𝐝𝐨𝐬
~Extraños~
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✧Elaine Einar✧
Siendo las noches cercanas al otoño, se presencia la frescura del viento arroparnos. El tiempo parece ser eterno saliendo de las murallas, pero recién acaba de anochecer. Los chicos y yo nos mantenemos ocultos detrás de las rocas. De nuevo nos situábamos en el puerto, lugar donde los denominados Marleyanos, solían traer a sus víctimas para ser convertidos en horrendas bestias en contra de sus voluntades. Aquel gigantesco barco se veía tan diminuto desde la lejanía. Se siente irreal el presenciar la llegada de otros seres iguales a nosotros. Sin importar del sitio donde provengan, ellos también son humanos de carne y hueso. Me cuesta imaginar la clase de personas que son; si buenos o malos. No pensé que deberíamos guardar absoluto silencio, porque no sabíamos qué clase de trucos tendrían bajo la manga. Ni siquiera sabemos qué tan equipados están a diferencia de nosotros. La incertidumbre me mata por dentro.
Reconozco que vienen muy bien vestidos; me interesa saber sobre ellos y mucho más. Finalmente los diviso a ellos desde la distancia. Eren y Éclair en sus formas titánicas, traen consigo en brazos a una flota en dirección a la playa. Me pasma lo fuerte que son. Jamás creí que serían capaces de levantar semejante peso como si nada, al menos entre dos. Momentos previos a la llegada de los marleyanos, fueron los primeros en transformarse con el fin de ocultarse entre las rocas y no llamar atención alguna. Cosa que funcionó, porque ambos consiguen bajar a ese barco y ponerlo de nuevo en el agua. Afortunadamente, ninguno de los tripulantes salió herido.
Ha pasado un año...y sigo sin poder creer que seas el titán relámpago, Éclair.
Los primeros marleyanos acaban de llegar.
–¡Ahh jaja! ¡Hola amigos de Maaarley! ¡¿Cómo estaaan?! ¡Sean bienvenidos a la Isla Paradiiiis! –saluda la joven comandante a esos hombres con mucha alegría. Típico de ella. –Es un placer, me llamo Hange. Y estoy aquí para saludar a tooodos nuestros visitantes que llegaron del otro lado del maaar. –canturrea moviendo las manos. –¡Jajaja, adelante! ¿No gustan tomar una taza de café? –pregunta como si nada, pero la cara de horror que tiene ese pobre chico de rulos rubios retenido por Levi instantes previos, me deja con la piel chinita. Está asustado. –¡Ayy, por cierto! Si se estaban preocupando por los invitados que llegaron antes de ustedes, ¡Ay no se preocupen, ahora somos buenos amiiigos! ¿Verdad que sí, querido Niccolo? –la peli marrón lo abraza de lado tratando de sonar natural, pero la estaca amenazando por incrustar su espalda por detrás lo hace respirar con mucho más pavor. No vimos en qué momento apareció, pero fue traído a la fuerza. Ese chico, no corrió con tanta suerte. Puede que intentó enfrentarse cara a cara al veterano que lo entregó con Levi para retenerlo. No lo culpo. Quiso responder en nombre de sus camaradas y tan solo se llevó el mayor susto de su vida. Además, calculo que debe rondar por nuestra edad. Después de cerrar sus ojos con fuerza, toma una bocanada de aire para gritar.
–¡CAPITÁN! –vocea pavoroso. –¡POR FAVOR OLVÍDENSE DE MÍ Y SOLO DISPÁRENLE A ESOS DEMONIOS!
–¡¿Queeee?! ¡Ay! ¡¿Pero qué cosas dices?! ¡Oye no seas así Niccolo! –exclama Hange con la misma sonrisa pero ahora forzada.
–¡CAPITAAAAN! –vuelve a gritar el chico rubio temeroso.
–Lo que pasa es que ya se cansó de seguir tu juego estúpido... –escupe Levi perdiendo la paciencia pero manteniendo la cordura.
–¡NICCOLO! –oímos gritar al supuesto capitán marleyano con frustración. –¡ESCUCHEN MALDITOS DEMONIOS! –apunta con su alargada arma. –¡MARLEY NUNCA VA A OBEDECER A UNOS SANGRE-SUCIA COMO USTEDES! –esboza a los cuatro vientos. –¡MEJOR VAYAN A SORBER SUS MEADOS DE CERDOS CON SUS ASQUEROSOS AMIGOS! –ante su reclamo, Chloe jadea indignada y fuertemente desde su lugar.
