𝐜𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬


~Persecución en la ciudad~

.oOo.

Narración Omnisciente

Era un hecho que Elaine ha presenciado días calurosos, pero este día el clima era sin duda un verdadero fastidio. Caminaba con pesadez bajo el sol con la intención de infiltrarse en Trost en compañía de su escuadrón. La noche anterior no había conseguido dormir bien a causa del miedo que sentía de que en cualquier instante podría ser emboscada. Por lo que luchaba por no desvanecerse del sueño. Trataba de disimular su cansancio; estaba agotada, mas debía seguir caminando.

–No caminen demasiado juntos...llamarán la atención. –masculla el capitán Levi de la forma más disimulada posible. –Historia, Eren y Einars, caminen con normalidad.

–Oigan, ¿Por qué hay tantas banderas de la familia real? –cuestiona el oji meloso observando a su alrededor.

–¡Oh! Debe ser el aniversario de la coronación real. –responde la chica de la alta coleta pelirroja castaña ante su pregunta. –Una vez al año ofrecen una gran cantidad de comida. –explica lo último en voz baja.

–¡Ay Sasha! ¡No empieces que luego mi pancita rugirá como loca! –le reprende sutilmente Sandra a su lado derecho.

Todos seguían caminando con suma normalidad, no fue hasta que la menor de las Einar, cambia de rumbo hacia uno de los callejones antes de que Levi exclamara que tuviesen cuidado. Ahí, fue su señal de alerta para escalar la edificación a su derecha hasta llegar al techo en lo alto. Una carroza se había llevado a quienes creían que eran Eren e Historia. Lleva las manos a su pecho, afligida por sus amigos quienes se hacían pasar por los buscados. Rezaba para que nada malo les sucediese. Arreglaba su cabello, escondiéndolo todo debajo de una gorra de invierno, cuyo diseño era de cuadrados en blanco y negro mientras que en la punta yacía un pompón azabache como decoración. No podía permitir que su identidad fuera descubierta a la luz, por lo que no tenía de otra más que disfrazarse.

Abotona su blusa color crema con un chaleco color oscuro y ajusta la bufanda color vino que llevaba puesta en el cuello. A pesar de que el calor era infernal, debía sacrificar su conformidad por el bien de la misión. Traía puesta una falta corta negra, unas medias del mismo tono y unas botas color marrón. No era quizás el mejor atuendo, pero debía llevar una vestimenta que no la hiciera ver como una pueblerina, sino como una criminal del exterior. Por un instante, aparta la calurosa tela de su cuello. Al tenerlo expuesto, le traía ventaja de que el viento pudiese por lo menos ventilar esa zona de su cuerpo por unos segundos. Por lo que exhala profundamente, apreciando por escasos segundos el grato sonido del silencio. No fue hasta que un ruido la alerta, activando el zafiro de sus ojos y su encantamiento de visión de 360 grados. Sin embargo, lo que alcanzó a ver fue una mano al borde del cemento del techo para trepar. En seguida, su cabeza se asoma para revelar sus verdosos azulados brillar con la luz de sol. Era Eren, observando detenidamente a la chica de los dos zafiros. Elaine no tardó en darle una mano para ayudarlo a trepar por completo. Estaba confundida y a la vez sorprendida por su inesperada visita.

–¡¿Qué estás haciendo aquí?! –le pregunta en voz baja. –¡Deberías estar abajo para subirte a la carroza!

–Igual que tú. –se interpone. –¿Qué diablos haces aquí arriba, vestida de esa forma? ¿Por qué escondes tu cabello? –su ojeada la divisa de pies a cabeza, extrañado por su apariencia radical.

–Es por si las dudas... –quería verse lo más natural posible, pero balbucea un poco por los nervios traicioneros. –Quería asegurarme desde aquí arriba de que Éclair logró esconderse donde yo le dije. Concluí que sería lo mejor que ahora sea yo la que deberá tomar el riesgo mayor.

–No tienes porqué hacer esto Elaine, ¿Tienes idea de lo que podrán hacer contigo? Son gente enferma. –la sujeta de los hombros.

