𝐬𝐞𝐢𝐬
~Nuestros nuevos sueños. Nuestra primera promesa~
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✧Elaine Einar✧
|𝟐𝟐 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐗𝟖𝟒𝟒|
Los días se convirtieron en semanas, y aquellas semanas se convirtieron en un mes. Un mes desde que empezó la primera prueba. Un mes desde que mi vida dio un giro completamente drástico. Un mes en donde tuve que aprender a acoplarme con el exterior de poquito a poco. Aún sigo trabajando mucho en ello. Mi parlamento aún tiene ciertos defectos debido a que no estoy acostumbrada a hablar. Por eso mismo, el señor Grisha fue tan amable de compartirme una serie de ejercicios bucales para recuperar la fluidez en mis palabras. Parte de la terapia consistía en comenzar a leer mis libros en voz alta como práctica. Si me trababa mucho en el primer intento, tenía que repetir el mismo proceso desde el principio hasta mejorar. Él dijo que el tratamiento no va a ser sencillo debido a mi falta de interacción con las personas y por estar acostumbrada al silencio y al movimiento constante de mis manos. Sin embargo, en mi última visita a su consultorio, admitió que he obtenido un gran avance ahora que lo fui a ver ayer. Aparte como premio me regaló una deliciosa paleta. Ahí noté que hasta él se encuentra preparado para recibir a los niños. La compañía de mis nuevos amigos me ha dado demasiada ventaja. Inclusive ellos realizan los ejercicios conmigo de una manera en la que parezca ser un juego y no solo un tratamiento con el fin de hacerlo más divertido. Aunque hay veces que es difícil concentrarme porque me hacen reír demasiado, en especial Eren cuando aprovecha el momento para decir sus bromas. O Armin cuando pronuncia lentamente y por sílabas una palabra complicada pero le es imposible no hacer caras chistosas mientas que el orgullo de Mikasa se convierte en un ataque de risa que nos contagia hasta desfallecer.
Hoy es el vigésimo segundo día de septiembre, un día sumamente especial. El día en que llegué a este mundo: Mi cumpleaños. Así es. Hoy es mi cumpleaños número nueve. Un dedito más el próximo año, y ya completaré los diez dedos de la mano. Algo que a mamá le fascina platicar es acerca de la noche en que mi hermana Éclair y yo nacimos. Y digo noche porque nosotras nacimos en la madrugada de este día. Bastante temprano al parecer, porque a las casi tres de la mañana aún es hora de dormir. A mí me gusta mucho oír del día de mi nacimiento, porque verla charlar de lo sucedido de una forma tan alegre y tan soñadora, siento que estoy viendo mi propio reflejo en ella. Quizás sus ojos no son iguales que los míos, o mi cabello no tenga el color exacto. Pero papá siempre me ha dicho que a través de nosotras, ve a mi madre cuando era niña. Oír hablar de sus aventuras en los Exploradores y de los hermosos momentos que han vivido inclusive antes de casarse, me causa cierto cosquilleo en mi corazón y en mi pancita. Quisiera vivir algún día una bonita historia de amor como la de mis papás. Tener una vida llena de colores y de magia como en mis libros. Donde las princesas y los príncipes, después de la gran tempestad y de vencer al mal, terminan viviendo felices para siempre.
Justo ahora mismo porto un hermoso vestido blanco que me llega hasta los tobillos. Mi larga melena rubia revolotea con el viento y las mariposas bailan a mi alrededor. El cambio que noto en mí, es que me veo más grande. Estoy un poco más alta. Mi cuerpo ya no parece ser el de una niña, sino el de una señorita; una adolescente. Me sitúo en medio de la naturaleza; donde los rayos del sol ilustran un bonito atardecer. Lleno de arbustos con las más vivas flores y árboles con las hojas más verdes. A lo lejos diviso una silueta. No tengo idea de quién se puede tratar, pero me llama por mi nombre. No alcanzo a oír su voz para nada. Mi cuerpo se aproxima a esa persona, o eso al menos trata; porque mientras más me acerco, más se aleja. Alcanzo a ver que intenta estirar la mano en busca de la mía. No sé si es a causa de la gravedad, pero siento el cuerpo pesado. Como si un fuerte viento quisiera arrastrarme pero aún así lucho para mantenerme de pie; pero no presencio ningún vendaval. Al contrario, toda la escenografía es pacífica y tranquila. Parecía que ambos nos hallábamos lejos uno del otro, sin pensar que cada vez estamos mucho más cerca. El individuo me sigue llamando, pero sigo sin identificar el dueño de aquella esfumina voz.
–Elaine...Elaine...despierta mi amor. –la fina mano de una mujer mueve con delicadeza mi hombro derecho. –Elaine... –me murmura. Sus labios se plasman en mi mejilla, brindándome un suave beso. Sus dedos juegan con mi cabello. La consciencia despierta de poquito a poco y los ojos me pesan; por eso parpadeo para regresar de nuevo a la realidad. Todo fue solo un sueño. –Feliz cumpleaños mi amor. –me felicita aquella melodiosa voz que tanto amo oír al despertar. Raras veces mamá viene a mi habitación para levantarme; sin duda hoy tenía que ser la excepción. Su delgado cuerpo se acuesta a un costado mío, me atrapa entre sus brazos y comienza a llenarme de besos por todo mi rostro. Las risas se escapan de mi garganta cuando siento las manos de mi madre haciéndome cosquillas. Vaya que sí quiere despertarme, y bien que lo está logrando. –¡Hoy es tu gran día! –alarga la última vocal mientras me aprieta los cachetes como una bebé. –Por favor Elaine, ya no crezcas más. –me pide, juntando su frente con la mía. –Sigo sin poder creer que estás aquí con nosotros. Siempre llevo en mis recuerdos que tú eres mi milagro más hermoso. Por poco casi te pierdo aquella noche, pero aún así lo lograste. –dice con un tono medio melancólico. –¿Ves? Si fuiste capaz de vencer a la muerte siendo solo una bebecita, también tienes lo necesario para hacer cosas mucho más grandes. –sus manos acarician mis mejillas. –Te amo princesa...y mucho.
