𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨


~Es tu decisión~

.oOo.

Elaine Einar

El escenario se ocultaba en medio de la gigante nube de polvo y escombros. Sin embargo, Elaine tenía una perfecta visión gracias a la activación de su poder. Era gracias a sus dos zafiros, que le permitía ver más allá de la zona en que se localizaban. Atisbaba a los soldados fuera de su campo de fuerza cristalina; su respiración era pesada, exhausta. Era testigo de como los reclutas la miraban pasmados; atónitos. Veían el resplandor de sus ojos como si se tratara de un fenómeno, y al mismo tiempo, algo tan extraordinario. No se podían creer cómo la más pequeña de los cinco cadetes recién graduados, tenía la agilidad de poder crear semejante ingenio.

–R-Recuerdo el instante que escuché el cañón y los disparos... –Elaine escucha desde sus espaldas a un Armin aterrorizado y tembloroso desde el sitio donde se localizaba. –Después de eso, un instrumento retumbó la tierra y sentí calor. Nos encontramos dentro del cuerpo de un titán, ¿Por qué-?

–Tranquilízate Armin. Eren y Elaine nos acaban de proteger. Es lo único que necesitamos saber... –Mikasa lo tranquiliza, frotando amistosamente su hombro. Este, le sonríe en gratitud. Pero en cuanto a Éclair, su mirada no transmite nada más que pura sorpresa.

–¿Además de nosotros, también salvó a las flores? –Armin agacha la mirada hacia las pequeñas plantas.

–¡Oigan! –llama el oji verde azulado a los tres bajando del cuerpo del gran titán. –¡Oigan! ¡¿Están bien?!

–Eren, ¿Qué es esto? –le pregunta Armin, viendo como los huesos se van desvaneciendo.

–No lo sé, pero esta cosa se está evaporando. Es igual al cuerpo de un titán. Debemos alejarnos. –los tres chicos lo siguen por detrás. –Ellos están esperando ver qué pasará. Las tropas de guarnición están en pánico y apuntando sus armas. Lo más seguro es que nos vayan a atacar de nuevo. Después de ver esto, dudo mucho que podamos hablar con ellos. –sujeta la llave atada a la cadena colgando de su cuello. –Lo único que sé, es que después de ver esto, recordé el sótano. El sótano de mi casa. Mi padre dijo que todo tendría sentido si voy ahí. También es la razón por la que me pasa esto...si voy al sótano podría descubrir por qué me transformo en titán...¡MALDICIÓN! –golpea uno de los huesos, sintiendo todo el coraje transmitido en el impacto. –Miles de exploradores han muerto y murieron por algo tan estúpido como esa maldita información sobre los titanes...¡¿Acaso esa es la única esperanza que tiene la humanidad?! –se pregunta con impotencia, como si todo se tratara de una cruel broma. Sus amigos y Éclair lo divisaban preocupados y sin saber qué contestar. Eren no podía evitar el enojo hacia su progenitor por haberle escondido tantas cosas. Tampoco se quería imaginar qué otros secretos se mantenían en cautiverio en esa oscura habitación. –Y lo mantuvo escondido todo este tiempo en el sótano de nuestra casa...¿En qué diablos pensabas papá?

–Eren... –musita Mikasa, acariciando la bufanda rodeando su cálido cuello.

–Además...¿En dónde ha estado todos estos años? –añade otra pregunta más a su lista. –Está sucediendo...tal y como los padres de Éclair y Elaine... –un golpe en el hombro izquierdo y un coco en su cabeza lo sacan de su desesperado monólogo.

–Imbécil. –lo llama la peli castaña, viendo como Eren se soba el hombro con algo de irritación hacia Éclair. –Hay cosas más importantes que hacer. No es momento para cuestionar lo que ya está hecho.

El alboroto entre los solados de las tropas de guarnición no cesaban. Unos insistían en volver a disparar el cañón, otros suplicaban en fusilarlos y pocos pedían que los encerraran en prisión. No fue hasta que la inmensa marioneta titánica comienza a caer en pedazos, haciendo que todos los soldados rodeando a los chicos, cubran sus rostros del polvo y de las rocas saltantes. Era gracias a Elaine que los cinco se mantenían intactos e ilesos de cualquier impacto. Aquel escudo había reducido su tamaño a uno más pequeño, encubriendo solamente a los jóvenes dentro de la nublosa suciedad.

