𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙛𝙤𝙧𝙩𝙮 𝙤𝙣𝙚, world in ruins
───CHAPTER FORTY ONE
mundo en ruinas
¡comenten mucho!
La noticia de una segunda batalla en la ladera llego a sus manos anunciando la muerte de Hugh el martillo y su dragon junto a Addam Velaryon que junto miles de hombres en varios castillos para atacar la ladera y darles una gran victoria a los negros en señal de su eterna lealtad aun siendo un bastardo.
Por otro lado, Ulf el blanco falleció envenenado junto a lord Hightower, evitando así, que aquel hombre despreciable llegará a la capital para ser coronado como rey.
Lady Jeyne Arryn había enviado una carta apenas la noticia de la caída de desembarco del rey llegó a sus oídos, ofreciendo protección y cuidados a su reina en estos tiempos tan inseguros.
El único problema fue que el riesgo de ser capturados justo antes de llegar al asentamiento Arryn era lo suficientemente alto como para que ambas negaran y huyeran obteniendo asilo en fuertepardo.
Pero no podían quedarse por mucho tiempo.
Allí, la carta de Lord Cregan Stark llegó prometiendo veinte mil norteños estarian en el sur tan pronto como fuera posible.
───¿Debemos creer?───Preguntó Rhaenyra reacia, recibiendo la carta que Laisha le tendió tras leerla detenidamente.
───Los Stark son leales, no olvidan un juramento, confiemos en él───Fue lo único que dijo viendo a su esposa asentir y levantarse para abrazarla.
───¿Que hicimos para recibir este castigo?───Preguntó en un susurro lastimero, separando su cabeza del cuello de Laisha para mirarla con sus ojos morados rojizos por el llanto de dolor y rabia.
───No se que responderte───Susurro acariciando su mejilla, reposando su frente en la suya.
Poco después, Rhaenyra y Laisha junto a sus hombres tuvieron que irse de allí tras insistencias de la señora de fuertepardo por temor a morir por tenerlas a escondidas.
───Volveremos a Dragonstone en tu barco, reclamare otro dragón y tendremos una nueva defensa.
───Solo quedan fantasma gris y caníbal, Rhaenyra.
───Lo sé, pero voy a intentarlo, alguno cederá───Susurro furiosa, subiendo su capucha para ocultar su cabello platinado y ojos morados muy apenas.
Pero Laisha no estuvo de acuerdo.
Compró dos boletos con la corona de Rhaenyra para que ella y su hijo llegaran a Dragonstone, dejándole a Sir Baleror con ella mientras sus hombres subían las cosas a su barco.
Laisha no confiaba en ir con Rhaenyra, su barco tenía el emblema Greyjoy, lo que la convertía en un blanco fácil.
Hizo todo a espaldas de Rhaenyra, detallando el rostro angustiado y demacrado de su esposa y el temeroso de su ahora único hijo con vida.
Podían tener un par de horas en el muelle antes de que los barcos zarparan, par de horas en las que Laisha estaría junto a Rhaenyra antes de que sus caminos se dividirán por ahora.
En silencio se acercó y abrazo a Aegon y Rhaenyra, besando sus cabellos para darles cariño y protección entre sus brazos, sintiendo las manos de ambos cubrir su cuerpo y aferrarse a ella con casi total derrota.
Y con eso, Laisha tuvo completamente en claro en lo que haría. Aun cuando sabía que Rhaenyra enfureceria al saberlo.
Situaciones desesperadas requieren decisiones desesperadas.
Laisha nunca creyó que se separaría de Rhaenyra en medio de una batalla entre vivir o ser capturados.
Pero en ese momento, era así.
Sus hombres corrían de un lado a otro organizando las cosas y armas en caso de un ataque, apretando sus manos detrás de su espalda con la mirada fija en el mar frente a ella.
Para ese momento, Rhaenyra debía estar descargando su furia en sus hombres y Sir Baleror, Aegon debía estar desesperado por no verla y sentir su protección.
Se reunirían en Dragonstone y allí ingeniarian un plan.
───Mi señora, el mar es un tanto salvaje, podríamos llegar más tarde a Dragonstone.
Soltó aire pesadamente, pensando en alguna forma de poder llegar más rápido y asegurar la zona.
───Liberen las velas, tan amplias como pueden para tomar mayor impulso, debemos prepararnos cuando estemos cerca de Dragonstone.
───Si, mi señora───Se inclinó ante ella retirándose.
Laisha volvió a sus pensamientos, apretando sus manos preocupada, tenía un mal sabor en la boca, dolor en su cuerpo y la vista nublada por las repentinas lágrimas que se formaron en su rostro.
Todos sus hijos estaban muertos y solo le quedaba Aegon, sus niños preciados con la sangre del fuego y el mar salvaje.
