𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬
~Más allá de la impotencia~
.oOo.
✧Elaine Einar ✧
–Oh... –musita Eren.
–No... –concluyo, observando delante nuestro al igual que él.
Han pasado varios días. Casi una semana desde que nos encerraron en esa helada y solitaria celda. Comíamos poco; apenas conseguíamos pegar el sueño. Eren es quien más me tiene inquieta, porque él ha descuidado sus horas de sueño y de comida con tal de que yo estuviera lo más cómoda posible. Sus raciones me las daba. Las cobijas me arropaban más a mí. Vigilaba que nadie se le ocurriera arremeter en mi contra sin que yo me diese cuenta. Cada día me siento peor por él. Por mí. Por nosotros. Si hubiéramos tenido más cuidado en la guardia media, no estaríamos pasando por todo este embrollo. Eren no se hubiera convertido en titán y yo hubiera podido esconder mis poderes por más tiempo.
Se supone que Eren lleva ese poder dentro suyo desde la caída de la Muralla María. La misma cantidad de años en que mis padres se esfumaron con el viento. Todo esto es tan insólito que podría quedarme toda una noche pensando sin cesar. ¿Como no me di cuenta antes que las fechas coinciden? Quizás...el señor Grisha está con mis padres ahora mismo. A lo mejor si lo conseguimos encontrar, él nos podría dar una pista o podría ayudarnos a encontrar a mamá y papá.
Las puertas detrás de nosotros se cierran, entrando a una gran sala. Una corte en donde se se decidirá si Eren y yo somos una total amenaza o la esperanza para nuestra raza. Me impresiona que no haya patentizado mi nerviosismo con tanto sentimiento, al contrario. Tuve que controlarme emocionalmente porque no podía manifestarme así de sencillo. Nos tenían vigilados cada segundo. Hasta cuando teníamos que usar el baño, nos escoltaban. Fue tan incómodo; vergonzoso.
No puedo describir lo abrumada que me siento de estar ante el ojo de miles de espectadores. Eran demasiada gente en el tribunal; más de los que podía contar. Habían de todo; desde capitanes, soldados y cadetes hasta pueblerinos y pastores. Todo este tiempo, estuvimos encerrados en la prisión de la corte. En este instante, capto el porqué mi papá temió tanto de que mi poder fuese descubierto por la Policía Militar o cualquier tipo de división. Mis piernas no dejan de temblar. Tengo mucho miedo. Quiero a mi mamá. Quiero a mi papá.
–Elaine, siento que me voy a orinar del miedo... –me susurra.
–Eren, este no es el momento de bromear. –lo regaño con el mismo volumen.
–¡Dense prisa! ¡Muévanse! –uno de los soldados me empuja con su mosquete, causando una molestia en mi espalda a la par que me veo obligada a seguir caminando. –¡Arrodíllense! –nos manda.
–Ay no... –murmuro, sintiendo un nudo en mi garganta.
Eren y yo obedecemos. Con posterioridad, encierran nuestras cadenas a través de una especie de barrote de metal incrustado para que no se nos ocurriese escapar o usar nuestras habilidades para llevar a cabo un plan de huída. Estamos demostrando que a pesar de tener la superioridad, no lo pensamos ni vamos a hacer.
¿Qué más quieren para que sepan que nosotros no somos los villanos? ¿Por qué nadie nos entiende? ¿Qué no les importa lo que sentimos al respecto? ¿No les importa que seamos unos niños condenados ante una injusticia?
Todos nos están viendo. Están murmurando sobre nosotros. No soporto que me miren tan feo. Yo no quiero estar aquí.
–Por favor Elaine, tranquilízate. No puedes entrar en pánico ahora. –dice Eren, inclinando su torso a la derecha para que yo solo pueda escucharlo. –Si lo haces, todos verán el resplandor de tus ojos.
–Es que me da mucha vergüenza...me recuerda mucho cuando era niña. –respondo cabizbaja, tratando de evadir el contacto visual con cualquiera. Ni siquiera con Éclair, Mikasa y Armin; quienes ya identifiqué sus presencias a nuestra derecha, lejos de nosotros. –No quiero que nadie me vea así...
–Chicos... –Eren los llama a susurras. Ya se dio cuenta de que están aquí.
