── 𝟑𝟐. 𝐋𝐞𝐯𝐞𝐥 𝐓𝐰𝐨 𝐚𝐧𝐝 𝐖𝐚𝐱 𝐦𝐚𝐧

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐃𝐎𝐒 ── 𝐍𝐈𝐕𝐄𝐋 𝐃𝐎𝐒 𝐘 𝐄𝐋 𝐇𝐎𝐌𝐁𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝐂𝐄𝐑𝐀

Buggy habia caído por el agujero que conectaba hacia el Nivel 2, su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos. No podía entender cómo Mar estaba dispuesta a arriesgarlo todo para ayudar a Luffy a rescatar a Ace, aunque sabía que esa testarudez era parte de lo que la hacía especial. Pero lo que más le inquietaba era su falta de conocimiento sobre los horrores de Impel Down, después de todo, había estado allí mucho más tiempo, lo suficiente como para haber perdido la cuenta de los días. No lo hacía por Luffy, eso estaba claro; lo hacía por ella.

El Nivel 2 estaba inquietantemente silencioso. Sus pasos resonaban en los pasillos desiertos, como si fueran los únicos seres vivos en ese lugar. Mientras avanzaban, el aire se sentía cada vez más pesado, y el frío comenzaba a filtrarse por las paredes de piedra. Mar no pudo evitar notar lo claustrofóbico del entorno. Los pasillos se volvían cada vez más estrechos, como si el lugar mismo intentara tragarlos.

Mar comenzó a mirar alrededor con más atención, dándose cuenta de que todo el nivel parecía un laberinto interminable. Los caminos serpenteaban sin un patrón claro, y no había señales de otros prisioneros o guardias. La inquietud crecía en su pecho mientras sus ojos se posaban en las paredes, que parecían manchadas con las marcas de luchas pasadas.

Finalmente, el grupo se detuvo en un pasillo cerrado por una gruesa pared.

—Este es el Infierno de las Bestias Salvajes —anunció Buggy seriamente y cruzando los brazos frente a su pecho—. Mocoso, no tienes idea de en qué nos metiste. Este lugar está infestado de monstruos gigantes que pueden tragarte por completo. ¡Y no me arriesgaré a Mar en este lugar!

Mar miró a su alrededor y a pesar de las palabras de Buggy, todo estaba demasiado tranquilo. Los gritos que habían oído antes se habían desvanecido, dejando un silencio que solo era interrumpido por sus respiraciones y el eco de sus pasos.

—Este lugar está demasiado silencioso y no veo a ningún monstruo a mi alrededor —comentó Mar, alzando una ceja mientras intentaba esconder su creciente inquietud—. Supongo que Mihawk quiso darme un susto.

Antes de que Buggy pudiera replicar, Luffy señaló hacia adelante con una sonrisa confiada.

—Oigan ¿Como ese? —preguntó Luffy, su dedo apuntando al pasillo mientras su mirada se clavaba en la oscuridad que se extendía frente a ellos.

Mar y Buggy se detuvieron, el ambiente se volvía pesado y tenso mientras ambos observaban el oscuro pasillo que parecía engullir cualquier rastro de luz. Mar, sin perder la compostura, llevó su mano hacia el mango de su espada mientras el aire se volvía cada vez más espeso. Buggy dio un paso hacia adelante, colocando su cuerpo entre Mar y la oscuridad, decidido a protegerla y los pasos de Luffy se hicieron más fuertes detrás de ellos, su entusiasmo y despreocupación contrastando con la tensión palpable en el aire.

Un crujido repentino del suelo hizo que todos se detuvieran en seco. Desde la oscuridad, una figura emergió lentamente y Mar tensó su cuerpo, lista para cualquier cosa. Sin embargo, cuando la criatura dio un paso más hacia ellos, una extraña figura apareció y la sorpresa fue inmediata, y el silencio se instaló por un instante mientras todos procesaban la escena.

—¿Un hipopótamo? —preguntó Mar, arqueando una ceja mientras, poco a poco, liberaba el agarre de su espada. — ¡Una bestia del nivel dos es un hipopótamo, en serio no pensaron en algo mejor! ¡¿Creen que un hipopótamo nos matará?!

