𝐬𝐞𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐨𝐜𝐡𝐨


~Para el sol que ya no está~

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Narración Omnisciente

Este, era quizás uno de los días más tristes para la Legión de Exploración. El cielo jamás se ocultó tanto entre las nubes como el día de hoy; lloraba sin parar con el caer de las gotas de lluvia. La humanidad parecía congelarse en una misma melancolía y pesar; o quizás solamente en todo aquel perteneciente a los tres regimientos, donde un mismo uniforme de gala y cada distinguido escudo los unifica como uno solo. Semanas previas, se unieron y celebraron una maravillosa dicha; sin saber que la tragedia y la desgracia los avecinaba sigilosa y silenciosamente para en el instante menos esperado, atacar sin piedad. Era un día para pensar. Para honrar. Para despedirse. Para llorar. Ni una sola sonrisa se presencia en los rostros de aquellas personas dentro de la espaciosa sala. No había adulto o joven alguno que estuviese sintiendo alguna emoción positiva. Se creía que se trataría de una ceremonia para honrar a aquellos héroes cuyas vidas arriesgaron para recuperar lo que alguna vez en Shiganshina se perdió. No obstante, pasó también a ser un momento de gratificación a todos aquellos cuyas vidas, fueron arrebatadas cruelmente por el enemigo; entre ellos, el comandante más querido y respetado de la Legión de Exploración: Erwin Smith.

Pese a los pequeños grupos dispersos en el espacio, el centro de atención se focalizaba en nadie más y nadie menos que en tres figuras femeninas en medio de la multitud. Iliana Hoover, Éclair Einar y Elaine Einar, son recibidas en una ola de aplausos que perduraron alrededor de un minuto. Venían de la compañía de Hange y de Lizy, quienes pedían de la forma más respetuosa posible que abarcaran suficiente espacio tanto para la capitana, como para las dos jóvenes miembros del escuadrón especial. Muchos, grandes y chicos, buscaban darles el más sincero de los pésames. Por lo que aguardaban pacientemente en espera de su turno. El resto de los miembros bajo el cuidado de las alas de Levi Ackerman, contemplan desde la distancia la triste coyuntura. Saludaban y abrazaban a los ex miembros restantes de la Clase A. Charlaban por escasos instantes; compartían sus pesares y dolores. Ninguno de esos niños, jamás se hubiese imaginado que después de los quince años de las gemelas Einar, todo daría un giro de trescientos sesenta grados. La clase cada vez se reducía más en cifras. Treinta y seis eran los alumnos que durante tres años, Lisette Magnolia fue guiando y criando siendo tan solo una joven adulta cercana a los veinticuatro años. Le dolía en el alma que la despedida a sus pequeños era cada vez más frecuente. Le torturaba incluso, el hecho de que tuvo que enfrentarse en contra a tres de ellos con el fin de rescatar lo que parecía ser correcto. Tener a Annie Leonhart encerrada en esa horrenda cristalización le agobiaba. Tener a Reiner Braun lejos de ella le martirizaba. Pero ya no tener consigo a Bertolt Hoover, el tímido, silencioso pero amistoso y tierno chico con vida, es una abertura más a la herida que, desde la partida de su hermana menor Isabel, se fue profundizando cada vez más y más. No le importaba en absoluto lo que hicieron ni los pecados que cometieron. Ante los ojos de la futura madre, eran sólo tres inocentes crías corrompidas por la crueldad y la injusticia; eran sus niños.

De pie cercanos a uno de los ventanales, algunos integrantes del escuadrón especial se mantenían en silencio. Por primera vez, realmente no había conversación alguna por la cual romper el hielo. Se disponían a estar al cuidado de Sasha, quien se mantiene sentada en una silla al estar aún sanando sus heridas. De sus flequillos sobresalientes, traía en su frente una venda renovada. Su cabeza ya no le dolía tanto, pero de todas formas debía estar en completo reposo. De pie detrás de ella, Chloe Campbell trenza pequeñas secciones de su alta coleta en un intento de animarla un poco.

–Por más que intento en dejar de pensarlo no puedo... –exhala, dejándose mimar por su amiga. –Me siento tan culpable. Una parte mía se detesta por ser una terrible amiga. –niega tristemente la chica pelirroja castaña. –Soy una asco viviente de persona... –su muslos son acariciados por Lucian, quien se hinca a su altura para tranquilizarla. Sus ojos, se fijan en su hermana cuata Nadia, quien recibe a la menor de las Einar en un suave abrazo. Pero tampoco perdía de vista a Mikasa, su chica. Quien desde hace días, se ha mantenido distante de la misma chica que su hermana consuela.

–No Sasha, tú no eres mala. –niega Lucian con delicadeza. –Ninguno de nosotros tuvo la mala intención de que las cosas se dieran así. –contextualiza, visualizando a sus amigos. –El error que cometimos, fue no haber alzado la voz cuando tuvimos la oportunidad.

–Y aunque la tuvimos...solo nos concentramos en obedecer las órdenes que nos ponían. Jamás nos atrevimos a pensar más allá de la lógica. Y eso que ni siquiera tengo la cabeza para hablar de lógica. –relata Connie cabizbajo y suspira. –Siempre nos mantuvieron apartados de la situación de Elaine; tuvimos que enterarnos por cuenta propia. De otro modo, jamás se nos hubiera ocurrido recoger esos zafiros.

–El hubiera ya no existe, y eso es lo que más me pone triste. –seca disimuladamente una pequeña lágrima derramada de su ojo derecho. –Elaine siempre fue la más dulce conmigo y con todos; la quiero tanto como si fuera mi hermana...pero ahora me siento toda una basura por lo que le hicimos. –parpadea, dejando ir otra diminuta lágrima.

–No fuimos más que breves espectadores del circo que armaron el capitán, Eren y Mikasa. –Jean se une a la conversación, trayendo a Sandra de la mano. –Para comenzar, tú Sasha estabas inconsciente, por lo que eres la menos culpable de este embrollo. Claro que no pudiste hacer nada debido a tu mal estado. Nos tocó llegar casi al final, que fue justo después de que consiguiéramos los zafiros del titán acorazado y del titán colosal. –realiza una breve pausa. –Para ese entonces, Reiner se nos fue de las manos. El titán carguero por poco atacó a Hange, pero logré salvarla a tiempo. Era perderla a ella o al estúpido acorazado. –bufa el peli avellana con decepción. –Quizás digan que soy un tonto por haber permitido su huida, pero en ese momento no soporté la idea de perder a más de mis camaradas. Sobretodo...quería evitarle más dolor a Éclair y a Elaine. –los chicos lo divisan atentos y atónitos. Alzando la mirada, se topa con la joven adulta mencionada intercambiando unas palabras con Éclair, sujetando sus hombros y mirándola a los ojos. La chica, seca sus lágrimas en medio de sus sollozos. –Cuando vi que Hange sobrevivió la explosión del colosal...me sentí tan feliz. Feliz de que aún siguiera respirando por nosotros y por sus ahijadas. –ahora observa a Elaine ser abrazada por el Comandante Pixis. Sin embargo, su abatimiento aumenta al no divisar lágrima alguna de los ojos de esa niña. Su frialdad, le dolía en el alma. –No me importó dejar escapar quizás la oportunidad que tuvimos...en el fondo, quiero que todos sigamos juntos. –entristecido, su antebrazo derecho es acariciado por Sandra.

–Me siento terrible, porque en estos días no he tenido el valor de acercarme a las Einar. Es que...cuando pienso en hacerlo no sé qué decirles para no lastimarlas más. Tengo miedo de que rechacen mi compañía. Tengo miedo de que me odien. –relata la peli marrón abatida por la desolación.

–Aunque el temor nos impide, tenemos que hacerlo. –sustenta el peli castaño. –En estos momentos, Iliana y las chicas nos necesitan. Van a necesitar todo el amor y el apoyo del mundo.

–Este tipo de situaciones nos hacen meditar sobre muchas cosas. –manifiesta la rubia de las dos trenzas, abrazando a Sasha por detrás a la par que sus mejillas se rozan entre sí. –Por ejemplo, ahora ya nadie nos puede prohibir lo que podemos decir. Tenemos la oportunidad de decirles a Elaine y Éclair todo lo que sentimos por ellas. –propone, recibiendo un abrazo de lado por parte de Connie. –Si jamás nos damos el espacio para expresar y compartir nuestros sentimientos entre nosotros, el día de mañana quizás nos arrepintamos cuando alguien más ya no esté respirando para decirlo.

