𝐜𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐨𝐜𝐡𝐨


~Tú y yo~

.oOo.

Elaine Einar

No solo eran mis ojos, sino cada centímetro de mi cuerpo que me pesaba al querer levantarme de mi cómoda cama. Ya habían pasado aproximadamente tres días desde aquella misión de rescate, y mis heridas todavía iban en el proceso de recuperación. Era casi de noche. No me apetecía mucho salir por más que mis amigos me lo pedían; les comprendía. Me extrañaban. Se preocupaban por mi bienestar. Momentos previos fui visitada por Sandra y Sasha, quienes estuvieron platicando conmigo para alivianarme la soledad. Por más que estoy agradecida con ellas, no hay compañía alguna que se compare con la de Hannes. 

Lizy se encargó de curarme y de cuidarme el primer día que estuve durmiendo. Fue tanto el cansancio que me invadió a la hora de llegar a Trost que simplemente me desvanecí del sueño en los brazos de Eren, quien también sufrió algunas heridas menores a comparación de Mikasa. Ella si tuvo que reposar. La forma tan espantosa que me narró en qué un titán la apretó hasta crujir sus huesos me hace sentir el dolor. Aunque ella me confesó que el verme ser plasmada contra el pecho acorazado de Reiner fue muchísimo peor. Creyó que por un instante, iba a morir a causa del golpe. No tengo idea como es que sigo viva y en una sola pieza. Me miro al espejo y no puedo creerlo. Me levanto con algo de dificultad de la cama con la intención de ir al baño a tomar una refrescante ducha. Para haberme desmayado a causa del golpe contra la coraza estoy sorprendida. De milagro que apliqué la cristalización alrededor mío antes de impactar. La protección solo consiguió amortiguar el golpe; sin embargo, eso no me salvó de sufrir daños físicos. Por eso es que al instante de desmayarme, el encantamiento que impuse para que la corrida de Reiner y la velocidad de Ymir se redujeran, cesó.

Al encender la luz una vez que me adentro al baño, lo primero que hago es pasar los dedos por mi larga cabellera dorada. Seguía sin poder creer que la dueña del reflejo en aquel alargado y ancho espejo era yo: Una adolescente de catorce años. Ahora que lo pienso, tienen razón cuando dicen que cada vez me parezco a mi madre. Y Hannes me lo repetía incontables veces. Como me hubiese gustado haberle hecho caso antes. Qué terca fui, pero era difícil creérmela quizás por el odio que tenía hacia mi persona tiempo atrás. Creo que ha sido el amor propio que me ha hecho quitarme la venda de los ojos. La forma de mis ojos, mis labios, mi nariz, mi mejilla y mi cabeza. Opto por enseñar los dientes y después apachurrar mis mejillas como una infante. Me veía graciosa sonreír con los dientes nada más porque sí.

–Santo cielo... –mi sonrisa se esfuma, llevando los dedos a mis labios. En verdad me parezco a mi madre.

Nada más bastó con el toque de la puerta del baño para jadear del susto a la par que inflo mis cachetes. Al abrirse, presencio la figura de Eren Jaeger adentrarse en el baño. Sus ceño se frunce extrañado por mi expresión, mas no evita cubrirse la boca para reír.

–¿Qué estás haciendo? –me pregunta entre risas, acercándose a mí para poner los dedos entre mis mejillas. Posteriormente las apachurra y suelta una breve risa por el sonido que mi boca generó al ser aplastada.

–Si tocaras antes de entrar quizás sería distinto. –reprocho, teniendo mi rostro aún sujeto por su mano. –Casi me matas de un susto Eren, te pasas. Estaba a punto de tomar un baño.

–¿Estabas? –sonríe de un modo juguetón.

–¡VOY! –exclamo para sentir sus labios plasmar mi mejilla izquierda en un profundo beso.

–Ve. Te esperaré. –me dice, juntando su mejilla con la mía mientras sujeta mi cintura. Me sorprende la infinita paciencia que tiene conmigo.

–Te aburrirás. –sujeto su rostro, rindiéndome ante sus muestras de afecto.