–¿Cuánto más f-falta?... –tose, cubriéndose la boca. Una bocanada de sangre mancha sus palmas, haciendo que su garganta le ardiera y el pecho le doliera.

–¡Elaine! –exclama su mejor amiga posando sus manos en los hombros de la rubia.

–Descuida, M-Mikasa. –suspira, dejando caer su peso en el cuerpo de la oji azabache.

–Hiciste un buen trabajo... –la felicita, rodeándola en un confortante abrazo.

–Escúchenme. –Eren llama la atención de sus acompañantes. –Pienso irme de aquí. –Armin, Mikasa y Elaine jadean.

–Sí claro, y yo te quiero tanto. –bufa la gemela mayor irónicamente cruzada de brazos.

–No estoy jugando Éclair. –Eren la divisa con seriedad. No tenía tiempo para sus comentarios; mucho menos para discutir y lidiar con ella.

–¿Pero por qué? –Armin lo interroga. –¿A dónde piensas ir?

–Da igual, eso no importa. –el peli chocolate evade su interpelación. –Después cruzaré la muralla e iré al sótano. Ahí me convertiré en un titán de nuevo.

–¿Qué? ¿En verdad puedes hacer eso? –cuestiona Armin, sin creer que se tratara de la cosa más sencilla del mundo.

–Siendo honesto no sé cómo me transformo... –admite. –Pero...creo que puedo hacerlo. Tampoco soy capaz de explicar como mover los brazos del titán.

–Crees pero no estás seguro, ¿Y así piensas en huir de Trost hacia un lugar en donde no hay nada más que una ciudad muerta y una manada de titanes rondando por cualquier lado? –Éclair rueda los ojos. –Como que deberías pensar fuera de la caja si quieres jugar al soldadito bravo.

–Aunque... –la peli castaña cesa su reclamo. –Hace un momento, solo pensé en protegernos de la bala del cañón. Por eso, el cuerpo del titán estuvo incompleto y se desvaneció de inmediato... –su respiración era pesada; forzosa. Atisbaba la palma izquierda para cerrar el puño. –Ahora, pensaré en un titán más fuerte...me convertiré en el titán de quince metros que aniquiló a todos los demás.

–¡Eren! –lo nombra Mikasa. –Tu nariz sangra. –le dice. Eren por su parte se limpia con el dedo índice, tranquilizando sus sentidos.

–Tú y Elaine se ven bastante pálidos. Les cuesta respirar. –Armin toca la frente de su amiga oji azul, quien aún se recargaba en Mikasa intentando reposar. Pero la cristalización del escudo se lo impedía. Luchaba para no desvanecerse. No estaba acostumbrada a mantener su poder activo por un largo periodo de tiempo. –Es claro que algo les hace daño a sus cuerpos.

–Mi salud no tiene ninguna importancia por ahora...

–Pero Eren-

–Se me acaban de ocurrir dos ideas. –Eren interrumpe el intento de hablar de Elaine. Ella suspira en derrota. Tampoco tiene la suficiente fuerza para mantenerse incorporada. –Si ustedes no tratan de cubrirme, nadie intentará matarlos. Ya les he dado muchos problemas. Así que será mejor que yo vaya solo desde aquí.

–No hablas enserio... –Armin abre grandemente sus ojos color cielo. –¡Pero yo-!

–Eren. –Mikasa detiene su hablar. –Yo voy contigo.

–Ni lo sueñes. –deniega el joven.

–Si no puedo seguirte no tendrás que preocuparte por mí. Pero tampoco puedo hacer lo que dices. –sostiene su punto de vista.

–Estoy hablando enserio Mikasa Ackerman, no quiero que vengas. –repite alzando la voz. –Ya no soy más un niño pequeño, ¡¿Por qué no puedes entender que ya no estamos en la edad para que me sigas cuidando como un bebé?! ¡Estoy harto de que me sigas y me digas lo que tengo que hacer y lo que no debo!

–¡Lo hago porque me importas mucho y no quiero que te pase algo malo! –su comentario la enfurece.

–¡Pero ya no quiero! –aún así se niega.

El par de hermanos adoptivos empiezan una disputa como en los viejos tiempos. Solo que esta vez, uno quería tener la razón. Éclair se cubría los oídos, irritada de tener que aguantar a un par de niños pelear por la toma de una decisión. Armin se situaba en medio de los dos chicos sin saber qué hacer o qué decir. Tenía miedo de empeorar las cosas; peor aún, hacerlos enfurecer o estresarlos más de lo que ya están. Creía seguir siendo el mismo cobarde e inútil que tiene que ser rescatado a cada segundo. Ser la sombra de sus amigos mientras ve como todos progresan menos él. Y en cuanto a Elaine, ella suplicaba a murmuros que se detuvieran, le dolía ver a dos de sus seres queridos atacándose verbalmente uno contra el otro; más cuando no han conseguido solucionar el lío que se han metido con las tropas de guarnición.

