𝐝𝐨𝐜𝐞


~Lo que se aprende a través de la convivencia~

.oOo.

Elaine Einar

Son extrañas las ocasiones cuando tenemos las tardes libres, mas sí comunes. Las misiones y expediciones del Cuerpo de Exploración varían dependiendo del mes, la cantidad de soldados y las circunstancias que se presentan; y hoy llegó el día. Cuando se menciona la palabra "Viernes", uno se hace la idea que se trata de un día para descansar y de relajación pura después de una larga mañana de trabajo o de escuela. La mayoría de los niños y jóvenes aprovechan ese día para convivir con las amistades y pasar un buen rato; tal y como solíamos hacerlo mis amigos y yo técnicamente casi todos los días. Los viernes solían llevarse a cabo las tardes de cocina. Entre los cuatro creábamos nuestras propias recetas con ayuda del abuelo de Armin, quien nos supervisaba a todo momento y vigilaba que no causáramos un desastre. Aunque claro, el siempre se incluía a él mismo en nuestras guerras de harina. Su cara de gozo lo hacía sentirse de nuevo como un niño. El haber formado parte de nuestras aventuras lo hicieron sentirse más vivo. Ahora, debe de estar feliz brincando en el más allá junto con su difunta esposa y los padres de Armin; quienes fallecieron cuando este era bien pequeño para recordarlos.

Este viernes es uno distinto a los demás. No solamente porque tenemos toda la tarde libre, sino porque hoy nos toca llevar a cabo una de las labores más productivas que tenemos los cadetes; que es ayudar a preparar todos los víveres y recursos necesarios para los soldados del Cuerpo de Exploración. Ya que hoy en la noche partirán a su próxima aventura afuera de las murallas. Qué divertido. Cada grupo se les asignó ciertas labores para dividirnos entre toda la generación el trabajo. En nuestro caso, nos tocó la parte más divertida y deliciosa de todas: Alistar los alimentos y las bebidas para los valientes guerreros. Aunque...digamos que eso definitivamente equivale a peligro masivo, si hablamos de la ruidosa y estruendosa Clase A.

–¡OIGAN! ¡NO LANCEN ESAS COSAS AQUÍ! –distingo la voz de Eren en tono de regaño. No puedo evitar más que reír para mí misma.

–¡Es que queremos ver si de verdad vuelan! –Connie y Thomas vuelven a lanzar ciertas figuritas de papel para ver cuál de los dos planea más lejos. El de Connie se desvía cayendo en picada y el de Thomas remonta en dirección horizontal.

–¡Sí! ¡Gané! –el peli dorado festeja.

–¡Aaagh! ¡No es justo! –Connie exclama en derrota. –¡Yo pensé que lo había doblado bien!

–¿Se puede saber qué están haciendo? –Armin les pregunta extrañado mientras sacude el polvo de una de las muchas cajas de madera postradas en el suelo.

–¿Ves estas hermosuras amigo? –Thomas se hinca a su altura, mostrándole las dichas manualidades. –Son nuestra nueva creación. Estamos probándolos para ver qué tan lejos pueden volar. –Armin coge el pedazo de papel doblado perteneciente a su amigo y le echa un ojo.

–Ese tipo de arte se llama "Origami".

–¿Origami? –Connie repite el nombre, examinando su manualidad para analizarla de cerca. –¿Eso es...?

–¿El arte que consiste en el plegado de papel sin la utilización de tijeras o pegamento para crear figuras de manera variada y que son consideradas como esculturas de papel? Sí. Eso es. –Armin le responde con el asentir de su cabeza.

–¡Caramba! –exclama la voz de Sasha. –¿Y cómo sabes eso? –interroga, pelando las papas a su alcance y al mismo tiempo evitando comérselas. –Jamás he oído sobre esas cosas.