—Que extraño. A mí me habían dicho que este lugar estaba lleno de monstruos —comentó Buggy mientras se acercaba al pequeño hipopótamo con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Al acercarse aún más, la criatura sorprendió a todos cuando abrió su enorme boca. El cuerpo de Buggy se detuvo en seco, su expresión de sorpresa se congeló mientras su cabeza y parte de su cadera quedaban atrapadas en la enorme boca del hipopótamo. La figura flotaba fuera de su cuerpo, solo quedando visible la parte superior de su torso.

—¡Corran! —gritó Mar, en el instante en que el hipopótamo comenzó a moverse con una velocidad sorprendente, chocando contra la pared con gran fuerza. Buggy, por la fuerza del impacto, vio cómo su cuerpo se separaba momentáneamente mientras Mar, Luffy y él comenzaban a correr a toda velocidad—. ¡¿Desde cuándo los hipopótamos pueden correr?!

—¡Increíble! Es rápido para ser un hipopótamo! —comentó Luffy, su cara iluminada por la emoción mientras corría junto a ellos, sin dejar de admirar el extraño poder del animal.

—¡Ya deja de admirarlo! ¡Gira a la izquierda! —gritó Buggy, su voz impregnada de irritación y todos giraron. Justo cuando el pequeño hipopótamo se lanzó hacia ellos una vez más, volvió a chocar contra la pared con fuerza—. ¿Te gustó eso? Serás rápido, pero no eres bueno con las curvas

Pero la criatura saltó nuevamente, con una velocidad tan rápida que parecía que el aire vibraba con la fuerza de su salto y la boca se abrió de nuevo en cuanto Mar, Buggy y Luffy se apartaron rápidamente, esquivando la embestida del hipopótamo. Sin embargo, la criatura no se detuvo, su impulso hacia adelante parecía imparable.

Buggy usó su habilidad al máximo, con un gesto rápido, sus piernas y brazos aún separadas por el ataque, comenzaron a moverse por su cuenta. En un instante, una de sus manos se extendió hasta la criatura, empujándola con fuerza contra la pared y se estrelló nuevamente antes de desplomarse al suelo, completamente inconsciente.

Mar y Luffy se detuvieron, respirando agitadamente, observando cómo el hipopótamo caía sin fuerzas.

—Oye ¿Tu hiciste eso? —preguntó Luffy, señalando a Buggy con asombro.

—Claro, porque puedo controlar por separado absolutamente todas las partes de mi cuerpo —respondió Buggy, su voz llena de orgullo mientras se reintegraba, un toque de risa escapando de él. — ¿Fue suficiente o vas a querer más?

—Debemos seguir —respondió Mar con decisión, observando rápidamente el oscuro pasillo frente a ellos, pero Mar se detuvo de golpe—. ¿Oyeron eso?

—Aquí hay algo —comentó Buggy, acercándose instintivamente a Mar, su cuerpo se movía con precaución mientras ella desenfundaba su espada, sus ojos examinando cada sombra en el pasillo, hasta que, de repente, una figura cayó desde arriba—. ¡Cuidado, Mar! —dio un salto hacia atrás

Mar reaccionó al instante, alzando su espada con precisión para detener el ataque. Buggy retrocedió varios pasos, su cuerpo separándose en piezas que se dispersaron antes de volar y reunirse detrás de Luffy.

—¡Es un monstruo mantis! —gritó Buggy con horror, señalando a la criatura que se alzaba imponente frente a ellos.

Mar retrocedió unos pasos mientras la mantis levantaba sus afiladas extremidades, preparándose para otro ataque.

—Pero ¿no es demasiado grande para ser una mantis? —preguntó Luffy, ladeando la cabeza mientras observaba a la criatura con una mezcla de confusión y fascinación.

La mantis agitó sus brazos cuchilla, mostrando un poder destructivo impresionante al cortar profundamente el suelo con un movimiento aparentemente ligero.

—Esas bestias son ágiles y tienen una gran habilidad para cortar —dijo Mar con calma, apuntando con su arco hacia la criatura. Sin embargo, la mantis, rápida como un relámpago, esquivó la flecha antes de lanzarse nuevamente hacia ella con una velocidad desconcertante—. Tienen una gran velocidad.

—Oye, ¡qué preciso es! —comentó Luffy con admiración, su tono lleno de entusiasmo.

—¡Ya deja de admirarlo! —gritaron Buggy y Mar al unísono.

