── 𝟐𝟓. 𝐕𝐢𝐯𝐢

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 ── 𝐕𝐈𝐕𝐈

Mar abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las ventanas del cuarto que Mar ocupaba en el palacio de Alabasta. El ambiente cálido y tranquilo contrastaba con la sensación de inquietud que persistía en su pecho. A pesar de estar rodeada por la majestuosa arquitectura y la seguridad del palacio, sus pensamientos seguían vagando hacia los mares, hacia Buggy, su tripulación, y el futuro incierto que se cernía sobre ellos. No sabía dónde estaba Buggy ni qué había sucedido con su tripulación después de la huida de la Marina, y la preocupación se enroscaba en su mente como un ancla que no la dejaba avanzar.

Al girarse ligeramente en la cama, sintió algo suave y familiar entre sus brazos: la chaqueta de Buggy. La había estado abrazando toda la noche, como si de alguna manera pudiera mantenerlo cerca a través de esa prenda. Su mente evocó su rostro, sus gestos, ese carácter extravagante que tanto la confundía y a la vez la hacía sonreír. En medio de la soledad de la habitación, abrazada a ese fragmento de él, sentía que por un instante las distancias entre ellos se reducían.

Mar suspiró profundamente, enterrando el rostro en la tela de la chaqueta, dejando que su aroma la envolviera. Por un momento, se quedó inmóvil, tratando de asimilar el sueño.

—¿El... y mi hermano, que tiene que ver uno con el otro? —se preguntó, sus pensamientos aún nublados por el sopor del sueño—. Supongo que estoy pensando de más.

Se llevó una mano a la frente, tratando de ordenar sus ideas ¿Había alguna conexión real, o solo era una ilusión de su subconsciente, alimentada por sus recuerdos y preocupaciones? Sus pensamientos fueron abruptamente interrumpidos cuando escuchó un golpe suave en la puerta. Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió lentamente y una figura alta y entró con una bandeja en las manos. Por un breve momento, el corazón de Mar se aceleró, pensando que era Igaram, para su sorpresa, quien apareció ante ella fue una mujer de porte elegante y rostro amable, con un aire familiar que la hizo dudar por un instante.

—Oh, lo siento si te asusté —dijo la mujer rápidamente, al notar la expresión alerta de Mar. Luego esbozó una sonrisa cálida y añadió—. Soy Terracotta, la esposa de Igaram. Vine a traerte algo de ropa más adecuada para Alabasta.

Mar se incorporó lentamente en la cama, sin soltar del todo la chaqueta de Buggy, aunque ya más relajada al ver que no se trataba de una amenaza. Terracotta tenía una presencia acogedora y maternal, que contrastaba con la excéntrica personalidad de su esposo. La sorpresa inicial de Mar se fue desvaneciendo mientras la observaba.

—No se preocupe —respondió Mar, aún un poco adormilada, pero ya más tranquila—. Sólo no esperaba visitas tan temprano.

Terracotta dejó la bandeja sobre una mesa cercana y le dedicó otra sonrisa antes de abrir una caja que llevaba consigo.

—Entiendo, pero pensé que tal vez te gustaría cambiarte a algo más... acorde al clima de Alabasta. Este desierto puede ser implacable si no llevas la ropa adecuada —dijo, sacando las prendas del interior de la caja y mostrándosela a Mar.

Mar observó las prendas con detenimiento. El atuendo era de un rojo intenso, con detalles dorados que le daban un toque de elegancia. El top corto revelaba el abdomen, y las mangas caídas fluían delicadamente por los brazos, mientras una capa liviana de tela translúcida colgaba desde los hombros, añadiendo un aire etéreo y místico. La falda larga, del mismo color, tenía una capa adicional de tela blanca que envolvía la parte frontal, creando un contraste elegante que hacía resaltar el conjunto. No podía negar que era hermoso, diseñado para resaltar en el calor del desierto sin perder sofisticación.

—Es un atuendo típico de la nobleza de Alabasta, pero he adaptado el diseño para alguien con tu estilo. Creo que te sentará bien —dijo Terracotta con una sonrisa—. Además, pensé que te sentirías más cómoda con algo ligero pero elegante para moverte por la ciudad.

