𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬


~Por siempre cadetes. Por siempre la Clase A~

.oOo.

Elaine Einar

[Un año y medio después]

|𝟏𝟎 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐲𝐨, 𝐗𝟖𝟓𝟎|

–¡Venga! ¡¿Es todo lo que tienes?! ¡Atrévete a vencerme si puedes Einar!

La voz desafiante del alto oji oscuro me provoca y acelera mi adrenalina. Me doy el tiempo de escupir una bocanada de saliva mezclada con aquel liquido rojizo salado de mi boca a causa de un golpe recién recibido en la mejilla izquierda. Aprieto los puños y me pongo en posición; analizando la situación y buscando un modo de lograr salir victoriosa del combate.

Es una tarde soleada, algo calurosa y ventosa para ser un día en plena primavera. Desde hace cuatro días en que hemos estado presentando las ultimas pruebas. Aquellas que definirán nuestro final; si seremos candidatos a graduarnos o no. Yo en lo personal, no quisiera estancarme y fracasar; aunque estar entre los diez mejores alumnos de la generación no sería una mala idea. Verme recibir los reconocimientos de honor en mi imaginación me hace sonreír como una idiota. ¿A quién no le gustaría ser reconocido como un cadete de elite en la noche de la graduación? Estoy completamente segura de que Mikasa, Annie y Reiner estarán entre los más altos; no es nada difícil de confirmar. Todo el mundo saben los asombrosos que son.

–¡¿Qué esperas carajo?! ¡Vénceme si te atreves princesa!

La ansiedad se apodera de mi cuerpo. Me urge finalizar por una maldita vez esta evaluación. Todos en la clase eran testigos del espectáculo; incluyendo nuestra titular y el Instructor Sadies. Cada uno de los espectadores analizan y registran en sus cabezas cada mínimo movimiento que hacemos para tomarlos en cuenta y saber qué es lo que tiene que realizar o evadir a la hora de que sean sus turnos y tengan que enfrentarse a sus propios oponentes. Era la primera vez que me ponían como oponente, a un individuo con una diferencia de altura bastante notoria y extravagante. Nunca se me hubiera ocurrido que Bertolt Hoover, el chico más alto de toda la Clase A, se convertiría en mi oponente final. Y no solo eso; con uno de mejores y más hábiles alumnos de todo el grupo.

El oji oscuro corre en mi dirección con toda la intención de volver a atacarme otros de sus famosos golpes. Claro que no iba a permitir que semejante lagartón se saliera con la suya y me terminara tragando otro de los miles de cumplidos que los chicos me hacen respecto a mis supuestas apariencias. "Princesa", "preciosa", "guapura" y "lindura" son solo algunos.

Cada golpe y cada patada que le he dado a cada uno de mis contrincantes masculinos, eran mi modos de decirles que se callaran la boca. Que no me subestimaran ni se burlaran solo por el simple hecho de que una mujer "hermosa", no puede ser digna de convertirse en una honorable soldado. Entiendo, podrán verme linda y mi supuesta belleza podrá ser irreal para todo aquel quien me mira. ¿Pero que no los encantos van más allá del físico? ¿Acaso mis intenciones, mi personalidad, mis sueños y mis propósitos no importan en este oficio?

Cierro los ojos, tomo un profundo bocado de aire y abro suavemente los labios para soltar un suspiro. Todo es silencio para mis oídos; ignoro las porras y los gritos de mis colegas. El tiempo se detiene por completo. Solo bastó la activación de mis zafiros y abrirlos. Dolió. Pero consigo detener el pie de Bertolt a punto de patear mi costado izquierdo con una sola mano. Giro su pierna al lado contrario y lo jalo hacia mí para golpearlo en la frente con la mía. Mi puño se plasma en su mejilla izquierda tan fuerte que lo lanzo un par de metros lejos de mí. Creí que agonizaría en el suelo arenoso como cualquiera. Mas un grave error que se puede cometer, es subestimar la capacidad del oponente.

