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FORKS


ESTABA ESPERANDO EL ALMUERZO EN UNA CAFETERIA DE PARÍS. Había viajado a bastantes partes en esta gira que había estado realizando con mi hermana y mi cuñado. En varias partes me desviaba sola para poder visitar más lugares. En este caso estaba en el famoso lugar del amor.

- Ici tu as- La camarera dejó el café con las medialunas en la mesa

- Merci

Podía apreciar las parejas que caminaban tomadas de la mano, turistas en mayor parte, se acercaban al puente donde colocaban candados con sus nombres grabados, luego tiraban la llave al agua, prometiendose amor puro. Bastante cursi.

El sonido de mi teléfono logró distraerme, lo saqué de mi bolsillo para ver el nombre de mi ex-cuñado en la pantalla. Extraño.

Con Charlie teníamos una buena relación, no lo veía hace dos años pero cada cierto tiempo charlabamos o lo iba a visitar para ver partidos en la televisión. El es mi família a pesar de ya no estar con René.

- ¿Sheriff?

- Oh, por Dios, Mel - Sonaba bastante aliviado de que haya atendido - Te necesito, es Bella

La última vez que hablé con ella fue hace meses cuando me había preguntado sobre el aquelarre de vampiros que tenía una estadía en Forks, después de eso estuvo bastante distante, por parte creí que era porque no fui a su cumpleaños, ahora resulta que era porque estaba entretenida con un chico.

- ¿Qué le sucede? - Mi piel se erizó con sólo pensar en que se haya metido en problemas, lo cual no me extrañaría

- Su novio terminó con ella, yo no sirvo para estas cosas, ella entró en una especie de depresión, no se que más hacer - En su voz se notaba la frustración acompañada del cansancio

- Tomaré el primer vuelo a Seattle - Con eso corté la llamada

¿Depresión por un novio? ¿En serio? Ni si quiera sabía que tenía novio, ahora resulta que además de eso entró en depresión, esa no es mi Isabella, mi sobrina tiene amor propio o al menos eso creía yo.

- Pardon - La camarera se acercó con una amable sonrisa. Le pagué el almuerzo - Bonne journée

Me retiré de el lugar con mal humor disimulado ante los ojos ajenos. No estaba enojada con Isabella por entrar en depresión, era su primer amor que yo sabía, podía llegar a entenderla, en cambio estaba enojada con el chico que la lastimó. Nadie lastima a Isabella.



Al llegar al hotel dónde me hospedaba decidí llamar a mi hermana para que me diga que era lo que sabía de el novio de Isabella, no le iba a decir que estaba sufriendo porque ella volará conmigo a Forks, pero a diferencia de mi, ella haría que empaque todo y deje a Charlie.

Mientras hablaba con René le expliqué que quería visitar a Bella, cosa que entendió perfectamente, también me explicó todo lo que sabía sobre el asunto.

- ¡CÓMO SE TE OCURRE OCULTARME ALGO ASÍ, RENÉ!

- No grites, ella me pidió que no te dijera, sabía que si lo hacía irías hasta allá y no quería que dejes tú viaje

Isabella, meses atrás, había tenido un accidente. Al parecer se había caído de unas escaleras, en ese entonces yo me había ido como algunas veces lejos de mi hermana así que no me enteré que había viajado a Forks.

- ¡Me da igual! - Me pasé las manos por el rostro como acto nervioso

- Tranquilizate, Mel, la estás por ir a ver ¿no? - Esta mujer me saca de quicio con lo despreocupada que suena

- Te llamo cuando llego - Me limité a contestar

Cortamos la llamada, bajé a recepción dónde cancelé mi estadía, tomé un taxi para ir directo al aeropuerto dónde tomaría un avión directo a Seattle ya que en Forks no había.

La última vez que fui estuve una semana, fue un tiempo antes de que Isabella se mudase allí, había estado con Charlie viendo partidos, comiendo comida decente, ya que cuando iba a visitarlo le cocinaba para que al menos una vez al año coma algo saludable.