–¿Por qué tiene que ser así? –cuestiona Sasha con la voz quebrantada. –¿Por qué tenemos que pagar las consecuencias de esta forma? No es justo... –niega dejando callados a sus amigos, mientras que dos nuevas lágrimas brotan de sus ojos. –Ahora, tampoco puedo dejar de sentir pena por Armin. Solo mírenlo... –todos voltean con disimulo hacia el chico, quien a pesar de estar ahora en total recuperación, desde el sitio donde se ubica sentado, observa sin emoción alguna la luz apagada del día a través de la ventana, al igual que las gotas de lluvia deslizándose por el exterior del cristal. –No puedo imaginarme estar en su lugar. Debe ser terrible cargar con una responsabilidad y una culpa tan grande. Me siento muy mal... –Chloe le brinda un pañuelo, lo cual Sasha lo recibe para sonarse la nariz.

–Todos sabemos que Armin no tiene la culpa. Él ni siquiera tuvo elección Sasha. –Lucian peina la coleta de la chica con sus dedos. –Estoy tan contento de que Armin esté con nosotros, pero debemos admitir que fue de muy mal gusto por parte nuestra, haber ido tras él y ni siquiera ir con las Einar después. Santo cielo...chicos. –lleva la mano a su sien, niega y exhala. –No puedo dejar de escuchar el regaño de Lizy en mi cabeza. Si no podemos arreglar las cosas, al menos no quiero quedar en malos términos con mis amigas ni con ninguno de ustedes.

Esos chicos, seguían presenciando la escena frente a sus ojos. Las dos gemelas, seguían recibiendo condolencias por parte de compañeros y colegas que alguna vez fueron de Erwin Smith. Por supuesto, tampoco podía faltar el resto de los ex alumnos de la Clase A. Todos en consolidación por sus camaradas y con la intención de apoyar a las sobrinas del comandante caído. Elaine recibía abrazos y consuelos por parte de Lilia, Hitch y Nadia. Éclair era acompañada por Hanna Diament, una de las chicas que alguna vez fue muy cercana a Mikasa y a Annie Leonhart. Iliana, era consolada por algunas de sus amigas veteranas; entre ellas estaba Lizy, quien la arropa y frota su espalda con la esperanza de tranquilizarla, en lo que intercambia algunas palabras con las jóvenes adultas. De todos modos, sería imposible conseguir estabilizar a la que hubiese sido la futura esposa del que alguna vez, fue su fiel amigo.

–Así que...la humanidad no está extinta. –Jean toma la palabra en un semblante neutro. –Y al parecer, ante el ojo del enemigo somos los demonios de la isla Paradis.

–El mundo es más grande de lo que alguna vez imaginé...pero nunca creí que existirían muchos más como nosotros afuera de las murallas. –manifiesta Sandra, siendo abrazada por el peli avellana. –El padre de Eren provenía del exterior...ahora entiendo muchas cosas.

–¿Como cuáles? –indaga Lucian, ladeando su cabeza.

–Mi padre biológico y el señor Elior solían ser muy amigos cuando era niña. –comienza a narrar. –Venía ocasionalmente a casa, pero ellos, al parecer se encontraron en más de una ocasión con el señor Jaeger. –Jean y Chloe abren más la mirada serios y pasmados. Lucian, Sasha y Connie se voltean a ver confusos. –Yo sabía que entre Elior y mi padre se hablaban muchas cosas...aunque también habían detalles que el señor Grisha les platicaba en privado. Desgraciadamente...el saber tanto le costó la vida no solo a mi padre, sino a mi madre. No sé cómo lo delataron, pero me parece extraño que el papá de las Einar y el de Eren jamás fueron emboscados por la Policía Militar.

–Ahora que lo mencionas, tienes razón. –piensa el oji meloso llevándose el dedo índice a la barbilla. Por el rabillo del ojo, divisa a una entristecida Hitch y a una fría Elaine darse un afectuoso abrazo. La segunda, parecía dedicarle unas palabras de aliento a su gran amiga. Pues la preciosa chica de ojos verdosos claros también sufría una perdida: la de su pareja Marlo Freudenberg. Quien valientemente compartió con el Comandante Erwin, sus últimos momentos de vida. –No quiero sonar metiche ni nada por el estilo...pero me preocupan mucho Éclair y Elaine. No es justo lo que están pasando. Sobretodo ahora que su padre apareció como si nada... –cabizbajo, Connie aprieta los puños conteniendo la rabia hacia aquél hombre. Pese a no conocerlo en su totalidad, no soportaba ver sufrir a sus seres más queridos. –Yo jamás haría algo así si llegara a tener hijos. –niega con la cabeza. –Jamás en la vida los haría sufrir como ellas sufrieron... –preocupados, divisan a su querido amigo respirar entrecortadamente, a medida que lágrimas amenazan con salir de sus melosos luceros.

–Oye...¿Por qué dijiste eso? –los chicos se giran en torno a Jean, quien alcanzó a escuchar las palabras de Floch Forster a Hitch Dreyse, quien se retira cabizbaja después de haber intercambiando algunas palabras con el trío de amigos provenientes de Shiganshina.

–Alguien tiene que decir la horrible verdad. –sustenta, captando la total atención del escuadrón especial. Nadie a excepción del chico alto peli avellana, se había percatado de la presencia de Armin Arlert en medio de la disputa. Al parecer, Eren y Mikasa se lo habían traído con ellos en un instante previo para no dejarlo solo y conversar con él. El pelirrojo divisaba a ese niño de cabellera rubia con una impotencia que lo martirizaba. No lo decía, pero su semblante ilustraba una fragilidad que nadie, ni siquiera la dueña de los dos zafiros había testificado anteriormente hasta hoy. Ante las miradas de los chicos, jamás se sintió tan indefenso como ahora. A lo lejos, Elaine consigue atestiguar la escena con una pizca de sorpresa. Con sus labios entreabiertos, atiende lo que podría ocurrir.

–Sé que...tú eras de los que pensaban que debían revivir al Comandante Erwin y no a mí. –relata Armin obteniendo el valor para hablar.

–Así es... –musita Floch, girando su torso hacia el chico de cabellera rubia. –El comandante, era en realidad la mejor opción; y no soy el único que lo piensa. Hay mucha gente, que leyó el informe y se sienten igual que yo. –expresa, dejando al oji azul sin palabra alguna para sustentarse. –¿Por qué no eligieron a Erwin?

Negados y entristecidos, los jóvenes testigos ajenos a los sobrevivientes de Shiganshina se observan entre sí. Unos lagrimeando como Sasha Blouse; otros evitando hacerlo como Connie Springer. La desolación en los azulados ojos de esa inocente alma, era más que suficiente para devolverle un poco de brillo a la sobrina menor del comandante fallecido. A final de cuentas, la culpa de no mirarlo de frente la martirizaba en vida. Sabiendo perfectamente que ese chico, no solo era el menos culpable por la decisión que se tomó al final, sino que jamás había llorado tanto por un ser vivo como Armin. No soportaba verlo tan triste. Era tanta la culpa que a pesar de su distancia y su frialdad, evitar conmoverse por su abatimiento era imposible.

–¡¿Qué diablos sabes tú sobre las capacidades de Armin?! –Eren da un paso hacia adelante defendiendo a su mejor amigo sin vacilar. –¡Vamos, dilo!

–No sé nada de él. –niega el oji castaño cabizbajo. –Solo fuimos compañeros reclutas, pero yo no soy su amigo de la infancia y ni siquiera soy su amigo como ustedes y los demás. –se justifica. –Pero sé por qué eligieron a Armin en vez de al comandante. Ustedes dos y el capitán Levi se pusieron sentimentales. Decidieron sobre la jeringa y terminaron por tomar una decisión racional. Ustedes...no pudieron sacrificar a alguien que les importaba. –Chloe, Sandra, Sasha y Connie jadean levemente por las crudas palabras del chico. Asimismo, el chico oji verdoso azulado da unos cuantos pasos más hacia él.

–Escucha. –le ordena. –Será mejor que cierres la boca...Iliana, Éclair y Elaine están aquí. –implora seriamente en un hilo de voz.

–Eren... –lo enuncia Floch. –Eres de esas personas que creen que siempre tienen la razón en todo. Es por eso que nunca te rindes...pero solo eres un niño caprichoso. –el susodicho gruñe evitando realizar un alboroto. –En estos días que estuviste encerrado...¿Qué no te has puesto a pensar en Elaine? ¿La chica que supuestamente amas? –observa como este, aprieta el puño y suspira con más coraje. –Lo que le hiciste a Elaine...es algo que ni siquiera tiene nombre. Si yo fuera ella, jamás te lo perdonaría ni aunque muriera. –niega rotunda y seriamente. Por más que el chico de los verdosos azulados quería arremeter contra él, se sentía presionado en no causar un escándalo.

