𝐨𝐧𝐜𝐞
~¿Diversión durante el entrenamiento? Claro que sí~
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✧Elaine Einar✧
[Un mes después]
Mi consciencia simplemente batallaba por no desvanecerse. Mi mente me pedía a gritos que prestara atención a la clase, pero mi cuerpo me suplicaba que solo cerrara los ojos y me dejara llevar en un profundo sueño. Aún así, no puedo quedarme dormida. Cada detalle que el maestro explica en la clase es de suma importancia. En los Exploradores, existe este sistema en donde le brindan todo el apoyo educativo a los nuevos cadetes en sus años de estudio y de entrenamiento. Gracias a ellos, ahora contamos con los suficientes recursos suficientes para estudiar; tal y como en una escuela de verdad, solo que para cadetes.
Mis ojos no se despegaban para nada de aquel gran pizarrón donde tenía escrito e ilustrado un montón de cosas relevantes. Armin y yo tomábamos notas y Mikasa solamente ponía atención con solo ver y escuchar al igual que Eren; pero este se mostraba un poco aburrido. Bastaba con solo mirarlo de reojo para darme cuenta. El pobre no durmió bien anoche después del entrenamiento del día anterior. Recuerdo que su contrincante esta vez no fue ni Reiner o tan siquiera Éclair; fue otra chica. Aquella misma que lo desafió la primera vez que entrenamos en el combate de cuerpo a cuerpo. Eren me narró como aquella vez la chica terminó dejándolo tirado en el suelo junto con Reiner adoloridos hasta ya no más poder. Hasta le dolía la cabeza cada vez que lo rememora; vaya que sí debió doler.
La busco con la mirada y ahí la veo. Sentada junto con Reiner y otro chico de cabello oscuro que todavía no conozco bien. Ambos se secreteaban y reían en voz baja para no llamar la atención. Ella ignoraba los por completo y solo se dedicaba a poner atención. Vaya, su semblante es muchísimo más serio que el de Mikasa. Da miedo.
–Muy bien chavos, eso sería todo por el día de hoy. –habla el maestro. –Mañana continuaremos con la lección antes de realizarles su primera evaluación escrita. Ya pueden salir al descanso.
Todos suspiramos al unísono; como si nos leyéramos la mente. Ya estábamos exhaustos, pero también hambrientos. Lo cual me traía la señal de que cierta persona me pedirá que haga la fila con ella en el comedor. Oigo a Eren soltar un gran bostezo, seguido por el movimiento de sus manos a sus verdes azulados para tallarlos brevemente.
–Toda la primera hora se me hizo eterna. –Eren vuelve a bostezar. –Por favor, alguien que me traiga una almohada. –su cabeza se recarga en mi hombro izquierdo. Gustosamente dejo que lo haga. Últimamente los entrenamientos lo dejan bien exhausto que apenas logra pegar el sueño.
–Apenas son las diez y media de la mañana. –dice Mikasa jalándolo de su oído izquierdo y provocando que su hermano postizo haga muecas de dolor. –Ni se te ocurra aflojar.
–Vean el lado bueno. –habla Armin cerrando su cuaderno de apuntes. –Después de la hora libre nos toca entrenamiento con Lizy.
–¡Aleluya! –el chico de ojos verdes azulados clama. –Todo con ella es lo mejor del mundo. –confiesa fingiendo estar llorando como el gran actor que es gracias a los "talleres intensivos" con Armin. –Siempre nos tiene piedad. Ojalá y se compadezca de mi pobre sacrosanta alma. –mi risa no resiste aguantarse en lo que envuelvo mis brazos alrededor de él para abrazarlo. Aprovechando que aún se recarga en mí de lo cansado que está.
–Sí es linda y todo pero muy dulce y tierna para mi gusto. –admite la peli azabache poniendo en orden sus cosas. –A veces me pongo pensar cuántas veces han asustado a la pobre con sus ridículos comportamientos. Un tratamiento para lidiar con los inmaduros no le vendría nada mal.
–Oh vamos, la que necesita un tratamiento pero de anti amargura eres tú, cabello de espantapájaros. –el oji verde azulado cruza los brazos.
–JA, lo mismo diría de ti, Señor "Yo no me voy a meter en problemas pero aún así lo hago porque me encanta causar escándalos estúpidos".
–¡Retira lo que dijiste! –Eren le señala el puño con molestia, pero Mikasa jala su cabello haciendo que el chico suelte quejidos de dolor.
–No hasta que tú lo hayas hecho primero. Al menos sé un caballero con las damas por una maldita vez Eren Jaeger.
–¡¿TÚ DESDE CUANDO HABLAS DE CABALLEROSIDAD?! ¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AYYY! –se exalta por el jalón de cabello provocado por Mikasa, causando que los que están aún presentes en nuestro aula oigan y se rían por su graciosa reacción al igual que Armin y yo.
Lizy es una soldado perteneciente a la Legión de Exploración, pero al mismo tiempo es la representante titular de nuestro grupo. Nos ha explicado que este año, muchos de sus compañeros se ofrecieron de voluntarios para impartir clases y dirigir algunos de los entrenamientos. Todos en el grupo la queremos y respetamos mucho. Más que una maestra, es como una amiga grande. Sabe muy bien dirigirnos y mantener la disciplina sin la necesidad de ser ruda o causar intimidación como el Comandante Sadies.