—Por más que pueda dividirme, yo también tengo mis límites —gritó Buggy, descendiendo al suelo con un movimiento torpe pero controlado.

La mantis parecía analizar a sus adversarios, moviendo sus cuchillas con un ritmo amenazante. Luego, realizó un ataque hacia ellos, pero en su desesperación por alcanzar al trío, incrustó sus brazos en el suelo, quedando completamente atrapada.

—Oigan, creo que se atoró ¿Qué hacemos? —comentó Luffy sin cierta emoción en su voz

—Nosotros qué vamos a saber —respondió Mar, cruzándose de brazos mientras evaluaba la situación.

—Vámonos —indicó Luffy, tomando la delantera con las manos detrás de la cabeza. Buggy no perdió el tiempo y tomó la mano de Mar, avanzando rápidamente mientras la criatura permanecía atrapada en el suelo—.¿En serio así son todas las bestias salvajes de aquí? Porque si es así, ya me decepcionaron —comento Luffy, su tono cargado de decepción.

—Tienes razón, creo que me engañaron. El nivel uno era mil veces más aterrador que todo esto —comentó Buggy con la misma expresión de fastidio que Luffy.

—Lo mismo creí durante todos estos años. Veo que Mihawk me engañó solo para asustarme. Son las bestias más extrañas que he visto, además de inútiles para atacar. ¿No se les ocurrió algo mejor a los guardias?

—Quién sabe, tal vez lo digan para que los presos no traten...

La frase de Buggy fue interrumpida abruptamente por una poderosa ráfaga de viento que los golpeó desde el frente. Mar apenas logró mantener el equilibrio mientras el ruido del aire cortante llenaba el pasillo. Buggy, instintivamente, rodeó a Mar con sus brazos, abrazándola contra su pecho para protegerla.

—¿Qué fue esa cosa? —preguntó Luffy, sus ojos fijos en el pasillo.

Mar se incorporó lentamente, su mirada fija al frente. Su respiración se aceleró mientras trataba de procesar lo que veía. Buggy, siguiendo la dirección de su mirada, se quedó igualmente atónito, su expresión transformándose en puro horror.

Luffy, incapaz de ignorar la reacción de ambos, giró la cabeza hacia el frente, quedando paralizado por lo que vio. Una criatura colosal se alzaba ante ellos, una fusión de reptil y ave, con la cabeza similar a la de un gallo. Su cresta prominente parecía vibrar con cada movimiento, y su cuerpo estaba cubierto de escamas tan gruesas como las de un dragón. Sus patas poderosas se plantaban firmemente en el suelo, y sus garras brillaban bajo la tenue luz, listas para desgarrar.

—¡Perdón, retiro lo dicho! —gritaron los tres al unísono, aterrorizados, antes de girarse y correr a toda velocidad, con el sonido de los pasos pesados del basilisco resonando detrás de ellos.

A pesar de la tensión que envolvía a Mar, Buggy y Luffy, ninguno de ellos se detuvo a pensar que estaban siendo vigilados desde la distancia por los videocaracoles, que transmitían su ubicación a los carceleros del Nivel 2. Los guardias lograron identificar rápidamente a Buggy y Luffy, pero no pudieron reconocer a la tercera persona que los acompañaba, aunque sabían que Luffy estaba dentro de Impel Down, desconocían sus verdaderos motivos para estar allí. Antes de que pudieran dar la orden de intervenir, un estruendoso impacto sacudió las paredes de la prisión. El basilisco cayó pesadamente, destruyendo parte de la estructura y cortando la comunicación con los carceleros, dejando al Nivel 2 sumido en el caos.

El golpe devastador de Luffy al Basilisco resonó por todo el piso, levantando polvo y dejando marcas profundas en las paredes. Sin embargo, el precio de la victoria se hizo evidente cuando Luffy se encogió, quedando en una forma diminuta y débil.

Mar y Buggy lo observaron con asombro. Mar miraba a Luffy tratando de comprender cómo un ataque tan poderoso había resultado en esa transformación. Buggy abrió los ojos y la boca de par en par,  había quedado petrificado al presenciar el golpe.

—¿Cómo es que te volviste tan pequeño? —preguntó Mar, sorprendida, observando cómo el pequeño Luffy jadeaba, aún agitado por el esfuerzo.