–Tú no sabes nada... –musita, bajando la cabeza para evitar cruzarlo por la mirada.

–¿Qué? ¿Acaso te molesta que te diga la verdad? –le cuestiona, lo cual el peli marrón se lo toma muy mal que está decidido a darle una buena tunda.

–Eren, ya basta. Olvídate de él. –le pide Mikasa al susodicho posando la mano derecha en su hombro izquierdo evitando su rabieta.

–Mikasa fue la más madura de todos ustedes. –articula el pelirrojo de ojos castaño claro. –Al final...decidió rendirse sobre el tema. –sus palabras, la obligan a abrir ligeramente su mirada azabache.

–No...eso no es cierto. –niega aturdida. Pero para entonces, Jean se entromete en el medio empujando a ambos chicos por lados opuestos.

–¡Oigan! ¿Qué es lo que están haciendo? –gruñe el peli avellana frustrado. –Floch. –lo enuncia volteándolo a ver. –Hoy estamos aquí para mostrar respeto a los compañeros caídos y al tío de nuestras compañeras.

–Tiene razón. –Connie se aproxima a la escena. –¿Qué sentido tiene pelear por cosas que no podemos cambiar?

–Ustedes dos...y ni uno de los que están aquí ni siquiera se opusieron a sus superiores, y no hicieron nada para detener a Eren y Mikasa. Solo se quedaron viendo como Éclair y Elaine eran sometidas a una horrible humillación y no hicieron nada para ayudarlas. En lugar de consolar a sus supuestas amigas, se fueron de inmediato a sacar a Armin de ese titán y ni siquiera se dignaron a voltear hacia atrás. –todos los chicos referentes jadean, mientras que Lucian se cruza de brazos conteniendo su rabia. –Éclair, lloraba como nunca antes había llorado. Pero les apuesto lo que quieran que Elaine...fue la más afectada de toda esta estupidez. Y por eso, no es capaz tan siquiera de llorar la muerte de su propio familiar.

–No...no es cierto. –Sasha se lleva las manos a su sien cubierta por vendas entre lágrimas. –Yo no quise...yo no quise hacer nada malo. –oculta su rostro afligida.

–¿De qué son las medallas?...¿A quién mostramos respeto? –les pregunta a todo el escuadrón. –Al menos sean honestos con todos los nuevos reclutas que entran a la Legión de Exploración. Así no se enlistarán los cobardes como yo por error. –alza su quebrantada voz. –¡¿Qué vamos a hacer sin el Comandante Erwin aquí para guiarnos?! –en el fondo, los desconsolados sollozos de Éclair e Iliana se intensifican, entristeciendo más el ambiente. –Supongo...que un inútil como yo...solo sirve de carne de cañón pero...incluso alguien como yo...merece saber en qué se está metiendo. –agacha la mirada humedeciendo sus ojos.

Nadie, ni siquiera Eren o Jean sabían exactamente qué contestar ante los reclamos y pensamientos de ese chico. Ya nadie tenía el valor de mirarse a los ojos y de explicar las razones por las que están de pie en ese lugar. No había más que vergüenza y disgusto en sus corazones; pena, arrepentimiento y culpa. Ya no había nada qué explicarle a nadie. Ninguno, tenía el lugar y el derecho de reclamar las cosas y de echar verdades en la cara. Cada ser humano dentro de esas cuatro paredes, eran un pecador más.

–Floch tiene toda la razón. –con el semblante apagado, Armin es el primero en romper con el hielo. Eren y Mikasa jadean sorprendidos. –Debieron revivir al Comandante Erwin...yo no puedo ser nada por darle la vuelta a la situación. –hasta el mismísimo chico de cabellera pelirroja se había quedado sin palabras. Ya no sabía cómo sentirse al respecto al presenciar tanta desolación en su compañero. Se desbordaba tanto, que no evitaba sentirse incómodo.

–¡¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?! –Eren palmea su hombro exaltado. Sin embargo, aquel mismo niño cuya ternura y energía irradiaba todo un cielo entero, ya ni siquiera se dignaba a pensar en una posible respuesta. Más bien, es como si ya no quisiera pensar más. Estaba decaído. Triste. Sin motivación alguna. –No sé cuál era la mejor opción...nadie puede prever el futuro. –admite con pesar. –Pero aún hay algo que tenemos que hacer. –toma una bocanada de aire. –¿Viste...lo que hay al otro lado? Me refiero...al otro lado de las murallas.

Aquella última frase, devolvió una pequeña chispa en el azul de los ojos de Armin. Ese mismo sueño infantil que por un instante creía perdido, regresaba para alentarlo a despertar. Era increíble como el autor de dicha fantasía, podría olvidar algo tan valioso como la ilusión de visitar un lugar magnífico y surreal para el ser humano. Como si su niño interior le estuviese susurrando al oído que no todo está perdido. Que aún ese pequeño infante habita en su corazón. Al final, todas sus visiones y todo su futuro, siempre los tuvo focalizados en esa gran masa de agua salada.

–El mar... –articula agrandando la ojeada.

–¡Exactamente! –lo alienta el peli marrón. –¡Ahí está el mar! ¡Y aún no lo hemos visto! ¡Aún hay mucho que no sabemos! ¡Agua ardiente, tierras de hielo, campos repletos de arena! ¡Hay una infinidad de posibilidades! –su voluntad, hacía que el pasmo en Armin fuese aún mayor. Eren, parecía hacer todo lo posible para animar a su mejor amigo. –¡Pasando las murallas está...! La libertad.

Las últimas dos palabras las expresó en un hilo tan fino de voz. Elaine jamás olvidaría la sensación y el pavor que presenció en los ojos de ese chico que, sin percatarse por su repentina aparición a las espaldas de Armin, la divisaba con un sentimiento que solamente ella era capaz de descifrar. Eren, la observa como si hubiese visto la figura viva de un fantasma. Como si la presencia de esa niña le hiciera ver cosas en su cabeza que nadie más sabía. Ahora, no solo veía en Elaine, una individuo común y como la niña que alguna vez se convirtió en su primer amor. Sino a alguien sumamente especial. Alguien que por segundos, no llegó a reconocer. Armin por su lado, se mantiene estático y confuso por la inesperada reacción de Eren.

–Elaine... –su boca articula su nombre.

Cabizbaja, rodea con unos cuantos pasos al mayor de sus mejores amigos. Una vez estando en medio de sus amistades masculinas, se pone a espaldas de Eren y se perfila frente a Armin. Los chicos la observan callados y atentos a lo que la menor del escuadrón podría expresar o realizar. La incertidumbre arrasaba a montones; dejaba a todos con la curiosidad a tope y los mantenía hasta con la más mínima atención. Floch, siempre estimó a la Einar menor. Jamás se atrevía a acercarse a ella por temor a que lo considerase como alguien indigno de hablarle; alguien inferior a su persona. Para él y para muchos otros chicos, Elaine era la niña más hermosa e inalcanzable de la generación 104. Escasas, fueron las ocasiones que convivieron durante los tres años que fueron compañeros de clase. Nunca llegaron a ser amigos, pero la oji azul no tenía nada malo o bueno que decir sobre él. En silencio, contempla su firme y sutil postura. Como si con solo existir frente a sus ojos, era perfecta tal cual lo era. Los labios rosados de la joven se entreabren, dejan huir un pequeño inhalo y dejan ir el aire.

–La decisión de salvar a Armin...fue mía y de nadie más.

Tomando la fría y silenciosa palabra, Elaine mantiene a todo el prójimo cercano a ella boquiabierto, jadeando sorpresivamente y anonadado; sobretodo al dueño de los ojos color cielo. Su mano derecha se posa en la frágil mejilla de Armin. La acaricia. La siente. El joven soldado no podía estar más asombrado no solo por su comportamiento hacia él, sino por la respuesta que dejó a todos sin palabras. Inclinándose hacia adelante, es que lo envuelve con delicadeza entre sus brazos. Armin no tenía idea alguna de cómo reaccionar; sobretodo cuando Eren divisa la escena con una incertidumbre que desbordaba en una fuerte e insólita tensión.

–¿Pero cómo?...¿Cómo puedes decir algo así? ¿Cómo pudiste...elegir a un insignificante chico antes que a tu propia sangre? ¿Qué no te importa tu tío? ¿No te importa haber preferido que el comandante Erwin muriera? –cuestiona el chico pelirrojo con más calma pero desesperanzado a la vez; sin comprender absolutamente nada. –No digas algo solo porque Eren y Mikasa quieren oírlo por parte tuya. Todavía estás a tiempo de expresar tus verdaderos sentimientos. –los mencionados, se mantienen furiosos por el comportamiento de Floch hacia Elaine, y a la vez esperanzados en oír una respuesta que pueda desaparecer la pesadez en sus corazones.