Ella siempre nos ha enseñado que la mejor manera de ganarse la confianza de tus camaradas es a través de la amabilidad, empatía y solidaridad. Aparte de eso, ella tiene en mente que aún somos unos niños a punto de entrar a la adolescencia. Sí que parece tener experiencia en lidiar jóvenes como nosotros a pesar de ser su primera vez en un voluntariado como este. Honestamente no comprendo de dónde saca tanta paciencia para aguantar a un grupo tan revoltoso y loco como el nuestro. A veces me siento mal que de vez en cuando la convertimos como en nuestra niñera. Aunque eso no le impide a dar lo mejor de ella y divertirse con su profesión.
–¡Elaaaine! –me llama cierta chica de cabello castaño rojizo acercándose a mí energéticamente. –¡Acompáñame a hacer fila en el comedor, porfiiiis! –agarra mi mano brincando de una forma tan tierna y suelto una breve risa por lo mismo.
–Sí sí, deja te acompaño. –le respondo levantándome de mi lugar. –¿Krista ya nos reservó lugar?
–Obvio. –responde. –Tuvo que buscar una mesa más grande porque al parecer algunos de los chicos se empezaron a unir. Bueno, nada más alcancé a ver a Connie, Marco y Reiner. –piensa, dándole una breve repasada a su memoria. –En fin, ¡Vamos que luego se llena! –Sasha y yo nos vamos saliendo de nuestro aula.
–¡¿Nos apartan lugar en la mesa?! –nos pregunta el peli marrón viendo como nos vamos alejando al pasillo.
–¡Sí! –le contesto antes de retirarme por completo con Sasha a mi lado.
───※ ·❆· ※───
Eren, Mikasa y Armin se llevan conociendo por mucho más tiempo antes de que Elaine llegara a sus vidas. Haber sido amiga de ella no fue para nada sencillo al inicio. No solamente tuvieron que cuidarla y protegerla de cualquier abuso en el pueblo, sino también tuvieron que encargarse de adaptarla de nuevo a la sociedad y ayudarla en sus terapias para el mejoramiento del habla. Era como casi cuidar y criar a una bebecita dentro del cuerpo de una niña de nueve años. A pesar de la situación, ellos jamás se rindieron con su querida amiga. Siempre la trataron como una persona común y corriente, la ayudaron a salir poco a poco de su caparazón y sobretodo, le dieron algo mucho más valioso que ni hasta su propia familia supo darle de la manera correcta: Amor y atención. Ellos jamás vieron eso como un deber o como un trabajo forzado. Lo hicieron porque quisieron, y más porque Elaine se había robado el cariño de cada uno de esos niños por el simple hecho de ser ella misma.
–¿Se han dado cuenta? –les pregunta Eren a sus mejores amigos aún presentes, aprovechando de que Elaine no se encuentra con ellos en el aula.
–¿De qué? –cuestiona Armin levantándose de la silla en donde el cuarteto se sienta para las clases.
–De Elaine. –la nombra. –Es increíble pero...aunque no lo haya mencionado nunca, está bien cambiada. –se levanta, sin despegar la mirada hacia la salida donde la chica rubia caminó por esa misma dirección hace solo unos momentos.
–¿Cambiada en qué sentido? –el oji azul camina a su lado un poco extrañado. –Si te refieres a lo físico ni te preocupes, que como ella y Mikasa a todas ya se les nota. –la nombrada jadea indignada y este recibe un zape en cada uno de sus brazos por parte de los dos, pero Armin aún así ríe sabiendo que solo es una broma.
–Baboso. –Eren bufa. –Así nunca tendrás novia y mucho menos que una niña se fije en ti.
–Nadie empezó a hablar de novias más que tú, Señor "Elaine está bien cambiada". –vuelve a reír, mirándolo de una forma pícara y usando el mismo método burlesco de Mikasa.
Eren capta la indirecta de su amigo y se ruboriza un poco. Aunque aclara su garganta para simular la expresión y Mikasa pone los ojos en blanco negando levemente con la cabeza.
–A poco no me digas que Elaine sigue siendo la misma niña tímida, callada e insegura de antes que le costaba hablar bien con las personas.
–Pos claro que no. –niega el oji azul.
–A eso me refería menso. –rueda los ojos. –Que Elaine ya no es la misma de antes... –suspira. –Cuanto hemos crecido chicos.
–Tienes razón. –Armin concuerda. –Ha pasado tanto tiempo... –palmea la espalda de su amigo. Pero cierta chica peli azabache interrumpe el nostálgico ambiente cuando los jala a ambos de sus oídos.
–Sí sí, ya pasó mucho tiempo y toda la cosa. Pero yo que ustedes me iría ahora mismo al comedor que Elaine y los otros nos esperan y ya me estoy muriendo de hambre. –se lleva a ambos aún sin soltarlos de sus oídos.
–¡AUCH! ¡MIKASA! ¡YA NO SOMOS NIÑOS CHIQUITOS! –Eren patalea.
–¡Mikasa enserio! ¡Me duele! ¡Ayyy! –grita Armin con su voz chillona pero Mikasa de igual modo los ignora y sigue con su semblante serio en busca de su más anhelado deseo: Comer.