Si hay un deseo de los nueve que pediré a la hora de soplar las velas del pastel, es que siempre tenga conmigo a la mujer que me dio la vida. A mi mamá. Sí, yo sé que los adultos no son perfectos. Nadie es perfecto. Yo no soy nadie para juzgar las decisiones de mis papás. Tan solo recordar las noches en que la oía llorar en los brazos de mi papá por mí, también se me crujía el corazón en mil pedacitos. Ellos también han sufrido los prejuicios de la gente por mí. No les importaba ser los mejores soldados ni ganarse la aprobación y el cariño de la sociedad. Querían que todos respetaran y aceptaran a sus hijas de la misma forma que a ellos; incluyéndome. Pero en este caso, solamente quieren y aprecian a una, y esa no soy yo, sino Éclair. ¿Y por qué? Porque es una niña normal. No se la pasa espantando a todo aquel que se cruce en su camino con un extraño poder que le es complicado controlar. Últimamente no he tenido problemas en cuanto a eso. Lo cual es medio raro porque usualmente hay uno que otro imprevisto. Sin embargo, todo ha corrido con normalidad. Si la he usado, pero sólo cuando mis amigos me lo piden. De algún modo eso me ayuda a acostumbrarme y a saber cuando es que debo usar la magia y en qué situaciones; porque tengo que tener mucho cuidado con la policía militar. El único miembro del Regimiento de Exploradores quien tiene noción sobre el tema es Hannes.
–Anda. –me carga entre sus brazos. Aún se le facilita hacerlo gracias a mi corta estatura. –Vamos abajo que preparé un desayuno exquisito. Y luego tú me ayudarás a decorar la casa para esta tarde, ¿Te parece? –dice con entusiasmo. A mamá le fascinan mucho los cumpleaños, porque es cuando puede disfrutar al máximo el tiempo que pasa con su familia.
En teoría, Éclair ha invitado a todos sus amigos del colegio a la casa. Aprovechando que nuestro patio es lo suficientemente grande para jugar al aire libre; casi como un patio de juegos. Yo estoy segura de que los míos vendrán. No me han confirmado la hora exacta; sólo sé que sí lo harán. Papá no es de cocinar a menudo, pero cuando se tratan de ocasiones especiales, cuando digo que se luce con sus platillos de verdad lo hace. Incluso cuesta creer que mi papá es todo un chef con talento.
Entre todos desayunamos con alegría y mucho entusiasmo. Igual como siempre no suelo charlar mucho a la hora de comer. Me gusta mucho oír las historias que los de mi alrededor tienen que compartir con los demás. Hoy no pudimos desayunar pan. Al fin y al cabo comeremos el pastel sorpresa ya más tarde. Y digo sorpresa porque mi mamá fue a pedirlo literalmente ayer en la mañana antes de ir al cuartel general. Pero no tengo ni la menor idea de cómo es que se verá y sabrá. Sinceramente es el primer cumpleaños feliz que tengo porque es la primera vez que lo celebraré rodeada de mis amigos. Ya quiero que vengan.
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Son pocas las veces en que la casa se ve tan colorida y espectacular. Cuando la decoramos, siempre son para ocasiones especiales como los días festivos. Hoy por supuesto tenía que ser el día. Mamá nos pidió ordenar nuestras habitaciones por completo; incluyendo barrer, trapear y sacudir el polvo de cada rincón. Como hoy van a venir muchas visitas, la casa tiene que lucir impecable. Bueno, no solamente mi hogar, sino yo también. Hoy por ser mi día especial, tengo que verme estupenda. Estando rodeada de la multitud me pone muy nerviosa, pero hoy eso va a cambiar.
Enserio que no puedo parar de contemplar mi reflejo en el espejo de mi habitación. Uno de los regalos tempraneros de mamá, fueron un par de vestidos que compró el fin de semana pasado en una tienda de ropa; uno para cada quien por supuesto. Para Éclair, se le regaló un vestido rosa y a mi uno de color azul oscuro. Casi tan oscuro como el azul de la noche cuando la luna brilla con intensidad en lo más alto del cielo.
En este momento, me encuentro sentada en la pequeña banca frente a mi peinador. Otro de los pasatiempos favoritos de mamá en los eventos especiales, es peinarnos. A ella le encanta experimentar y jugar con nuestro cabello. Aprovechamos siempre las ocasiones para pasar un buen tiempo juntas entre mujeres mientras charlamos de lo que sea que se nos venga a la mente. Obvio que yo no lo hago mucho. No obstante, durante todo este mes me ha servido como ventaja para acostumbrarme más a mi habla.
–¿Estás contenta por tu fiesta de cumpleaños? –me pregunta. Cepillando una vez más mi cabello suelto y dándole los últimos ajustes a mi lindo peinado. Asiento con la cabeza. –Me alegro bastante. Estoy segura de que hoy te la pasarás fenomenal. –responde. –Y lo mejor es que tus amigos vendrán a festejar contigo. –tanto ella como yo ampliamos nuestras sonrisas por la emoción.
–¡Lizzie! ¡Niñas! –la voz de mi papá desde la planta baja se plasma en nuestros tímpanos. –¡Ya están empezando a llegar los invitados!
–¡Ya vamos! –responde su esposa terminando de cepillar mi cabello. –Rápido que la fiesta ya está por comenzar. –dice ayudándome a guardar los artefactos del cabello de nuevo en el cajón del peinador. –Ve y dile a tu hermana que ya bajen. –me pide. Salgo de mi habitación y doy unos cuantos pasos hacia mi derecha. Me topo con la puerta en la que tiene colgada en ella un tablero con su nombre escrito en él y la abro.
–É-Éclair. –la llamo y me adentro a su pieza. –Dice m-mamá que- –una de sus almohadas voladoras me interrumpe. Aún así logró atraparla antes de que se cayera al suelo.
–Ash, ¡¿Qué no te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar?!
–Dice m-mamá que b-bajemos. –ignoró su queja para indicarle la orden de nuestra progenitora.
–Ya oí. –contesta. –No me lo tienes que repetir dos veces. –se da una última revisada de sí misma en su espejo. –No entiendo como es que caes tan gorda. –bufa. Se acerca a mí de manera intimidante. –Te advierto que mis amigos van a estar aquí por varias horas. Y POBRE de ti si me avergüenzas y arruinas este día con tus brujerías. –señala en dirección a mis ojos. –Porque enserio no sabes como te va a ir. –amenaza, mientras que yo la diviso con temor. –No porque también sea tu cumpleaños significa que voy a tener piedad contigo.
–¡Niñas! –nos vuelve a llamar la voz masculina.
–¡Ya voy papi! –exclama dulcemente la peli marrón a mi padre quien se encuentra abajo. Aún así, su semblante intimidante se retorna ante mí. –Más te vale... –dice por última vez antes de salir a prisas de su habitación. No llegué a pensar en la pérdida de control de mi magia por mucho tiempo hasta que Éclair me lo tuvo que decir. Ya me estaba olvidando de eso. Ahora que lo volví a recordar, el temor de volver a hacer un escándalo está de vuelta.
Ay no...¿Qué voy a hacer?