–Lo que ellos dos hicieron...no es algo que me consterne en este instante. –niega con lentitud. –No cuando mi hermana me necesita ahora mismo. –expresa, sintiendo el calor de Armin al corresponder el abrazo. Esta, era la forma de darle aliento en medio de su duelo. Después de todo, el luto de Elaine era desbordante. –No estoy de humor para reclamar y me importa un bledo lo que piensen ahora mismo. Esto, lo dejé pasar bajo mi propia voluntad y responsabilidad.

–Elaine... –Mikasa murmura su nombre, pero a ella tampoco la divisa. Eso, fragmenta su corazón que se abraza a sí misma afligida.

El joven niño se mantenía callado y desconcertado. Jamás se retractaba ante las muestras de afecto de su mejor amiga. Ante ese abrazo, no sabía cuál era el mensaje que Elaine quería transmitirle después de días de no cruzar miradas o palabra alguna desde la retoma de Shiganshina. Tan solo, quería sentir que esa niña seguía estando ahí.

–Ellie...la gente. –le murmura abrazándola, evitando reaccionar exaltado o tan siguiera, verse ruborizado por su repentina cercanía. No solo por eso, sino porque cierto chico entre la diminuta audiencia, no dejaba de atestiguar la escena con una chispa de rigidez. Así que traga una bocanada de saliva por el desasosiego, pero tampoco podía alejar a su confidente así como así. Estaba tan cercana a él, que sentía que en cualquier segundo el aire carecería en sus pulmones. Armin, cierra sus ojos al sentir los labios de su mejor amiga susurrarle al oído.

–Yo fui la primera quien quiso salvarte...pero si morías, me hubiese muerto contigo sin pensarlo dos veces. –el peli rubio jadea, al ser el único quien alcanzó a escuchar el frío mascullo de Elaine. Sin embargo, todos se confunden más de lo que están.

–Escuchen mocosos. –rompiendo con la sombría tensión, los chicos giran rápidamente sus cabezas hacia el dueño de la gruesa y firme voz. Quien entrelazando sus dedos con los de su pareja, se avecina a la escena. –Es hora... –dice ahora en una tonalidad más sutil, pero mandatoria. –En fila. –les ordena, para alejarse de ellos en compañía de Lizy.

El silencio vuelve a abundar en toda la sala. Por estatura, es que los integrantes del escuadrón especial y Floch se van formando sin emitir una sola palabra. Hange, Iliana, Lizy y Levi, serían los primeros en ponerse al principio de la formación. Esos niños, veían como todos los presentes se dirigían a sus lugares llenando en su totalidad, todos los espacios establecidos para dejar una hilera en el medio en donde pasarían ante los ojos de un sinfín de espectadores. Por ese mismo, es donde los reconocidos individuos serían cordialmente gratificados y felicitados por nadie más y nadie menos que Historia Reiss, la reina de las murallas. Portaba un precioso atuendo blanco, una capa rojiza decorada con lana del mismo color de su vestido. Su cabello, era recogido por una fina cebolla; sus flequillos sobresalían de su frente a la par que la corona real, adorna su pequeña cabeza. Una vez delante de toda la audiencia, los condecorados se arrodillan, llevando la mano derecha a sus pechos e inclinando sus cabezas como símbolo de respeto ante su Real Majestad. La joven reina miraba a esos solados no como sus súbditos, sino como sus fieles amigos. Podía sentir en sus semblantes, el dolor y la tristeza en cada uno de ellos.

Una de sus ayudantes mayores, carga consigo una especie de base; donde cada uno de los medallones son posados encima del almohadón verdoso. Primero, los adultos responsables eran los que recibían el dichoso premio; comenzando por Hange Zoe, la nueva comandante de la Legión de Exploración. Al terminar de ponerle el dichoso ornamento, la peli castaña vendada de su ojo izquierdo besa la mano derecha de Historia. Por su parte, la joven aprieta la mano de su antigua colega entre las suyas como signo de agradecimiento. Iliana Hoover es la segunda en recibir su reconocimiento. Entre lágrimas y pesar, le dedica una afligida mirada a la pequeña reina. La peli rubia se arrodilla ante ella y la rodea en un fuerte abrazo. Comprendía la pesadumbre de perder a un ser tan querido como Bertolt, quien siempre tuvo cerca y jamás se percató del lazo oculto que los unía. Más no imaginaba lo que sería perder al amor de toda una vida como Erwin Smith fue para ella. Dedicándole un mensaje de aliento, Historia aplaca los flequillos de su ex capitana. Iliana asiente aceptando el dulce gesto y posteriormente, su felicitación ante la futura venida de la cría esperando en su vientre. Aún así, la pena seguiría presente años después, al tener que seguir viviendo con el hecho de que su hijo, crecería sin la viva presencia de su padre.

Procediendo con la ceremonia, Levi Ackerman y Lisette Magnolia fueron los siguientes en ser condecorados. La pareja, agradecen a la chica de todo corazón por su apoyo incondicional y por todo el tiempo que estuvo bajo sus alas en su corta estadía en el escuadrón especial. Historia, también los congratula por próximamente convertirse en padres. Dicha maravilla, era algo que la chica ya venía venir desde hace tiempo. Y ahora, era el turno de los novatos. Chloe Campbell, Armin Arlert y Connie Springer, fueron los primeros en recibir las medallas al ser los más chicos en estatura. En el medio, las hermanas Einar esperaban su turno aunque ninguna de los dos sentía emoción alguna; ni positiva ni negativa. Estaban tan enfocadas en su duelo, que era sumamente obvio que esta no solo era una ceremonia de premiación; sino un masivo funeral donde su tío materno era el caído principal ante todos los soldados que no consiguieron llegar al final. Una vez que Historia concluye con el oji meloso, Éclair es la siguiente en recibir su dichoso medallón. Este, al ser colocado y ajustado alrededor de su cuello, la joven reina se percata en las veloces contracciones en el pecho de la chica oji verdosa esmeralda. Inmediatamente, se olvida de su papel sin vacilar.

–Está bien. –le musita, ayudándola a levantarse del suelo. –Está bien. Está bien. Está bien. –apresuradamente, Historia envuelve a Éclair en un fuerte abrazo en cuanto escucha que comienza a llorar desolada. Sus sollozos, son lo único resonando en la sala. Toda la audiencia se conmueve por su llanto, sobretodo los miembros del escuadrón especial. –Hiciste un muy buen trabajo Éclair, te felicito. Lo hiciste muy bien. –le murmura frotando su espalda.

–Tenía tanto que darle...tenía tanto que decirle y tanto que hacer por él. –llora la peli castaña abrazando a la chica oji azul. –Tuve la oportunidad de salvarlo y no- –sus palabras son interrumpidas por los sollozos, mientras que una ola de aplausos infestan el ambiente por parte del público.

Grandes y chicos; todos juntos aplaudían y clamaban palabras de aliento para la sobrina mayor de Erwin Smith. Detrás de ella, Sasha cubre su boca a medida que lágrimas vuelven a brotar con violencia de sus ojos, Chloe y Sandra no evitan también infestarse por el duelo de su compañera y Lucian anula su mirada mientras que su pecho se contrae. A la par, Jean parpadea dejando fluir un par de gotas saladas de sus ojos color avellana. Esta, era la primera vez que lloraba frente a sus amigos. Ni siquiera por la muerte de Marco, dejó que alguien lo viera débil. Pero ahora, ya no pudo contener más su agonía. Armin restriega su azulada mirada en un intento de disimular su llanto; Connie palmea su espalda como apoyo y empatía. Mikasa realiza una mueca atormentada, consciente del fuerte error cometido y dolida ante ver a pocos lugares de ella, a Elaine ser la única quien no emite alguna emoción. Tan solo la ve quieta como una estatua, y tan ida como un alma sin vida.

