𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞
~¿Nos hemos visto antes?~
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✧Narración Omnisciente✧
[Ocho meses atrás]
La nieve pinta la montaña hoy esta noche. La brisa corre tan fría que los pies de aquellos jóvenes cadetes no podían resistir más. Aún así, debían seguir adelante. La prueba aún estaba inconclusas, y tenían que llegar a la meta si no querían meterse en problemas. El pensar que este, era su último año en el Cuerpo de Cadetes les traía sentimientos de nostalgia, alegría pero a la vez melancolía. Hace casi tres años, arribaron al campo como unos niños inexpertos. Ahora, esos mismos niños están a solo un semestre de convertirse en el mayor orgullo de la humanidad. Cada uno portaba con sus mochilas en la espalda. Las gruesas chaquetas, guantes y bufandas los arropaban de un frío infernal. Las gigantes capuchas encubrían sus cabezas que apenas se podían mirar a los ojos entre ellos.
–Bien. Ya están en la muralla. ¡De prisa! –habla en voz alta una de las supervisoras encargada de la prueba.
–Nueve horas con doce minutos. No está nada mal soldados. Lo logramos con este clima. –los anima otro de los encargados. Observaba cómo los jóvenes de la Clase A llegaban todos exhaustos, hambrientos y con inmensas ganas de reposar.
–Ahh... –suspira Eren. –Pensé que iba a morir. –dice Eren sentándose en el nevoso piso en compañía de algunos miembros de la Palomilla, su grupo de amigos más cercanos. –Entrenar en la nieve no es algo fácil, ¿No creen? –pregunta con la voz temblorosa a causa del frío y el cansancio.
–Mierda...ya no siento las piernas. –musita Jean sin energías.
–Ni yo, ¿Qué esperan para dejarnos entrar? –se pregunta Connie.
–No creo poder aguantar más este frío. Lo que daría por tomar el chocolate caliente de mi abuelita. –Lucian se abraza a sí mismo en busca de calor.
–De veras que si no cierras la boca harás que a todos nos de hambre por tu culpa. –masculla Éclair cerrando sus ojos con fuerza en reclamo. Eso hasta que su estómago gruñe con fuerza llamando la atención de sus acompañantes.
–¡Jajajajaja, mira quién habla! ¡A ti también se te antojó tomar un chocolatito! –ríe Connie a carcajadas señalando a la gemela mayor.
–¡AYY! –Éclair le aparta su brazo. –¡Aléjate pedazo de mierda viviente!
–Tal vez nos prepararon algo caliente y delicioso para la cena. –dice Sasha de fondo sonriendo fantasiosa por la sabrosa idea.
–¡NO TÚ TAMBIÉN! –reclama la peli castaña. –¡AGH! ¡QUÍTENSE YA MALDITA SEA! –vocifera, pero su resistencia fue en vano cuando es abrazada por Connie y Sasha teniéndola a ella en el medio.
–Estoy disfrutando esto... –indica Mikasa al lado de Armin, a quien mira de reojo sonreír en satisfacción. –No le vendría nada mal que conviva más con ellos.
–¡Oigan! –todos observan a Reiner llegar con prisas. –Krista no ha llegado.
–¿Qué?... –Eren abre sus ojos.
–No te preocupes. –asegura la joven Ackerman. –Sandra se lastimó y vi como ella y Elaine se quedaron a ayudarla.
–Nadie ha visto a Sandra, y tampoco Ymir aparece. –le contradice el oji dorado.
–De seguro deben de venir con el último equipo. –enuncia Marco llegando a la plática.
–Si te soy sincero, no lo creo... –Reiner voltea a ver hacia el punto de llegada. –Thomas, Chloe, Nadia, Franz y Samuel llegaron hace poco, y el equipo de Lilia acaba de arribar. Nadie ha visto a esas cuatro...
–¿Qué sugieres que hagamos entonces? –interpela Hitch llegando en compañía de Chloe y de Lilia. –Una tormenta de nieve se aproxima desde lo lejos. Si las dejamos atrás quién sabe qué ocurrirá con ellas.
