𝐬𝐞𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨


~Siempre fui yo~

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Armin Arlert

La Muralla María, contenía un tercio del territorio aún ocupado por los humanos. Hasta que hace cinco años, en el momento en que la humanidad perdió esas tierras, se quedó atrapada dentro de las otras dos murallas. En ese instante tenso, ¿No se supone que nosotros vivamos? Después de todo, la humanidad no podía derrotar a los titanes. Pero...un joven que llevaba dentro de su corazón una pequeña daga, y una niña con un gran poderío oculto en su ser, los utilizaron contra los titanes y aplastaron contra el suelo sus enormes cabezas. ¿Qué pensó la humanidad cuando vio lo que habían hecho? Algunos sintieron orgullo. Otros sintieron esperanza. Y algunos más gritaron enfurecidos. Aunque...si logramos recuperar la Muralla María, ¿Qué es lo que gritará la humanidad? ¿Gritará que está bien vivir otro día? ¿Podrá creer que tienen derecho a vivir? ¿Volverán a creer que la humanidad puede decidir su destino? ¿Será posible hacerles tener fe una vez más? Si recuperamos la muralla, tendremos la respuesta. Pero sobretodo...¿Qué es lo que obtendremos a cambio?...

Dejo ir un pesado suspiro, cesando mi escrito para posteriormente, ir cerrando mi pequeño cuaderno en donde anoto cada uno de mis pensares y vivencias. Un diario, como diría la chica recostada en mi regazo que realiza la misma literaria costumbre que yo cuando se encuentra a solas. Después de que Elaine perdiera la consciencia, fue difícil desaparecer mi mortificación. La ví tan pálida; tan cansada. Por más que se nos pidió reposar en estos últimos días, para ella aún no es suficiente. A diferencia de meses atrás, no ha estado respetando los largos periodos de sueño que suele tener después de cada batalla. Ni siquiera después de la última misión en la que estuvo imponiendo su sello por varios días seguidos fingiendo ser Éclair, se dio el lujo de dormir como es debido. A este grado, estoy preocupado. El Comandante Erwin le dio las claras indicaciones con tal de retomar toda la energía perdida; y eso que es bastante la que gasta cada vez que activa su poder.

Mantenerme dentro de mis pensamientos, es una forma a la que acudo cuando el miedo y los nervios se apoderan de mis venas. Ser el mayor entre mis tres mejores amigos, no siempre fue sencillo. El que todos basen sus expectativas y busquen la sabiduría en mí, genera una especie de presión. No tengo nada en contra, pero es como si tuviesen la idea de que yo soy el que siempre obtiene las respuestas cuando no es cierto. No es el más sabio el que más respuestas otorga, sino el que más preguntas genera. Y creo firmemente que Elaine, es mucho más inteligente que yo. Al contrario mío, ella jamás se deja de cuestionar el porqué de las cosas. No es como si yo no tengo dudas, pero la curiosidad que expresa y genera esa niña me pasma. La miro dormir plácidamente y siento una extraña sensación en mí.

Mis ojos se desvían de ella para enfocarse en cada uno de mis amigos. Mikasa camina sosteniendo las riendas de su propio caballo y el de Eren. Sin embargo, Lucian es quien se ofreció a también guiar a Kiara, la yegua de Elaine. Éclair no camina, sino se mantiene recostada en su corcel. Lo que me sorprende y a la vez no, es que es Connie quien camina con su caballo y el de la hermana de mi mejor amiga. A su izquierda, Sasha también se encuentra recostada pero, al igual que Sandra, ambas son dirigidas por Jean. Finalmente, Chloe camina con una mirada tensa pero abrumada. Cuando está bajo presión, la oji verdosa clara prefiere quedarse callada y evitar conversar con alguien. Finalmente, mi vista se topa con nadie más y nadie menos que Eren, quien se mantiene sentado frente a mí en la carreta de suministros. Sus verdosos azulados y mis azulados no se despegan en absoluto. Como si estuviésemos leyendo nuestras mentes. Hay algo en su mirada que pareciera querer adivinar mis intenciones. Buscar qué es lo que quiero o visiono.

–Perdón Mikasa por llevar mi caballo. –aunque se encuentre de espaldas, Eren no deja de observarme con atención.

–Está bien. No puedes estar gastando energía en este momento. –le responde con despreocupación. –Lo importante es que tú y Elaine reposen.

–Sí, ya lo sé. –Eren bufa, pero al final no repela. No me molesta el contacto visual con él, pero extrañamente me incomoda un poco que me esté barriendo con la mirada.

–Ella tiene razón. Solo descansa Eren. –dice Connie en un tono preocupado pero gentil.

–No seas idiota, no digas su nombre. –Jean le repela de lado.

–Es cierto, lo siento. –se disculpa el oji meloso con algo de nervios. 