El peli oscuro no me dio el tiempo suficiente para respirar y proceder con la lucha. Con la rodilla derecha consigue amortiguar la caída y con el pie izquierdo toma impulso para responder al ataque. Debo de admitir que Mikasa y Annie no son las únicas que logran intimidarme a la hora de combatir. Me encanta que mis adversarios me reten y provoquen en mi interior, esa euforia y esas ganas de sacar todo lo que tengo oculto. Y hoy no es la excepción.

Puede que Bertolt sea una persona alta y esbelta, pero tiene una fuerza y una velocidad increíble. Sus mil y un intentos de golpearme con sus puños son un sin fin de relámpagos que me hacen actuar con rapidez. Doy gracias al cielo por los reflejos que a lo largo de los años he perfeccionado; pues no se la dejo fácil. Me atrevo finalmente a lanzarme contra su cuerpo; por lo que ambos nos tiramos al piso y rodamos sin dejar de lastimarnos uno a otro. Bertolt me tenía aprisionada. Me sostiene con fuerza de los hombros y mi cintura recibe un duro rodillazo que me hace perder el orgullo y jadear por el dolor.

En muchas ocasiones pensé seriamente si era la hora de que mi secreto saliera la luz. Si de verdad era el momento de poder confesar esta pequeña gran parte que me ha tallado una infinita cantidad de etiquetas en la frente y traumado en todos los sentidos. La culpa era inevitable a sabiendas de que mis amigos confían en mí. Odio ser una mentirosa; pero si no les cuento que mi poder puede llegar a ser una amenaza para los humanos, ¿De qué les sirve depositar la confianza en una persona que no se lo merece? Y ahí es cuando las palabras de mi padre se registran de nuevo en la cabeza. Estoy justo en el sitio en donde incluso podrían delatarme.

La policía militar...

–¡Elaine! ¡Cuidado!

La advertencia de Connie me alerta. De no haber reaccionado hubiera terminado hecha pomada. Consigo girar mi cuerpo a la derecha justo antes de que el puño de Bertolt acertara en mi cara. Oyendo la fuerza en la que sus dedos chocaron con la arena y las heridas provocadas por lo mismo me causa dolor ajeno. Mi cuerpo alcanza a levantarse del piso y aquí es cuando pongo en marcha mi plan maestro.

Aprovechando que Bertolt sigue de rodillas, en vez de noquearlo contra la arena brincando encima de él, pateo su espalda. El chiste, es hacer que sus manos intenten amortiguar el impacto desde la parte de atrás. Cosa que obtengo a la perfección cuando atrapa mi mano derecha pensando en que llevaría a cabo la misma táctica, pero sin analizar que mi objetivo era jalar sus brazos hacia su espalda como si lo quisiera amarrar.

–¡A-AAGHHH! –lo oigo desgarrar su garganta. Por mi parte, los jadeos de esfuerzo no se detienen ahí. Esto no se acaba hasta que se acaba.

–¿Qué pasa Bertolt? –interrogo. –¿Acaso esto es mucho para ti? –su pierna derecha es fuertemente pisada por mi pie derecho. Nada mal que agregarle más sabor a la victoria. Oír sus intensos gritos provoca escalofríos a los espectadores. Mas para mí no puedo sentir nada más que placer por ver a mi enemigo rendido a mis pies.

–¡Ya Elaine! ¡Tú ganas! ¡Por favor ya no me lastimes más! –suplica con desesperación.

–¡No me ruegues por piedad cuando ni siquiera estás dando tu cien! –le grito al oído. –¡Yo sé que puedes hacer mucho más que esto! –atraigo con más fuerzas sus brazos al grado de escuchar sus huesos crujir y sus quejidos incrementar.

–¡AAAGH! –vuelve a chillar.

–Elaine yo creo que ya fue suficiente. –oigo la voz de mi confidente oji azul preocupado por el estado de Bertolt.

Algo dentro de mí no quería detenerse. Las voces en mi cabeza me incitaban a que lo diera todo. Que no me apiadara por más que fueran mis colegas. Como una adicción a la que no puedes liberarte con facilidad. Mi campo visual se torna azul una vez más. Ese deslumbrante color que se intensifica cuando mi poder se manifiesta y mis zafiros brillan como un par de estrellas en el cielo nocturno.

