𝐜𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚
~Sin opción~
.oOo.
✧Elaine Einar✧
[Tiempo presente]
Jadeo.
Mi espíritu regresa al presente.
Mi cabeza no para de dar vueltas. Mi consciencia no puede estar más confusa de lo que ya está. Todas esas imágenes se sintieron tan real, pues hace ocho meses fue que se dio lugar aquel incidente en la montaña. Sí. Ahora lo recuerdo bien. Yo no estaba completamente inconsciente cuando Krista, no...Historia, me llevaba en su espalda. Esa conversación lo recuerdo tan bien como la primera vez que en mi diario, anoté cada palabra salida de su boca y la de Ymir. Mismas que fueron selladas entre ellas en el momento en que descubrí de ellas, parte de una verdad que ahora temo descubrir. Entiendo que el Pastor Nick dio órdenes a mi padre de encerrarme en casa. Pero no sabía que mi presencia se mantenía en la mira de seres desconocidos que para la pequeña joven de ojos azules, podrían serlo. Alguien quiere terminar con nosotras. Y esto sí que no puedo mantenerlo oculto para siempre. Ahora, nuestro enfoque es rescatar a nuestros amigos. Tengo que contárselo a Éclair.
De mi garganta se escapa otro jadeo, a la par de que sostengo las riendas de mi yegua Kiara. Quien después de tiempo, por fin pude darle un descentre pero fino y precioso nombre. Mis zafiros se activaron en automático, mi alma palpitaba al ritmo de mis latidos. Algo me llamaba a lo lejos. No era una voz, sino ciertos objetos. Sus pulsos vociferaban mi ser. Definitivamente, mi misión como portadora del Sello del Zafiro, va a estar mucho más grueso de lo que tío Erwin tiene en mente.
–Hay una torre donde podemos acceder a la muralla. –oigo a Hange cabalgando y a la vez, observando una pequeña libreta de notas a escasos metros de nosotros; teniendo a Moblit sujetando una antorcha a su lado derecho para iluminar el camino de ambos. –Está en un castillo abandonado que se encuentra al suroeste. Vamos a ir al castillo Utgard. –enuncia el nombre del destino al que se dirigen.
–¡Milagro que pude llegar en una sola pieza! –ríe Sasha a mi lado derecho. –No saben cuánto los extrañé estando allá, pero claro Elaine. A ti te extrañé mucho más. –sonríe con nervios a que me molestase por lo primer dicho. Aunque claro que no lo haría; es mi segunda amiga más cercana después de Mikasa a pesar de todo.
–¿Ubicaste algo importante? –pregunta Mikasa a mis espaldas, presenciando el brillo de mis ojos reflejarse de lado debido a la posición de mi cabeza.
–Detecto uno...no. Tres zafiros titánicos a lo lejos. –inmediatamente me auto corrijo, dejándola perpleja. Mi ojeada cambia disimuladamente hacia Sasha, quien fue llamada por la voz de Armin en un saludo. Lo cual ella se distrae en el intercambio de palabras.
–¿Qué? –pregunta, cerrando la formación para charlar mejor. –¿Estás completamente segura de que son tres?
–Por favor Mikasa, ¿Cómo voy a mentir con algo tan serio? –le cuestiono. –Si consigo recuperarlos, habré conseguido la mitad de los que requerimos. –mantengo la vista hacia el frente. –La extinción de los titanes depende solo de mí. Debo encontrar todos los zafiros lo más pronto posible.
–Elaine... –murmura sutilmente mi mejor amiga. –Hay algo que debes saber antes de llegar.
Una fuerte y deslumbrante explosión capta las miradas de todos los soldados, pero más a mí. No...esa no fue una detonación cualquiera. Lo sé. Lo siento. Esos colores sin duda son como los de aquellas veces. Son los mismos tonos cálidos que encubren a Eren cuando se transforma y los mismos que rodeaban a Annie una vez que su piel se rasgaba con ese anillo. No cabe duda que a lo lejos, hay otro titán inteligente. ¿Pero quién será?...
–¡¿Qué fue eso?! –Moblit lleva la mano por arriba de sus ojos para ver mejor.
–¡Aceleren la velocidad! ¡Tenemos que ayudar a nuestros camaradas!
