𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞


~Mi perfecto milagro~

.oOo.

Eren Jaeger

Los párpados me pesaban tanto, como si hubiera despertado de un largo e infinito sueño. No sabía en dónde me situaba; todo a mi alrededor se sentía encerrado, con un fuerte aroma a putrefacción. Estaba perdido; confundido. Creí por un momento haber muerto, pero aún puedo sentir el dolor quebrantarme en carne propia. Todavía recuerdo aquellos duros instantes. Cómo intentaba salvar la vida de mi mejor amigo de ser devorado. Y claro, el que terminó devorado al final tuve que ser yo. En cuanto mis ojos van recuperando la visión, mi sorpresa no podía ser peor.

–¡AHHHH! –mi garganta se desgarra en un tremendo grito.

Esto era una de las peores imágenes que vi en mi vida. Todo es tan horroroso. Me encontraba rodeado de cadáveres despedazados en un lago de sangre. Se me revolvía el estómago de tanta repulsión. Los pulmones se me contraían, haciendo que mi respiración se entrecortara. Era el primer ataque de pánico que tenía después del asolamiento de mi hogar. Tanto tiempo que olvidé la espantosa sensación de sentir que me falta el aire y el terror brotando por mis venas. Sucedía justo como hace cinco años; el trauma de observar como la lluvia de cemento caía y aplastaba a las personas como si fueran insectos. Ver como esos monstruos se comían a los inocentes. Tener que ser testigo de la muerte de mi madre. Yo jamás visualicé que sería posible sobrevivir el trago de un titán de este modo. Yo creía que uno moriría al instante de ser ingerido. Pero no...me equivoqué. Ahora me acuerdo. El titán no consiguió masticarme. Me tragó aún con vida. Estoy dentro del cuerpo de un titán.

Me daba miedo realizar un movimiento de cualquier tipo. Temía que mi piel creara contacto con algún cuerpo muerto o cualquier pedazo de carne humana. Era como estar en un cementerio, pero después de una macabra masacre a sangre fría.

–Mamá...mamá... –musitaba, repitiendo el sustantivo que más extrañaba pronunciar. Nombraba a la mujer que me dió la vida; la extrañaba. Necesitaba sentir sus abrazos, sus besos, su consuelo y su amor. Quería estar con ella; sentir que aún me cuida y me protege desde el día en que nací en este mundo cruel. Más desolado no podía estar. Quería llorar; romperme el alma en pedazos. Me negaba rotundamente estar aquí. Hubiera preferido morirme en un instante que tener que estar encerrado dentro de un asqueroso titán. Siento pavor de lo que le puede estar sucediendo a todos mis amigos; pero también sentía mucha tristeza por aquellos colegas que tuve que ver morir frente a mis ojos. Me sentía tan impotente. No pude hacer nada para salvarlos. De no ser por mis impulsivos actos y mi desconcentración, ellos estarían ahorita mismo respirando el mismo aire de los que están aquí. Aún compitiendo para descifrar quién sería el que matará la mayor cantidad de titanes posibles. Me siento solo...necesito a alguien conmigo. Una luz que me salve de esta miseria. Solo quiero ser libre.

–¡¿Eren?!

Jadeo, abriendo mis ojos como platos al oír una suave pero aterrorizada voz femenina emitiendo mi nombre. Juré haber escuchado una voz, creía estar alucinando; hasta que más recuerdos se me vienen a la cabeza. De sus brazos colaborando con los míos para detener los dientes del titán de cerrarse. De sus piernitas tener que soportar una monstruosa fuerza que la rompía completamente. De su precioso rostro querer romper en llanto, aunque por más que quería hacerlo, no podía.

–¡Eren! ¡¿Estás ahí?! –el llamado pareció llegar a mí; haciendo que girara de manera inmediata hacia mis espaldas. Podía sentir la frescura de la sangre rodear mis párpados y caer por mis mejillas como lágrimas. No cabe duda de que es ella. Desde lo lejos podía captar en sus preciosos ojitos el espanto, la incertidumbre; el dolor.

