── 𝟐𝟔. 𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 𝐛𝐮𝐫𝐢𝐞𝐝 𝐛𝐲 𝐭𝐢𝐦𝐞
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐒𝐄𝐈𝐒 ── 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 𝐒𝐄𝐏𝐔𝐋𝐓𝐎
La luz suave de las lámparas iluminaba la biblioteca del palacio de Alabasta, creando una atmósfera cálida y silenciosa, Mar y Vivi estaban rodeadas de viejos volúmenes, cada uno cargado con la historia y los secretos de los mares. La búsqueda de información sobre Buggy y la tripulación de ambos había llevado a Mar hasta allí, y Vivi la acompañaba, dedicada y solidaria mientras revisaban documentos antiguos, algunos cubiertos de polvo y otros tan viejos que sus páginas parecían a punto de desintegrarse.
—¿Qué tal este? —sugirió Vivi, extendiéndole a Mar un libro que parecía llevar una crónica de navegantes antiguos y sus rutas de escape de la Marina.
—Tal vez haya algo útil aquí... —murmuró, concentrándose en los detalles. Pero al retirar un libro grueso de la estantería, un papel amarillento cayó de entre las páginas y aterrizó a sus pies.
Mar, extrañada, se inclinó para recogerlo, y al levantarlo, sintió que el tiempo se detenía. Era un cartel de "Se Busca" desgastado por el tiempo, pero la imagen era inconfundible. El rostro que la miraba desde el papel la dejó sin aliento.
—¿Shanks? —murmuró Mar con un hilo de voz, paralizada por la imagen.
—¿Conoces a Shanks? Luffy siempre hablaba de él, es el pirata que le dio su sombrero de paja y que fue quien lo inspiró a seguir el mar. Shanks fue quien le enseñó el valor de ser un verdadero pirata. Cuando Luffy era solo un niño, le regaló su sombrero como una promesa de que algún día volverían a verse en el mar, también lo protegió cuando lo necesitaba... —Vivi hizo una pausa, notando la mirada atenta de Mar—. Shanks incluso perdió su brazo al salvarlo de un monstruo marino.
La confesión de Vivi fue como un relámpago en la mente de Mar, encendiendo recuerdos antiguos que parecían enterrados en lo más profundo de su memoria. Mirando el cartel de nuevo, las imágenes de su infancia comenzaron a aclararse, como si hubieran estado esperando ese momento para liberarse.
Una una niña pequeña, apenas capaz de comprender el vasto mundo que la rodeaba, en una tarde en particular, una en la que el sol se ocultaba tras el horizonte y ella corría por la playa, riendo mientras recogía conchas en sus manos. Su hermano se acercó y la cargó en sus hombros.
—Shanks, ¡mira lo que encontré! —le decía, mostrando las conchas como si fueran tesoros de valor incalculable.
Él la miró con ojos amables y una sonrisa traviesa, tomando una de las conchas y observándola como si fuera la más importante del mundo.
—¡Oh! Esto es un verdadero hallazgo. —Le revolvió el cabello con cariño, y ella rió mientras el viento del mar les envolvía.
—¿Prometes que siempre estarás aquí, Shanks? —preguntó ella, con la inocencia de una niña que no puede imaginar que algo o alguien pueda cambiar.
—Nunca me iré de tu lado, te lo prometo, Mar —su hermano le sonrió con ternura.
El peso de ese recuerdo la hizo sentir como si el aire a su alrededor se hiciera más denso. El rostro en el cartel y la imagen del joven que había adorado como su hermano encajaban a la perfección. Su hermano era Shanks, uno de los emperadores del mar, era el hombre a quien había buscado toda su vida sin siquiera recordarlo del todo. Las piezas que había recopilado la habían guiado hasta él, ahora sabía la verdad.
—Es... mi... hermano —logró murmurar Mar, su voz apenas un susurro mientras intentaba procesar la revelación.
Vivi la miró atónita, apenas capaz de creer lo que acababa de escuchar.
—¿Shanks... es tu hermano? —preguntó, tomando la mano de Mar, que temblaba ligeramente—. ¿Él hermano que te... eso significa que...?
Mar continuó en voz baja, como si aún intentara convencerse a sí misma.
—Todas las pistas que encontré, todo lo que me trajo hasta aquí... me llevaron a Shanks, sin que yo lo supiera. Y ahora... ahora lo recuerdo.
Mientras sostenía el cartel, sintió una oleada de emociones. Lágrimas comenzaron a llenar sus ojos, no solo por la felicidad de recordar, sino también por el dolor de haberlo tenido tan cerca y, sin embargo, tan lejos durante tanto tiempo. Su cuerpo comenzó a temblar, abrumado por la revelación y por los recuerdos que regresaban sin cesar.
Al ver el estado de Mar, Vivi apretó sus manos con fuerza, intentando mantenerla presente.
—Mar, respira —le pidió con un tono firme pero amable—. Has pasado toda tu vida buscándolo y ahora finalmente sabes quién es. Eso es algo... algo enorme. Pero estás aquí, y tienes la fuerza para enfrentarlo. No estás sola.
Pero las palabras de Vivi no llegaron a calmar el torbellino de emociones en Mar. Aún aturdida por el impacto de la revelación, sintió cómo su visión se nublaba y el mundo a su alrededor giraba. Los recuerdos, el rostro de Shanks y la promesa... todo se mezclaba en su mente hasta que se volvió insoportable. Antes de que pudiera asimilar la verdad por completo, sus fuerzas la abandonaron y se desmayó en los brazos de Vivi.
—¡Igaram! —llamó Vivi de inmediato, volviendo la cabeza hacia la puerta con urgencia.
La puerta se abrió rápidamente, Igaram entró en la habitación con una expresión de alarma.
—¿Princesa Vivi? ¿Qué ocurre?
—Necesito tu ayuda. Mar... se desmayo
Igaram reaccionó rápidamente, acercándose y sosteniendo a Mar.