–Sí, y no me importa asumir las consecuencias. –testifica, mirándolo firmemente. –Puede que este plan falle. Si Éclair y yo nos terminemos cayendo, valdrá la pena. Prefiero eso antes de dejar a mi familia en la deriva. Y si no lo hago...¿Entonces quién más nos dará la esperanza que aspiramos? –Eren la observa recitar, mas no resiste en acercarse a su amada para envolverla fuertemente en sus brazos. Estaba negado a que Elaine cometiera una locura. No podía permitir que ella también fuese secuestrada y abatida por alguien mucho peor. –Eren...debo hacerlo. –masculla Elaine correspondiendo el abrazo con aflicción. –Mi tío está esperando a que hagamos esto. Si no cumplo sus órdenes, nunca encontraremos la salida. –Eren se aferra con más fuerza a Elaine. –Sabes que todo esto lo hago por ti mi amor. Perdóname... –decía en un hilo de voz, antes de que Eren se separara sin dejar de sujetar sus hombros.

–Esos desgraciados tendrán que pasar por mí si se atreven a tocarte con el pétalo de una rosa... –le comenta, observando fijamente sus ojos azules.

–No me pasará nada Eren, te lo prometo. –sus manos se posan en su rostro, acariciándolo para calmar su tensión. Elaine también tenía mucho miedo, pero debía ser fuerte.

–Te amo mi princesa...te amo tanto. –expresa Eren embelesado, acariciando la mejilla derecha de su novia. –No puedo esperar a que termine todo esto para pasar el resto de mi vida contigo. –Elaine jadea ante oír lo recién dicho.

–Eren... –enuncia su nombre perpleja y conmovida, para que sus labios fuesen sellados brevemente por los de su amado sin tener el tiempo de cerrar sus ojos. –¿Qué...qué acabas de decir? –interroga, una vez que los labios de Eren se distancian escasos centímetros de los suyos.

–Lo que oíste. –Eren vuelve a plasmar sus labios con los de Elaine. –Tú sabes mejor que nadie que quiero hacerte la niña más feliz. –acaricia el rostro de la chica con sus dedos. –Eres todo para mí Ellie. Eres mi universo, mi vida entera. Y sabes que te amo con todo mi corazón. –agrega, haciendo que las mejillas de Elaine se tiñeran en color carmín. –Por eso, cuando todo esto llegue a su fin, quiero que tú y yo nos casemos y formemos una familia. –finaliza, sonriendo ante ver la tierna reacción de su chica al llevar las manos a su rostro e inclinándolo hacia abajo entre risas.

–¿Es enserio Eren? –le pregunta con la mano cubriendo su boca, lo cual él asiente sin dejar de sonreír. –Júralo. –el chico vuelve a asentir. –Eren ya, no estés bromeando. –le pide entre risas, pero Eren se niega a desistir. Por lo que se inclina y lleva sus labios a los de ella una vez más en un beso mucho más profundo. Elaine cierra sus ojos y corresponde, moviendo sus labios a la par con los de Eren. Sus manos se dirigen a sujetar el rostro de Eren mientras que él rodea su cintura, atrayéndola más. Jamás podrían hartarse del sabor que los labios de cada uno propagaban. No obstante, sabían que no era la hora indicada para tener un momento de intimidad. Ambos se separan con lentitud, juntando sus frentes por una segunda vez. –Eren, ya es hora. No hay tiempo que perder.

–Sí...tienes razón. –expresa con pesadez. No quería hacerlo, pero no tenía de otra. Suspira exhausto, levantándose del tejado para bajar cuidadosamente la barda. Por otra parte, Elaine apenas se dirige a donde mismo. –Elaine, ¿Me das una mano por favor? –le pide, sintiendo de modo instantáneo su cuerpo descender del tejado con suavidad con el hechizo de levitación. Al pisar tierra, se gira para toparse con una figura femenina detrás suyo. –¡Ay! Elaine pensé que seguías allá arriba.

–Bajé contigo, pero estaba atrás de ti. –le aclara, dirigiendo su mano a la de Eren para sujetarla. –Y bien, ¿Listo para la "diversión"?

–Contigo a donde sea. –le sonríe con sutileza, fortaleciendo el agarre de sus manos. –Andando. –le indica, mientras que su acompañante observa de lado hacia cierto punto, asegurándose de que todo va fluyendo como debe ser.