Los llantos del peli azabache eran lo de menos, sino lo que estoy descubriendo ahora mismo. Mis ojos literalmente penetran su alma, como si pudiera ver dentro de su aura la energía que yace dentro de su cuerpo mientras que el tiempo se congelaba alrededor de nosotros dos. Una inmensa energía fluía por sus venas. En el centro de su cuello se manifestaba una enorme flama; como si fuera una especie de corazón o motor que maneja toda una máquina espeluznante. Pero la llama era teñida de unos colores tan grotescos que a través de mis brazos, pude sentir una fuerte sacudida. Sentimientos de culpa, dolor, trauma, desesperación y agonía me invadieron por completo . Veía mis manos y luego a Bertolt. Un sin fin de gritos rondaban por mi subconsciente. Era tanta la adrenalina y la atrocidad que me consumían que no pude soportar tanta angustia.

Inmediatamente lo libro de mi doloroso agarre y tanto Bertolt como yo, nos disputamos a respirar con suma dificultad. Sin embargo, el temblor de mis manos y de mi cuerpo no cesaba. El oxígeno me falta; siento que me estoy ahogando, Estoy bastante pasmada, horrorizada y traumada. Fueron tantas las vagas imágenes que se atravesaron a través de mis memorias, como un largometraje de terror. No pude ver claramente de qué se trataba, solo sé que lo que más pude identificar, fueron escenas de puro sufrimiento, duelo y mucha pero mucha sangre.

–¡TIEMPO! –la poderosa voz de Sadies exclama. –Elaine Einar es la ganadora.

–¡Bertolt! –Reiner y Annie van a acudir sus heridas.

–¡Elaine! –Armin, Eren y Mikasa corren a mi auxilio.

–Tranquila, respira. Respira. –la oji azabache me frota mi espalda con ternura.

–¿Qué pasó? –el oji azul sujeta mis mejillas con delicadeza, notando el ataque de pánico que me atormenta sin piedad.

–¡N-No lo sé! –mis lágrimas no tardaron en salir de mis ojos por tanta incertidumbre. –S-Sentí que una fuerza opresiva dentro de mi cuerpo me iba deteriorando y consumiendo. Empecé a oír y ver muchas cosas extrañas, n-no entiendo nada.

–¿Estás segura? ¿No estarás alucinando o teniendo una especie de analepsis?

–¡No, no estoy loca! –niego con suma desesperación, sintiendo los cálidos brazos de Armin arroparme junto a él. –Fue horrible Eren, fue horrible. –expreso en respuesta ante su dudosa interrogación. Podía sentir los ojos de los tres chicos delante de nosotros puestos en mí. Era como si trataban de empatizar conmigo, pero más que nada escuchar las palabras provenientes de mi boca. Pese a mi cambio repentino, no quiero preocupar a nadie. No puedo involucrar a mis seres queridos con mis disputas mentales y mi conflicto con los poderes viviendo en mi interior. Ahora el es momento menos indicado para quemarme sola. Y más si tengo a mi propia hermana de testigo. –Pero no se preocupen. –me seco las lágrimas con rapidez a la par de que mi respiración se va tranquilizando y mis zafiros regresan a su estado natural. –No es nada importante...

–¿Estás completamente segura? –sus manos giran mi rostro para verlo directamente a los ojos. –Por favor no nos estés mintiendo si hay algo que te está angustiando.

–Descuida Armin, estoy bien. Enserio. –acaricio sus manos para brindarle un poco de seguridad. Ya de por sí nunca se detendrá si me delato con la mirada.

–Vaya... –gruñe adolorido mientras se levanta con la asistencia de Reiner y Annie. –Esa fue una gran disputa.

–Te ves terrible. –bromeo caminando hacia él. El pobre rostro de Bertolt cubierto de moretones, raspones y sangre brotando de su frente me hace sentir apenada.

–Diría lo mismo de ti. –ríe en referencia a mi labio inferior ensangrentado, mi mejilla izquierda inflamada y toda mi ropa y cabello hechos un desastre. El alto cadete estira su brazo para coger su mano y me ayuda a reincorporarme. –Nunca más volveré a subestimarte Elaine. Hiciste un buen trabajo. –acerca el puño para chocarlo con el mío.