—Por la tercera marcha —respondió Luffy con una voz chillona. Mar se cubrió la boca con ambas manos, intentando contener la risa que amenazaba con salir. La tonalidad de su voz era tan inesperada que hizo que se le escapara una leve carcajada. Luffy comenzó a recuperar su tamaño volviendo a su estatura original con una exhalación de alivio—. Pero ya me libré de él. Listo como nuevo. ¿Estás bien, Mar?

—Sí, todo bien —respondió Mar, aunque no pudo evitar soltar una risa al ver la cara de Luffy y escuchar su pequeña voz. Después de unos momentos recuperó la compostura—. No es nada. Bueno, ahora vamos al nivel 3.

—¡Por fin, llegó nuestro salvador! —gritó un prisionero desde una de las celdas del nivel 2.

—¡Lo hizo, derrotó al basilisco!

—¡Nos libró del basilisco!

Los gritos de agradecimiento comenzaron a aumentar en volumen a medida que el trío se adentraba en el laberinto de celdas. Cada vez que Mar y Luffy avanzaban, los prisioneros a su alrededor parecían sentirse más aliviados y agradecidos, muchos se asomaban por las rejas, sonriendo y extendiendo las manos hacia ellos. Mientras tanto, Buggy se mantenía quieto, observando con atención los rostros de los prisioneros, pero su expresión cambió de forma drástica, volviéndose pensativa, como si algo hubiera captado su atención.

Mar lo notó de inmediato. Sus ojos se entrecerraron y se acercó un poco más a Buggy, intrigada.

—¿Se te ocurre algo, Buggy? —preguntó con una mirada penetrante, observando cómo su pareja parecía analizar la situación. —Si tienes una idea, mejor dilo.

—¡Debo ir a salvar a Ace! —gritó Luffy con un tono de desesperación, apretando los puños y mirando a su alrededor con preocupación. —¡No hay mucho tiempo!

—Tranquilo, Sombrero de Paja —respondió Buggy, con una sonrisa traviesa mientras levantaba la mano, intentando calmar a Luffy. —Si queremos llegar donde está tu hermano, estos tontos prisioneros nos ayudarán.

Mientras Buggy decía esto, dio unos pasos hacia adelante, su rostro lleno de confianza, se agachó y recogió un juego de llaves que había quedado abandonado allí y brillaron por un instante bajo la tenue luz que iluminaba las celdas.

—¿Seguro que funcionará? —preguntó Mar, observando las llaves con desconfianza mientras se acercaba a Buggy.

Buggy levantó el aro de llaves, girándolo entre sus dedos con una sonrisa de satisfacción.

—¡Oigan! ¿Quieren las llaves? —gritó Buggy hacia los prisioneros, alzando el juego de llaves y mostrando su dominio de la situación. Los prisioneros, al darse cuenta de lo que estaba en juego, se apresuraron a responder, sus voces unánimes llenas de súplica—. ¿Y esa es la forma correcta de pedir las cosas?

—¡Lo sentimos! ¡Se lo rogamos! —gritaron los prisioneros, muchos de ellos arrodillándose frente a las celdas y ocultando sus cabezas entre las manos—. ¡Lamentamos ser groseros! ¡Se lo rogamos!

Buggy, con una mirada juguetona, inclinó la cabeza ligeramente y se acercó un poco más a las celdas, como si quisiera escuchar mejor.

—¿Cómo dijeron? No los escuché bien —preguntó, su voz cargada de sarcasmo mientras miraba a los prisioneros que se retorcían de ansiedad.

Mar arqueó una ceja, claramente molesta por la actitud de Buggy.

—¿Esto es en serio? —preguntó Mar, claramente incrédula ante el espectáculo que estaba montando su compañero.

Luffy frunció el ceño y dio un paso hacia Buggy.

—Oye, ¿qué estás haciendo? —preguntó, con el ceño fruncido, esperando una respuesta directa. Sin embargo, los gritos de súplica de los prisioneros a su alrededor fueron tan intensos que reverberaron en el aire, retumbando en los oídos de los tres.

—¡Date prisa, Buggy! —gritó Mar, impaciente y con un toque de frustración en su voz.

Buggy, al ver que las súplicas ya no eran suficientes, decidió finalmente actuar. Con una sonrisa amplia y una mirada triunfante, levantó el juego de llaves sobre su cabeza, dejando que todos los prisioneros lo vieran.