Las pisadas de un hombre de cabellos grisáceos provoca el silencio absoluto en la sala. Al parecer, será el juez quien llevará a cabo la sesión.
–Muy bien. Daremos inicio... –comienza a hablar. –Eren Matthew Jaeger de quince años. Nacido el 30 de marzo del año 835, ¿Correcto? –indaga. –Un cadete que se acaba de graduar en el sexto puesto de la generación 104 que juró dar su vida por la humanidad...¿Estoy en lo cierto?
–Así es. –responde nerviosamente a mi lado.
–Y Elaine Elizabeth Einar Smith... –hojea el segundo de sus documentos, denominando mi nombre completo. –Catorce años, nacida el 22 de septiembre del año 835. Recién graduada en el quinto puesto de la generación 104 con tres menciones honoríficas: Alto rendimiento, excelencia académica y titulada como cadete ejemplar de la generación. Una niña prodigio. ¿También estoy en lo cierto?
La audiencia absoluta me atisbaba, esperándome a que yo respondiera ante la confirmación de mi perfil. Esas penetrantes miradas me embestían hasta el último centímetro de mi ser; desnudando mi integridad y arrugando mi espíritu. Trago una fuerte bocanada de saliva y exhalo.
–Sí señor, está usted en lo correcto. –contesto suave pero firmemente.
Ver las desamparadas miradas de Armin y de Mikasa me ponen triste. No obstante, ver el desamparo en los ojos que mi querida maestra Lizy localizada cerca del capitán amargado, me rompe el corazón. Era como ver a una madre compungida por su hijo; y le entendía porque ella vió crecer a la Clase A desde el primer día que ingresamos a la base de reclutas. Lizy vio a sus infantes convertirse en adolescentes. Lizy fue más que solo nuestra tutora y nuestra niñera, Lizy fue nuestra figura materna en esos tres años.
–Como verán, este es un caso especial. En este juicio la ley común no va a aplicarse, así que se hará una corte marcial. Significa que la decisión final la tomaré yo, ¿Entendido? –nos explica, sin despegar el ojo de sus papeles. –En esta corte juzgaré si merecen vivir o morir...¿Alguna objeción?
–No. –entre los dos damos la respuesta.
–Agradezco sus rápidas comprensiones muchachos. –gratifica. –Iré directamente al grano: Como era de esperarse, resultó imposible ocultarle al mundo sus existencias. Si no hago un anuncio oficial, podría surgir una nueva amenaza; la cual no tendría que ver con los titanes. Hoy voy a decidir cuál división militar será la que se quede con sus custodias: La Policía Militar o la Legión de Exploración. Muy bien...escuchemos la opinión de la Policía Militar.
No. No. La Policía Militar no. No quiero...
–Comandante de la Policía Militar: Nile Dok. Yo seré quien tome la palabra. –mis ojos se dirigen al alto y esbelto hombre peli azabache, sosteniendo unos papeles entre sus manos. –Señor, todos nosotros hemos determinado que lo mejor será deshacernos de ellos. Una vez concluido el análisis de sus cadáveres. Es cierto que gracias a estos jóvenes soldado, logramos defender nuestro territorio de los titanes. –agrega. –Sin embargo, sus solas existencias pueden ser la causa de un conflicto interno...Por esa razón, después de haber obtenido toda la información posible, los soldados Eren Jaeger y Elaine Einar serán enterrados con honores.
Mi cabeza niega rotundamente, plasmando la mirada en el oji verde azulado hincado a mi lado izquierdo. Era intenso mi deseo de aferrarme a cada centímetro de su ser y no despegarme de él. Pensar en la muerte me causa pánico; terror. Soy demasiado chica para concluir con mi vida. Hay tantas cosas que quiero hacer que no se me hace justo que muchos de nuestra propia raza nos quieran aniquilar por pura ignorancia. Todo esto es demasiado despótico.
–¡Eso no era necesario! –un susodicho pastor nos señala a los dos. –¡Esas plagas son un par de infiltrados de las murallas! –sus patéticas falacias abundaban entre todo el silencio que habitaba en la sala. Eren lo desprecia con la mirada, mas yo rodeo los ojos de manera impaciente. Sin ganas de andas oyendo las mentiras de un inculto.
–Le pido que guarde silencio. –ordena el señor juez. –Ahora vamos a escuchar lo que opina la Legión de Exploración.
