CAPÍTULO 1
El sol despuntaba en el horizonte, envolviendo la aldea de Buena en su suave y cálido resplandor matutino. En el corazón de esta tranquila comunidad, una casa modesta protegía a dos recién nacidos, cada uno dormitando plácidamente en sus pequeñas cestas de mimbre. Uno de esos bebés era Rudeus, destinado a una historia notable. El otro, Tn, era un enigma envuelto en misterio.
Zenith: ¡Es un varón! -Exclamó una mujer con voz débil pero emotiva. Tn abriendo los ojos para encontrarse con muebles de madera y telas acogedoras.
Voz masculina: ¡No solo uno! -Interrumpió el partero.- ¡Son gemelos!
Tn entendió inmediatamente que había renacido. Observó a su alrededor, registrando cada detalle: una mujer de cabello rubio brillante, Zenith Greyrat, con una mirada amorosa y extenuada; Y su esposo, Paul, un hombre musculoso y radiante de orgullo.
Zenith: Rudeus y... ¿Tn? -Preguntó la Greyrat, probando los nombres para sus hijos, arreglándoselas con un pequeño susurró. Sintiendo una conexión inmediata con aquellos ojos brillantes que la miraban con curiosidad e inteligencia inusual.
Tn había sido reencarnado en este mundo de manera tan inesperada como su hermano. A diferencia de Rudeus, Tn conservaba fragmentos vívidos de su vida anterior. Esos recuerdos incompletos le dotaban de una madurez y percepción que resultaban inusuales para su corta edad. Los días pasaban y ambos hermanos crecían juntos, fortaleciendo su vínculo con el tiempo, pero Tn siempre se sintió diferente, como si un destino distinto lo aguardara.
Primeros Pasos
Desde muy temprana edad, las diferencias entre los dos hermanos se hicieron evidentes. Tn mostró una rapidez y destreza sorprendentes. Cuando aún balbuceaban sus primeras palabras, parecía entender conversaciones complejas y su habilidad para caminar se desarrolló mucho antes que la de Rudeus. Zenith y Paul, sus padres, no podían evitar sentirse impresionados por estas diferencias, aunque Zenith en especial encontraba en Tn una chispa que no podía pasar por alto.
Por otro lado, en Rudeus se percibía una naturaleza más traviesa y, en ocasiones, pervertida. Aunque Rudeus tenía el espíritu curioso de un niño, sus acciones a menudo resultaban incómodas y problemáticas para Zenith y Lilia.
Vínculo con Zenith
Zenith, una mujer de belleza serena y una amabilidad sin límites, dedicaba horas a cuidar de sus gemelos. En esos tiempos, ella empezaba a notar algo especial en Tn. Cuando estaba en la cuna, sus ojos parecía que la miraban con una profundidad inusitada para un bebé. Conforme Tn fue creciendo, Zenith se encontraba cada vez más atraída por la inteligencia y la serenidad que emanaba de él. Estas cualidades le daban una sensación de orgullo que, aunque no quería admitirlo, no sentía de la misma manera hacia Rudeus.
Uno de los momentos más reveladores fue cuando Tn, con tan solo dos años, logró decir sus primeras palabras claramente: "Mamá, amo". No fue solo la estructura gramatical lo que sorprendió a Zenith, sino la claridad y sinceridad en su voz. Empezó a pasar más tiempo con Tn, leyéndole historias y enseñándole palabras nuevas, siempre encantada por su capacidad de aprendizaje y por la manera en la que la miraba, como si entendiera todo.
La Llegada de Lilia
Lilia, la criada de la familia, desempeñaba un papel fundamental en la crianza de los gemelos. Al principio, trataba a ambos niños con el mismo cuidado y dedicación, pero pronto comenzó a notar algo diferente en Tn. Había momentos en los cuales, al cambiar pañales o preparar biberones, sentía que Tn la observaba con una comprensión incomprensible. Poco a poco, desarrolló un cariño especial por él.
Un día, mientras Zenith estaba ocupada, Lilia tuvo que hacerse cargo de ambos niños sola. Rudeus, en un momento de travesura, intentó curiosear bajo las faldas de Lilia, provocando incomodidad y sorpresa. Fue entonces cuando Tn, aunque solo un niño, se acercó y tomó la mano de Lilia, calmándola con una expresión serena y protectora. Desde ese momento, Lilia sintió una profunda admiración y cariño hacia Tn, apreciando su madurez y respeto.
Lo Especial de Tn
A medida que los años pasaban, las diferencias entre Tn y Rudeus se hicieron más evidentes. Aunque ambos eran queridos y cuidados, Tn poseía una madurez inusitada y una empatía que encantaban a todos. Su disposición madura y respetuosa contrastaba con el comportamiento más travieso y pervertido de Rudeus, lo cual hacía que Zenith y Lilia sintieran una preferencia no intencionada pero creciente hacia Tn.