—¡Bien! Pero nunca olvides esto —dijo con un tono desafiante, mientras agitaba las llaves en el aire—. ¡Esto fue gracias al capitán Buggy! ¡Así que deben agradecérmelo!

Con el juego de llaves firmemente sostenido en su mano, Buggy sonrió con confianza. Sin perder tiempo, despegó su mano de su brazo y la dirigió hacia las cerraduras de las celdas del nivel 2, mientras las rejas se abrían de par en par, los prisioneros comenzaban a salir lentamente, mirando alrededor con incredulidad y, pronto, con expresiones de júbilo al darse cuenta de que su encierro había llegado a su fin.

—¡Somos libres! —gritó uno de ellos, todavía encadenado con esposas en ambas muñecas, mientras levantaba los brazos al aire, celebrando. Otros lo imitaron, reuniéndose en un gran círculo alrededor de Buggy y su grupo.

La mano de Buggy, aún separada de su cuerpo, se elevó por encima de los prisioneros con un movimiento teatral, mostrando las llaves como si fueran un trofeo. Los ojos de los prisioneros brillaron con avidez al darse cuenta de que también podían ser liberados de sus cadenas. Sin embargo, antes de que alguien pudiera pedir las llaves, la mano de Buggy, con un movimiento repentino y sorprendente, las dejó caer al suelo.

El tintineo de las llaves resonó como una señal, y los prisioneros se lanzaron hacia ellas, una multitud desesperada por alcanzar su libertad completa. Algunos tropezaron, otros se empujaron, pero finalmente uno de ellos logró hacerse con las llaves, levantándolas como si fueran un tesoro.

—¡A ver! ¿Cómo se dice? —la voz de Buggy resonó por encima del bullicio mientras su mano regresaba rápidamente para reconectarse a su cuerpo. Sus ojos brillaban de autosatisfacción mientras señalaba a los prisioneros con un dedo acusador. —Quiero que le agradezcan al hombre que les regresó su libertad.

Los prisioneros, aún aturdidos por la emoción, no dudaron en rodearlo. Algunos se arrodillaron, otros juntaron las manos en señal de agradecimiento.

—Se lo agradecemos, estamos en deuda con usted —respondió uno de los prisioneros, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—Usted es nuestro salvador y nadie más, capitán.

Buggy hinchó el pecho de orgullo, levantando el mentón como si esperara más alabanzas. Sus ojos se posaron en los prisioneros, asegurándose de que su autoridad quedara grabada en sus mentes.

—Así es, y nunca se atrevan a olvidarlo —dijo con un tono autoritario, extendiendo sus brazos en un gesto que enfatizaba su grandeza. Sin previo aviso, dirigió una mirada fugaz a Mar, que observaba la escena con una mezcla de incredulidad y diversión. De pronto, Buggy la tomó de la mano y, con un tirón suave pero firme, la acercó hacia él.

Mar tropezó ligeramente ante el movimiento repentino, colocando instintivamente sus manos sobre el pecho de Buggy para estabilizarse. Antes de que pudiera reaccionar, Buggy pasó su brazo alrededor de su cintura, atrayéndola hacia sí en un abrazo que no dejaba espacio entre ellos.

—Cómo me obedecerán a mí, también obedecerán a Mar —anunció Buggy con una voz que no dejaba lugar a dudas, su mirada recorriendo a los prisioneros que lo rodeaban. Los ojos de Mar se abrieron ligeramente por la sorpresa, pero su postura no mostraba rechazo, simplemente una mezcla de asombro y resignación ante las excentricidades de su pareja. Buggy inclinó la cabeza hacia los prisioneros, su rostro adoptando una expresión seria, casi amenazante—. ¡Mi mujer! —añadió, enfatizando cada palabra—. Y no quiero a uno de ustedes sobrepasarse con ella, o los entregaré a las bestias como cena.

La amenaza cayó sobre los prisioneros como un golpe. Algunos tragaron saliva, asintiendo rápidamente, mientras otros simplemente se encogieron de hombros, reconociendo que no había margen para cuestionarlo.

—Ahora —continuó Buggy con un tono más animado, señalando hacia las llaves que algunos prisioneros ya habían comenzado a usar para liberar a sus compañeros de las esposas—. ¡Vayan a abrir todas las celdas que encuentren!