Mar dejó la chaqueta de Buggy sobre la cama con cuidado, mirando el atuendo con cierta curiosidad. No estaba acostumbrada a llevar ropa tan elaborada, pero podía reconocer la belleza en el diseño. Los detalles dorados, la fluidez de la tela... Todo parecía cuidadosamente pensado para alguien que necesitaba moverse con facilidad pero también proyectar una imagen de elegancia y fuerza.

—Es precioso —murmuró Mar, sintiendo el peso del momento. Aceptar esas vestimentas significaba más que solo ponerse ropa nueva; era un símbolo de la hospitalidad de Alabasta, pero también una aceptación de su lugar en ese mundo tan alejado de los mares a los que estaba acostumbrada.

Terracotta asintió, complacida por su reacción.

—Estoy segura de que te verás increíble. Este atuendo es perfecto para el clima y para alguien como tú. La princesa Vivi quiere que te sientas lo más cómoda posible aquí —añadió con una mirada maternal.

Mientras Mar tomaba las prendas en sus manos, su mirada se desvió hacia la chaqueta de Buggy que seguía sobre la cama. Por un instante, se quedó perdida en sus pensamientos. "¿Qué pensaría Buggy si me viera así?", se preguntó. La imagen de él, con su sonrisa exagerada y sus comentarios alocados, apareció en su mente. Tal vez se burlaría, o tal vez haría algún comentario grandilocuente sobre lo increíble que se veía. No podía evitar imaginarlo, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—Me pregunto qué diría si me viera con esto —murmuró casi para sí misma, sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

—¿Dijiste algo? —preguntó Terracotta, inclinando la cabeza con curiosidad.

—Oh, no, nada importante —respondió Mar rápidamente, sacudiendo la cabeza para despejarse de esos pensamientos. No podía permitirse distracciones en ese momento.

Terracotta pareció entender que había algo más detrás de esas palabras, pero no insistió. En su lugar, le entregó el resto de las prendas y le dedicó una sonrisa amable antes de girarse hacia la puerta.

—Te dejaré para que te cambies tranquilamente. Cuando estés lista, te estaremos esperando en el salón principal. El rey y la princesa tienen una reunión importante esta mañana y querrán verte antes de que comience —dijo, y con un suave saludo, salió de la habitación.

Mar se quedó sola por unos momentos, mirando el atuendo que tenía en sus manos. Sabía que el día que se avecinaba estaría lleno de desafíos, pero por un momento, permitió que su mente vagara nuevamente hacia Buggy, imaginando cómo reaccionaría si la viera con ese conjunto. Finalmente, suspiró, dejándose llevar por la realidad del momento.

Con determinación, comenzó a vestirse. La tela se sentía cómoda y fresca contra su piel, y el conjunto, aunque más elegante de lo que estaba acostumbrada, le proporcionaba la libertad de movimiento que necesitaba. Al colocarse los pendientes dorados y el collar que Mihawk le había regalado, sintió una extraña mezcla de emociones. El collar era un recordatorio de su entrenamiento, de su pasado como discípula del más grande espadachín, y ahora, combinaba perfectamente con las prendas que simbolizaban un nuevo capítulo en su vida.

Miró una última vez la chaqueta de Buggy antes de dirigirse a la puerta, lista para enfrentar lo que viniera. Sabía que cada paso que daba la llevaba más cerca de su misión, pero también la alejaba temporalmente de la persona que ocupaba sus pensamientos.

Mar avanzó por los amplios pasillos del palacio de Alabasta, cada paso resonando suavemente en el mármol que adornaba los pasillos. La atmósfera estaba impregnada de una calidez y tranquilidad que contrastaban fuertemente con la inquietud que residía en su pecho, alimentada por los recuerdos y la incertidumbre que la acompañaban desde que había comenzado su búsqueda. Aún podía sentir el suave peso de la chaqueta de Buggy que había dejado cuidadosamente en su habitación, como si el solo hecho de soltarla hubiera sido un pequeño sacrificio para adentrarse en un espacio de formalidad y respeto. Caminaba con paso firme, los pliegues de la falda roja y dorada ondeando suavemente mientras se acercaba al salón donde el rey Cobra, la princesa Vivi y el consejero Igaram la esperaban.