También había visitado a Sam Uley cuando Harry Clearwater me contó que había entrado en fase ya un año atrás, el era el alfa por ser el primero, pero recién un chico se había transformado además de el, Jared.

Después de eso no tenía muchas amistades en aquel pueblo, sólo era el consejo de la reserva, la manada, y Charlie. Al ser hermana de René automáticamente tuve mala fama, en ese pueblo pequeño la gente era demasiado cotilla, cuando ella se separó no tardaron en llegar los falsos chismes ensuciando nuestro apellido. Pueblo chico infierno grande, dicen.

- Bon voyage - Dijo a modo de saludo el taxista

- Merci

Tomé las valijas para entrar al aeropuerto dónde me esperaban algunas horas de viaje.



Al llegar a Seattle ya era la noche, Charlie estaba parado al lado de la patrulla con un rostro cansado, pero no era por mi, sino por su hija.

- Sheriff - Saludé con una sonrisa triste. En el camino me había comentado mas a fondo de la situación

- Melanie - Me abrazó con fuerza, acción que yo devolví de la misma manera. Podría considerarlo uno de mis mejores amigos, a pesar de ser bastantes años mayor. Conmigo se demostraba más cariñoso de lo que algunas personas creían, pero sabía que por parte era por mi aura pacífica

Subimos al coche donde manejé yo para que descanse un poco los músculos, podía sentir sus emociones agobiantes, cansancio, estrés, sueño, dolor, culpa.

- Charlie, esto no es su culpa. Quiero que lo tenga presente - Murmuré con la vista al frente

- Lo sé, Mel. Pero una parte de mi piensa que si, ya no se que hacer, tal vez le di demasiada libertad o no le preste atención suficiente - Parecía que me lo decía a mi pero poco a poco empezaba a hablar consigo mismo tratando de desahogarse

- Eres un gran padre, incluso mejor de lo que podría ser cualquiera, la culpa no la tiene usted sino ese chico - Escupi con veneno la última parte

- Ya le pase por alto algunos errores por Bella, pero esto ya colmó mi paciencia, no lo quería cerca de ella, ahora mira como esta - Podía sentir el desagrado que emanaba

- No permitiré que este cerca de ella - Sentencié

Al llegar a la casa vi que estaba igual que años atrás, igual de acogedora. Era una hermosa casa ante mis ojos, no era demasiado colorida o demasiado apagada, estaba en un punto medio. La habitación de invitados donde me quedaba cada vez que venía tenía una ventana que daba directo al bosque que estaba detrás de la casa, las mejores vistas sin duda.

- Ve a dormir, yo puedo sola - Puse una mano en su brazo acariciandolo suavemente, mandandole una ola de calma suave

- ¿Segura?

- Segura

Asintió soltando un suspiro. Se adentró a la casa. Cuando me asegure de que ya esté en su habitación utilize el manejo de energía para poder entrar las maletas. Al ser de noche se podía ver la energía roja en mis manos, la misma que rodeaba las maletas. Una vez las entré, cerré todo y subí a la habitación.

Isabella estaba dormida, aproveché para acomodar todo en la habitación.

Era de colores rojos, grises y blancos. La habíamos decorado a corde a mis gustos siendo que era la única la cual venía a dormir sino era por su hija. Me asomé a la ventana la cual dejaba apreciar las hermosas estrellas que iluminaban la noche.

El silencio de la casa se vió interrumpido por un grito desgarrador que provenía de la habitación de Isabella. Una pesadilla.

Corri a su habitación para verla allí, sentada en su cama, respirando de manera cortada, sudor por todo su palido cuerpo, ojeras que hasta en la oscuridad podían notarse. Ella levantó su mirada y quedó en shock.

- Iba a sorprenderte en la mañana pero bueno - Murmuré un poco apenada. Charlie se había levantado por el grito pero volvió a su habitación al verme allí

- ¿Melanie? - Preguntó con lágrimas asomándose en su rostro - ¡Te extrañe!