–Pero eso no puede ser, ¿Se habrán perdido? –cuestiona Armin desde su lugar.
–Oigan, si la ventisca empeora podrían morirse de frío. –menciona Connie preocupado por sus amigas.
–Maldición... –bufa Eren pensando en que Elaine puede estar en peligro. Su desesperación había incrementado, y estaba dispuesto a ir tras ella.
–¡Eren! –Mikasa lo toma de la mano impidiendo su paso.
–¡No puedo quedarme aquí! ¡Tengo que ir a encontrar a Elaine y a las otras chicas! –exclama Eren con impaciencia.
–Si quieres yo voy contigo. –se ofrece el chico alto y pecoso.
–Entren todos a la cabaña. –ordena la supervisora del entrenamiento.
–¡Pero es que Elaine y-!
–Ya lo sé. –asiente la joven adulta interrumpiendo a Eren. –Saldremos a buscarlas mañana a primera hora.
–¡Para entonces ya será muy tarde! –exclama el oji verde azulado agitado.
–¡Si van ahora se perderán! –Eren jadea por la advertencia de la mayor. Una fuerte ventisca fría los azota a todos, obligándolos a cubrir sus rostros agachándolos. El clima, se ponía cada vez peor.
–¡Mierda! –gruñe el peli marrón y exhala. –¿Dónde estás?... –murmura observando hacia lo lejos, angustiado por no saber nada de ella. Impotente de no poder salir e ir a buscarla bajo sus propios medios. No obstante, por otro lado no debía permitir que otros incluyéndolo a él se expusieran a las garras de la madre naturaleza. Por lo que no tiene de otra más que esperar y rezar por su salvación. –Por favor Elaine...vuelve a mí. –musita.
En un sector lejano del bosque congelado, habían dos chicas llevando a otras dos en sus espaldas. Ymir llevaba a Sandra mientras que la pequeña Krista cargaba con Elaine. Cada una traía en sus manos una linterna para alumbrar la vía nevosa mientras que en otra, arrastraban las pertenencias de todas con un saco improvisado; pues la noche era más oscura que nunca. El silencio abundaba en el trayecto, mas no era incómodo. Ambas se concentraban en llegar a la meta a salvo, no solo por ellas sino por sus amigas. Iban encapuchadas; cobijando la mitad de sus rostros con las bufandas. A pesar de ser jóvenes, era un hecho de que estaban preparadas para lo imprevisible. En vez de alertarse, llorar o entrar en pánico, la presión las hacía actuar como verdaderas soldados.
Sandra Hansen y Elaine Einar temblaban de frío en las espaldas de sus colegas. La primera estaba inclusive incluso más inconsciente que la otra. Sandra era la más afectada. Las dos niñas eran las más vulnerables a las bajas temperaturas, y la profundidad de la nieve empeoró la coyuntura. Krista por su parte, procuraba que la chica rubia a la que tenía en su espalda, oyera las palabras de aliento que la más chaparra del grupo le soplaba al oído. Ella quiere mucho a Elaine. Pese a la diferencia de estatura, Krista la veía como una hermana menor. En el caso de la peli marrón, sus ojos azules se mantenían cerrador. De repente Ymir la escuchaba delirar; murmuras cosas que ni ella alcanzaba a comprender. Sin importar su rudeza y su fuerte carácter, en el mero fondo veía por todos sus amigos. Ya no veía la hora de regresar con todos y sentir el calor arroparla dentro de la cálida cabaña. Pero al mismo tiempo, no veía la salida.
–Krista... –la llama. –Krista, oye. Ya ríndete... –la vuelve a llamar. –¿Me estás oyendo? –le pregunta, viendo como aún no respondía.
–No lo haré. –dice con aquella tierna pero firme voz sin mirar atrás. –Elaine y Sandra nos necesitan. No podemos tirar la toalla.