—Cada día me sigue gustando su actitud posesiva, Capitán —comentó Mar juguetona, con una sonrisa desafiante, mientras sus ojos se clavaban en los de Buggy. La cercanía entre ellos era palpable, y las palabras de Mar solo parecían alimentar el orgullo del payaso. El agarre de Buggy se hizo más fuerte alrededor de su cintura, como si quisiera dejar claro que ella era suya—. Ya espero tener un momento a solas contigo —añadió Mar, con un tono más bajo pero cargado de intención.

Buggy arqueó una ceja, complacido, y tomó la mano de Mar con una teatralidad característica. Sus labios rozaron la piel de su mano en un gesto que, aunque sencillo, parecía estar cargado de un afecto inesperado en él. El tiempo entre ellos parecía detenerse mientras ambos se inclinaban lentamente, acercándose cada vez más, hasta que...

De repente, una mano fuerte interrumpió el momento, agarrándolos del cuello a ambos con una fuerza sorprendente.

—¿Contento? —dijo Luffy, interrumpiendo la escena sin un atisbo de delicadeza—. Ya dejen su romance después, ahora es mi turno.

El rostro de Buggy pasó de la confusión al enfado en un abrir y cerrar de ojos, mientras Mar, incrédula, intentaba procesar cómo habían sido literalmente levantados por el cuello. Ambos se retorcían en un intento inútil de zafarse mientras Luffy avanzaba a toda velocidad por los estrechos y lúgubres pasillos de Impel Down.

—¡Mocoso! ¡Suéltame! —vociferó Buggy, agitando los brazos como si pudiera liberar su cuello de la férrea mano de Luffy. Mar no se quedó atrás, intentando desviar los brazos del pirata de goma con un movimiento firme, pero sin éxito.

—¡Debo seguir bajando! —gritó Luffy mientras seguía corriendo, su mirada fija al frente, ignorando por completo las quejas de la pareja—. ¿No sabes si hay otro agujero o algún atajo para ir más rápido?

El ruido de las pisadas resonaba por los pasillos oscuros, mezclándose con los ecos de los prisioneros liberados en el nivel superior. Buggy, frustrado, trató de controlarse, pero su enfado lo superó.

—¡Yo qué sé! —exclamó con furia, su voz resonando por el pasillo—. ¡No sé cómo llegar al nivel tres desde aquí! ¿En serio esperas que recuerde todos los detalles de esta prision? Los pasillos se ven iguales.

Mar, ahora visiblemente irritada, gritó con toda su fuerza mientras intentaba sacudirse del agarre de Luffy.

—¡¿Quieres soltarme, Luffy?! —protestó, pateando el aire con furia—. ¡No puedo correr si me sigues sosteniendo del cuello!

Luffy no mostró señales de ceder, manteniendo su agarre mientras esquivaba con agilidad los restos de escombros y las sombras inquietantes de las criaturas que se movían en los rincones del pasillo.

—No, ya no hay tiempo —replicó Luffy sin siquiera girar la cabeza hacia ellos, su tono urgente y decidido—. ¡Además, Buggy me dijo que nos llevaría al nivel 4! Así que ahora me vas a llevar. —La seriedad en su voz contrastaba con el caos a su alrededor.

El rostro de Buggy se contrajo en una mueca de resignación y molestia. Apretó los dientes antes de responder con una mezcla de cinismo y honestidad.

—Te mentí, ¿bien? —admitió finalmente, con un tono que intentaba sonar despreocupado, aunque el sudor en su frente decía otra cosa—. Solo te mentí para que me dieras el brazalete.

El eco de su confesión pareció hacer que el ambiente se volviera aún más pesado. Mientras Luffy seguía avanzando, Buggy miró a Mar de reojo, como buscando algún tipo de apoyo o respaldo en medio de su frustración.

—Y cuando liberen a los prisioneros, todo este nivel se hundirá en el caos —añadió Buggy, con un leve gesto de desdén, como si no pudiera importarle menos el destino del lugar.

Mar respiró con alivio al recuperar la libertad de sus músculos, podía sentir cómo su cuerpo se relajaba lentamente. Pero Buggy seguía allí, atrapado por el feroz control de Luffy. A pesar de la sinceridad de su respuesta, la incomodidad de Buggy era evidente; algo más rondaba en su mente mientras la situación avanzaba.