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✧Elaine Einar✧
El comedor estaba lleno, al igual que las mesas. Varios aún así escogían comer el almuerzo en el aire libre, pero Krista fue tan rápida en conseguirnos un buen lugar. Éramos más gente originalmente, pero la mitad ya habían terminado de comer y se salieron. Ahorita mismo estábamos Sasha, Krista, Connie, Marco, el estúpido idiota de Jean, Marco, Reiner, yo y una chica al lado de la primera mencionada llamada Ymir. Ellas dos siempre hacen todo juntas; como si fueran almas gemelas. Esa chica es literalmente todo lo opuesto a Krista. A pesar de a veces ser un dolor de cabeza, en el fondo es una buena persona.
Me agrada la idea de que ahora nuestro círculo de amigos va creciendo día tras día. Yo siempre he dicho que la calidad es mejor que la cantidad, pero viéndolos a todos ellos me hacen tener ciertas excepciones. Los días son más divertidos y los entrenamientos son menos pesados teniéndolos a mi lado; sobretodo a mis mejores amigos. Mi yo de hace tres años jamás se creería estar en una posición así hoy en día.
–¡Eren! ¡Mikasa! ¡Armin! ¡Aquí estamos! –Marco les grita notando sus presencias desde el final de la fila del comedor.
El trío de amigos se acercan a la mesa en donde estamos todos. Traen sus almuerzos consigo mismos y se dirigen a donde yo estoy sentada, ya que anteriormente les aparté lugar para ellos.
–¿Tan rápido vas en la mitad? –Eren se sienta a mi lado derecho.
–No es mi culpa que se hayan tardado. –digo en mi defensa. –Quería esperarme pero ya no aguantaba. –me disculpo.
–No te apures. –responde, partiendo su pan con queso a la mitad. –¿Quieres? –gustosamente recibo la porción. A él y a mí nos encanta compartir nuestra comida, más porque sabe que siempre he sido un poquito más comelona que él a pesar de mi delgada figura.
–¿Están emocionados con el entrenamiento de hoy? –Reiner nos pregunta a todos en la mesa. –Por fin vamos a probar los equipos de maniobras tridimensionales otra vez. –le da un sorbo a su vaso con agua.
–Ya me veo a mí volando libre por el aire como un pájaro cuando logre dominarlos. –Eren imagina la idea con una sonrisa fantasiosa. Pero yo sé más que nadie en esta mesa que la mano con la que agarra la cuchara le tiembla disimuladamente.
–Al menos que te conviertas en una gallina y te termines estrellando. –bromea el chico de cabellos castaños sentado al costado de Marco. Ha pasado solo un mes, pero no comprendo como es que alguien como él puede ser amigo de alguien como Jean. Yo creía que los caballos no hacen nada más que solo relinchar.
–Tch, veremos quién logra dominarlos primero. –mi mejor amigo le da un sorbo a su crema de verduras.
–¿Y tú Mikasa? –gira su cabeza para ver a mi mejor amiga. –¿Qué tal? –el cara de caballo le pregunta brindándole una sonrisa coqueta. –¿Lista para lucirte de nuevo como la chica más hermosa y audaz de la clase?
–Vete a la mierda. –es lo único que le contesta antes de darle una mordida a su pan. Jean se queda estático y pasmado mientras que Marco, Reiner, Eren y Connie se empiezan a atacar de la risa.
–Pff, que carácter. –murmura, tratando de no mostrarse indignado.
–Cuando Mikasa tiene hambre, está totalmente prohibido interrumpirla mientras come. –ella y yo cruzamos nuestros puños delante de Eren para chocarlos entre sí.
–¡Hola hola compañeros! ¿Qué tal está la raza? –nos saluda un chico de alta estatura. Al parecer es el mismo que siempre acompaña a Reiner a todas partes: Bertolt Hoover.
–¡Compadre! –Reiner choca los cinco y luego los puños con él como saludo. –Vengan, siéntense con nosotros. –les dice a él y a la chica parada detrás del rubio. Es ella.
–Pssst, Connie. –lo llamo a susurros, aprovechando que está sentado a mi lado izquierdo. Logro captar su atención y me acerco un poco más hacia él. –¿Qué tanto sabes de esa chica?
–¿Hmm? –pregunta, dirigiendo de forma disimulada su mirada a la dueña de aquellos ojos azulados y cabello dorado. –¿Quién? ¿De Annie? –vuelve a cuestionar. Yo asiento con la cabeza. Veo como ella empieza a comer su almuerzo nada más oyendo la plática de los chicos más cercanos a nosotros. Su mirada se concentra nada más en sus raciones sin ni una chispa de alegría; solo amargura y seriedad.
–Pues... –piensa a murmuras, aprovechando que la mayoría a nuestro alrededor están enfocados en una anécdota contada por mi gran amigo Armin. –No sé mucho sobre ella. –admite. –Es muy callada; bien reservada. No habla mucho con la gente si te has dado cuenta. –me explica. –Sólo se lleva con pocos; pero siempre está junto a Reiner y Bertolt. –vuelvo a asentir de acuerdo. –Pero en los entrenamientos, vaya que es bien brava. No importa si eres hombre o mujer, nunca se apiada de nadie.
–Ya veo... –mi vista se centra en mi comida en modo reflexivo. No me llevo para nada con Annie, pero verla de lejos en los entrenamientos me deja con la piel chinita. Y si alguna vez la he oído hablar, es solamente cuando los maestros se lo piden.
–No me digas que piensas en retarla. –sus melosos ojos se abren como platos.