–¡SÍ! –afirmamos ante el mandato de Hange delante nuestro.
Todos movemos las riendas de arriba hacia abajo, sentíamos cómo los caballos volaban en tierra firme mientras que el viento azota nuestras caras. La adrenalina corría por mi cuerpo, pero mi corazón no para de latir por la incertidumbre. Todo este tiempo, estuvimos rodeados de titanes inteligentes y nunca nos dimos cuenta. Pero lo que más me inquieta, es que Éclair está ahora mismo en ese castillo luchando para no morir. Tanta es la ineptitud que me persigue. Es mucha la culpa que siento por no haberme ido a esa misión. Debí haber sido yo la que debió acompañarlos, y no ella. Aunque...hay algo que no me cierra. ¿Cómo es posible que de noche hayan titanes activos? Es imposible. Por más que quisiesen rondar libremente de noche de veras que no se puede. Esto no me huele nada bien...
–¡AY NO! –grita Armin. –¡MIREN! –una vez más veo hacia lo lejos. Cada vez estamos más cerca de nuestro destino. Sin embargo, una lluvia de escombros sale de dicho sitio.
–¡LA TORRE SE ESTÁ CAYENDO! ¡DEBEN DE HABER TITANES Y PERSONAS AHÍ! ¡TENGO QUE IR A SALVARLOS! –vocifera Eren con toda la intención de llevar la mano a su boca.
–¡Detente! –le pido, lo cual se congela. –Algo no me cuadra bien. La energía en este campo es irregular. Pesada para describirla. Por favor te pido que aguantemos hasta llegar. –le ruego, sin despegar los ojos de él. –Créeme, yo también quiero salvar a nuestros amigos. Pero mi hermana me espera y ella también corre peligro. Si de veras no quieres exponer a nadie y quieres tener una buena lucha para más adelante, mejor hazme caso a mí. –Eren me mira indeciso, pero a la vez quería tomar una elección.
–Ella tiene razón Eren. –su cabeza gira hacia Hange. No lo ve a él, pero puede leer sus expresiones sin tan siquiera verlas. –Tenemos que confiar en sus instintos ahora mismo. No podemos permitir que tú y ella formen parte del ataque por ahora. Deben recuperar totalmente sus fuerzas si queremos otra victoria segura.
–¡Sí señora! –Eren asiente finalmente. Nervioso, pero lo hace.
Aguántame Éclair, ya casi llego.
No supe en qué momento el sol comenzó a salir para darle la bienvenida a un nuevo día. El paisaje se veía precioso, mucho más los colores del cielo. Todo se veía tan verde, fresco y vivo. Lástima que los titanes tengan que opacar la belleza de la naturaleza. Sin ellos, todo se vería y sería mucho mejor. Lastimosamente la coyuntura no me permite gozar la preciosa vista. Esa misma que un sinfín de recuerdos se registran en mi cabeza como la tinta de un libro en pleno proceso de creación. Veía como Mikasa, era la primera en adelantarse al sangriento escenario gracias al impulso generado de sus equipos de maniobras. Llegó hacia un gran titán como un ave, partiendo su nuca en dos con sus largas y filosas cuchillas. Al momento de caer, aterriza encima de su cuerpo inmóvil. Según mi hipótesis, los chicos se localizaban entre la espada y la pared. Un fuerte suspiro de alivio sale de mi garganta. Ahora solo falta acabar con estos titanes de una sola vez.
–Todos retrocedan...ahora, déjenos el resto a nosotros. –la oigo decirle a nuestros amigos.
–¡Mikasa! –la nombra la pequeña chica oji azul ante su milagrosa llegada, mirando junto al resto de los colegas como una lluvia de soldados usan sus equipos de maniobras listos para atacar. Veían a todos matar a los titanes al unísono; en una sincronía excelente. Más y más soldados arribaban a la locación recién destruída
–¡Que los otros se dispersen y cubran el área! –Hange alza su hoja izquierda de forma horizontal. –¡El resto de nosotros atacaremos el punto de reunión de los titanes!
–¡Entendido! –afirma uno de los soldados.