–Mi abuelo solía tener un libro de manualidades en su librero cuando era más pequeño. –comienza a explicarles. –En una de las secciones estaba repleto de instrucciones para hacer miles y miles de figuras de origami. Me tomó aproximadamente dos semanas para memorizarme al derecho y al revés todas las figuras que habían en él.

–¡¿Dos semanas?! –Thomas, Sasha y Connie exclaman al unísono.

–Si no pregúntenle a Elaine, ¿Verdad que sí? –alza la voz hacia mi dirección, donde me encuentro lavando los trastes de plástico que los soldados utilizarán para sus alimentos. Los tres me voltean a ver.

–Mhm. –asiento de acuerdo sin despegar el ojo de mi labor. –Como Éclair nunca me quiso enseñar, Armin lo hizo en su lugar. –cojo una pequeña toalla roja para secar los trastes escurriéndose antes de poner otros a secar.

–¿Por qué no hubiera querido hacerlo? –Krista se une a la plática mientras me ayuda a guardar los que ya están secos en las cajas de madera.

–Pues... –medito. –Digamos que ella y yo tenemos una relación un tanto compleja desde que tengo uso de razón.

–¡¿Qué?! ¿Por qué? –la rubia interroga con preocupación.

–Quién sabe. –respondo en corto.

–¡EY! ¡No comas eso Connie! ¡Nos van a regañar! –la misma chica de ojos azulados regaña a Connie cuando ve que este está comiéndose una de las papas. Cosa que me sorprende porque usualmente es Sasha la que siempre tiene sus antojos veinticuatro siete.

Y así pasamos por el resto de a tarde. Lavando, secando, sacudiendo, barriendo, empacando, platicando y todo lo mismo una y otra vez.

❀⊱┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄⊰❀

[Cuatro horas después]

Todo mi cuello y la espalda me sudan como en feria. Ya hasta tuve que quitarme la chaqueta, recoger mi larga cabellera dorada en una trenza y amarrarla con el mismo elástico y listón del calor que tengo ahora mismo. Los pies me duelen tanto de estar varias horas parada; pero al mismo tiempo no me gusta dejar la chamba a medias. Por eso siempre me dedico a concluir lo que comienzo. Qué raro. Ni en mis días en Shiganshina recuerdo estar tan exhausta realizando labores del hogar. Irónico y ridículo que una niña de doce años se sienta como una anciana; no comprendo ni tengo idea de qué me tengo que quejar.

Si me pongo a pensar, mamá me diría a mí y a Éclair que no aflojemos; que sigamos con lo que estemos haciendo hasta que hayamos terminado bien. Vaya qué risa me daba la manera en que nos llamaba la atención. Por más que tratara de verse intimidante, no lo conseguía. Al contrario. Las mejillas se les inflaban cada vez que se enojaba. Siempre me hacía reír con sus facciones. Sus besos. Sus caricias. Su melodiosa voz. Su protección. Su amor. Todo de ella lo extraño. La echo de menos. Todas las noches la añoro, le lloro y le hablo. Nunca se me olvida hablarle acerca de mis días. Cada detalle se lo platico. Viva o muerta, ¿A quién le incumbe? Yo sé que ella me escucha donde quiera que esté...incluso si su traición de hace dos años todavía me duele como el infierno.

Mamá...¿Por qué nunca apareciste aquel día?

–¡TIERRA LLAMANDO A ELAINE!

–¡AHH! –pego un fuerte y agudo grito al oír una estruendosa voz pegada a mi oído derecho. –¡Jean! ¡No hagas eso!

–Te estuvieron llamando como más de diez veces y no contestabas. Creímos que te habías quedado dormida de pie.

–No me digas... –musito casi poniendo los ojos en blanco.

–Tómate un descanso. –me invita el chico de cabello avellana. –Si quieres yo me ocupo del resto. No querrás lastimar esos pies. –dice quitándome con delicadeza la esponja de mis manos. Por primera vez actúa amable conmigo...¿A qué se debe?