–Obvio que no. –le niego a susurras. –Con solo mirarla me asusta.
–Lo mismo diría Jean de ti.
–Ni me lo recuerdes... –cierro los ojos con fuerza, pero él ríe por unos segundos.
–Si te digo la verdad, me recuerdas mucho a ella desde aquella vez que le pateaste el trasero. –dice en referencia a Jean. –Por un momento no te reconocí. Dudo que alguien lo haya hecho.
–No te entiendo... –admito. –¿A qué te refieres?
–Si hay alguien conocedora de esos cambios tan drásticos y firmes a la hora de combatir, es ella. –señala a la chica rubia con la mirada. Me tomo unos segundos para pensar mientras la observo de reojo. Creo que logro contemplar como sus fríos ojos azules y los míos crean un breve contacto. Con tan solo haber sido tres segundos, la piel se me eriza.
No sé si deba acercarme a ella.
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La hora libre terminó más pronto de lo que esperaba. Normalmente el tiempo se pasa lento cuando convivimos entre todos; aún así los minutos pasan rápido. Y más ahora después de lo que Connie me platicó acerca de Annie.
Por primera vez, mi mente no se puede enfocar en las instrucciones dadas por nuestra titular y el Comandante Sadies, quien justo apareció a última hora. Ahora el ambiente es más tenso y aterrador, tal y como la primera vez. Eso es lo de menos. Lo que más me causa angustia en este instante es Eren.
–¡ESCUCHEN BIEN TODOS! –la poderosa voz alerta a los cadetes de nuestra clase. –¡NO HAY LUGAR PARA LOS QUE NO LOGRAN HACER UN BUEN PAPEL! –nos advierte. –¡REPRUEBAN, Y ESTAN FUERA!
Sus verdosos azulados ilustraban un desespero tan grande que hasta podía sentirlo fluir por mi piel. La última vez que probamos los equipos de maniobras tridimensionales, a Eren no le fue tan bien. Perdí la cuenta de cuantas veces su pobre cabeza chocó contra el rocoso suelo. De solo tratar de imaginarme su dolor me causa una leve jaqueca.
A medida que los minutos transcurrían, otros se iban montando a esas máquinas voladoras. El reto principal es dominar el equilibrio y evitar caerte de cabeza. Algunos lo lograron al mero instante la primera vez, tal y como cierta chica de ojos oscuros que conozco. Me acuerdo que parecía como una linda marioneta colgada gracias a los hilos. No hacía nada, solo se quedaba quieta atisbando a todo aquél que la admiraba desde sus lugares; en especial a nosotros. No obstante, se ve que todo esto le aburre. Típico de Mikasa.
Aquellos labios se estremecían, igual que su respiración; está nervioso. Tiene miedo. No quiere hacer el ridículo, pero tampoco quiere perder su orgullo. A pesar de eso, su mirada lo delata.
–Oye... –lo llamo, envolviendo su mano derecha con las mías. –Está bien. –musito a su oído.
–Elaine... –me nombra. Baja la mirada enfocándose en el suelo terroso. –Lo último que quiero es darle la razón a Jean. –sus ojos se cierran con fuerza. –No quiero fallar una vez más...
–No a todos les sale a la primera. Ni siquiera yo pude la primera vez, acuérdate.
–Sí, pero lo tuyo fue diferente. –objeta. –Tu cabeza no tiene las secuelas de aquellos golpes contra el piso como yo. Me vi como un completo payaso ahí arriba.
–Aprender es lo más importante Eren; nadie es perfecto. –trato de calmarlo con mis palabras. –Descuida, yo sé que podrás. Confío en ti.
–¡Excelente trabajo! –oímos a nuestra titular felicitar a los cadetes que recién pasaron. –Ahora los siguientes en pasar serán Connie, Sasha, Jean y... –realiza una fugaz leída a su lista. –Elaine. –menciona mi nombre. Mi corazón da un brinco del susto. –Pasen al frente ustedes cuatro.
–P-Pero-
–Sólo mantén los ojos en mí. –lo interrumpo. –Cuando sea tu turno, intenta al menos copiarme. –le indico, frotando mis manos con la suya para brindarle un poco de confianza.
–Vamos Elaine, nos toca. –el chico de los ojos melosos me vocea con los otros dos colegas citados a su lado. Le asiento y camino hacia el frente siguiendo sus pasos.
Admito que estoy al igual de intranquila como Eren; por supuesto que no quiero cometer una falta delante de mis compañeros, mucho menos de la figura de autoridad. Eran cuatro lugares para probar los equipos de maniobras tridimensionales. Connie iba en el primero, yo en el segundo, Sasha en el tercero y el cara de caballo en el último. Qué alivio; mientras más lejos esté de mí, mejor.
La maestra Lizy iba repitiendo algunos puntos a mi compañero del lado derecho. Eran unos consejos que ella nos compartió el primer día en que realizamos la prueba. Mis oídos tratan de identificar con exactitud lo que le va enlistando y lo voy anotando en mi memoria uno por uno: Balanza, presión, fuerza en el abdomen y en los glúteos, aflojar las piernas, relajar los hombros, enderezar el torso y la mirada siempre en un punto fijo. El chico iba asintiendo con cada detalle, exponiendo su total atención. En el segundo en que uno de los asistentes se acerca para ponerme el equipo, mis latidos se aceleran aún más.