Antes de que Luffy pudiera formular una respuesta o continuar interrogando a Buggy, los tres se tensaron al unísono al escuchar un sonido cada vez más fuerte: el retumbar de zapatos sobre el suelo. Era un estruendo que se acercaba rápidamente, como una marea de pasos frenéticos y descontrolados. Los prisioneros, en su frenética huida, se desplazaban con una urgencia palpable, cada vez más cerca.

Mar, con rapidez, miró a Buggy y a Luffy, dando una señal con la cabeza. Sus ojos reflejaron la preocupación y la urgencia de la situación mientras la multitud de prisioneros se aproximaba. El caos estaba a punto de desbordarse, y aunque la oportunidad para avanzar parecía clara, el peligro seguía al acecho.

Los pasos de los prisioneros resonaban con cada segundo que pasaba, mientras el trío se unía a la multitud descontrolada que corría por los pasillos. Sin embargo, a medida que avanzaban, comenzaron a notar algo extraño: los prisioneros no parecían dirigirse hacia una salida, ni hacia un lugar que ofreciera refugio o seguridad. en lugar de aprovechar su libertad, se apresuraban a regresar a sus celdas, como si fueran el único lugar seguro en este caos descontrolado.

—¿Qué creen que están haciendo? —exclamó Buggy, su voz llena de furia. La frustración lo consumía mientras observaba a los prisioneros—. ¡Son libres! ¡Disfrutenlo, hagan algo!

—Buggy, gritar no va a funcionar —dijo Mar, ajustando la chaqueta de Buggy con una calma calculada mientras le recolocaba su sombrero, su mirada fija en la multitud que se movía frenética alrededor de ellos—. Si quieres que te escuchen o que me escuchen, tienes que inspirarlos, no darles órdenes.

Buggy frunció el ceño, cruzando los brazos y mirando a Mar con incredulidad. Parecía que no estaba dispuesto a ceder fácilmente.

—¿Inspirarlos? ¿Y cómo se supone que haga eso? —protestó Buggy.

Mar lo miró fijamente, sin inmutarse por su actitud, como si estuviera acostumbrada a las reacciones de Buggy.

—Es eso o seguimos con el Plan B: dirigirnos al Nivel 3 como habías quedado a Luffy —indicó Mar con tono resuelto, dejando claro que no iba a permitir que la situación se escapara de control.

Buggy soltó un suspiro, sabiendo que no podía evadirlo. Resopló, echando una mirada despectiva hacia Luffy, que lo observaba con una mezcla de impaciencia y desconcierto.

—De acuerdo, lo haré —respondió Buggy con desdén, su voz llena de reticencia, pero sabiendo que no tenía otra opción.

—¿Qué? ¡Pero dijiste que no sabías cómo llegar, narizón! —gritó Luffy molesto, su cara apretada contra la de Buggy, sin siquiera pensar en la invasión de su espacio personal.

—¿A quién le dices así, mocoso? —gritó Buggy, empujando a Luffy con fuerza, lo que hizo que el chico retrocediera un par de pasos.

La discusión entre ellos se intensificaba, pero de repente, la escena fue interrumpida por un sonido que llamó la atención de todos. Los pasos resonaron en el pasillo, acompañados de un susurro de voces que se volvían cada vez más nítidas. Un hombre apareció de entre las sombras, con el cabello oscuro peinado hacia atrás en puntas, como llamas al viento.

—Como veo que ustedes están perdidos, voy a tener que darles una mano —comentó el prisionero con una sonrisa confiada mientras se acercaba al trío, observándolos con una mirada burlona—. Cuánto tiempo sin vernos, sombrero de paja —dijo el prisionero con un tono sarcástico, su mirada fija en Luffy. —Gracias a ustedes, soy libre. Qué suerte y tranquilos, yo siempre devuelvo los favores. Aunque debo admitir que el verdadero placer es encontrarme con la famosa Pirata Violinista. Es un honor conocer a alguien de quien se cuentan tantas historias fascinantes.

Mar lo miró con ojos fríos, aún sin mover un músculo, mientras Buggy se tensaba a su lado, apretando los dientes al escuchar su nombre.

—¿Conoces a este tipo, amor? —preguntó Buggy con celos, estrechando la cintura de Mar con fuerza, como si estuviera marcando territorio, pero Mar, sin pestañear, le lanzó una mirada que le pidió paciencia.