—Tranquila, señorita Mar. La llevaremos a descansar —dijo, con un tono tranquilizador.
Mientras Igaram acomodaba a Mar en un sillón cercano, Vivi se arrodilló a su lado, sosteniendo su mano.
—Respira, Mar. Sabes quién es ahora, y aunque es mucho, estás más cerca de él que nunca. —Le dio una sonrisa suave, intentando reconfortarla.
Mar, sostenía el cartel de Shanks aún en la mano. Por fin, después de tanto tiempo, había descubierto la verdad sobre su hermano. Y aunque en ese momento todo se sintiera como un torbellino de sentimientos y recuerdos, sabía que, en algún lugar de ese vasto mundo, Shanks también estaba esperando por ella.
| Mientras tanto, en alguna parte de Grand Line |
La noche en el mar era tranquila, el cielo estrellado se reflejaba en las aguas calmas mientras el Red Force avanzaba sin prisa. En la cubierta, Shanks observaba el horizonte, su mirada fija en el vasto océano, como si buscara respuestas en la inmensidad. El viento jugaba con su capa y su cabello rojo, mientras los sonidos lejanos de la tripulación y el crujir de la madera llenaban el silencio de la noche. De pronto, uno de sus hombres se acercó con una expresión seria, algo que Shanks no veía a menudo en su tripulación.
—Capitán, tenemos un visitante inesperado —anunció, intentando mantener la calma—. Es Ojos de Halcón
Shanks parpadeó, algo sorprendido. No era habitual que Mihawk se presentara sin aviso.
—Vaya, esto sí que es una sorpresa —dijo con una sonrisa relajada, aunque internamente sentía la tensión.
—Necesito hablar contigo, Pelirrojo —respondió Mihawk con una seriedad inusitada, extendiéndole un pedazo de papel—. Y creo que tendrás que dejar esa sonrisa.
Shanks frunció el ceño y tomó el papel. Al verlo, su expresión cambió por completo. Era un cartel de "Se Busca", y la imagen mostraba a una joven de cabello oscuro, con una expresión decidida y un violín en sus manos. Shanks se quedó inmóvil, procesando lo que tenía delante. La imagen, aunque distinta, le resultaba inconfundible. Una mezcla de emociones lo invadió: sorpresa, tristeza y, sobre todo, una dolorosa culpa.
—Esto... no puede ser —susurró Shanks, sus ojos recorriendo cada detalle del cartel—. Mar... mi pequeña hermana...
—Nunca mencionaste una palabra sobre ella, nunca te dignaste a mencionar que tienes una hermana.
Shanks levantó la mirada, captando la dureza en el rostro de Mihawk. Intentó encontrar palabras, alguna excusa que justificara sus acciones, pero su voz apenas salió como un susurro.
—Nunca quise que se convirtiera en una pirata. —Su voz sonaba rota—. Creí que, dejándola atrás, la estaba protegiendo de esta vida... de todo esto.
—¿Protegerla? —Su voz era fría y sin compasión—. Shanks, ¿qué clase de protección es esa? Ahora es buscada por la Marina, es conocida como "La Pirata Violinista", y tiene su propia tripulación, una tripulación que, a diferencia de ti, nunca la ha dejado sola.
Shanks, sorprendido por el tono de Mihawk, se dio cuenta de que, a pesar de la apariencia fría del espadachín, había algo profundo en su relación con Mar.
—La entrené yo mismo —continuó Mihawk, con un tono más calmado, pero no menos severo—. La tome como mi discípula y le enseñé a defenderse, a no depender de nadie. Ella es fuerte. Mucho más de lo que tú podrías imaginar. Y, aunque nunca lo entendí al principio, con el tiempo llegué a verla como mi hija.
Shanks miró a Mihawk con una mezcla de respeto y tristeza. No esperaba que el espadachín, conocido por su indiferencia, hubiera desarrollado un vínculo tan profundo con su hermana.
—Debes saber, que mientras tú te convertías en uno de los Emperadores, Mar vivía con un vacío y una confusión tan grande que comenzó a olvidar tu nombre y tu rostro —las palabras de Mihawk eran duras, pero no le daba tregua al Pelirrojo—. Tu "acto de protección" solo hizo que ella comenzara a olvidarlo. Se ha enfrentado a una vida que nunca debió haber llevado, pero lo hizo, porque tú no estabas allí.
Shanks sintió un dolor profundo al escuchar aquello, sabía que Mihawk tenía razón, y esa verdad lo atormentaba. La imagen de Mar, la niña que había dejado para proteger, ahora era una mujer en el mundo peligroso que él mismo había intentado evitarle.
—Después de años entrenando bajo mi tutela, Mar emprendió su viaje y mientras lo hacía, me dediqué también a averiguar quién era ese hermano que ella tanto buscaba. —Mihawk observó el cartel en manos de Shanks—. Cuando descubrí que eras tú, no podía entender cómo un hombre que aparenta ser tan leal a los suyos había dejado atrás a su propia hermana.
Shanks bajó la cabeza, asumiendo el peso de la culpa y la responsabilidad. Sabía que no había excusa que pudiera borrar el dolor que le había causado a Mar.
—Mihawk, no tienes idea de cuánto lamento lo que hice... —comenzó Shanks, pero Mihawk lo interrumpió.
—¿Qué has hecho tú por ella? —continuó Mihawk, con una mezcla de desprecio y amargura en su tono—. ¿Crees que dejarla en el pasado la mantuvo a salvo? No estuviste allí y no fuiste tú quien la guio o la ayudó.
Shanks asintió en silencio y viendo de cuánto había cambiado su hermana, había sentido que las palabras de Mihawk atravesaban cada excusa que había tenido en mente. Todo lo que había creído era una mentira, ahora comprendía que solo la había dejado en manos de un destino incierto, y ahora veía las consecuencias de sus acciones.
—¿Y cómo es ahora? —preguntó en voz baja, casi temeroso de la respuesta.