–Pobres...están casi muertas. –masculla. –Elaine sólo decidió quedarse porque es demasiado buena que nunca puede ser egoísta y pensar en sí misma por una sola vez. Ya teníamos demasiado con Sandra que ni siquiera pensó que no aguantaría ni un segundo más. –suspira. –Escucha, si seguimos avanzando a este paso de tortuga, te aseguro que ellas dos no serán las únicas en morir. Tú y yo nos iremos con ellas. –manifiesta. –Por lo tanto, solo tenemos dos opciones: O las abandonamos aquí y salvamos nuestros pellejos, o nos moriremos las cuatro. –Krista se tensa al escuchar las opciones. –¿Qué opción eliges? –le interroga, esperando a que hable.
–Elijo la tercera. –contesta sin mirarla. –Porque te aseguro que estás equivocada. –asegura. –Puedo llevar sola a Elaine a la base de la montaña; así ella se salvará. Y si tú te adelantas, tú y Sandra también sobrevivirán... –finalmente se voltea, viéndola de frente a frente. –¿No es un buen plan? –le dedica una sonrisa. –Ya no quiero causarte problemas. Estaremos bien, por favor no te preocupes. Adelántate... –musita suavemente para seguir con su rumbo sin vacilar. Su caminar era pesado, por lo que termina en perder el equilibrio y caer con el cuerpo inmóvil de Elaine encima de ella. Aún así se levanta, acomodando a su amiga mejor en su espalda. –N-No te preocupes Elaine, llegaremos a salvo. Solo aguanta hermosa...no te rindas. –murmura para sí misma, tratando de convencerse y de proceder su andar.
–¡Oye! –Ymir se quita la bufanda para hablar mejor. –Si tanto quieres salvarlas, ¿Por qué no me pides ayuda? –camina hacia la chica cargando a Sandra sin problemas. Krista mantenía la frente en alto, concentrándose al cien. –Ahh, ya sé...no tienes ni la menor intención de salvar almas. –su comentario deja a Krista helada y pasmada, teniendo al cuerpo de Ymir cerca de ella que podía sentir su calor. Sus ojos crean contacto, divisándose una a la otra sin decir nada. La tensión había aumentado. –Lo que quieres...es quedarte a morir aquí con ellas, ¿Cierto?... –observa como Krista evade su mirada rígidamente, acercándose a su oído para susurrarle. –Deseas una muerte bella y poética...¿Verdad? –interroga, congelándole los sentidos. –No puede ser...con la hermosa cara buena que tienes. Cualquier otro creería que estás arriesgándote para salvar a estas pobres niñas. –se acerca más al grado de que sus caras casi rocen entre ellas. –Realizas un acto heroico lleno de nobleza muriendo como toda una mártir; y sin importar que tenga que morir alguien...Krista, eres maquiavélica. –escupe en conclusión.
–¡No es cierto! –la susodicha sujeta la bufanda de su acompañante, atrayéndola para tener su rostro más de cerca para dejarle las cosas en claro. –¡No soy así! ¡Estás equivocada!... –se queda sin palabras, por lo que la suelta. –Es solo que...yo...
–Lo se todo... –manifiesta Ymir. –Eres la hija ilegítima de un noble y debías morir como querían hacer lo mismo con Elaine. –la joven chica jadea pasmada.
–¿Pero cómo sabes eso? –abre los ojos como platos. –¡¿Cómo sabes que Elaine y yo-?! –jadea aún más fuerte, cubriéndose la boca al realizar lo que acaba de decir.
–Al fin revelas la verdad por cuenta propia. –musita sin sorprenderse. –Vaya...así que en verdad eres tú. –piensa, desviando el ojo para divisar a la chica de los dos zafiros reposar su cabeza encima del hombro izquierdo de la peli rubia. –Lo escuché por casualidad... –exterioriza. –Fue mucho antes de conocerlas. –empieza a narrar. –Cuando tomaba prestado los bienes de la iglesia para sobrevivir...oí una fea conversación. Un noble tenía a una bastarda a que debería heredar algo importante y a una niña pueblerina en la mira desde lo lejos. Esos malditos hombres, lamentaban no haberlas matado para acabar con el asunto. –suspira en rabia. –También dijeron, que si la primera niña renunciaba a su nombre, la segunda abdicaba todo su poder y las dos desaparecían del mapa las dejarían vivir. Por lo tanto...obligaron a esa niña a enlistarse en el ejército y a callar los secretos del poder yacido en la segunda niña. –detalla, si dejar de ver a las dos chicas rubias. –No te preocupes Krista, no he hablado del tema con nadie. Y tampoco quiero aprovecharme de Elaine...ni de ti.
