𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬


~¿Ella? Ella solo quería volver~

.oOo.

Elaine Einar

Nada...es lo que mi ser percibe en mi presente. Nada.

Todo es tan azul. Tan frío. Tan solitario. No percibo nada. No siento nada. No escucho algún ruido que me despierte. Sola estoy yo, caminando en un abismo donde reina el silencio. Donde la carga de conciencia, es más dolorosa que nunca. Sus miradas. Sus miradas de decepción, me clavan un sin fin de puñales en cada fragmento de mi existencia. Tanto que mi corazón se llena de agujeritos.

"Dime Elaine...¿Qué procurabas hacer cuando te encontraste con Annie a nuestras espaldas?"

"Preferiste callar antes de decir la verdad...y eso, me lastimó mucho más que la traición de mi propia novia."

¿Y si es verdad?...¿Y si es cierto que me estoy convirtiendo en una egoísta?...Son ellos los que no me entienden en absoluto. No comprenden que todo esto se localiza fuera de mi alcance. Que por más que lo anhele, los impulsos me incitan a seguir adelante. A buscar la respuesta mucho más allá para después despertar en el ahora. ¿Por qué?...¿Por qué ellos? ¿Por qué Armin y Mikasa me hacen esto? Yo...no quiero perderme a mí misma. Pero tampoco quiero perderlos a ellos.

Dime...¿Qué harías en mi lugar? Tú, que me visitas en las noches cuando sueño.

–¡Chicos! ¡Digan algo! ¡Despierten! –una voz resuena como un lejano eco en la deriva.

¿Armin?...

–¡Están atrapados! ¡Ayúdame Jean!

¿Cómo?...¿Cómo es que puedo escucharlo desde aquí? Se supone que estoy dormida...o eso es lo que creo yo.

–¡MALDICIÓN CHICOS! ¡¿QUÉ ESTÁN HACIENDO?! ¡LES DIJE QUE TODOS CONTARÍAMOS CON USTEDES!

¿Jean?...

–¡NOS VIMOS OBLIGADOS A PONER EL FUTURO DEL MUNDO ENTERO, LA HUMANIDAD Y NUESTRAS PROPIAS VIDAS EN SUS MANOS! ¡Marco él no...él nunca pudo confesarse a ella! –su voz se rompe por completo.

Marco...

Fueron cuestión de segundos para que sus labios, se separasen de los míos después de escasos segundos de haberse rozado ante la luz brillante de las estrellas.

–Ay no... –abre los ojos boquiabierto. –¡Lo siento! ¡De verdad lo siento mucho Elaine! ¡No sé que me pasó, te lo juro! ¡No fue mi intención!

Fue un acto que me dejó sin palabras. Marco no era una persona aventada a los retos, no sé porqué tuvo el coraje de robarme ese beso quien debió haber sido para otra; aunque él no lo sepa. Yo lo ví preocupado por mi reacción. Atemorizado de que le volteara el rostro de una cachetada como Éclair cuando uno de los chicos de la Clase A, intentó ligarla. No sabía qué contestar o qué decir ante esto. Pero...¿Por qué no me siento molesta?

–No, no, no, está bien Marco no te sientas mal. –intento tranquilizarlo. –No lo hiciste a propósito, de veras.

–Pero...tú me- –lo interrumpo, posando la mano en sus labios.

–No tienes qué decirme nada. –dibujo una pequeña sonrisa. –Estoy acostumbrada a que muchos me lo digan, pero tú eres diferente a los demás. Yo...no puedo responderte de la misma forma. –le admito apenada. –¿Pero sabes qué? –añado. –Alguien más te espera, y está mucho más cerca de lo que crees.

–¿Enserio? ¿Y quién es? –me indaga, curioso por descubrir a esa chica.

–Tienes que abrir tus ojos para darte cuenta de quién quieres en realidad. Está esperándote con ansias a que te fijes en ella.

–¡Ey Marco, Elaine! –nos saluda desde lo lejos la dueña del lacio cabello marrón y ojos azules como el cielo. –¡Vengan!

–Ve tú con ella. –lo animo, sonriéndole con suma picardía. –Acaba de iniciar una nueva música lenta. Sácala a bailar. –le guiño.