Me acerqué un poco a ella y la abraze, no tardo ni tres segundos en corresponder con fuerza a pesar de verse tan débil mientras lloraba desconsoladamente. Estaba de verdad lastimada.

- El se fue... - Murmuraba cosas mientras lloraba, la acaricié hasta que se calmase. Una vez ya empezó a relajar sus músculos se alejó dando pequeños sollozos - Me dejó - Su voz se quebró

- ¿Puedo ver? - Pregunté con cautela. Ella asintió recostandose en la cama dejándose rodear por mis brazos

Levante una de mis manos dejando salir la energía roja, la puse cerca de sus cabellos mientras mi mente viajaba a la suya.

Una vez dentro pude apreciar todos sus recuerdos.

Ella estaba en la cafetería de la escuela cuando unos chicos entraron, vampiros, eran el clan que se estaba quedando aquí. El último en entrar fue un chico de cabello cobrizo.

- ¿Quién es el? - Preguntó intrigada a la chica que parecía estar explicándole todo.

- Es Edward Cullen.

El recuerdo se avanzó unos minutos dejando ver como ella se giraba para mirarlo y el la estaba observando con curiosidad.

- No te molestes, nadie es suficiente para el. - Habló con recelo la misma chica.

- No planeaba hacerlo.

El recuerdo avanzó rápido hasta llegar a clase de biología donde Isabella entró, allí estaba el mismo vampiro mirándola con una sonrisa que al momento en el que el ventilador dejó expandir el olor de ella se transformó en una mueca.

Se volvió a acelerar el tiempo hasta que Isabella estaba al lado de la camioneta que había visto afuera de la casa. El ruido de otra camioneta derrapando llegó. Cuando el vehículo estaba por estampar contra ella se frenó. Al girarse, Edward estaba allí. Había parado el impacto.

Eh de admitir que a pesar de ser un recuerdo el miedo me llegó al pecho al ver la camioneta casi chocarla, en definitiva mataría al chico que manejaba.

Los recuerdos mostraban los cambios constantes de ánimo que tenía el vampiro cuando se acercaba a ella, le daba indirectas de lo que era pero con mi sobrina era más que obvio que no se iba a dar cuenta.

Ahora estaba en la Push caminando con Jacob Black, el hijo de Billy, uno de los hombres del consejo. Recuerdo haber cuidado de el cuando éramos más chicos. El le estaba platicando sobre las leyendas de la reserva.

- Pero... ¿Los Cullen no se acaban de mudar? - Cuestionó confusa.

- O acaban de volver. - Respondió con un acertijo.

Ahora estaba caminando por las calles de Port Ángeles, había comprado un libro con las mismas leyendas para poder saber con más detalle. Cuando se adentro por un callejón dos chicos la empezaron a seguir.

A pesar de estar dentro de su mente el miedo que ella sentía, el pensar en lo que le había sucedido y no había estado allí para cuidarla me empezaron a carcomer.

Cuando logró alejarse otros hombres aparecieron, mi respiración empezó a acelerarse al pensar en lo que le odia llegar a suceder pero un auto la salvó, de el bajo Edward.

Algo me decía que tantos recuerdos con el vampiro significaba que era el causante de la depresión de mi sobrina, eso significaría que ella es su compañera de vida porque de otro modo dudo de que se le haya acercado.

Después de eso le contó que era un lector de mentes. Con el pasar de los recuerdos podía ver que no era un mal chico, logró salvar múltiples veces a mi pequeña imán de problemas.

Llegó el recuerdo de la noche en la que me llamó, la noche en la que descubrió su secreto. Al día siguiente lo fue a afrontar pero terminaron confesandose amor eterno al otro. Cursis.

Los recuerdos pasaron hasta llegar a un partido de béisbol. Donde aparecieron tres nómadas. Entre esos, Victoria.






Portada hecha por mxclzy
Muchas gracias, linda!

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