–¡Oigan! ¡Ustedes no necesitan ser parte del ataque! –nos grita Hange, percatándose como Eren y yo ahora nos incluíamos por cuenta propia.
–¡Es todo tuyo Eren! –le exclamo ignorando los gritos de mi madrina y dándole la señal al susodicho ahora que mantenía a un titán inmóvil gracias a mi poder. Tenía las manos alzadas, desprendiendo un aura que rodeaba al gigante monstruo. Eren desde las alturas usa sus equipos enterrando la estaca derecha en la nuca del titán.
–¡MUERE! –exclama el peli marrón, acercándose a toda velocidad en el aire para desprenderle la piel en dicha sección de una sola estocada. La sangre salpicaba de ahí, haciendo que la bestia cayera inmóvil al sucio piso. –¡WUJUUU! ¡LO LOGRÉ! ¡MATÉ A MI PRIMER TITÁN! –exclama a los cuatro vientos con una enorme sonrisa. –¡ELAINE! ¡POR FIN LO LOGRÉ! ¡¿VISTE ESO?! –me llama en lo que yo festejaba y aplaudía su logro desde tierra firme.
–¡ESO ES TODO MI AMOR! –alzo el puño en regocijo y celebración. Solo que mi expresión cambia rápidamente al ver cómo su estaca roza con otra. –¡EREN CUIDADO! –este oye mi advertencia, solo que no le da tiempo para aterrizar bien. Su falta de equilibrio provoca que Eren chocara contra mí, haciéndonos rodar entre los escombros hasta quedar los dos tendidos en el piso. Malamente a Eren le toco amortiguarme la caída, pues mi cuerpo terminó encima del suyo sintiendo en seguida sus manos rodear mi cintura.
–¡IDIOTAS! ¡LES DIJERON QUE NO ATACARAN! –nos grita otro de los soldados grandes yendo a otra dirección con sus equipos de maniobras tridimensionales. Después de escuchar el regaño, nos observamos a los ojos para reír a carcajadas. Dejo caer cautelosamente mi peso, abrazándolo. Eren se reincorpora teniéndome en sus brazos.
–Demonios...enserio estamos locos. –lo oigo musitar, apartándome un poco para dedicarle una suave sonrisa. Acto que Eren imita embelesado, llevando su mano a mi mejilla izquierda.
–¡Oigan! –ambos volteamos la ojeada. –¡Eren, Elaine! –nos nombra Connie, acercándose al igual que Lucian, Bertolt, Sandra y Reiner, quien tenía el brazo derecho vendado. Eren me ayuda a levantarme del piso.
–¡Amigos! –exclama mi pareja viéndolos llegar.
–Vaya hermano, pensé que nunca llegarían a tiempo. No saben todo lo que pasó cuando ustedes no estaban. Estuvo bien loco y horroroso. –expresa Lucian en un tono alivianado pero nervioso, viendo como Sandra se acercaba para envolverme en un abrazo.
–Lo importante es que están todos a salvo. –respondo ante la contestación de Lucian y el abrazo de Sandra. –¿Están todos bien?
–Sí, pero Reiner fue mordido por un titán. –explica la peli marrón de ojos azules, haciendo que mi mirada se fijara en el brazo del susodicho. –Krista por fortuna logró curarlo un poco; pero tendrá que ser atendido por un médico.
–Descuida Sandy, esto no fue nada. –suspira el oji dorado. –Es una dicha verlos a ustedes dos tórtolos en una sola pieza.
–¿Elaine?...
Su sutil voz me llama a varios metros alejada de los chicos, sus ahora verdosos ojos me observaban detenidamente. No sabía qué iniciativa dar. Había algo en ella que no cuadraba, y no solo era el cambio en su color de ojos; sino en su esencia. La veía frágil, pero a la vez insegura de si aproximarse o no. Sus dos coletas estaban algo despeinadas, y aún así se veía hermosa. El verla con vida, causaba una fuerte sacudida en mi corazón.
–¡Éclair! –acelero mi paso, dejando a mis amigos atrás y tratando de esquivar los ladrillos en el suelo con tal de llegar a ella. Mi hermana también hacía lo mismo para llegar a mí. No bastó más de diez segundo para finalmente aferrarla con todo mi ser y sentir cada segmento de su existencia. Cierro mis ojos a la par que un fuerte calentón invade mi garganta, dejándolo ir en un suspiro.