Ni se te ocurra perder el control. Una que la hagas y la que terminará hecha pomada serás tú.
–¡Hola Elaine! –me saluda aquella chica pelirroja y de hermosos ojos verdes. –¿Cómo te sientes ahora mismo?
–Agitada. –reconozco mi nerviosismo con pena. –La última vez no me fue tan bien. –le recuerdo, sabiendo que Lizy estuvo con nosotros en aquella ocasión. A pesar de ello, solo deja ir una dulce risa.
–Descuida preciosa, así me sentí yo la primera vez que los probé. –su confesión me tranquiliza un poco. Pero la mirada penetrante del comandante hacia nosotros me roba la poca paz interior que me queda. –No sé si oíste lo que le estuve explicando a Connie. –asiento, respondiendo que sí. –De lujo. –responde. –Recuerda estos consejos de nuevo por si te pierdes: Trata de no tensarte tanto, eso hará que caigas más fácil. Del torso a tu abdomen sobretodo, tienen que estar firmes como roca. Tus piernas, hombros y brazos relájalos y déjalos llevar. Tu mirada siempre hacia el frente. Ya que te acostumbres a la presión de tu cuerpo en el aire ya podrás mirar a otras direcciones. Esto es sólo para la práctica. –vuelve a citar una vez que terminan de ajustar el equipo alrededor de mi cintura. –Y recuerda, trata de no mirar hacia abajo.
–A-Amm, c-claro. –contesto. Dos de los soldados asistentes empiezan a tirar de las cuerdas. En un chasquido de dedos, mis pequeños pies dejan de sentir la firmeza de tierra firme.
Ay no, ay no, ay no. Siento que me estoy yendo hacia adelante y atrás al mismo tiempo. Concéntrate Eliane. Concéntrate. Está vez lo vas a lograr, ¡¿Me oíste?!
–¡Oigan chicos! –la chica a mi lado izquierdo capta la atención mía y de los chicos mientras que mi cuerpo va levitando del suelo poco a poco. –¡Hagamos una competencia de ver quién dura más tiempo arriba! –propone de forma entusiasta.
–N-No creo que s-sea buena idea Sasha. –la fuerza mezclada con los nervios no me deja tan siquiera hablar bien.
Que bien, ya me parezco a mi yo de cuando era niña.
–Les apuesto a los tres que yo seré la ganadora. –dice orgullosamente la oji castaña.
–JA, veremos quién reirá al final. –Connie ríe intentando desvanecer nuestros nervios pero al mismo tiempo tratando de no caer de cabeza.
–Eso te lo digo a ti. –Jean gruñe poniendo fuerza en su abdomen. Aún así el cuerpo le tiembla y su expresión se tensa.
¡¿Cómo es que Sasha está ahí como si nada?! ¡¿Acaso no sabe que en cualquier momento su cráneo puede dar contra el maldito suelo?!
Mis ojos apenas la divisan pero no giro la cabeza. Examino sus facciones y la postura de su cuerpo. Parece estar tranquila, o más bien tiene la mente en algo para no perder la concentración.
¡Sí! ¡Buena idea! A ver, ¿En qué puedo pensar? Lizy habló acerca de no agregar presión de más al cuerpo, pero tampoco de confiarnos y soltarnos por completo. ¿Qué tal si me agarro de las cuerdas nada más para acostumbrarme a la posición?
Llevo a cabo la acción justamente pensada. Mis manos se sujetan de cada cuerda. Examino el resultado de esto y me percato que eso ayuda un poco más a no caerme. Todos inician a susurrar cosas entre ellos sin despegar los ojos de mí. Es como si lo que estoy haciendo no es la forma correcta de manejar los equipos. En una situación real, no puedo depender de este método fugaz y transportarme de un lado a otro como si fuera un columpio.
Columpio...
Repito una vez más la palabra en mi cabeza.
¡Lo tengo!
───※ ·❆· ※───
✧Eren Jaeger✧
En cuanto más la miro, más inquieto estoy. No tengo idea en qué estará pensando o que tanto estará batallando. Le agradezco profundamente su apoyo y su confianza; pero a mí no me engaña. Yo la conozco mejor que nadie. No quiere que el miedo me domine, aún así no es tan buena para ocultar su nerviosismo; no ante mis ojos.
Un golpe en la cabeza es lo que me merezco. ¿A quién engaño? Quizás solo fue exageración mía el convencer a todos que manejar los equipos de maniobras tridimensionales nos vendría como anillo en el dedo. Fue sencillo persuadir a todos, menos a mí. Tal vez lo manifesté como un medio de auto convencimiento. Aspiraba pretender que sería simple manejar por cuenta propia esta parte del entrenamiento. No solamente por mis colegas o mis mejores amigos, sino por mí mismo.
–Muy bien. –todas las miradas se dirigen a Lizy. –En lo que ellos cuatro están ahí, se van a ir enlistando... –le da una hojeada a su lista con nuestros nombres escritos. –Bertolt, Annie, Éclair y Eren.
Perfecto...
–No sé por qué estamos haciendo todo esto... –oigo la fría voz de aquella chica que siempre me pone los pelos de punta.
–¿Hmm? –mi cabeza gira levemente hacia mi derecha. Ahí estaba ella. De brazos cruzados. Sus azulados luceros enfocados en nuestros amigos.