–Entonces Ymir...¿Solo te volviste cadete para venir a buscarnos? –pregunta Krista.
–Te equivocas en cierta parte. –masculla la nombrada. –Elaine ya tiene a alguien quien la puede proteger...pero yo soy la que quiso hacerlo por ti todo este tiempo.
–¿Por qué te importó tanto?...¿Por qué? –su mirada se suaviza, haciendo que la de Ymir se pasmara.
–Yo... –balbucea. –No lo sé... –voltea su semblante para que la oji azul no la vea. –Tal vez me recuerdas a mí. –jadea la peli rubia por su respuesta.
–¿Tu vida...se parece a la mía? –le pregunta Krista, y ahora la que jadea es Ymir.
–Pues...supongo que algo así. –intenta ocultar el rubor en sus mejillas.
–¿Y solo por eso te enlistaste? ¿O acaso...hay algo más? –su interrogación deja a la oji castaña con la boca cerrada.
–Este...y-yo... –Ymir vuelve a balbucear. –E-Eso...no lo sé. O tal vez sí... –susurra lo último.
–Ymir... –la nombra. –¿Entonces fue solo porque querías ser mi amiga? –le indaga con una sonrisa.
–JA. –ríe. –Claro que no, no fue por eso. –contesta la chica pecosa a la ligera. –Escúchame bien, no somos iguales. –cambia su tono a uno un poco irritado. –Solo obtuvimos una segunda oportunidad. Pero yo no vivo escondiendo mi verdadero ser. Si negara que mi nombre es Ymir, esos malditos habrían ganado. –bufa en molestia. –Pienso vivir al máximo y a llevar mi nombre con orgullo. –clama firmemente. –¡Y lo haré, porque esa será mi mejor venganza! –exclama. –¡No me compares contigo Krista! ¡Tú solo quieres morir! ¡Piensas que así harás felices a los que te odian! –se aproxima a su acompañante. –¡¿Por qué ustedes dos tienen que destruirse a sí mismas?! ¡Tú y Elaine deberían usar sus iras como una fuerza para cambiar sus destinos! –vocifera a todo pulmón.
–No...ya no puedo. Es muy tarde. –dice con voz temblorosa. –En este momento ya no hay forma de salvarnos las cuatro...
Solo que justo en el segundo en que Krista finaliza su pesar, ambas chicas se percatan como el cuerpo de Elaine se mueve ligeramente en su espalda, al igual que sus facciones adormecidas. Al parecer, no está del todo inconsciente.
–Sí la hay... –masculla la chica pecosa, retomando su caminar con Sandra a sus espaldas. La peli rubia la sigue a paso lento y seguro. Se extrañaba como aún podía mantenerse de pie teniendo a su amiga consigo a pesar de la diferencia de estatura. Elaine es delgada, pero su altura era más; lo cual eso le traía algo de ventaja. –La base debe de estar aquí abajo. –Ymir contempla un punto en específico a diversos metros de profundidad. –Lancemos a Elaine y a Sandra desde aquí...
–¡¿Estás loca?! –tiembla la voz de la oji azul.
–La nieve va a amortiguar la caída. –utiliza la explicación como justificación. –Si sobreviven ya estarán muy cerca. Si tienen suerte, alguien las encontrará. –su torso se voltea hacia atrás para divisar el cuerpo inmóvil de Elaine. –Creo que es la mejor opción que tenemos, ¿O esperaremos a que pase un milagro?... –pausa por escasos segundos. –Oh, es cierto...la Bella Durmiente aún no ha despertado. Sin ella estamos jodidas...literalmente. –sus ojos marrones penetran el alma de la chica al borde de la inconsciencia. Krista jadea, percatándose de sus sutiles lamentos.