Una vez que se adentran a lo más profundo del pasillo, la pareja se adentra a la carroza en cubierto, donde una callada Historia los esperaba con la mirada decaída. La chica de los ojos azulados se sentía extraña, pues una parte que solía yacer en esa niña, ya no existía. La veía como si fuera otra persona; hasta cierto punto no la reconocía en absoluto. El carruaje inicia su andar a una velocidad lenta pero segura. Debían permanecer en rotundo silencio. La tensión sin duda incrementaba segundo tras segundo, hasta la más joven de los presentes lo notaba; y eso hacía que su corazón latiera como loca. Estaba inquieta.

Su cabeza se gira en torno a Eren, quien mantenía el semblante hacia abajo. Lo veía pensativo y un poco inseguro de lo que sus amigos tuvieron que hacer con tal de que él y esas chicas huyeran desapercibidos de los supuestos enemigos que los tienen en la mira.

–Ánimo... –posa su fina mano encima de las de Eren, quien las tenía entrelazadas mientras reflexionaba. –No te agobies; no vale la pena. Sí va a funcionar. –lo alienta, en referencia al plan.

–No creo. Ese idiota no se parece nada a mí. –niega en un tono decaído. –Él tiene...cara de caballo. –debía admitir que su comentario le causaba gracia a la chica a su izquierda, pero por obvias razones se abstenía de reír.

–Armin debe de estar pasándola terrible. Pobrecito...me siento tan mal. –dice Historia sentada delante de ellos. A pesar de la decadencia en su semblante, sentía lástima por su querido amigo. –Por cierto, Elaine...¿Por qué escondes tu cabello debajo de esa gorra?

–Mi hermana y yo queremos ocultar nuestras identidades lo mejor posible. –exterioriza sin rodeos. –Éclair debe de estar en los tejados esperando las próximas indicaciones. No se agobien por ella...estará bien. Yo lo sé... –afirma, dejando un tanto boquiabiertos a sus acompañantes.

Desde el exterior, mientras aquella chica de los ojos verdosos azulados ajustaba sus equipos de maniobras tridimensionales, miraba desde lo lejos una escena que en su vida jamás le desearía a sus seres queridos. Fue horrible; espantoso. Bastante repugnante. Tanto que le provocaba tanta repulsión e impotencia de no poder hacer nada para ayudar al sol viviente del escuadrón. Un par de lágrimas se resbalan por sus mejillas, dolida por Armin y por Jean; que a duras fuerzas tuvo que ser testigo de las atrocidades que le hacían a su amigo delante suyo. Quería sollozar, mas no podía. Nunca se había sentido así por él, era un sentimiento extraño que abundaba sus cinco sentidos. Cubría su boca con la mano derecha, depositando sus silenciosos sollozos a la par que su pecho se contraía.

–Armin... –sus labios enuncian su nombre. Tomando la lamentable acción de dar la media vuelta y brincar al siguiente tejado con todo el dolor del mundo. Al final, cada acción requería un fuerte sacrificio. Pero si se trataba de las personas que más apreciaba en su interior, dicho pensamiento le repugnaba.

El solo tener el disfraz y su cabellera oculta debajo de esa gorra no era suficiente, por lo que de su mochila, saca rápidamente una capa color marrón. La abotona y se encapucha la cabeza para una mejor simulación de su apariencia. Se mantenía oculta detrás de una chimenea, alerta ante cualquier movimiento que podría resultar sospechoso. Veía como aquella chica pelirroja quien les alertó sobre la asechanza de la Policía Militar, llegaba con sus equipos de maniobras. No tenía por qué preocuparse por ahora. Posteriormente, presencia la llegada de su capitán, aterrizando justo a su costado derecho. El contacto visual entre él y ella, fue profundo. En lo más profundo de su corazón, sabía realmente quién era ella a pesar de su disfraz. Podía identificar el rostro de las sobrinas de su fiel camarada inclusive hasta miles de kilómetros de distancia.

–¡Capitán! ¡Lizy! –exclama Niffa, aquella misma chica quien alguna vez perteneció a la Clase C ante la llegada del par de jóvenes adultos.