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Todos los amigos de Éclair ya habían llegado y aproximadamente ya ha pasado como una hora y media exacta. Prácticamente es su grupo escolar; pues todos pertenecen a su salón de clases. Me sorprende que tantas personas puedan caber aquí. Pero ahora que me acuerdo, la casa es lo suficientemente enorme para incluso recibir a una gran posada.
Mis papás están ahorita mismo arreglando unas cosas en el patio. Al parecer nos tienen preparadas muchas sorpresas o quizás están realizando unos juegos para el aire libre. Aún no sé. Pero sé que están ocupados.
No he abierto la boca por ningún motivo. Evito realizar algún contacto visual con la gente. No puedo hacerlo. Cualquier movimiento en falso, puede terminar en un caos.
–Está muy hermoso tu vestido Éclair. Pareces una princesa. –alaga una de las amigas de mi hermana.
–Mi mami me lo regaló justamente para hoy. –responde enfocándose en la elaboración de su manualidad. –Ella siempre sabe qué comprarme. Tiene un excelente gusto.
–¿Qué marioneta estás haciendo ahora? –le pregunta uno de los niños.
–Estoy terminando de pintar a un perrito. Ahorita voy a intentar hacer un caballo. –contesta sonriente. –Podemos unir todas las marionetas juntas y jugar.
–¡Buena idea! –exclama una niña con rizos rojizos.
Puede que les siga la corriente en esto de crear marionetas porque se me hace divertido. Inclusive puede que esté rodeada de muchos niños. Pero...me siento tan sola. Tan aburrida. Sin ellos me siento desprotegida. Sola. Desalentada. Indefensa. No quiero estar aquí. No quiero estar con estos niños. Necesito a mis amigos. Necesito sentirme tranquila. Pero si me pongo más nerviosa me va a ir mucho peor. Pero no puedo evitarlo. Mientras más lo pienso más me pongo a temblar.
Por favor Elaine tranquilízate. Piensa en cosas lindas. Por favor, hazlo. Mikasa, Armin...Eren...¿Dónde están ahora? ¿Por qué no llegan?
–Oye. –el llamado del niño peli castaño a mi costado me hace jadear del susto. –¿Es cierto que nadie se junta contigo por ser extraña? –lo oigo preguntar, pero no contesto nada.
–Ey niña, no seas grosera y di algo. –sigo sin responder ante el comentario de un niño sentado al otro lado.
–¿Por qué la invitaste aquí Éclair? –le pregunta una de sus mejores amigas terminando de pintar su marioneta en forma de conejo. –Mis papás me dijeron que no me juntara con ella.
–Los míos también me dijeron eso. –expresa otra de las niñas.
–Pero no lo entiendo. –interfiere un niño con gafas iguales a las mías. –¿Qué se supone que hace ella para que todo el mundo la odie?
–¿Qué no la has visto? –la niña a su costado lo interroga. –¿No sabes que ella es una bruja?
–¿Una bruja? –interroga la pelirroja al costado izquierdo de mi hermana gemela. –¿Como las villanas feas que aparecen en los libros?
–¿Por qué no dices nada? –el mismo niño a mi lado derecho me toca con un poco de fuerza el hombro derecho con su dedo. –¿Acaso eres muda? ¿No sabes hablar?
–Es mi hermana. –su breve testamento calla las bocas de los invitados. Todas las miradas se fijan en mí y luego en Éclair. Una vez más a mí, otra vez en Éclair. Puedo sentir las palpitaciones y la adrenalina correr por mis venas. –Las dos nacimos el mismo día...aunque no lo parezca, somos gemelas.
–¡¿QUEEEE?! –exclaman todos a excepción mía y de Éclair.
–¡¿Son gemelas?! –el niño de las gafas me divisa con impresión.
–¡¿Aparte de bruja y mudita también es tu hermana?! –el chico que recién me medio lastimó hace unos segundos ahora me agarra el cabello pero sin jalármelo. –Vaya vaya Éclair, como que hoy en tu cumpleaños los sorprendidos somos nosotros.
–¿Acaso eres tonto Maurice? –el niño de enfrente le pregunta. –Las gemelas se supone que se ven iguales. Sólo míralas. –nos señala a mí y a mi hermana. –¿Por qué Éclair tiene el pelo café y esta niña lo tiene rubio? ¿Por qué Éclair tiene los ojos cafés y la mudita los tiene azules? ¿Cómo vas a creer que Éclair puede ser hermana de una niña que ni siquiera es normal? –escupe. Haciéndome sentir mucho más acorralada de lo que ya estoy. –Te apuesto que ella ni va a la escuela o ni siquiera sabe leer ni escribir.
–Pero debe ser buena para hacer trucos de magia. –otra de las niñas quien está peinada en dos altas coletas interviene. –Yo digo que ella debe ser una hechicera.
–¡Has desaparecer a alguien! –la niña pelirroja se aproxima a mí.
–¡No, no, no! ¡Mejor has el truco del conejo! –otra de las niñas se me acerca sin dejarme reaccionar o tan siquiera levantarme de mi lugar. Todos los invitados de Éclair me acorralan mientras que con sus gritos desordenados, me demandan una larga lista de trucos de magia que ni yo misma puedo hacer. Casi no puedo ver más allá de la mesa extendida que mi papá sacó del sótano. No entiendo por qué me están haciendo esto. Ni siquiera sé cómo desaparecer a una persona. ¡Eso ni siquiera existe! Siento que me falta el aire. Me siento encerrada como un pajarito dentro de una jaula. Mirando como los que pasan a su alrededor lo divisan y no hacen absolutamente nada para liberarlo.
–¡¿Qué le pasan a sus ojos?! –la niña de las dos coletas apunta hacia mis luceros. Todos jadean de la impresión.
–¡Están brillando!
–¿Será un encantamiento?
–¡No nos digas que estás leyendo nuestras mentes!
–¡ELAINE! –el grito estruendoso de mi hermana resuena por todo el lugar; pero ya era demasiado tarde. Todas las cosas que yacían encima del escritorio salieron disparadas a todas partes. Los niños se veían pasmados; sorprendidos. No podían creer lo que acaban de presenciar.
–¡Mira lo que hiciste! –me regaña el niño malo que estaba sentado a mi lado.
–¡Es un desastre!
–¡Te pedimos que hicieras trucos de magia! ¡No a desordenar ni tirar nuestras cosas! –la chica pelirroja me comienza a jalar del cabello. Trato de soltarme pero su fuerza es mayor a la mía. –¡¿Acaso eres tonta o qué?! –me grita. –¡Ahora tú vas a tener que limpiar todo y a arreglar nuestras marionetas!