–¡Pero si las lanzamos es probable que mueran! ¡No podemos dejarlas a su suerte! ¡Sandra y Elaine significan mucho para nuestra clase y para nosotras también! –clama la pequeña joven negada a conllevar la propuesta de Ymir.
–¡CÁLLATE! –suelta el cuerpo de Sandra para cargar a Elaine en sus brazos y dejarla a un costado de la peli marrón.
–¡¿Qué haces?! ¡Ymir! –Krista no tiene tiempo de reaccionar, pues Ymir ya la tenía alzada en el aire.
–¡SI NO PUEDES LO HARÉ YO! –la arroja por una pequeña colina de nieve. Krista grita por la velocidad en la que su cuerpo rueda para finalmente chocar contra el tronco de un árbol y ser enterrada por una bola de nieve.
No llegó a presenciar lo que ocurrió. Según los recuerdos de Krista, no alcanzó a ver nada de lo ocurrido; solo nieve y oscuridad. De todos modos, no quería darse por vencida. Si a Elaine y a Sandra le ocurriesen algo terrible, no podría vivir con la culpa en sus hombros. Se sentía responsable por no haber sido más fuerte e insistente para llevar a sus amigas de vuelta a la cabaña. Con la energía que tenía, se dispuso a quitarse toda la nieve de encima. Inhalaba y exhalaba con pesadez, pero luego jadeó ante presenciar una gran ausencia frente a ella. Ya no había algún ruido. Tenía la ligera sospecha de que ya no había nadie allá arriba. Y eso le paralizó por completo.
–Ay no... –tiembla su voz. –¡Alto! –corre decidida a subir la pequeña colina nevada con todas sus potencia. Caía, y aún así se mantenía de pie. –¡Ymir! ¡Elaine! ¡Sandra! ¡Alguien! –escala lo más rápido posible para toparse con una horrenda sorpresa. Sus sospechas eran ciertas. Ya no había nadie. –Ya no está...se las llevó. Se fueron...
De regreso a la cabaña, todos los miembros de la Clase A estaban enterados de la temible situación. Ninguno podía mantenerse tranquilo a pesar de los incontables intentos por parte de Lizy en propagar la calma y la paciencia. Ver a sus niños angustiados por sus colegas la rememoraban a sí misma cuando recién era una recluta. No tenía una edad como ellos, pero era lo suficientemente joven e ingenua que todo en aquel ayer, se lo tomaba como un inocente juego para progresar. La Palomilla aprovechaban la ausencia de sus instructores con el propósito de poner en marcha su plan de búsqueda y rescate. El compañerismo en la Clase A era tan grande que se desbordaba. Ellos harían lo que fuera por sus camaradas.
–No es necesario que ustedes dos me acompañen. –Eren se opone una vez más estando listo con sus prendas de abrigo y su mochila. –Ya oyeron a Lizy. Es peligroso, y no quiero que se pierdan más gente. –dice tratando de convencer a sus incondicionales.
–Iré contigo para evitar que te pierdas. –anuncia Mikasa al lado de Armin, quienes son los más cercanos a la puerta.
–Krista, Elaine, Ymir y Sandra necesitan de nuestra ayuda. –explica Armin.
–Es más eficiente si trabajamos juntos. Podemos dividirnos en pequeños grupos para realizar la búsqueda entre todos. –propone Mina.
–Vamos Eren, deja que te acompañemos. Será más rápido y más sencillo. –Chloe intenta convencerlo con una honesta sonrisa.
–Ándale canijo, ¿Qué te cuesta? –lo anima Thomas.
–Oigan, ¿A dónde creen que van con eso? –pregunta Reiner a las espaldas de todos en compañía de Bertolt.
–¡No intenten detenernos-!
–Chicos, no llevan equipo suficiente. –dice Bertolt, cortando el reclamo de Eren.