–Espero la revancha. Y esta vez no pienso comenzar fácilmente.

–Ya rugiste. –sonríe. –Bien hecho Elaine.

–Bien hecho Bertolt. –le devuelvo el gesto, seguido por un amistoso abrazo.

Todos en la clase aplaude nuestro buen desempeño; hasta nuestros instructores y nuestra tutora Lizy. Me duele el cuerpo, pero valió la pena el duro esfuerzo. Esta prueba me servirá de gran ventaja para rendir bien en mis resultados finales. Quizás hasta puedo llegar a condecorarme entre los mejores alumnos de la clase o hasta de la mismísima generación. A Bertolt no le afectará tanto por el hecho de que sus promedios generales son un poco más elevados que los míos. Aún así no pierdo la fe de rendir lo mejor que pueda.

Es asombroso como la autoestima se te puede elevar en cuestión de segundos.

–Te luciste lindura. Eres otro nivel. –los salvajes dedos de Reiner despeinando aún más mi cabello dorado me ocasiona un ataque de risa.

–¡Ay Elaaaine, casi me matas de un susto! –Sasha se aferra a mí con los ojos llorosos. –Creí que ibas a terminar echa trizas.

–Obvio que no amiga. –le brindo unas suaves palmaditas en su espalda. –Ya, ya. Ya pasó. –froto el mismo sitio con tal de que los suaves y dulces sollozos de la pelirroja castaña.

–Estuvieron estupendos los dos. Seguramente lograrán tener buenos resultados. –Sandra se acerca para abrazarnos tanto a mí como a Bertolt al mismo tiempo. Cosa que al último mencionado le cuesta debido a la gran diferencia de tamaño con la peli chocolate, por lo que se tiene que agachar para estar a su altura. –Me alegra que ninguno haya terminado tieso.

–Es parte de la rutina. Tenemos que esforzarnos para ser mejores.

La charla es interrumpida por la llamada de atención de Lizy hacia nosotros. Pude haber ya tenido mi turno, pero la prueba en sí no ha terminado. Todavía hay compañeros y amigos que todavía no pasan y no es el momento de perder el tiempo platicando entre nosotros.

En medio de la multitud ahí estaba ella con sus dos identificables bajas coletas castañas. Me examinaba de pies a cabeza; esperando a que yo me acercara a ella, y lo hice. Camino al sitio donde yace parada con sus dos manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. El silencio siempre fue incómodo entre nosotras. Nunca supimos iniciar y llevar una conversación sin llegar a discutir.

–Este... –es la primera en hablar. Desvía la mirada pasando el dedo por una de sus coletas. –No lo hiciste tan mal.

–¿Tan mal? ¿Eso es todo? –le pregunto. –¿Ni siquiera un "Te felicito" o por lo menos alguna sugerencia?

–Solo trata de ser menos obvia con tus reacciones. –me murmura, con tal de que nadie sepa de la dicha corrección. –No tenemos idea de qué están hechos tus poderes y qué es lo que te pueden llegar a hacer. Pero si tan solo mantienes ese pico cerrado y esos ojos en control todo saldrá a la normalidad. –mi vista se fija en el centro de mi rostro, donde su dedo posa en mis labios. –Por favor...si llegan a descubrirte y te hacen algo te juro que voy a-

–¡Muy bien chavos! –nos llama la melodiosa voz de Lizy. –¡Los siguientes en pasar a la prueba son...! –toma una breve pausa. Le echa un ojo a la lista que tiene en mano y con un lápiz, realiza lo que parecen ser apuntes. –¡Connie Springer y Éclair Einar!

Mi otro yo suspira pesadamente; como si su turno ya lo venía venir. Niega levemente con la cabeza en lo que cierra los ojos.

–Solo...no te metas en problemas. –me pide, o más bien me ordena a punto de dar paso contrario.

Me pregunto qué me quería decir.