Al llegar al salón principal, fue recibida por una cálida sonrisa de la princesa Vivi, quien la saludó con un leve asentimiento y un brillo de amabilidad en sus ojos. Mar respondió con una pequeña reverencia, notando en Vivi una expresión de comprensión y dulzura que calmaba un poco sus pensamientos. A su lado, el rey Cobra la miraba con curiosidad e interés, reflejando en su mirada la sabiduría y experiencia de un hombre que había enfrentado desafíos que solo un gobernante podía entender. Igaram, siempre atento y alerta, mantenía una expresión de respeto, aunque evaluadora, hacia Mar.

Vivi tomó asiento a su lado, en un gesto de cercanía y apoyo que Mar valoró profundamente. La joven princesa la miraba con una calidez que le hacía sentir que, por primera vez en mucho tiempo, podía abrir su corazón sin miedo a ser juzgada.

Mar esbozó una sonrisa cortés y miró con respeto al rey y a la princesa, inclinando ligeramente la cabeza antes de hablar con voz suave pero firme.

—Le agradezco que me hayan recibido con tanta hospitalidad —dijo con sinceridad—. Sé que mi presencia aquí podría haber suscitado ciertas preocupaciones, considerando mi alianza con Buggy y mi relación con Mihawk. Temía que... quizás mi situación resultara problemática para el reino.

El rey Cobra soltó una ligera risa, una mezcla de sorpresa y alivio, y negó suavemente con la cabeza.

—¿Rechazarte? —dijo, con un tono de sorpresa—. ¿Cómo podría rechazar a alguien que tiene amistad con Luffy y sus amigos? Hicieron mucho por salvar nuestro reino del yugo de Cocodrile. Nos liberaron en uno de los momentos más oscuros de nuestra historia, y aún hoy seguimos agradecidos, es lo menos que podemos hacer para devolver ese favor. Aunque, debo admitir que —agregó, esbozando una sonrisa intrigada— cuando me enteré de que iba a recibir a la pirata que fue salvada por Luffy, jamás imaginé que sería la Pirata Violinista, la discípula de Mihawk.

Mar mantuvo la sonrisa, agradecida por la calidez con la que la habían recibido, pero también consciente de lo peculiar de su situación. Había sido marcada por la temida reputación de Mihawk, un Guerrero de los Mares que infundía respeto y temor en igual medida. Ser su discípula había sido un honor, pero también un peso que la hacía ser vista con ojos de desconfianza y recelo en ciertos lugares.

—Es un honor contar con su confianza, Majestad —respondió, mirándolo con respeto—. Sin duda, Luffy y su tripulación son únicos. Ellos me salvaron a mí. Y ahora, gracias a ellos, puedo continuar con mi misión.

Cobra la miró con interés, asintiendo lentamente como si captara el peso de aquellas palabras. Tras unos momentos, el rey entrelazó las manos y se inclinó hacia ella con una mirada expectante.

—Debo admitir que la información que Nami nos proporcionó sobre ti fue... limitada. No mencionó mucho sobre la misión que te llevó a encontrarte con ellos. Y, si no es mucha la molestia, quisiera saber más sobre ti, Mar. Sobre lo que te ha traído hasta aquí y sobre la razón de tu viaje.

Mar respiró profundamente, tomando un momento para organizar sus pensamientos antes de hablar. Su historia, tan privada y llena de recuerdos difusos, era algo que rara vez compartía. Sin embargo, había algo en la mirada del rey que le inspiraba confianza, una especie de paz que le recordaba a los tiempos en que había soñado con vivir en un mundo sin tantos secretos.

—Tenía... o tengo un hermano —comenzó, sus palabras cargadas de una mezcla de tristeza y nostalgia—. No lo he visto desde que era una niña. Tenía solo siete años cuando nuestros caminos se separaron. Cuando éramos niños, compartíamos todo, no había secretos entre nosotros... Él era mi mundo... hasta que ocurrió la ejecución de Roger. Algo cambió ese día. Se volvió más distante, más reservado, como si hubiera visto algo que no podía compartir conmigo.

Su mirada se perdió momentáneamente en un punto invisible de la sala, mientras continuaba.

—Un año después, mi hermano se marchó. Se fue con sus amigos, buscando el One Piece. No me dio ni siquiera la oportunidad de decirle adiós, de ver su rostro por última vez. Recuerdo cómo se alejó sin girarse, dándome la espalda... dejándome sola. Con el tiempo, olvidé su nombre, y su rostro se desvaneció de mi memoria. Es como si nunca hubiera existido.