Si tan solo lo hubiera incitado más. Si tan solo lo hubiera ayudado más, Marco estaría gozando del amor al lado de la chica con la que nunca pudo estar. Ahora...sueña en un lugar muy lejano. Observando desde el lejano cielo azul, a Sandra peleando con todas sus fuerzas y con ese optimismo que la acompañan desde el día en apareció en nuestras vidas.

No. Esto no puede quedar así.

–Elaine, no sé cuál sea tu meta, ni siquiera sé qué es el poder que te está encadenando a esta miseria. –regreso en sí, abriendo levemente mis ojos para encontrándome de cerca, al bello rostro de Armin Arlert sujetándome entre sus brazos. –Pero si no te levantas...entonces no podré perdonarte. –no sé de dónde sacó la fuerza para cargarme y el valor para llevarme hacia donde la Titán Hembra se localiza en medio de esa alargada calle. Todo se ve medio borroso, pero tampoco me siento con la energía de detenerlo. Armin, está dispuesto a todo. –¡Annie! –la nombra, trayéndome consigo como un hermano mayor cargando su hermana menor. –¡Debiste haberme matado cuando pudiste! ¡Pudiste haber matado a Elaine cuando la viste de cerca! ¡AHORA VEREMOS CUÁL DE LAS DOS APUESTAS ES LA QUE VALE LA PENA!

Su gigante boca se entreabre y sus ojos se agrandan al divisarnos a los dos juntos. Pero dicha distracción, no fue suficiente para que Jean se atreviera a aproximarse. Todo con tal de querer cortar su nuca. Aún así, ella consigue bloquearla con su mano derecha cristalizada.

–¡ARMIN POR AQUÍ! –le grita el peli avellana.

–¡DE ACUERDO! –corre hacia adelante, utilizando sus equipos de maniobras para elevarnos del suelo. Los dos chicos aprovechan la situación para atraerla hacia ellos, alejándola del lugar donde se supone que Eren, yace inmóvil.

–Armin...viene hacia acá. –musito, notando el inicio de su asechanza hacia nosotros.

–No pasa nada. –asegura el agarre de mi cuerpo con sus brazos. –Solo es cuestión tuya y de Eren para que puedan actuar en conjunto. –lo oigo decir. –Tranquila, ya casi llegamos. Estás conmigo.

Desconozco ese cambio en su actitud, mas las dudas fueron resueltas en el segundo en que un torrente de cuerdas se disparan hacia ella; deteniendo su andar. Eso me recuerda lo que sucedió en el bosque cuando corría hacia mi escuadrón. Consiguieron atraparla por breves minutos, pero no sé qué es lo que buscan; sabiendo perfectamente que la estrategia, resultó un total fracaso. Annie intentaba zafarse con todas sus fuerzas, pero eso solo la inmovilizó; haciéndola tropezar hacia atrás. Lo cual les cedió la oportunidad a los soldados de ponerle una gigante red encima cubierta de lanzas filosas. La titán de ojos azules, no se movía para nada.

Armin aterriza conmigo en brazos, notando aún las heridas en mi cuerpo. Tenía la frente, la mejilla derecha, el costado izquierdo y las piernas ensangrentadas. Los moretones variaban entre mis brazos, rodillas y rostro. Apenas podía respirar bien. Solo que me tiene desamparada, es que Eren fue el que más daño sufrió de los dos. Todo por querer cubrirme de los impactos con su cuerpo.

–¡Bieeen! –mis zafiros divisan la lejana figura de Hange posada en un techo. –Personalmente pensé que tener un plan C parecía una exageración. Pero el Comandante Erwin sabe lo que hace. –sonríe de modo satisfactorio. –Ahora veamos... –utiliza sus equipos de maniobras para llegar al suelo de manera ilesa.

–Madrina... –susurro, viéndola llegar hacia mí.

–Lo hiciste muy bien nena. Te felicito. –su mano acaricia mi rostro. Aceptando de que agarrase la suya entre las mías, sintiendo su cariño. –Descuida, todo acabará. Te lo prometo. –masculla, dejándome con delicadeza y tornando su camino hacia la titán. –Te sugiero, que te portes bien. –le comunica, acercando la punta de una de sus espadas a uno de los celestes ojos de la bestia. –No puedes llamar a ningún titán para que puedan devorarte en esta ocasión...pero no te preocupes. –pausa unos cuantos segundos, dedicándole una mirada escalofriante. –En su lugar me voy a asegurar muy bien...de saborear toda la información que obtenga de ti y lo que consiguió saber mi ahijada.

