15 de enero, año X854

"𝐄𝐬𝐭á 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐦𝐚𝐥"

Cuatro años tampoco serán lo suficiente para tatuarte dicha frase en la cabeza.

Bonita mía,

Tras recorrer las páginas del pasado, te leo en el presente y me dueles. Pena y aflicción es lo que siento por lo que alguna vez fui. Descuida. No es tu culpa que hayas acabado en este abismo. No es tu culpa que me haya convertido en lo que soy el día de hoy. Sufriste y lloraste tanto que las lágrimas ya no bastaron para saciar el sombrío tormento en tu roto corazón.

𝐓𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐫𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐭𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞.

La vida no siempre es fácil; ahora bien lo sabes. Estás exhausta de luchar. De depender de un sello que se marcó en tu piel desde el día en que naciste. De fingir una sonrisa cuando tu alma te pide llorar. De quedar bien con los demás. De ser buena. 𝐌𝐚𝐪𝐮𝐢𝐥𝐥𝐚𝐫 𝐭𝐮 𝐭𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞𝐳𝐚 𝐬𝐞 𝐡𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐭𝐮 𝐫𝐮𝐭𝐢𝐧𝐚 y evadir el malestar ha sido hasta ahora, lo que te ha permitido continuar. Sin embargo, ya no pudiste más. Tu desgana es tan inmensa que ni siquiera eres capaz de disimular.

No pasa nada. 𝐓𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐫𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐚 𝐝𝐞𝐫𝐫𝐮𝐦𝐛𝐚𝐫𝐭𝐞. Créeme. Escúchame. Obedéceme. Tienes derecho a gritar de dolor y a no querer sonreír si no lo sientes. A veces la vida pesa y nos desgarra sin ninguna contemplación. Tu deber no es estar siempre bien, ni ponerte un disfraz para hacérselo creer a los demás ni mucho menos a ser la esperanza de la humanidad. Ten en cuenta que las máscaras también provocan heridas, porque te ocultan y te ofrecen un personaje al que te puedes enganchar a cambio de traicionarte y perderte a ti misma.

𝐄𝐧 𝐭𝐮𝐬 𝐝í𝐚𝐬 𝐭𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞𝐬 𝐥𝐥𝐨𝐫𝐚 𝐬𝐢 𝐞𝐬 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐨 𝐠𝐫𝐢𝐭𝐚 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐦á𝐬. 𝐕𝐚𝐥𝐞 𝐦á𝐬 𝐞𝐱𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐜ó𝐦𝐨 𝐭𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐡𝐨𝐠𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐲 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧 𝐚𝐥𝐠ú𝐧 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐭𝐞 𝐡𝐚𝐠𝐚 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐚𝐫.

Tu infancia y adolescencia fueron marcadas por heridas que jamás se irán. Pasó lo que pasó. Por más que maldigas el Sello del Zafiro por tus desgracias, es parte de ti. Así como aprendiste a odiar su poder, debes aprender a primeramente aceptar lo que eres con él. Jamás pedimos poseerlo; pero es lo que nos tocó. Ni modo. Perdónate si alguna vez no pudiste evitar perder el control. Perdónate si alguna vez sentiste temor de tu propia sombra. Perdona a los que alguna vez te dañaron por el sello. Pero jamás te perdones por equivocarte. Jamás te perdones por decir que no. Jamás te perdones por ser humana.

Me comunico contigo en una fría mañana de invierno como parte de una dinámica en la escuela. Te escribo con lágrimas en los ojos. Lloro no solo por mí, sino por los que alguna vez confiaron en ti. Infinitos rostros y nombres de seres queridos se cruzan por mi memoria ahora mismo. Unos ya no están aquí; pero otros viven para hacerte sentir menos sola de lo que te has sentido. 𝐔𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐬𝐚 𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐬𝐨𝐥𝐞𝐝𝐚𝐝, 𝐲 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐦𝐮𝐲 𝐝𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐥𝐚.

Deja de sentirte culpable por aquellos que murieron frente a tus ojos. Sus partidas, no fueron más que productos del cruel destino que a la fecha, aún se mantiene en pie. La libertad jamás se ha sentido tan lejana. No obstante, mis esperanzas siguen tan intactas como la pequeña chispa que habita en nosotras desde la infancia. Te felicito por mantener viva a esa niña interior que sigue aspirando a un futuro sin titanes ni maldad. Sigue así. Estoy tan orgullosa de la mujercita que eres y de lo que aún falta en convertirte. No sabes cuán feliz estoy de lo que has conseguido. Con el simple hecho de levantarte cada mañana, estás logrando un gran mérito.

Déjate apoyar por los grandiosos amigos que tienes. Atesóralos. Cuídalos. Ve por ellos. Con Éclair, tenle paciencia. Créeme que lejos de ser la villana del cuento, en realidad es la mayor bendición que la vida te regaló. Una hermana mayor maravillosa y una gran guerrera que tienes bastante de qué aprender. Ámala. Protégela con tu vida. Cuando te sientas perdida, ella será la que estará contigo en las buenas y en las malas. No sabes cuanto la estoy extrañando y necesitando ahora mismo. Daría lo que fuera para que estuviera aquí a mi lado. Así es. Tal como lo oyes. Éclair es la mejor hermana del mundo. Tu confidente. Tu vida entera. Tu zafiro.

En cuanto al amor...solo te puedo decir que la vida da muchas vueltas. No te arrepientas en quien le entregas tu corazón. Disfruta lo que este hermoso sentimiento tiene para darte. Así como el amor te nutre, también destruye; porque te romperán el corazón y la vida te destrozará mucho antes de que puedas reaccionar.

No hay nadie en quien confiar.

Nada es lo que parece.

Cuídate, y aguarda...todo algún día acabará.

–𝐄𝐥𝐚𝐢𝐧𝐞 𝐄𝐢𝐧𝐚𝐫