–¿Te sientes bien? –le pregunta Levi a la chica del medio, quien llevaba las mano izquierda a su cabeza adolorida. Lizy posa la mano en su espalda, acariciándola con suavidad.

–Sí...no es nada. –responde tratando de sonar lo más madura posible, sabiendo que en su interior no era cierto.

–Alto...¿Eres Éclair Einar? –le pregunta la oji dorada a la dueña de los verdosos azulados. Se abstuvo por unos segundo preguntándose si responder o no, mas no podía sonar ni verse grosera.

–Sí... –es lo único que se atreve a responder, actuando lo más natural posible. Debía ser más resistente que el dolor.

–Te recordaba tan ruda en la base de reclutas que hasta caías mal. Debo de admitir que hasta me daba miedo acercarme a ti. –confiesa con una sonrisa nerviosa. –Pero tu hermana Elaine, ¡Wow! Era toda una diosa. Todo el mundo quería amistarse con ella; sigue siendo tan linda como siempre. –la oye decir fascinada. –Aunque...viéndote ahora te veo distinta. Como más cambiada.

–Vaya...no sabía que mi cambio de resplandor imprevisto sería notado por personas que en mi vida supe que existían. Ser popular debe ser tan agotador...  –la oyen decir en un tono cortante. A Levi y su acompañante Lizy no les sorprendían. Era parte de la actitud de Éclair a pesar de todo.

–¿Y bien? ¿Cómo va todo? –indaga Lizy, retomando a lo que venían.

–Hay mucha gente en las calles pero todo se ve normal. –responde Niffa sin despegar el ojo de las calles. –Pronto llegaremos con el Comandante Pixis capitán y sub capitana. Ya falta poco. –le termina de explicar a los líderes. –¿Qué pasó con los dobles?

–Funcionó a la perfección... –dice Levi con neutralidad.

–Aunque, no parece estar muy contento. –agrega la oji dorada, percatándose de la decepción en sus ojos. La oji verdosa azulada gruñe para sus adentros, apretando los puños con tanta ira.

–¿Estás bien, Levi? –Lizy dirige sus verdosos esmeraldas a los grisáceos azulados de aquel hombre.

–No es eso... –masculla. "Es que algo no está bien..." es lo que la menor de los presentes consigue leer de él.

–Capitán. –lo llama la chica oji dorada. –La carreta parece estar avanzando de nuevo. –informa. La peli castaña se asoma en silencio, asegurándose de que su hermana estuviera bien junto a sus acompañantes.

–Niffa, Éclair... –las nombra a las dos. –¿Han oído hablar sobre "Kenny el Destripador"? –les interroga, por lo que la tensión en el cuerpo de Lizy al escuchar su nombre se incrementa; enchinando su piel.

–¿Habla del asesino en serie de la capital? –pregunta Niffa, en lo que la segunda susodicha escuchaba todo sin decir palabra alguna. –Escuché que degolló a más de un centenar de policías, pero solo se trata de una antigua leyenda urbana. ¿No es así capitán? –la sobrina del comandante estaba curiosa de escuchar la respuesta que diría Levi. Debía saber la verdad. Era ahora o nunca.

–No. Realmente existe. Todo lo que oíste es verdad... –la que ahora responde en lugar de Levi, es Lizy. Solo que de una forma pesada y aturdida. Había algo en ese hombre que le abrumaba todo su ser.

–Viví un tiempo con él... –contesta el joven adulto pensativo. –En esa época yo era un mocoso.

–¿Qué?... –Niffa sonríe por los nervios mezclados con temor. –¿Por qué habla de eso ahora? No es momento para hacer bromas, capitán Levi... –desvía la mirada con algo de incomodidad y se le entendía.

La oji verdosa azulada exclama con un resplandor en la mirada, oyendo los silenciosos pasos de alguien por detrás de ellos cuatro.

–¡NIFFA! –exclama con fuerza, pero fue demasiado tarde. Los disparos resonaron con tanto vigor que a la susodicha no le dio tiempo para desviarse. –¡NO! –vocifera, viendo su cabeza volar en pedazos delante de su cara. Abre sus ojos pasmada, sintiendo la sangre salpicarse en su rostro y en su capa.