–¡N-NO! –es lo que consigo gritar, advirtiendo a todos los cercanos de apartarse. Annie utiliza sus piernas para tumbar todos los equipos utilizados para las trampas. Pero lo que más estupefacta me puso fue como sus grandes manos consiguieron arrebatar todo mi ser de los brazos de Armin. Llevándome consigo misma en su plan de huida. No me apretaba en absoluto con su agarre, pero me mantenía en su palma con cuidado de no herirme más de lo que estoy.

–¡ELAINE! –distingo las voces de Armin, Mikasa y Jean. No alcanzo a verlos, pero estoy segura de que están alcanzándome a toda velocidad.

–¡QUE NO ESCAPE! –grita mi madrina, mandando a los soldados a rastrearla. En seguida, es aquí donde dejo mi cuerpo reposar.

Al contrario de Eren, Annie me traía con sumo cuidado. Me sostenía con la mano abierta con tal de que yo respirase sin dificultad. Apenas alcanzaba a identificar el atardecer y sentir los rayos del sol introducirse por mi lastimada piel. Sentía calor. El sudor se generaba en mi espalda y en la frente, queriéndome desear tener agua para tomar. Los equipos de maniobras tridimensionales se oían como los zumbidos de las abejas volar desde un lado hacia otro. No tenía noción de quién era quién hasta que el aroma de flores silvestres en el aire, me llama. Sin duda era Mikasa. Esa niña a quien conocí siendo tan pequeña, buscaba la coyuntura perfecta para llevarme de regreso. Dicho inconveniente le hacía difícil a Annie querer proteger su nuca y asegurarse de no ser movida de su palma.

–¡MIKASA! –mis tímpanos oyen la voz de Armin llamándola. Creo que la titán le hizo daño, porque ya no la escucho.

Es mucho peor que estar en un encierro o en medio de la tribunal. Porque cuando la angustia te controla por querer complacer a los que quieres, te sientes dentro de una jaula en donde un sin fin de miradas vigilan cada movimiento que realices. Así es como me siento, vigilada. Resguardada. Observada. Teniendo que buscar que los demás aprueben o no lo que quiera hacer por mí o por los demás. Confío plenamente en mis mejores amigos, pero me están dando motivos para inclusive disponer más cuidado con las personas. No quisiera equivocarme al confiar en alguien; sea mi amigo, o mi enemigo. Porque a este punto, yo no sé quién sea verdaderamente el adversario. ¿Serán los titanes, o habrá alguien más?

¿Estaré haciendo lo correcto en dejar que Annie me lleve con ella? ¿Y si es mejor que las lesiones en mi cuerpo sean mayores a mi voluntad? ¿Por qué tarda en venir por mí? ¿Por qué mis sentimientos tienen que imposibilitar su transformación? ¿Acaso me he rendido fácilmente?

Lo más importante...¿Qué es lo que quiero hacer yo?

Dime qué debo hacer.

–Soy yo la que quiere protegerte de esta farsa. –declara, fría pero débilmente. –Vivir dentro de este apestoso lugar lleno de ignorancia te hace mucho daño. No soporto ver como esa legión utiliza tu poder al favor de ellos cuando eres mucho más que solo eso: Una herramienta. Un títere que le obligan a reprimir sus emociones y sus creencias para combatir.

–Soy yo el que quiere protegerte. Quiero ser yo el que te salve de este apestoso infierno. El que te guíe a la libertad. Yo... –pausa, divisando cada centímetro de mi rostro. Cada frase era un flechazo de amor hacia mí. Mientras más cerca estoy yo de él, más loca me vuelvo por él. Su mano contraria agarra mi quijada, mezclando nuestras tenues respiraciones. –Quiero ser el hombre que te haga la más feliz.

Yo...elijo...

–Pero aunque decidas meterte dentro de un cristal para proteger tu vida, y optes en dormir en un profundo sueño alejada de la gente que te quiere...nunca tendrás rencor alguno de mi parte. Porque al igual que nuestros amigos, tú lo eres todo para mí...porque te quiero mucho, mi amiga. –sus azulados ojos vuelven a humedecerse ante mi declaración. –Y tal como lo dijiste. –me detengo. –La próxima vez que nos encontremos, intentarás llevarte de nuevo a mí y a Eren por la fuerza. –musito, dándole finalmente la espalda. –Nos veremos pronto. –le digo, mirándola de reojo. –Y descuida...tu secreto estará a salvo conmigo.

