un tanto.
... Ji, ji, ji.
Sin embargo, la alegría iba por altibajos. Cuando estaba a un par de metros del cuadro con la pintura, la risa sonó y la pintura desapareció delante de sus ojos turquesas. El cuadro, como el que había dejado atrás, ahora era de color negro. No le dio tiempo a verlo la primera vez, pero sí a oírlo. Por lo que Mascot pensó rápidamente en el cuadro del piso de abajo y descendió de nuevo las escaleras.
Efectivamente. El cuadro de abajo, que antes era negro como el del piso del medio, ahora tenía la pintura del poe. Mascot acababa de entenderlo y se sintió algo mejor consigo mismo por haberlo encontrado y haberlo averiguado tan deprisa. El primer poe estaba en esa sala. Y se movía a través de los cuadros.
Ahora solo quedaba saber cómo sacarlo de ahí.
Se despertó sobresaltado por culpa de ese estúpido sueño. Una vez más. El sueño que llevaba arrastrando desde que volvió atrás en el tiempo e incluso un poco antes. Ese sueño aburrido con el Templo del Agua, pero que al mismo tiempo, era inquietante, como si algo fuese a suceder pero jamás sucedía.
Link se levantó frotándose el cuello. Dormir apoyado contra el tronco de ese árbol no había sido una buena idea. Ni dormir tampoco. Estaba harto de cansarse tan deprisa. No había querido dormirse. Quería llegar al Palacio de la Oscuridad lo antes posible y había perdido el tiempo acostado y durmiendo.
Se levantó de un salto, siniestramente motivado. Tenía mucho que hacer y se había propuesto hacerlo en muy poco tiempo. Llegaría al Reino Silencioso de una sentada. No creyó además que ya pudiese quedar muy lejos. Además, su montura le estaba esperando, levantó la cabeza nada más darse cuenta de que ya estaba despierto. Se preguntó cuánto había podido pasar durmiendo. Allí no había forma de saberlo. En fin, pensó. No merecía la pena darle más vueltas. Ni a eso, ni al sueño.
Se dirigió al flacucho caballo, el cual se puso en pie enérgicamente en cuanto leyó sus intenciones. Estaba, igual que Link, deseando proseguir con la marcha.
El joven hyliano subió a su lomo y le espoleó. El caballo galopó de nuevo si cabía, mucho más deprisa que antes. Y Link, por algún motivo, intuyó que su primera parada no andaba demasiado lejos.
Desde que volvió de hablar con Mascot, no había dejado de darle mil y una vueltas. La dirección en la que cabalgaba, la intención, ese brillo oscuro en los ojos de Link. Sus sospechas se iban confirmando una por una y Rauru temió que la peor que tenía, iba a ser la siguiente en cumplirse.
¿Cómo...? ¿Cómo decírselo...? Se repitió. Los Sabios del Mundo Oscuro eran los que más peligro corrían en ese momento. Eran los más cercanos a los acontecimientos. Seguramente estuvieran ya esperando lo mismo que él. No obstante, sintió que era su obligación. Y no quería dejarlos a su suerte sin al menos hablar una vez más.
Aún con muchas dudas, Rauru inició la comunicación telepática. Su objetivo, Axiom, el Sabio de la Oscuridad. Tardó un rato en localizarle. Pero el Sabio, como siempre, atendió a su petición y se manifestó en la red.
Rauru.- Axiom... me alegra saber de ti —dijo.
Axiom.- Rauru —saludó, haciendo una larga pausa—. Me temo... que no me es desconocido el motivo por el que contactas conmigo.
Ambos se quedaron callados durante un buen rato. Los Sabios del Mundo Oscuro estaban al tanto de la situación. De que Link había ido a parar allí con el fragmento invertido, pero no de lo que Rauru había sido testigo.
Cuando Rauru reunió el valor de seguir con la conversación, rompió el silencio.
Rauru.- Lo sé —dijo tristemente—. No obstante... hay nuevas noticias.
Axiom no dijo nada. Por su parte, estaba sorprendido y expectante, y dejó al Sabio de la Luz continuar.
Rauru.- Mis visiones empiezan a no funcionar bien con él, se hacen más débiles —continuó—. Eso significa que Link está permitiendo que la oscuridad fluya por él con total libertad. Tal y como me imaginaba. Y... todo indica que ha creado o mínimo, está creando una alianza con los seres de esa dimensión.
Axiom tardó un rato en responder. No esperaba ese escenario, al menos tan deprisa. Se sentó al fondo del Palacio, en un escalón, y se llevó una mano a la cabeza, tapándose parcialmente la cara. Rauru esperó pacientemente su respuesta.