–¡OYE! ¡SUÉLTALA! –aquella exclamación congela y estremece el aterrador ambiente en el que me encuentro. Era como si mi plegaria fue escuchada por los mismos ángeles y llegaron a mi rescate. Me suelto del agarre de aquella chica aprovechando su despiste. Me levanto y corro hacia los brazos del dueño de la voz que me rescató de una posible tortura infantil. Él me recibe con mucho cariño; al igual que sus dos acompañantes.
–V-Vinieron... –murmuro entrecortada.
–¿Qué rayos pasó aquí? –pregunta el rubio oji azul adentrándose más a la sala. –Parece que un huracán atravesó por aquí.
–¡Fue la mudita! –uno de los niños me señala. –Le pedimos que hiciera trucos de magia y nos aventó todas las cosas.
–Ni siquiera se dispuso a pedir una disculpa.
–¡Siii! –el resto los amigos de Éclair exclaman al unísono.
–Éclair está haciendo todo el trabajo, ¡Se supone que hoy es su cumpleaños!
–Y también el de Elaine por si no lo sabías idiota. –ahora la que interviene es mi gran amiga; defendiéndome de aquél niño de cabellos color avellana. –Seguramente lo hicieron a propósito y la hicieron sentirse nerviosa.
–¡Eso no es cierto! –opone.
–Dinos Elaine, ¿Te estaban molestando? –el niño de ojos verdes azulados sujeta mis mejillas para mirarlo a los ojos. Yo levemente asiento sin decir nada. –Hmph, me lo suponía.
–No tienen vergüenza. –niega Armin con la cabeza.
–Yo que ustedes limpiaría todo antes de que los papás de Elaine y Éclair vengan y se den cuenta del desorden. –la niña peli azabache camina lentamente hacia los demás niños. –Al menos que nosotros les digamos la verdad y los obliguen a disculparse con nuestra amiga de rodillas y sin piedad alguna. Y no querrán atreverse a decir que no, porque no saben de lo que soy capaz de hacer si siguen molestándola...¡¿OYERON?! –su mirada penetrante y atemorizante pone los pelos de punta a todos ellos. En un chasquido de dedos ya se encuentran haciendo lo que Mikasa les ordenó hacer. –Hmph, pan comido. –les da la espalda con orgullo. Sus brazos se envuelven en mi cuerpo y yo le correspondo el gesto. –Perdónanos Elaine. Debimos haber llegado antes.
–Estuvimos toda la mañana concentrados en terminar tus regalos que se nos fue la hora. ¡Enserio! Debiste ver lo mandón que estuvo Eren en apurarnos. –ríe mi amigo oji azul.
–O-Oye, tampoco fui tan insistente. –se medio sonroja por la burla amistosa de su colega. –Además ya se nos hacía tarde, no me culpes. –cruza los brazos. –Pero al parecer llegamos justo a tiempo.
–¡Niños! ¡Salgan afuera! –oímos la voz de mi papá desde el patio. –¡Es hora de los juegos!
Tanto mi hermana como sus invitados, salen despavoridos al exterior de la casa dejando lo que estaban haciendo. Bueno, al menos dejaron el lugar casi tal cual como estaba.
–Por mí no vayamos.
–Ni modo Eren; nos tenemos que aguantar. Si no vamos nos van a regañar. –expresa Mikasa. –Solo evitemos hablarles y todo saldrá bien.
–Nada más tengan cuidado si alguien se atreve a molestar de nuevo a Elaine. –plantea Armin. –Todavía me está dando mala espina todo esto. Así que no bajemos la guardia. –los cuatro asentimos de acuerdo con lo que dijo el más inteligente del cuarteto. Solo espero que nada malo suceda. Justo tenía que venir mi cumpleaños para que me arruinaran mi paz.
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Sigo pasmada por cómo es que los demás invitados no me han tocado ni un solo pelo hasta ahora. Pero no dejaban de mirarme de reojo o susurrar cosas entre ellos. Literalmente me sentía como cuando los líderes de los Exploradores están rodeados de soldados como guardaespaldas cada vez que pasan por el distrito. Tampoco quería que mis amigos se preocuparan mucho por mí cuando se supone que esta es una fiesta de cumpleaños en donde todos deberíamos de estar jugando y divirtiéndonos en lugar de estar alerta ante las amenazas de los niños. Por más que tratamos de no pensar en lo malo, las vibras pesadas parecen no querer desvanecerse.
Las actividades que mis papás inventaron para hoy eran bastante divertidas. Nos hacían olvidar el mal rato y nos alegraban la tarde. Habían toda clase de juegos. Desde tener que correr hasta jugar a las adivinanzas y juegos de la mente en donde teníamos que bailar como pollito delante de todos si no nos sabíamos la respuesta. No me sorprende y me alegra tener a alguien como Armin. Porque al ser juegos en donde teníamos que hacerlo en equipos de cuatro, nosotros nos llevamos la victoria en varias ocasiones. Podía notar en las facciones de mi hermana y en la de sus amigas lo molestas que estaban respecto a eso. No las culpo.
–¡Muy bien niños! –aplaude mi mamá y hacemos lo mismo entre risas. –Están haciendo un buen trabajo. –nos felicita. –Ahora viene la parte más deliciosa de la fiesta. –todos los infantes de la fiesta dibujamos una enorme sonrisa; inclusive Mikasa, quien no es de sonreír mucho como yo. –Antes de servirles la comida vamos a partir el pastel y que nuestras cumpleañeras soplen las velitas.
–¡Venga, venga! ¡Que ya estamos listos para seguir celebrando! –mi padre clama al traer el gran postre a la mesa exterior con nueve velas en cada mitad. –los invitados exclamaban sorprendidos y admirados por el manjar. Era de fresas con crema, mi pastel favorito. Mi pancita ya comenzaba a crujir del hambre. No podía estar más contenta por comer una de mis comidas preferidas. Mis amigos también admiraban el pastel pasmados. Sus caras se me hicieron bastante graciosas, sobretodo la de Mikasa. A ella le encanta comer postres. Y lo sé por todas aquellas veces que hemos comido de esos tipos de platillos cada vez que vamos a la casa de Armin por galletas o cuando la señora Carla nos invita a comer las magdalenas que ofrecen en el restaurante en donde ella trabaja.
Ambas cerramos los ojos y juntamos las manos para pedir nuestros nueve deseos. Yo ya los estoy enlistando uno por uno en mi cabeza.