–Eren... –suelto una bocanada de aire, dejando ir la tensión acumulada en mi pecho. –Estoy enamorada de ti.

Y el cielo, se torna de nuevo en sus colores cálidos.

Los rayos caen sobre tierra firme retumbando todo el distrito. Esa, era la señal que estuve esperando. De mis labios, se ilustran una débil pero leve y embelesada sonrisa. Mis zafiros recuperan su esplendor, despabilando mi poderío. Sin duda era él. No importaba si era por determinación suya, mía o las dos combinadas; había conseguido el objetivo. El titán de Eren, ya debe de estar en camino para venir por mí.

La palma de Annie había disminuido altitud, haciéndome ver una especie de iglesia en medio de un precioso jardín. No se movía. Se mantenía quieta, como si estuviese esperando a que la batalla mayor se arrimara. El piso vibraba como nunca, los pasos de su titán los apreciaba; incluyendo la rabia en su aura. Tan solo un golpe en el rostro, bastó para que la Titán Hembra volara hacia atrás, derribando el edificio blanco con ella. ¿Y qué fue de mí? Simple. Floto acompañada de la brisa. Mi hechizo de levitación fue todo un éxito. El impacto fue suficiente para hacerme caer, pero fue antes de tocar el suelo cuando mis sentidos recobraron la cordura.

Las heridas en mí, se evaporan como lo haría la sangre de un titán. Me doy el tiempo para darme una ojeada de pies a cabeza. Estoy como nueva; sana. Ya nada me duele. Estoy más despierta y viva que nunca. Sin embargo, los cadáveres tendidos en el sangriento piso en medio de las ruinas no lo están.

Entonces habían personas adentro...

–¡Eren! –su cabeza titánica me divisa con esos brillantes verdosos azulados. –¡Vamos tras ella! –lo incito a perseguirla, dándome su inmensa palma para llegar a su hombro izquierdo. Me sujeto de su alargada cabellera marrón y su titán inicia a correr detrás de la hembra. –¡Vamos, vamos, vamos! –insisto para que incremente su velocidad. Eren consiguió el control. A pesar de que en la expedición, él no pudo derrotar a la Titán Hembra. Tenemos que estar preparados para lo peor, solo que la voluntad no es suficiente para poder ganar. Derrotar a Annie requerirá de mucho más. –¡Va hacia un área abierta! ¡Será nuestra oportunidad para retenerla! –le señalo a lo lejos con el dedo índice izquierdo. –¡EREN CUIDADO!

Desvía sus pies titánicos esquivando a un grupo de soldados en la calle. La locación en sí es muy espaciosa. Solo es cuestión de que halle la forma de que Annie pierda el equilibrio sin causar tantos daños en las infraestructuras.

¡Lo tengo!

Con la misma mano izquierda, la alzo hacia el frente creando una pequeña montaña de cristal. Esta, lo que hace es que los pies de la titán tambaleen como si llegase a tropezar con una piedra. No consigo que se caiga, pero sí que se sostenga de un edificio para no desplomarse; destruyendo parte de la construcción en el acto. Ambos, Annie y Eren, ahora se encuentran cara a cara. Dispuestos a la revancha.

¡OYE ANNIE! ¡DI ALGO MALDITA SEA! –escucho a Eren hablar desde el interior de su titán. Puede que desde afuera no se oiga nada, pero su voz me llega a la mente.

–Annie...siempre actuaste como si todo lo que te rodeaba fuera absurdo y sin sentido. Siempre tuviste una cara de pocos amigos, aún formando parte de nuestro círculo; de la "Palomilla". Pero cuando muestras tus movimientos especiales, transmites mucha vida como aquella vez que te enfrentaste a Eren en el campo de reclutas. Decías que nada de eso importaba, y en realidad parecía que no lo decías en verdad. Yo...siempre supe que eras alguien que sabe mentir. Pero quisiera saber si tus sentimientos van más allá de tus objetivos. Quiero saber qué es lo que te incita a avanzar. Qué te incita a matar tantas personas. ¡Quiero saber...si aún estoy a tiempo para salvarte! –le vocifero con el deseo de que Annie me oiga. Solo que Eren realiza el primer movimiento antes de despegarme de su hombro con mi encantamiento de levitación.