–¡Sí, vente! –Krista me jala del brazo. –Justo estamos peinando a algunas de las chicas. Contemplo como están las niñas sentadas en el suelo. Unas peinaban a otras en lo que mantenían una charla grupal. Agacho mi cuerpo y me siento justo al lado de Sasha quien está siendo peinada por Mikasa; quien su cabello lo tiene peinado a medias.

–No te acostumbres. –me dice otra de las chicas. Por primera vez sus ojos azules y mis dos zafiros generan un contacto que me electrocuta los sentidos. –No siempre me verás más femenina de lo que soy.

¡¿Annie?!

–Ay no digas tonterías si te ves bien linda. –Lilia la admira mientras recorre el cepillo por su cabellera; me sorprende. Ahora que lo tiene suelto, se le ve más largo de lo que parece. Y vaya que se ve distinta.

–Ugh, esto es absurdo. –Ymir suelta un quejido en lo que Mina experimenta con su melena castaña. –No entiendo por qué estamos haciendo esto.

–¡Pues para convivir tonta! –ahora la que habla es otra niña con la que raras veces he conversado: Chloe Campbell. –Además me servirá de práctica cuando quiera peinar a alguien. –la peli dorada de ojos color verde claro termina de trenzar una especie de diadema en la melena avellana de Hitch para posteriormente finalizarla amarrando un pequeño elástico en el peinado.

–¡Quedó fabuloso! –Hitch se admira a sí misma sujetando un espejo que al parecer, Chloe se trajo momentos atrás.

–Gracias, todo se lo debo a mi mamá. –la chica se levanta y camina hacia mi lugar. –En donde vivo, ella es dueña del salón de belleza más reconocido de Mitras.

–¿Mitras? –cuestiona Hana. –¿Te refieres a la mera capital?

–Sí, ahí es donde vive mi familia. –Chloe empieza a deshacer mi floja trenza. –Tengo muchos hermanitos en casa. Cuando me vine aquí, mamá recién tenía como dos semanas de embarazo.

–¿Cuántos hermanos tienes? –le interroga Sasha.

–Conmigo somos siete hermanos, y con el bebé en camino ya seremos ocho.

–Ohhhh. –exclaman Sasha, Hanna y Hitch abriendo más los ojos.

–Vaya que tus papás si aprovechan bien el tiempo.

–¡Cállate Sam! –la oji esmeralda lo reprende con molestia. La mayoría de nosotras se ríe al igual que Reiner, Bertolt, Armin, Thomas y Marco quienes estuvieron escuchando todo.

–Luego dicen que los flojos somos nosotros. –refunfuña Jean y cruza los brazos. –Miren nada más como ustedes están flojeando ahí.

–Quédate cuatro horas seguidas lavando platos, cubiertos y vasos sin sentarte y luego me cuentas cómo te fue. –escupo con los ojos cerrados para controlar mi paz interior, a la vez que mi cabellera está siendo peinada por Chloe.

–Me sorprende que aún teniendo el cabello corto se puede peinar. –Mikasa ignora la pequeña disputa divisando con impresión, pero a la vez neutra, su reflejo en el mismo espejo que tenía agarrado Hitch para observar el resultado final. Aprovechando que concluyó con la cabellera castaña rojiza de Sasha. –Estaba acostumbrada a tenerlo largo y suelto. –le pasa el espejo a Sasha.

–La belleza siempre calla bocas. –la sonriente niña rubia pone las manos en sus hombros. –Pero tú ni te preocupes. Suelto o no suelto, te sigues viendo divina. –le regala un pequeño beso amistoso en la mejilla derecha. Krista siempre es así de cariñosa con sus amigas. Es algo que la distingue de todas las demás. Cuando quiere a una amiga, lo demuestra por el resto de la eternidad.

–¡Ay! –Mina se asusta al ver que un papel doblado vuela delante de ella. –¡Oigan cuidado!

–No seas aguafiestas. –Thomas recoge su pequeña manualidad. –¿No quieres hacer uno de estos?