1. Que pueda pasar más tiempo con mi mamá.
2. Que mis papás tengan más suerte en su trabajo en los Exploradores.
3. Que ya no molesten a Armin.
4. Que Eren ya no se meta más en problemas.
5. Que Mikasa pueda controlar su mal genio.
6. Que pierda mi miedo para ser yo misma.
7. Que logre mejorar para que hable mejor.
8. Que a mi familia no le pase nada malo.
9. Que algún día yo pueda ser libre.
–¡Ahora! ¡A la una...! –grita mi progenitor.
–¡A las dos...! –se le unen mi madre y todos los invitados.
–¡Y a las tres!
Las llamas de las velas se desaparecen con el viento. Acompañado de los aplausos y de los festejos de todos los presentes. Puede que la fiesta no haya comenzado tan bien, pero con solo tener a mis amigos, estoy más que feliz de poder cumplir un año más de vida.
–¡Feliz cumpleaños niñas! –llega mi mamá para abrazarnos a las dos con mucha fuerza. –¡Ay, como las amo!
–Lizzie, ven y acompáñame por los cubiertos y los platos por favor. La comida ya está lista para que los niños coman.
–Súper. –alega su esposa. –Espérenos que ahorita ya les empezamos a servir. –dice por último para adentrarse a la casa junto con papá.
–¡Dale una probada al pastel Éclair!
–¡Sí! ¡Dale la primera mordida!
–Ándale Elaine tú también. –me anima Eren.
–Y-Yo-
–Oh vamos Ellie, una mordida no te hará nada mal. Aparte comerás más pastel después. ¡Ándale! –sonríe y aplaude Armin. Es la primera vez que un niño me llama por un sobrenombre. El único apodo que siempre he tenido es "Solecito" por parte de Hannes. Él siempre dice que mi cabello siempre le recuerda al Sol. Que yo soy su Sol. Pero "Ellie", se me hace un mote bien lindo.
–¡Mordida! ¡Mordida! ¡Mordida! ¡Mordida! –canturrean todos los niños aplaudiendo. Pues creo que Armin tiene razón, es solo un pequeño mordisco. Imito la acción de Éclair de inclinar la cabeza hacia delante y agacharme para saborear el rico postre; sin saber que había caído en la vil trampa.
No veo nada; solo oscuridad y olfateo un fuerte olor a dulce. Todo el ambiente se llena de risas y más risas. La tos se me escapa una vez que me reincorporo y me limpio la vista con las manos. Nada más giro la cabeza y ahí es cuando la venda se me cae de los ojos. Éclair me ojea de la manera más burlesca que jamás haya visto. Ella se estaba riendo junto con ellos. Éclair me arrojó hacia el pastel. Éclair se está burlando de mí.
–¡Elaine! –vociferan mis dos amigos varones.
–¡AHORA SÍ ME LAS VAS A PAGAR! –la niña de cabellos negros se dispone a atacar a mi hermana.
–¡Idiota, vas a empeorar las cosas! –Eren la sujeta con todas sus fuerzas.
–¡SUÉLTAME QUE LE QUIERO ARRANCAR TODOS LOS PELOS A ESA MALDITA! –patalea la oji azabache.
–Ay por favor no exageren, si la mudita no se queja es obvio que no le importa.
–¡¿Tú que sabes?! –ahora el que me defiende es Armin. –¡No la traten como si fuera una cosa! ¡Y tú! –gira la disputa hacia la cumpleañera peli castaña. –¡¿Cómo pudiste hacerle esa broma tan cruel?! ¡También es el cumpleaños de Elaine!
–Una niña que no sabe ser como los demás y que ni siquiera se parece a mí no puede ser mi hermana. –escupe.
–¡Tiene razón! –la niña de las coletas se aproxima a su lado derecho. –¿Cómo va a ser posible que la bruja pueda ser hermana de Éclair? Basta con solo mirarlas para darse cuenta que las dos no se parecen en nada.
–Apuesto que hasta sus papás no son sus papás de verdad. –la pelirroja se suma embarrándome más de pastel. –A lo mejor la mudita es hija de otra mamá, o su mamá engañó a su esposo con otro señor. –las carcajadas vuelven a sonar por todo el patio.
–¡MENTIROSA! –la cojo de su vestido con una furia desbordante. Ahora en vez de escuchar risas, oigo gritos de miedo y de sorpresa. Todos se apartan de la mesa donde se encuentra el pastel a excepción de mis amigos. Activo el brillo en mis ojos y mi mirada se penetra en ella de la manera más grotesca, monstruosa y atemorizante posible. Mis pulmones suben y bajan pesada y rápidamente. Las fuerza en mis manos incrementa segundo tras segundo. Como si algo dentro de mí desea soltar toda la ira en esa niña de cabellos rojizos y ojos verdosos. Quien no hace nada más que contemplarme aterrada.
–¡SUÉLTAME! –me exige.
–¡MIS PAPÁS SON MIS PAPÁS DE VERDAD! ¡YO NO SOY NI UNA BRUJA! ¡NI MUCHO MENOS MUDITA! ¡¿ME OYES?! –grito sin trabarme en mis palabras por segunda vez. Viendo como el destello azulado de mis luceros se plasman en la piel de su rostro debido a la intensidad.
–¡Entonces mis papás tenían razón! –grita otro de los niños. –¡Ella es la fenómeno del pueblo!
–¡Elaine! ¡No pierdas el control! –me suplica mi amigo genio. –¡No dejes que la ira te gane!
Toda la suciedad del pastel la desvanezco con mi magia. Mi cara, mi cabello y mi ropa quedan tan limpios como si nada hubiera pasado. Ninguno se atreve a decir o reclamar nada. Ya están lo suficientemente pasmados con este "espectáculo". Suelto a aquella chica nada más porque Armin me lo pidió. Parecía que ella estaba a punto de gritarme más atrocidades en la cara; pero se detiene. Las lágrimas no tardan de salir de mis dos zafiros. El resplandor desaparece, volviendo a la normalidad. No digo absolutamente nada. Me retiro del patio y me adentro a la casa dándole la espalda a todo el mundo. Ignorando el llamado de mis padres que ya traen los cubiertos y los platos para la hora de la comida.
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Yo desde que tengo uso de razón, cuento los días en que no suelto ni una lágrima para ver qué tanto puedo aguantar sin llorar. Mi almohada nunca había estado tan mojada por mis lágrimas. Nunca había pasado por una humillación tan horrible; y más por alguien que es de mi propia sangre. Lloraba y lloraba sin cesar. Yo pensé que este cumpleaños iba a ser diferente; pero me equivoqué. Hoy es el peor cumpleaños de toda mi vida.
–¡Elaine! –mi primer amigo toca la puerta de mi habitación. –¡Somos nosotros!
–Anda Elaine, queremos entrar por favor. –pide la chica peli oscura.