Mientras hablaba, la calidez de la mano de Vivi se posó suavemente sobre la suya, brindándole un consuelo inesperado. El gesto la tomó por sorpresa, y aunque apenas se notaba, sus dedos temblaron ligeramente, agradeciendo silenciosamente aquel acto de empatía.

La expresión de Cobra reflejaba una mezcla de comprensión y tristeza. Era evidente que su historia le había tocado profundamente. Igaram, siempre prudente, observaba a Mar con una expresión más suave, como si el relato hubiera cambiado su percepción de la joven pirata.

—Desde entonces, no tuve a nadie. No tenía familia, ni un hogar —prosiguió Mar, su voz más suave—. Hasta que Mihawk apareció en mi vida. Él me encontró en ese vacío en el que estaba perdida y decidió tomarme como su discípula. Me entrenó, me enseñó a sobrevivir, a luchar y a no depender de nadie. Para muchos, Mihawk es un monstruo, una leyenda temida, pero para mí... él fue algo parecido a un padre. Él me dio una razón para seguir adelante, y todo lo que soy hoy, se lo debo a él.

—Así que tú también buscaste a tu propia manera, en un mundo que no siempre ofrece segundas oportunidades —murmuró Cobra, reflexionando sobre las palabras de Mar.

Ella asintió, apreciando la perspicacia del rey. Continuó, sin bajar la mirada.

—Con los años, comencé mi propio viaje con mi tripulación, tratando de encontrar respuestas, necesitaba entender por qué me dejó y qué fue de él. Durante este tiempo, he seguido pistas, rastros que se desvanecen tan rápido como los encuentro... pero hace poco descubrí algo que me destrozó.

Cobra y Vivi intercambiaron una mirada de sorpresa, pero no la interrumpieron. Mar tragó saliva, sus palabras cargadas de incredulidad y tristeza.

—Descubrí que mi hermano... formó parte de la tripulación de Roger. Al enterarme, sentí que había estado persiguiendo la sombra de un desconocido. Era como si él me hubiera ocultado secretos incluso desde antes de marcharse, como si fuera alguien totalmente diferente.

El silencio llenó la una vez más. Vivi, con los ojos brillantes de empatía, rompió la quietud con voz suave.

—¿Y ahora... sigues queriendo encontrarlo? —Mar cerró los ojos, dejando que la pregunta resonara en su interior. Finalmente, asintió.

—Sí —respondió, su voz firme a pesar de la tristeza—. Quiero encontrarlo, aunque tal vez nunca llegue a entender sus razones. Necesito respuestas, aunque al final descubra que él es un extraño.

Cobra, con la sabiduría que le daba su experiencia, asintió en silencio. No había palabras que pudieran llenar el vacío que Mar había cargado todos esos años, pero en ese momento, la observaba atentamente, sus ojos mostrando una mezcla de admiración y compasión.

—Eres muy diferente a muchos piratas que he conocido, Mar. No tienes interés en el One Piece, no estás obsesionada con el poder o la riqueza. Buscas algo más profundo, algo que te pertenece por derecho... y eso, es lo que te hace distinta.

Mar lo miró sorprendida, nunca había escuchado que alguien definiera su misión de esa manera. Era cierto; su viaje no se trataba de fama ni de conquistas, sino de entender quién era y encontrar a su hermano, un lazo que el mundo pirata había tratado de borrar de su vida.

—A veces me pregunto si mi búsqueda tiene algún sentido, pero... cada paso me acerca a entender lo que realmente soy —respondió, sinceramente conmovida

Cobra asintió con una cálida sonrisa, sus ojos reflejando comprensión y apoyo hacia Mar, que estaba visiblemente conmovida.

—Tienes mi apoyo, Mar. No es fácil buscar algo tan valioso sin perderse en el camino. Aquí en Alabasta, siempre tendrás un refugio —dijo con una voz llena de sinceridad y hospitalidad, transmitiéndole a Mar una tranquilidad reconfortante.

Igaram, con su habitual seriedad y lealtad, añadió con una inclinación de cabeza solemne:

—Puede contar con nosotros, señorita Mar. Alabasta estará a su disposición para lo que necesite —afirmó, dejándole claro que tanto él como el reino de Alabasta estaban allí para apoyarla.