–Si supieras cuantas veces me leí tu libro solo en tu habitación sin que te dieras cuenta. –dice, apartándose de mí pasa salir de mi baño y cerrar la puerta.

Mientras más pienso las cosas, menos conseguiré algo a cambio. Repaso los días previos y me causa una especie de cosquilleo en mi interior. No puedo creerlo. Todo eso sucedió justo antes de otra de las miles de tragedias que vendrán en el futuro. Y no necesito de mi sello para asegurarlo. Hasta Levi lo dijo alguna vez: "No sé qué opción debes elegir. Nunca podría aconsejarte sobre eso...No importa qué tipo de sabiduría te dicte la opción que elijas, nadie podrá decir si es correcta o incorrecta hasta que llegues a algún tipo de resultado de tu elección." Se acercan tiempos peores y jamás sabremos cuán duro será el costo para saber la verdad oculta en las murallas. Temo fallar. No quiero volver a fracasar ni que la gente me recuerde como la Einar más mediocre de la historia.

No, no Elaine. Escucha. Tú eres buena. Tú eres lista. Tú lo vales todo. No dejes que la opinión ni la traición ni la pérdida de otros te consuma por dentro y te deje sin nada. No sientas. No sientas. No...sientas.

Me llevo la mano a la sien, apartando mi mojado cabello del rostro con un semblante decaído.

¿Qué estoy haciendo?...¿Por qué?...¿Por qué tengo que fingir que nada me sucede por la cabeza? ¿Por qué no puedo ser transparente como lo fui en la habitación de Lizy? ¿Qué me sucede? ¿Por qué quiero superar las cosas como si me cayese el anillo al dedo?

Milieus, Daz, Thomas, Mina, Marco, Auruo, Gunther, Erd, Petra y ahora Hannes...extiendo los dedos de la mano. Ya van diez. Diez personas que vi morir frente a mí siendo una soldado. Y si tengo que contar a la señora Carla y al abuelito de Armin, ya serían doce. Gratifico que al usar mis zapatos no veo los dedos de mi pie. Porque si vagase con los pies descalzos, tendría que seguir contando las almas de aquellos que próximamente se irán de mi lado. Y mis lágrimas, su derrame será tan potente y veloz como el agua saliente de la regadera que cae por mi cuerpo, hasta mojar la última célula de mi existencia.

¿Por qué pienso de esta manera? Se supone que soy una niña positiva. Una niña que siempre trata de buscar el lado bueno de las cosas. ¿Acaso estoy dudando de mi propia personalidad? No, esto no puedo ser posible. No puedo perder la esencia de lo que soy realmente. Soy Elaine Einar Smith. La hija de Elior Einar y Elizabeth Smith. La hermana gemela de Éclair Einar. La sobrina del comandante de la Legión de Exploración Erwin Smith. La ahijada de Hange Zoe. Yo soy positiva. Yo soy alegre. Tengo a mis amigos conmigo. Tengo a Eren a mi lado. A Levi. A Lizy.

Yo no estoy sola. No estoy sola. Por supuesto que no estoy sola. No...no estoy sola. Pero me siento sola.

Tomo una bocanada de aire. Levanto mi rostro, plasmando una expresión firme. No tengo tiempo para decaer en la debilidad. Cierro ambos grifos de la regadera al concluir con mi aseo personal. Exprimo el exceso de agua de mi cabello y agarro la toallas más cercanas a mí; una para mi cabello y otra para secar y envolver mi cuerpo. Me seco, aplico crema corporal en mi cuerpo, cepillo mi cabello, me visto y realizo mi limpieza facial nocturna. Una vez concluida la última labor, me rocío perfume en las muñecas y en mi torso para posteriormente, aplicar el bálsamo sabor cereza en mis labios como acto final. Contemplo una vez más mi reflejo en el espejo. Ahora si debo dejar que cicatricen esas heridas y mi cuerpo reposar.

Eren debe de estar esperándome...

Abro con cuidado la puerta del baño donde el exceso de vapor se escapa hacia la oscura y pero ligeramente brillante habitación. Apago la luz para salir por completo de ahí e inhalo profundamente.