–Esto no tiene caso absoluto. –vuelve a tomar la palabra. –Solo los diez mejores cadetes pueden unirse a la Policía Militar...Hmph. Los únicos que entrenan con seriedad son los ingenuos ineptos como ustedes. –sus pasos se dirigen a mí. Aferra sus manos a la tela de mi uniforme con fuerza y me atrae hacia su presencia. Un fuerte escalofrío recorre por mi sangre. –Cuanto más preparado estés contra los titanes...más te alejan de ellos. –sus congelado vistazo me obligan a crear contacto con su semblante. –¿Por qué crees que existe esta farsa?
No contesto nada ante su pregunta. Solo me atrevo a apartarla de mi espacio personal; todo con tal de no causar un alboroto.
–No tengo idea. –respondo en corto, pero no se queda atrás. El agarre de su mano contra mi muñeca se intensifica. Me resisto. A comparación de las dolorosas y fuertes tundas de Mikasa, esto ya no es nada.
–¿No será porque es la naturaleza humana? –cuestiona. Abro los ojos pasmado por su actitud; por su mirada, por las tétricas vibras que me da.
–¡Eren! –me llama aquella tierna y alegre voz. –¡Eren! ¡Mírame! –me grita. –¡Estoy volando!
Las risas empiezan a resonar. No sabía el motivo hasta que mis ojos captan su esbelto cuerpo meciéndose de adelanta hacia atrás y viceversa. No solamente ella, sino Connie, Sasha y hasta el insoportable Jean están usando los equipos de maniobras tridimensionales como columpios.
No lo puedo creer...
–¡¿Ya ves Sasha?! –Jean vocifera. –¡Te dije que yo sería el que se reiría primero!
–JAJAJA, ¡Ni se te ocurra cantar victoria cuate que hasta Elaine te ganó! –Reiner le grita, provocando que las carcajadas se intensifiquen. Admito que esto me causa demasiada satisfacción. Dos mujeres ganándole, se me hace demasiado divertido.
–Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araaaña. –Sasha inicia a cantar. –Como veía que resistía, fueron a llamar otro elefaaante.
–¡Esto es demasiado divertido! –la risa de Elaine resuena por mis tímpanos.
–¡Oh sí! –exclama Armin.
–¡Ya lo tienes nena! –Reiner le levanta el pulgar.
–¡Son los mejores chicos! –aplaude Thomas.
Las porras y los ánimos de nuestros compañeros hacia ellos me traen un regocijo al corazón. Me estaba preocupando de más sobre si tenía que pasar a la primera o no, cuando me olvidé de lo más importante: Encontrar siempre lo bueno a cualquier entrenamiento.
–¿Cómo...? –se pregunta a ella misma. –¿Cómo pueden divertirse con algo así?
–Si lo ves más como un juego en lugar de un trabajo quizás las cosas te saldrían mejor. –le admito a sabiendas que me estoy contradiciendo a mí mismo. Pero aún así se lo dije porque ahora ya lo comprendo. Annie suspira brevemente.
–En fin... –habla, dando por fin a su duro agarre. Agarro la zona afectada con la mano izquierda. –No soy tan ingenua ni tan idiota como para jugar a los soldaditos en este estúpido mundo. –camina hacia adelante para esperar su turno.
–Eren. –me nombra la hermana de mi mejor amiga. –Vamos. –me dice. Le asiento siguiendo su paso.
Esta vez no fallaré Elaine. Ya verás que no.
───※ ·❆· ※───
✧Elaine Einar✧
Esta pequeña parte de mí que siento en mi alma en este instante, se llama felicidad. De no haber sido por Sasha, jamás me hubiera percatado de mis errores ni hubiera dejado ir el estrés acumulado en mis músculos. Fue tan divertido convertir esta dinámica en un juego para mejorar nuestras posturas, pero sobretodo para hacer de este entrenamiento algo más entretenido. Me sorprende que hasta Jean y Connie nos siguieron la corriente. Aunque claro, por más maduros que queramos actuar, aún seguimos siendo unos niños preadolescentes aspirando a convertirnos en los mejores soldados que la humanidad haya visto.
–¡Wuhuu! –Sasha festeja con un brinco. Choca los cinco con Jean, Connie y después conmigo para posteriormente abrazarme con suma alegría. –¡Lo hicimos! ¡Lo hicimos!
–¡¿Vieron como flotamos en el aire?! –Connie dibuja una gran sonrisa en su rostro. –¡Primero parecíamos árboles y ahora nos veíamos como nubecitas en el cielo!
–Bueno, admito que esta vez me ganaron. –Jean cruza los brazos.
–Pero también admite que te divertiste y reviviste tu infancia. –el chico de ojos melosos palmea su espalda.
–¡Ey! ¡Eso duele! –lo regaña, pero Connie solamente ríe al igual que Sasha y yo.
Puede ser un imbécil que me pone de nervios, pero...me choca admitirlo. No es TAN malo como parece. Aunque sigue siendo un tarado.
–¡Bravo niños! –se acerca Lizy hacia nosotros cuatro. El grupo aplaude nuestro trabajo recién hecho. –Han mejorado bastante desde la primera prueba; me impresionaron mucho. –su comentario nos causa sonreír con alivio. –Ya pueden ir con sus compañeros. –nos ordena. –¡Eren, Annie, Bertolt y Éclair, siguen ustedes!