Mar sintió una oleada de gratitud y calidez. Aunque su vida estaba llena de desafíos y constantes peleas por sobrevivir, momentos como este, rodeada de personas tan amables, le recordaban que aún había lugares y personas dispuestas a brindarle ayuda. Sin embargo, mientras sentía esa paz, no pudo evitar que una tristeza silenciosa se apoderara de ella. Su corazón estaba dividido; aunque sabía que estaba rodeada de buenas personas, en su interior, la imagen de Buggy y la nostalgia de su ausencia permanecían inquebrantables.

Vivi, observando con atención el cambio en la expresión de Mar, percibió el peso de sus pensamientos. Con una sonrisa suave y comprensiva, colocó una mano gentilmente en su hombro.

—Mar, ¿qué te parece si damos un paseo? —le sugirió Vivi—. A veces, un poco de aire fresco y una buena vista ayudan a aclarar la mente. Además, hay un lugar aquí en el palacio que creo que te gustará.

Mar la miró con una pequeña sonrisa, reconociendo la gentileza en su invitación, y asintió.

—Me encantaría, Vivi.

Con una sonrisa de acuerdo, Vivi comenzó a guiar a Mar por los amplios y decorados pasillos del palacio de Alabasta. Caminaban en silencio, pero era un silencio cómodo, que reflejaba el respeto mutuo y la comprensión que había comenzado a florecer entre ellas. La cálida luz del atardecer se filtraba a través de los ventanales, iluminando las paredes y llenando el espacio con tonos dorados y anaranjados que daban al palacio una atmósfera mágica y tranquila.

—Siempre me ha gustado esta hora del día —comentó Vivi con una sonrisa nostálgica mientras observaba la luz del atardecer bañando el pasillo—. El atardecer en el desierto tiene algo especial, como si por unos momentos el mundo se calmara.

Mar asintió, dejándose llevar por el ambiente y la paz del lugar.

—Es hermoso... diferente de cualquier otro lugar que haya visto. —Luego, Mar sonrió, casi con una pizca de vergüenza—. A decir verdad, el desierto me parecía solo un lugar inhóspito y difícil, pero viéndolo desde aquí... tiene una belleza que nunca imaginé.

Vivi le devolvió la sonrisa, orgullosa de su tierra y encantada de compartir un pedazo de su hogar con Mar.

—Alabasta es un lugar único. A pesar de sus desafíos, siempre tiene algo que ofrecer si miras bien —dijo Vivi con cariño, mientras continuaban su camino.

Finalmente, las dos llegaron a una amplia terraza en lo alto del palacio. Desde allí, se podía ver una vista impresionante del desierto extendiéndose hasta el horizonte, con el sol ya bajando lentamente y cubriendo las dunas doradas con una luz suave y cálida que parecía abrazar el paisaje.

—Es... como un mar de arena —murmuró Mar, maravillada por la inmensidad y serenidad del desierto.

Vivi asintió, cruzando los brazos sobre la barandilla y observando el paisaje con una expresión de orgullo y amor por su tierra.

—Un mar en el que, a pesar de todo, siempre se puede encontrar algo valioso si tienes la paciencia para buscarlo. —Vivi miró a Mar, percibiendo en ella una profunda añoranza—. Mar... si necesitas hablar, estoy aquí para escucharte. A veces, compartir lo que llevamos dentro hace que el peso sea más fácil de llevar.

Mar tomó un respiro profundo, como si buscara reunir la fuerza para abrirse. Finalmente, habló, pero en voz baja, como si compartiera un secreto que llevaba mucho tiempo guardado.

—Vivi, hay algo que nunca le he contado a nadie más que a Buggy y es... un secreto que no suelo compartir. —Hizo una pausa, su mirada fija en el horizonte, como si buscara las palabras adecuadas—. Cuando Luffy derrotó a Crocodile, causó que él perdiera su título de Guerrero del Mar. Con el puesto vacío, la Marina y algunos de los otros Guerreros del Mar se reunieron para decidir quién lo reemplazaría. —Su voz se volvió más suave, como si reviviera esos recuerdos en su mente—. De alguna manera... mi nombre apareció entre las opciones.

Vivi la miró con sorpresa, su expresión reflejando la mezcla de respeto y asombro que sentía.