–¿Qué son esas cosas? –la peli azabache de las dos coletas cuestiona agarrando el papel doblado.

–Armin nos dijo que el arte se llama "Origami". Estas preciosuras los llamamos: Palomas de papel. –cotiza.

–¿Palomas?

–¡Sí! –exclama Thomas. –Connie halló más papel en el salón y también pensábamos en decorarlos para que se vean mejores.

–¡Ándenle chicas! –Connie se pone en medio mío y Mikasa. –¿No quieren ahorita ir afuera y probarlos? Sirve si apostamos a ver cuál paloma es la mejor y la más veloz.

–Pero tenemos que acabar en arreglar todo esto. –Eren llega para poner otra de las pesadas cajas en el pasillo. –El Cuerpo de Exploración se va en menos de una hora.

–Yo le entro.

–Mikasa no vas a comenzar con tus apuestas del demonio otra vez. –Eren le reclama.

–Si hay apuestas, yo las quiero hacer. Además, llevamos siglos sin pintar nada lindo. ¿Verdad Elaine? –me pasa el espejo.

–Eso sí. –contemplo mi reflejo. Las trenzas que me está haciendo Chloe desde la coronilla de mi cabeza están quedando fenomenales. –Vamos Eren, será divertido. –intento de convencerlo. –Enviaremos todas las cosas a las carretas y ya tendremos el resto de la tarde libre. –Eren no tarda en suspirar con pesadez.

–Bien, pero terminen de hacer sus niñerías. Ya estuvo bueno con que estén ahí aplastadotas.

–"Yi istibi biini cin qui istín ihí iplistiditis." –Mikasa lo arremeda.

–"Si hii ipiistis yi lis quiiri hicir." –Eren le sigue.

–Ay no... –Armin se pega la mano fuertemente al rostro. –Ya empezaron. –río por su reacción. Es divertido como a pesar de ser unos preadolescentes de doce años, Eren y Mikasa aún actúan como los mismos niños que conocí tres años atrás.

❀⊱┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄⊰❀

[Media hora después]

Nunca habíamos visto el cuartel general tan de cerca; es enormemente grande. Los gritos de los comandantes se oían de un lado a otro; habían soldados en todas partes. Empacar las provisiones para el Cuerpo de Exploración no es nada fácil; y más cuando van muchos. Mientras más nos acercamos al final de la labor, más cerca estaríamos de despedirnos de nuestra titular por unos días. Los días no son lo mismo sin Lizy; los entrenamientos son más pesados con su ausencia. Cada vez que se va no solamente la extrañamos mucho, sino que también tememos por su vida.

Ser parte del Cuerpo de Exploración no es ningún juego. Cada uno de los soldados está completamente consciente de que formar parte del grupo más fuerte del Regimiento de Exploradores, equivale a arriesgar sus propias vidas por la de los que no tienen la fuerza para defenderse. Aún así, les reconozco mucho su valor. No cualquiera tiene el coraje y la voluntad de salir de los muros con tal de aniquilar a esas horribles bestias. Ellos me inspiran. Me dan motivos para no rendirme y a dar lo mejor de mí en los entrenamientos y en las clases. Claro que me preocupo de que ellos lleguen a salvo. Cada vez que Lizy regresa a nosotros, es un milagro. Mismo que nos demuestra que ella es una de las mejores aunque nunca la hemos visto en acción; pero yo sé que ese día llegará.

–La vamos a extrañar mucho... –la cabizbaja Krista dice de una forma entristecida. Contemplamos como aquellas carretas y los caballos transportando a los soldados comienzan a alejarse del cuartel general.

–Ya hasta parece que quieres más a Lizy que a mí. –Ymir le reclama de modo sarcástico con las manos en la cintura. Pero bien que está celosa; a mí no me engaña.

–No seas tonta Ymir. –niega la chica rubia. –Tú también eres especial para mí. –la abraza de perfil.