–Sí... –el líder acepta con el fin de manifestar su opinión. –Comandante de la Legión de Exploración: Yo, Erwin Smith, voy a tomar la palabra. –el adulto mantenía su semblante firme. Su aura y su presencia en la corte llamaban mi sangre. Era sin duda el mismo hombre quien nos protegió y guió a una salvación segura. Aquel quien me abrazó y me consoló por breves segundos cuando la terrible desgracia ocurrió. Eren se veía igual de impresionado como yo. Los dos estamos pasmados. –Nosotros aceptamos a Eren y a Elaine como miembros oficiales de la Legión de Exploración, y queremos su poder de titán y el poder del sello para recuperar la Muralla María...eso es todo. –concluye.
¿Es todo? ¿No tiene ninguna otra razón para tenernos bajo sus alas? ¿Nada más nos necesita por nuestros poderes?
Los murmuros comienzan a esparcirse. Al parecer todos están igual de perdidos como Eren y yo. Cambio disimuladamente mi mirada hacia la izquierda. No tengo idea qué palabras estarán intercambiando mis amigos con mi hermana. Los tres parecen querer saber la opinión de cada uno al respecto, o trataban de examinar la coyuntura.
–Hmm...¿Solo eso, Smith?
–Sí. –asiente ante la interrogación del juez. –Si usamos los poderes de Eren y Elaine, recuperaremos la Muralla María...Nos parece que es claro lo que debe priorizarse, señor.
–Comprendo... –lo divisa el responsable de la sesión. –Por cierto, me gustaría saber en qué lugar piensan realizar la ejecución de su plan...Comandante Pixis. –lo llama. –¿Ya fue sellada la apertura de la muralla en el distrito Trost, ¿Verdad? –pregunta, girando su semblante al líder quien se encargó de cuidarnos por un breve tiempo.
–Sí. Y creo que nunca más volverá a abrirse. –responde con sumo orgullo. –Esos dos niños son grandiosos. Conocerlos ha sido un verdadero honor. –su rostro nos sonríe a Eren y a mí, como si le diera gusto de volvernos a ver. Pero también parecía verse entristecido por tener que ser testigo de tan cruel interrogación.
–Partiremos desde el Este por el distrito Caranes. –el Comandante Smith inicia su explicación. –Desde ahí, iremos a Shiganshina. Sin embargo, seguiremos buscando rutas alternativas.
–¡Esperen un momento! –detiene uno de los presentes. –¡¿No sería buena idea utilizarlos para cerrar todas las puertas?! ¡Solo el Titán Colosal ha podido destruir las puertas de las murallas! ¡Si nosotros la reforzamos, ya no volverán a atacarnos de nuevo!
–¡Cállate! ¡Maldito perro mercante! ¡Si usamos su poder de titán y la chica del poder extraño podremos recuperar la Muralla María!
–¡A partir de ahora, nosotros no seguiremos soportando sus arrebatos infantiles!
–No sabía que los cerdos podían hablar... –mis oídos distinguen la voz del hombre de ojos grisáceos azulados; el de la mirada fría y penetrante. Su modo de hablar me eriza la piel, pero no consigue intimidarme como lo hizo con esos hombres. –Si reforzamos los muros, no hay garantía de que los titanes no nos ataquen. –dice, realizando que su enfoque tiene sentido. –Y ese "nosotros" que tanto repiten...son nuestros compañeros que mueren mientras ustedes engordan... –dicha declaración suya me toma por sorpresa. Su manera de hablar es tan peculiar. No parece arrepentirse en absoluto. –Son unos cerdos ciegos que no ven como los demás luchan para mantener las tierras que los alimentan...
Yo no puedo hablar por Éclair, pero eso sí. Su aturdimiento era más notorio que el mío. Aquél capitán transmitía todos sus pensares; tal como ella lo hace sin remordimiento. El adulto no se percataba que tanto Éclair como yo, no le quitábamos la mirada de encima.
–¡Oiga! ¡Sólo quería decir que si reforzamos las puertas seguiremos con vida!
–¡Tú cállate! ¡Eres un hereje insolente! –le grita el sacerdote. –¡¿Estás pensando en manipular la sagrada Muralla Rose con las sucias manos humanas?! ¡Blasfemo!