Mis mejores amigos me reciben con una gran sonrisa. Armin me envuelve en sus brazos para felicitarme y yo le correspondo el gesto con el mismo entusiasmo.
–Lo hiciste estupendo Elaine. –me felicita. –Incluso lo hiciste mejor que yo. –río brevemente.
–No digas eso, eres estupendo a tu manera. –le digo, sabiendo que no me gusta nada cuando Armin se minimiza a sí mismo.
–Lograste dominarlos antes que Jean... –Mikasa se acerca y me susurra al oído. –Bien hecho. –las dos reímos encubriendo nuestros labios.
–Muy bien... –Eren suspira. –Aquí voy. –me aproximo hacia él y musito en su oído derecho.
–Piensa en cosas lindas como en tu cama o el feo rostro de Jean siendo golpeado por tu puño. –su risa no tarda en escaparse de su garganta.
–Pensar en esa cara de caballo queda corto. –me dice. –Descuida, tengo un mejor pensamiento en mente.
–¿Ah sí? –indago. –¿Qué es?
–Ah, ah. No te pienso contar. –niega con un gesto bromista.
–¡Eren! ¡Porfis! –le suplico a que me cuente.
–Con que aquí andabas pedazo de paloma. –Éclair estando cerca, lo toma de la mano y se lo lleva con ella a la fuerza.
–¡AY, AY, AY! –oigo sus quejas a lo lejos. Niego con la cabeza y cruzo los brazos.
Me pregunto en qué pensará Eren. No quiero que vuelva a fracasar; no quiero. Mi corazón no evita latir con desespero y pedir a gritos que esta prueba llegue a su fin. Éclair es elevada del suelo; luego Annie y por último Bertolt. Veía como el comandante le ordenó a uno de sus colegas cambiarle el equipo a Eren. Debido a que anteriormente, se le halló un defecto en las maniobras que utilizó para la primera prueba. Lo instalaron y se lo acomodaron en menos de un minuto.
Todo se volvió en un silencio mortal. Todos estaban siendo testigos de como Eren estaba a punto de repetir su prueba, a sabiendas de que la primera vez fue un rotundo fracaso. El Comandante Sadies casi explotaba de la rabia aquella ocasión; nos puso a todos con la piel chinita, incluyendo a Mikasa; quien desde ese día se estuvo preocupando bastante con el avance de Eren. No se cansaba de repetírmelo a escondidas de los chicos. Siempre he sabido lo mucho que Mikasa se mortifica por él, mas nunca lo reconoce; y si se lo digo, ella lo niega. La tensión aumenta segundo tras segundo; hasta Éclair y Bertolt podían percibirlo desde sus lugares, y eso que están en su prueba al lado de Eren y Annie. Parecía que el mundo entero dudaba de Eren, pero yo tengo completamente fe en él. Yo creo en él.
Su cuerpo se eleva en el aire de poco a poco. Cruzo los dedos en búsqueda de atraer la buena suerte en lo que mis dientes superiores muerden levemente mi labio inferior.
Vamos...tú puedes Eren, vamos.
Me repetía esa frase una y mil veces; la ansiedad me consumía por completo. Creí que la historia se repetiría y Eren terminaría lastimado de nuevo; pero me equivoqué. Su grata sonrisa me incita a copiar su reacción.
–¡LO LOGRÉ! –exclama a los cuatro vientos.
Una gran ovación resonó entre todo nuestro grupo al presenciar la escena. Eren logró pasar la gran prueba. Todos aplaudían, chiflaban, gritaban su nombre y lo felicitaban.
–¡MIRA ELAINE! ¡LO LOGRÉ! –me llama con un enorme regocijo. Levanto ambos pulgares y le sonrío tal como lo haría una madre orgullosa de su hijo. Eren miraba a todos; estaba tan feliz de este gran acontecido. Podíamos comprender que para él, esto era un inmenso logro. Si la señora Carla y el señor Grisha estuvieran aquí, podrían ver lo grandioso y maravilloso que es su hijo. Deben de estar muy orgullosos de él. Siendo su único hijo varón, siempre tuvieron mucho amor para darle; tanto que hasta sobraba a montones.
–¿Estás triste? –me pregunta la peli azabache. No sé en qué momento dos diminutas lágrimas salieron de mis ojos. Al percatarme de eso, mi corazón me causa un ligero cosquilleo. La plenitud me dominó.
–No, no. –niego, secando las pequeñas gotas de mis mejillas. –Solo estoy feliz, nada más.
Y en verdad no mentía. El gozo de Eren era mío. Su tristeza era mía. Todas sus emociones las lograba sentir a través de él. Algo que nunca experimenté tan siquiera con mi otro yo: Éclair. No tiene una relación estable con Eren, pero verla a ella aplaudirle su consecución desde su sitio donde levita a causa de su equipo de maniobras, me hace sentir una profunda melancolía. Mientras más cercana me vuelvo con mis amigos, más lejos me siento de mi propia sangre.
No lo entiendo...¿Por qué en vez de estar feliz como todos, de la nada siento esta huella tan profunda en mi corazón?
Basta Elaine, no permitas que eso te destruya.
Dejo a un lado las malas emociones y me enfoco en el ahora. Los cuatro chicos son bajados del aire y les quitan el equipo a cada uno de ellos. Sus cálidos brazos alrededor de mi cuerpo era lo que más necesitaba. Quería correr hacia él, lanzarme y abrazarlo primero, pero él me ganó. El abrazo era tan fuerte y tan confortable que podía sentir mis pies elevándose un poco del arenoso campo gracias a nuestra diferencia de estatura. Mi rostro se ocultaba en el hueco de su hombro derecho; estoy tan orgullosa de él.