–¡Elaine! –le grito a la figura ubicada a pocos metros de mí. Me vió. Sus zafiros y mis verdosos azulados se miraron uno al otro, creando una fuerte chispa que solamente nosotros éramos capaces de sentir por el otro. Sus pasos eran desesperados. Corría a mi dirección y yo a la suya. Ya no me importaba nada. Solo quería llegar a Elaine, abrazarla; sentir cada esencia de ella. La necesito; cada día de mi vida necesito tenerla conmigo. Sus brazos me atrapan con tanta fuerza y yo correspondo el gesto con la exacta intensidad, aunque tuviera un solo brazo. Tenía tanto miedo; tanto coraje. Las lágrimas brotaban de sus ojitos azules, y lo sabía porque caían en mi camisa; pero no me importó en absoluto. Dejo que llore todo lo que quisiese mientras frotaba su espalda, consolándola. Seguir sintiendo sus brazos, su cuerpo chocando con el mío, su respiración y los latidos de su corazón después de todo el daño físico que sufrió momentos antes, era un milagro. El tenerla en mis brazos era mi perfecto milagro. Ella es mi milagro. –Elaine...Elaine. –la nombro una y otra vez. –Gracias al cielo...

–Eren... –llora mi nombre dolida y apanicada. Sus finas y delicadas manos buscan sostener mis mejillas; en lo que la mía, rodea su cintura hasta sujetarla por la espalda. Nuestras frentes se juntan en un tacto de calor y repleto de sentimientos transmitidos. Podíamos estar en el peor y el más tétrico de los escenarios, pero estábamos juntos.

–Todo va a estar bien Ellie...todo va a estar bien. –repito, secando sus lágrimas con delicadeza.

–¡Oh no, tu brazo! –exclama, percatándose de la ausencia de mi brazo izquierdo. –¿Te duele mucho? –me pregunta, calmando su llanto.

–Como en feria. –gruño adolorido. –Pero...puedo aguantar. –digo, pero el dolor me lastima tanto. Ella me divisaba sin estar convencida; era obvio. Un humano jamás soportaría el corte de una extremidad. –¿Qué le pasa a tu piel? –le pregunto, percatándome en el enrojecimiento en ciertas partes de su piel. Si no calmo esta tortura en mi extremidad cortada no sé qué será de mí.

–No sé, pero me irrita. –empieza a rascarse los brazos con molestia. Posteriormente en su cuello. Trato de revisar cuál puede ser el motivo de extraño sarpullido. Elaine contrae enfermedades fácilmente, pero raras veces tiene alergias. Vaya que memorizarme su perfil y cada una de las indicaciones de sus padres al pie de la letra me sirvieron bastante.

–La sangre del titán. –asevero, teniendo una congruente idea de lo que podría ser. –Creo que estar encerrada dentro en este lugar y estar en contacto en este te está causando alergia. –intentó buscar una solución para detener su reacción. –¿Crees que puedas hacer otra vez esa protección de cristal? Esa misma que alguna vez me contaste que las protegió a ti y Éclair de un titán. –explico, secando las lágrimas de mis mejillas con los dedos que me quedan. –Quizás con eso nos pueda proteger de este ambiente tétrico.

Elaine pareció leer mi mente mucho antes de que le realizara la petición. Sus ojos ya habían activado aquel singular lucero azulado, indicando que su poder ya estaba activo. Solo que esta vez los cierra, alza sus manos y de manera automática, una especie de esfera cerúlea se produce. Miraba pasmado como cada fragmento se creaba, como ella era capaz de controlar tanto con disposición propia y sobretodo, como las manchas rojizas en su clara piel y en la mía se esfumaban al estar dentro del cristal; tal cual una especie de medicina. Hay tantas cosas que anhelo saber respecto al poder que yace en ella. Qué es. Cuál es su propósito. Qué tanto puede hacer con ello. Qué efectos pueden traerle al usuario. Todo quería saber.

–No puedo regenerarte un brazo nuevo. –expresa, sentándose dentro del azulado cristal al igual que yo. –Pero puedo por lo menos sanar la molestia y que no te duela tanto.

–¿Cómo? ¿Acaso también puedes sanar heridas? –la miro pasmado.

–Oye, las habilidades y técnicas de combate no fueron lo único que estuve entrando durante todos estos años. –testifica, poniendo las manos cerca del sitio donde mi brazo fue cortado. Una especie de aura provenía de sus palmas; un calor impregna cada órgano del área afectada. Me dolía, pero cada vez iba disminuyendo la molestia. –¿Cómo...cómo sabes hacer eso? –le pregunto. –Yo pensé que solo podías mover objetos con la mente y crear ese cristal extraño en tu defensa. –giro cuidadosamente a la izquierda, tenía su rostro cerca de mi perfil.