–Éclair. –la nombro y ella gira para voltear a verme. –Buena suerte. –es lo único que me atrevo a desearle. Asiente de manera dudosa como agradecimiento y la veo caminar hacia nuestra tutora en compañía del chico de los ojos melosos. Quien la recibe con una linda sonrisa y unas palabras que no logro descifrar correctamente. Viéndolo desde aquí, quizás ella tiene un poco más de ventaja. No obstante, Connie no es una persona quien debería subestimar pese a su forma de ser.

Me urge que termine esta prueba.

❀⊱┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄┄⊰❀

–Mañana es el gran día chavos, no lo puedo creer. –oigo a Marco expresarse con emoción desde el interior de la cabaña.

–Me muero que ya sea mañana. Pero estoy bien nervioso. –el siguiente en darle la razón es Lucian.

–Es una lástima que se haya pasado tan rápido los tres años. Les juro que mañana voy a llorar como en feria. –ahora quien se une a la charla es Sandra.

–Chispas, creo que yo también. –admite Armin.

Han pasado aproximadamente dos horas y media desde que la prueba final de combate de cuerpo a cuerpo llegó a su fin. La noche nos arropa con su relajante viento y el sonoro ruido de las luciérnagas. Toda la adrenalina fluye por mi cuerpo y no piensa en detenerse. Las manos me sudan como en feria. El corazón late tal y como una fiera. Mi respiración está descontrolada, como si quisiera detenerse en cualquier momento. Pensar que este es el último día en que dormiré en este dormitorio me causa una enorme nostalgia y melancolía. Mientras más empacaba mis cosas desde que salí de ducharme, más fuerte se volvía el nudo en mi corazón. Sigo sin creer como es que tres años se han pasado bastante rápido. Que yo veía este día más lejano que nunca. Que jamás llegaría. Y ahora, el día llegará mañana. El día en el que todos entregaremos el título de cadetes con el fin de adquirir la acreditación que más anhelamos portar: El día de la graduación.

Poco a poco los rayos del sol se van despidiendo para darle la bienvenida a la encantadora luminosidad de la luna. Doy gracias al cielo que las últimas evaluaciones terminaron antes del ocaso. Me urgía bastante tomarme un buen baño para sacarme toda la suciedad de encima y poder curarme mejor las heridas. Todavía me sigue doliendo el costado y los raspones me arden. Espero que me hagan el bendito favor de cicatrizar rápidamente.

El viento me despeina un poco el cabello; mis flequillos despejan mi frente a causa de la fuerza del vendaval. Eran tantos los nervios que tenía que opté por sentarme afuera del dormitorio. Estar adentro me abrumaba un poco en este santiamén. No porque me molestara la presencia de mis amigos, sino porque la emoción llenando la habitación era bastante que mi corazón no podía soportar. No obstante, por más que hubiera querido meditar a solas por un breve instante, siempre estoy acompañada como ahora.

Es tanta la ternura que Sasha me divulga cada vez que me pide peinarla. Puede que sea un año y dos meses mayor que yo, pero en ella vive ese espíritu de niña pequeña que puede alumbrar todo un bosque oscuro. Esa chispa que atrae los deseos y los sueños más hermosos. Por lo menos su cortejo me hace sentir menos abrumada.

–¿Cuánto crees que tardarán en darnos los resultados? –me pregunta con su cabeza apoyada por las palmas de sus manos y sus codos descansando en sus muslos. Su linda mirada no se despegaba del cielo estrellado.

–Ni idea. –le contesto con honestidad. –Lizy de seguro sigue en las revisiones junto con los otros soldados tutores e instructores. Han pasado casi cuatro horas y es más la mortificación que siento ahora mismo. Me urge saber cómo me fue. –manifiesto en lo que termino de atarle la segunda trenza con el elástico. –Sasha... –la nombro. –Estoy muy nerviosa por mañana. Siento que voy a llorar.

Las personas altamente sensibles que procesan los datos sensoriales de una forma más profunda que la mayoría, muestran una mayor reactividad emocional y sensibilidad a los estímulos. Bueno, eso es lo que aprendí gracias a Armin, pero recuerdo leer este dato en uno de los libros de su abuelo.