–¿Creen que Lizy estará bien? –Sasha nos pregunta a todos, atisbando como ella y sus camaradas se dirigen hacia la salida del muro. Donde una nueva y peligrosa aventura los avecina.

–Con esa personalidad tan suave que tiene no me creo que ella es del Cuerpo de Exploración. –Mikasa cruza los brazos.

–Jamás subestimes la capacidad de un soldado, Mikasa. –Reiner camina a su costado izquierdo. –No hay que juzgar el libro por su portada. –expresa. –Nunca la he visto en medio de una disputa de vida o muerte; pero por algo es nuestra representante. Además. –agrega. –El hecho de que siempre llega ilesa nos da razón para seguir su ejemplo y llegar a ser los mejores a nuestro propio modo. ¿No lo creen chavos? –Reiner rodea mis hombros en lo que todos afirmamos de acuerdo.

–¿Alguien sabe dónde están Connie y Thomas? Armin tampoco está. –pregunta Bertolt. Echamos un vistazo a nuestro alrededor y no hay señal de ellos. Lo cual nos sacó de onda porque hace unos momentos estaban aquí. Aunque ya me estoy suponiendo a dónde se habrán ido.

.oOo.

No quise decirles la verdad acerca del sitio donde mis compañeros estaban. No lo sé. Es divertido hacerles estos tipos de jugadas con tal de obtener un poquito de satisfacción propia. Da igual si se enojan; con que me ría, será suficiente. Los pasillos a esta hora se me hacen bastante silenciosos y algo tétricos; quizás es por la ausencia de luz en el área. Aunque puedo encender una vela y prender una de esas; pero no tengo cerillos, así que no tengo de otra más que aguantarme y seguirle. La puerta de nuestro salón está entreabierta. Unas cuantas risas se logran escuchar desde donde estoy y puedo notar la luz proveniente del interior. Camino hacia el sitio con curiosidad de saber de lo que hacen, y al abrir la puerta adivino mis sospechas.

Están haciendo lo que nos habían propuesto momentos atrás una vez que concluyéramos con nuestra labor. Eran tres chicos: Thomas, Connie y Armin. Los tres tendidos en el suelo, apoyando los codos como soporte mientras realizan figuras de origami. Verlos a ellos me lleva hacia el pasado. A aquellos días cuando mis mejores amigos y yo nos pasábamos horas y horas pintando al aire libre. El abuelo de Armin y Hannes solían acompañarnos de vez en cuando porque se les hacía divertido. Mikasa y yo siempre soñábamos en hacer un gran álbum lleno de dibujos nuestros. Queríamos también crear nuestras propias historias y contárselas a todos los niños del distrito cuando creciéramos. Antes me daba miedo el pensamiento, por lo mismo de que no era bien aceptada en Shiganshina. Pero de no haber sido por ella, Eren y Armin, nunca me hubiera atrevido a salir del nido. Sonrío por el tierno recuerdo. Recargo mi cuerpo en el marco de la puerta; oyendo como mi mejor amigo inteligente les dicta las instrucciones a Connie y a Thomas para crear la paloma de papel perfecta. Ver a Armin compartir sus conocimientos con otros me hace tan feliz. Ser su amiga me hace tan feliz. Mi vida sin Armin no tendría sentido alguno. Tenerlo junto a mí es una de las mayores bendiciones del mundo.

–Parece que andan bien entretenidos. –finalmente me decido hablar. Los tres chicos giran sus cabezas y me descubren en la entrada.

–Elaine, mira lo que te hice. –Armin me enseña cuatro de sus pequeñas obras hechas de papel. –Son las que tanto te gustan. –suelto un jadeo y mi sonrisa incrementa. Me hinco a su lado y dejo que sus manos pongan en mis palmas aquellas hermosas creaciones.

–¡Son mariposas! –río tal como una niña pequeña al recibir un dulce. –¡Me encantan!

–Sé que son tus favoritas. –me sonríe de lado. –Aproveché para hacer unas cuantas en lo que Connie y Thomas terminan de pintar sus palomas voladoras.