Bla bla bla, ¿Cómo no se pueden callar la boca por un maldito segundo? Lo único que hacen estos dos brutos es escupir estupideces donde nadie los llama. Si mamá o papá estuvieran en mi mismo lugar, ¿Qué harían ellos para tratar con algo así?
–Orden en la corte. –implora el señor juez, generando de nuevo el silencio. –Quiero que ambos dejen las opiniones personales para otro momento. –realiza una pequeña pausa. –Joven Jaeger. Quiero confirmar algo. –Eren lo divisa atentamente. –Dime, ¿Tu lealtad y corazón siguen del lado de la humanidad y nos ofreces tu habilidad de titán?
–¡Sí, lo juro señor! –responde alto, nervioso pero firme.
–Oh... –exclama. –Sin embargo, en el informe oficial de la batalla en el distrito Trost decía: Después de convertirse en titán, atacó sin piedad a la soldado Mikasa Ackerman.
No es cierto...
–¿Q-Qué?... –tiemblan sus labios, viendo como Mikasa intenta cubrir su cicatriz en la mejilla derecha disimuladamente con su corto cabello azabache. Al parecer, Eren no recuerda nada de lo que pasó. Ni yo estuve ahí cuando eso sucedió. Pero...¿En donde estaba yo? ¿Qué fue lo que estuve haciendo? Mis recuerdos están nublosos.
Mikasa, Armin, Eren y yo le dedicamos una mirada de odio a la chica peli grisácea parada a su izquierda quien justifica su motivo que ocultando la verdad "no traerá beneficio alguno". No cabe duda que ella fue la que dio con el chisme y arruinó todo con su falta de fingimiento. Tenía que ser esa chica...
–¿Mikasa Ackerman? –la nombra por segunda vez, haciéndome recordar nuestros días en el Cuerpo de Cadetes cuando solían tomar asistencia cada mañana.
–Sí, soy yo señor. –responde mi mejor amiga con firmeza. Aún su mirada se mantiene frustrada y estresada ante esa soldado, y la entiendo. Quería ayudar en lo que fuera necesario. Se sentía impotente al estar lejos mío y de su hermano adoptivo.
–Quiero que respondas... –le pide el señor juez. –¿Es cierto que el soldado Jaeger te atacó en su forma de titán?
Es la primera vez que la veo balbucear, vacilante ante su contestación. La encerrada ahora era ella. Quería mentir, tapar el sol con un dedo y tratar de amortiguar el acontecimiento; pero si lo hace, no podrá ayudarlo. Son más las acusaciones en su contra, mas no hay ninguna para mí por el momento. Eren es quien la está pasando peor que yo. Me duele mucho verlo tan indefenso. Un nudo se genera en mi garganta, incapaz de poder socorrer a mi hermana del alma. Mikasa ha hecho tantas cosas por mí, y yo no siquiera puedo devolverle el favor como ella se lo merece.
–Sí...es cierto señor. –a Mikasa, no le quedó de otra mas que admitir lo que fue cierto. Un par de lágrimas resbalan de mis ojos hasta mis mejillas, sintiendo que este podría ser nuestro definitivo fin. Ella me mira con tanta pena. Le dolía tanto como a mí verme encadenada como si fuera un animal. Para Mikasa, ver a su hermanita tratada de ese modo le rompía el alma en pedazos. Armin la rodea con el brazo, frotando su hombro para serenar un poco esa angustia reflejada en sus hermosos ojos. Después de todo, ella mantiene su seriedad en público.
–Lo sabía...un titán siempre será un titán.
–¿T-Traté de matar a Mikasa?...¿Es enserio? –murmura Eren, como si todo fuera un maldito chiste.
–No les hagas caso Eren. Son unos ineptos. –le susurro de lado. –Quizás tiene que ver cuando perdiste el control de tu poder. Créeme, a mí también me pasó igual.
–¿Cómo así? –gira su cabeza, generando un contacto visual en lo que los comentarios seguían en pie.
–No lo sé. No me acuerdo de muchas cosas. –admito, observando el suelo pensativa. –Lo poco que conservo en mi mente, es que hubo un instante en que me sentí vacía...como si mi magia fuese bloqueada por una especie de fuerza sobrenatural. Yo...quería salvar a alguien...pero no rememoro a quién.