–¡LO VOY A-! –está a punto de levantarse pero Mikasa y Sandra la retienen de los brazos.
–¡Cállate babosa! ¡Nos va a ir peor! –le masculla Sandra entre dientes.
–¡¿EHH?! ¡AAAAHH! ¡¿Están seguros?! –pregunta la nueva comandante cómicamente. –¡¿Enserio van a hacer tan groseros?! !¿Por qué no mejor ven a los titanes que están detrás de ustedes?! –canturrea en voz alta, haciendo que los hombres divisen a sus espaldas a Eren y Éclair en sus formas de titán. Visualmente, son como dos gotas de agua; sus verdosos azulados relucen en medio de la oscuridad. Pero a pesar del tremor de algunos, otros parecen resistirse.
–¡NUNCA NOS DOBLEGAREMOS ANTE USTEDES, DEMONIOS! –amenaza el hombre mayor a punto de apretar el gatillo. –¡ESTE SALUDO ES DE PARTE DE MARLEY!
–¡AYY! –grita Hange con temor cuando ve que disparará, pero la bala jamás salió; al menos no de su arma, sino de otra. El estallido fue fuerte, por lo que por obra del cielo, ni Elian ni Alondra parecieron percatarse del estruendoso trueno. Vaya sueño que tienen esos niños. Una mujer de apariencia rubia, consiguió aniquilar al individuo de un solo disparo. –¿Qué?... –asoma un poco la cabeza detrás de la roca gigante en la que se encubrió. –todos nos quedamos boquiabiertos y jadeamos ante presenciar el cuerpo sin vida del señor yaciendo inmóvil en medio de su propia sangre.
–Lo petateó... –musita Sasha pasmada aún con su alargada pistola preparada en caso de emergencia.
–De un solo golpe... –añade Connie, asombrado por no haber visto venir el disparo de esa mujer.
–¡¿QUÉ DIABLOS HACES YELENA?! –otro hombre apunta con su arma personal a la mujer que mató al supuesto capitán.
–Arrojen sus armas. –ordena la susodicha levantando la suya, mientras que otro de los suyos lo intimida apuntándolo a la cara.
–Malditos... –masculla.
–Obedécela... –le demanda un joven adulto de piel oscura. La mujer se remueve el casco de la cabeza, revelando su corta cabellera rubia. Es alta, de figura esbelta; con un aire misterioso que me deja curiosa.
–Hola Hange. –saluda cortésmente, dando un par de pasos hacia el frente. –Agradezco su invitación, es un honor. Ahora, bebamos café. –acepta la propuesta, dejando desconcertados tanto a madrina Hange como a Levi. Sin embargo, noto como admira con asombro al dúo de titanes detrás de ella. No. Más bien, admira a las personas quienes los portan. Después, sus ojos se centran en mí. Hay algo en su mirada que me sacude, me llama; me extraña.
Siento que alguna vez la vi...
–Creo que es mi turno. –dice Armin a punto de levantarse pero lo detengo sujetando su brazo.
–¿Tienes que ir? –pregunto en voz baja.
–Eren y Éclair van a necesitar ayuda extra. Solo será un poco. De todas formas ellos se encargarán de lo demás. –me explica sin apartar la vista del horizonte, donde un posible segundo barco vaya a arribar. –Debo de alejarme lo más que pueda para evitar que la explosión los perjudique.
–Pero-
–Volveré antes de que te des cuenta. –me interrumpe, enredando las puntas de mi coleta entre su dedo índice. –Por lo pronto, sigue ocultándote con los demás y no bajes la guardia.
–Cuídate mucho. –le susurro.
–Volveré. –dice por último, mientras que nuestras manos lentamente se separan. Una vez que lo veo alejarse con cautela hacia aquél bote que lo utilizaría para transportarse hacia la lejanía del mar, un inquietante desasosiego invade mi pecho.