–Escúchame Éclair. Mírame. Mírame. –demanda la joven reina, sujetando el rostro de la susodicha entre sus manos. –Tu tío, donde quiera que esté, debe de estar mucho más que orgulloso de ti. Debes de sentirte satisfecha y honrada de lo lejos que has llegado y de lo grandiosa y fuerte que eres como persona. –seca las lágrimas de Éclair con la yema de sus pulgares. –A pesar de tu pasado, los problemas y los roces que hemos tenido desde niñas en la base de reclutas, te perdono. Te perdono y quiero que sepas que a partir de ahora tienes una amiga de verdad, podrás contar conmigo para siempre y tendrás todo lo que nunca tuviste. –esas palabras, fueron lo suficientemente efectivas para que el espíritu de la gemela mayor se llenara con una pizca de felicidad en medio de la tormenta. Éclair vuelve a abrazar a Historia entre lágrimas y llantos; la peli rubia acepta el gesto, dándole todo el tiempo que quisiese. –Te quiero Éclair. Te queremos mucho, y siempre te vamos a querer. –recita frotando la espalda de la susodicha.

–Gracias. Gracias. Muchas gracias Historia, muchas gracias. –gratifica la chica peli castaña de todo corazón.

Con una sonrisa triste, Hange y Lizy admiran la escena con bastante orgullo y melancolía. Solo que la segunda, lo hace con mucho más pesar al comenzar a llorar. Levi se dispone a secar las lágrimas de su pareja. A pesar de su seriedad, entendía que este día era difícil no solo para Iliana y las Einar, sino para todo su escuadrón. Por ende, no se dispone a interrumpir sus pesares y les permite a esos niños, desahogarse y expresarse como quisiesen. Elaine es la siguiente después de que su hermana regresa a su lugar previo. El medallón, reluce con una hermosa gema verdosa azulada en conjunto al zafiro azulado del Colgante Boreal. Historia la levanta suavemente del piso con sus manos y realiza la misma acción que con Éclair, envolviéndola en un sincero y profundo abrazo. Esto, demostraba lo mucho que la joven reina extraña y estima a su confidente de la infancia. Elaine era una parte fundamental en la vida de Historia, así como ella lo era para la sobrina de comandante fallecido. Sus dedos acarician el largo de su coleta dorada. Elaine no se resistía en recibir el pésame de su amiga, pero no era suficiente para sanar las heridas de un pecado que nadie, ni el mismísimo Eren Jaeger, eran capaces de descifrar.

–Eres...más valiente de lo que imaginé. –susurra la menor de los Reiss brindándole cariño a su querida amiga.

–Gracias por el apoyo hacia mi hermana. –evade el halago en medio de la muestra de afecto, centrándose en su segunda mitad. –No sabes lo mucho que significan tus palabras para ella. Lo necesita más que yo. –musita, atisbando el gris del día asomándose por los cristales de las ventanas.

–Mírame hermosa... –se aparta, acunando el rostro de Elaine entre sus manos pese a la diferencia de altura. –No soporto verte así...me duele en lo más profundo de mi alma. –verbaliza abatida por la falta de vida en el rostro de la dueña del Sello del Zafiro.

–Yo no soportaría si llegasen a sacrificarte. –vuelve a ignorar sus palabras, como si su vida ya no valiera nada. –Si lo hacen... –divisa el suelo. –No podría seguir respirando ante un fracaso más... –Historia se desconcierta no solo por lo que dice, sino por su lucha en no quebrantar su voz. –No puedo decirle a nadie... –siente su cuerpo temblar. –No puedo...

–Hablaremos de eso después. –plantea la pequeña monarca acariciando las mejillas de Elaine. –Por ahora, necesitas descansar y salir adelante. Yo sé que podrás superar este duelo. Todos estamos contigo.

–Me rehuso a seguir adelante... –explaya en un murmuro. –Estoy harta...de que la gente me obligue a que lo haga.

–Elaine... –susurra decaída y pasmada. Definitivamente, ahora más que nunca, Historia ya no reconocía a la niña quien años atrás, se convirtió en su primera amiga.

La joven Einar vuelve a su lugar sin nada qué decir y sin dedicarle la mirada a nadie. Todos, hasta los adultos, se estremecían por el comportamiento de la más chica del escuadrón. Para nada estaban acostumbrados a esta parte suya; mucho menos se imaginaban que Elaine Einar sería capaz de emitir tanta desolación y carencia de vida en su espíritu. No da un paso atrás cuando la mano de Eren Jaeger alcanza su mano derecha y entrelaza sus dedos con los suyos. Ambos ojos se localizan; se entrelazan en una mirada perspicaz y apesadumbrada. El chico ya no soportaba su ignorancia; extrañaba todo de su chica que lo único que deseaba, era encontrar el calor en ella. No obstante, su grave error, fue precisamente ese: Buscarla para encontrar la solución ante sus problemas y empatizar junto con Elaine. Ahora, ninguno de los dos puede coincidir con algo. Eren le suplica con el vistazo que lo escuche, más Elaine le recalca que ya no hay nada que pueda hacer para remedar el daño que causó por sí mismo. De todos modos, Eren no se rehusaría en darle todo su apoyo por medio de ese acto.

Historia concluye en ajustar el medallón alrededor del cuello del chico, acercando la palma derecha para que esta, sea besada por el condecorado. Con la mano contraria, Eren la aproxima lentamente hacia sus labios, brindándole un respetuoso beso a dicha sección. De repente, una ola electromagnética se desprende no solamente del agarre entre él e Historia, sino alrededor de las manos entrelazadas de Eren y Elaine. Un sinfín de imágenes corren entre sus cabezas. Cada quién atisba en sus mentes diversas escenas en particular. La perspectiva de Grisha Jaeger y de Elizabeth Smith se intercalaban entre sí. Ya no solo eran ellos, y los que alguna vez fueron los Reiss; cada quién divisaba distintas cosas, unas peores que otras. Inclusive, veían lugares que jamás en sus vidas habían visto y personas que nunca conocieron en persona. Todo pareció ir en cámara lenta, hasta que uno de los integrantes del escuadrón termina con el trance.

–¡Oigan, despierten!

Elaine jadea con fuerza una vez que regresa en sí, lagrimeando y con sus zafiros resplandeciendo con intensidad en medio de la confusión.

El clamor de Éclair, la hizo regresar a la realidad tanto a ella como al chico a su derecha.

El tiempo retoma su transcurso con normalidad.

Elaine comienza a respirar con pesadez.

–¿Qué pasó?... –interroga Mikasa serena pero abstraída.

–¿Eren, Elaine? ¿Están bien? –cuestiona Historia desconcertada. No obstante, su sorpresa se vuelve mayor al presenciar el horror en los semblantes de ambos.

El primero, sostiene la mano de su real majestad con una presión que mantenía su energía tensa. Sus dientes crujen; su respiración tiembla. Por otro lado, la segunda manifiesta su pasmo con intensidad. Con la mano izquierda en la boca, el pecho de Elaine sube y baja cada vez con mayor velocidad. Sus pupilas se encogen a la par que sus articulaciones se estremecen. De igual forma, el entrelazo entre los dedos de aquella joven pareja era fuerte, como si entre los dos se transmitieran la misma sensación pero distinta reacción. Simultáneamente, es cuando los dos se dirigen la misma tétrica mirada al unísono. No había necesidad de decirlo; Eren y Elaine sabían perfectamente lo que vieron. Pese a los revoltosos e individuales escenarios, ambos contemplaron el mismo infierno frente a sus ojos.

–Oigan... –los llama el Ackerman mayor con neutralidad, aunque también se muestra curioso. –Les están hablando. Contesten. –demanda.

–Niños, ¿Les sucede algo? –interroga la sub capitana oji esmeralda, a medida que Iliana se asoma desde su sitio extrañada.

A mayor cuestionamiento por parte de los demás, los suspiros de la gemela menor resuenan con intensidad. Su mirada parecía cristalizarse a medida que busca el tacto entre la mano de Eren. Parecía que buscaba alguna señal de vida en ese chico; o quizás quería percatarse si aún estaba ahí con ella. Aferra la mano izquierda del oji verdoso azulado. Voltea a todas las direcciones con sumo desespero. Elaine atisba sus manos unidas aterrada; mordiendo su labio rosado inferior con el fin de enterrar y esfumar un posible llanto. Sin embargo, sus intentos eran en vano. El ataque de pánico la doma hasta por la piel que la vergüenza de verse con tanta debilidad frente a una gran audiencia, le cayó como un balde de agua fría. Desorientada y aturdida, Elaine se levanta rápidamente del suelo; dando la vuelta para correr en medio del alargado pasillo. Sin importar que el público la viera, huye del escenario dejando a todos a sus espaldas.

–¡ELAINE! –todo su escuadrón e Historia Reiss la enuncian, a excepción de ese chico de cabellera castaña oscura que, aún de rodillas, refleja la frialdad y el horror en su hipnotizado semblante.

A pesar del intento por detenerla con una sola llamada, no sirvió en absoluto. Elaine abandona la ceremonia sin remordimiento alguno.