–Sin embargo... –Mikasa vuelve a parlar. –Él salvó mi vida en dos ocasiones. Y lo hizo mientras estaba en su forma de titán. –testifica. –La primera vez yo me encontraba a punto de morir en manos de un titán. Y en ese momento, Eren apareció y me protegió. La segunda vez, él nos protegió a mí, a Armin y a Éclair de la bala de un cañón. Y Elaine utilizó su poder para resguardarnos a todos de los disparos frente a nosotros. –me añade a su demostración con el fin de obtener la ventaja de ganar. –Me gustaría que mi testimonio quedara como evidencia.
–¡Alto! ¡Objeción! –impide el Comandante Nile que Mikasa prosiga con su parlamento. –Creo que las declaraciones de la joven soldado interfieren con el juicio por ser demasiado subjetivas. Mikasa Ackerman perdió a sus padres desde niña y fue acogida por la familia de Eren Jaeger. –la manifestación dicha por la figura de autoridad, enfurece a la peli azabache. –A través de nuestras investigaciones, hemos descubierto unos hechos que nos parecen pertinente presentarlos ahora. –tanto Mikasa como Eren, deben sentirse atrapados ante no tener una escapatoria. Aquella información era muy privada y sensible para los dos. El Comandante inicia a leer sus documentos en mano. –Eren Jaeger y Mikasa Ackerman, a la edad de nueve años, apuñalaron a muerte a tres hombres buscados por robo y secuestro. –diviso a Éclair volteando a ver a mi amiga con pasmo. Las dos sabíamos acerca de la tragedia de la familia Ackerman, pero jamás fuimos conocedoras de los detalles completos. –Aunque se determinó legítima defensa, esta acción nos hace dudar de la existencia de su humanidad. ¿Acaso confiaremos nuestro recurso y fondos de la humanidad en personas de esta calaña?
–Eren por favor, respira. –le ruego preocupadamente a mi acompañante, viendo como la sangre le iniciaba a hervir de rabia y furor. No soy nadie para juzgar los motivos de Eren y Mikasa, pero estoy segura de que lo hicieron para protegerse. Ellos no son malas personas.
–¡Sí! ¡Y ella también! –la señalan. –¡No podemos saber si es humana o no! ¡¿Cierto?! ¡También deberíamos hacerle una autopsia!
–¡No! –exclamo en desesperación.
–¡ESPEREN UN SEGUNDO! –aclama Eren perdiendo la paciencia. –¡ES PROBABLE QUE YO SEA UN MONSTRUO, PERO ELLA NO TIENE NADA QUE VER! –Mikasa abre sus ojos conmovida. –¡NO LE HAGAN DAÑO! –suplica. –¡A NINGUNO DE MIS AMIGOS!
–¡¿CÓMO PODEMOS CREERTE?!
–¡DIGO LA VERDAD! –repite con insistencia.
–¡SEGURAMENTE LA ESTÁ CUBRIENDO!
–¡QUE NO! –por la ira, mueve vigorosamente sus brazos encadenados.
–¡Eren ya es suficiente! ¡Solo vas a empeorar las cosas! –intento hacer que entre en razón, percatándome de las reacciones pasmadas de la audiencia.
–No...se equivocan. –su voz se calma. –Hasta este momento...solo han estado haciendo puras especulaciones y solo dicen lo que les conviene. –no alcanzo a examinar su rostro, pero está harto de todas las mentiras; como yo.
–¿Qué? ¿Qué dijiste?
–Bueno, en primer lugar...ustedes nunca han visto un titán. ¡¿Entonces por qué tienen tanto miedo?! –sus preguntas callan a todos. –¡Si los que tienen poder no quieren pelear!, ¡¿Entonces qué sentido tiene?! ¡Si todos tienen miedo de luchar!, ¡¿Para qué sobrevivir?! ¡Déjenme usar mi fuerza! ¡Dejen a Elaine dominar su poder sin miedo a que las personas la hagan sentir como un fenómeno y viva con libertad de ser lo que ella es! ¡Ustedes...SON SOLO COBARDES! ¡YA CÁLLENSE Y SOLO HAGAN LO QUE LES DIGO! –el silencio mortal agobia a los presentes sin saber cómo reaccionar.
–¡APÚNTALE! –demanda el Comandante Nile a uno de sus soldados.
–¡SÍ! –capta para preparar rápidamente su mosquete y apuntarlo con todo el afán de matarlo frente a mis ojos.