Cuando siento algo, soy demasiado intensa a la hora de expresarlo. Quizás por el hecho de que por mucho tiempo nunca tuve el derecho de oponerme ante las decisiones adultas de mis padres. No me servía para nada abrir la boca y decirles que no me dejaran sola en casa o pedirles si podía acompañarlos a ir de compras; de todos modos nadie nunca estuvo a mi lado en mi habitación para secarme las lágrimas.

Mi corazón no puede con tanta agonía. He creado tantas hermosas amistades, y saber que a partir de mañana en la noche dejaremos de ser la Clase A me da mucho sentimiento.

–No quiero graduarme... –siento como la vista se me nubla.

–¡¿Pero por qué no?! –se levanta para sentarse a mi lado. –Elaine, trabajamos bien duro para llegar hasta aquí. Días, tardes y noches calurosas y congeladas hasta ya no poder movernos. De sol a sol. Casi muriéndonos de hambre y teniendo que soportar los horrendos rugidos de nuestros estómagos rogándonos por un buen festín. –la última frase me causa gracia, pero la dejo hablar. –¿No querías formar parte del Cuerpo de Exploración y ser una gran soldado como tus papás?

–Pues sí, pero tengo miedo de lo que vaya a pasar. No quiero separarme de nuestros amigos. –recargo mi cabeza en su hombro, permitiendo que frote mi espalda para consolarme.

–Ya, ya Elaine. Deja de pensar de más las cosas –expresa despreocupadamente. Me da las manos para sujetarlas y ayudarme a levantar. –Que nos graduemos no quiere decir que dejaremos de ser amigos. Es solo una noche.

–Lo sé pero-

–Ah, ah, ah. Sin peros. –interrumpe señalándome con el dedo. –En una noche de graduación todos están felices disfrutando el tiempo con la gente que quieren. Deja de preocuparte y trata de verle el lado bueno a la circunstancia. Es más. –agrega mientras nos adentramos a la cabaña. –Quién sabe cuantos de nosotros coincidiremos en las mismas divisiones. Nada que terminamos toda la "Palomilla" en el Cuerpo de Exploración y tengamos que pelear juntos tal y como lo soñamos tres años atrás. –me dice notando mi expresión. No me ve totalmente convencida. –Por favor Elaine...todo va salir bien. Confía en mí. –sus manos frotan dulcemente mis hombros.

Detesto verme vulnerable; todo esto me provoca mucha melancolía. Mucha nostalgia. Mis ojos buscan con el vistazo a mis amigos. Juntos disfrutando de la víspera de la graduación. Como si no es suficiente con la fiesta que se dará mañana con toda la generación y el festejo posterior a ese exclusivamente para nuestra propia clase. De seguro tendremos nuestros propios medios de entretenimiento. Quién sabe qué estarán planeando Sandra y Sasha esta vez para pasar la noche.

Ojalá mañana sea una gran noche.

.oOo.

La última vez que estuve rodeada de bastantes personas, fue justo el primer día en que llegamos a formar parte del Cuerpo de Cadetes. Justamente hace tres años que mi vida volvió a cambiar.

Todo el mundo está aquí. Soldados, instructores, comandantes y todas las clases como una sola generación. Los jóvenes eran el centro de atención de toda la celebración. Unos se mantenían serios, otros serenos, algunos lloraban en silencio y otros sonreían con orgullo y felicidad. Me hallo serena; con la frente en alto y la vista puesta al frente. Atenta a las palabras del maestro de ceremonias. Sentía toda la adrenalina en mi pecho; aunque no parecía sentirme mal, al contrario...me siento tan plena. Contenta. Orgullosa de mí misma, de mi hermana y de todos mis amigos y compañeros.

–¡¿USTEDES TIENEN EL CORAZÓN?! –grita el adulto ubicado en el centro de las figuras más importantes. Todos los recién graduados dirigen los puños hacia el pecho. Realizando el saludo que representa con orgullo la organización en busca por la liberación de la humanidad.

–¡SÍ SEÑOR! –vociferamos todos; fuertes, claros y firmes.