Después de aquél primer encuentro, una gran explosión se divisa desde lo lejos, tan grande que podría volcar a todos aquellos barcos que se encontrasen a la cercanía o peor aún, extinguirlos con todos sus tripulantes en ellos. Aunque haya pasado un año, me cuesta creer que quien alguna vez fue el portador del titán colosal, ya no vive para contar sus horrores por haberlo sido. Ahora, Armin cargaba con su sangriento legado. Desde que lo heredó, lo he visto más infeliz que nunca. Cada que le ordenaban utilizarlo, obedecía sin chistar. Pero sus ojitos...la tristeza que le invadía al tener que hacerlo. Y eso que solo era para probarlo a campo libre. Porque al descubrir su inmenso potencial, llegaron a la conclusión que con solo una transformación, Armin podría destruir a casi todo un distrito absoluto. Y no me puedo imaginar el desánimo que debe estar presenciando en estos instantes.
Estuvimos esperando casi una eternidad para que llegasen a la costa ilesos. Cuando menos lo esperé, aquellos soldados extranjeros arriban con sumo cansancio. A su alrededor, diversos veteranos apuntan hacia ellos al igual que Sasha; solo que ella lo hace desde lo lejos para prevenir cualquier intento de ataque.
–Hola, bienvenidos a la asquerosa isla de los malditos demonios. Disfruten su estadía. –saluda Levi apuntando con su mosquete hacia un hombre quien se apoya en el rocoso suelo para apoyarse. –Espero que les guste sorber meados de cerdo. Pueden declinar la invitación, pero nos quedaremos con sus barcos. Tendrán que volver a casa nadando.
Algunos como Connie, Chloe y Sasha cubren sus bocas para disimular sus ataques de risa. Yo por mi parte trato de al menos no sonreír. Esta es la bienvenida más graciosa y bizarra que hemos presenciado, al menos yo. Jean les masculla entre dientes que se callen, pero hasta Lucian trata de no ser vencido por la tentación. No fue hasta que Iliana, quien está solo detrás de nosotros, los calla a todos con una reprimenda.
–Ya fue suficiente. Lucian pon el ejemplo. Concéntrense. –dice con firmeza y autoridad en su voz. Veo como la obedecen de inmediato, pero aún luchan por evitar dibujar una sonrisa. De no ser por Elian, ella estaría con esos soldados apuntando con sus pistolas. Solo por esta ocasión, prefirió estar cerca de su hijo quien duerme plácidamente en sus brazos. –No venimos a jugar. Esto es más serio de lo que piensan. –su semblante ahora se desvía hacia su derecha. Donde Lizy también se enfoca en arrullar a su pequeña hija. –Pudiste al menos haberle advertido que no fuese tan rudo con esos extranjeros. –le reprende con su azulados ojos entrecerrados.
–Si Levi dice que no promete nada, yo no me meto. –levanta los hombros con simpleza, pero Iliana se pega la frente con la palma izquierda cuando escucha de nuevo a los chicos reír a murmuras.
–Erwin dame más paciencia si eres tan noble... –expresa y niega cerrando los ojos rendida.
Desconozco la cantidad de minutos que transcurrieron desde aquella "bienvenida". Poco a poco fueron arribando más a tierra firme y no pude evitar mostrarme interesada por esas personas. Algunos de ellos observan a su alrededor extrañados pero asombrados por estar aquí. Otros realizan muecas de inconformidad, juzgándonos con solo vernos de pies a cabeza. Podría ser un gesto no tan noble para ser el primer encuentro, pero es la primera vez que ponen pie en la isla de los demonios. No puedo juzgarlos. Son gente que no saben cómo somos, gente que no suele salir de la zona de confort; gente que como nosotros, criticamos y rechazamos lo que no es "común". Me pasma como es que finalmente los visitantes terminaron cediendo ante la previa propuesta de madrina Hange. Por ahora, ya no tenemos que preocuparnos si nos atacarán por ahora. Sasha guarda su arma y optamos por esperar; solamente a eso. Mientras que cada uno de los invitados pisaban tierra firme, no hacíamos nada más que aguardar desde nuestros escondites. Lizy e Iliana tuvieron que adelantarse con Levi, Hange y los veteranos, por lo que tuvimos que quedarnos a cargo de los bebés. Lucian me hizo el lindo gesto de cargar a Elian, mientras que Sandra hizo lo mismo pero con la pequeña Alondra.
