𝐜𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬


~Marcas que duelen~

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Narración Omnisciente

–¡¿Qué?! –exclama Connie, abriendo sus ojos estupefacto. –¡¿Cómo que no encontraste a Einar?! ¡¿Qué no estaba contigo?! –le pregunta a Lizy, quien se mantenía cabizbaja después de arribar a aquella bodega abandonada. Los chicos jadean ante escuchar la inesperada noticia.

La noche finalmente había caído, oscureciendo los alrededores. El fino canto de las luciérnagas era lo único resonando en los tímpanos de aquellos soldados. El clima era frío, como los pensamientos de cada uno. Ninguno de esos niños se atrevían a decir algo; en sus rostros se ilustraba el trauma y el terror. Los ojos de Sandra, estaban tan rojos e hinchados de tanto llorar. Su ropa seguía teñida en rojo, ya que tuvo que asesinar a tres de sus contrincantes para ayudar a Mikasa, Lucian y Sasha de no morir a causa de esos disparos. Su cabeza reposaba en el hombro de Jean, quien se abstenía de realizar contacto visual alguno; mas no era por ser descortés, sino por lo aturdido que se sentía mientras comía la ración que le tocaba. El resto, miraban la escena en silencio pero preocupados.

–Sí... –responde la joven adulta con pesadez. –Yo le dije que se escondiera y que me buscara cuando todo se calmara...pero nunca regresó. –explica con dureza en su voz. –Seguramente, también la secuestraron... –aprieta los puños, aguantando el nudo en su garganta. –Lo lamento Levi, niños...todo esto es mi culpa.

–No Lizy, hiciste lo mejor que pudiste. –Mikasa le dice, manteniendo la mirada en la linterna ubicada en el centro. –Éclair no es una chica que se deja vencer fácilmente; la conozco desde que somos niñas. Ella es fuerte, ruda y audaz. Estará bien...

–¿Cómo estás segura de eso Mikasa? –Connie le pregunta, tratando de controlar su exaltación. –Éclair es como nosotros, no puede sobrevivir la noche sola sin un adulto quien la cuide. ¿Qué pasará si algo malo le sucede allá afuera? ¿Qué pasa si no la encontramos? ¿Qué pasa si en verdad terminó siendo atrapada por esos malditos?

–Iliana ya fue a buscarla... –enuncia Levi, entrelazando sus dedos. El chico de los ojos melosos se mantiene estático, con los sentimientos mezclados. –No subestimes sus habilidades. Si no regresa, quiere decir que la encontró y está con ella. Pero si regresa...entonces estamos en desventaja.

–No...¿Por qué?... –Connie lleva las manos a su cien, posando los codos en sus muslos para recargar su cabeza en las palmas.

–Esos hombres...Kenny...todos ellos los conozco. –los rostros de los presentes se enfocan en la débil voz de Sandra Hansen, quien seguía recargada en Jean. –Yo los vi...esa noche cuando el mundo se me vino encima...

–¿Cómo?...¿Tú conoces a esos hombres? ¿Quiénes son? –pregunta Lucian, compartiéndole su agua a Mikasa.

–Esos desgraciados...me quitaron lo más valioso que tenía. Mi inocencia me fue arrebatada de los brazos en un pestañeo. –expresa, sintiendo el brazo de Jean rodearla por la espalda. El peli avellana quería apoyarla como fuera; no tenía tiempo para reaccionar de una forma infantil por la cercanía de esa chica con él. –Tengo miedo de que lo pueden llegar a hacerle a nuestros amigos...de solo pensar que están con ellos...la piel se me enchina por completo. Si hoy nos convertimos en asesinos, no me puedo imaginar lo que nos convertiremos en el día de mañana. –detalla, observando las raciones en sus manos. –¿Por qué capitán?...¿Por qué tiene que ser así? –pregunta, desbordando aflicción a través de su quebrantada voz.

Levi no sabía cómo reaccionar ante la pesadumbre de esa niña. No era nada fácil aceptar que esos mocosos, se han convertido en unos asesinos para salvar a sus camaradas. Aunque hayan tenido que matar aunque fuera solo una persona, no quitaba el hecho de que otra fracción de sus inocencias se les fue arrancada de ellos.

–Escucha Sandra, a partir de ahora tienes las manos manchadas de sangre. –manifiesta el capitán a la chica peli marrón de ojos color cielo. –Así que no volverás a ser la misma persona.