Un momento...ligeramente brillante...¿Y qué es ese olor?

Tallo mis azulados ojos. Estoy en shock. Esto no puede ser posible. Mi boca se abre y jadeo mirando a mi alrededor. Mi habitación no estaba tan ordenada como lo está ahora. En las mesitas de noche y en las esquinas de la habitación habían pequeñas velas con la flama deslumbrando de las mechas. En mi ahora tendida cama, un precioso y vivo ramo de flores reposaba encima. Eran flores de muchos colores y de distintos tipos. El olor me llega a mis vías respiratorias; respiro profundamente y embelesada no solamente por el aroma, sino por el dulce detalle. Camino hacia el pie de mi cama, inclinando mi torso hacia adelante para tomar el ramo entre mis manos. Cierro mis ojos, inhalando profundamente. El aroma era hermoso; me transmitía paz. Sonreía como una idiota ante tanta belleza frente a mis ojos; una pequeña risa se escapa de mi garganta. La puerta se vuelve a abrir, haciéndome dejar el ramo de nuevo en la cama para girar el torso hacia atrás con tal de ver de quién se trataba. Al verlos entrar con un gran plato cubierto cada quien y con sus pijamas puestas, mi risa simplemente incrementa.

–¡La cena está servida mi lady! –dice el chico oji meloso dejando su bandeja en mi escritorio en compañía de Sasha quien deja el suyo. Llevo la mano derecha a mi rostro sin dejar de reír.

–Enserio están locos chicos. –comento risueña, viendo como el par después de dejar aquellas bandejas de plata, se acercan a mí para abrazarme entre los dos.

–Solo finge que nosotros no trajimos nada. –Sasha me susurra de forma disimulada sin despegar el ojo de la entrada. –Si descubren que estuvimos metidos casi cuatro horas enteras en la cocina, el capitán Levi nos obligará a barrer y a trapear el cuartel tres veces seguidas.

–¡Auch! –exclamo, sobando mi antebrazo izquierdo después de recibir un diminuto golpazo por parte de ella.

–Esto es por no habernos dicho que te pusiste de novia. –la pelirroja castaña se cruza de brazos.

–¡Les juro que les iba a decir cuando todo se calmara! ¡De veras! –me excuso.

–Pues a la próxima no te diré si me llega a gustar alguien más fíjate. –Sasha saca la lengua en un modo travieso. Pero yo sé que ella solo está bromeando.

–Ok, Samuel... –Connie y yo cubrimos nuestras bocas riendo en voz baja por su comentario.

–¡Ey! –exclama Sasha en reclamo. Agarro su rostro y me acerco a ella para besar su mejilla.

–¿Sabías que eres la amiga más hermosa y preciosa que tengo? –le cuestiono, apachurrando sus cachetes con ternura.

–¡Ayyy! ¡Te quiero tanto Ellie! –me abraza de lado y yo a ella, llamándome por el apodo que Armin creó para mí.

–Bueno ya, ya, ya, ya. Dejen las niñerías para otro rato. –Connie se interpone en medio de las dos. –Elaine tiene una cita que acudir y nosotros ya nos estamos yendo.

–Esperen, ¿Cómo que cita-? –pregunto extrañada por lo último.

–¡Nosotros no estuvimos aquí! –exclama Connie empujando a Sasha por la espalda hacia la salida de mi habitación mientras que ella le reclama que no fuera tan brusco.

–¡Buena suerte Ellie! ¡Hasta mañana! –se despide la pelirroja castaña con la mano antes de cerrar la puerta.

Vuelvo a reír una tercera vez, caminando hacia el pie de la cama. Agarro de nuevo el ramo que caramba, está tan hermoso. Son estos tipos de detalles que jamás creí que alguien haría por mí. Yo lo veía lejano, incluso imposible. Esto es...tan perfecto.

–¿Te gustó? –mi sonrisa incrementa en el segundo en que mis tímpanos distinguen su melodiosa voz. Ahí lo veo a él. A Eren adentrarse en la habitación con un par de copas en su izquierda y una botella en su derecha. –Han pasado semanas desde la primera vez que salimos y bueno... –deja las pertenencias a un costado de las bandejas. –Como fue Hannes quien nos organizó la primera cita...quise hacer esto con algunas cosas que logré comprar con los ahorros que tengo de él.