–Porfis Ellie, no queremos que estés aquí solita y encerrada. –suplica tiernamente el chico parecido a mí.
No les digo nada. Solo dejo que ellos entren sin que yo les ceda el permiso. Oigo como ellos se adentran y sus pasos se acercan a mi cama. Ahorita no me importa nada más que llorar hasta ya no poder. Literalmente pasé por un momento tan horrible. Lo que más me duele es que mi propia hermana fue capaz de humillarme delante de muchos niños, incluyendo mis únicos amigos. Siento la delicada y fina mano de Mikasa acariciando mi cabello.
–No llores Elaine. Hoy es tu cumpleaños. No nos gusta verte así. –me dice.
–No les hagas caso. Ellos no tienen idea de lo grandiosa que eres. –Armin acaricia mi espalda.
–Esos idiotas solo te tienen envidia. –complementa Eren, haciendo que los otros dos chicos asientan de acuerdo. –Ellie, no vale la pena llorar por unos estúpidos que no te aprecian; ni mucho menos por una tonta como Éclair. Ella solo quiere que no logres controlar tus poderes.
–¿P-Por qué...son...bien m-malos...conmigo? –hablo por fin entre mi delicado llanto. –¿De v-verdad soy una b-bruja?
–¡¿Enserio te dijeron eso?! –el oji verde azulado exclama. –Malditos... –susurra con enojo.
–No todas las brujas son feas. –recalca el oji azulado. –¿No recuerdan la historia de la hermosa bruja que se enamoró de un caballero que por un hechizo estaba convertido en una feo sapo?
–¡Sí! –rememora el oji verde azulado. –El libro decía que la belleza de la bruja era más grande que la mismísima Luna llena.
–N-Nadie me quiere... –lloro. –Todos...se b-burlaron de mí. M-Mi hermana también... –me tomo un tiempo para sollozar. –¿Por qué...me tratan m-mal...por qué? –el calor de sus cuerpos chocando con el mío para abrazarme me devuelve toda la paz que me arrebataron hace unos momentos. Definitivamente necesito de ellos para estar tranquila. Ellos son mi paz.
–Nosotros sí te queremos, y mucho. –Mikasa se acurruca en mi hombro derecho sin dejar de abrazarme.
–No estás sola Elaine. –Armin me dirige la mirada. –Nos tienes a nosotros.
–No nos importa si tienes magia o no, o si los otros niños nos terminen odiando por juntarnos contigo. Prefiero mil veces que seamos solo nosotros cuatro contra el mundo. Porque ustedes son mis verdaderos amigos.
–G-Gracias...chicos. –me limpio las lágrimas derramadas en mis mejillas. –Ya m-me...siento mejor. –les sonrío levemente. –M-Me alegro...que hayan ven-nido...a-a la f-fiesta.
–Bleh, esa fiesta está para vomitar. –manifiesta el peli marrón. –Hubiéramos festejado por nuestra propia cuenta.
–Primero me gustaría darle una lección a la tonta de Éclair. –gruñe Mikasa crujiendo sus nudillos.
–Y luego dices que el problemático soy yo. –su hermano adoptivo rueda los ojos.
.oOo.
–Es increíble lo lejos que has llegado Éclair. ¡¿Cómo puede ser posible que permitieras que tú y tus amigos se portaran mal con tu hermana en el mero día de la fiesta?!
Ya era de noche. Todos los invitados, a excepción de mis amigos ya se habían retirado. Por fortuna ninguno se atrevió a delatarme después de lo que sucedió. Al parecer cuando bajamos de nuevo al festejo, todos nos tuvieron un enorme respeto y ahora sí no se atrevieron a jugarme alguna otra broma cruel.
Mikasa confesó toda la verdad. Desde todo lo que ella, Armin y Eren presenciaron cuando llegaron, hasta el momento en que Éclair me aventó hacia el pastel aprovechando que mis padres no se hallaban cerca en ese instante. Ella por su parte, tuvo que admitir todo.
–Nosotros confiamos en ti, y mira cómo nos agradeces. Portándote mal y humillando a Elaine. –mi padre continúa con la regañada. –¿No te da vergüenza con tus compañeros? ¿Tan siquiera no tuviste la madurez de actuar como niña grande y ponerte de su lado? –la cuestiona refiriéndose a mí.
–¡Ellos también fueron papi! –manifiesta. –¡Ellos también le dijeron cosas feas!
–Pero tú misma permitiste que se burlaran de ella. Y eso no tiene nombre. –ahora es mi madre quien interviene. –Es más. –agrega. –Te aprovechaste de que Elaine usualmente pierde el control de sus poderes cuando se pone nerviosa. Te aprovechaste de su pánico para que actuara a la defensiva por haberla atacado.
–Ash, por lo menos le hice el favor. –se cruza de brazos. –Ahora no podrá lastimar a mis amigos. Les apuesto que ahora ya ninguno de ellos se querrá juntar con ella.
–Pues mejor para nosotros. Así Elaine no tendrá que andar jugando con niños horrendos como ustedes. –Eren la ataca en mi defensa.
–¿A ti qué te importa? –contesta mi hermana gemela.
–Come torta.
–Con tu hermana la gordota. –Mikasa jadea indignada por la burla de Éclair.
–Con un cuchillo que no corta y si te la acabas te doy otra.
–¡SILENCIO! –el hombre peli castaño aplaude tan fuerte que nos asusta a mí y a los demás niños presentes. –Ya fue suficiente. –añade. –Éclair. –la nombra. –Estás castigada.
–¡¿Qué?! –exclama. –¡No es justo!
–Eso debiste pensarlo antes de tratar mal a tu hermana. –le hace una seña a Eren. Este, junto a Armin, Mikasa y mamá se retiran de la sala y suben las escaleras. –Todo este mes no podrás salir a jugar con tus amigos. Te quedarás a ayudar con las labores del hogar. No saldrás de la casa bajo ni un motivo al menos que sea para la escuela. Y en cuanto tus regalos, la mitad van a a ser para Elaine.
–¡¿QUÉ?! –se enfurece. –¡Pero si son míos!
–Lo siento mucho señorita. Tú tampoco fuiste justa en invitar más personas que Elaine. Todos esos niños te trajeron regalos y tu hermana casi no recibió nada. No te lo quise decir por cortesía, pero tienes que aceptar quieras o no quieras que tu deber es cuidar y de proteger a Elaine. Porque más que tu hermana, es tu familia. Y la familia siempre va antes que cualquier otro prejuicio.
–¡P-Pero-!
–Fin de la discusión. –interrumpe. –Te vas a tu recámara a reflexionar lo que hiciste. Tu madre y yo estamos muy decepcionados de ti jovencita.