Los pasos incrementan su rapidez. Para su suerte, ninguna persona se ubicaba cerca para detenerla o para percatarse de su desesperada huida. Trota a través de los infinitos corredores. Si sentía que se tropezaría, se reincorporaba para proceder con su andar. Su nublosa mirada la mantiene hacia el frente y nada más, ignorando a cualquier posible individuo que podría toparse. Ni siquiera ocupaba su tiempo para cuestionar el porqué nadie la estaba siguiendo. La adrenalina era tan fuerte; la sensación y el terror no podrían ser peor. Cuando menos esperó que ocurriría, la puerta principal que da hacia el exterior aparece frente a ella. Elaine la abre de un portazo, corriendo ahora entre el polvoriento pavimento hasta arribar al pasto. El aire libre olía como tierra mojada; los truenos resonaban levemente desde la distancia, indicando que la lluvia prontamente regresaría.

Desesperanzada, buscaba un sitio en donde podría estar alejada de cualquiera que se le avecinara. Tenía mucho miedo. La incertidumbre, la confusión y el pavor la arrastraban en una miseria que esfumó por completo su frialdad e indiferencia. Como si su humanidad y sus emociones revivieron a través de esa conexión; esa misma que sintió cuando Eren y ella arremetieron contra el titán que asesinó a la señora Carla y a Hannes. La sensación fue exacta, solo que distinta. Sus memorias parecían desbloquear otras que no era capaz de comprender. No sabía a quiénes les pertenecían. Desconocía si se trataba del pasado o de un posible futuro. Ya nada tenía sentido para esa niña de quince años. Solamente se dedica a correr; perderse entre la naturaleza hasta pararse frente a un grueso árbol. Se aferra al tronco como si equilibrio dependiera de eso. Respira quedándose cada vez sin fuerzas para seguir corriendo.

–¡No! ¡No! ¡No! ¡No! –lagrimosa, patalea y repela Elaine cerrando sus ojos con fuerza en medio de su berrinche y en su desolado intento en no sollozar y en no caer en la locura. Los latidos de su corazón son tan fuertes que a medida que su vista se fija en todas partes, suplica por un espacio para respirar. –¡No! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Eso no puede pasar! ¡Todo eso no puede ser verdad! –hiperventila con tanto pavor y con el corazón a punto de salirse de su pecho que las grotescas imágenes solo incrementan en su mente hasta atormentarla. Gritos, dolor, sangre, muertes y oscuridad. Nada parecía salvar aquellas grotescas visiones. –¡No! ¡Por favor, déjenme en paz! ¡Ya déjame en paz! –cubre sus oídos temblorosa con espanto y pesadumbre, como si le estuviese hablando a algo o a alguien aturdiendo sus pensamientos una y otra vez. Estando en su punto, es que gruñe y frunce su ceño para finalmente explotar a los cuatro vientos. –¡DÉJAME EN PAZ! –exclama con más fuerza que su eco viaja hacia diversas direcciones; congelando una vez más el tiempo por escasos segundos. Abriendo su mirada, necesitada de aire y sin saber a donde ir, retoma su apresurado andar atemorizada de ser descubierta. Quería estar alejada de todo. Mezclando sus sollozos con su exhausta respiración, corre entre los arbustos, salta entre las rocas y se oculta detrás de cada árbol que se aleja. Una vez que se siente lo suficientemente lejos, se deja caer detrás de una roca donde recarga su espalda y su cabeza. Con la mirada cristalizada y la respiración ahogada, observa el nebuloso cielo sin dejar de pensar en cada detalle de lo que su mente atestiguó.

–¿Pero cómo?...¿Cómo puedes decir algo así? ¿Cómo pudiste...elegir a un insignificante chico antes que a tu propia sangre? ¿Qué no te importa tu tío? ¿No te importa haber preferido que el comandante Erwin muriera?

–¡No es eso...no es eso! –vocifera la peli rubia abrazándose a sí misma y negando con la cabeza.

–¡Y TÚ ELAINE, DESPIERTA! –Mikasa se dirige hacia Elaine. –¡¿ACASO ARMIN YA NO SIGNIFICA NADA PARA TI?! ¡¿POR QUÉ NO HACES NADA PARA SALVARLO?! ¡¿QUÉ TE PASA?! ¡¿ES NUESTRO MEJOR AMIGO! –sus acusaciones le dan peor que un puñetazo en la cara.

–¡Yo nunca dije que no lo era! –inhala y exhala como si se estuviese ahogando. –¡Armin...a Armin yo lo-!

–Mírame a los ojos...y afírmame que así como supiste el destino del antiguo escuadrón de Levi y el de Hannes...predijiste el mío.

–Elaine...¿Pero qué cosas estás diciendo? –cuestiona Éclair extrañada y abrumada a la vez.

–¡Yo no quise saber la verdad! ¡No quería que muriera! ¡Yo quería salvar a los dos! –rechaza Elaine debatiendo los pensamientos en su cabeza.

–¡VENGAR A MI MADRE, ELIMINAR A LOS TITANES; LIBERAR A ELAINE! ¡TODOS MIS PENSAMIENTOS HAN ESTADO REPLETOS DE ODIO Y EGOÍSMO! ¡PERO ÉL, ÉL ES ALGUIEN MUY DIFERENTE! –Eren se gira con dificultad para referirse al chico repleto de quemaduras. –¡ARMIN! –llora con tanta fuerza que conmueve a Éclair, Mikasa y al resto de los chicos. –¡AL IGUAL QUE ELAINE, NO SOLO PIENSA EN PELEAR! ¡ELLOS TIENEN UN GRAN SUEÑO!

–Puedo explicarles. Enserio. –alza las palmas como si intentara calmar a Éclair y a Elaine. –No es lo que parece, se los juro. Tienen que creerme.

Los sollozos de la joven adolescente se disfrazan entre su dificultosa respiración, lo cual restriega sus ojos con sumo pesar.

–¿Por qué?...¿Por qué te fuiste papá? –cuestiona tratando de no llorar, pero su tonalidad la delata. Anulando su vista, su cuerpo se va destensando en medio de su miseria.

–¡Elaine! –la enuncia la voz de un hombre aproximándose. La susodicha no se percataba de aquél llamado. –¡Elaine! ¡¿Dónde estás?! –por más que la buscaba, la urgencia por encontrarla lo domaba hasta lo más mínimo de su ser. –¡Elaine por favor, responde! –sus pisadas cesan en el instante en que reconoce los lamentos y suspiros de esa niña. Arrimándose unos pasos más hacia la pequeña cima de una colina, es donde la divisa recostada en esa roca; gimiendo y realizando muecas de tristeza. Su corazón no podría estar más quebrantado; se sentía tan diminuto ante la entristecida escena. Sus emociones, estaban dispersas en un sinfín de direcciones; pero de algo sí estaba seguro. Y eso, era acerca de la promesa que le había prometido a su querido camarada antes de verlo partir. –¡Elaine! –corriendo hacia la chica, se inclina de rodillas frente a ella, sujetando su mejilla derecha para hacerla reaccionar. –Elaine, tranquila. Abre tus ojos. Mírame...mírame por favor. –le pide con suavidad.

La afligida niña hace caso a la petición del joven adulto. Abriendo su cristalizada mirada, es que poco a poco divisa a la figura frente a ella. Su mano derecha sujeta la muñeca izquierda, perteneciente a la mano que realiza contacto contra su rostro. Era como un acto de magia el notar como su respiración se neutralizaba. Los rosados labios de Elaine temblaban, evitando emitir algún sollozo o sonido que reflejara debilidad alguna. Su mirada grisácea azulada, pese a la frialdad que estos emitían, su espíritu se dejaba llevar por la paz que le trasmitía. Levi Ackerman frota lentamente su hombro izquierdo con la mano derecha. No necesitaba saber con palabras lo que esa niña sentía en ese momento. No podía juzgarla para nada; no era nadie para criticar su cometido en la ceremonia de condecoración ni juzgar sus últimas acciones. Nadie lo era.

–¿Por qué?... –una emocionalmente debilitada y fría Elaine es arropada entre los brazos del hombre. –¿Por qué viniste?

–Ya va a pasar...todo va a estar bien. –el peli azabache la aferra consigo, oyéndola suspirar apesadumbrada. –No te pongas así, te va a hacer daño. –le suplica. –Llora. Grita. Haz lo que quieras.

–Todos me hicieron daño Levi...todos me lastimaron y no les importó nada. –musita la oji azul recostando su cabeza en el regazo de su capitán. –¿Por qué me hicieron esto? ¿Por qué me hicieron sufrir? ¿Qué hice mal para merecerme todo esto? –cada pregunta era una daga más en el frígido corazón del Ackerman mayor, por lo que cruje sus dientes por la rabia y la impotencia.