–¿Por qué le dice eso? –indaga la joven Ackerman en defensa a su querida amiga.

–Debes aceptar en quién te has convertido. –le vuelve a decir a Sandra, elevando el tono de su dura voz. –Si tus manos no se hubieran ensuciado con la sangre de esa mujer y de esos dos hombres, tus amigos no estarían aquí para contarlo. –su contestación crea un silencio mortal, mientras que Sandra restriega sus ojos de las lágrimas que no cesaban en salir. –La única razón por la que disparaste, fue para que no mataran a tus compañeros. Sandra...gracias a que te ensuciaste las manos, no perdimos a otros compañeros del equipo. –le dice, intentando sonar alentador. –Así que gracias... –ante su agradecimiento, la joven vuelve a llevar las manos a su rostro; iniciando un nuevo sollozo para ser consolada por Jean. Este, tenía la mirada pesada. No soportaba oír a una de sus colegas quebrantarse de ese modo. Aún así, trataba de pensar lo más realista posible.

–Capitán Levi... –lo nombra, abrazando de lado a Sandra para tranquilizarla. –Yo siempre...creí que pelear contra otros seres humanos estaba mal, y que usted se equivocaba al ordenarnos hacerlo. –masculla en su frustración. –Tenía mucho miedo de herir a una persona... –admite. –Pero...fui yo el que siempre estuvo equivocado. –expresa, desahogando su ira. –La próxima vez, no dudaré en matarlos. –gruñe.

–Jean... –Sandra lo atisba sorprendida y preocupada.

–Nunca les dije que lo que yo hago fuera lo correcto... –el oji avellana cambia la ojeada hacia su líder confundido. –No sé si matar esté bien o esté mal...por lo tanto, ¿Aún piensas que tu pensamiento está equivocado? –le pregunta, dejando al chico sin palabras. –Bien soldados. –se levanta de aquella caja de madera que utilizaba como asiento. –Es momento de escuchar lo que este hombre tiene que decirnos. –dice en referencia a la figura masculina quien mantenían atado de manos y pies en un rincón. Lizy, no despegaba el ojo de ese señor. Su triste mirada lo examinaba, estando sentada en el suelo apartada de su escuadrón. Por primera vez, pudo sentir en carne propia lo que Elaine sufría todos los días. Miraba como el hombre que seguía robándole los suspiros, se aproximaba al temeroso hombre; quitándole el trapo que le impedía mover su boca.

–¡Espere señor! ¡Yo solo soy un pobre viejo al que contrataron para conducir una carreta! –suplica el hombre asustadizo.

–Yo ya te había visto antes... –sus ruegos son interrumpidos por Mikasa, quien recorre su oscuros ojos en él. –Recuerdo que en la ciudad, unas personas te decían "Jefe". –lo señala.

–Ahh, ya sé quien eres. –suspira Levi, acordándose. –Dimo Reeves, ¿Verdad? –el nombrado, gruñe derrotado.

–Seguí las órdenes del primer escuadrón de la división interna, pero fracasé durante la operación. –finalmente confiesa. –Y ahora, la Compañía Reeves será confiscada en su totalidad. Por lo tanto, mi estúpido hijo, mis hombres y yo moriremos en supuestos accidentes.

–¿Ah? ¿Vas a dejar que te maten fácilmente? –indaga Levi seriamente. –Escucha idiota, el Distrito Trost a duras penas sigue en pie. Pero es gracias a que la Compañía Reeves le da a su gente bastante trabajo. Por tanto, si ustedes y la compañía desaparecen, ¿Cuánta gente sobrevivirá al invierno?

–Dices que...¿Nos unamos a ustedes? –insinúa el adulto amarrado en el suelo.

–Lo único que quiero, es que me digas en dónde están Historia, Eren y las hermanas Einar. –aclara, mientras que los chicos observan la plática en silencio. –Si proveen a la Policía Militar, entonces podremos hacerlo.

–¿Y de esa manera podrás evitar que todas las personas de Trost mueran de hambre? –interpela el señor Dimo, haciendo que Levi suspire una segunda vez hincándose a su altura.

–No te lo puedo garantizar. –reconoce con simpleza. –Pero puedo prometerte que trabajaremos para que así sea...

Amigos...Elaine...¿Dónde están? –se pregunta Armin para sus adentros.