–¿Alguien te dejó salir? –pregunto sin eliminar mi sonrisa pasmada.

–Jean se hizo pasar por mí para cubrirme, Lucian e Historia me acompañaron al pueblo a comprar los ingredientes y entre todos me ayudaron a preparar lo necesario. –enumera los acontecidos con los dedos de la mano.

–¿Dejaste a Sasha estar en la cocina? –cubro mis labios entre risas.

–"¡Sacrificaré mi hambre por el poder del amor!" Eso fue lo que dijo. –levanta los hombros enunciando sus palabras. Vuelvo a reír. Definitivamente es algo que Sasha diría. –¿Y? ¿Te gustaron las flores? –su verdosa azulada vista cambia hacia el objeto que llevo en manos.

–Están hermosas Eren, gracias. –sonrío cautivada por el hermoso detalle.

–Atrás del cuartel hay un vivero. –me explica, señalando con el pulgar derecho hacia atrás. –Como la actividad en este castillo crece cada vez más, están comenzando a sembrar todo tipo de cosechas. Desde flores y plantas hasta árboles, frutas y verduras.

–No tenías porqué hacerlo Eren. –comento sin quitar la vista de las preciosas flores en mis manos. En cambio las suyas, ponen en el lado derecho de mi cabeza entre mi cabellera suelta, una pequeña begonia rosada.

–Lo hago porque me encantas. –sus dedos recorren mi quijada hasta sostenerla. –Ni creas que esto lo último que recibirás de mi parte. –sonrío embelesada sin despejar los ojos de su bello rostro. –Además... –le oigo decir. –Tenía muchas ganas de planear esto, pero jamás tuve el momento de llevarlo a cabo.

Lo veo y me da algo en el corazón. Eren estuvo planeando esta sorpresa desde ya hace tiempo y no tuvo la oportunidad de hacerlo. Toda esta maravilla...lo hizo con parte de los ahorros que Hannes le convidó.

Hannes...¿Estas viendo lo mismo que yo?

Dejo el ramo de flores en la cama y me abalanzo hacia el chico delante mío. Lo abrazo tanto al grado de casi perder el equilibrio junto con él, pero sus audaces brazos me atrapan y me elevan del suelo como si fuese una infante. Él me tenía en el cielo, pero él era mi mundo entero. Y verlo desde aquí, hace que mi amor por él se vuelva cada vez más fuerte. No me importaba estar con la pijama puesta, con el cabello sin peinar y con mi rostro sin maquillar. Para Eren, ya me veía perfecta ante sus ojos.

–Eres un lindo, ¿Lo sabías? –sonrío, contemplando su bella mirada.

–¿Tienes hambre? –me pregunta risueño, manteniéndome alzada. Asiento como respuesta para sentir sus brazos bajarme al suelo con sumo cuidado.

Su mano me guía al escritorio, donde yace la cena dentro de ese par de bandejas que son removidas por él. Claro que no eran los platillos más finos, sin embargo el aroma de las milanesas de pollo, el puré de papas y la pasta con queso era delicioso. No solo de la cena, sino de las galletas con chispas de chocolate recién horneadas. Esto me lleva a mi noveno cumpleaños, cuando Eren y mis mejores amigos decoraron mi habitación y organizaron toda una fiesta sorpresa después de haberla pasado mal esa tarde. Ahora que estoy consciente de que hubieron más implicados, me llena el corazón de jubilo. Cada galleta venía con las iniciales de nuestros amigos y uno que otro garabato realizado con el chocolate que sobró. Me da un poco de lástima pensar que fui la única que no estuvo ahí. Pudimos haber hecho un nuevo y lindo recuerdo como grupo. Pero me llevo en mi corazón el detalle de cada uno de ellos. Nos sentamos en las dos sillas pegadas a la mesa. Mientras ayudaba en servir las porciones correspondientes, Eren ayudaba en servirnos la bebida en esas pequeñas copas.

