𝟬𝟯 | KRIPTONITA

CAPÍTULO TRES
KRIPTONITA

SERENEI OPTÓ POR NO VOLVER a casa aquella noche, ya que había estado moviendo poco a poco sus cosas a casa de Han. Preveía el inminente enfrentamiento entre Sean y su padre y prefería evitar el caos.

Los amigos de Takashi se encargaron de llevar a casa a Serenei y a Han, y se aseguraron de que volvieran sanos y salvos. Sin embargo, la conversación entre ellos permaneció en silencio hasta que llegaron al apartamento de Han. Han, abriendo la puerta, hizo un gesto a Serenei para que entrara primero.

—¿Estás enojada?—,preguntó, cerrando la puerta detrás de ellos mientras se despojaban de sus zapatos, colocando las llaves en un cajón.

—No estoy enojada. Sólo...—Serenei suspiró y se dirigió a la habitación.

—Si supiera el conductor que es...—,intervino Han, siguiéndola. Ella se dio la vuelta, burlándose.

—Mira, Han.—Le dio una palmada en el pecho, indicándole que se sentara.

—Nunca escuchas lo que tengo que decir. Nunca escuchas nada de lo que nadie tiene que decir, en realidad, porque no aceptas una mierda de nadie—,expresó mientras se ponía su ropa de dormir.

—¡Pero si es mi hermano! Por supuesto, voy a saber que es un conductor de mierda, te lo dije. Toda la sangre y el sudor que has puesto en ese auto...—comentó sentándose en la cama.

—Lo siento. Debería haberte hecho caso y no lo digo por decir. Me arrepiento. Los dos pusimos mucho trabajo en ese auto—.Confesó Han tras un momento de silencio.

—Entonces, ¿qué pasa con eso de no te vayas a ir?—,se burló ella.

—Aún no estoy seguro. Lo veré mañana por la mañana—,respondió él, apagando la luz.

A la mañana siguiente, Han dejó un mensaje a Serenei, informándole de que estaba organizando todo para que Sean recogiera su dinero después de clase. Una vez concluidos sus asuntos, Han llamó a Serenei, notificándole que estaban de camino para recogerla. Al llegar, se sentó en la parte de atrás.

—Ya eres parte del negocio. Puede que te llame una vez a la semana o cada que yo quiera—.comentó Han, mirando a Serenei por el retrovisor.

—No me importa si estás enfermo o estás en la cama con alguien. Haces lo que te diga—,continuó, girándose hacia Sean.

—Sólo si me enseñas a driftear—.Sean empujó.

—Esta no es una negociación—,afirmó Han.

—No estaba negociando—,sonrió Sean.

—Supongo que esta tarde ha ido bien—.Serenei apoyó la palma de la mano en el hombro de Han.

—Lo sabes, cariño—.Han sonrió sutilmente.

—Espera ustedes dos...—Sean hizo un gesto, mirando hacia ellos.

—Ojos en el camino, vaquero—.Serenei empujó su cabeza hacia delante, dando por terminada la conversación.

Serenei desvió su atención de las calles de Tokio durante el resto del trayecto. Hacía unos años que esta ciudad se había convertido en su hogar. Las luces, los autos, la gente. Han. Sacó a relucir una nueva faceta en ella: más audaz y atrevida, más feliz y contenta.

Llegaron a un pequeño Casino. Han iba delante, con Serenei detrás y Sean detrás. Se toparon con uno de los sirvientes de Takashi, que los condujo hacia su jefe. Llegaron al interior de una pequeña habitación en la parte trasera del edificio. Sabía que tarde o temprano iban a hablar de negocios, así que no entendía exactamente por qué habían traído a Sean con él.

Cuando Takashi y Morimoto se dieron cuenta de su presencia, despejaron la habitación. Los ojos de DK la recorrieron, pero se arrugaron al ver a su hermanastro.

—¿Qué está haciendo aquí?—preguntó DK al ver a Sean.

— Está pagándome por la lata de basura que está en mi cochera—,dijo Han arrojando el dinero sobre la mesa.

—Espero que no conduzca—,dijo Morimoto.

Gaijin. ¿Cuándo volverás a correr? Quiero estar ahí—.preguntó Morimoto, provocando tensas reacciones entre los hermanos.

Serenei se desentendió del resto de la conversación, deseosa de que terminara. Una sensación desconcertante se instaló en su pecho, envolviéndola. Algo no encajaba. No podía descifrar si estaba relacionado con los negocios o si se debía a su sensación de que algo siniestro estaba a punto de ocurrir.

—¿Qué te parece, Seri, eh?—,preguntó Takashi. Han la sacó de sus pensamientos. Al notar la expresión de desconcierto en su rostro, tomó nota mental para preguntarle más tarde.

Serenei forzó una sonrisa y se encogió de hombros. DK la miró confundido. No se había dado cuenta de que Sean no estaba con ellos y se había ido. Estaban hablando de negocios, ella ni siquiera se había dado cuenta.

—¿Qué? ¿El gato te comió la lengua?—Dijo Morimoto.

—Lo siento, no me siento bien—,dijo ella, exhalando.

Tras concluir su discusión, el dúo salió de la sala, pasando junto a la bulliciosa multitud absorta en diversos juegos de casino, con gente probando suerte fervientemente en la variedad de máquinas.