Sus nudillos no consiguen dañar el codo cristalizado de Annie, pero si a los escombros restantes. Iban de par en par. Golpe tras golpe. Ahora estaba en medio de dos personas a quien quiero proteger. Pero de no haber sido por mi elección, Eren no hubiera logrado convertirse en titán. Porque al final, mi elección fue hacia él y no hacia Annie. Y eso, me genera más dudas que respuestas.

De manera disimulada, ayudo a que el cuerpo de la Titán Hembra cause un menor impacto contra los edificios cuando se desploma por causa de Eren. Quien con sus manos, la arrojó varios metros del área despejada agarrándola de la pierna. Solo que la incorporo antes de que mi pareja llegue hacia ella.

¿Qué estoy haciendo? ¿De qué lado estoy yo?

Atraigo con mi poder el titán de Eren una vez que cae hacia otro edificio, levitándolo. No puedo permitir que la ciudad sea destrozada por completo. Si quiero que sea una batalla justa, tengo que evitar que los inmuebles se deterioren. O si no, muchas personas inocentes morirán por nuestros actos.

–¡NO!

–¡AUXILIO!

Oír los lamentos de los civiles y ver los cuerpos ser aplastados como tomates por las demoliciones, era revivir el pasado; cinco años atrás con la caída de la Muralla María. Mis dientes crujen por la fuerza impuesta a mi físico. Estar flotando por haber perdido mis equipos de maniobras tridimensionales y ayudando a ambos bandos me agota. Por más que trate de suavizar la disputa con mi poder, no puedo evitar los agravios y las pérdidas humanas.

¡¿En qué rayos estás pensando tío Erwin?! ¡¿Acaso este es el resultado que esperabas de tu plan?!

¡¿Donde estás maldita sea?!

Llevo las manos a mi pecho, tosiendo para expulsar una bocanada de sangre proveniente de mi garganta. Miro hacia mi alrededor. Todo es destrucción. Escombros. Incendios. Esto no es nada de lo que yo quería ver. Una cosa es desviarnos y llevar la batalla hacia la vida salvaje, pero otra muy distinta era convertir a la ciudad en una cancha.

–¡Aguas! –exclamo hacia la contienda, viendo como Eren patea a la titán de Annie varios metros lejos.

–¡Annie...Annie!

Rezongo, posando la mano en mi cabeza.

¿Qué es esto?...Parecía ser la voz de un hombre resonando en mi cerebro.

Giro la cabeza hacia la mentalmente susodicha. Su pierna cristalina está siendo mordida por los dientes titánicos de Eren. Lo cual opta con materializar su nudillo derecho en cristal, golpeando su cabeza para que la deje ir. Esto era espantoso. Cada trompada lo hacían desangrar más. Quiero detener a Annie, pero tengo miedo de que me lastime en el intento.

–Annie...tu padre siempre estará de tu lado.

Su papá...

Mi consciencia viaja a su mente; a sus recuerdos. Lo veo todo. A ella ser abrazada por el dueño de la voz que se introdujo en mi cabeza. Ella...Annie, está esperando a alguien. ¡Su padre está esperando a que ella regrese a su hogar! ¡Por eso está tan desesperada de salir de aquí!

Jadeo, regresando a mi presente. Divisando al titán de Eren estando inmóvil, lleno de sangre y vapor. Sus azulados ojos me miran con la misma pesadez que la mía. Como si se dió cuenta de que ya sé lo que está pasando. Como si se percató de la asistencia de mi espíritu en su subconsciente.

¿Acaso sabe que puedo leer a los seres vivos?...No. No puedo saberlo si la dejo ir. Tengo que ir tras ella.

–¡Annie! ¡Espera! –la llamo, optando por seguirla hasta llegar a su paso. Volaba entre las casas caídas, recorriendo los zafiros a cada uno de los cuerpos tendidos en el río de sangre y polvo. –¡Por favor Annie, no te vayas! ¡Necesito saber la verdad! –de no haber visto su cabeza girar hacia atrás, Eren ya me hubiera hecho trizas junto con ella. –¡AHH! –aumento la altitud de mi cuerpo, jadeando en espanto por cómo Eren se arrojó hacia la titán de Annie; derribándola como una verdadera bestia. Es aquí, en donde mi ser se estremece en un miedo total. –¡NO! ¡ALTO EREN! ¡NO LE HAGAS DAÑO!

¡Otra vez! ¡Otra vez perdió el control! ¡Esto es terrible!