–No sabía que te gustaban los frutos rojos. –le paso a Eren su plato.

–No suelo tomarlo mucho si te digo la verdad. –observa la botella en sí, girándola para leer los ingredientes en su contenido. –Diablos...si el chavoruco achispado estuviera aquí se lo tomaría como agua. –dice en una triste tonalidad. Lo veía de lado. Sus ojos se mostraban decaídos pese a su leve sonrisa. La muerte de Hannes también le afectaba, pero sé que se abstiene de manifestarlo solo por mí. Termina de servir los tragos, pasándome uno de los envases.

–Gracias. –le gratifico, atrayendo mi silla hacia la derecha para estar más cerca de él. –Wow. Sigo sin poder creer que los chicos te ayudaron a cocinar todo esto.

–Si supieras todo lo que tuvimos que hacer. Ellos también tenían que darse el lujo de cenar algo delicioso. –suspira, negando por el cansancio de tan solo acordarse. Río brevemente por su facción, solo que al verlo traer su copa hacia mí, imito su acción sujetándolo de lado. –Ay Ellie...el que seas mi novia todavía se me hace un sueño. –ladeo un poco mi cabeza hacia la izquierda, sin despegar mis azulados de su semblante. En sus ojos se reflejaba la llama de una de las velas ubicada en el centro del escritorio. Su mirada es profunda. Se veía tan guapo. –Me alegra que te haya encantado la sorpresa. –acaricia mi mejilla derecha.

–Sabes que a mí siempre me fascinará todo lo que hagas por mí. –mis mejillas se ruborizan.

–Por una larga vida juntos... –alza con delicadeza su copa, sin quitar de sus labios esa sonrisa que todos los días me enamora.

–Por una larga vida juntos... –repito dulce y suavemente. Inclino mi copa hacia adelante como él, teniendo de fondo el tenue sonido de los cristales al juntarse.

El hecho de cenar a su lado era tan entretenido, divertido; mágico. Su forma de hablar me hacía perderme en sus palabras. Degustábamos el manjar en conjunto, reíamos sin parar; charlábamos sobre cualquier tema o chisme que se nos viniera en la cabeza. Fueron semanas bastante duras, pero se siente como si pasó una eternidad desde la última vez que tuvimos una plática larga y amena. Desde niña, su compañía hacía mis días más felices. Incluso después de la caída de la Muralla María, Eren fue el principal causante de que mis penas se esfumaran con el viento. Recuerdo cada noche que nos dedicábamos a mirar las estrellas; lo remembro y me da tanta ternura. Después de habernos conocido, siempre estuvimos juntos. Hemos pasado tantas cosas lindas y feas; crecimos a la par en una amistad que años después se tornó en algo mucho más. Siempre lo supe, pero mi orgullo me impedía abrir los ojos. Y ahora que lo tengo frente a mí riendo y charlando como si no hubiera un mañana, veo a través de sus ojos ese niño que veía la Legión de Exploración como un sueño frustrado. Era sin duda una sensación bonita; llena de inocencia y dulzura. Cada roce generado por nuestras manos hacia la piel de ellas y de nuestros rostros, me aceleraba el pulso. Me hacía confirmar que Eren Jaeger, era el único capaz de activar las mariposas en mi corazón y en el estómago.

Nos comimos absolutamente todo en medio de nuestra charla, y la bebida ni hablar. Toda la botella nos la habíamos acabado entre los dos. El deleite me reitera al pasado; a nuestros días en la Clase A, donde todo era simple. Donde nuestras únicas obligaciones eran entrenar, estudiar y ser jóvenes. Todo esto, en lugar de andar contando nuestros días en este mundo.

Colaboro en recoger nuestro desorden, dejando los trastes sucios en la esquina del escritorio lo más ordenado posible. En cuanto a mi ramo, afortunadamente un florero yacía en una de mis mesitas de noche. Lo lleno de agua a cierto nivel y pongo las flores en él, dejando el jarrón en el mismo sitio donde la luz de la Luna se plasmaba en los coloridos pétalos.