Ahora entendía las palabras de las madres de cualquier sitio de Westeros: El dolor de una madre por la muerte de su hijo era devastador.
Y ella misma pensó por mucho tiempo que moriría primero que todos ellos, porque ninguno nunca fue un mal príncipe o princesa, nunca existieron problemas de ellos con otras personas cuando miles los adoraban.
Pero todo había sido distinto a lo que creyó, y se sintió estúpida.
───¡Barcos enemigos a la vista!
Laisha abrió sus ojos casi con calma, encontrándose con lo que supuso justo al frente a unos metros del mar.
Tal parecía que Jason Lannister si logró poner su verga dentro de una mujer importante en la triarquía antes de morir, por que de ninguna forma hubieran vuelto.
La única ventaja es que eran dos barcos, aparentemente sabían que serían muy pocas personas acompañando a tres personas de gran valor.
Y su carta a las ciudades libres de Volantis y Pentos se encargarian de ellos una vez acabaran.
Su cuerpo dio media vuelta y avanzó entre los suyos tomando su espada.
───Luchamos por la reina Rhaenyra───Inicio tomando una soga y soltando la última vela atada, miro a todos sus hombres───Acabaremos con tanto podamos, y lo haremos por nuestra reina.
Los hijos de hierro eran todo menos cobardes.
Así era la sangre de todos ellos y la suya también, incluso mucho más fuerte.
Laisha esperó pacientemente a que los dos barcos se acercaran lo suficiente antes de ordenar a los cuatro arqueros iniciar, retrocediendo para tomar el timón y cambiar rumbo en busca de hacer que ambos barcos enemigos chocasen.
Claro que no sucedió, en cambio uno chocó con el suyo e hizo que su cuerpo se tensara cruelmente.
Su mano sujeto su espada cuando los miembros de la triarquía pasaron a su barco, esquivando el filo de las espadas y usando la suya para cortar sus cabezas o torsos.
En un momento, una espada rozó su cuerpo y corto su piel, la sensación de su propia sangre bajar por su ropa y piel fue suficiente para desencadenar rabia y discordia hasta acabar con cuatro de los hombres.
Pero, como todo ser humano, por más que sean grandes guerreros, siempre tienen la posibilidad de caer.
La hoja de una espada se incrustó en su abdomen, un golpe por la espalda, un golpe de cobardía.
Su codo chocó contra el rostro del cobarde, sosteniendo su herida con la espada aun atravesando su abdomen, jadeando antes de esquivar otro golpe y devolverlo.
Pero el mismo que se enfrentó a ella en el primer momento tomó la espada y término de incrustarla en su cuerpo, usando una daga para movilizarle bajo su jadeo por el dolor.
───Lastima que tengas una verga───Se burló tomando el lóbulo de su oreja, Laisha intentó golpear su cabeza contra la del obteniendo una ligera raja en su cuello───¿Últimas palabras, pequeño monstruo?
───Viva la reina Rhaenyra───Susurro con manos temblorosas───Mi sangre prevalecera y la de todos ustedes desaparecerá sin nadie que los recuerde.
Y dicho eso, la daga rajo su cuello, acabando con su vida.
Rhaenyra estaba ansiosa.
Dragonstone se veía igual, pero había un frío inimaginable para ella misma cuando aquel lugar siempre fue tibio.
¿Era por la falta de dragones?
¿O acaso por el fracaso?
Sostuvo con fuerza la mano de Aegon, girándose para ver a sir Baleror con un suspiro, aun enojada con él a niveles inimaginables.
Sus ojos se desviaron al mar, con la esperanza de ver el barco de su esposa y tenerla con ella en su más grande luto.
───Debemos entrar───incitó Sir Baleror haciendo que Rhaenyra vuelva en sí.
No dijo nada, solo alentó a su hijo a seguir, con su mano tomando su vientre por el dolor de un viaje incómodo y lleno de furia.
Subió escalón por escalón con cuidado, respirando hondamente antes de alzar su mirada para encontrarse con la peor de las sorpresas.
Dos de sus hombres habían sido asesinados apenas giró, sir Baleror desenfundo su espada y se dispuso a luchar contra los tres hombres mientras Rhaenyra sujetaba a su hijo y corría por los pasillos.
Sus ojos fueron al cuerpo en el suelo de túnica gris, el maestre Gerardys estaba muerto. Poco después, se fijó en Sir Baleror que gritó de dolor por una lanza clavada en su pierna.
───¡Mi reina!───Grito en espera de que ella huyera, pero antes, su cabeza rodó en el suelo.
Más pronto que tarde, los traidores tomaron sus brazos y la separaron de su hijo bajo sus gritos y quejas furiosas por tal traición, declarandoles la muerte mientras era arrastrada hasta el salón principal, el salón del trono de roca negra.