–No llores. Vas a ensuciarme toda, me avergüenzas... –masculla correspondiendo el abrazo con la extraña pero misma intensidad que yo.
–Perdón pero... –respiro profundamente sintiendo mis ojos humedecerse. –No pude evitar preocuparme por ti.
–¿Por mí?... –se separa, viendo mi rostro lloroso. –Enserio que la batalla en Stohess te hizo muy mal. Trata de al menos tener más fe en mí y no inquietarte tanto. Después de todo estoy a cargo de ti, así que cuidadito con hacer barbaridades.
–Lo mismo digo de ti, cara de ganso. –cruzo los brazos, ahora siendo yo la que la reprende.
–Como sea... –murmura calmosa pero irritadamente. –Así que...Ymir es un titán. –dice, observando desde lo lejos a todos nuestros amigos ver el grato encuentro entre la susodicha y la peli rubia.
–Historia... –murmuro.
–¿Cómo? –pregunta Éclair.
–Historia Reiss...ese es su verdadero nombre. Ahora lo recuerdo...Reiss. –mis ojos se abren levemente. –Todos aquellos recuerdos que creí perdidos, se van esclareciendo uno por uno. No en su totalidad, pero...no comprendo porqué me sé su nombre, o porqué la veo en mis memorias del pasado.
–Eso no tiene sentido. –Éclair lleva la mano a su frente confundida. –Tú estuviste encerrada prácticamente toda tu vida. Raras ocasiones salías de casa. Solo una vez saliste de Shiganshina cuando nos fuimos de viaje con mamá y papá. –sus ahora verdosos ojos me divisan. –Elaine...lo que sucede con tus memorias es algo que me perturba. Algunas cosas las olvidas y otras las recuerdas. Lo mismo pasó cuando te dijimos que Marco había muerto. –jadeo, recordando aquellos gritos que a la fecha me persiguen. –Entraste en histeria diciendo que no recordabas nada. Sin embargo como dijo Jean, hubieron testigos que te vieron ir hacia la dirección donde se encontraba a la hora de la tragedia. –posa las manos en mis hombros. –Elaine, no quiero sonar insistente, pero...trata de recordar algo más. Te lo ordeno...no...te lo pido, por favor.
–E-Eso intento, créeme. –balbuceo. –Para mí también es confuso. Aunque... –me detengo, mirando hacia un punto en el piso. –Lo último que recuerdo de ese momento es...
–¿Qué cosa? –me pregunta.
–Recuerdo estar llorando en los brazos de Annie. La recuerdo llorando con tanta pesadumbre. Estaba muy triste. Me decía una y otra vez que me perdonara...pero luego mis recuerdos me muestran a Reiner y a Bertolt mirar conmocionados hacia algo...o más bien, a alguien.
–Oigan...por qué...¿Por qué ese titán...?
–Se está comiendo a Marco... –recito lo último mencionado en la pregunta de Reiner. Mis ojos se abren tan grandes como platos. Jadeo.
–¿Elaine? –me nombra. –¿Elaine estás bien? –me interroga notando mi cuerpo tensarse y temblar. –¿Te acordaste de algo?
Mis zafiros se enfocan en Jean. No lo veía de frente, pero su corte de pelo era fácil de descifrar a varios metros de distancia. Una fuerte catarsis dentro de mi ser provoca un huracán de emociones que me cuestan soltar. De Jean, me centro en ellos dos: Reiner y Bertolt. Que al girar sus cabezas para divisarme, pude adentrarme dentro de sus energías una vez más. Lo siento. Puedo sentirlo. Un largometraje de recuerdos y de vivencias veo pasar por mi cabeza. Familiares ajenos a mí. Personajes que desconozco. Una banda de titanes inteligentes luchando en medio de un campo extraño de batalla. El lugar se veía oscuro, desértico; raro. Veía a la titán hembra, a Annie correr en medio de una tempestad de balas y raros artefactos que parecían ser mortales. Pero esos titanes...son bastante familiares.
–Éclair...vi lo que estuvieron hablando Ymir y Reiner en ese sótano del castillo. –mis pupilas se encogen, queriendo aguantarme el estallido interior.