Entre los dos nos lavamos los dientes, aunque fue un poco difícil realizar la labor debido a que Eren no dejaba de hacer sus caras graciosas que me hacían atacarme de la risa. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, somos él y yo yaciendo acotados en la cama y cobijados con las blancas sábanas. De forma simultánea nos miramos de frente a frente, quedando de perfil para una mejor visión suya. Esta, era la primera vez que Eren y yo dormiríamos en la misma cama.

–¿Cómo sigues en tu recuperación? –acomodo un poco las sábanas para cubrirnos mejor.

–Bien, aunque de repente me llega el mareo. –frota levemente mi hombro derecho. –Por lo que veo ya está cicatrizando... –señala con sus ojos la herida en mi cabeza provocada por Reiner. A pesar de que mi fleco lo disimulaba, Eren lo notaba con simpleza.

–Sí, un poco. –llevo la mano a mi frente, a la par que siento sus dedos rozar con los míos al querer remover el cabello de mi frente. –Aunque...el dolor no es nada comparado con lo que hicieron. Sigo sin poder creer que ellos...

–¿Podemos...cambiar de tema, por favor? –me pide, a lo que le niego su petición. –Elaine... –me suplica.

–Necesitas desahogarte Eren... –exteriorizo, dándome un par de cachetadas mentales. Le estoy pidiendo que haga algo que ni yo misma puedo hacer. –Veo tus ojos, están sumergidos en el odio y el dolor. Quieres entender el por qué Reiner y Bertolt hicieron una cosa así. El por qué Ymir terminó yéndose con ellos y no se quedó con nosotros. –pauso. Trago algo de saliva. –Ellas...en verdad se querían mucho como nosotros nos queremos. –musito, observando la unión de nuestras manos en el centro. –Pobre Historia... –pienso, sintiendo un calentón en mi garganta. –Yo las vi cuando tomaron caminos diferentes. Ymir en verdad quería quedarse, lo sé... –inhalo y exhalo profundamente. –No lo entiendo...¿Qué querían ellos de Ymir? ¿Qué es lo que querían de nosotros y de Éclair?

–Me importa un bledo lo que querían esos cabrones con nosotros... –lo veo manifestar el odio y el rencor en un hilo de voz. –Perdóname... –suspira, disculpándose por su contestación. –Yo intento olvidarlo todo. Trato de olvidar todo el coraje que le tengo a esos traidores de mierda...pero, al final termino sintiendo un enorme vacío. –ahora era él, quien le cede el permiso a sus sentimientos ser revelados a través del llanto. –Elaine...lo dejé morir. Dejé morir a Hannes, y no hice nada... –observo las lágrimas brotar de sus ojitos. El corazón se me estruje. –Me arrepiento haber dado por hecho su arrogante presencia. Daría lo que fuera para volver a llamarlo "chavoruco achispado", para decirle "Gracias por todo", para desahogarme con él y reprenderlo por estar ebrio. ¿Por qué?...¿Por qué tiene que pasarnos todo esto?

¿Cuándo fue la última vez que vi a Eren quebrantarse de este modo? No lo sé. Eren puede ser muy sentimental cuando se abruma o cuando lleva bastante tiempo queriendo guardarlo todo. Me causa aflicción lo que sucede. Al igual que yo, Eren parece estar cambiando con el paso de los días. Quiero negarlo, pero es cierto. La llama en su interior se apaga de a poco por más que intenta mantenerla viva. Su hambre y sed de venganza lo han echo hacer cosas inimaginables. Es tanto el rencor que siente que a veces me asusta sin saber el motivo. Ahora ya no se trata solamente de los titanes. La humanidad se ve envuelta en este confuso laberinto. Pensándolo bien, Connie entró a mi habitación sonriendo como suele hacerlo. Cuando supe por parte de Sandra la teoría de que los titanes que rondaron en la noche y atacaron a mi hermana y al resto eran provenientes de su pueblo, estuve casi cinco minutos en pleno shock. Pobrecito...él no se merece saber una noticia así. Pero...el saber que es posible que todos los titanes siempre fueron humanos, me enchina la piel.