–Si siguen así les rompo el hocico a los dos de una trompada. –masculla la segunda mitad de Elaine sin abrir sus verdosos azulados.

–Connie, recuerda que este territorio está rodeado de enemigos. –pero antes de que el peli avellana pudiese continuar, sus ojos se agrandan y jadea del susto. –¡TITÁN A LA IZQUIERDA! ¡TODOS EN GUARDIA! –su grito alertó a todo nuestro escuadrón y a diversos soldados a nuestro alrededor. Debajo de un árbol, un titán yace sentado sin realizar movimiento alguno.

–¡¿Qué?! ¡¿Qué?! –su inesperada presencia también me tomó por sorpresa, pero dicha advertencia no evitó que Elaine despertase alarmada girando su cabeza a todas partes.

–¡Iluminen la zona! –decreta Jean, haciendo que varios alcen sus linternas. Esto, angustia más a la chica de los dos zafiros.

–Ellie, descuida. No pasa nada. –le digo, relajando sus hombros. Sigue desorientada por lo adormilada que está. Aún así cierra sus ojos, regresando a su sueño. Su cuerpo, ahora se apoya en el mío y su cabeza reposa en el hueco de mi hombro derecho.

–Tranquilos. Solo está dormido. –distingo la voz de Hange delante del escuadrón especial. –Este pequeño no es uno de esos nuevos que se mueve por la noche...heh. –ríe brevemente. –Ay qué lástima. –sonríe con pena. –Dejémoslo en paz.

Entre los chicos y yo exhalamos aliviados. Al menos me tranquiliza que Elaine no se abrumó más. Dejo que siga durmiendo lo que quiera. Vaya, qué risa. Cinco años y no deja de ser la misma chiquita de siempre. Retomamos el camino y Eren no deja de mantener el ojo en ese titán.

–¿Cómo es posible que no lo hayamos visto hasta que tropezamos con él? –cuestiona.

–Sí. Me pregunto lo mismo. –concuerda la mujer peli castaña con gafas. –Debe ser porque la oscuridad nos cubre con su manto protector. Recuerda que la luz de la Luna es el reflejo de la del Sol. –explica. –Tenemos una teoría. –la oigo añadir. –Creemos que los titanes nuevos pueden moverse con esa pequeña cantidad de luz solar. Por eso preferimos viajar en Luna nueva. –concluye, haciendo que abra mis ojos descifrando los datos recién dichos. –No podemos asegurar que no volverá a suceder lo de aquella vez. Ese pequeñín, podría ser uno de esos que se mueven con la luz de la Luna...¡Como me gustaría capturar a uno de esos! –vuelve a sonreír y niego un par de veces con algo de gracia. Típico de Hange.

¡Pero claro! Tiene sentido lo que dijo.

Volteo de regreso mi cabeza hacia mi mejor amigo. Quien pese a sus nervios, no consigue disimularlos en su totalidad. Abrumado. Tenso. Es como yo lo presencio desde mi sitio. Terrible es la sensación de saber que la presión es tanta para dos chicos como Eren y Elaine. Ni siquiera ha comenzado la misión, y los dos se ubican en un estado fatal. Así, no podrán colaborar en conjunto y será más difícil obtener ventaja. Inclusive, si dudan sobre lo que ocurriría o de sus aptitudes y no se mantienen en el mismo canal, peor va a ser. Sus poderes saldrían de control y una pérdida de tiempo sería regresarlos a la normalidad o tratar de arreglar las fallas. Aunque claro, jamás hay que descartar cualquier escenario posible.

No...no puedo pensar así. No puedo ser egoísta. No puedo causarles más estrés de lo que ya tienen. Si de por sí la misión depende de ellos dos, no me puedo imaginar lo terrible que deben sentirse.

–Mmm...

Mi cuerpo se estremece al escuchar y sentir a Elaine removerse en sus sueños. Su ceño se frunce. Su boca murmura cosas que no logro comprender. Miro de nuevo a Eren y luego a Elaine. Justo cuando él empezó a manifestar ese temor, ella ha estado actuando de esta forma.

–¿Estás bien Eren? –le indaga Mikasa preocupada por el comportamiento del enunciado.

–¿Oye, por qué estás temblando? ¿Estás asustado? –le interpelo.

–Eh- ¿Yo-? ¡Ah- no! ¡Claro que no lo estoy! –balbucea a causa de los nervios.

–¿Qué? ¿Por qué estás mintiendo? Tus manos no dejan de temblar. –le recalco ansioso por saber la razón.

–Es solo porque...¡Hace mucho frío! ¡Mis manos están congeladas tonto! –evita tanto divisarme a los ojos como a decirme la verdad.