–¡NO! ¡EREN! –no pensé dos veces en activar el destello azulado de mis ojos y cristalizar mis propias cadenas para librarme y protegerlo con mi escudo. Pero mi intento fue fallido cuando los cierro con fuerza, después de ver como la pierna del subordinado del Comandante Erwin se desplaza con una monstruosa vitalidad.
Vuelvo a aclarecer mi mirada, mirando como uno de sus dientes sale volando hasta caer contra el suelo. Lo miro con incertidumbre, mas no le dio tiempo de respirar a Eren. Vuelve a patearlo ahora en su estómago, sacándole todo el aire para agarrarlo de su cabello chocolate y su camisa y posteriormente, meterle un rodillazo en su carita.
Todos miran pasmados la horrorosa escena, hasta los mismísimos sacerdotes. Mi corazón no evade romperse en mil pedazos; mis lágrimas caen como una fuerte tormenta. Mikasa, Armin e inclusive Éclair jadean con fuerza y tensión.
–¡DETENTE MIKASA! –Armin detiene sus brazos antes de que ella se lanzara hacia el capitán y arremeterlo con la misma rabia que yo siento.
Vemos con Eren tose vigorosamente sin aire. Su nariz y su boca sangraban a chorros. El capitán pisa su cabeza, haciéndolo chocar contra el piso sin piedad.
–Tengo una hipótesis... –oír su tediosa voz me hacen querer estrangularlo. –Creo que el dolor es la mejor educación...lo que necesita este cadete...no es educación verbal, sino un castigo. –sustenta. –Y esa posición es más cómoda para educarte... –masculla.
Mis zafiros miraban a Levi de un modo fulminante; con la garganta hecha garras de querer sollozar y gruñir. Mas fue ahí cuando empezó a golpear y patear nuevamente a Eren infinitas veces.
¡¿CÓMO PUEDE SER POSIBLE?! ¡¿CÓMO ES QUE NADIE ESTÁ HACIENDO ABSOLUTAMENTE NADA PARA AYUDARLO?!
–¡DÉJALO! –grito sin soportar los quejidos de Eren. –¡DÉJALO! –mi garganta se desgarra por alargar la última vocal que ya no la siento. El público me divisa con tanta impresión que no se la creían incluyendo mis mejores amigos. Quienes tenían sus ojos tan abiertos como platos. Mi respiración se hacía veloz como mi ineptitud. Todo el cuerpo me hierve y la cabeza me duele, gritándome al oído que lo defienda. Que sea yo la que tiene que salvarlo de cualquier enemigo sin importar si fuera humano o titán. –¡DÉJALO EN PAZ, MALDITO! –gruño ferozmente, sintiendo las mejillas repletas de mis lágrimas. –¡MÉTETE CON UNO DE TU TAMAÑO O MEJOR AÚN, HAZME LO MISMO QUE A ÉL! –los grisáceos azulados ojos del capitán se abren levemente, deteniendo su atrocidad pero sin soltar al chico herido a mi izquierda. –¡A VER, PÉGAME! –mi cuerpo se sacude con brusquedad. –¡PÉGAME Y HAZME TRIZAS DE LA MISMA FORMA EN QUE LO ESTÁS HACIENDO CON EREN! ¡GOLPÉAME Y DESTRÚYEME COMO LO HICIERON LOS DESGRACIADOS PUEBLERINOS DE SHIGANSHINA CADA VEZ QUE ME MIRABAN POR LAS CALLES! ¡TORTÚRAME COMO LOS NIÑOS QUE ME AZOTARON COMO UN PERRO CALLEJERO CUANDO MIS PADRES NUNCA ESTUVIERON A MI LADO PARA PROTEGERME! ¡A VER SI ERES TAN VIVO Y CAPAZ DE MARTIRIZAR A UNA MUJER! ¡HAZLO SI TE CREES LA GRAN COSA! ¡HAZLO, MALDITO LEVI! –mis labios claman por primera vez su corto nombre.
–Elaine... –la voz de Éclair me nombra. Aunque haya sido a murmuras, pude escucharla con claridad. Por un momento, me sentí como mi propia hermana.