–Están preciosas Armin...gracias. –mi sonrisa contagia la suya.

–La mía ya hasta tiene nombre. –Connie me enseña su pequeña paloma recién coloreada. –Se llamará "Rayo Rebelde" porque será más rápido que cualquier pájaro.

–Vaya, qué creatividad. –lo felicito.

–Anda Elaine haz la tuya. –Thomas me pasa unas cuantas hojas en blanco. –Ahorita las vamos a probar afuera.

–¿Tú también harás una? –volteó a ver a Armin. Este, me señala a un punto donde seis palomas bien pintadas y decoradas están esperando para ser probadas. –Oh, ya veo.

–Así que te gustan las mariposas. –Connie aprovecha para agarrar otro papel y dedicarse a crear otra figura de origami.

–De todos los animales que conozco, las mariposas son mis favoritas. –le contesto con mucho gusto, sabiendo lo mucho que amo el hermoso insecto. Empiezo por doblar el papel a la mitad. –Siempre habían varias de ellas en el balcón de mi habitación. Ir a saludarlas en las mañanas era mi gran tradición cuando era pequeña. Eran de las pocas amiguitas que tenía en aquel ayer.

–¿Cómo? ¿No tenías amigos de chiquita? –me pregunta Thomas. Le niego. –¿Pero por qué? Si eres una niña súper buena onda.

–Mis padres siempre se la pasaban trabajando. Si no era en el cuartel general, eran prácticas. Y si no lo eran, eran expediciones. Y si tampoco eran expediciones, eran misiones lejos de los muros. Por ende, casi nunca los podía ver. –les explico, aún doblando de distintos modos mi paloma de papel. –No le agradaba a los otros niños porque les parecía muy extraña, así que la mayoría del tiempo me la pasé encerrada en casa.

–Qué aburrido. –dice Connie. –¿No te aborrecía estar ahí sin hacer nada?

–Un muy amigo nuestro solía llevarme a la librería todos los días. Cuando Éclair iba a la escuela y mis padres se iban al cuartel, aprovechábamos para ir ahí. Ese fue el lugar donde mi pasión por la lectura nació. A los cuatro años ya leía toda clase de libros.

–¡¿Cuatro?! –exclaman mis dos compañeros.

–Nunca me mandaron a la escuela como a mi hermana. Al parecer porque decían que nací siendo una niña prodigio. –les manifiesto, sin expresarles también el otro motivo por el cual no me dejaron estudiar. Aunque Armin ya lo sabe bien. –Pero no me importaba. –admito. –Los libros me hacen muy feliz desde que tengo uso de razón. La librería fue justo el lugar en que conocí a Eren.

–¿A Eren? –Thomas me pasa unos crayones para empezar a colorear mi manualidad. –¿A él le gusta leer?

–Fue ahí porque yo se lo pedí. –Armin pone los ojos en blanco. –Le insistí que leyera "Dos Zafiros". Pero por coincidencia Elaine estaba ahí, según lo que Eren me contó.

–¿"Dos Zafiros"? –interroga Connie. –¿Que no es el libro que siempre te vemos leer en las noches? –asiento como respuesta. –¿De qué se trata? –me pregunta, viendo como estoy pintando.

–Narra la historia de una princesa llamada Gemma; que nace con un don regalado por el dios Saturno que tiene el gran poder de aniquilar criaturas monstruosas. Un día su país es invadido por unas gigantes bestias y decide unirse con su mejor amigo Garo al escuadrón de soldados para ir a vencerlos. Pero en el inter, pasan muchas cosas que complican su misión. Pero no se preocupen, el final es feliz. –relleno un espacio blanco con el crayón morado.

–Vaya... –vocifera Thomas. –¿No te cansas de leer una y otra vez el mismo libro?

–Justo eso le iba a preguntar. –añade Connie.