—Es una mujer fuerte, determinada, y temida por sus enemigos —respondió Mihawk, cruzando los brazos—. Además, ha formado una alianza con Buggy, y parece que esa alianza se ha convertido en algo más profundo.
Shanks no pudo evitar arquear una ceja, y una risa amarga escapó de sus labios
—¿Buggy? Mi hermana está... ¿con Buggy?
—Para alguien que la abandonó, no tienes derecho a cuestionar sus decisiones —replicó Mihawk sin vacilar—. Desde el primer encuentro, Buggy estuvo allí cuando tú no lo estuviste. A diferencia de ti, él le ofreció su compañía y apoyo.
El silencio que siguió fue tenso, y Shanks se dio cuenta de que no había forma de justificar sus acciones.
—Gracias, Mihawk... —dijo Shanks finalmente, su voz cargada de sinceridad y humildad—. Gracias por cuidar de ella. Por ser quien yo no pude ser.
Mihawk lo miró, con su mirada gélida y sin rastro de emoción.
—No lo hice por ti. Lo hice por Mar. Ella se merece algo mejor que vivir en la sombra de un hermano ausente. —Hizo una pausa antes de añadir, con voz grave—. No sé si ella te perdonará algún día. Después de todo lo que ha pasado, de la vida que ha llevado, no creo que le importe mucho la justificación de un hombre que abandonó a su propia sangre.
Shanks asintió, aceptando aquella realidad con humildad y resignación. Sabía que tendría que ganarse el derecho de volver a ser parte de la vida de Mar, y no estaba seguro de si eso sería posible. Pero, de algo estaba seguro: haría todo lo necesario para enmendar su error, aunque eso significara enfrentar el rencor de su hermana. Con el cartel aún en su mano, Shanks sintió cómo el peso de la culpa lo aplastaba, pero al mismo tiempo, algo se encendía en su corazón. La imagen de Mar, lo impulsaba a seguir adelante, a buscarla y, aunque fuera difícil, intentar ganarse su perdón
—No puedo cambiar el pasado, Ojos de Halcón, pero puedo intentar enmendarlo. —Shanks levantó la vista, y en sus ojos había una determinación que no se veía con frecuencia—. No sé si Mar me perdonará, pero haré lo posible por demostrarle que puede confiar en mí otra vez.
Mihawk, con su habitual frialdad, asintió levemente, aunque en el fondo sabía que Shanks comprendía finalmente la magnitud de sus decisiones.
—Entonces, tal vez tengas una oportunidad —respondió Mihawk, dando un paso hacia el borde de la cubierta—. Pero recuerda, Mar ya no es una niña, no esperes encontrar a la misma persona que dejaste atrás.
Con esas palabras, Mihawk se dio media vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Shanks solo con sus pensamientos y el cartel de Mar en su mano. El espadachín se detuvo justo antes de marcharse, girando levemente la cabeza para añadir una última advertencia.
—Si alguna vez logras encontrarla, y si ella decide darte una segunda oportunidad, te sugiero que esta vez no la desperdicies... Espero que seas lo suficientemente digno de ser llamado su hermano.
Luego, sin decir nada más, Mihawk abandonó el Red Force, dejando a Shanks solo en la cubierta bajo la luz de la luna. Shanks observó el cartel y en su corazón, sintió que esta era una nueva misión: buscar a su hermana, enmendar el pasado y, aunque fuera difícil, intentar ser el hermano que Mar merecía.
| Mientras tanto, en el palacio de Alabasta |
Mar abrió los ojos lentamente, sintiendo que su mente aún estaba borrosa y agotada por el impacto de los recuerdos que habían vuelto. La suave luz del amanecer entraba por la ventana, dándole una sensación de paz temporal. Apenas logró enfocarse en los detalles de la habitación cuando notó que Vivi estaba sentada a su lado, observándola con una mezcla de preocupación y alivio.
—¿Cómo te sientes, Mar? —preguntó Vivi en voz baja, moviéndose un poco más cerca.
Mar se frotó la frente, intentando aclarar sus pensamientos. Todo el torbellino de emociones y recuerdos la había dejado exhausta, y su voz salió como un susurro.
—No lo sé... todo es... confuso —admitió, mirando a Vivi con una expresión de perplejidad. —Toda mi vida soñé con este momento. Pero ahora que he recuperado esa parte de mi pasado, siento que el hermano que tengo en mi memoria y el hombre en el cartel son dos personas distintas —miró hacia la ventana, dejando que sus pensamientos fluyeran—. El Shanks que recuerdo es solo un destello en mi memoria, pero el hombre en ese cartel... es alguien poderoso, conocido, un Emperador del Mar. Un hermano del que no sé nada realmente. Lo que sé es que ha vivido todo este tiempo como una leyenda, mientras yo... apenas he recordado su rostro.
Vivi le dio unas palmaditas en la mano.
—Sé que es complicado, Mar, y te va a tomar tiempo procesarlo, cuando estés lista, sabrás cómo y cuándo enfrentarlo.
Mar asintió, apretando el cartel entre sus manos. No era el momento para intentar entender todos esos sentimientos de golpe. Había esperado toda su vida para encontrar a Shanks; un tiempo más no haría gran diferencia, sobre todo si tenía otras prioridades. Respiró hondo, volviendo a centrar sus pensamientos en algo más inmediato.
La puerta se abrió suavemente y el rey Cobra entró en la habitación con pasos firmes, su semblante lleno de preocupación, pero también de comprensión.
—Mar —saludó con un tono solemne, haciendo una pequeña inclinación de cabeza.
Mar trató de incorporarse en señal de respeto, pero Cobra le hizo un gesto para que permaneciera sentada.
—Por favor, no te preocupes —dijo el rey Cobra con una voz amable, acercándose para hablarle directamente—. Supe lo que ocurrió anoche... sobre tu hermano. Vivi y yo hemos conversado, y sé quién es realmente.