No me agradaba la idea de que Éclair fuera tan mala conmigo, pero tampoco me gusta verla derrotada. Todo el coraje se le nota en la piel. La rabia en sus ojos es inigualable. No evita lanzarme una mirada llena de enojo antes de irse a donde mi padre le ordenó que se fuera. Definitivamente ya me odia.
–N-No tiene que...darme la m-mitad...de sus regalos. Enserio... –le insisto. Pero el suspira con pesadez y pone la mano en mi hombro izquierdo.
–No hija... –niega. –Nosotros tenemos la culpa por no habernos dado cuenta de toda esta estupidez. Elaine...nunca te sientas culpable por los actos que comete Éclair. Todo esto no es tu culpa. –recalca. –Tú te merecías un cumpleaños inolvidable. Y ahora... –vuelve a suspirar con tristeza. Me duele verlo de esa forma. No me gusta verlo así. Lo abrazo para hacerlo sentir mejor.
–El t-tenerlos a ustedes y a m-mis amigos...es suf-ficiente. –sonrió con suavidad. –Igual...m-me la pasé b-bien.
–Ah, ah. –me suelta del abrazo para apretarme los cachetes. –Tú no te quedarás con las manos vacías. No señor. –dice. –Yo digo que vayas arriba a tu cuarto y cheques si no hay nada diferente.
–¿D-Diferente? –interrogo.
–Solo sube. –me pide, antes de acercarse a besar mi mejilla. –Te quiero mucho Elaine. Feliz cumpleaños. –yo solo le brindo una sonrisa para después subir las escaleras. Me pregunto qué es lo que está tramando.
.oOo.
–¡Sorpresa! –el trío de amigos exclama al unísono con los brazos arriba. Ahora entiendo todo. Ellos se fueron sin que yo no me diera cuenta para decorar todo mi cuarto. Habían globos por doquier, serpentinas, un nuevo pastel de fresas con crema en mi escritorio rodeado de bocadillos y bebidas. Ahora sólo habían nueve velitas encendidas en el postre. Su esplendor era lo único que iluminaba la pieza. No sé por qué, pero mi corazón no para de brincar.
–¿Y-Y esto? –les pregunto sin dejar de sonreír. –P-Pensé que ya se hab-bían ido a s-sus casas.
–Esta era nuestra gran sorpresa. –responde Armin. –Nos dieron permiso para quedarnos a dormir hoy en tu casa.
–¡¿E-Enserio?! –mi sonrisa se incrementa.
–Tu mamá nos ayudó a decorar rápido. –Eren camina hacia mi lado. –Ya tenía todo listo pero teníamos que ordenarlo todo.
–¿Te gusta? –interroga mi amiga.
Todo se veía tan hermoso; tan mágico. Nunca nadie me había hecho un detalle tan lindo y tan dedicado. No sé en qué momento me volví la niña más suertuda del mundo, porque siento que ya lo tengo todo. Los abrazo a todos. A Armin. A Mikasa. A Eren. A los tres. Ahora entiendo cuando mi mamá suele decir que menos es más. Cuando estaba con esos niños horas antes, me sentía totalmente extraña y nada confiada. Como si no perteneciera a esa fiesta. Pero ahora comprendo, que lo más importante es celebrar con la gente que de verdad me quiere: Con mi familia. Con mis amigos. Mis verdaderos amigos.
Volví a soplar las velas del pastel, aún teniendo en cuenta los mismos deseos que pedí con anterioridad. Entre los cuatro comimos el gran platillo y todos los bocadillos que habían. Toda la noche fue inolvidable. Jugamos, platicamos, reímos; inventamos muchas historias para nuestro gran libro de fábulas que entre nosotros estamos creando. Inclusive con dibujos que Mikasa y yo nos la pasamos horas y horas ilustrando y pintando con nuestras propias manos. Los niños se encargaban de darnos las ideas y de recrear las escenas con nuestros juguetes. La verdad es difícil de concentrarse teniendo a unos payasos como Eren y Armin. Aunque no lo parezca, Armin tiene un gran sentido del humor a pesar de ser todo un genio.
Jamás llegué a pensar que mi cariño hacia ellos se volvería tan fuerte en tan poco tiempo. Como si los conociera de toda la vida. Quisiera que esta noche nunca terminara. Quiero quedarme así para siempre.
.oOo.
Toda la habitación era un total desorden. Las almohadas estaban esparcidas por el suelo al igual que nuestros dibujos y nuestros juguetes. Mis regalos los tengo a un costado de mi cama, ya que siempre tenemos la tradición de abrirlos todos hasta el día siguiente. Mikasa y Armin están completamente dormidos. Soñando. Mamá había traído unos colchones extra guardados en el sótano para que mis amigos pudieran dormir cómodos. A excepción mía y de Eren, ambos seguíamos despiertos. Sentados en mi cómoda cama conversando y compartiendo. Y sí, ahora digo conversando porque ya puedo sostener una plática sin problemas. Claro que todavía tengo un poquito de conflicto con pronunciar correctamente algunas palabras; pero lo estoy logrando.
Mi cabeza estaba recargada en su hombro izquierdo. Nuestras manos jugaban y revoloteaban cada que chocábamos los cinco. Así tan grande era nuestra confianza y comodidad. No nos importaba estar en una posición así; ya nos acostumbramos después de leer tantos libros juntos. Su risa me llenaba de felicidad. Su sonrisa me contagiaba una vibra tan tranquila y tan linda a la vez. Oírlo charlar me hacía feliz. Su presencia me hacía feliz.
–Y luego cuando le dije que ya se había pasado la hora, Armin abrió el horno para sacar las galletas y todo el humo se le vino a la cara como una explosión. –ríe. –Debiste ver su cara, tenia todos los pelos parados y parecía pollo rostizado. –ambos nos tomamos el tiempo para reír.
–Pobrecito. –digo sin trabarme. –A la próxima...debería tener m-más cuidado.
–¡Bien Elaine! –me felicita casi exclamando. –¡Casi no te trabaste! –me acurruco un poquito más hacia él.
–Es que...ya quiero hablar b-bien. Pero...sí es un poquito dif-fícil. –admito apenada.
–No te preocupes, yo confío en ti. Yo sé que lo lograrás. –gira su cabeza para divisarme, pero su rostro estaba casi a escasos centímetros del mío. Él se da cuenta de eso, pero no hace un escándalo por eso. Solo cambia la dirección de su cara hacia delante con suavidad, pero sus mejillas ya estaban tan sonrojadas como las mías. –¿Q-Quisieras abrir tu regalo?