–Es muy especial para mí. –reconozco. –Además, no sé porqué el libro siempre me atrapa como si fuera la primera vez. Es como si de algún modo la novela fue hecha para mí.

–Quisiera ser como tú que no se aburre jamás con las lecturas que nos ponen en las clases o en las tareas. –Connie pone una expresión graciosa de angustia.

–Pues la lectura siempre fue un consuelo para mí durante mi infancia. –dibujo unas cuantas flores en las alas de la paloma. –Mi familia es de las más dotadas y privilegiadas de mi distrito, no les voy a mentir. Mis padres al ser de los mejores de su generación, el gobierno les pagaba una gran cantidad de dinero por sus grandes logros. –les cuento. –Nuestra casa era la mejor, vivíamos en lujos; nunca nos faltaba nada. Pero...todo eso me hacía sentir tan sola. –los tres chicos me miran con impresión. –¿De qué me servía tener a mis padres lejos, vestir las mejores prendas y estar rodeada de los mejores juguetes si no tenía a nadie con quien jugar y compartir mis cosas? ¿Me explico? –ellos asienten. –Yo siempre leía libros, pintaba; cocinaba. Era una niña común y corriente. Pero la gente solo me juzgaba y me criticaba sin siquiera conocerme. Era un fenómeno para mi pueblo...nadie me quería. –me tomó el tiempo de observar mi manualidad; recordando todos esos grotescos momentos. –Pero...Eren, Mikasa y Armin me dieron algo que nunca nadie supo darme; me dieron todo lo que yo siempre soñé. Y el hecho de estar los cuatro juntos aquí después de la caída del Muro María...no me siento tan sola a pesar de que mis padres desaparecieron para nunca aparecer.

–Esos imbéciles no tuvieron idea de con quién se estaban metiendo. –Connie avienta un trozo de papel a la basura y logra atinarle. –Si tus papás nunca estuvieron cuando más los necesitabas, ¿Qué importa? –exclama. –Nos tienes a nosotros.

–Todos hemos pasado por mucho; cada uno vive y sufre a su manera. Pero eso no quiere decir que seamos malas personas. –Armin pasa su brazo alrededor de mis hombros. Mis zafiros y sus ojos azul cielo hacen contacto. –Lo que siempre importa es lo que la gente que nos quiere piense de nosotros. Esas opiniones valen más que cualquier crítica u ofensa que una persona ignorante te pueda decir. –su dedo índice toca mi nariz. –Y eso, lo sabes muy bien.

–Son lo máximo chicos. –les agradezco entre risas.

–Dahh, ¿Sin nosotros cuál es el chiste? –el comentario de Connie nos hace reír a los tres, incluyéndolo a él.

–Con que aquí estaban sinvergüenzas. –los cuatro volteamos a ver hacia la entrada del salón. Donde una furiosa y seria Mikasa se presentaba parada y de brazos cruzados.

–Miren nada más. Ustedes adelantándose y nosotros perdiéndonos de la diversión. Muy mal hecho chicos. –Reiner niega. Pero yo sé que solo bromea.

–¡Elaaaine, ya te estaba extrañando! –Sasha corre a mi lado y me abraza como una niña lo haría con su osito de peluche. Eren, Mina, Annie, Bertolt, Ymir, Krista, Jean y Marco se van adentrando al lugar notando el desorden en el suelo.

–¿Alguien me puede decir quién de ustedes cuatro es el hombre?

–¡OYE! –Armin, Connie Y Thomas exclaman por el comentario de Ymir, pero no evito reírme.

–Traidora, no me esperaste. Ni siquiera me dijiste que te acompañara. –Mikasa infla los cachetes por el enojo. –De castigo tendrás que masajearme los pies por tres días seguidos.

–¡Nooo! ¡Los pies nooo! –exclamo. –¡¿Qué no puede mejor hacerlo Jean?!

–La última vez terminé vomitando en la camisa de Bertolt. Además yo ya cumplí con mi castigo de la otra vez. –se defiende, tratando de imitar una de las figuras de origami de Armin una vez que se sienta al costado de Connie.