Me sentía tan exhausta que lo único que deseaba hacer ahora mismo era acostarme, así que me doy el lujo aprovechando que no hay ningún adulto a la vista. Recostándome de lado, acaricio la cabeza y la coleta de Sasha, quien fue la primera en caer rendida ante el sueño. Acercándome a ella, rodeo su cuerpo y utilizo ambas capas como una improvisada manta. Mientras más tarde se hace, más fresco es el viento del anochecer. Además, me hace recordar aquellos días cuando Sasha y yo dormíamos juntas entre las pruebas cuando reposábamos o cuando nos reuníamos todas las niñas de la Clase A y realizábamos improvisados tendidos para nuestras pijamadas. Qué cosas. Hace tan siquiera un año no éramos ni la mitad de lo que somos ahora. Entramos al Cuerpo de Cadetes sin ni una pizca de conocimiento de lo que nos esperaba. Si antes no teníamos disciplina, aún seguíamos trabajando en aquello. Y eso es normal, porque aún seguimos siendo chicos; pero no tanto como hacer tres años.
Nostalgia y melancolía es lo que mi corazón padece, porque es increíble como las personas podemos ser capaces de cambiar. Lo que más me aterra, es lo inmenso que ha sido el tiempo que el Sello del Zafiro no me haya manifestado alguna señal futura. Mi misión quedó en una pausa sabática; o así es como yo lo decidí. Estaba harta y cansada de indagar por más zafiros; sobretodo desasosegada. Porque todavía no sabemos con certeza lo que podría ocurrir si llegase a reclutar las diez. Cerrando mis ojos, aprieto sutilmente con la mano izquierda el zafiro color turquesa del Colgante Boreal; atrayéndolo a mi pecho como mi preciado tesoro. Mi respiración se vuelve serena; mi cuerpo se relaja. El sueño se apodera de mi ser.
Una vez que estoy dormida, me encuentro en medio del mismo campo de flores que alguna vez soñé en mi noveno cumpleaños. Sigo siendo yo, con ese precioso vestido blanco y calzado que deja mis pies respirar. Todo lo que atisbo es tranquilo; esperanzador. Sin embargo, a lo lejos se situaba el precioso mar. Ese mismo que hace tan solo poco tiempo, me robó el aliento. A lo lejos, una silueta a la orilla me espera, pero no alcanzo a ver de quién se trata. No comprendo como no pude ser capaz de emitir o expresar alguna sensación, pero me sentí tan contenta y tan tranquila al divisar la belleza del mar que Armin nos prometió conocer. Lo tenía tan cerca. Tantas cosas que pude haberle dicho en esa playa...y todas mis palabras terminaron escupiéndose frente a sus verdosos azulados.
–Eres un cínico... –musito con brusquedad. Como si supiese verdaderamente el contexto de la conversación.
No puedo creer que tuve el valor de decírselo en la cara. La forma en que me miró; Eren nunca en su vida me había visto de esa forma...tan vacía. Tan despreciable. Por primera vez, sentí miedo por él. Miedo de sus decisiones. Miedo por descifrarlo por completo. Miedo de que en cualquier momento, se me escapase de las manos y no sea capaz de detenerlo antes de que el tiempo se anule. Le dije que no pensaría en volverlo a seguir, pero una parte mía me grita al oído que lo haga. Que lo siga. Que lo acompañase. Que siguiera adelante a su lado. No obstante, otra parte de mí me incita a no hacerlo. Que Eren no es a quien debo yo de seguir. La ansiedad y el impulso me hacen querer hacerlo, pero mi corazón exclama lo contrario. Desde aquella tarde, el mar y sus ojos son los que me persiguen en mis sueños. Sus ojos...y los de alguien más.
¿Quién es?...¿Quién es?
–Sasha, no te duermas. –pego un susto abriendo los ojos repentinamente. Lo primero que veo, es a Mikasa retener la coleta de la susodicha despertándola.
Hace unos instantes recuerdo haberme quedado dormida junto a Sasha. ¿En qué momento me dormí sentada?...¿De quién me estoy recargando?
Moviéndome con cuidado, me percato en que estoy apoyando mi peso en el cuerpo de alguien más. No puede ser...