Mientras en otro sitio de la ciudad de Trost, Erwin Smith se mantenía pensativo mientras observaba la oscura noche a través de su cristalina ventana. En otra habitación, Hange Zoe y Moblit Berner, veían como el comandante de la Policía Militar Nile, se adentraba a la carroza que lo transportaba para retirarse de regreso a lo que suponía que sería, la capital. La mujer, recargaba el brazo en el cristal, apoyando su cabeza con fatiga y molestia. Lo que temía que sucediera, desgraciadamente dio lugar. No obstante, lo que más la tenía abrumada era no saber nada de sus ahijadas Éclair y Elaine. Siempre llevaba consigo un colgante con un dije en forma de dos corazones unidos que representaban a cada una. Lo aprieta, cerrando sus ojos en aflicción. Lo que más quería, era tenerlas cerca, abrazarlas y expresarles el gran amor que les tiene. Pues era la segunda persona después de Hannes que las ha visto crecer desde que eran solo unas bebés recién nacidas.

–Al fin se fueron esos malditos fastidiosos... –le murmura la peli marrón a su acompañante.

–Tranquila, las recuperaremos. –Moblit posa la mano en el hombro de su fiel camarada. Podía descifrar que en la mente de Hange, solo rondaban los rostros de sus nenas.

–Vamos... –lo incita a seguirlo, lo cual el adulto asiente sabiendo a lo que se refería. Ambos salen de aquella pieza, caminando de inmediato hacia el sitio donde Erwin Smith se localizaba. De un solo portón, consigue llamar su atención. –¡Erwin! ¡Tenemos una emergencia! –lo llama, viendo como se voltea para verla. –La situación empeoró. Ocurrieron tres cosas: Lo primero es, que secuestraron a Historia, a Eren y a Elaine. Esa gente también mató a tres de mis hombres, por lo tanto me dirigiré hacia donde está Levi para encontrar a esos desgraciados a como dé lugar. Lo segundo es que Lizy me informó que Éclair desapareció la misma tarde del ataque y cree que también fue secuestrada junto a los demás. No hay rastros de la nena. –cuenta la mayoría de una sentada, abriendo el papel que Eren le dió la tarde anterior antes del incidente.

–¿Y...cuál es la otra cosa? –pregunta el comandante.

–Lo tercero es que Eren logró recordar una conversación entre Ymir y Bertolt. –lee rápidamente el contenido de aquella hoja, llevando la mano derecha a su frente exhausta. –Si lo que dice este papel es verdad... –suspira, tratando de contener el llanto que amenazaba por salir. –¡Me va a explotar la cabeza! –exclama.

–Cálmate, por favor. Todo va a salir bien. Encontraremos a las niñas. –Moblit frota la espalda de Hange, viendo como esta sollozaba y gruñía rendida por el estrés.

–Tranquila Hange, dime cuál es el problema. –Erwin le extiende una jarra de agua. Al verla, Hange en su desespero la agarra y la lleva a sus labios para tomar todo el líquido de un solo trago. Al terminar, exhala profundamente para relajarse.

–Si tardamos en rescatarlos, van a devorar a Eren y asesinar a Elaine para robarle el Colgante Boreal a como dé lugar. –Erwin abre ligeramente la vista, pasmado por lo que decía la sargento.

–Hmm... –piensa el dueño de sus dos zafiros. Sin embargo, parecía verse más tranquilo de lo normal. Por supuesto que la coyuntura que se encontraban sus sobrinas lo mortificaban, pero confiaba ciegamente en ellas. Así como en la mujer quien le encargó estar al tanto de ellas para la misión que tendrían en compañía del escuadrón especial: Iliana Hoover.

El galopar de aquel corcel café chocolate, hacía brincar los torsos de aquellas dos chicas en medio de la noche. Iliana, se encargaba de manejar aquél caballo; aprovechando que de noche los titanes se mantienen inactivos en su totalidad. Atrás de ella, la joven Einar se aferraba a la fina cintura de la joven adulta para no caerse. La trenza azabache de Iliana y sus flequillos se removían con el viento, sintiéndolo azotar su rostro refrescándolo. Pero la chica oji verdosa azulada, apenas podía removerse la capucha de su capa. Debía evitar revelar su cabello a cualquier persona; eso podría delatarla.