–¡Miren! ¡Es Elaine! –volteo mi semblante, viendo como Jean me contempla pasmado con sus ojos avellana. Regreso la ojeada hacia la batalla, disminuyendo la altura volando en picada. Corro hacia la titán, teniendo su rostro cercano a mí.

–¡ANNIE MUÉVETE! ¡SAL DE AHÍ, RÁPIDO! –mis desgarradores gritos sirvieron. La susodicha logra reincorporarse teniendo ambas manos protegiendo su nuca. Retomo mi hechizo de elevación para situarme en una mejor posición. Igual, mis avisos fueron en vano. Eren aprieta su rostro como si fuera un animal. Ver sus azulados luceros a nada de salir me provoca escalofríos. –¡NOOOO! –mi garganta se rasga, manchándome con la sangre titánica de la rubia titán en mi cuerpo. No puedo describir el terror que me asechan los gritos de la contrincante de Eren. Eran horribles. Aún así, tuvo el valor de quitarlo de su camino con un fuerte codazo y una poderosa patada que lo aleja diversos metros.

Ella saca provecho de su libramiento. De sus dedos genera un nuevo cristal, solo que se en cada uno se veían como una especie de garras para escalar. Una fuerza sobrenatural me atrae con ese mismo material, sintiendo todo mi cuerpo ser captado hasta pegarse con su nunca cristalina. Gritaba en pavor por mi posicionamiento vertical. En cualquier instante puedo caer en picada a una muerte segura si no realizo un hechizo a mi favor. Annie, piensa escapar de la ciudad conmigo.

–¡Se está escapando! –exclama el peli avellana.

–¡Escala la muralla! ¡Rápido! ¡Ayudemos a Elaine! –oigo desde el muro, la indicación de Hange.

–¡Alto! ¡Annie! ¡Ahí viene Eren! ¡No podrás huir conmigo! ¡Puedo morir por culpa de los dos! –ojeo al titán de Eren aferrándose a sus piernas. –¡Aahhhh! –vocifero agudamente por el tambaleo. Intento zafarme del cristal que me tiene atada al titán de Annie, pero no puedo hacerlo. –¡¿Cómo?! ¡¿Por qué no puedo salir de aquí?! –mi respiración se agita. –¡Es más potente que un pegamento! –digo para mí misma, rememorando aquel día de entrenamiento; cuando la lengua de Hange se quedó pegada con mi cristal. Observo con asombro como la pierna izquierda de Annie lo patea, quedándose sin la derecha. –¡Por favor Annie no te resistas! –le insisto al ver su desespero en seguir escalando. –¡Escúchame Annie! ¡Quiero ayudarte! ¡No estás sola en esto! ¡Yo sé que hay otra forma de evitar tu sufrimiento por no estar al lado de tu papá! ¡Sé cómo te sientes, te entiendo más que nadie! ¡Yo también lo perdí todo por culpa de la ignorancia! ¡Pero eso no es motivo para que te opongas y trates de huir de los problemas! –sé que me está oyendo. Puedo sentir sus emociones. Es tanta la impotencia que tiene, por lo que dejo las lágrimas caer al vacío. –¡SÓLO DÉJAME AYUDARTE!

–¡NO LO HARÁS!

–¡¿Mikasa?! –exclamo atónita por la rapidez en que llegó y con la que cortó los dedos de la Titán Hembra.

Mi grito es agudo. Estruendoso. Insisto con toda mi fuerza de voluntad en despegarme del cristal que me mantiene adjunta con la nuca.

–Annie...estaba equivocado. –una vez más, escuchó la voz de ese hombre en la cabeza. –No te pediré que me perdones ahora. Pero...te pediré un favor. –cesa, en medio de su llanto. –Debes de ver a todos como tus enemigos...

Abro una vez más mis zafiros, jadeando. Una vez más, me localizo en el plano que estuve hace rato. Veo mis manos, están intactas. No como hace rato que estaban más rojizas y sangrientas que otra cosa. Caminaba perdida en medio de una fina tierra. Creía estar muerta si caí con la espalda de Annie encima y con los monstruosos ataques de Eren hacia ella.

–¡¿Hola?! –el eco de mi voz viaja hacia la nada. Sin alguna respuesta. –¡¿Hay alguien aquí?! –de nuevo ninguna contestación.

–Tal vez...todos terminarán odiándote.

–¡¿Quién es?! –giró mi cuerpo asustada. –¡¿Quién está ahí?!