–Que por cierto, me debes otra camisa y una buena lavada a la que le vomitaste. Todavía no supero el olor. –cambia su expresión a una traumática.

–Se lo merecían. Son tan idiotas. –Annie pone los ojos en blanco. –Pero verlos sufrir un poco me hace sentir un poquito mejor. Ey Armin, ¿Cómo haces unas de esas? –señala a una de las figuras de origami.

–¿Huh? –Armin nota cuál figura le señala. –¿Te refieres a este corazón? –se lo muestra. Annie camina hacia nosotros dos y se sienta a mi lado izquierdo. –Claro, dejen se los muestro a las dos, es muy fácil.

–¡NO, EREN! ¡NO LANCES A "RAYO REBELDE"! ¡TODAVÍA NO LA QUIERO ESTRENAR! –Connie empieza a corretear a Eren en medio de los asientos del salón mientras que mi mejor amigo ríe.

–¡YA SASHA! ¡NO TE COMAS ESO! –volteo a ver a Marco quien le trata de arrebatar un pedazo de papel de la boca, mientras que ella gruñe como un perro salvaje. Cambio la vista hacia Mina, Ymir y Krista quienes están sentadas encima de la mesa de profesores.

–Para la carrera de palomas de papel yo quiero ser la que mida la distancia. –propone la peli azabache.

–Ay, tú ni sabes diferenciar los metros de las pulgadas. –Ymir se burla. –Mejor déjaselo a alguien como yo. Al fin y al cabo podré castigar al que haga trampa.

–¡Ay no, mejor lo hago yo! –se opone la rubia de ojos azules. –Sirve si aprovecho para pararme encima de esa roca grande y ver si puedo atrapar a un avión de papel.

–¿Queee? ¿Con esas piernitas que tienes podrás llegar a la cima de la roca?

–¡Ymir! –Krista bufa, pero Ymir se ríe.

–Es broma, es broma. ¿Qué tal si tú y yo somos las árbitros? –Ymir palmea su espalda.

–¡OIGAN NO SE OLVIDEN DE MI EXISTENCIA! –Mina se interpone en medio de ambas.

Todo este ambiente tan divertido me hace sentir una paz que no se puede describir con palabras. Hace unas semanas éramos unos completos extraños; hoy nos estamos convirtiendo poco a poco en la familia que Hannes nos dijo que seríamos cuando nos vino a dejar por primera vez en las instalaciones del cuartel general. En cualquier momento saldremos a iniciar la carrera de palomas de papel; pero sé que tendremos un buen rato. Intento seguir paso a paso el orden en el que Armin nos va indicando a mí y a Annie para hacer el corazón de papel. Annie no es comunicativa, pero ama hacer manualidades; también le gusta tejer. Y lo sé porque una vez Reiner me lo comentó. Me sorprendió mucho porque a pesar de ser tan callada y tan seria, a final de cuentas es una niña como nosotras. Una niña que a pesar de todos, quiere demostrar sus habilidades como soldado y proteger a los necesitados. No es muy buena con las manualidades como Armin, pero como quiera se entretiene con tan solo intentarlo.

El hecho de que algún día este grupo se disolverá cuando nos graduemos me pone triste. No quisiera separarme de ellos. Ahora más que nunca sé que tengo que aprovechar al máximo cada segundo de mi estadía en los Cadetes. Ojalá todos llegáramos a formar parte del Cuerpo de Exploración, porque sí me imagino a todos cabalgando, portando el famoso uniforme, venciendo a las bestias con esas espadas enormes, volando a todos lados con el equipo de maniobras tridimensionales y siendo reconocidos por todos los distritos como grandes héroes. Todo sería más sencillo y divertido si nos mantuviéramos unidos; tengo que hacer que se cumpla. Pero por ahora, no me queda de otra más que vivir el presente con todos mis amigos. Mi nueva familia.

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