–Un día, fuimos a entrenar a un bosque lejos del campo de reclutas. –empieza a narrar sin despegar la vista de su labor. –Hubo un instante en que me quedé atrás; había perdido de vista al grupo. Mientras caminaba, a lo lejos encontré un conejito. Estaba sangrando. Al parecer un depredador lo atacó, pero no lo mató. Cuando lo ví, corrí hacia el pobre animalito. No tenía nada con qué curarlo. Lo peor de todo es que ya se estaba haciendo de noche, y si no me apuraba en llegar al punto en que Lizy nos había indicado, tendrían que venir a buscarme y traerme de vuelta; y eso me costaría puntos menos en la práctica. –se detiene un poco para recuperar el aliento. –Quise usar mi poder para iluminar un poco el espacio donde yo me localizaba, pero estaba tan oscuro que la luz de mis zafiros no bastaba para ver con claridad. Por lo que pensé mejor en crear luz a través de mi palma; funcionó. –se detiene por dos segundos. –Pero en lo que no me di cuenta, es que aquel resplandor dio en dirección al conejo mientras buscaba en mi mochila algo útil que pudiera servirle. Cuando giré la cabeza, la herida en su costado había desaparecido. –abro mis ojos perplejo por el giro que dio esta pequeña historia. –Yo en ese instante no sabía cómo reaccionar. El conejito se quedó en mi regazo por unos instantes; quería que lo acariciara, así que lo hice. Pero después una familia de nueve conejos se aproximó a mí. Al final, se trató de una de las crías. –dice con una pequeña sonrisa de nostalgia. Estoy pasmado. –Me aseguré de que la familia de conejos llegara a salvo a su madriguera. Cuando lo hicieron, finalmente pude irme tranquila.

–Ahora comprendo porqué llegaste tarde esa vez... –pienso en voz alta.

–¿Entonces sí te acuerdas? –me sonríe entre leves risas.

–¿Cómo no? Si fue aquella ocasión que la Clase A nos fuimos de campamento por primera vez. Fue una semana increíble...estábamos todos juntos. No nos preocupábamos en absoluto del futuro; nada más en entrenar y divertirnos.

–Los campamentos eran lo máximo. –Elaine rememora, terminando de sanar el dolor en mi brazo cortado. –Las fogatas, los entrenamientos, practicar con los equipos de maniobras tridimensionales entre los árboles, jugar por tantas horas hasta la hora de la cena, charlar hasta altas horas de la madrugada...fuimos felices, y no lo sabíamos. –su pequeña sonrisa se deshace. –Eren...¿Por qué nos tiene que pasar esto? –me divisa en busca de una réplica. –¿Es que hicimos algo malo para merecernos esto? ¿Tanto es odiada nuestra raza?...¿Tanto fui detestada para haber pasado por tantas cosas feas?

–Elaine... –susurro.

No importaba cuántos lustros o décadas pasaran, siempre me cuestionaba infinitas veces las mismas cosas. La cruda realidad es horrenda. Desde niña ella cree que la vida puede ser más que solo protegernos de los titanes. Que los humanos de verdad son seres buenos en los que puedes contar en las buenas y en las malas. Que a pesar de las diferencias, al final del día todos somos uno. No importa qué tanto daño le hayan hecho...no sé porqué no puede sentir ni una pizca de resentimiento.

–Y bueno... –suspira. –Tantos años llenos de pesadumbre me trajeron hermosas bendiciones. –me explica en lo que diviso nuestras manos a escasos centímetros de rozarse. –Pude conocer a personas maravillosas con las que tengo recuerdos irremplazables. –realiza una breve pausa, recordando los instantes previos a ser tragados. Aquellas imágenes de Thomas, Daz, Milieus, Nack y Mina la deben de estar atormentando. Sus rostros los tenía grabados en la cabeza como las letras de un libro que no tiene fin, al igual que las remembranzas tristes. No lo expresa con las palabras, pero sé lo mucho que Elaine desea tener el rato indicado para llorarle a su almohada las pérdidas y honrar sus cortas vidas. –Me pone feliz no estar sola dentro de este cristal... –baja su rostro, recuperando levemente la sonrisa. Sus manos acortan el espacio que me alejaban de la mía para sujetarla entre las suyas. –Me pone feliz estar contigo.