—¿Te consideraron para ocupar un lugar entre los Guerreros del Mar? —preguntó Vivi, tratando de imaginarse a Mar en un rol tan poderoso y formal—. Es un honor que pocas personas pueden recibir, y más alguien tan joven como tú. Siendo la discípula de Mihawk, cualquiera vería en ti a alguien digno de ese título.

Mar asintió, una leve sonrisa de confusión y nostalgia asomando en sus labios.

—Nunca entendí bien por qué. Tal vez fue porque crecí bajo la tutela de Mihawk, desde que... —hizo una pausa, tragando saliva antes de continuar—. Desde que mi hermano me abandonó. Sabían que mi habilidad con la espada era digna, y querían a alguien capaz en sus filas.

—Tu habilidad es conocida. Pero nunca imaginé que el Gobierno Mundial te considerara para algo así.

Mar sonrió con un toque de ironía.

—Ser un Guerrero del Mar es aliarse con el Gobierno. La mayoría de los actuales Guerreros apoyaban mi nombramiento, querían que yo tomara el lugar de Crocodile. De hecho... llegué a conocerlo en persona, aunque nunca intercambiamos palabras, la idea de tener protección y de que la Marina no nos persiguiera, podría haber usado ese poder para facilitar mi búsqueda de mi hermano y ayudar a mi tripulación sin estar siempre al borde de una emboscada.

Vivi asintió con comprensión.

—Eso es cierto. La vida de un pirata es una constante batalla, y sé que, para muchos, la oportunidad de unirse a los Guerreros del Mar es la forma de lograr algo de estabilidad y seguridad. —Su voz se llenó de melancolía mientras continuaba—. Pero también he visto lo que puede hacer ese tipo de poder cuando cae en las manos equivocadas... como con Crocodile.

Mar la miró con suavidad, notando el dolor reflejado en los ojos de Vivi al recordar a Cocodrile y el daño que causó en su reino.

—Cocodrile es el ejemplo perfecto de cómo se puede corromper ese poder. Y creo que eso fue lo que finalmente me hizo rechazar la oferta. No quería convertirme en alguien como él, atrapada en los caprichos del Gobierno Mundial. No quería que mis acciones fueran dictadas por ellos.

Vivi la miró con una mezcla de curiosidad y anticipación.

—Y Buggy... me imagino cómo reaccionó cuando se lo contaste. ¿Le molestó mucho?

Mar dejó escapar una risa suave, recordando la reacción de Buggy.

—Mucho más de lo que él admitiría. Se le subió el color al rostro —Mar hizo una mueca imitando la voz de Buggy—. "¿¡Qué demonios, Mar!? ¡¿Vas a dejar que esa pandilla de pomposos te convierta en su marioneta?! ¡No eres ninguna sirvienta del Gobierno, eres la Pirata Violinista, maldita sea! ¡No te vendas a esos idiotas! ¡Tú no naciste para ser un perro del Gobierno!"

Vivi no pudo evitar reírse al imaginar la reacción de Buggy, y Mar continuó con una expresión de determinación.

—A decir verdad, me alegra ser perseguida por la Marina —confesó Mar—. Prefiero ser perseguida por la Marina que estar del lado de ellos. Recuerdo que Buggy lo dijo con mucho enfado que solo él sabe mostrar. Puede ser tan ridículamente exagerado, pero esa es parte de la razón por la que lo amo tanto.

Vivi, que la escuchaba con una sonrisa dulce, notó el amor que Mar sentía por Buggy, tan genuino que se reflejaba en cada palabra que decía sobre él.

—Debe ser alguien muy especial si tiene un lugar tan importante en tu corazón —comentó Vivi, con ternura—. Y por cómo hablas de él... parece que él también te ama mucho, Mar.

Mar asintió, su expresión era de pura nostalgia y anhelo mientras miraba el horizonte, como si en algún lugar de ese vasto desierto, pudiera encontrar a Buggy esperándola.

—Él es todo para mí —confesó Mar, permitiendo que las emociones se reflejaran en su voz—. Buggy me mostró un tipo de libertad que nunca había conocido, y con él... es como si cada paso que doy tuviera un propósito. No importa cuán lejos esté, siento que él me está esperando, y sé que mi lugar es a su lado. Lo extraño tanto... cada día sin él se siente incompleto.

Vivi le dio un apretón de apoyo en la mano, mirándola con empatía y determinación.