Finalmente, la familia Greyrat seguía con su día a día en la tranquila aldea de Buena, sin saber que el destino preparaba cosas grandes para sus hijos. Tn, con su mirada profunda y su espíritu sereno, comenzaba a trazar su propio camino, uno que lo llevaría a ser mucho más de lo que nadie hubiera imaginado.
El tiempo pasaba en la casa de la familia Greyrat, y las diferencias entre los gemelos se volvían más notorias con cada día que pasaba. Rudeus, aunque brillaba en su talento mágico, no podía evitar sucumbir a sus inclinaciones pervertidas, lo que provocaba situaciones incómodas tanto para Zenith como para Lilia. Tn, por otro lado, no solo era brillante en la magia y la espada, sino que también poseía un sarcasmo agudo y una sensibilidad que, aunque sutil, se hacía evidente en los momentos cruciales.
Una tarde, Zenith y Paul estaban discutiendo en su habitación. La voz de Zenith se oía claramente a través de las finas paredes.
Zenith: ¡Paul, ya no puedo soportarlo más! Tus constantes infidelidades están destruyendo nuestra familia. -Las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras hablaba.
Paul, con las manos en la cintura, trataba de justificarse sin éxito.
Paul: Zenith, sabes que te amo... pero...
Era en momentos como estos, cuando Tn encontraba a Zenith sola en el jardín, llorando en silencio. Decidió acercarse lentamente, con una calma que parecía innata en él.
Tn: Mamá, ¿estás bien? -preguntó con tono suave pero firme.
Zenith, sorprendida por la presencia de su hijo, rápidamente se limpió las lágrimas.
Zenith: Oh, Tn... no te preocupes, son cosas de adultos.
Tn se sentó a su lado, sin apartar la vista de ella.
Tn: Sé que papá puede ser un idiota a veces. -dijo con un leve toque de sarcasmo que hizo que Zenith soltara una pequeña risita entre las lágrimas.
Zenith: si, lo es. -Zenith asintió, sintiendo una extraña mezcla de consuelo y complicidad en esas palabras.
Tn colocó una mano en su hombro, brindándole un apoyo inesperadamente fuerte para su pequeña edad.
Tn: Mamá, te mereces ser amada de verdad y valorada. Nunca olvides eso.
Ese pequeño gesto y esas pocas palabras hicieron que Zenith sintiera un calor en su corazón que no había sentido en mucho tiempo. El amor y el aprecio que Tn le ofrecía llenaban los vacíos que Paul dejaba con sus acciones.
Mientras tanto, en otra parte de la casa, Lilia intentaba continuar con sus quehaceres domésticos sin complicaciones. Sin embargo, Rudeus, con su inclinación natural hacia lo pervertido, no podía evitar espiar y hacer travesuras, colocándole trampas o incluso intentando robar miradas inapropiadas. Había encendido una magia que creaba pequeñas corrientes de aire dirigiéndolas hacia la falda de Lilia.
En uno de esos tantos momentos, Tn apareció en la cocina y vio lo que sucedía. Al ver la expresión disgustada de Lilia y notando las acciones de su hermano, decidió intervenir.
Tn: ¡Rudeus, basta ya! -gritó Tn, usando un tono que cortó el silencio como un cuchillo.
Rudeus, sobresaltado, desactivó su magia y se giró, enfrentando la mirada severa de Tn.
Rudeus: Solo estaba bromeando... -murmuró, pero sabía que Tn no toleraría excusas.
Tn avanzó hacia Rudeus, sus ojos brillaban con una serenidad que reflejaba su naturaleza protectora.
Tn: Si quieres ser un mago respetado, empieza por respetar a los demás. Y si vuelvo a verte hacer esto otra vez, habrá consecuencias.
Rudeus, sintiendo una mezcla de vergüenza y rabia, se marchó rápidamente, dejando a Tn y Lilia solos en la cocina. Lilia se acercó a Tn, con una expresión de alivio y agradecimiento.
Lilia: Gracias, Tn. No sé qué haría sin ti. -dijo, poniendo una mano en su hombro.
Tn le devolvió la sonrisa, con un rápido destello de gracia en su mirada.
Tn: Probablemente estarías luchando contra corrientes de aire traviesas todo el día. -bromeó, haciendo que Lilia riera suavemente.
Cada día, Lilia observaba con admiración cómo Tn superaba a Rudeus tanto en habilidades mágicas como en el manejo de la espada. Su disciplina, combinada con su natural disposición para el liderazgo, lo hacía destacar. Esa admiración se transformaba lentamente en un afecto profundo.
Las tensiones en la casa no solo afectaban a las mujeres. Los celos de Rudeus hacia Tn crecían con el tiempo. Envidiaba la habilidad de su hermano gemelo para dominar tanto la magia como la espada con una facilidad que parecía sobrehumana.
Rudeus: ¿Por qué siempre eres el favorito? -le espetó un día Rudeus a Tn, con los ojos llenos de una furia contenida.
Tn lo miró con una mezcla de compasión y dureza.
Tn: No se trata de ser el favorito, Rudeus. Se trata de ser responsable y respetar a los demás. Deja de buscar excusas y empieza a mejorar. -dijo Tn, con su tono característico de serenidad.