¿Cómo es que puede cambiar de humor y puede transformar sus emociones? ¿Cómo es que puede evocar tantos tiempos dolorosos y transmitir el sentimiento con tanta pesadumbre, para después conectarse con las cosas que le traen felicidad y transformar toda su pena en alegría? Elaine es tan...grandiosa.

Me percato de que estamos ella y yo, solos dentro de un cristal resguardándonos de la sangre y los cuerpos de las víctimas que el titán asesinó sin piedad. El antebrazo no me duele...en verdad logró parar la intolerable molestia que me estaba matando en vida. La miro. La miro y es tan perfecta. Su lacia cabellera rubia, sus relucientes ojos más azules que el cielo, sus sonrojadas mejillas, su esbelto mentón, la bella forma de sus labios...esos suaves, carnosos y rosados labios que llevo mucho tiempo sin poder sentirlos sobre los míos.

Quizás...si me acerco un poco más, ¿Podrá saber qué es lo que quiero de ella? ¿Captará si lo hago?...

Decido aproximarme; acercar un poco mi rostro al suyo. Viendo como nuestra inesperada cercanía, me atisba; adentrándose a mi mente para leerla. Elaine pareció reconocer mi deseo por medio de mis verdosos azulados, pues bastaron unos cuantos segundos para también acercar su hermoso semblante al mío. Cierro mis ojos ante sentir su respiración cercana a mí. Creí que finalmente se daría lo que más extraño de ella. Que por fin tendría una pequeña pero dulce dosis de oxitocina; hasta que sentí sus labios plasmarse en la comisura de los míos poniéndome desconcertado.

–Eren... –murmura, sintiendo nuestras tenues respiraciones mezclarse. –Necesito una respuesta. Dime la verdad... –pausa para pasar sus dedos por mi rostro acelerando los latidos de mi corazón. –¿Qué soy yo para ti?

La pregunta que creí lejana, fue dicha después de todo. Honestamente, ni yo en estos años me di el tiempo correspondiente para pensar acerca de este tema que nos involucra a los dos; nuestros sentimientos por el otro. Sé que se aproximan días más oscuros que otros. Que estaremos cada vez más cerca de una cruda realidad que solamente lo puedo descubrir si consigo regresar a mi hogar y abrir el sótano de mi padre con la llave que me concedió que a la fecha, atesoro con mi vida. No obstante, temo arrepentirme en un futuro de no haber aprovechado la calma y la escasa paz que nos queda para disfrutar mis días y la dicha de haber nacido en este mundo; con mis amigos y con la chica que me roba los suspiros desde el día en que la conocí.

–Elaine... –mi mano sostiene su mentón, volviendo a arrimar su rostro. Todo con tal de obtener un segundo intento y cierro mis ojos. –Yo te- –me detengo. Los dos captamos la misma sensación en nuestro alrededor. El cuerpo del titán inicia a temblar. –¿Sientes eso?...

–Sí. –responde, notando como ella se aparta de mí.

Es increíble que haya querido darle un beso en medio de un cementerio de cadáveres destrozados y sangre. Pero qué romántico eres Eren Jaeger.

───※ ·❆· ※───

Elaine Einar

Todo tambaleaba y un estruendoso gruñido nos aturdía los oídos. La esfera de cristal se movía con los inesperados bamboleos. Para nuestra suerte, mi cristal solo se rompe si yo lo deseo. Ni siquiera las bestias llamadas titanes han podido conmigo hasta ahora. Aunque eso lo digo porque nunca tuve la suerte de practicar con libertad mis extraña brujería, como los niños de Shiganshina solían llamarle a mi poder.

–¿Qué está sucediendo Elaine? –el lago de sangre salpicaba como si cayeran fuertes gotas de lluvia. Miro hacia todas partes.

–¡No lo sé! –vocifero para finalmente presenciar lo peor del acontecimiento.

–No puede ser... –expresa Eren con sus ojos temblorosos. Los dientes le crujían con ira e incapacidad. Ambos estábamos atónitos y atemorizados. Llovían aún más víctimas al interior del titán; inclusive algunos agonizaban antes de dar su último suspiro. Era tanta la ineptitud que teníamos por estar encerrados sin encontrar una salida. Habíamos olvidado completamente la coyuntura. De que todavía hay muchos soldados afuera con vida tratando de exterminar a cada una de esas bestias y poder tener libre la entrada para sellarla definitivamente. –¡ESTO NO PUEDE SER! –golpea el cristal con coraje, aunque no lo pueda romper.