Mar bajó la mirada, sintiéndose un tanto vulnerable ante aquella revelación. Por primera vez en su vida, había pronunciado en voz alta que Shanks, el famoso Emperador del Mar, era su hermano. Su cuerpo aún temblaba ligeramente al pensarlo.
—Debe ser una carga difícil de llevar —continuó Cobra, observándola con seriedad—. No es sencillo saber que tu familia ha estado tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, especialmente si él no está al tanto de todo lo que has pasado para buscarlo.
Mar asintió, sintiéndose reconfortada por la empatía en la voz del rey.
—Es... abrumador, Majestad. Aún no lo asimilo. Y ahora que sé quién es, me doy cuenta de lo diferente que ha sido su vida de la mía... mientras yo apenas recordaba su rostro, él ha vivido su vida como uno de los hombres más conocidos del mar.
—Eso puede ser algo doloroso, pero ahora tienes una pieza importante del rompecabezas —intervino Cobra—. Y estoy seguro de que, cuando llegue el momento adecuado, podrás confrontarlo con todo el coraje que has demostrado hasta ahora.
Mar respiró hondo, dejándose llevar por las palabras de Cobra sintiéndose agradecida por la hospitalidad y calidez que había recibido en Alabasta eran algo que no esperaba, y el apoyo de Vivi y su padre le daba un poco de fuerza en medio de la tormenta de emociones que sentía.
—Has demostrado tener un corazón fuerte y noble —dijo Cobra con una sonrisa genuina—. Sabes que tienes un hogar aquí, cuando lo necesites.
Vivi tomó la mano de Mar y asintió con una sonrisa cálida.
—Tal vez nuestros caminos sean distintos, pero sé que podemos entender lo que significa luchar por aquellos a quienes amamos.
La expresión de Mar se suavizó, sintiendo cómo las palabras de ambos penetraban profundamente en su corazón. Sin embargo, aún quedaba un tema en su mente que la inquietaba.
—Aún siento que hay cosas más urgentes —continuó Mar, más firme esta vez—. Mi hermano... ahora sé quién es y puedo buscarlo cuando esté lista, pero en este momento... mi prioridad sigue siendo encontrar a Buggy y a mi tripulación. —Dicho esto, la intensidad en sus ojos volvió, la misma mirada determinada de siempre—. Shanks es alguien que puede esperar. Pero Buggy y mi gente... ellos me necesitan ahora.
Vivi asintió con una sonrisa que irradiaba apoyo y comprensión.
—Eso tiene sentido. Has recorrido todo este camino junto a ellos, y sé que no te sentirás completa hasta que los vuelvas a ver.
—Estar aquí, en este palacio, con toda esta hospitalidad... me siento agradecida, pero también inquieta —dijo Mar, mirando alrededor de la habitación que, aunque cómoda, la hacía sentirse atrapada—. Cada día que pasa me preocupa más saber si Buggy está aún a salvo de la Marina. Mi tripulación, Hikari, Ren y Kaito... no sé si están bien por igual, y cada segundo que pasa me siento más desesperada.
Cobra asintió, comprendiendo su urgencia.
—Lo entiendo, Mar. Haremos lo posible para ayudarte en esa búsqueda también. Alabasta recibe noticias de muchas rutas y personas. Si alguien los ha visto, no tardaremos en saberlo.
—Sé lo que sientes. Entiendo cómo es vivir con la incertidumbre por quienes amas. Y puedo ver que Buggy significa algo especial para ti —añadió Vivi, dándole una sonrisa—. Estás en un buen lugar para buscar información; Alabasta es un punto de encuentro para muchas rutas de navegantes y mercaderes. Estoy segura de que podemos conseguir algo útil.
La esperanza se reflejó en el rostro de Mar.
—¿De verdad? —preguntó, aferrándose a las palabras de Vivi.
—Sí. Puedo pedir a los encargados de los puertos que pregunten sobre cualquier noticia relacionada con él y tu tripulación. Quizás alguien haya oído o visto algo. Incluso Igaram puede hablar con ciertos contactos de confianza que tenemos en el reino. Si Buggy o tu tripulación han pasado por aquí, pronto lo sabremos.
Mar suspiró con alivio. Tener esa esperanza de un posible rastro de Buggy y su tripulación era lo único que necesitaba para recuperar las fuerzas.
—Gracias, majestad, Vivi. Les debo mucho... más de lo que podría devolver —dijo Mar, sinceramente agradecida.
Cobra asintió una última vez antes de retirarse con una inclinación respetuosa.
—No tienes que agradecernos, Mar y estoy segura de que tú harías lo mismo por mí hija. Te dejaremos descansar. Sé que todo esto es mucho, pero tienes nuestra ayuda y apoyo en lo que necesites, Mar.
Finalmente, la habitación quedó en silencio, y Mar sintió un alivio momentáneo por estar sola, se levantó de la cama y se dirigió hacia la silla donde descansaba la chaqueta de Buggy. La tomó entre sus manos, y el simple contacto con la prenda la reconfortó. Se la llevó al pecho, abrazándola con fuerza, como si pudiera sentir un poco de él a través del suave tejido.
—Buggy... —susurró en voz baja, cerrando los ojos mientras un sentimiento de tristeza y esperanza la llenaba—. No importa dónde estés, prometo encontrarte.
Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras imaginaba el rostro de Buggy, el brillo en sus ojos y la sonrisa burlona que siempre la hacía reír. Aunque ahora sabía quién era su hermano, Mar tenía claro que su corazón no estaría en paz hasta que volviera a reunirse con Buggy y su tripulación. La promesa de encontrarlos se convirtió en su faro, guiándola a través de la incertidumbre y el dolor, y, con la chaqueta de Buggy en sus brazos, se sintió un poco más cerca de su objetivo.