—Jamás he visto a este hombre en mi vida —respondió Mar con serenidad, su tono firme y sin duda alguna. Su mano estaba cerca del mango de su espada, preparada para cualquier reacción del extraño.

—Cierto —comentó el hombre con una sonrisa sarcástica, sin dejar de mantener una actitud desafiante. —Pero el jefe me ha hablado mucho de ti, siendo la discípula de Mihawk, aquel espadachín que te tomó bajo su protección cuando eras una niña.

Mar, al escuchar el nombre de Mihawk, se tensó un poco. Algo en su interior le decía que este encuentro no era fortuito. Su mirada se endureció.

—¿Quién es tu jefe? —preguntó Mar con una voz decidida, no dispuesta a dejar pasar esa información sin obtener respuestas.

—Señor 0, mejor conocido como Crocodile —contestó con frialdad y sin esfuerzo, y la revelación cayó sobre ellos como un peso pesado. Ya había oído hablar de la red de Baroque Works y las intenciones que Cocodrile tenía para apoderarse de Alabasta.

—Si tu jefe es el ex Guerrero del Mar, Crocodile —comentó Mar con una sonrisa burlona, mientras su rostro se iluminaba con una ironía que no pasó desapercibida. —Eso significa que eras uno de los agentes de Baroque Works. Siempre me he preguntado qué fue del resto de los agentes, aparte de los que lograron escapar. Viéndote aquí, parece que tu destino no fue precisamente el más favorable... Supongo que pasar tanto tiempo en Impel Down no fue una experiencia agradable, ¿verdad?

El hombre apretó los dientes, visiblemente afectado por la burla de Mar.

—¡No te burles! —gritó el prisionero, irritado y claramente afectado por el comentario de Mar. Su rostro se había puesto rojo de rabia. —No tienes ni la menor idea de lo que tuve que vivir en este infierno y todo por culpa de sombrero de Paja.

Luffy, observando la situación con su habitual confusión, finalmente se dio cuenta de algo.

—¿Te conozco? —preguntó Luffy, frunciendo el ceño mientras observaba al prisionero con más atención.

El prisionero agachó la cabeza, sorprendido por la reacción de Luffy. Sin embargo, cuando Luffy levantó la vista, sus ojos se abrieron como platos al recordar.

—¡Ya te reconoci! ¡Eres tú, el tipo de la isla de los gigantes, Tres! —gritó Luffy con entusiasmo, señalando al hombre con el dedo.

El prisionero no pudo evitar encogerse ante el nombre, pero rápidamente se recuperó.

—¡Señor 3 para ti! —gritó el hombre, ahora visiblemente molesto por la confusión de Luffy.

Mar, que había estado escuchando con atención, finalmente intervino con una sonrisa fría.

—Así que tú eres el Señor 3 que comió la fruta Vela Vela —comentó Mar con calma, sin perder su compostura. —Ahora, ¿qué es lo que buscas de nosotros?

El Señor 3, aún sonriendo con arrogancia, dio un paso hacia el trío, su actitud ligeramente más relajada al ver que había captado su atención.

—Bueno, bueno —dijo con tono juguetón—, ya que me sacaron de la celda y me han dado una nueva oportunidad, ¿por qué no devolverles el favor? Los guiaré hasta el Nivel 3, como muestra de gratitud. Después de todo, no todo el mundo tiene la suerte de cruzarse con gente tan... interesante.

Mar no apartó la mirada del hombre, manteniendo una postura alerta. Había algo en su tono que no le inspiraba confianza, algo que no encajaba con la forma en que se ofrecía a ayudar. Su mano seguía cerca de la empuñadura de su espada, y aunque se esforzaba por parecer tranquila, sus instintos le decían que había algo más detrás de las palabras del Señor 3.

—No me fío de este tipo —murmuró Mar en voz baja, sin apartar los ojos del prisionero. —Este "favor" probablemente tenga un precio.

Luffy, sin embargo, parecía no dudar ni un segundo. Su expresión era la de alguien completamente decidido a seguir adelante, sin considerar las consecuencias.

—¡Vamos, Mar! —dijo Luffy con su típica sonrisa despreocupada. —Es la única manera de llegar al Nivel 3 y salvar a Ace. No tenemos tiempo para perder.

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