–Pero...n-no puedo hasta m-mañana. –le recuerdo un poco preocupada. Aún así el trae el presente consigo hacia mi cama si se vuelve a sentar a mi lado.
–Tranquila, nadie se dará cuenta. –me da aquella caja. –Además, de todos modos ya casi se acaba tu cumpleaños.
–Qué lástima... –pienso en voz alta. –Y yo q-quería que durará m-más.
–Si quieres podemos festejarte todo el fin de semana. –propone. –Le puedo pedir a mi mamá si podemos ir a visitar una granja que está no muy lejos del distrito para visitar a los animales.
–¡Sí! –acuerdo. –M-Me encantaría mucho, Eren. –le sonrío con suavidad.
–Feliz cumpleaños Elaine. –sus dedos recorren tiernamente las puntas de mi cabello. –Te va a encantar.
Abro aquella caja decorada con un moño rojo. Saco de ella unos papeles que ocultan el verdadero obsequio. Al verle la portada, mi sorpresa no podía ser mayor. Es nada más y nada menos que "Dos Zafiros". Mi libro favorito.
–¡¿P-Pero cómo?! –lo diviso. Aún me contemplaba con su bella sonrisa. –¿N-No es de la l-librería?
–La librería por fin recibió las copias del libro. La señorita me preguntó si lo quería cuando me descubrió buscándolo. –confiesa. –No sé cómo la convencí cuando le dije que lo quería para un regalo, pero no le dije que en verdad era para ti. –se apena. Yo hojeo las páginas con velocidad y mis ojos registran cada pequeño detalle. Ahora el libro que por muchos años leí en la librería, ahora estaba en mis manos. Ya no es el libro prestado de la librería; ahora es mi propio libro. –Quería regalártelo porque bueno... –menciona con un poco de nervios. –Tú y yo nos conocimos a través de ese libro y...si nunca nos hubiéramos peleado por él, yo jamás estaría aquí contigo regalándotelo. La verdad... –añade. –Quiero-
Mis labios plasmados en su mejilla izquierda no lo dejan terminar. Él estaba pasmado. Yo también lo estoy. Pero su regalo sin duda supera a todos los demás sin importar que no los haya abierto aún. Nunca antes le había besado la mejilla a alguien que no fuera mi mamá o mi papá; esta vez no lo pude evitar. Él es lo máximo.
–Me encantó Eren. Muchas gracias. –agradezco, sin balbucear por tercera vez. Y ahora sin tener mis poderes activados.
–Elaine...tú-
–Tengo una idea. –de nuevo no lo dejo terminar. Me levanto de la cama para traer todos mis crayones. Una vez que me vuelvo a subir, hojeo el libro hasta las últimas páginas de este donde solamente se encuentra un color blanquizco. –Si dibujamos todos nuestros sueños en estas hojas, se volverán realidad. Así nunca nos olvidaremos de esta noche ni de lo que nos hizo conocernos. –digo sin trabarme nuevamente, dándole el crayón negro. –¿Te gusta la idea?
–Sí... –sonríe fascinado. –¿Puedo dibujarme a mí con el uniforme de los Exploradores? –me pregunta. Yo le asiento entre risas. Él comienza a dibujar lo que propuso. –Hay que dibujarnos a los dos iguales. Imagínate que tú y los demás también formen parte del Cuerpo de Exploración junto a mí cuando seamos grandes. –imagina mientras dibuja. –Solo imagínate. –me dice, yo diviso el proceso de su obra de arte con admiración. –Volando con los equipos de maniobras tridimensionales entre los árboles. Destruyendo a los Titanes mientras viajamos hacia nuevos rumbos. Imagínate el día en que salgamos de los muros. –continúa ilustrando. –Por fin seríamos libres de esta horrible prisión y podremos explorar el mundo juntos. Vamos a conocer lugares que jamás hemos estado. Comeremos comida que nunca hemos probado. Leeremos libros que nunca hemos leído. Ya verás Elaine, vamos a conocer absolutamente todo de este mundo. –me presta el crayón para que así, pueda dibujarme a mi misma junta él tomados de la mano en el mero centro. –Dibujas muy bonito. –alaga. Yo le agradezco con una breve mirada sonriente. Me concentro de nuevo en concluir el paisaje. Dibujo el sol, las nubes, un montón de flores; aprovecho para pintar un arcoíris plasmado en el cielo azul representando la esperanza de un futuro mejor. Ya no importaba si los libros de lectura no son para pintar. Este espacio tenía que ser solamente nuestro. Los dos nos dedicábamos a llenar todo de dibujos; de nuestros sueños. Libros, postres, pinturas, muñecas, bicicletas; de todo. Teníamos que plasmar en el papel todos los sueños posibles. –Está quedando estupendo Elaine. Solo le falta poco. –le sonrío como respuesta y seguimos con nuestra labor para darle los últimos detalles.
–¡Listo! –clamo. Contemplando maravillada el artístico resultado. –Quedó perfecto Eren.
–Tienes razón. –concuerda divisando la obra de arte. –Tenemos que firmarlo y poner la fecha de hoy; antes de que se acabe tu cumpleaños. –asiento, dándole el permiso para que él sea el primero en firmar el dibujo. Después me da el crayón con el que firmó. Escribo mi nombre completo y dibujo un corazón a un lado con un crayón color rojo. Justo arriba donde la fecha de mi cumpleaños fue escrita. –Esta es nuestra promesa. –ambos ponemos nuestras manos encima del dibujo. –Siempre vamos a estar juntos Elaine. Siempre. –repite, acercando lentamente su rostro hacia el mío. Yo por mi parte lo miro confundida. –Descuida, no voy a hacer nada malo. –me tranquiliza. –Es algo que siempre hago con mi mamá de ves en cuando. –dice, para inclinarse aún más hacia mí. Su frente y la mía se juntan. Mis flequillos chocan con aquellos cabellos color chocolate cubriendo la piel desnuda de su frente. El corazón se me acelera. Pero de cierto modo me siento bien estando así con él. –Cuando me siento triste o necesito de cariño, mi mamá solamente se queda en esta posición para hacerme sentir mejor. Es como una muestra de cariño. –resume. –Y ahora te lo quería mostrar a ti.
Jamás había sabido que Eren y su madre tenían esta clase de muestras de amor. Normalmente mi mamá me besa las mejillas o mi nariz para hacerme reír. Esto era completamente nuevo. No sé cómo reaccionar o qué decir.
–Es lindo... –le respondo cerrando mis ojos. –Igual te prometo que siempre estaremos juntos. Nunca me iré de tu lado y siempre seré tu amiga Eren.
–¿Me lo prometes?
–Te lo prometo.
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