–Despierta dormilona. –me saluda Armin con una sonrisa, viendo como estoy despabilando a su lado. Podría removerme ahora mismo pero no lo estoy haciendo. Ni siquiera sé en qué momento retornó. Siento mi cara arder ante su cercanía.
Qué vergüenza...
–Esa mujer gigante...le disparó a uno de sus camaradas. –verbaliza Connie observando de reojo aquellas tiendas de campaña. –Me pregunto cuál es su objetivo.
–Quien sabe... –comunica Jean cruzado de brazos. –Sea una aliada o enemiga, no podemos confiar en esa mujer.
–Te dije que no te duermas. –Mikasa remueve en su mano la coleta de Sasha para despertarla más.
–Mmm pero tengo mucho sueño. –expresa la oji castaña estirando sus brazos hacia adelante.
–Sin embargo...sería excelente si pudiésemos hablar con ellos y obtener información. Supongo que tenemos mucha suerte. –lo observo decir con entusiasmo, permitiendo que aún reposase en su hombro.
–Sí...incluso más de lo que esperaba. –volteándome hacia atrás, me topo con la sorpresa de que Eren nos divisa con las marcas de titán en sus mejillas. Éclair, termina de avecinarse a la escena; igual con las marcas en su rostro, pero ahora con el cabello suelto. –Por casualidad pudimos detener esa flota enemiga. Si Marley hiciera un ataque enserio, estaría en otro nivel...y sería nuestro fin.
–No entiendo. –niega Chloe sin comprender del todo y con temor de hacerlo.
–Lo que Eren se refiere, es que no podemos jugar a los policías y ladrones con esos soldados. –recalca Lucian tomando la palabra, arrullando con gentileza a Elian y aparta un mechoncito dorado de su frente para brindarle un pequeño beso ahí mismo. –A diferencia nuestra, su rango en el campo de batalla supera a la nuestra. Su tecnología es mucho más avanzada que podrían acabar con todos antes de percatarnos. Por ende, debemos tener mucho cuidado con quienes nos estemos relacionando. –divisa de nuevo hacia abajo, donde Levi intercambia algunas palabras con algunos de sus viejos camaradas. –Lo que dijo Iliana hace rato, es totalmente cierto. No se trata de un juego a lo que nos estamos enfrentando. Es algo mucho más que solo una negociación... –menciona lo último más pensativo.
–¡Iliana! –Connie enuncia su nombre ante verla arribar. Todos nos ponemos firmes una vez que la divisamos.
–Lucian, necesitamos que vengas con nosotros. –declara, específicamente a él.
–¿Yo? –se señala a sí mismo con la mano libre extrañado.
–También ocupamos la presencia de Elaine y de Armin. Quieren hablar con ustedes. –añade, haciendo que mi hermana y yo nos observemos de reojo.
–No entiendo Iliana, ¿Por qué ellos? –cuestiona Jean extrañado. –Digo, podría entenderlo por Lucian, ¿Pero los demás?
–Las preguntas no me las hagas a mí. –responde. –Si ellos desean que sea así, debe ser por algún motivo en particular. Necesito que se queden aquí y cuiden de los bebés. Eviten hacer escándalos y no los despierten, por favor. –acercándose a Lucian, besa la mejilla derecha de Elian, antes de que el chico se lo pasase cuidadosamente a Jean. Me alivia mucho que tenga un sueño sumamente pesado. Lo envidio. –Cuídense. No se muevan de aquí. –dice por último, dándose la media vuelta para retirarse. Lucian, Armin y yo la seguimos por detrás. Lo último que diviso, es a mi hermana levantándome el pulgar para desearme suerte...y a Eren sin despegar el ojo serio de mí.
Bajar entre estas rocas es tan preocupante y complicado. Por una sola pisada que hagas mal, puedes terminar cayendo. No es dramático como yo lo veo, pero está tan empinado y me siento bastante ansiosa que en cualquier segundo podría darme vértigo. Por suerte llegamos en una sola pieza. Entre Lucian y Armin, ambos me dan sus manos para brincar por encima del último pavimento de rocas. Caminamos por detrás de nuestra capitana, mientras que observo el cómo poco a poco los hombres marleyanos descienden de sus botes hasta llegar a la playa. Visualizo en la cabeza las diversas razones por las cuales querrían tenerme ahí. Lo que más me seguía extrañando, era de la pasmada mirada de esa mujer ante mí. Era como si hubiese visto una maravilla, un tesoro; una diosa o algo por el estilo. Una parte propia se siente confusa, mas la otra insegura. Lo que su energía me transmitió por medio de mis zafiros, fue mezcolanza. Su aura era un poco incómoda para ser la primera impresión. Puede que la esté juzgando antes de tiempo, o quizás son mis nervios los que me hacen pensar de más.
