Introducción.

Carta.

Un lugar brillante, gente radiante, espectáculos que resaltan, personas que no se amargan, sonrisas deslumbrantes. Ahí, reside su arte.

El arte del Circo.

Mi abuelo siempre decía que el circo es esencial.

Una pequeña parte de la infancia que siempre vivirá en el recuerdo, en lo más profundo de los corazones, llenándolos de alegría y diversión.

Cuando eres adulto, las perspectivas cambian, por lo tanto dejas de ver las cosas como un niño.

Tal vez los problemas del primer mundo no te dejan ver la luz al final del túnel.

Un solo momento de tristeza, opaca cualquier rastro de felicidad por grande que sea esa felicidad.

¿Pero y si nos alojamos en los pequeños momentos vividos?

¿Y si nos alejamos de la realidad?

Imagina, por un momento, volver a ese instante que tardaste semanas en sacar de tu cabeza.

Volver allí, donde la magia se esconde.

Donde fuiste feliz.

Tal vez eras pequeño.

Puede que con el paso de los años, haya desaparecido esa imagen de tu cabeza.

Los recuerdos a veces son efímeros.

Pero el circo no lo es.

Equilibristas, escapistas, forzudos y contorsionistas, magos y malabaristas.

Mimos y motociclistas, payasos y trapecistas...

Ahí, reside su magia.

Ahí, quiero quedarme para siempre...

De donde nunca debí salir.

Debo disculparme por todo el mal que he causado.

Una sola acción ya desempeña una sola consecuencia.

En mi caso, no tomé la mejor de las decisiones y me di cuenta de ello cuando fue demasiado tarde, para mi, pero también para los que quiero. Ellos ni si quiera lo notaron, yo sí.

En cada momento de tristeza, vuelvo allí.

En mi mente siempre estoy allí.

El circo es esencial.

Al menos para mi.

Nunca forme parte activa, pero siempre estuve de alguna forma.

Si llego a sobrevivir lo suficiente, algún día volveré.

Pero espero que para entonces, deje de ser solo en mi recuerdo.


Atentamente: La chica de las 7 vidas.

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