Lloraba con sumo cansancio. Estaba exhausto. Sus sutiles sollozos resonaban por mis tímpanos. Sus ojitos estaban cerrados mientras las lágrimas seguían brotando. Acerco mis manos a su rostro, pasando la yema de mis pulgares por sus mejillas para secarlas. Abre lentamente sus verdosos azulados. Su pecho se contraía por el llanto. Eren se veía como un pequeño después de despertarse de una cruel pesadilla que desgraciadamente, no lo era.

–Está bien... –es lo primero que se me ocurre decirle. Quería convencerme a mí misma por igual. No puedo fallar con mis palabras. –Me siento tal y como tú te sientes... –le confieso con el mayor de los pesares. –Yo también estoy en medio de una lluvia de aflicción que cada mañana que despierto, no sé qué hacer para detener a las voces rondando por mi cabeza. Esas personas que me visitan cuando sueño...no me dejan tranquila, me nombran una y otra vez. No sé quienes son... –añado, cautivando su atención. –Pese al esfuerzo, aquellos quienes vi morir tampoco me dejan en paz. Es como si me estuvieran persiguiendo desde el más allá. Sobretodo Marco... –testifico, acariciando con lentitud el rostro de mi amado. –Cada noche, me miro al espejo...y lo único que siento es repulsión, odio, coraje...culpa. Culpa por no haber abierto la boca. Por no haber podido salvarlos cuando tuve la oportunidad. –dejo ir un suspiro, penetrando la mirada en sus verdosos azulados. –Eren...¿Es normal sentirme viva estando mal? –mi pregunto lo toma desapercibido. –Aunque sea por una noche... –mis dedos pasan por su sedosa cabellera chocolate. –Quiero olvidarme de todo...y que solo seamos tú y yo. Pero no sé qué hacer... –susurro en un hilo de voz.

Eren me atisbaba con la boca levemente abierta. Las lágrimas habían cesado en caer. Sus ojos estaban cristalinos, resaltando mucho más el verdoso azulado en ellos. Fueron segundos de repleto silencio, hasta que lo veo levantar su torso de mi cama, haciéndome quedar acostada boca arriba. Sus codos se apoyan en mis costados, hasta que pausadamente deja caer su cabeza en mi pecho. Puedo sentir mis mejillas calentarse y mi corazón precipitarse.

–Tu corazón...está latiendo rápido. –lo escucho murmurar con pesadez, pero al mismo tiempo con tranquilidad. Mis dedos pasan por su cabello acariciándolo por unos breves segundos. Eren se levanta, apoyándose con sus codos estando arriba mío. Nuestros rostros se mantenían cercanos. Nuestras tenues respiraciones apenas se mezclaban. Vuelvo a acercar mis manos a su semblante, apreciando su esencia a través de las caricias.

–Tu cara se siente cálida...pero no estás resfriado. –mis ojos bajan la mirada hacia sus rosados y carnosos labios, tentándome. Mis dedos los tocan, pasando las yemas en un tacto que me agitaba.

–Sigues siendo tan hermosa como el día que te conocí...no has cambiado nada. –sujeta mi quijada. –Yo también... –lo observo confundida. –Yo también...quiero olvidarme aunque sea por una noche de todo...y que solo seamos tú y yo. –sus palabras eran sinceras, pero sólidas como su forma de ser. –Joder... –musita. –¿Cómo le haces para hacerme sentir tan vivo? –me interroga, haciéndome sonrojar. –Haces que todo tenga un propósito. Me haces vivir por un sueño. Aspirar a un futuro sin titanes y lleno de felicidad. Si supieras...lo mucho que me vuelves loco.

–Eren... –lo nombro, siendo ahora él quien pasa la yema de su pulgar por mis labios.

–No digas nada... –murmura. –Dejemos todo atrás por un momento. Que seamos solo tú y yo. Elaine... –se inclina hacia adelante, haciéndome entrecerrar mis ojos como los suyos.

–¿Sí?... –mascullo.

–Seamos uno mismo...hoy, mañana y siempre. –sus labios se superponen sobre los míos. –Déjame estar contigo... –susurra contra mi boca para finalmente robarme el aliento con un beso.