–¡Tenemos que buscar la forma de salir de aquí, aunque parezca improbable! –aclaro, a medida de que cada gota de sangre que manchaba la esfera, se esfumaba como vapor al crear contacto. –Por lo menos el titán no nos masticó y no estamos muertos todavía. De todos modos nuestros amigos nos necesitan y tenemos que llegar a ellos y ayudarlos antes de que se queden sin ni una pizca de gas.

–¡ES QUE NO ES JUSTO! –exclama a todo pulmón, pegándome un susto. Lo diviso en confusión, como si el coraje se hubiera comprimido poco a poco hasta estallar. Temo hacer algo que lo enfade más. El corazón se me va a salir de la garganta. Jamás he visto a Eren detonar con tanta rabia. Ni siquiera delante mío. No cabe duda que estamos creciendo, y hay cosas de él que a la fecha, desconozco. –Todos nosotros cambiamos en cinco años. Entrenamos muy duro y estudiamos tanto...¿Solo para que fuéramos sus presas? –se pregunta a sí mismo, pero también a mí. –¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué? ¿Por qué tiene que devorar todo? Nuestras vidas, nuestros sueños...¿Por qué? –mi corazón se me rompe, al ver como de sus verdosos azulados empezaban a brotar las lágrimas. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi llorar con tanta tristeza. No tenía idea de qué hacer. Estaba ida. Pasmada. No quería decir las palabras incorrectas; solamente me limité a atraerlo hacia mí y brindarle un reconfortante abrazo.

–No te pongas así. –froto su espalda. –Por favor Eren, no me gusta verte así.

–Maldición...maldición... –repetía. –¡No me voy a dar por vencido! ¡No nos vamos a rendir! –vocifera con más intensidad. –¡Los aniquilaremos a todos, a cada uno de ellos! ¡Tal y como lo prometimos hace cinco años Elaine! ¡No dejaremos a ni uno solo! ¡Los mataremos! ¡Los mataré! ¡LOS MATARÉ A TODOS!

Fue en ese santiamén en que lo sentí: El poder que por catorce años suprimí y suprimí dentro de mí, floreció con el fin de estallar el potencial que tantos años esperó para salir. Mis dos zafiros se activaron como nunca, iluminando nuestro campo visual con aquel azulado resplandor que fue temido por mi distrito natal y causó pánico a muchos. No pretendía cuestionarlo. Todo fue por arte de magia. No sé como lo hizo, pero su brazo izquierdo había cambiado drásticamente de tamaño; sobrepasando la boca del titán que nos tragó delante de los ojos de mi querido Armin. De solo pensar en lo mal que lo debe estar pasando, me hace sentir culpable. Lo resto, todo aconteció en un chasquido de dedos. En cuestión de segundos, el titán enemigo ya estaba hecho añicos.

Ya no me situaba dentro de ese titán, sino de uno tan distinto. Un titán que no me causaba algún pavor; al contrario, estar dentro me causaba una fortaleza tan grande. Me hacía sentir fuerte. Que yo podía con todo. Me permanecí pasmada por lo que contemplaba con mis propios zafiros. El miedo me dominaba. Son demasiadas cosas qué procesar. Estoy siendo testigo de uno de los acontecimientos jamás vistos en la historia de nuestra raza; de nuestra gente. Eren se había convertido en lo que más juró destruir: En un titán. Yo grito horrorizada. Me tiembla todo: Las manos, los brazos, las piernas; el cuerpo entero. La respiración se me entrecortaba al grado de suplicar espacio para inhalar y exhalar. Él también grita, pero su clamor se plasmaba en un grandioso rugido por parte de su titán. No lo podía creer. De veras que no lo puedo creer.

–¡Elaine, sujétate de mis hombros! –me pide, o más bien me exige.

Gateo a prisas hacia él, levantándome con temor de tropezar. Mis manos se aferraban a sus hombros con tal de estar de pie y no caer. Al parecer yo sería su motor. Desconocía lo que él veía, mas presentía que conseguía observar el peligro en el exterior. Con sus grandes pies, aplasta lo que parece ser, la cabeza del titán recién aniquilado y camina como si fuera un humano común y corriente. Su andar no era como el de los titanes sin inteligencia; no era desequilibrado como el de una persona en estado de ebriedad, sino firme.