–¿Hablas enserio? Pues a mí sí me estremecen las manos del miedo. Mira... –sin vacilar, le enseño ambas manos, mismas que tiemblan por dicha sensación. El oji verdoso azulado se pasma. Si le brindo la confianza, estoy seguro de que Eren sentirá menos vergüenza de compartir sus verdaderas emociones bajo presión. Lo que necesita, es apoyarse en sus amigos y no llevarse toda la carga por sí solo. Lo mismo, se les ha dicho a varios del escuadrón en referencia a él y Elaine. –Eren dime...¿A ti nunca te han dado miedo los titanes? –interpelo seriamente sin despegar el ojo de mis temblorosas palmas. –Por lo general, a toda la gente les dan pavor. –expreso, retornado mis azulados ojos a una profundamente dormida Elaine. Mis dedos izquierdos se acercan a su coleta, empezando a acariciar su cabello. –En mi caso, la primera vez que tuve que enfrentar a uno, me quedé congelado del miedo. –admito, entrecerrando la ojeada por la vergüenza de rememorar. –Pero...en ese momento, tú y Elaine me sacaron de la boca del titán sin pensarlo. Aún no entiendo...¿Cómo fueron capaces de hacer eso? –cuestiono, generando la pregunta más hacia mi persona. A estas alturas, me siento como un reverendo idiota entre mis tres mejores amigos. Parecía que ninguno de los dos hablaría más, hasta que Eren abre la boca.

–Fue porque recordé...la vez que tú me mostraste ese misterioso libro. –responde con un tono de voz apagado, al igual que sus ojos. –De hecho, nunca antes había pensado en querer salir de las murallas. Solo...pasaba los días viendo las nubes en el cielo. Pero de pronto...llegaste emocionado contándome cosas maravillosas. –abro ligeramente la mirada, oyéndolo atentamente. –Vi en tus ojos que tenías un sueño increíble; y yo no tenía nada. Fue la primera vez que lo entendí. –pausa. –Me di cuenta de que no era libre. Vivíamos en una jaula lejos del mundo. Estábamos cautivos y a merced de esos monstruos. Cuando me percaté de eso...no pude perdonárselos. Yo tampoco entiendo pero, cuando pienso en recuperar mi libertad, siento...como crece mi fuerza. –deja ir su mano derecha, esfumando la tensión en su cuerpo. Asimismo, el rostro dormido de Elaine se pacifica. Ahora, un diminuta sonrisa es lo que alcanzo presenciar de sus rosados labios. De seguro, su pesadilla se tornó a un sueño hermoso. Eren pareció percatarse de lo mismo, por lo que sonríe embelesado por la chica que robó su corazón. –Te lo agradezco Armin. –me gratifica, mas yo me quedo congelado. –Ya me siento mucho mejor.

–No es para tanto. De veras. –su gratitud hace que sonría de igual forma.

–De no ser por ti, Elaine y yo estaríamos más que perdidos. Apuesto que ella también piensa lo mismo. –me callo por sus palabras. Mismas que aprietan mis emociones sin saber porqué. –Gracias también por cuidarla. Significa mucho para mí que estés en su vida. –mi corazón acelera su ritmo. La veo dormir plácidamente a mi lado; mucho más tranquila de lo que estaba hace unos minutos. Se siente tan cálido estar así...como si Elaine estuviese alimentando mi seguridad.

–Yo... –balbuceo, pero aclaro mi garganta apenado. –Sabes que jamás la dejaría sola. Se lo dije alguna vez... –Eren no alcanza a ver mi cara cabizbaja, pero mis mejillas se tiñen en color carmín. –Te doy las gracias por estar con ella. Veo como te mira y...sabes que la felicidad de ustedes, también es la mía.

Cada palabra es como una daga más en mi alma, pero todo es verdad. Yo desde que me percaté de los verdaderos sentimientos de Eren hacia Elaine, hice todo lo posible para apoyarlo y animarlo a ser honesto con esa niña. Que no tuviese miedo de ser él mismo ni de expresar lo que realmente la niña de los dos zafiros le hacía sentir. Eren es determinado y hostil; Elaine es dulce y empática. Ambos se complementan a la perfección. Así como Eren se basa en Elaine, también ella se basa mucho en él. Los dos se han necesitado uno al otro; se han consolado y entendido tanto por una crisis que los une. Claro que la amistad se iría reforzando e incrementando hasta transformarse en algo mucho más. El destino mágicamente los unió...y el destino, siempre fui yo.

Si realmente estoy feliz por ellos, ¿Por qué me siento tan vacío?...

–¿Qué dices? Quizás el próximo año, podamos ir a conocer el mar juntos. –propone con cierto entusiasmo. Evito mostrarme débil ante él, así que afirmo con la cabeza sin borrar mi débil sonrisa.

–Siento que...conozco este lugar. –Mikasa se detiene a observar cierto punto. Los chicos y yo la volteamos a ver, tanto cesando el paso como la carreta deteniendo su andar por el soldado quien lo dirige. –Es aquí...donde íbamos a buscar la leña.