Desde que la revelación sobre Shanks había emergido en su memoria, su mente no hallaba descanso, los siguientes días en el palacio transcurrían lentos, con una calma aparente que contrastaba con la inquietud constante en su pecho. Cada amanecer traía consigo una mezcla de esperanza y ansiedad mientras Pell desplegaba sus alas de halcón para surcar los vastos desiertos en busca de alguna señal de Buggy o de su tripulación. A diario regresaba con una respuesta negativa
Una tarde, Mar se sentó en uno de los patios exteriores, donde las fuentes y jardines le ofrecían un respiro. Su mente vagaba entre recuerdos difusos y preguntas sin respuesta, mientras sus ojos se perdían en el horizonte. Sin que ella lo notara, Vivi se acercó con pasos suaves, con una gentileza que reflejaba la calidez de su espíritu, se sentó a su lado, dándole tiempo antes de tocar su hombro con suavidad.
—Mar, ¿sigues pensando en Buggy y en tu tripulación? —preguntó Vivi en voz baja.
—También en lo que descubrí sobre Shanks —su voz tembló ligeramente—. Fue un choque y es como si una parte de mí siempre lo hubiera sabido, pero... ahora que sé quién es, siento que he recuperado algo que creí perdido para siempre. Sin embargo... no sé nada sobre él.
Vivi, sin apartar la mirada de ella, asintió con comprensión.
—Shanks... es un nombre que evoca respeto y admiración, es uno de los cuatro Emperadores del Mar, un título que pocos han alcanzado —dijo Vivi con suavidad—. Además de él, están Barbablanca, Big Mom y Kaidou. Todos ellos son poderosos y tienen una gran influencia en el mundo.
Mar se quedó en silencio, asimilando cada palabra. Que su hermano compartiera esa posición con figuras legendarias como Barbablanca hacía que la brecha entre ellos pareciera aún más profunda.
—¿Barbablanca también es un Emperador del Mar? —preguntó Mar, sorprendida—. Nunca imaginé que... compartirían un título así. Se siente tan... inalcanzable.
Vivi asintió, con una sonrisa tranquila.
—Es comprensible que lo sientas así, dicen que su fuerza es incomparable y que su tripulación le es leal sin reservas, tiene un sentido de justicia único, incluso amabilidad. Luffy me contó que, cuando era niño, Shanks le dio su sombrero de paja, le salvó la vida cuando era niño. Arriesgó todo para protegerlo, incluso perdió un brazo en el proceso —dijo con voz suave, sabiendo que Mar había escuchado esta historia, pero tal vez necesitaba oírla con un nuevo matiz de comprensión—. Para Luffy, es un amigo y alguien a quien respeta profundamente.
Mar bajó la mirada, sus pensamientos girando en torno a esa imagen de Shanks. Un hombre capaz de proteger y sacrificarse sin dudar por aquellos que valoraba. Quizás, después de todo, ese era el hermano que ahora anhelaba más encontrarlo.
—Es increíble... saber que Shanks fue alguien tan importante para Luffy —murmuró, su voz llena de emociones contradictorias—. Ver cómo Luffy lo recuerda con tanto cariño... y yo apenas tengo un recuerdo claro de él. Sé que es mi hermano, pero no sé lo que significa tenerlo en mi vida.
Vivi asintió, sus ojos llenos de empatía.
—Ahora que sabes quién es Shanks, quizás el resto de tus recuerdos empiecen a regresar. Y cuando te reúnas con él, estoy segura de que esos lazos familiares se harán más fuertes —le dijo, colocándole una mano reconfortante en el hombro—. Tal vez entonces encuentres las respuestas que estás buscando.
Sabía que el camino hacia la verdad sería largo y que la incertidumbre la acompañaría, pero las palabras de Vivi le habían dado una fortaleza inesperada. Encontrarse con Shanks, después de tanto tiempo, parecía un desafío casi imposible, pero también sentía la necesidad de obtener respuestas, de comprender lo que significaba tenerlo como hermano, las palabras de Vivi lograban traerle una calma que no había sentido en días. Sin embargo, aquella paz momentánea se desvaneció cuando una sombra familiar se dibujó en el cielo, acercándose rápidamente al patio donde se encontraban.
El sonido de las alas de Pell se hizo audible mientras descendía, en su forma de halcón, aterrizando suavemente unos metros delante de ellas. Al instante, recuperó su forma humana y, con la seriedad que lo caracterizaba, avanzó hacia Mar y Vivi. Su expresión era tranquila, aunque denotaba un leve toque de cansancio, el que solo alguien que ha estado en vuelo durante horas podría mostrar.
—Princesa Vivi, señorita Mar —Pell inclinó la cabeza en un gesto respetuoso antes de fijar su mirada en la violinista—. He completado el recorrido sobre el desierto, como cada día.
El corazón de Mar se aceleró en anticipación, aunque intentó mantener una expresión serena, Pell se había ofrecido voluntariamente a realizar vuelos de reconocimiento en busca de alguna señal, pero cada día, la misma pregunta flotaba en su mente: ¿habría alguna novedad?
—¿Viste algo? —preguntó Mar, con un hilo de esperanza en su voz.
Pell negó lentamente, y en su rostro se dibujó una expresión de leve pesar.
—No, señorita Mar, ninguna señal de Buggy o de su tripulación —respondió con voz calma y firme, sin dejar de observarla—. Revisé las áreas de mayor actividad reciente, pero no obtuve ninguna pista.
Mar bajó la mirada, intentando disimular la decepción que se reflejaba en sus ojos. Agradecía la constancia de Pell y su determinación por ayudarla, pero la falta de noticias se convertía en un peso cada vez más difícil de soportar. A su lado, Vivi le dio un apretón en el brazo, un pequeño gesto de apoyo silencioso.
—No debes perder la esperanza, Mar —respondió Pell, con un tono serio, pero empatico—. Aunque el desierto es vasto, las noticias tienden a llegar eventualmente, y cada día estamos un paso más cerca de encontrarlos. Solo hace falta tiempo.
Mar asintió, inspirando profundamente para calmar la ansiedad que latía en su pecho. La mención del tiempo le recordaba lo frágil de su situación. Sabía que, en cualquier momento, podría surgir algún cambio, una pista inesperada o incluso un rastro que los acercara a su objetivo. Sin embargo, la espera era difícil de soportar.