–¡A partir de este momento tienen tres opciones abiertas para cada uno de ustedes! ¡Elijan sabiamente! –manifiesta, dándonos la tarea de escoger lo que se enumerará a continuación. –¡El Regimiento de Guarnición, cuya labor es reforzar las murallas! –nombra la primera alternativa. –¡El Regimiento de Exploradores, que cabalga en un país estrecho para recuperar lo que una vez fue nuestro! –menciona el esperado grupo que Eren siempre soñó en pertenecer desde que era un niño. –¡Y por último, el Regimiento de la Policía Militar que mantiene la ley y el orden bajo las órdenes de Su Real Majestad! –concluye con el regimiento que más temor me ha provocado desde que mis recuerdos pueden remembrar. –¡Los cadetes elegibles para la Policía Militar ya han sido nombrados! ¡El resto de ustedes echen un vistazo! ¡ESTOS SON LOS DIEZ MEJORES ALUMNOS DE LA GENERACIÓN CIENTO CUATRO!

Todas las miradas se centran en la elogiada fila. Las flamas de las antorchas intensifican su esplendor cuando la última frase es mencionada. Cuando el maestro de ceremonias presenta de manera oficial, a los cadetes destacados de toda la generación.

Un instante de regocijo, de reconocimiento y de admiración. Por una noche es como sentirse la persona más importante del mundo. Alguien digno de ser aplaudido y distinguido por el extraordinario desempeño que lo llevó a ser merecedor de la centelleante medalla de honor. No importa si no es la de oro, la de plata o por lo menos la de bronce. Con el simple acto de portarlo, simboliza un acto de honra pura.

Una gran cantidad de aplausos se perciben entre todo el espacio. Todo el mundo ovaciona, aclama y celebra a los condecorados. Veo que hay muchos soldados presentes, incluyendo a Lizy; quien aplaude desde su lugar con sus hermosos ojos verdosos húmedos y enrojecidos de tanto llorar. Ser testigo del crecimiento y el desarrollo de sus niños, además de haber sido la tutora del grupo más escandaloso de la generación, abarcan muchos sentimientos encontrados.

Un par de lágrimas resbalan de mis ojos y el viento se las lleva. Grande es el regocijo y la seguridad de estar situada en medio de dos personas sumamente valiosas y queridas para mí. Cada quién a un costado opuesto. Divisando hacia el frente con el semblante serio, pero con suma dignidad.

Me causa tristeza que los dos soldados que me han dado la vida no estén aquí para presenciar este grato logro nuestro. Su ausencia se marca en cada rincón de este escenario. Un vacío que por años marcó con suma firmeza las heridas en mi corazón. Aún así, bienaventurada soy de haber conseguido llegar a graduarme de la mano de los niños que me arroparon con su amor.

Pronto se dará a cabo la esperada celebración; donde solamente importará el júbilo, las sonrisas y la dicha de haber compartido tres años junto a jóvenes que se convertirían en una gran familia. Desconozco qué acontecerá una vez que arribe el día siguiente o qué regimientos llegarán a elegir mis amigos. Lo que Sasha nos recalcó a todos la última noche en el dormitorio, se me quedó grabado en la cabeza: "Cero es la importancia de lo que el destino tiene preparado para nosotros. Podremos dedicarnos a explorar el mundo fuera de los muros o solamente vigilar unos tontos muros. Pero en nosotros, siempre vivirán los cadetes que alguna vez nos llegamos a convertir en la pre adolescencia. Por siempre cadetes. Por siempre la Clase A."

Eso es todo. Lo hemos logrado. Nuestro tiempo es ahora. Titanes, estén listos. Prepárense para contemplar su fin.

.oOo.

LOS 10 MEJORES ESTUDIANTES DE LA GENERACIÓN 104
1. Mikasa Ackerman
2. Reiner Braun
3. Bertolt Hoover
4. Annie Leonhart
5. Elaine Einar
6. Eren Matthew Jaeger
7. Jean Kirstein
8. Marco Bott
9. Sasha Blouse
10. Krista Lenz

LOS SEMIFINALISTAS
11. Connor Springer
12. Éclair Einar
13. Sandra Liesel Hansen
14. Lucian Hoffman
15. Armin Arlert
16. Ymir
17. Marlo Freudenberg
18. Floch Forster
19. Hitch Dreyse
20. Lilia Lambert

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top