Esperaba a que la susodicha figura de autoridad me diera con todo lo que tiene y me agrediera como solían hacerlo los niños de Shiganshina antes de conocer a mis amigos. Levi...no se movía de su sitio. No movía ni un solo músculo. Yo le demostraba con mi furiosa mirada que su trato no iba a poder conmigo. Él me barría con la mirada de pies a cabeza, examinándome. En lo más profundo de mi ser, sabía que él no tiene las garras para dañarme, mucho menos delante del Comandante Erwin.
–Espera. Un momento Levi... –Nile lo vuelve a detener, aunque este ya no esté agrediendo a Eren.
–¿Qué quieres?... –le pregunta irritado, aún plasmando su pie derecho en su rostro pero lo quita.
–Es peligroso... –musita. –Dime, ¿Qué vas a hacer si se enoja y se transforma? –le indaga. –¿Qué pensarás hacer si esa niña se libra de las cadenas y te aniquila como a esos titanes? –dicha interrogación no bastó para que Levi pateara una vez más a Eren en el estómago.
–¿Pero qué dices?... –musita, inclinándose para agarrar a Eren tirando de su cabello. –Además...¿Ustedes quieren diseccionarlos o no? –sus grisáceos azulados se tornan al Comandante Nile, dejándolo perplejo. –Cuando este maldito mocoso se transformó y sus poderes revivieron, lograron matar a veinte titanes hasta que cayeron rendidos sin fuerzas. –testifica. –Si se volvieran nuestros enemigos, sus inteligencias resultarían un peligro. –realiza una breve pausa. –Pero a pesar de todo, ninguno de los dos es rival para mí...así que díganme que van a hacer. –su habla se torna en un firme clamor. –Aquellos que quieran que desaparezcan piénselo dos veces...¿En verdad son capaces de matarlos? –nadie responde, cosa que no le sorprende.
–Comandante Supremo. Tengo una propuesta. –levanta la mano el comandante de ojos azules para pedir la palabra. Mis activos zafiros lo miran con atención. Precavida de cualquier otro movimiento o manifestación en contra.
–¿Ah sí? ¿Cuál es? –le pregunta el señor juez.
–El poder de Elaine tiene ciertos escasos conocimientos previos, lo cual nos trae la ventaja de saber cómo llegar a dominarlos y usarlos a favor del usuario que lo porta. Sin embargo, el poder de Eren es incierto; lo que lo hace una amenaza constante...podemos aprovechar eso. –explica, trayendo la esperanza en el aire e iluminando mi cielo con su sol. –Por ejemplo, investiguemos fuera de las murallas con Eren y Elaine bajo la supervisión de Levi.
–¿Llevar a los muchachos afuera? –cuestiona el hombre con bigote.
–Sí. –asiente. –Me gustaría que Eren controle su poder de titán y que Elaine aprenda a dominar su sello. Ambos deben trabajar en conjunto; como uno solo. Para usar sus habilidades para el beneficio de la humanidad. Podrían ser juzgados dependiendo de los resultados...solo que en el caso de Elaine y de su hermana Éclair...quisiera tener sus custodias y mantenerlas bajo mi cuidado. –Éclair me busca con sus ojos castaños, pero yo solo opto por tragar un bocado de saliva. Ella no tiene idea de lo que se refiere el comandante; está desorientada.
–Habría que vigilar a los soldados Eren Jaeger y Elaine Einar... –piensa en voz alta. –Dígame, ¿Puede hacer eso, Capitan Levi? –nombra al subordinado del Comandante Erwin.
–Estoy seguro de que podría intentarlo. –atisba a un adolorido Eren como si despreciara a una rata asquerosa. –Pero si llego a matarlos, no tomaré ninguna responsabilidad. Al menos que se trate de la mocosa. –Armin aún tenía sujetada a Mikasa, pero sus expresiones furiosas seguían en pie por ese capitán. Hasta él se percató de sus ojeadas, pero no le importó.
–Hmm... –denota el señor juez. –He tomado una decisión. –cierro fuertemente mis ojos.
Solo por una decisión dependerá si Eren y yo morimos en vano o vivimos por una buena causa. Solo bastó un par de segundos para que el juez inicia a recitar el esperado veredicto veredicto. La fe propagada en los rayos del sol, empieza a deslumbrar la corte a través de las vitrinas. Sus verdosos azulados y mis azulados se localizan, se admiran; se veneran. Hoy, es nuestro día de suerte. Ganamos el juicio.
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