Un escalofrío recorre mi mano izquierda pero no al grado de asustarme, sino para responder al entrelazo de mis dedos con los de Armin. Veo como algunos soldados de la legión nos observan; inclusive algunos nuevos cadetes menores que nosotros. Algunos cuchichean; otros nos barren con la mirada. No quise cuestionarle a mi mejor amigo o removerme; lo necesito. Este apoyo es el que más requiero para lo que está por venir. Mientras más nos aproximamos a esa carpa, los latidos de mi corazón arrasan al grado de sentirme ansiosa. El miedo amenaza con angustiarme.
–Tranquila Ellie bonita, estamos juntos en esto. –me dice de lado, enunciándome con ese dulce sobrenombre. Me alivia como siempre sabe qué decir. –Aún si no me hubiesen llamado a mí, no hubiese dudado en acompañarte. –lo observo medio atónita, pero veo que se pone nervioso. –D-Digo, eso le correspondería más a tu hermana, claro. –ríe con algo de incomodidad, pero su semblante se pasma en cuanto le planto un beso en su mejilla derecha.
–No tienes porqué retractarte. –sujetó sus manos entre las mías. –El que estés aquí conmigo, me hace sentir más tranquila. –le regalo una diminuta pero sincera sonrisa.
–No, no es solo eso. Es que... –titubea un poco, bajando la mirada hacia el rocoso suelo.
–Niños, ya pueden entrar. –Lizy nos recibe abriendo la carpa con cautela. –Solo les pido que guarden silencio. –menciona lo último bajando la voz y frota el hombro derecho de Lucian. –Estamos en medio de una conversación. Traten de no interrumpir.
Antes de introducirse, Iliana nos cede el paso para que entremos primero para después hacerlo junto a su confidente. Lucian lo hace primero; después Armin y yo. Lo primero que mis ojos presencian, es a madrina Hange admirar con asombro una de las armas personales pertenecientes a los marleyanos. No logro evitar la incomodidad al notar que lo hace en dirección a su ojo derecho. Sin importar la ética, parece estar engatusada con el dichoso artefacto como si lo estuviese analizando. Como si hubiese descubierto algo extraordinario.
–Ohhh. –expresa la joven adulta con incredulidad para después bajar el arma. A su derecha, Levi se mantiene de brazos cruzados con su seria pero tediosa expresión.
–Ya traje a los niños como nos pidió, Yelena. –mi ser se asombra con sutileza al descifrar su nombre. Debo de admitir que es lindo.
–Bienvenidos sean lo tres. –nos saluda con una sonrisa cortés. El hombre a su costado izquierdo, inclina sutilmente la cabeza como forma de saludo. Ninguno de nosotros sabemos como reaccionar, así que nos mantenemos callados. –Descuiden, no tienen porqué temer. Siéntanse cómodos. –nos invita a sentarnos; lo cual dudamos un poco pero lo hacemos. Del otro lado de la mesa de madera, Armin, Lucian y yo tomamos asiento sin decir anda.
–¡Ahhh ya entendí! –exclama sonriente después de unos segundos de pensar. –Por eso pueden disparar una gran cantidad de balas.
–Esa arma, es parte del equipo básico de Marley. –explica aquella mujer de cabello corto y rubio retomando la charla, antes de sorber de su taza. –El ejército Marleyano, tiene hasta veinte mil soldados por cada división. Cuentan con cincuenta de ellas, por lo que son un millón de soldados. Ese es su ejército terrestre. –Hange abre la boca atónita por el dato. –También cuentan con tres flotas y cada una tiene veintiún buques de guerra. Además, han hecho grandes avances tecnológicos; tanto en el desarrollo de armas como naves aéreas.