–Si van ustedes solos, no van a salvar a las niñas y se van a perder. Sería cobarde de mi parte siendo el segundo mayor del grupo en dejarlos ir a contracorriente. –comenta el oji dorado.
–Si vamos todos juntos no tendremos ningún problema. –agrega el peli azabache sonriendo en confianza por la proposición.
–Muchachos... –Eren divisa a los dos chicos. –Muchas gracias, de verdad. –les agradece. –En este caso contamos con ustedes.
–Oigan, nosotros vamos también. –enuncia Connie junto con Marco y Sasha.
–¡Nosotros también! –Chloe levanta la mano en lo que camina hacia los demás con Mina y Thomas.
–Parece que la tormenta ya se calmó un poco. –enuncia el chico pecoso con alivio. –Podemos hacerlo.
–¡Y yo traigo un montón de comida! ¡¿Qué tal?! –Sasha enseña un contenedor de madera.
–Ay amigos... –Eren sonríe conmovido. No obstante, el fuerte sonido proveniente desde lo muy lejano desconcierta a todos los jóvenes, incluyéndolo a él.
–¿Qué fue eso? ¿Y ese ruido? –pregunta Armin extrañado.
Fue una clara señal de que los chicos salieran al exterior para averiguar lo que se trataba. La tormenta nevada había bajado de ritmo, pero todavía era fuerte; lo suficiente para no poder ver más allá del punto de meta. Eren se situaba adelante, manteniendo sus verdosos azulados en cada sector que podía observar. La ausencia de Elaine lo afligía; le preocupaba. Se sentía inquieto por no saber de ella; ni de su paradero o su bienestar. Maldecía en su cabeza por no haberse quedado a su lado en el bosque. Si tan solo Elaine no lo hubiese convencido lo suficiente, al menos las niñas no estuviesen tan perdidas y desprotegidas.
–¡Amigos, alguien se acerca! –la pelirroja castaña señala un sector a lo lejos.
–¡¿Pero quién es?! –Lilia inclina su torso hacia adelante pero sujetándose de la barda.
–Son...son ellas. ¡Chicos son ellas! ¡Ymir y Krista llegaron! –Chloe baja las escaleras exteriores de la cabaña. Incitando a Eren y al resto a seguirla. Todos corrieron despavoridos para recibirlas en la entrada. Krista los saludaba alegremente y sí, de nuevo traía a Elaine cargándola en su espalda así como Ymir cargaba a Sandra. ¿Cómo fue que se llevó a cabo? Nunca nadie lo sabrá.
–¡Chicas, volvieron! –Connie las saluda con regocijo.
–¡Es un milagro! –exclama Mina.
–¡Sandra! ¡Elaine! –Eren se aproxima a las dos chicas recién llegadas. –¡¿Qué les pasó?! –pregunta alarmado, viendo como Ymir le entrega el inmóvil cuerpo de Sandra a Marco quien la recibe en consuelo y contento por tenerla consigo.
–Elaine se desvaneció en medio del camino, pero Sandra es la más afectada. No solo está lastimada de su tobillo, está muy enferma. –explica Ymir en brevedad. –Descuida Romeo, tu princesa solo se desmayó por el cansancio. Despertará en cualquier momento. –presencia a Krista dándole a Eren permiso y espacio para sujetar el cuerpo de Elaine entre sus brazos.
–Elaine... –Eren, Mikasa y Armin recitan su nombre, envolviéndola en un abrazo entre los cuatro. Dichoso era para ellos el milagro de tener a la más pequeña del cuarteto de nuevo en casa; con ellos.
–Estás loca Ellie, casi nos matas de un susto. –Armin le aparta dulcemente el fleco de su frente. La oji azul no respondía, pero su semblante se mostraba mucho más tranquilo. –Descuida, estás con nosotros... –le susurra.
–Llevémosla a una de las camas. Necesita descansar. –dice Mikasa, por la que Eren y Armin asienten y se la llevan al interior.