Nuestros labios encajan a la perfección. Nos besamos con una necesidad y sutileza que esperábamos sentir. Mis manos se posan en sus mejillas, mientras que las suyas rodean mi cuello. Ya no había prisa alguna, ni titanes invadiendo a estas horas, mucho menos nadie despierto. Esta, era una sensación que solo Eren Jaeger me hacía sentir. El deseo de querer mucho más. Quería más. Quiero más.

Sus besos generaban corrientes eléctricas en mi sistema. Sus cariño generaba fuegos artificiales en mi cerebro. Es tanto el amor que siento por este chico que ya no me importaba nada en absoluto. Ni las muertes, ni los titanes, ni el sótano, ni mis padres, ni la traición de Reiner y Bertolt, ni el Sello del Zafiro; nada. Solo ser amada por él. Su tacto me hacía sentir frío y a la vez calor; me desvestía hasta el alma.

Cuando abría sus ojos, podía ver sus pupilas dilatadas. Me admiraba como el ángel más hermoso en el mundo. Idolatraba a la niña delante suyo, y yo me embelesaba por el niño delante mío. Nuestras miradas se cruzaban en un amor puro, nuestros labios se encontraban y se atrapaban en infinitos besos. Cada uno era más delicado que el anterior y cada muestra de afecto me recalcaba una sola cosa en la cabeza: Que yo era suya.

–Por favor Elaine, ayúdame... –susurra. –Ayúdame a olvidar. –me suplica con la mirada.

–No temas. Estoy contigo... –acerco su rostro al mío y lo beso por breves segundos. –Yo también tengo miedo, pero estoy dispuesta a arriesgarme por ti. Yo también quiero olvidarme de todo. –digo clara y segura.

–Te amo... –musita sosteniendo mi rostro, siendo la primera vez que enuncia aquellas palabras con firmeza y sentimiento. Mi corazón se regocija a la par que mis ojos se humedecen.

–Yo también... –replico conmocionada. Sus labios vuelven a atrapar los míos.

Y así fue. Así fue la noche en que nuestras almas decidieron convertirse verdaderamente en una por primera vez. Fue algo extraordinario; algo sacado de la ficción. Todo era con tal de abandonar el dolor y reemplazarlo a través del gozo. Se sentía tan bien apreciar el amor de Eren Jaeger en carne propia. Así como él exploró todo de mí, yo también exploré todo de él. Las estrellas brillaban más que nunca, siendo testigos de una promesa de amor ser sellada para ser irrepetible. Ni en dos mil años más, podré encontrar a un ser como él. Siempre supe que Eren fue el que yo siempre quise y donde siempre quería estar. Él era todo lo que yo quería, mas no sabía si era lo que necesitaba. Ambos éramos consumidos por la pesadumbre, siendo el escape de la realidad del otro. Él era todo: Mi luz, mi camino, mi amor y mi felicidad. Me lo repetía una y otra vez, y sabía que no me equivocaba.

Las sábanas nos volvieron a cubrir, en lo que nos abrazábamos a causa de la ventisca nocturna. Sentía su pecho subir y bajar con delicadeza; mi sonrisa se negaba a borrarse. Subo mi cuerpo con cautela para verlo mejor sin despertarlo. Sus ojitos están cerrados y su boca entreabierta. No suelo ser yo la que se queda despierta hasta el final, pero verlo dormir me enamora mucho más. No lo podía creer; simplemente no podía.

Una parte de Eren, ahora me pertenecía. Lo que creí que jamás pasaría, pasó. Entregarnos en cuerpo y alma parecía un sueño lejano, y ahora puedo confirmar su realidad. Su piel en contacto con la mía me traía calidez; sobretodo al estar entre sus brazos. No me arrepiento en absoluto haber elegido a Eren, porque sé que lo aceptaría infinitas veces más. Finalmente los ojos terminan en pesarme, haciéndome caer rendida en un profundo sueño de paz. Ya no puedo esperar a que llegue la mañana siguiente para que el verdoso azulado de sus ojos sean lo primero que veré al despertar. Y eso, es más que suficiente para afirmar que este mundo, no es tan malo si estamos juntos contra todo...¿O sí?

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