–¿Qué? ¿Aves aéreas? –cuestiona la adulta peli marrón, pero a su derecha, Levi deja escapar un frustrante gruñido que le da una patada en la pierna.
–No te asustes...o van a subestimarnos. –le susurra amenazante.
–Sí, ya lo sé amargado... –masculla Hange con molestia.
–En otras palabras, son un tipo de transporte capaces de cruzar el mar o las murallas desde el cielo. –comenta el hombre de tez oscura. Aunque me pasma su color de piel, tiene unos ojos resplandecientes. Su energía vital me transfiere confianza, así que no tengo por qué alterarme tanto.
–¡¿QUÉ?! ¡¿PUEDEN CRUZAR POR EL CIELO?! –grita mi madrina levantándose de su silla.
–Ya basta. –ordena Levi con firmeza.
–Sí la nación de Marley ha logrado tener tantos avances tecnológicos, ¿Entonces por qué no han venido a atacarnos en un año? ¿Lo saben, no? –interroga mi colega levantando la mano. –Lucian Hoffman, líder auxiliar del escuadrón de Levi Ackerman. –se introduce formalmente.
–El placer es nuestro por conocerte, joven Hoffman. –complementa Yelena ladeando un poco la cabeza. –Y en cuanto a tu pregunta, hay dos motivos principales. –responde. –El primero es, que los titanes puros que están en la isla, dificultan el desembarque de las tropas. Incluso aunque utilicen sus mejores armas contra ellos. Lo que inicialmente se pensó como un método para mantener a los eldianos en las murallas, terminó protegiendo a su pueblo de los avances tecnológicos de la nación de Marley.
–Qué gracioso...me parece muy irónico. –musita Levi sarcásticamente para ser reprendido por Lizy con tan solo una mirada acusadora.
–Por cierto, falta poco para el amanecer. Los titanes comenzarán a moverse. –añade la peli rubia frente a nosotros. –Pero si podemos estar en este sitio disfrutando tranquilamente de nuestro café, entonces significa que eliminaron a todos los titanes. –se percata, lo cual solo nos dedicamos algunas miradas entre mis dos amigos y yo. –Adiviné, ¿No es así? –sonríe con una pizca de orgullo.
–¿Y qué si así fue? –contesto seriamente con los brazos cruzados. –¿Acaso piensa usted reportárselo a Marley? –mi segunda pregunta la deja atónita como al resto de los presentes por mi repentina actitud.
–No. –contesta. –Esto supera...mis expectativas. –dice con la voz entrecortada.
–¿Y cuál es el segundo motivo? Si pudiésemos saber. –mis ojos se desvían a la derecha. –Armin Arlert, un placer. –saluda presentándose con educación.
–En este preciso instante, joven Arlert, Marley se encuentra en guerra contra varios países. No tienen tiempo para atacar a la isla Paradis. –replica Yelena sujetando su taza. –Todos ustedes, derrotaron a los guerreros: El orgullo de Marley, y capturaron a dos de sus mejores armas: El titán colosal y el titán hembra. –sus nombramientos, me dejan con la piel de gallina. La sangre se me congela. Mis pupilas se encogen. Puedo sentir a Armin tambalear con disimulo su pierna izquierda, pero mi mano derecha busca su izquierda para tranquilizarlo por debajo de la mesa. Además, puedo presenciar el duelo en el rostro de Iliana. Lucha por no soltar una lágrima, pero sus ojos llorosos la delatan. El recuerdo de ver a su gran amor y a su hermano menor morir el mismo día, aún le atormentaba. –Marley es un país con muchos enemigos. Cuando se enteraron de lo sucedido se aliaron. Y de esa manera comenzó la guerra. –vuelve a beber de su taza.
–Por lo que estás plateando, supongo que ustedes son agentes secretos que se infiltraron en Marley. ¿Será que provienen de alguna nación que fue conquistada por ellos? –pregunto sin vacilar, viendo como ninguno de los dos invitados emite alguna respuesta mientras que Armin fortalece el agarre de nuestras manos.
–¡Ayy, adivinó! –exclama mi madrina sonriente. –Sabía que ustedes dos debían tener una muy buena razón para decidir oponerse a la nación de Marley. Muy bien pensado mi nena hermosa. –levanta su pulgar derecho felicitándome, pero desvío la mirada para evitar ruborizarme.