–Perdóname Elaine. Perdóname... –murmura infestado por el dolor de la sobrina menor de su amigo caído. El recuerdo de verla sangrar de su sien después de caer al intentar retener a Eren, lo martiriza. –Yo no quise hacerte esto. En mi vida, quise herirte de esta forma. Jamás. –siente a Elaine removerse del abrazo para mirarlo de frente.

–No sé por qué me pides que te perdone, cuando deberías odiarme por no pensar como tú... –relata Elaine decaída. –Armin terminó sobreviviendo; tú quisiste que mi tío siguiera viviendo por mí, por mi hermana y por Iliana. Y ahora por mi culpa, ya no hay esperanza alguna qué esperar para la humanidad.

–No digas eso mi amor, nada de esto tu culpa. –le dice de una manera fraternal, alcanzando las manos de Elaine para sujetarlas.

–Sí, sí es mi culpa. –asiente la gemela menor. –Todo lo que sucedió fue culpa mía. Yo fui la que siempre supo lo que iba a ocurrir y todos mis esfuerzos fueron en vano. Por mi culpa, Armin porta con el titán colosal y casi muere por no haber sido más rápida para salvar a todos. Por mi culpa, mi tío y todos esos soldados murieron por ser una inútil que no pensó en las consecuencias. Por mi culpa Iliana y Éclair están sufriendo una injusticia que jamás pidieron. Por mi culpa mi futuro primo se quedará sin un papá que lo cuide, lo ame y lo proteja. Por mi culpa el enemigo huyó sin que tuviéramos la oportunidad de obtener las respuestas. Yo soy la única responsable de lo que está ocurriendo. La única responsable de que no pueda sentir nada, soy yo y nadie más.

–¿Por qué Elaine?...¿Por qué piensas que todo esto es tu culpa? –la apagada voz de Levi la cuestiona, rindiéndose por primera vez ante su postura como figura de autoridad. –¿Por qué tienes que cargar con todo este dolor tú sola? ¿Por qué?...¿Por qué no te dejas ayudar?

– ...No puedo decirte. –niega, esforzándose en mostrarse lo más neutra posible. Para nada, estaba dispuesta a confesar la cruda verdad.

–¿Por qué no me puedes decir? –pregunta, acariciando las manos de Elaine con la yema de sus pulgares. –Dime, qué es lo que no te permite sacar todo lo que tienes en tu corazón. –la chica inclina la mirada hacia abajo, como si no quisiera responderle. –Vamos... –levanta su quijada con suavidad. –Puedes decirme todo lo que quieras...no te voy a detener.

Una parte de Elaine se rechazaba a la oportunidad de oro; de desahogar todo el dolor que desde niña, estuvo guardando por el bien de los demás. Siempre, puso al prójimo antes que a ella misma. Siempre tenía que lucir como la niña perfecta, humilde y ejemplar ante los ojos de la sociedad, para que la humanidad ya no la viera más como el monstruo que todos creyeron que era. En su cabeza, creía que ese era el papel que le tocaba portar si Éclair no era capaz de ejercerlo por el simple hecho de querer volver a casa. Creía que ignorar la negatividad, olvidarse del duelo y seguir adelante era lo correcto para crecer y madurar como persona. Ahora, el soldado más fuerte de la humanidad, le rogaba de rodillas que se mostrara tal cual Elaine Einar Smith es realmente. Le suplicaba con una sola mirada que se rindiera. Que mostrara sus verdaderos colores. Que se arrancara la máscara de la cara. Que fuese ella misma.

–Es que... –Elaine relame sus labios y exhala derrotada. –Tú siempre has dicho que...debemos dejar los sentimientos a un lado para alcanzar cualquier objetivo. Que solo nos ponen en una situación de debilidad que no nos deja actuar y pensar con claridad. Y eso...me pone triste.

–Elaine... –la divisa en pesadumbre.

–Pero si me pongo triste...tengo ganas de llorar. Y no podré ser fuerte por nadie...ni por ti. –dice Elaine en su pesar, abriendo lentamente sus emociones después de mucho tiempo.

–Elaine... –Levi la vuelve a nombrar. –Sé que dije todas esas cosas infinidades de veces pero, ahora me doy cuenta de que estuve equivocado. –acaricia su rostro. –Todos somos humanos, y los humanos necesitamos expresar y compartir lo que sentimos con otros para no sentirnos solos en este mundo.

–Lo dices como si fuese fácil...cuando ni siquiera tienes el valor de hablar de Furlan e Isabel desde que murieron. –la contestación de la Einar menor le hace soltar un jadeo pasado. –Es como si...el recuerdo de esas dos personas te prohiben pensar como humano cuando estás a punto de caer en la oscuridad. Te ahogas en un enorme vaso con agua y sientes como tu cuerpo se hunde en un abismo sin salida. Sin nadie que te dé la mano y te pregunte tan siquiera si estás bien...si necesitas ser escuchado. Si necesitas un abrazo, un beso, una caricia...alguien que te haga saber en los momentos más difíciles y dolorosos que todo va a estar bien.

–Elaine...yo-

–No Levi. Déjame terminar. –Elaine lo calla poniendo la mano encima de sus labios. –¿Tienes idea desde hace cuánto tiempo quiero hablar de Marco sin que Jean se enfurezca y se vaya al oír su nombre? ¿Tienes idea de cuántas noches le he llorado a tus amigos quienes vi morir frente a mis ojos? ¿Tienes idea alguna de la cantidad de veces que supliqué por ayuda y nadie me la dio?...¿Tienes idea de cuánta falta me hicieron todos para ser feliz? –cada pregunta la realiza con más aflicción; cosa que pone al oji grisáceo azulado con los pelos de punta. –Levi, a este punto ya no puedo confiar en nadie. No me siento segura en donde estoy y ni siquiera sé si esta es la realidad en la que debería estar viviendo. –señala el paisaje a su alrededor simbolizando su presente. –No sé si estoy haciendo bien en aceptar el Sello del Zafiro como parte de mí. No sé si estoy haciendo bien en dejar que las predicciones sucedan nada más porque el destino ya está escrito. Ya no sé si estoy haciendo bien en callar o si debería rebelarme ante las voces que no paran de molestarme. –exhala, tragando una bocanada de saliva para pausar. –Todas las pocas personas que me prometieron la salida se fueron para siempre. Yo confié en ellos, y me defraudaron. Me dejaron sola ante la suerte del mundo como si una niña de mi edad pudiera aguantar tantas injusticias.

–Háblame de Hannes.

– ...¿Qué? –cuestiona la oji azul extrañada.

–Quiero que me hables de Hannes...háblame de él. –le pide el joven adulto, cesando el discurso de la adolescente. Elaine, deja ir un suspiro; pensando en las palabras correctas para empezar con su charla.

–Hannes era... –vuelve a suspirar, luchando para no quebrantarse. Inclina su cabeza hacia abajo, restregando su ojo derecho para después retornar a su postura. –Hannes era mi todo. –comienza a relatar. –Hannes era, la persona más dulce, sonriente, gracioso, relajado y optimista que te hubiese gustado conocer a mayor profundidad. –Levi la observa relatar con una entristecida sonrisa. –Él, estuvo conmigo desde que era una bebé. Estuvo conmigo en los momentos donde más necesité el cariño de una mamá y un papá. Fue el que siempre me defendía de cualquiera que intentara hacerme daño. Hannes fue el que me introdujo al maravilloso mundo los libros; gracias a él, leer se convirtió en mi gran pasión. Me cargaba en sus brazos. Me llevaba consigo a todas partes. Me hizo ver el mundo con los ojos del corazón; a no sentir odio ni rencor por aquellos que me desean el mal. Que siempre buscara lo bueno en cada persona porque a pesar de la maldad, siempre hay una persona herida por detrás. –Levi presta con suma atención sus palabras. –Me acuerdo una vez que cuando éramos niños, nos llevaba de caballito en su espalda cuando se unía a jugar con nosotros. Eren y Mikasa se peleaban por tener un turno más que el otro. Así que para no hacerlos enojar más, Hannes los llevaba a los dos al mismo tiempo; mientras que Armin y yo éramos los siguientes en esperar. –peina los flequillos de su frente, atisbando a una montaña lejana. –Cuando cayó la Muralla María, él siempre procuró por nuestro bienestar. Nunca nos abandonó; siempre estuvo al pendiente de los cinco incluso llegando a la base de reclutas y después de la graduación.