–Pero tu padre siempre...estará de tu lado.

–¡ESTO ES MALO! ¡EREN VA A DEVORARLA CON TODO Y ELAINE! –mis ojos se abren como platos al escuchar la voz de Hange resonando en el ambiente.

–¡EREN! ¡DETENTE! –escucho a Jean.

–¡EREN! –y ahora a Mikasa.

–Solo quiero que me prometas...que volverás.

Jadeo. Mi consciencia retorna en sí en el peor instante. Eren está a punto de devorarme junto con la nuca de Annie. No...Eren quiere despegarme de la nuca por la fuerza. Todo se volvió viscoso, rojizo y acalorado en menos de un segundo. Sus dientes no me causan algún daño a excepción de la carne titánica, dándome espacio con la boca entreabierta para respirar. Pero al igual que Eren, vemos finalmente descubierto el cuerpo humano de Annie Leonhart al exterior. Su rostro...Annie está llorando. No sé si está inconsciente, pero sus lágrimas son cristalinas. Su semblante es triste.

–¡Aléjate Eren! –le grito, ahuyentando su cara de un fuerte resplandor azul idéntico al mío cuando manifiesto mis poderes.

–¡¿QUÉ ES ESO?!

–¡CÚBRANSE TODOS!

Todos los soldados cercanos ocultan sus vistas por la intensidad de aquella luz. Eren no se movía de ahí, se mantenía quieto. Había un gran problema: Ambos titanes se están fusionando. Eren ruge queriendo quitarse de ahí, pero no puede. Eso era lo de menos; aquí se lleva a cabo el conflicto mayor. Mis manos actúan por sí solas. De mis palmas voy produciendo una larga cantidad de cristal azul en contra de mi voluntad. Como si mi cristalización y la de Annie se mezclan en una para arroparla hasta la última parte de su ser.

–¡AAHHHHH! –desgarro mi voz a todo pulmón queriendo cesar el encantamiento, y me es en vano. El cristal es demasiado para soportarlo. Todos los testigos se pasman, viendo la escenografía ante sus ojos. –¡NO PUEDO CONTROLARLO! –diviso hacia el frente atemorizada con los zafiros deslumbrando como nunca antes. No sé qué o quién es el causante de consentir esta cristalización, pero es tanto el pavor que aprecio que estoy en blanco. –¡ALGUIEN QUE ME AYUDE!

Tan pronto como inició el gran fenómeno, llegó a su fin. Mis brazos caen sin fortaleza alguna. Mi vista se nubla por el exceso de actividad física, mental y emocional impuesta en el santiamén. Todo aconteció muy rápido, como mi cuerpo tumbándose de la boca del titán de Eren en proceso de evaporación. No fueron los brazos de Armin o de Jean quienes me atrapan antes de tocar el duro suelo, sino los de él: El dueño de los grisáceos azulados. Preciso de energía para zafarme de su agarre; y por una insólita razón, dejaba que lo hiciera.

–Levi... –la sangre que toso se impregna en su rostro. –Perdóname... –me disculpo, sabiendo que dichas barbaridades antihigiénicas lo enfurecen. Me atisba que no diga nada en su defensa. Ya me estaría agarrando de los pelos ahora mismo.

–¡MALDICIÓN! ¡¿QUÉ ES ESTO?! –gruñe la voz de Jean después de que sus hojas se rompieran al intentar quebrar el cristal que mantiene a Annie en su interior. –¡DESPUÉS DE TANTOS PROBLEMAS! ¡ANNIE! ¡SAL DE AHÍ!

–¡No! –ignoro mis modales al soltarme de los brazos de mi capitán. La recuperación de energía fue bastante rápida, de no ser por lo que mis desactivados zafiros registran.

–¡SAL Y PAGA POR TODO LO QUE HAZ HECHO! ¡VAMOS NO SEAS COBARDE! ¡ANNIE! ¡ANNIE! –la nombra un sin fin de ocasiones.

–¡YA FUE SUFICIENTE! –suspendo su deseo de quebrantar la coraza cristalina, sujetando su hombro con firmeza. –¡¿QUÉ NO TE DAS CUENTA?! ¡ES INÚTIL! –deshago el nudo en mi garganta originado en breve.

–¡¿TÚ QUIÉN ERES PARA HABLAR?! –escupe en mi cara. –¡ESTUVISTE DE SU LADO TODO ESTE TIEMPO! ¡MALDITA TRAIDORA! –me empuja con su brazo, apartándome de él.