Rhaenyra sintió su cuerpo temblar y su temperatura subir descomunalmente, furiosa, colérica al ver al hombre que debería estar muerto junto a su dragón moribundo.
───¡Hermana!───Le gritó en saludo Aegon, con una mirada desorbitada en ella.
La vista fue capaz de satisfacer ligeramente a Rhaenyra, Aegon estaba cubierto de cicatrices de quemaduras, postrado en una silla por su invalidez y por lo que pudo ver, no tenía varios dedos.
Rhaenyra, llevada por la cólera del dolor, dio varios pasos adelante, retando al hombre lisiado.
───Querido hermano───Se burló con sus manos apretando su vestido───Esperaba que estuvieras ya muerto.
───Si moriremos, será por el orden de nacimiento, por ejemplo... Tu esposa, el monstruoso ser de Laisha Greyjoy tal vez se reunió con los pescados y tiburones───Se burló haciendo que Rhaenyra se congelara sutilmente en su sitio.
───Vil mentiroso, asquerosa sanguijuela, tus juegos no sirven───Siseo dando más pasos adelante, Aegon se rio.
───¿Entonces su cabeza en mi poder es una mentira, hermana querida?───Preguntó haciendo un ademán para traer consigo un cofre de tonos podridos.
Rhaenyra tembló cuando aquel hombre se acercó con dicho cofre, mirándolo fijamente hasta que aquella cosa fue abierta.
Lo que vio solo logró desarmar la poca cordura que le quedaba.
La cabeza de Laisha estaba justo allí, morada y sin vida, con ojos cerrados y una expresión fúnebre, su cabello cubierto de sangre y algas marinas que facilitaron su comprensión al momento.
Su esposa, su amada y leal esposa, estaba muerta.
Sintió sus ojos picar y poco después miro a Aegon reirse sin escrúpulo alguno por su silencio.
───¡Maldito seas!───Gritó intentando llegar a él, dos hombres la tomaron y la hicieron hacia atrás───¡Que ardas en todos los infiernos, maldito seas!
───¡Ahora, mi hermana querida!───Gritó deteniendo sus risas───El siguiente a morir eres tú, por línea de sucesión.
───Me alegra que lo recuerdes───Se burló con manos apretadas───Crees que nos tendrás prisioneros, pero mis señores leales darán conmigo.
───Eso si te buscan en los siete infiernos, tal vez───Se burlo y sentencio vilmente.
───¡Madre, huye!───Grito Aegon al mismo tiempo que sir Alfred Bromme se posó frente a ella y clavó una daga en su pecho izquierdo, incitando al dragón moribundo con su sangre.
Rhaenyra alzó su mirada entre el dolor de la herida y la emocional, notando al dragón abrir sus fauces y ver el indicio de fuego marcarlo.
───¡Maldito seas y todo tu linaje!───Grito por última vez antes de que las llamaradas de fuego envolvieron su cuerpo, alzando su cabeza y al poco tiempo sentir la boca de sunfyre tomar su cuerpo y desprender parte de él de un solo bocado.
───¡Madre!───Gritó horrorizado y al borde del llanto, viendo la cabeza de su madre Laisha ser lanzada junto al cuerpo calcinado de su esposa Rhaenyra.
Y así, Laisha Greyjoy y Rhaenyra Targaryen fallecieron, dando por terminada la danza con la victoria de los verdes.
O eso creyó.
Por qué la causa de ambas siguió viva, con enormes cantidades de fuego y sangre en espera para cumplir con sus deseos aun muertas.
" Todos en el continente sabian que Lady
Laisha amo debotamente a su esposa al
punto de morir por ella y su reclamo"
───Maestre Torren, de Pyke.
"Nadie nunca pudo negar, que la reina
Rhaenyra amo con intensidad a su esposa
y nunca dudo de alzar su voz por ella"
───Maestre Loran de King's landing.
Ah, no saben cuánto me costó escribir esto.
Dure tres días haciéndolo, pensando en si hacer este final o no.
Pero me aferre, así como tu te aferraste al amor de tu ex.
Si, estoy sufriendo. Mis niñas tuvieron un horroroso final, pero era necesario para impulsar la furia del resto.
¡Esto no termina, el sufrimiento tampoco quizás!
Aquí pueden depositar sus pensamientos de este capítulo >
Las pérdidas fueron abruptas quizás, pero a mi parecer, la perfecta definición de caída en picada en una guerra, más siendo tan sangrienta como la danza.
Y, en caso de que no se dieran de cuenta aquí.. Rhaenyra estaba embarazada a la hora de morir.
Me convertí en lo que juré destruir...
Pero, ¡Aun falta el epílogo, el cual subire mas tarde!, ¡Los veo allá!
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