Habrían pasado varias horas desde que el incidente tomó lugar, mas el huracán ya se había tranquilizado. Ymir podría ser la más grande de todas las chicas, pero le causaba cierta felicidad en su interior de apreciar el hermoso reencuentro. No lo mostraba; solo observaba desde el exterior una vez que la tormenta cesó. Veía a Marco, Mina, Bertolt, Éclair y Jean atender a una recién despertada Sandra, quien se ubicaba acostada en la cama rodeada de calientes cobijas, su pijama puesta y con el pelo totalmente suelto y despeinado. Sandra lloraba por el tremendo susto que se dió; sin embargo, Marco y Mina acariciaban sus hombros para tranquilizar su llanto. Era entendible. Había pasado por una pesadilla de terror. Por otro lado, observaba a Eren, Reiner, Armin, Mikasa, Sasha y Connie estar acompañando a Elaine. Se ubicaba sentada en la nieve pensativa; reflexiva. Se llevaba la mano a la sien. No se creía lo que cometió al tener dos de sus camaradas inconscientes. Con el peligro de que en cualquier momento despertaran y descubrieran una grotesca realidad que aún no estaban listas de contemplar. Debía ser más cautelosa, o si no todo el caos se le saldría de las manos. No solo hablaba por ella, sino por Elaine...y sobretodo, por Krista.
–Creo que lo que hice...fue una gran estupidez. –bisbisea una vez que ve a Krista acercase a ella. La chica se quita la capucha de la cabeza pensativa.
–¿Tú bajaste desde ahí?... –le interroga, viendo desde su lugar el temible acantilado. –Pero...recuerdo que ya no teníamos cuerdas. Y aún así si las tuvieran, ¿Como fue que-?... –detiene su hablar. –¿Por qué...no recuerdo nada? –se pregunta, dejando a Ymir un tanto revuelta. –Es como si...mi memoria estuviera borrosa. Como si los recuerdos de hace unas horas se eliminaron de mi cabeza. –piensa en voz alta. –Cómo...¿Cómo pudiste bajar con Sandra y Elaine desde allá arriba? –cambia repentinamente el tema enfocándose en su primera cuestión.
–Está bien... –Ymir se levanta del suelo, caminando hacia la izquierda. –Supongo que a ti si puedo contártelo. –suspende su andar. –Sin embargo...prométeme algo. –la voltea a ver. –Cuando le revele mi secreto a todos los demás... –posa las manos en sus hombros. –Tú también...revela tu nombre, sigue viviendo y ayuda a Elaine a saber toda la verdad. –los ojos de Krista se abren ligeramente, al igual que sus rosados labios. Mismos que en un abrir y cerrar de ojos, fueron sellados por los rayos del sol y por algo más.
La mañana recién arribaba para ellas, para el paisaje donde se localizaban. El viento que antes rugía como una bestia, ahora danzaba en armonía junto al amanecer. El corazón de Krista se inundaba de sentimientos encontrados, no sabía cómo reaccionar ante lo que su alma testificaba en estos momentos. Temía que alguien estuviera cerca para escucharlas...o tan siquiera verlas por la posición en la que están. ¿Apartarse, quedarse? No tenía idea de qué hacer. Solo sabía en su interior que no había nada que temer teniendo a Ymir en su vida. Que todo es posible si la tiene a su lado. Pero esto...era totalmente nuevo. Por lo que parpadea lentamente antes de cerrarlos a causa del pasmo. Era mucha información para su cabeza, pero su corazón latía en descontrol.
–Chicas... –murmura la voz de una chica, mirando la escena en shock. Las dos se apartan y lentamente se voltean, divisando a la esbelta figura que al parecer, vio y escuchó absolutamente todo.
–Elaine... –ambas musitan su nombre, pasmadas por ver a la chica frente a sus ojos recuperada en absoluto y con una expresión serena.
–Tú...dime que no oíste nada. –la peli marrón trata de ocultar su sobresalto y convencerse en sus palabras, aún sujetando firme pero delicadamente a Krista de los hombros.
–Ymir, Krista...¿Nos hemos visto antes?
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