–¡Eren yo voy a-!

–¡¿Qué parte de que te esperes un momento no entiendes Mikasa?!

–¡BASTA! –grita Elaine con las pocas fuerzas que consiguió recuperar, reincorporándose. Tanto Eren y Mikasa como Éclair y Armin se pasman. –¡Discutiendo no nos llevará a ningún lado! –gira su semblante a su mejor amiga. –Eren dijo que tenía dos ideas. Déjenlo que termine. –le pide, regresando el volumen de su voz a la normalidad.

–Armin. –Eren llama al chico rubio. –Quiero que tú tengas la última decisión. –el joven no comprendía a qué se refería. Lo miraba, esperando una mejor explicación. –Escúchame bien hermano. –le implora, mirando la palma de su mano derecha. –Estoy consciente de que mi plan es algo un poco realista. Usaré el poder del titán; y quiero que Elaine esté conmigo para cubrirme.

–Estás enfermo. –escupe la gemela mayor. –Ya la metiste bastante en tus jueguitos. ¿Acaso no te bastó con el susto que nos dieron a todos cuando creímos que de verdad murieron? –le interroga. –¿No puedes pensar mejor las cosas si de verdad te importa la seguridad de tus disque amigos? ¿Ni siquiera piensas en qué le puede suceder a Elaine si sigue usando su poder por más tiempo? –agrega, haciendo que Eren, Mikasa y Armin se pongan pensativos; mirándose entre ellos tres. Elaine los observaba con preocupación. –Lo que mi padre temió que sucedería ya sucedió. Se descubrió la verdad de Elaine y ahora no solamente a ti te tienen acorralado; a ella la tienen en la mira. –Éclair señala a su otra mitad, quien no dice palabra alguna.

–Por eso mismo es que me la llevaré si hace falta. –insiste Eren en querer conllevar su idea. –Será peligroso tenerla cerca de las otras divisiones; y más con la Policía Militar. Es por eso que haré hasta lo imposible para protegerla si logro controlar mis ataques contra el ejército y cualquier enemigo. –suspira. –Tal vez es una locura chicos. Pero Armin, si logras hablar con ellos y logras convencerlos de que Elaine y yo no somos una amenaza para la humanidad...creeremos en ti y nos quedaremos con ustedes. –los dos chicos crean un profundo contacto visual. Eren buscaba el apoyo de su hermano y la fortaleza, entrelazando sus dedos con los de Elaine. Dispuesto a llevársela con él a donde fuera necesario para alejarla del peligro. –Esa es mi segunda idea... –finalmente concluye. –Pero si me dices que no puedes hacerlo, entonces llevaré a cabo mi primera idea...y Elaine se vendrá conmigo.

–Eren... –musita la chica de los dos zafiros.

–Tienes quince segundos para decidirte. –dice, presenciando como el objetivo del cañón es dirigido a los cinco por segunda vez. –Puedes hacerlo o no...sin importar lo que sea, Elaine y yo respetaremos tu decisión.

–Eren ya fue suficiente. No lo hagas.

–Tú ni hables. –demanda el nombrado a Éclair. –Elaine, prepárate en caso de que vuelvan a disparar. Quiero que uses tu poder para crear de nuevo tu escudo de cristal.

–¡¿Qué?! –exclaman Armin y Mikasa.

–¡Eren ya no sigas más! ¡¿No ves que ya no puede?! –vocifera Éclair.

–¡SILENCIO! –con enfurecimiento, el oji verde azulado calla a los tres chicos, en especial a la oji castaña. –¡Esto es una cuestión de vida o muerte! –declara. –¡Elaine también tiene que aprender a acostumbrarse al poderío que yace en ella y sacar provecho de sus habilidades! ¡Si no lo hace, entonces ella tampoco se hará fuerte y estaremos perdidos!

–¡Por favor chicos paren! ¡No me gusta que se peleen por mí! –pide Elaine, juntando las dos manos como signo de súplica.

–Eren... –habla la presionada voz de Armin. –¿Por qué me confías una decisión tan importante? –su interrogación hace callar a todos.