Axiom.- ¿Qué insinúas...? ¿Qué Link se ha encontrado con él? ¿Qué le ha convencido para intentarlo?
Rauru.- Sí —dijo débilmente—. Link se ha encontrado con el Guardián. Y él le ha permitido intentarlo. Le vi partir desde la Pirámide. Y si le han dejado intentarlo... Tú ya sabes cómo funciona el Mundo Oscuro.
Axiom volvió a quedarse callado durante un rato, haciéndose a la idea de todo lo que Rauru contaba.
Axiom.- Si le han dejado intentarlo, es que ven que tiene potencial para ser Or-Volka —concluyó con dificultad—. Y por ende... debe de estar dirigiéndose hacia aquí para arrebatarme la Obsidiana, ¿no es cierto?
No hizo falta que Rauru afirmara para que Axiom supiera que la respuesta era afirmativa. Sintiendo un enorme vacío en su interior, desolado, se levantó de las escaleras y subió, para buscar un balcón. Rauru no dijo nada en todo ese tiempo. Sabía que Axiom tendría que asimilarlo. Él sería la primera víctima. Él sería el primero en caer en las fauces del corrompido Link. Y no podía hacer nada, porque lo peor es que eso formaba parte del plan. Los Sabios debían quedarse, defender su Gema a toda costa para impedir al pretendiente conseguirlas todas y convertirse en el Señor del Mundo Oscuro.
La misión de los Sabios ahora, en definitiva, consistía en retrasar la catástrofe. Todo lo que pudiesen. Todo el tiempo posible. Debían retrasar el propósito de Link ahora que sabían cuál era. Y Axiom era consciente de lo que Rauru pretendía hacer y no se oponía.
Cuando llegó al balcón, se asomó y contempló el desolador Reino Silencioso, bañado por el siempre nuboso y rojizo cielo. No obstante era como si no mirase a ninguna cosa en particular. Su mirada estaba perdida, ausente en el horizonte.
Axiom.- Estoy preparado —dijo con decisión—. No esperé que esto llegase tan repentinamente y menos por su parte. Pero es, en definitiva... para lo que quise venir aquí. Somos el muro que protege Hyrule. Somos la primera línea de batalla. Y ahora me toca cumplir con mi destino por fin.
Rauru no dijo nada. No fue capaz. Axiom lo había entendido todo. Le estaba sobrecogiendo su discurso. Se estaba despidiendo, a su manera. Y estaba dándose valor a sí mismo, porque sabía, igual que Rauru, que ninguno de ellos tenía nada que hacer contra él.
Axiom.- Después de esto... La Torre de Ura se debilitará —prosiguió—. Haremos lo que podamos para daros el máximo tiempo posible a los Sabios de Hyrule. Pero... si así son las cosas... debes advertirles no solo a ellos, sino a la Familia Real de que se preparen para lo que deba venir —hizo una pausa, mirando por el balcón, sobrecogido—. Rauru... Él... él está aquí.
La conexión telepática se cortó abruptamente y Rauru, desolado, se quedó solo en el Templo de la Luz, incapaz de gestionar sus emociones de una forma apropiada. Y lo peor de todo aquello, era que no había hecho más que comenzar. Él sería el primero... de puede que todos ellos. Rauru, por desgracia, sabía que los Sabios del Mundo Oscuro no lograrían detenerle. La misión inicial de Mascot no tenía ningún sentido llegados a ese punto. Link estaba siendo demasiado rápido. Ya había llegado al Reino Silencioso. A Mascot no le daría tiempo de hacerse con todos los fragmentos de la Trifuerza a tiempo.
Link iba un paso por delante. Demasiado por delante.
Link iba a regresar a Hyrule y no había forma de que Mascot pudiese impedirlo. Ni él, ni ninguno de los Sabios. Solo podían retrasarlo todo lo posible. Y, sin darse tiempo para asimilar nada, el Sabio de la Luz inició otra comunicación telepática, esta vez, con los Sabios que compartían la misma dimensión que el héroe.
¡Hola!
Aparezco un momento de forma salvaje para dejaros el concept art de Axiom, para que veáis cómo es ^^
Ya sé que no dice explícitamente que este personaje fuese a ser el Sabio de la Oscuridad, pero me parecía interesante hacerlo dado que es sheikah e Impa también y ella es la Sabia de la Sombra, así que...
Además vi un vídeo de curiosidades del URA en el que mencionaban esta similitud...
Así que, os presento al primer Sabio del Mundo Oscuro jejeje.
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