–Llamarnos agentes secretos...es tratar de darnos demasiado crédito. –comenta Yelena en un tono entristecido. –Marley nos arrebató nuestro hogar. Nos forzó a convertirnos en sus soldados, y no pudimos hacer nada. Perdimos toda esperanza de desafiar a una nación tan poderosa...hasta que...él apareció para guiarnos. –relata, dejándonos con la intriga. –Marley y toda la gente del mundo, decían que ese titán era un demonio. Pero para mí, era algo completamente diferente. Era un dios...y él fue el único que me devolvió la esperanza. –su boca ilustra una intrigante sonrisa. Pero tengo mucho miedo de descifrar de quién se podría tratar. –Escuchen. Nosotros disparamos a nuestro superior por órdenes de Zeke Jaeger. Somos los voluntarios anti marleyanos. Nuestro objetivo es...la liberación del pueblo eldiano.
–¡ELAINE! –grita Lizy al verme plasmar mis manos duramente contra la mesa que casi las bebidas se derraman por encima. Es inmensa la furia, que hace que mis zafiros no vacilen en deslumbrar por sí mismos.
–¡Chispiajos Elaine! ¡No hagas una locura! –vocifera Lucian agarrándose su melena marrón con los nervios a flor de piel.
–¡Elaine! ¡¿Qué sucede?! –Armin se levanta de la silla posando la mano en mi espalda.
–¿Cómo se atreven?... –musito. –¿Cómo se atreven a ser fieles seguidores de ese perro mal nacido? –mascullo fijándome solamente en esa mujer en lo que mis dientes crujen, ignorando que ese hombre se trate del medio hermano de Eren y Éclair. –Por tantos años...por tantas generaciones. Mi familia y yo nos partimos la espalda y muchos murieron para tratar de conseguir ese único objetivo...¡¿Y ME ESTÁS DICIENDO QUE APENAS VIENEN A HACER LO QUE POR DOS MIL AÑOS NOS ESTUVO CORRESPONDIENDO EN ESTA JODIDA ISLA EN MEDIO DE LA NADA?!
Diversos recuerdos y conversaciones surgen por mi cabeza ante la remembranza de la cruel cadena que el Sello del Zafiro se impuso en el linaje Smith; una maldición sin fin. Durante todo este año, no hice nada más que indagar y aprender todos y cada uno de los detalles que tío Erwin logró adquirir acerca de este poderío. Buscó hasta en los rincones más recónditos de la humanidad, para solo saber que la nuestra, no era más que una pequeña porción de lo que hay allá afuera. Cada diario, cada escrito; cada letra. Por años mantuvo este secreto para saber lo que ese milagro se podría tratar. Fueron días y noches estresantes y angustiantes. Tío Erwin jamás se rindió por más que su sello no logró alcanzar un gran potencial. Ni el abuelo Adler ni mamá estuvieron para facilitarle el duro camino. Él solo se tuvo a sí mismo...y a Iliana.
–Yelena...no creo conveniente enfurecerla. –balbucea el hombre de mirada oscura para después, divisarla de reojo. –¿Yelena?
–¿Qué tanto la estás mirando? –cuestiona Levi con un toque de molestia.
–Esos ojos, ese rostro, esa esencia...ese colgante. –menciona la supuesta anti marleyana ignorándolo y recorriendo detalladamente sus ojos en mí. –Es ella. Sí...no cabe duda alguna que eres tú. –su semblante se ilumina. Onyankopon, el hombre sentado a su izquierda, también reacciona igual.
–Definitivamente lo es... –murmura atónito, dejándome aún más confundida como los demás. Aclarando su garganta, reduce su pasmo para dirigirse a mí. –Después de dieciséis eternos años, tenemos la grata fortuna de haberte encontrado con vida, Elaine.
Yelena y Onyankopon, dirigen su mano derecha por encima de sus pechos, inclinando sus torsos hacia adelante como una especie de reverencia. Solo que el segundo, lo hace con pasmo y la primera con suma cortesía antes de poder hablar. Todos los observamos desconcertados; especialmente yo.
–Nos enorgullece ser los primeros en conocerte y saber que sigues con vida...Princesa Elaine.
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