–Porque sin importar la situación... –una confortante sonrisa se ilustra en los labios del peli chocolate. –Tú siempre tienes la habilidad de encontrar soluciones. Es por eso que te lo estoy pidiendo, hermano.

–¿Cuándo he solucionado algo? –indaga, porque aún seguía sin poder creer que tiene la capacidad que Eren describió sobre él. No se veía a sí mismo llevar a cabo las mejores decisiones; y aunque supiera, sentía que el decidir por la vida y la seguridad de sus amigos, no era suficiente para ser reconocido y valorado por los más fuertes. La mano de la oji azul se posa en las suyas, mientras que con la otra levanta su mentón.

–Lo has hecho muchas veces Armin, como hace cinco años. –describe la menor del cuarteto de amigos. –Si no hubieras ido a pedirle ayuda a Hannes, Mikasa, Eren, Éclair y yo hubiéramos muerto devorados. Eres nuestro héroe... –los dos primeros nombrados asienten con una leve sonrisa, concordando con la respuesta de su querida amiga. Los cabellos dorados del oji azul cielo se removían con vigor a causa de la caída de uno de los huesos de la marioneta titánica. Ella, mueve el brazo con el que posaba encima de las manos de su amigo. Alejando el exceso de tierra, polvo y escombros con tal de amortiguar la colisión del declive.

Armin la contemplaba; a la dulce niña que aún mantenía su rostro sujeto. Le era inevitable no hipnotizarse con la chispa que esos dos zafiros ilustraban desde kilómetros lejanos. Durante todo este tiempo, se mantenía con una idea errónea sobre su persona. Creía ser una carga; un pobre cobarde. Pero sus amigos, jamás pensaron eso sobre él. Nunca lo vieron como una molestia, sino como su fuente de sabiduría. El máximo portador de sus sueños. El niño que siempre sueña con ir a visitar aquella gran masa de agua salada ubicada en un sitio que ninguno antes ha visto. El niño que anhela conocer el mar.

–Armin ya no hay tiempo. –Éclair le ruega al escuchar el cañón detener su movimiento. –Ni se te ocurra decir una pendejada porque te juro que tus hijos lo sentirán. –le amenaza, alzándole el puño derecho. Acción que estremece al pobre chico.

El mayor piensa cuáles serían las palabras correctas. Tenía en su responsabilidad la vida de tres niñas y su más preciado hermano. Eran las personas en que más confiaba en el mundo. Se percató de eso cuando pusieron sus vidas en sus manos. Ellos le creen, se fían en él. ¿Qué más necesitaba para asegurarse de eso? ¿Una muestra de valor? ¿Un sacrificio? No podía permitir que uno de ellos arriesgaran todo por salvarlo. Perdió todo un escuadrón entero a causa de eso; Eren y Elaine estuvieron al borde de la muerte. Creyó haberlos perdido por el resto de la eternidad. No toleraría tener que atravesar por otro evento tan horrible. Por eso, las cosas tenían que cambiar. Es la hora de cambiar.

–Dudo persuadirlos sin fallar. –dice firmemente reincorporándose del suelo, dejando perplejos a los demás. –Necesito que ustedes actúen lo menos agresivos posible. –solicita, para ver como Eren y Mikasa vuelven a asentir con una sonrisa. Mas las gemelas Einar, se mantenían calladas ante las órdenes del joven.

Armin da la media vuelta, caminando hacia la figura de autoridad quien se encargaba de mantener a los chicos sin escapatoria alguna. Estaba decidido de darlo todo por ellos; por los que más ama. Desarma todos sus equipos, tirándolos al suelo para demostrar con más razón que ellos no son los enemigos que los demás piensan que son. Quería mostrar la inocencia de sus amigos a través de la ausencia de sus armas.

–¡DETÉNGANLO! –grita el soldado pelirrojo, en lo que los soldados restantes apuntan con sus mosquetes. No obstante, el acto seguido de Armin, fue alzar las manos saliendo entre la nube de suciedad. –¡FINALMENTE HAS REVELADO TU VERDADERA FORMA MONSTRUO! –exclama. –¡LO HARÉ! ¡VOY A DAR LA SEÑAL DE FUEGO!

–¡Eren y Elaine no son unos enemigos de la humanidad! –su suave y fina voz se torna a un poderoso clamor; erizando las pieles de los testigos. –¡Le juro que estamos dispuestos a revelar toda la información con la que contamos!