—Lo sé, Pell... y de verdad te agradezco todo lo que estás haciendo —respondió Mar con una sonrisa suave.
Pell asintió, su expresión mostrando la comprensión que sentía por ella.
—Para mí es un honor poder ayudarla, señorita Mar. Tu arriesgaste mucho por proteger a tu tripulación, y tu deseo de encontrarlos es genuino. Es lo mínimo que puedo hacer —afirmó Pell, con una firmeza que hizo que Mar lo mirara con gratitud renovada.
Vivi, que había escuchado en silencio, intervino con suavidad:
—Mar, en estos momentos de incertidumbre, intenta recordar que no estás sola. Mientras estemos aquí, te acompañaremos en cada paso, y Alabasta será tu refugio.
Mar sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Vivi. Alzó la vista y, conmovida por el apoyo de ambos, asintió.
—Ustedes... han sido más que un refugio para mí. La hospitalidad de Alabasta es algo que nunca olvidaré —dijo, con un leve temblor en su voz—. No imaginé que encontraría en este lugar tanto apoyo.
Vivi le sonrió y estrechó su mano con calidez.
—Nos sentimos honrados de tenerte aquí, Mar. Y aunque el desierto pueda parecer implacable y sin vida, alberga secretos que muchas veces aparecen cuando menos los esperamos. Quizás no tardemos en descubrir alguna señal de Buggy y su tripulación.
Pell asintió con convicción, respaldando las palabras de la princesa.
—Es verdad. En ocasiones, las respuestas que buscamos están más cerca de lo que pensamos. He visto el desierto revelar secretos inimaginables en momentos de desesperación, y sé que no estamos lejos de encontrar lo que buscas —dijo con firmeza.
Mar se permitió una pequeña sonrisa de gratitud, sintiendo cómo, poco a poco, las palabras de ambos lograban apaciguar su tormenta interna. A pesar de la incertidumbre que la atormentaba, la calidez de Alabasta y la amistad de Vivi y Pell le recordaban que aún había esperanza.
| Mientras tanto, en alguna parte de Grand Line |
En la inmensidad del océano, con el cielo teñido de un suave púrpura mientras el sol comenzaba a ocultarse, Buggy permanecía en la cubierta de su barco, mirando fijamente hacia el horizonte, como si en cualquier momento el mar le fuera a devolver a Mar. Las últimas semanas habían sido un tormento. Desde que vio el artículo en el periódico, sus pensamientos habían sido un torbellino de emociones: esperanza, temor, frustración... y un amor cada vez más profundo, que lo ataba a Mar con una intensidad que él mismo nunca hubiera imaginado.
A su lado, el violín de Mar descansaba, cuidadosamente colocado en un lugar donde él pudiera verlo y sentir su presencia. Desde que Mar había desaparecido, Buggy lo cuidaba como un tesoro, consciente de lo que significaba para ella. Recordaba el brillo en sus ojos cuando tocaba, cómo sus dedos se movían con gracia sobre las cuerdas, y la paz que esa música traía a su propio corazón en aquellos raros momentos de calma en el caótico mundo de la piratería. Ese violín era uno de los pocos recuerdos tangibles que tenía de Mar, y cada vez que lo miraba, el anhelo de verla de nuevo crecía.
Había enviado a un grupo a la isla Jaya días atrás, cuando el periódico mencionó que la Marina había creído ver a una figura que coincidía con la descripción de Mar. Desde entonces, la espera se había vuelto insoportable. Buggy no era alguien que soliera mostrar vulnerabilidad frente a su tripulación, pero era evidente para todos que la ausencia de Mar lo afectaba profundamente. Hikari, Ren, y Kaito, la propia tripulación de Mar, compartían ese sentimiento. Aunque confiaban en la habilidad y astucia de su capitana, la incertidumbre se había vuelto su peor enemigo.
De repente, el silencio fue roto por el grito de uno de los vigías:
—¡Capitán! ¡El grupo de exploración regresa!
Buggy se tensó al instante, su mirada dirigida al barco que se acercaba lentamente. Contuvo la respiración, cada segundo pareciéndole eterno, mientras veía a los hombres a bordo del pequeño navío. Sus rostros cansados y abatidos no auguraban buenas noticias, y una punzada de ansiedad cruzó el corazón de Buggy. Sin embargo, aún se aferraba a una pequeña esperanza.
Cuando finalmente el grupo llegó a la cubierta, el líder de la expedición avanzó hacia él, evitando mirarlo directamente a los ojos.
—Capitán Buggy... hemos revisado cada rincón de Jaya, como ordenaste. Buscamos en cada taberna, en cada escondite, preguntamos a todos los mercaderes y piratas en los alrededores, pero... —el hombre hizo una pausa, tragando saliva—. Mar no está allí. No hemos encontrado rastro alguno. Parece que...
La voz del hombre se apagó, y Buggy frunció el ceño, impaciente.
—¿Qué intentas decir? —dijo, su tono agudo revelando su creciente frustración.
—Fue una trampa, capitán. Mar engañó a la Marina para que pensaran que iba a Jaya. Quizás fue una estrategia para despistarlos, para evitar ser capturada mientras usaba el Waver.
Las palabras resonaron en la cubierta, y un murmullo de asombro recorrió a la tripulación. Alvida, con los brazos cruzados y una sonrisa de aprobación, asintió levemente. Sabía que Mar era lo suficientemente astuta para escapar de los ojos vigilantes de la Marina con ese tipo de engaño, y esa noticia solo confirmaba lo que siempre había pensado de la pirata violinista.
Hikari, Ren, y Kaito compartieron una mirada de alivio y orgullo, los tranquilizaba en cierto modo, pero los dejaba con una sensación de vacío al no tener una pista real sobre su paradero.