–Gracias Elaine... –su susurro me produce un fino cosquilleo en mi cuello.
–Yo te dije que lo lograrías. –musito, pasando los dedos por su lacio cabello marrón.
–¡Buen trabajo cadetes! –el Comandante Sadies felicita a todo el grupo. –¡Todos pasaron la prueba con perfección! –los aplausos y los gritos de gozo repercuten en nuestros tímpanos. Ambos seguíamos abrazados, completamente ignorando el mundo a nuestro alrededor.
–Ahora que ya lograron cumplir el reto, vamos todos al bosque y aprovechen todo el espacio posible. ¡A volar! –exclama Lizy. La bulla se hace mayor. El hecho de que vamos a probar nuestros equipos en un sitio bastante amplio nos emociona demasiado. Eren se suelta levemente del abrazo y me toma de la mano con firmeza.
–Vamos. –me dice, y de nuevo se convierte en mi guía.
.oOo.
–¡WUUUHUU!
El viento sopla por mi cara y mi cabello baila con él. Desaté mi coleta, amarrando el listón y poniendo el elástico usado previamente en mi muñeca derecha. Mi cuerpo se dejaba llevar; por primera vez, mi miedo a las alturas se desvanece. Una vez que comienzas, nunca paras.
Krista volaba, Mikasa volaba, Armin volaba; Connie, Sasha, Ymir, Annie, Marco y todos lo hacían.
–¡Vamos Elaine! –Eren me grita desde mi lado derecho. –¡Todos vamos a jugar a las carreritas!
–¡El perdedor hará el baile del pollo delante de todo el grupo! –Connie nos avisa desde lo lejos.
–¡No! ¡No quiero perder! –la rubia de corta estatura corre arriba de una rama antes de lanzarse de nuevo al vacío y usar las herramientas para que las estacas se entierren entre los troncos.
–¡No si les ganamos primero mi querida Krista! –Ymir la alienta a seguir adelante.
El gas proveniente de mi equipo de maniobras me impulsar a bailar en el aire. Salto, giro, corro y surco. Ahora sé lo que aprecian las mariposas cuando revolotean con sus hermosas y ligeras alas. Mi mente se imagina que soy una hermosa mariposa azul flotando arriba de los muros para viajar a destinos lejanos. No podía parar de reír; el cielo estaba tan cerca de mí que hasta ya parecía que estaba cerca de tocar las nubes. Tengo consciencia de que este aún es el inicio de nuestro camino. Sin embargo, esto es una magnífica ganancia para cada uno de nosotros.
Me detengo por un momento encima de un grueso tronco solo para apreciar la colorida vista frente a mis ojos. El cielo se tornaba cada vez más amarillento por el atardecer, aunque ciertos tonos rosados se manifiestan y crean toda una escenografía perfecta. Raras veces disfruto este tipo de vistas; de niña no solía mirarlas a menudo por estar encerrada en casa. Por detalles como ese, es que doy infinitas gracias por estar viva. Distingo sus verdes azulados a mi derecha, los azabaches de Mikasa a su derecha y los celestes de Armin al final.
–¿Pueden creerlo?... –mis ojos no se despegan del paisaje. –¿Que todas las lágrimas y el dolor del pasado nos traerían hasta aquí? –les pregunto. No me responden nada aún. –Solo miren a su alrededor... –los cuatro divisamos cada pequeño detalle de la zona en la que estamos. –Todos ríen, regocijan; festejan. Es como si fuera un sueño. Un sueño extraordinario donde no quiero despertar. Después de todo...no hay nada que me hace más feliz que estar aquí con ustedes. –mis ojos transmiten un brillo. No aquél cuando mi poder se activa, sino un esplendor a causa del sol. Los tres me atisban pasmados por la gran sonrisa que tengo ilustrada en mi rostro, aún así se infectan de mi júbilo.
–Sé que todavía tenemos un largo trayecto por delante. –Eren toma la palabra. –Sea lo que sea, estamos juntos en esto, ¿Recuerdan?
–Obvio menso. –Armin abraza a Mikasa por la espalda, haciendo que nos abracemos entre los cuatro. –Casi terminas hecho puré, pero no estuviste tan mal.
–Ya, no empieces. –bufa el peli marrón.
–Día o noche... –la voz de Mikasa recita. –Felicidad o tristeza... –capto que lo que se trata.
–Lluvia o sol, peleas o diversión. –sigo con la oración, regalándole una sonrisa.
–Amigos por siempre, volando sin límites. –el perfil de Armin se enfoca al atardecer.
–Luchemos sin parar... –Eren cambia la mirada hacia el mismo punto.
–Juntos hasta el final. –todos concluimos aquel juramento que originamos el día en que las bestias nos arrebataron hasta el último trozo de júbilo de nuestro hogar; de Shiganshina. No garantizo que será pronto, pero sé que algún día este ciclo sin fin terminará. Más allá de esas murallas, existe un mundo y una cantidad de amenazas que desconocemos; me aterra. La esperanza de encontrar la libertad yace en mí, en todos. Armin, Mikasa, Eren...regresaremos a casa, cueste lo que cueste.
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