–¡SUPLICAR POR SUS VIDAS NO AYUDARÁ! –declina el capitán. –¡CIENTOS DE PERSONAS VIERON SUS VERDADERAS FORMAS! ¡NO HAY NADA MÁS QUÉ DECIR! ¡SI INSISTES EN QUE ELLOS NO SON NUESTROS ENEMIGOS, ENTONCES PRUÉBALO!...¡En cambio! –su clamor se suaviza. –¡Si no puedes hacerlo!...¡VOY A ABRIR FUEGO CONTRA ELLOS!

–¡NO ES NECESARIO PROBARLO! –Armin vuelve a gritar con más fuerza. –¡LA APARIENCIA DEL TITÁN NO TENDRÍA QUE SER PROBLEMA DE ESTA DISCUSIÓN, SEÑOR!

–¡¿QUÉ DICES?!

–¡OÍ QUE MUCHAS PERSONAS VIERON AL TITÁN EN ACCIÓN! –testifica el oji azul. –¡EN CUYO CASO, TAMBIÉN LO VIERON PELEAR CONTRA LOS DEMÁS TITANES! ¡Y DEBIERON HABER VISTO QUE TODOS FUERON PARA ATACARLO! ¡EN OTRAS PALABRAS, LOS TITANES TAMBIÉN LO VIERON COMO UNA PRESA, TAL COMO NOS VEN A NOSOTROS! –la aclaración deja a todos con la boca cerrada. El chico ya estaba a sus límites. Estaba enfurecido. –¡ESO ES IRREFUTABLE! ¡NO IMPORTA LO MAL QUE USTEDES LO MIREN!

Ahora ya no había palabras qué intercambiar contra la ignorancia en forma humana. Armin ya había dicho todo lo que se tenía que decir. Solo estaba en la elección de los reclutas y su capitán, si dejar a un lado el temor y ceder, o desaprovechar la ventaja de que por una sola vez, la humanidad tuviera la supremacía por encima de las temibles bestias.

–Lo que dijo es cierto...

–¿Un titán como nuestro aliado?

–¡Tiene razón!

Eren suspiraba con alivio, admirando con sumo regocijo a su mejor amigo desde la distancia. Estaba tan orgulloso de él que quería correr hacia Armin y brindarle un fuerte abrazo. Pero su tranquilidad, solamente duró menos de diez segundos.

–¡PREPÁRENSE PARA DISPARAR! –el capitán Weilman alza la mano derecha. –¡NO SE DEJEN ENGAÑAR POR SUS INGENIOSAS ARTIMAÑAS!

–¡¿QUÉ?! –gritan los cinco chicos, abriendo grandemente los ojos.

–¡NO PODEMOS PREVER LO QUE ESTÁ PLANEANDO ESE TITÁN! ¡SI PUEDE SER HUMANO Y PUEDE HABLAR NUESTRO IDIOMA, SIGNIFICA QUE PUEDE PENSAR EN UNA FORMA DE ENGAÑARNOS!

–¡¿ES UNA PINCHE BROMA?!

–¡Cállate Éclair! –Mikasa cubre la boca de su archienemiga. Aunque se removiera, la joven Ackerman era más resistente.

–¡NO PERMITIREMOS QUE SE SALGAN CON LA SUYA! –dicha exclamación indica a todos a apuntar hacia al centro. Todos los mosquetes y espadas se dirigían a ellos.

Era imposible. Ese hombre no razonaba en absoluto debido al miedo que le tiene a lo inexplorado. Armin busca la ayuda con la mirada hacia sus acompañantes. Ahora el aterrado era él por no haber conseguido el objetivo. La impotencia se reflejaba en sus ojos y en la facción de su cara. El corazón lo tenía hecho añicos. El asentir de Eren lo atemorizó aún más, sobretodo porque la sonrisa no se le borraba, como si le dijera "Todo va a salir bien". Ante eso, Elaine demostraba lo contrario. Lo observaba con las lágrimas fluyendo de sus zafiros activos. Ella sabía que algo no rondaría bien si ella huía de la mano con Eren. Armin también lo sabía. Definitivamente no iba a permitir que los mataran. No más.

–¡COMO SOLDADO...! –recita con todas las fuerzas en su voz, dirigiendo el puño derecho hacia su pecho al realizar aquel saludo. –¡YO TAMBIÉN JURÉ CONSAGRAR MI CORAZÓN PARA RESTAURAR A LA HUMANIDAD! ¡NADA ME HARÍA MÁS FELIZ QUE MORIR EN BATALLA POR ESA CAUSA!