Buggy, sin embargo, permaneció en silencio deseando saber dónde estaba y sin decir una palabra, se giró y se dirigió a su camarote, cerrando la puerta tras él, caminó lentamente hacia su escritorio, donde, junto al violín de Mar, descansaba un pañuelo que ella le había dejado la última vez que se habían visto.
Tomó el pañuelo en sus manos, sintiendo la suavidad de la tela, y lo llevó a su pecho, cerrando los ojos mientras respiraba profundamente, capturando el leve aroma que aún quedaba de ella. Recordaba cómo ella se había envuelto en su chaqueta esa última vez, cómo había jugado con él, llevándosela como un recordatorio, una pequeña broma que ahora le dolía profundamente. Esa chaqueta le pertenecía, pero ahora deseaba más que nunca verla a ella usándola, abrazarla y saber que estaba a salvo.
—Mar... —murmuró, su voz apenas un susurro en la soledad de la habitación—. Daria lo que fuera por verte de nuevo, por tenerte en mis brazos, escuchar tu voz... tocarte y asegurarme de que estás bien.
Sin soltar el pañuelo, miró el violín, recordando las noches en las que Mar tocaba suavemente para él. Cerró los ojos, imaginando el sonido de las notas, como si pudieran reconfortarlo en esa desesperación. Su corazón latía con fuerza, cada recuerdo de ella avivando el anhelo de tenerla cerca.
Un golpeteo suave en la puerta lo devolvió a la realidad. Era Alvida, quien entró sin esperar respuesta, con una expresión que mezclaba comprensión y determinación.
—Sabes que Mar es fuerte —le dijo, su voz firme pero reconfortante—. No se dejará atrapar tan fácilmente. Pero también sabes que no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Buggy levantó la mirada, su rostro reflejando una mezcla de dolor y resolución. Asintió lentamente, sus ojos brillando con una intensidad renovada. No iba a permitir que la distancia o los peligros del mar los mantuvieran separados.
—Vamos a buscarla, Alvida —dijo con voz firme, colocando el pañuelo de Mar alrededor de su muñeca como una promesa—. Cubriremos cada isla, cada puerto, cada rincón del Grand Line si es necesario. No me detendré hasta encontrarla.
Al salir a la cubierta, todos los ojos de ambas tripulaciones se volvieron hacia él. Hikari, Ren y Kaito estaban junto a los hombres de Buggy y Alvida, y al ver la determinación en el rostro de su capitán, comprendieron que la búsqueda apenas comenzaba.
—Escúchenme bien —exclamó Buggy, dirigiéndose a todos—. No vamos a descansar. Revisaremos cada maldita isla y enfrentaremos cualquier obstáculo que el mar nos ponga. ¡No nos detendremos hasta que Mar esté aquí, junto a nosotros!
La tripulación estalló en un grito de aprobación. Hikari, Ren, y Kaito sintieron cómo la esperanza volvía a sus corazones, sus espíritus animados por la determinación de Buggy. Sabían que él la amaba, que haría todo por encontrarla, y ellos no se quedarían atrás.
Con los primeros rayos del amanecer, el barco estaba listo para zarpar. Buggy se colocó en la proa y Alvida se unió a él, mientras Hikari, Ren y Kaito miraban al horizonte con determinación. Y así, con el viento en sus velas y el amor como su brújula, partieron hacia aguas desconocidas, dispuestos a enfrentar cualquier peligro en su camino.
| Mientras tanto, en Alabasta |
En la gran sala del palacio de Alubarna, la luz del atardecer se filtraba suavemente a través de los ventanales, proyectando sombras danzantes sobre las paredes decoradas con intrincados mosaicos. La suave brisa del desierto acariciaba su rostro, un recordatorio constante de la vastedad del mundo y de las innumerables preguntas sin respuesta que habitaban en su mente.
El rey Cobra, con su mirada sabia y serena, hojeaba antiguos registros en un libro de cuero gastado, buscando cualquier indicio que pudiera ayudar a Mar en su búsqueda. A su lado, Vivi permanecía en silencio, observando a Mar con preocupación y empatía. Habían pasado días desde que Mar compartió la impactante revelación sobre Shanks, su hermano perdido, un nombre que resonaba en todos los mares, temido y respetado como uno de los Emperadores del Mar.
Mar suspiró, sintiendo el peso de la revelación presionando sobre sus hombros. Aunque la idea de que Shanks fuera su hermano había sido confirmada por los recuerdos y las pistas que había reunido, la realidad de lo que implicaba seguía siendo difícil de asimilar. Miró a Vivi, cuya expresión era un reflejo de la comprensión que solo un verdadero amigo podía ofrecer.
—Aun me pregunto qué dirían Buggy y mi tripulación si supieran la verdad —dijo Mar, su voz temblando ligeramente mientras sus dedos jugaban con la tela de la alfombra—. Y Mihawk... él también.
Vivi la observó con una mirada compasiva y colocó una mano en su hombro, ofreciéndole un pequeño gesto de apoyo.
—Lo entenderán. Tal vez se sorprenderían al principio, pero sabrán que eres más que solo la hermana de alguien poderoso, no eres una sombra de tu hermano; eres tu propia luz.
El silencio que siguió fue roto por Cobra, quien cerró el libro de cuero y apoyó sus manos sobre él, mirándola con gravedad.
—Es cierto lo que dice Vivi, Mar, es importante que entiendas que la posición de tu hermano en este mundo trae implicaciones que podrían ponerte en peligro si la verdad se revela antes de tiempo. La Marina no tiene idea de tu parentesco con Shanks, y esa ignorancia es una ventaja que no podemos subestimar.
Mar asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de Cobra. Sus pensamientos se dirigieron hacia Buggy, quien, a pesar de su comportamiento fanfarrón y sus excentricidades, había demostrado ser un aliado y compañero inquebrantable. ¿Qué diría él al saber que su pareja era hermana de su antiguo camarada y ahora rival? En cuenta de que Mar desconoce la relación entre Buggy y Shanks ¿Qué dirían Hikari, Ren y Kaito? ¿Y Mihawk, cuyo respeto había ganado con esfuerzo?