Un ligero bostezo se escapa de la boca de aquella niña. Era obvio que después de casi dos noches seguidas, el sueño la presionaba a cerrar sus luceros y dormir. Las energías las tenía por los suelos después del disparate que se armó en Trost. Ese rostro malévolo con sombrero y aquella grotesca voz no conseguía olvidarlos. Era como si la mirada de ese hombre mayor la estuviese asechando a todas partes. Le sorprendía que ninguno de sus cómplices tuvo el interés de ir tras ella. Quizás era porque a quien verdaderamente buscaban a pesar de las palabras de su tío y del capitán Levi, era a la dueña de los dos zafiros. Eso significaba, que algo terrible tramaban con ella. Y el pensar que su hermana seguía bajo las garras de esas fieras, no solo le aterraba; sino le asqueaba. Por ende, debía cumplir con la misión lo más rápido posible antes de que fuese demasiado tarde.

–Es increíble como Erwin me obligó a entrometerme en esta barbaridad... –expresa Iliana sin dejar de galopar. –Levi nos va a matar no solo a nosotras, sino a tu hermana y a tu tío. Es una locura lo que están haciendo. –regaña a la niña detrás de ella. Solo que la chica ya sabía que Levi no haría literalmente eso, sino reprenderlos a su estilo. –¿Estás segura de que estás haciendo lo correcto? ¿Tienes una mínima idea del lugar a donde vamos a ir? –le cuestiona.

–Si no me arriesgo, entonces todos los que están con Kenny y sus secuaces morirán. Además, Historia corre peligro en manos de ese hombre asqueroso y manipulador. –plantea la joven, fortaleciendo el agarre en la cintura de Iliana. –Debemos sacar la mayor información posible sobre la relación que tuvo mi padre con los Reiss y acerca del subordinado de la Policía Militar que le tapó la espalda para actuar en cubierto. La familia real supo todo este tiempo sobre el Sello del Zafiro. No entiendo por qué hasta ahora quieren obtener el poder a la fuerza. Ni siquiera la mitad de los zafiros que se buscan han sido localizados. Solo tenemos tres.

–¿A poco Elaine te contó todo eso? –le cuestiona, sorprendida. –Eso era información confidencial momentánea.

–Es mi hermana Iliana. Es obvio que si tío Erwin nos iba a encargar esta misión, las dos debíamos estar en el mismo canal. –se excusa, manteniendo su comportamiento natural.

–Sí...tienes razón. Lo siento. –se disculpa. –Es que...no estoy acostumbrada a que las dos se estén compartiendo secretos.

–¿Querías un progreso fraternal? Ahí lo tienes. Entonces no repeles que no te queda ese personaje. –reprende seria y fríamente la joven Einar.

–Como que es muy tarde para que pongas esa actitud conmigo, jovencita. –le reprende como lo haría una madre con sus hijos. La oji verdosa azulada suspira.

–Perdón...creo que estoy cansada. Nada más... –se disculpa, sintiendo una pizca de remordimiento en su corazón.

–Descuida. Las dos estamos igual. –responde, manteniendo la vista hacia el frente. –No te preocupes. En cuanto lleguemos a Mitras, buscaremos algo para cenar. Dudo que podamos pasar la noche allá abajo...

–Si dormimos en una posada, será demasiado tarde... –gesticula la joven Einar fatigada. –Quién sabe qué tipos de atrocidades les estarán haciendo ahora mismo. –masculla, notando las luces de la ciudad de Mitras avecinarse cada vez más.

–Por eso mismo, debemos de ser rápidas e inteligentes. –afirma con frialdad. –Nos enfrentaremos a delincuentes, asesinos, alcohólicos, drogadictos; a verdaderas pestes del infierno. Eres una niña, seguramente esos enfermos te tendrán en la mira para sus pensamientos y actos obscenos. –detalla, mientras que la adolescente encubre su cabeza con la capucha de su capa por encima de la gorra de invierno que lleva puesta. –Aún así, estarás conmigo. Aunque me cueste la vida, te voy a proteger. Si alguien se atreve a tocarte...los mataré sin pensarlo dos veces. –gruñe con esa misma determinación que le hacía recordar a Levi.

–No estás sola Iliana... –la nombrada suelta un breve jadeo, sin ver a la joven Einar presenciar seriamente la entrada del distrito estar cada vez más cerca. –Yo también...estoy dispuesta a mancharme las manos de sangre. Por más que me cueste...son marcas que duelen para seguir avanzando. –pausa por unos segundos y exhala. –Iliana...andando.

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