La joven se oculta detrás de la chimenea contraria en la que Levi y Lizy usaron como escudo. Era una clara señal de que era hora de utilizar los equipos de maniobras tridimensionales si querían salvarse. No fue hasta que oye los desgarradores gritos de una mujer y su hijita desde tierra firme al toparse con el cadáver ensangrentado de uno de los subordinados de su madrina Hange. Cruje sus dientes con ineptitud, viendo como Levi envolvía a Lizy en sus brazos respirando con pesadez al ver el cuerpo de Niffa lentamente dejar de moverse.

–¡Hola, Levi y Lisette! –la piel de la joven Einar se estremece al oír aquella macabra y juguetona voz. Lo único que se atrevía a ver por el rabillo de sus ojos, era su sombra. –¿Ya creciste un poco Levi? ¿Cómo sigue tu adorada muñeca? –le oye preguntarle, abriendo sus ojos y respirando con pavor al escuchar la recarga de unas armas que desconocía. Solo que su corazón da un paro, cuando ve a todo un grupo de personas elevarse en el aire con sus equipos de maniobras y con las mismas armas que el hombre. Engancha las estacas en otra de las chimeneas y se levanta del tejado. –¡YAHOOOOO! –exclama el hombre, revelando su identidad frente a nosotros. Apunta sus pistolas hacia el dúo de jóvenes adultos. –¡Oye! ¡Sigues igual de enano que siempre! –grita, haciendo que el corazón de la joven Einar palpitara con fuerza sin saber cómo moverse o qué hacer.

Levi, saca una de sus hojas sin pensarlo dos veces, expresando una rabia y cólera que pasmaban a las dos chicas. Solo le bastó un impulso y una fuerte bocanada de aire para desgarrar su garganta con suma fuerza a los cuatro vientos:

–¡KENNYYYYYYYYYYY!

Con una fuerza bruta, le lanza la hoja en dirección a su rostro, pero el hombre consigue esquivarlo con su armamento. Levi se quita la capa, dejándola que se haga añicos cuando el atacante le dispara.

–¡LEVI! –Lizy y la peli castaña le gritan, solo que la segunda lo hizo asustada.

–¡CORRAN CHICAS! ¡NO MIREN ATRÁS! –les incita desesperadamente, por lo que Lizy no le queda de otra más que agarrar a la menor de la mano y salir volando con sus equipos de maniobras.

–¡MÁTENLOS! –ordena el hombre de la gruesa voz desde lo lejos.

–¡Vamos pequeña! ¡Tenemos que salir de aquí! –exclama la pelirroja volando a toda velocidad.

–¡Pero Levi-! –voltea su rostro hacia atrás, viendo como este se alejaba de ellas.

–¡Te dijeron que no voltearas hacia atrás! ¡Tenemos que confiar en él! –insiste la mayor, agarrando un par de hojas de sus mangos, pero la menor jadea.

–¡Oh no! –vocifera, viendo como los pasajeros de aquél carruaje eran expuestos al aire libre para ser arremetidos.

–¡Historia! –oye a Eren llamarle, pero este también cae adormecido. Finalmente, observa la dura imagen de su hermana también ser atacada por aquél dardo somnífero, desvaneciéndola por completo.

–¡CHAVOS-! –el conductor de la carroza no cesa con su grito, pues es asesinado a sangre fría por uno de esos disparos. En su lugar, una de las mujeres pertenecientes a ese grupo es quien consigue el dominio del vehículo.

–¡RÁPIDO ÉCLAIR! ¡APROVECHEMOS QUE NO NOS VEN Y HUYAMOS! –le incita a seguir adelante. La susodicha, gira la cabeza evitando gruñir de la rabia. No entendía como esa joven mujer confiaba ciegamente en ese hombre. Más era su sorpresa en ver como aquellos individuos lo buscaban a él, y no a ellas. Había algo extraño, y eso podía significar una cosa: El plan está funcionando a la perfección.