—¿Qué pasa?—preguntó Han, tomando su mano entre las suyas.

—Probablemente no sea nada. Pero he visto unos papeles raros en su mesa—,razonó ella. Él le dio un picotazo en la cabeza.

—¿Papeles?—,dejó de caminar.

—Tu nombre estaba en ellos. El mío también—,explicó ella. Él asintió, diciéndole en silencio que se ocuparía de ello.

—Tu hermano va a conseguir que lo maten—,comentó Han, mirando hacia delante. Serenei siguió su mirada para ver a Sean hablando con Neela.

—¿Por qué no te consigues una linda japonesa como todos los de tu país?—.le preguntó Han.

—¿Todo bien?—preguntó Sean.

—Yo me encargo de DK—.Han asintió, asegurándolo.

—Creía que era un yakuza—.

—Su tío es un yakuza—.Aclaró Serenei con un suspiro.

—Sólo está jugando al pequeño gangster en su pequeña oficina—.

—Pero lo necesito—,confirmó Han.

—Mantiene al tío Kamata sin que se meta—,continuó.

—¿A qué te refieres?—Preguntó Sean.

—Su tío lleva una comisión de cualquier actividad en su territorio. Este es su territorio—.Explicó Serenei.

—Cincuenta por ciento de algo es mejor que cien de nada—,añadió, pulsando su teléfono para avisar a Reiko de que estaban de camino.

—¿Has corrido contra DK?—Han negó con la cabeza.

—¿Por qué no? Es muy bueno—

—¿Cuál es el objetivo de correr?—Han le preguntó a Sean.

—Ver si eres mejor que el otro idiota—,sonrió Sean.

—Sólo pruebas que eres más rápido, eso es todo—.Serenei se encogió de hombros.

—Si tuviera que correr, sería por algo importante. Si no, no tiene caso—.

—Corrí por una chica. Eso es lo que me trajo aquí—.Sean admitió con orgullo.

—Es una mierda americana—.Han sacudió la cabeza.

—¿Han? ¿Correrías por mí?—Serenei apoyó la cabeza en su hombro, bromeando.

—Claro que sí—,inclinó la cabeza para darle un beso.

—¿Por qué me dejas correr?—.Sean se rió.

—Para DK eres su kriptonita. Y nos debes un auto—.

Al entrar en el club, Han saludó a numerosas personas mientras abrazaba a Serenei. Sean, que había estacionado el auto, no tardó en alcanzarlos. Atravesando salas con modelos bailando, llegaron a la cochera, donde Han les consiguió bebidas. Sean estaba asombrado, y al final se sentaron en un sofá, con Serenei apoyando las piernas en el regazo de Han.

—El Evo rojo es tuyo—,dijo Han, dejando a Sean con los ojos muy abiertos.

—Será mejor que lo mantengas en una sola pieza, Reiko trabajó muy duro en él—,advirtió Serenei mientras se inclinaba hacia delante.

—Espera, ¿a qué te refieres?—,dijo Sean mirando a los dos.

—Tú me representas—,dijo, vertiendo líquido en su vaso.

—¿Qué creías? ¿Que te dejará correr en un Hyundai?—.Serenei guiñó un ojo.

Tras una noche de diversión, volvieron a casa, sin saber lo que les depararía el día siguiente. Si Serenei pudiera prever el futuro, se lo habría pensado dos veces antes de presentarse en la cochera.

Todo parecía ir bien hasta que Sean llegó con Twinkie, exigiendo empezar sus clases de drifting inmediatamente. Han negó con la cabeza, mientras Serenei se limitaba a sentarse. Al fin y al cabo, Han se lo había buscado, no ella.

Sean intentó hacer drifting, pero decir que lo consiguió sería una enorme mentira. Earl expresó su consternación en voz alta, cuestionando la decisión de Han de encontrar a Sean. Twinkie intervino, restando importancia a la situación y comparando la falta de habilidades de Sean con la destreza de Serenei.

—¡Mi mamá! Está medio ciega y puede hacerlo mucho mejor—.Earl gimió en voz alta.

—¡Han, ¿¡de dónde sacaste a ese idiota!?—Exclamó Earl.

—Sí, ¿qué parentesco tienen ustedes dos? Además de conducir, tiene todo esto—Twinkie señaló el cuerpo de Serenei. Le tiró un vaso de plástico lleno de agua.

—Y él tiene todo eso—señaló a Sean, haciendo un gesto de que estaba recto como una tabla de surf.

—Twinkie anda a ligarte a esas gaviotas de ahí—,dijo Han, sin apartar los ojos del vehículo de Sean.

—¿Celoso eh?—Twinkie puso acento.

Serenei se rió y Han se limitó a negar con la cabeza. Puso las piernas en el regazo de Han. Él la miró y sonrió satisfecho. Se levantó, se acercó a ella y se sentó con un sonoro crujido en la silla de plástico.

—¡Han!—

—¿Vas a poner esas piernas en mi regazo otra vez?—.

—Sí—Han se inclinó hacia atrás, la silla crujiendo aún más.

—Han la silla se va a romper—y mientras él se levantaba, ella se desplomó, golpeando el hormigón.

¡HAN!

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