Un nudo se formó en su garganta mientras recordaba las enseñanzas y el respeto que Mihawk le había inculcado, cómo le había mostrado que el verdadero poder no residía en un título, sino en la habilidad y la voluntad de ser fiel a uno mismo.
—No puedo evitar pensar en cómo reaccionarían todos ellos —admitió Mar en voz baja, sus ojos posándose en el horizonte, donde el sol comenzaba a ocultarse tras las dunas, tiñendo el cielo de un rojo profundo. Vivi se acercó más a Mar, entrelazando sus manos con las de ella.
—Mar, sé que este secreto es difícil de llevar, pero es tuyo para revelar cuando estés lista. Y cuando llegue el momento, aquellos que te aman sabrán que eres más que solo la hermana de Shanks.
El rey Cobra, cuya sabiduría se había forjado en años de reinar en tiempos de paz y guerra, se acercó a Mar y le dirigió una mirada firme y amable.
—Prometemos guardar tu secreto, Mar. Ni una palabra de esto saldrá de aquí hasta que tú lo decidas. Porque, aunque el nombre de Shanks puede mover mares y ejércitos, tu decisión de enfrentarlo a tu manera es lo que realmente importa. Y ten por seguro que, cuando sea el momento adecuado, tendrás nuestro apoyo.
Mar sintió cómo una calidez se extendía por su pecho, una mezcla de alivio y esperanza. El peso del secreto seguía siendo aplastante, pero saber que tenía aliados dispuestos a protegerlo hasta que ella decidiera revelarlo le daba un nuevo sentido de control. Se giró hacia Vivi y Cobra, una pequeña sonrisa asomando en sus labios.
—Gracias, no sé cuándo será el momento adecuado, pero sé que llegará. Hasta entonces... seguiré buscando. No solo respuestas sobre él, sino sobre mí misma y lo que significa todo esto.
El ocaso envolvía las murallas del palacio de Alabasta con un resplandor dorado y tenue. Mar, sentada junto a la ventana del salón real, observaba cómo la luz moría lentamente en el horizonte, reflejando el torbellino de emociones que sentía en su interior. Vivi y el rey Cobra permanecían a su lado, observándola con una mezcla de curiosidad y preocupación. Sabían que la joven pirata tenía algo más que decir, algo que cargaba con el peso de los años.
Mar tomó aire profundamente, y sus dedos se crisparon en el borde de la ventana.
—Hay algo más que debo contarles. Es una historia que solo comparto con quienes confío. —Miró a Vivi y a Cobra, ambos asintiendo con atención—. Fue hace mucho tiempo, cuando era una niña, antes de que mi vida cambiara radicalmente.
Vivi la miró con ojos comprensivos, entrelazando sus manos en un gesto de apoyo silencioso.
—Estamos aquí para escucharte, Mar. No tienes que cargar con esto sola.
Mar esbozó una pequeña sonrisa antes de que sus pensamientos la transportaran a aquella época.
—Cuando mi hermano y yo estábamos juntos, antes de que él me dejara para buscar el One Piece con sus amigos, hubo un día que marcó el inicio de todo. El día de la ejecución de Gol D. Roger.
Cobra alzó las cejas, comprendiendo de inmediato la magnitud de la revelación.
—¿Estuviste en Loguetown durante la ejecución? —Mar asintió lentamente, el recuerdo dibujando una sombra en su semblante.
—Shanks me llevó sin explicación alguna, era una niña rodeada de una multitud inquieta, y todo lo que veía y escuchaba era confuso y abrumador. Recuerdo a Roger, en pie en el patíbulo. Su sonrisa... esa sonrisa que parecía retar al mundo, que hablaba de un secreto que solo él conocía, algo que nunca pude olvidar.
Los ojos de Vivi se abrieron con asombro.
—Debió ser algo impactante, ver a alguien enfrentar la muerte con tanto coraje.
—Lo fue —admitió Mar, su voz cargada de nostalgia—. Pero no fue lo único que marcó ese día. Entre la multitud, sentí una presencia. Una mirada intensa que se clavó en mí. No supe quién era en ese momento, solo recuerdo esos ojos dorados que parecían atravesarme, como si pudiera ver algo dentro de mí que ni yo conocía.
Cobra entrecerró los ojos, intrigado.
—¿Mihawk? —Mar asintió.
—No cruzamos palabras, solo miradas y aunque no hizo un solo gesto, sentí que algo en mí había cambiado. Sin embargo, no imaginaba que un año después, él mismo se convertiría en mi mentor, en la persona que me salvaría cuando más lo necesitaba —Vivi apretó suavemente la mano de Mar. Su semblante se ensombreció, y sus ojos reflejaron la mezcla de dolor y aceptación—. Shanks me dejó atrás para perseguir sus sueños y buscar el One Piece con sus amigos. No sabía que él había sido parte de la tripulación de Roger, ni qué implicaba todo aquello. Solo sentía el abandono, la soledad. Y fue en esa oscuridad donde Mihawk me encontró.
Cobra, con su experiencia de haber liderado en tiempos de adversidad, entendió lo que significaba esa soledad.
—Mihawk vio en ti algo que valía la pena proteger y cultivar.
—Me enseñó a luchar, no solo con la espada, sino con mi violín, que se convirtió en un arco de arquería. Me mostró que podía transformar mi dolor en fuerza, que no necesitaba vivir bajo la sombra de nadie, ni siquiera de Shanks —respondió Mar, una chispa de gratitud en su voz, pero una inquietud permanecía latente en su mente bajando la mirada.
Vivi la abrazó, y por un momento, Mar dejó de sentir la presión del mundo sobre sus hombros. Había un largo camino por delante, lleno de desafíos y revelaciones, pero al menos ahora sabía que no lo recorrería sola. Y con esa certeza, el miedo que sentía al pensar en las reacciones de Buggy y los demás se atenuó, dejando espacio para la esperanza.
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