–¡LIZY, ARRIBA DE TI! –vocifera la oji verdosa azulada, incrementando la altura antes de ser atinada por esas balas. Lizy con su fuerza extremista, desvía las balas con ambas espadas haciéndolas volar a distintas direcciones como si fuera una lluvia de rocas. Algunas, perforaban los órganos de los que la intentaban matar. Creía que por un segundo la suerte podría abandonarla, pero solo había recibido un leve rasguño en su mejilla izquierda. –¡Lizy es asombrosa! –piensa para sus adentros.

–¡ÉCLAIR! ¡HUYE! ¡TIENES QUE HUIR DE TROST! ¡RÁPIDO! ¡VETE! –la oye suplicarle desesperadamente en lo que degollaba a uno de los perseguidores para usarlo como escudo y después, arrojarlo contra otros tres hombres para enterrar las estacas de sus hojas en sus estómagos.

Esto era demasiado para llevar los apellidos "Einar" y "Smith". Podía ver desde lo lejos como sus amigos, manchaban sus manos de sangre y ella no era capaz de hacerlo. Por más que lo quisiera, no podía. Ver a Armin disparar a aquella mujer con tal de salvarle la vida a Jean, le revolvía el estómago con solo pensar en todo el dolor que tuvo que cargar este día. Por un instante, ya tenían la ventaja. Hasta que ve a Levi alertar a ambos chicos para ser socorridos por él y por Sasha, elevándose en el aire antes de ser disparados en esa carroza. El enemigo ya había ganado. Volvieron a tomar dominio de la carroza y huir de Trost. Cierra sus ojos con fuerza. Sin duda, era uno de los peores pecados que debía cometer: Abandonar a su escuadrón y a su familia.

–¡Confío en ustedes Lizy! –expresa duramente, con las lágrimas al borde de salir mientras mantiene la mirada en la cima de la Muralla Rose. –¡Si llegan a morir, nunca se los perdonaré! –vocifera, desviando su camino hasta llegar a su destino.

–¡Encuéntranos después de que todo se calme! ¡No me tardaré! –es lo último que consigue escuchar de ella.

No podía dejar de llorar al ver la maravillosa vista del distrito que tantos recuerdos le trajo, porque sabía que por esta vez, iba a desobedecer las órdenes de Lizy y las fuertes consecuencias que le traerían. Fue este mismo sitio donde fue la última vez que la Clase A estuvo completa, con todos sus integrantes viviendo. Fue aquella misma muralla donde la verdadera aventura había comenzado. Recordar a sus amigos morir por los titanes, el titán colosal robarle el aliento a escasos centímetros de ella, recibir la dura noticia de la muerte de Marco por parte de Jean; sentir los brazos de su hermana abrazarla por primera vez en catorce años. Se sentía como un sueño lejano; una pesadilla. Había pasado por mucho, y ahora estaba a punto de dejar todo atrás por la búsqueda de un milagro. No quería hacerlo. Le dolía en el alma saber que la niña con la quien creció de la mano desde el vientre, estaba bajo las garras de esos trastornados al igual que Eren e Historia. Al final del día, fue decisión suya dejarse secuestrar. Era la persona más valiente que había conocido, y se sentía como una verdadera cobarde a comparación suya.

Da una media vuelta, atisbando el bello paisaje teñido en colores cálidos. Ajusta sus equipos de maniobras tridimensionales, al igual que los mangos de sus hojas. Oculta un mechón de su flequillo por debajo de su gorra, preparándose para lo que se vendría a continuación. No sabía si de esta riesgosa aventura saldría viva y si volvería a ver a sus seres queridos otra vez. Aún así, se llevaba en su corazón a cada uno de ellos: Eren, Historia, Mikasa, Connie, Sandra, Armin, Jean, Sasha, Lucian, Hange, Iliana, Erwin, Lizy, Levi...y su bella hermana.

Toma un profunda bocanada de aire, a la par que sus luceros se iluminan más que nunca en compañía de los rayos del sol.

–Siguiente parada: La capital...

Y dicho esto, activa sus equipos de maniobras. Emprendiendo un viaje que para muchos, sería considerado un verdadero suicidio; era solo una niña de catorce años. Pero ella, estaba dispuesta a enfrentarse a cualquier peligro que se le avecinará. Estaba preparada para provocar un nuevo huracán: Una nueva persecución en la ciudad subterránea.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top