–¡YO NO ESTUVE DEL LADO DE NADIE! ¡NI DE EREN NI DE ANNIE! –dejo que mis emociones hablen por mí, robándome la atención de todos los soldados presentes. –¡YO NO TENGO LA CULPA DE SER PORTADORA DE UN PODERÍO QUE NI LOS SOLDADOS DE ÉLITE CONOCEN! ¡YO NO TENGO LA CULPA DE QUE LA MAGIA ACTÚE POR SÍ MISMA! –mis clamores se tornan en un impotente llanto. –¡¿CREES QUE TODO ESTO LO HAGO A PROPÓSITO?! –Jean da un par de pasos hacia atrás, intimidado y pasmado por mi cólera. –¡¿CREES QUE FUE MI DECISIÓN DESCUBRIR SU IDENTIDAD ANTES QUE TODOS USTEDES JUNTOS?! ¡¿CREES QUE FUE OBRA MÍA VER MORIR A MI ESCUADRÓN DE UNO POR UNO?! ¡¿CREES QUE FUE MI JODIDA ELECCIÓN LLEGAR HASTA AQUÍ Y TENER QUE AGUANTAR TODAS LAS ESTUPIDECES QUE DICEN EN MI CONTRA?! –dirijo la mirada hacia Eren, Mikasa y Armin quienes me miran estupefactos. Solo que la queja no es para el primer chico, sino a los que se ubican a sus costados. Me doy unos segundos para calmar mi agitada respiración y el resplandor azul de mis ojos. –Annie... –las lágrimas se deslizan desde las mejillas hasta caer al terroso suelo. –¡Annie lo único que quería, era regresar a casa! ¡Y yo...! –me detengo, sollozando con el corazón hecho pedazos. –¡Yo le arrebaté la oportunidad de reunirse con su padre!

–Elaine... –Jean masculla mi nombre, mirando mi ser arrodillarse frente a la coraza en derrota.

–Ella...ella solo quería volver. –ante el reflejo, contemplo su bello rostro en un profundo pero largo sueño. Imaginaba el dolor que debe de estar teniendo por haberse acorralado de esta forma. –¡Perdóname Annie! ¡Si de verdad me escuchas, por favor contéstame! –permanezco inmóvil, anhelando oír su voz. –¡Annie, respóndeme por favor! ¡Te necesito! ¡Sal de ahí Annie te lo suplico! –mi pecho se contrae debido a mi llanto. Solo que esto, fue la gota que derramó el vaso. –¡ANNIEEEE!

Escondo la cabeza entre mis brazos apoyados en ese cristal. Lloraba y lloraba, sin importarme que mis amigos, mis superiores o los soldados desconocidos estuviesen viendo un escándalo que para ellos, podría ser absurdo y sin sentido. No solo me quedé sin respuestas alusivas a nuestro encuentro; sino que la legión, se quedó con las manos vacías. Sin conseguir algún tipo de información sobre los titanes.

¿Qué es lo que voy a hacer ahora? Dejé que muchas vidas se fueran a la basura, causé muchas muertes por querer mantenerme en los dos bandos; y nadie obtuvo nada a cambio. ¿Todo para qué? ¿Por mis finalidades infantiles? ¿Por aspirar saber qué es el poder que llevo en mí? ¿Por soñar en encontrar a mamá y papá? ¿Por ser la sobrina de Erwin Smith y la segunda arma más importante de la Legión de Exploración? Qué caso tiene. A mi tío lo van a interrogar, y todo por culpa mía. Por mi maldita disposición. Por el simple hecho de ser un peón más en el ajedrez; un títere de la humanidad. Un fenómeno.

Desconozco si estamos protegiendo a nuestra raza de las amenazas. A este paso, si no consigo volverme mucho más fuerte, ¿De qué me sirve usar mi vida como el escudo de los indefensos? Yo, tengo que superarme. Ya no tengo tiempo para niñerías; mucho menos dejarme vencer por los comentarios hirientes de las personas que quiero. Esta es mi vida, y la voy a aprovechar a toda costa. ¿Respuestas quieren? Respuestas tendrán. Si tengo que convertirme en una indomable para hacer lo correcto, lo haré. Creo que es hora...de dar comienzo a un nuevo capítulo en esta travesía.

No me voy a dejar vencer...

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