–Armin... –susurra Elaine conmovida por su coraje. Sus lágrimas caían como cascadas, incluso encima de sus palmas que cubrían sus labios.

–¡SI COMBINAMOS SU HABILIDAD CON LA INTELIGENCIA DE LA RAZA HUMANA, PODREMOS RETOMAR ESTA CIUDAD POR LA GLORIA DE LA HUMANIDAD! –recita el plan que conllevó en mente para realizarla a cabo. Podía apostar que hasta sus fieles compañeros reclutas admiraban la escena desde los tejados de las casas pasmados. Lucian, Reiner, Sandra, Annie, Bertolt y Jean lo hacían. –¡EREN Y ELAINE PODRÍAN SER LA RESPUESTA! ¡EN EL POCO TIEMPO QUE ME QUEDE DE VIDA, SEGUIRÉ ABOGANDO POR SU VALOR ESTRATÉGICO!

Y ahí estaba él. En una posición que le traía desasosiego, pero a la vez enorgullecimiento y valor. Dispuesto en su totalidad de inclusive dar su vida por sus amigos. Un acto digno de aplaudir. Toda la audiencia presente esperaba algún tipo de mandato, o al menos una respuesta de Weilman; quien se mantenía en un silencio mortal que generaba especulaciones. Los cinco jóvenes sentían la sangre correr rápidamente por sus sistemas. La adrenalina era demasiada para ellos aguantar. Querían salir de aquí y generar una estrategia para recuperar la ciudad de Trost. Aún después de este alboroto, ellos se mantendrían de pie por sus propios camaradas; no por nadie más.

–Capitán Weilman... –lo nombra uno de sus subordinados. –Creo que sus palabras valen la pena.

–¡CÁLLATE! –violentamente vocifera, a punto de alzar la mano en su totalidad. Por mucho que los chicos suplicaran por sus vidas, para el hombre, seguían siendo unos traidores. Según sus conocimientos, deshacerse de aquellos que violan las reglas, es el deber de un verdadero soldado.

Aunque creía que aquellos niños se rendirían ante sus amenazas, ninguno se queda de brazos cruzados. Mikasa se posiciona a punto de agarrar sus espadas, Eren prepara la mano derecha dispuesto a morderla y rasgar su piel para convertirse de nuevo en titán y Elaine cruza los brazos antes de alzarlos con tal de crear su escudo cristalino; atenta ante los disparos de los mosquetes y el siguiente rugido del cañón en lo que Éclair opta por proteger a Armin corriendo a su sitio y envolverlo entre sus brazos. Era raro viniendo de ella, pero tenía que hacerlo por el bien de todos y el suyo. Era la primera vez en cinco años que los cinco, desde la caída de la Muralla María, que vuelven a cooperar juntos como equipo. Los cinco niños de Shingashina unidos contra las diferencias y la adversidad.

–¡Es suficiente! –grita la voz de un señor mayor. Deteniendo al capitán de dar la orden de fuego. –Veo que aún eres tan frágil como un ciervo a pesar de tu tamaño Weilman.

–¡Comandante Pixis! –exclama el hombre pelirrojo.

–¿No puedes ver el esplendido saludo de ese pequeño soldado? –interroga, mostrando la figura de Armin siendo abrazada por Éclair sin dejar de hacer el saludo de los Exploradores. –Acabo de llegar, pero me han informado sobre la situación...hazte cargo de los refuerzos. –ordena al ignorante adulto. –Algo me dice que debemos escuchar a estos jóvenes cadetes.

Ante las milagrosas palabras del señor con bigote grisáceo, Armin y Elaine caen de rodillas como si fueran almas gemelas. Llorando, sonriendo y suspirando con un gran alivio. Solo que la chica elimina la suya para sollozar, cubrir su rostro y ser abrazada por Mikasa y Eren; posteriormente Armin se les une para invitar a Éclair a ser la última participante de ese abrazo acogedor que tanto necesitaron después de haber pasado tal espantosa experiencia. Éclair se sentía incómoda ante el acto, de todos modos no tenía a nadie con quien regocijarse al menos que ella se dejara. El adulto mayor miraba la escena con empatía, pues tenía una idea de lo duro que debió ser para ellos. Y no se equivocaba. Él veía en ellos algo sumamente especial, y estaba más que ansioso y emocionado de descubrir lo que Eren y Elaine tienen bajo la manga para contribuir con la victoria de la humanidad. Estaba listo para la acción.

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