–Así al final viste lo mismo que yo... –me susurra al oído, viendo como el par de amigos retomaban la atención hacia adelante. –¿Ves que yo tenía la razón?
–Y eso no es lo peor... –murmuro de forma disimulada. –Madrina Hange y los otros creen que yo no sé la verdad; pero se equivocaron. –concluyo. –No solo fue intuición...pude oír ambas conversaciones al mismo tiempo. Y sobre la disque abertura, es más falso que lo que nos quieren hacer creer. El Pastor Nick, reveló cosas muy fuertes: Una de ellas fue que él fue quien le hizo la sugerencia a papá que me resguardaran dentro de las murallas. Pero no quizo revelar más.
–Esos hijos de puta... –gruñe Éclair cerrando el puño con fuerza. –¿Cómo se atreven a jugar de esa manera?...
–Créeme, yo estoy igual de enojada como tú. Podré ser sensible, pero yo no soy para nada frágil. Y subestimarme es peor de los pecados que pueden cometer en contra mía. –enuncio con un toque de seriedad.
–Elaine... –mi hermana enuncia mi nombre.
–Éclair...tenemos de encararlos. –concluyo.
–¡¿Estás loca?! ¡¿Ahora mismo?! ¡¿Tienes idea de lo que puede pasar con toda esa gente estorbando ahí?! –exclama a murmuras.
–Si los enfrentamos encima de la muralla será peor. Intentarán llevarse a Eren por la fuerza porque hay algo que quieren de él y de nosotras también...¿No es así? –le pregunto con frialdad, regresando la vista hacia nuestros amigos. –Tan solo piénsalo. Qué coincidencia que de lo que cuenta Armin es que justo cuando Reiner escapa de las garras de la titán Hembra, cambia mágicamente de dirección para perseguir al escuadrón de Lizy. Qué casualidad que de ese trío de amigos peculiares, Annie me ha querido llevar con ella a la fuerza pero no a ti. Ahora que Reiner y Bertolt ya no tienen a su amiguita con ellos para completar el trabajo sucio, no tienen de otra más que hacerlo ellos mismos si eso conlleva a revelar sus verdaderas identidades.
–Y vaya coincidencia que Reiner al saber sobre el poder de Eren se ha mostrado interesado mucho en él... –complementa las ideas y jadea en astucia. –¿No querrás decir que-?
–Así es... –asiento, volteando a ver a mi hermana. –Tal como lo viste con la pequeña conversación de Reiner e Ymir: Ellos dos, Bertolt y Annie vienen del mismo lugar, saben el mismo idioma, Ymir sabe toda la relación que hay conmigo y con Historia, el titán Colosal aparece delante de la Muralla Rose y desaparece frente a nuestras narices y justo Reiner e Ymir se tensaron cuando ambos mencionaron el nombre de nuestro hogar...y deja tú. Todos estos eventos suceden después de cinco años. Mismos pasados desde la tragedia de Shiganshina y la misma cifra de años en que Bertolt relató que estuvieron esperando para formar parte de la Legión de Exploración. –concluyo. –Reiner, Bertolt y Annie...todo este tiempo fueron cómplices.
–Y bien, ya llegamos a la misma conclusión. ¿Ahora qué procede?
–No lo sé, dime tú que eres la gemela mayor. –supongo ante la interrogación de Éclair.
–Pero tú fuiste la que juntó todas las piezas. Yo nada más fui tus ojos por pura conveniencia ajena. –se opone poniendo la mano frente a ella.
–Por eso mismo es que gracias a ti es que sabemos mejor que nadie que Reiner y Bertolt son-
–Atrévete a abrir la boca y las que terminaremos incineradas en el infierno seremos nosotras dos. –masculla entre dientes tapando mi boca y suspira. –Mira, tengo una sugerencia. Pero no creo que te vaya agradar.
–A ver, escúpela. –le demando.
–Tenemos que dejarnos atrapar por esos traidores... –su ideación me pone la piel de gallina. –Pero para conseguir nuestro objetivo, tendrás que seguirme al pie de la letra. –solicita, sujetando mis hombros con firmeza. –Lo que haremos, será lo siguiente...
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