–¿Qué era lo que siempre te decía? –Levi realiza una segunda pregunta.

–Que era la princesa de su cuento...que era su muñequita. Y la última vez que hablamos antes de su partida...me dijo que era la hija que siempre soñó tener. –lucha Elaine en no soltar una lágrima, a pesar de la lenta ruptura de su voz. –Cuando mi sello se salía de control, siempre hacía que me viera al espejo o en el reflejo del agua y me decía un sinfín de veces lo hermosa que me veía; que era la viva imagen de mi mamá y que me lo siguiera creyendo pese a mi color de piel, mi cabello y mis ojos.

–¿Y tu papá? –la tercera pregunta del Ackerman mayor la detiene en seco. –¿Qué era lo que te decía?

–Que era la niña más bonita del mundo. Que no había dicha más grande que verme sonreír y ser feliz. Que era lo mejor que le había pasado en la vida. –la respuesta la expresa con más pesar. –Cada vez que me llevaba con los Reiss, me traía consigo como si temiera que alguna desgracia me asechara. No sé si lo hizo con la intención de hacerlo a escondidas de mamá, porque ella no lo sabía. Pero...lo recuerdo con temor en su mirada. Todas esas tardes que charlábamos frente al río, me platicaba de lo mucho que temía en que el futuro no fuese lo que él soñaba para mí. Aunque no podía hablar bien...me hablaba como si pudiese comprender todo lo que me relataba. Como si en mí encontrara el refugio y el calor...la esperanza en que todo no estaba perdido. –reflexiona, regresando la mirada hacia su capitán. –Todo eso lo recuerdo gracias a que mi hermana pudo compartir conmigo la conexión con Eren e Historia cuando tenía parte de mi sello en ella fingiendo ser yo. Pero lo que no entiendo, es porqué siendo el hombre tan bueno que tengo en mi memoria, desapareció y aparece cinco años después en mi casa justo cuando mi tío... –se detiene antes de articular la fuerte palabra. –Ya estaba sin vida. –murmura su respuesta lo menos cruda posible.

–Elaine...te miro y me parte el alma verte así. –manifiesta el peli azabache, tomando de nuevo las manos de la susodicha. –Aunque creas en tu cabeza que eres débil, jamás lo fuiste. –la chica atiende su dicción. –De no ser por ti, nunca hubiera manifestado estas emociones que me vuelven loco. Y me harta tanto que no puedo seguir negando lo que siento respecto a ti.

–Levi... –lo nombra asombrada.

–Al principio, eras tan perfecta para ser real y eso me irritaba tanto. Tu formalidad me enfurecía y tu determinación me hacia sentir...celos. –la mirada de la peli rubia se agranda. –Me enojaba tanto el hecho de que tuvieras tanto a tu alrededor y un montón de gente que te quiere...cuando realmente por dentro eras una niña que se sentía sola, incomprendida y estabas que pedías ayuda a gritos que nadie, ni siquiera yo, fue capaz de darse cuenta de aquello hasta que arribamos a Shiganshina. –admite, dejando a un lado su orgullo y seriedad. Su voz, ahora se ilustra en una tonalidad más suave y sentimental. –Elaine...de no haberte conocido a ti y a Eren en esa sombría celda, jamás hubiera sido el hombre que soy ahora. Porque tú Elaine...tú me hiciste cambiar. –se inclina hacia adelante, juntando su frente con la de la chica en un acto que reflejaba un amor sincero y paternal. –No sabes lo agradecido que estoy con Erwin, de tener de sobrina menor a la niña más encantadora que pude haber conocido. Como soldado eres fuerte, pero como humana...eres increíble. –moviendo su rostro hacia arriba y cerrando sus ojos, le brinda un profundo beso a la frente de Elaine. –Jamás creí...que llegaría a sentir esta clase de cariño con una mocosa como tú. Lo que grité aquella ocasión cuando creí que te tenían de carnada era cierto. Que eres mi niña.

–¿Soy tu niña?... –lo divisa anonadada, llegando a sentir conmoción.

Levi alzó su mano y acarició su cabello en un suave toque que le dejó la piel erizada. Fue un gesto de cariño que nunca antes había visto de su parte, mucho menos sentido. Sus grisáceos ojos la miraron, pero luego se desviaron ante su semblante impresionado. Estaba ahí. Él no la miraba, mucho menos le decía nada. No obstante, era en un tacto que le demostraba mucho más de lo que algún día pudo predecir de su fría y misteriosa actitud. Se sentía algo más que no podía entender, pero se reconfortaba; hasta que él levantó su mirada para observar el cielo grisáceo que anteriormente admiraban y tan solo, relajó sus músculos.

–Elaine, quiero que sepas que me recuerdas mucho a alguien de mi pasado, pero más que todo, siento que eres alguien tan especial para mí. Lo que quiero decir es que yo... –cierra brevemente sus ojos, exhalando para pensar en la correcta confesión. –Te quiero. –manifiesta en corto. –Te quiero, y te amo como si fueras una hija mía. Porque aunque Erwin quizo en algún momento ser más que un tío para ti...tú eres mi niña Elaine. Eres mi hija. –musitó él con esa voz seria y neutral. Era serena para Elaine el que se escuchase así. Pero lo que dijo, no consiguió detener el asombro a través de las mejillas sonrojadas de esa niña. Levi era amargo, pero de un momento a otro, dejó de sentirlo así. –Sé que todo esto que está ocurriendo te está haciendo mucho daño. Y no hay nada que anhele en este mundo que seas feliz. Que seas esa niña que tenía que soportar a regañadientes por hacer payasadas con sus amigos. Que seas esa pequeña que solía pasar su tiempo en la oficina de Erwin, con nosotros, oyendo y aprendiendo acerca de este mundo de adultos tan tonto. Quiero que seas el sol que alguna vez alumbró la vida de mi mejor amigo y el de todos su seres queridos...quiero que ahora seas mi sol. –sujeta su semblante. –Sé que lo que te pido podrá ser mucho...pero yo le hice una promesa a Erwin, y la voy a cumplir aunque me cueste la vida. –se acerca, esta vez para besar la mejilla izquierda de Elaine. –Porque como futuro padre, ahora es mi deber proteger a la que se convertirá en mi familia. Y tú Elaine...ya formas parte de mi vida...porque eres mi niña.

–Levi... –se mueve con sutileza para divisarlo. –¿Es normal que me sienta triste? –le pregunta, esperando una honesta respuesta de su parte.

–Por supuesto. –responde, a pesar de que le tomó unos cuantos segundos para hacerlo. Aunque su semblante, ilustra desconcierto en cuanto se percata que los ojos de Elaine se enrojecen y se cristalizan.

–Levi. –lo vuelve a nombrar, esta vez contrayendo su pecho por el llanto acumulado a la par que lleva la mano derecha a su mejilla izquierda. –¿Está bien...querer llorar? –interroga, ahora siendo ella la que observa el rostro del joven adulto quebrantarse con lentitud. Su vista, se nubla hasta ya no más poder. Por lo que el Ackerman mayor asiente, contagiándose de su dolor por medio de las lágrimas.

–Sí... –musita en un hilo de voz afligido.

Esta, fue la gota que derramó el vaso para que la cristalización invisible en Elaine, se quebrantara en pedazos. En un acto simultaneo, los dos se aproximan y se envuelven en un fuerte abrazo, donde finalmente las lágrimas comienzan a salir de los azulados ojos de esa niña. Elaine llora, Levi llora; los dos lloran en conjunto. La chica oculta su rostro en el hombro izquierdo de su capitán, donde un suave pero tormentoso sollozo resuena en su voz. Los dos lloraban ante una pérdida sumamente grande. Lloraban ante la partida del hombre que los unió para llevar su relación a un cariño que después de mucho tiempo, se animaron a descubrir. Era como ver a un padre abrazar a su pequeña después de una desgracia que lastimosamente seguía ocurriendo. Levi procedía en acariciar la espalda de Elaine y pasar los dedos por su larga y sedosa cabellera. Le pasmaba cómo todavía esa niña tenía la capacidad de hacerle expresar sensaciones que ni con Lizy, el amor de su vida, podía mostrar. Elaine se había convertido en un tesoro más que apreciar; en un nuevo pilar para seguir adelante. Se le partía el corazón oírla llorar apartada de aquellas personas que considera sus amigos y del chico que veía con ojos de amor. Ahora lo entendía. Lo que ella necesitaba, era mostrar su dolor con la persona indicada; y ese era Levi Ackerman. Y para el sol que ya no está, juraría de aquí al resto de la eternidad, ser para Elaine lo que nunca pudo tener: Un padre de verdad.

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