–Los mataré... –empieza a recitar. Yo solamente lo escucho, enfocada en ayudar en lo que sea posible. –No dejaré ni uno solo con vida. –dice, antes de atacar sorpresivamente a otro enemigo y eliminarlo de un solo golpe. –¡LOS MATARÉ A TODOS! –aplasta su punto débil, tal y como nos lo enseñaron en nuestra época de cadetes reclutas. –¡MUERAN! –da otra pisada. –¡MUERAN! –da una tercera pisada. –¡VOY A MATARLOS! ¡A TODOS!

✧•• ───〔✦〕─── ••✧

Eren Jaeger

–Los aniquilaré... –murmuro, con los ojos grandemente abiertos y una sonrisa que lograba plasmar la psicopatía y el resentimiento hacia los mortales enemigos.

–¿Eren?... –me nombra una cercana voz a mi oído izquierdo; soñolienta. Sentía su peso a mi costado; ella está recargada en mí recién despertando. –¿Qué...qué pasó? –bosteza, cubriendo su boca con la mano izquierda. –¿Dónde estamos?... –pregunta, aún abriendo sus azulados ojos.

No tenía idea si esta era mi realidad o era solo un sueño más. Parecía estar dormido profundamente, cayendo en un abismo donde nadie podría salvarme de la oscuridad. Todo ocurría con lentitud. Mis ojos recobran su brillo, despertando en un escenario insólito; confuso. En ese instante es cuando jadeo; abriendo los ojos como platos y mirando hacia todas las direcciones.

–¿Eren?... –Elaine se aferra a mis brazos y yo la atraigo a mí; protegiéndola. –¿Quiénes son esas personas? ¿Por qué nos están apuntando? –me pregunta aterrada, pero yo ni siquiera sé qué contestarle. Estoy totalmente pasmado.

–¡Eren! –Mikasa inquietamente gira para divisarme. Me percato de que es la única de pie, defendiéndonos de cualquier ataque con las hojas en sus sutiles y fuertes manos.

–Apestas... –veo a Éclair delante de mí cruzada de brazos. No me voltea a ver, pero sabe que recobré el conocimiento. –Parecías un borracho; das vergüenza.

–Eren, ¿Ya puedes moverte? ¿Volviste a ser tú mismo? –me pregunta mi amigo, ayudando a sentarme derecho. –¡Debes de decirles todo lo que sabes! ¡Yo sé que ellos entenderán! –me pide con suma urgencia, como si se tratara de un encierro de vida o muerte.

–¿Qué dices Armin? ¿Qué está pasando? –le cuestiona Elaine. Su miedo se va transformando en ansiedad; y lo sé por la forma en que me abraza y la velocidad en que sus pulmones se contraían.

–¡¿Escucharon?! ¡Dijo que va a aniquilarnos!

–¡Tienes razón, yo también lo escuché! ¡Ese desgraciado quiere devorarnos!

¿De qué están hablando? No entiendo nada...¿Por qué todos nos apuntan con sus armas? Además...son las armas para matar titanes. ¿Por qué me miran de esa forma? Qué demonios...¡¿Qué demonios ocurre?!

–¡Cadete Jaeger! –exclama con una rígida voz, nadie más y nadie menos que Kitz Weilman. Uno de los capitanes de las tropas de guarnición. –¡Y ustedes también: Ackerman, Arlert y las hermanas Einar! ¡Sus presentes actos representan alta traición! ¡¿Qué tienen que decir en su defensa para salvar sus vidas?!

Ninguno de los cinco se atrevía a abrir la boca. Nos atisbamos entre nosotros, esperando a que alguno se atreviera a hablar; pero nadie lo hacia. Ni Mikasa, ni Armin, ni Éclair, ni yo; mucho menos Elaine. Ella mira a los soldados de las tropas de guarnición y a su capitán con demasiado pavor; observa a cada uno de ellos sin ni siquiera parpadear. Cada respiro es más pesado y dificultoso que el anterior. Está teniendo un ataque de pánico. Y cuando ella tiene estos tipos de condiciones, sus dos zafiros lo reflejan a través de la activación de su poder. A este grado, están a punto de tirar a cinco pájaros de un tiro. Literalmente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top