Rudeus apretó los puños, sintiendo la impotencia de no poder replicar. Sabía, muy en el fondo, que Tn tenía razón. Pero eso solo aumentaba su rabia y sus celos.
Mientras tanto, Zenith encontraba en Tn un apoyo constante. Sus charlas nocturnas en el jardín se volvieron frecuentes; él escuchaba sus preocupaciones y la hacía sentirse amada y valorada, a diferencia de Paul, cuya relación con Zenith seguía desmoronándose lentamente. Cada palabra de Tn, cada gesto, parecía darle a Zenith una nueva razón para sonreír, incluso en los días más oscuros.
El vínculo entre Tn y cada una de las mujeres de la casa se fortalecía a medida que Rudeus se sumía en su propia oscuridad y frustración. Todo indicaba que los sentimientos divisivos y la creciente tensión solo estaban comenzando a desenredarse en la compleja trama de su vida en común.
La noche había caído sobre la casa Greyrat, cubriéndola con un manto de estrellas y silencio. Sin embargo, dentro de sus paredes, la tensión estaba lejos de desaparecer. Zenith y Paul habían tenido otra discusión acalorada, una vez más centrada en las infidelidades de Paul. Zenith, agotada y desbordada por la situación, se había retirado al jardín para encontrar algo de paz.
Tn, siempre vigilante, notó la situación y decidió seguirla. La encontró sentada en un banco del jardín, su rostro reflejaba la angustia y el dolor de sus recientes discusiones. La luz de la luna iluminaba su figura, haciendo que sus lágrimas brillaran como pequeñas estrellas en sus mejillas.
Tn: ¿Otra vez peleando con papá? -preguntó Tn suavemente, rompiendo el silencio de la noche.
Zenith levantó la mirada, sorprendida por la presencia de su hijo, y trató de ocultar sus lágrimas.
Zenith: Sí, Tn... otra vez. -su voz se quebró, y no pudo evitar que más lágrimas cayeran.
Tn se acercó y se sentó junto a ella en el banco, su presencia imponente y tranquilizadora al mismo tiempo.
Tn: Mam, a veces pienso que papá no sabe valorar lo que tiene frente a él. -dijo con una mezcla de sinceridad y un toque de humor que hizo que Zenith soltara una ligera risa, a pesar de todo.
Zenith: Eres un encanto, Tn. -susurró Zenith, tocando suavemente la mejilla de su hijo-. Pero no deberías cargarte con nuestros problemas.
Él tomó su mano y la sostuvo con firmeza, mirándola con una seriedad que parecía impropia de su edad.
Tn: No creo que sea cargarme, mamá. Quiero verte feliz, y si escucharte y apoyarte en estos momentos sirve para eso, entonces lo haré. -respondió con determinación.
Zenith sintió una ola de calidez recorrer su cuerpo. La sinceridad y la fuerza en las palabras de Tn despertaban en ella sensaciones que no había experimentado en mucho tiempo. Se acercó un poco más a él, buscando ese consuelo que solo su hijo sabía darle.
Zenith: Me haces sentir tan valorada, Tn. A veces pienso que eres lo único que realmente tengo. -confesó, con la voz apenas un susurro.
Tn: Siempre estaré aquí para ti, mamá. -le aseguró, sin apartar la mirada de sus ojos. Había una intensidad en esos ojos verdes que la hacían sentir un cosquilleo en el estómago.
Zenith sintió su corazón acelerar. Por un momento, olvidó que estaba hablando con su hijo; en ese momento, Tn era simplemente alguien que la comprendía, la valoraba y la hacía sentir deseada. Sus manos temblaron ligeramente cuando se inclinó hacia él, su rostro a solo unos centímetros del suyo.
Zenith: Tn... tú... me haces sentir cosas que no debería sentir. -susurró casi como una confesión, sintiendo que perdía el control de sus emociones.
Tn, consciente de la delicadeza del momento, mantuvo su compostura, pero su voz mezclaba la firmeza con una profunda ternura.
Tn: Mamá, solo quiero que sepas que eres increíble. Mereces ser feliz y sentirte amada, siempre. -dijo mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar.
Zenith cerró los ojos por un momento, disfrutando del toque de Tn, sintiendo una calidez recorrer su cuerpo. Era un consuelo, un respiro en medio de la tormenta.
Finalmente, abrió los ojos y se encontró de nuevo con la mirada de su hijo. Se inclinó y besó suavemente su frente, un gesto cargado de amor, agradecimiento y una pizca de deseos prohibidos que no se atrevía a admitir ni a ella misma.
Zenith: Gracias, Tn. Eres un verdadero tesoro. -susurró, retirándose lentamente, sabiendo que debía guardar esos sentimientos en lo más profundo de su ser para no complicar aún más sus vidas.
Los dos se quedaron allí, compartiendo el silencio de la noche, con la certeza de que, al menos por un momento, todo estaría bien.
CONTINUARÁ.
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