–No es cierto... –Éclair, lleva la mano derecha a su boca pasmada por la nostalgia.

–¡Estamos al pie de la montaña! –oímos a otro de los veteranos avisar a todos los cercanos. –¡Encontramos un sendero!

Ante la advertencia, la chica peli dorada lentamente va regresando de su sueño. Sus zafiros lentamente se abren y deja ir un bostezo cuando cubre su rostro con las manos. Su mirada está ida; confundida. Pero de todos modos trata de comprender el escenario a su alrededor.

–¿Cómo te sientes Ellie? –le murmuro de cerca, removiendo sus flequillos.

–Mejor... –me contesta de lado, dejándose ayudar por mí en lo que acomodo su capa con cautela. –Gracias Armin. Perdón por haberme desvanecido de la nada.

–No tienes nada qué perdonar. –niego. –Lo importante, es que tengas energía de sobra para lo que viene. –acaricio su mejilla izquierda con mi mano derecha. –Así que tómatelo con calma...¿Sí? –le sonrío levemente, y ella asiente en silencio.

–Bien. Ya estamos más cerca. –dice el oji verdoso azulado tanto a mí como a las tres chicas que crecieron a mi lado.

–Puedo escuchar el agua del río. –dice Mikasa identificando dicho ruido. Elaine, capta lo que su hermana del alma quiso decir.

–Es cierto...finalmente...

–Regresamos... –concluyo la oración de la oji azul. –Por fin estamos de vuelta. –nos atisbamos entre los cinco. –Por primera vez...desde el día en que escapamos, conseguimos volver a casa.

Cada uno reacciona de distinta manera ante mi dicción. Sin duda alguna, Elaine es la que más emoción muestra entre los demás; llevando las manos a su rostro por la impresión ante ver el exterior de la agrietada muralla y las casas abandonadas dándonos la bienvenida desde lo lejos. Ninguno de los cinco estaba listo para enfrentarse a las llagas del pasado; a ninguna de las pesadillas que nos asechan peligrosamente desde el día en que nuestra infancia e inocencia se nos arrebataron de las manos. A medida que avanzamos, la ansiedad me consume hasta devorarme como una bestia. Cada paso era una inseguridad más. Mi mente no se lo podía creer. Lo primero que mis ojos azulados presencian, es el gigantesco hoyuelo que alguna vez Reiner realizó sin pensar en las casualidades del destino. Que el futuro nos uniría sin saber absolutamente nada. Profundamente, mi cabeza seguía sin procesar que aquél gigante colosal siempre fue Bertolt. Ese mismo chico que en mis tres años en el Cuerpo de Cadetes, fue uno de mis amigos más cercanos al igual que Reiner. Mis dos hermanos mayores. Mis modelos a seguir que desde su infancia, fueron forzados a ser algo que jamás pidieron ser. Al igual que mis amigos y yo, ellos fueron unos niños corrompidos por la injusticia.

Una vez que escucho a Elaine respirar entrecortadamente, supe de inmediato que un sinfín de recuerdos horribles están cruzando por su memoria ahorita mismo. No la culpo. Ha sido una víctima de la injusticia desde el día en que nació. Pensar en eso, me causa una gran rabia. Si tan solo sus padres jamás se hubieran largado aquél trágico día...si supieran el gran daño que le causaron a sus dos hijas. Podré ser empático, pero jamás comprenderé los motivos de esa pareja. Aunque...el hecho de que alguna vez fueron los miembros más fuertes de la Legión de Exploración, me extraña más intentando saber la razón por la cual jamás han aparecido en estos años. Al final del día, no soy absolutamente nadie para juzgar al señor Elior y a la señora Elizabeth. Pero desgraciadamente, hay personas en este mundo que no merecen ser padres.

–Elaine...tú puedes. –las manos de Eren se dirigen a las suyas una vez que este se aproxima y se hinca a nuestra altura. –Mírame. –le incita a que generen contacto visual. La susodicha, hace caso a su petición. –Lo haremos juntos como siempre. Triunfaremos.

–¿Lo prometes?...¿Prometes que todo saldrá bien? –le pregunta esperanzada de buscar un milagro. Pero sus labios enseguida son sellados por los de Eren en un beso lleno de sentimiento y ella corresponde cerrando sus ojos y sujetando las mejillas de su pareja.

–Aunque me cueste la vida... –contesta firmemente una vez que se separa de ella.

Esto de ser el mal tercio siempre me ha dado un fuerte golpe en la soltería. Pero si hubiese sabido desde el principio que dicha promesa no iba a llegar a cumplirse del todo...le hubiese evitado las lágrimas y el desgarrador destino a mi Ellie bonita.

El destino alguna vez fui...pero el futuro siempre estuvo en mí.

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