CAPITULO 2




CAPITULO DOS


THEIA—,habló la misma voz grave y severa. La misma de hace semanas. La habitación estaba a oscuras, con un suelo frío y rojo bajo ella, y levantó la vista para ver ante sí a una criatura con aspecto de robot. Debía de tener al menos diez veces su tamaño.—Me llamo Arishem. Ajak te ha elegido para dirigir a los Eternos. De ti depende salvar tu planeta. Ella cree que tienes lo que se necesita y...—

Y así como así, ella estaba de vuelta en la realidad. Más confundida que nunca.























THEIA SACÓ su laptop de su bolsa y respondió a los correos electrónicos que estaban interesados en colaborar con Kingo o hacer algún proyecto con él.

—¡Y aquí está mi compañera Eterna, Theia! También conocida como mi asistente, agente y publicista—.anunció Kingo, alborotándole el pelo mientras su ayudante, Karun, le apuntaba a la cara con una cámara.

Quitándose de encima tanto la mano de Kingo como la cámara, ella resopló:—¿Qué?—.

—Estoy grabando un documental sobre nosotros—.susurró él, con una sonrisa de satisfacción bailándole en la cara.

Theia enarcó las cejas, intentando parecer divertida.—Ah—.

—Theia—,se sentó frente a ella,—Explícanos cuáles son tus habilidades—.

Ella reclinó la cabeza hacia atrás, suspirando antes de volver a mirar a Kingo.—Puedo poseer la luz del sol y hacer cosas con ella—.Sonrió sarcásticamente, volviendo rápidamente a la pantalla de su laptop.

—Así que—,cruzó la pierna sobre la otra.—Solías salir con un compañero Eterno, Druig. ¿Puedes explicarnos por qué rompieron?—

Ella lo fulminó con la mirada, pasándose la lengua por la hilera superior de dientes:—No veo la relevancia del tema—.

Él se inclinó y susurró.—Es muy relevante—.

—Fue... una ruptura mutua—.Ella se hundió más en su asiento, separando las piernas.

—¿Estás segura de eso?—Él siguió presionando.

—¿Quieres que rompa esa cámara?—Preguntó ella, completamente harta mientras miraba directamente a Karun.

—Yo... traje otras—.Tembló.

—Pues trae otra—.Ella sonrió, se acercó a él, le arrebató la cámara y la hizo añicos contra el suelo.























EL RESTO DEL viaje fue aburrido. Theia había respondido a correos tras correos y leído fragmentos de su libro de vez en cuando.

Pero finalmente, tras horas de viaje, llegaron a Australia.

Todos llevaban gafas de sol, para protegerse de la arena del desierto y del sol del cielo. Siguieron caminando hasta que vieron una pequeña casita en la que pronto apareció Gilgamesh con un delantal que ponía 'Besa al cocinero'.

Ahogando una carcajada. Theia sonrió.—Me alegro de verte, Gil—.























—¿ESTO ES LO QUE comen todos los días?—se preguntó Kingo en voz alta, sonriendo a Thena y Gilgamesh.

—Todos los días—.Confirmó Gil.

—¡Esto es increíble!—exclamó Kingo.

—Gracias—,contestó, con una sonrisa orgullosa a continuación.

—El placer es mío—.

—Hablé con Arishem—.soltó Theia, tomándolos a todos desprevenidos,—En varias ocasiones—.

Todos la miraron.—¿Estás segura de que era Arishem?—preguntó Ikaris.

Theia asintió.—Dijo que se llamaba Arishem. Me dijo que Ajak me había 'escogido a mí y ahora que ella se ha ido, depende de mí salvar a todo el mundo.' Y antes de que me diera cuenta, estaba de vuelta en esta realidad, y hablé con él tres veces más después de eso y dijo lo mismo cada vez.—

—Mierda.—Kingo resopló, haciendo que Ikaris lanzara una mirada fulminante en su dirección.

Theia se levantó de su asiento y salió, tratando de alejarse del creciente caos y de tener un momento para sí misma.

Se quedó ahí lo que supuso que sería un rato, porque cuando volvió a entrar, estaban hablando de algo completamente distinto.

—Ahora que el capitán Rogers y Iron Man han muerto... ¿quién será el líder de los Vengadores?—.preguntó Sprite.

—Puedo guiarlos—.Ikaris tragó saliva, apoyando el brazo en la mesa.

Gilgamesh apoyó una mano en su hombro:—¿Cómo podrías hacerlo si Ajak ni siquiera te escogió para guiarnos?—.

El grupo compartió una carcajada. Y Theia sintió que las comisuras de sus labios se torcían en una pequeña sonrisa mientras los miraba —a las personas que solía llamar su familia—; era lo más parecido a una risa que podía haber hecho; era como un pequeño intento de reír, pero no se atrevía a hacerlo.

Volvió a sentarse y se miró las manos, apoyándolas sobre el muslo que ahora le temblaba rápidamente, en un intento de detenerlo.

—¿Estás bien?—Sersi le preguntó suavemente, notando sus hábitos nerviosos.

—Sí.—Consiguió otra pequeña sonrisa:—Sí. ¿Tienen noticias de Druig?—.Trató de desviar la conversación hacia otro lado, intentando que la atención no se centrara en ella, pero entonces se dio cuenta de que no había funcionado porque la sala se quedó completamente en silencio y Sersi tomó la fría mano de Theia entre las suyas, apretándola ligeramente. Todos negaron con la cabeza y Theia asintió, sabiendo que eso era lo que probablemente iban a decir de todos modos. Pero aun así quiso preguntar. Quizá eso la prepararía para lo que vendría después.

Habían pasado dos mil años y ella seguía pensando en él todos los días.

—Lo localizamos; saldremos mañana a primera hora a buscarlo—.Dijo Ikaris. Vio cómo los demás le enviaban una mirada de advertencia.

Mientras Theia estaba fuera, cada uno de ellos había prometido que ninguno se lo diría por su propio bien, para no disgustarla más.

Levantó la cabeza, los ojos llenos de luz y esperanza, se sentía a gusto y contenta. No sabía que esas palabras pudieran tener tanto impacto en ella, lo odiaba.—¿Mañana?—























EL VIAJE EN AVIÓN fue largo.

Theia estaba ansiosa, pasaba de pasearse de un lado a otro a morderse las uñas. Pero llegó al Amazonas. Con los demás.

'Todo estará bien', se repetía una y otra vez en su cabeza nada más salir del avión.

Caminaron por la hierba húmeda y entre los árboles de un verde oscuro, y a cada paso que daba Theia, los latidos de su corazón se hacían más y más fuertes.

Se acercaron a lo que parecía una pequeña aldea, el olor a lluvia mezclado con carne asada de algún tipo llenó sus sentidos. La gente intercambiaba platos y algunos estaban trabajando. Era realmente hermoso.

Todos parecían simpáticos y amistosos, los saludaban con la mano, aunque no tuvieran ni idea de quiénes eran. No era nada parecido a lo que había sido la última vez que estuvo ahí. Era refrescante.

—¡Qué bonito está aquí, Señor!—Karun sonrió, cámara en mano.

—Son apariencias. Si no conoces no temes—.replicó Kingo, mirando a su alrededor.

Theia miraba a su alrededor mientras intentaba tronarse los dedos, tratando de distraerse, pero no funcionaba.

Sprite se adelantó y preguntó a un hombre que trabajaba si había visto a un tal Druig. El nombre hizo que el corazón de Theia latiera más fuerte... aunque no creía que fuera posible.

—Sí. ¿De qué conoce a Druig?—.Preguntó el hombre,

—Somos amigos. De... la universidad—.Ella apretó los labios,

El hombre dejó caer su pan sobre la mesa, dándose la vuelta, sus ojos eran de oro brillante.

Druig estaba hablando por el hombre ahora,—Hola Sprite—.La saludó antes de darle las instrucciones sobre dónde encontrarlo.

Caminaron hasta lo que parecía ser un viejo granero, era gris y la madera estaba empezando a desprenderse y astillarse.

Ella se miró los pies y vio que sus zapatos ya dejaban huellas en el barro.

Sus botas eran lo único que podía mirar. Tenía miedo de que si levantaba la vista hacia él mientras salía, se desmoronaría, tal vez se derrumbaría de rodillas, se avergonzaría de sí misma.

—Cuanto los extrañe—,sonrió Druig con una sonrisa de satisfacción, bajando los ojos por la fila y luego hacia Theia, que estaba cabizbaja.

Frunció ligeramente el ceño:—Sobre todo a ti, Theia—.

Theia levantó los ojos y se encontró con los suyos por primera vez en más de dos mil años.

Y no se derrumbó.

No cayó de rodillas.

Ni siquiera lloró.

En lugar de eso, se burló. ¿La había echado de menos?

Caminó hacia él, con la mandíbula tensa.

Y cuando llegó hasta él, levantó la mano y le dio una bofetada.

Sintió como si sus emociones se restablecieran, como si de alguna manera, ella finalmente hubiera conseguido el cierre que anhelaba sólo por abofetearlo.

El sonido fue fuerte, resonando por todo el bosque vacío mientras los demás permanecían ahí, sorprendidos.

Druig se llevó la mano a lamejilla, que ahora le dolía, y se la masajeó ligeramente:—Me lo merezco—.








©FAISTSLUVRR

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