—Entonces, debes encontrarlo, Mar. Si él es tan importante para ti, y tú para él, no importa cuán lejos estén el uno del otro, sé que podrás hallarlo. El amor nos da una fuerza especial, y creo que te llevará de regreso a su lado. Entiendo lo que dices, Mar. La libertad es lo más valioso. Ser perseguido por la Marina puede ser peligroso, pero también es prueba de que eres fiel a tus principios y a quienes amas.

Las palabras de Vivi resonaron profundamente en Mar, llenándola de una renovada esperanza y determinación. Sabía que el camino no sería fácil, pero con el apoyo de personas como Vivi y el amor que Buggy le inspiraba, se sentía lista para enfrentar cualquier desafío. Ambas se quedaron en silencio, observando el vasto desierto de Alabasta que se extendía ante ellas, un mar dorado que simbolizaba la libertad y la promesa de un futuro lleno de posibilidades, de retos, y de amores que valían la pena luchar.

—¿Quién necesita esos títulos y ese poder? La libertad de ir a donde yo decida, de seguir buscando a mi hermano y de luchar junto a mi tripulación y Buggy... eso es lo que realmente vale la pena.

Vivi asintió, tomándose un momento para mirar al cielo, sus ojos brillando con emoción y un profundo respeto hacia Mar.

—Debes de tener un gran coraje para enfrentarte a la Marina con esa mentalidad. Luchar por lo que realmente importa, por quienes amas... Yo también entiendo ese sentimiento. A veces me pregunto cómo sería mi vida si hubiera seguido a los Sombrero de Paja, si me hubiera unido a su aventura.

Mar colocó una mano sobre el hombro de Vivi, dándole un suave apretón.

—Ellos siempre piensan en ti cada vez que surcan los mares, Vivi. La gente que amas nunca se va realmente. Siempre está contigo, sin importar la distancia.

Vivi la miró con gratitud, sus ojos llenos de emoción.

—Gracias, Mar. Y ahora, tengo a una nueva amiga en los mares, alguien en quien confiar y por quien rezar cada vez que escuche historias sobre piratas valientes enfrentando a la Marina.

Ambas compartieron una sonrisa sincera, sabiendo que, aunque sus caminos fueran distintos, la conexión que habían formado era algo que siempre llevarían en el corazón.

| Horas después |

El sol descendía lentamente, sumergiendo a Alabasta en un manto dorado. Mar se quedó en la terraza, contemplando el horizonte teñido de rojo y anaranjado mientras sentía la calidez del viento en su rostro, había algo reconfortante en ese paisaje desértico, en el silencio que le rodeaba, casi como si Alabasta mismo le estuviera susurrando una melodía antigua y familiar.

Mar se apoyó en la barandilla, mirando hacia el vasto desierto que se extendía ante ella, sintiendo una mezcla de nostalgia y paz. Sin darse cuenta, comenzó a tararear una canción, la misma que su madre había compuesto antes de su muerte, una canción que su hermano solía cantarle para consolarla en sus momentos más oscuros. Era un canto de amor, de valentía y de anhelo, y Mar sentía que aquella melodía estaba tejida en los hilos de su vida.

Poco a poco, el tarareo se transformó en palabras, y su voz comenzó a elevarse suavemente, llenando el aire de la terraza con una dulzura melancólica. Sin saberlo, Mar empezó a cantar, y su voz, profunda y emotiva, comenzó a resonar en las paredes del palacio, escapando por las ventanas abiertas y extendiéndose hacia las calles de Alubarna.

"I'll draw a map of the world
Of lands unknown and untold
I'll guide my ship towards the morn'
Through the raging waters..."

Su voz era clara y llena de sentimiento, y a medida que la melodía viajaba por el palacio, la gente que estaba cerca se detenía, sorprendida por aquella canción que parecía acariciar el alma. Los sirvientes en los pasillos, los guardias en las puertas, y hasta los nobles que aún se encontraban en el palacio, todos se detuvieron, cautivados por esa voz que transmitía una mezcla de fuerza y vulnerabilidad.

En las calles de Alubarna, los habitantes también comenzaron a escuchar el eco de la canción. Los niños miraban a sus padres con curiosidad, y algunos ancianos cerraron los ojos, dejándose llevar por la nostalgia de aquella melodía que, aunque desconocida, parecía hablarle directamente al corazón.

"The stars are pointing my way
From quarter of the globe away
And yet, I feel so astray
How did I get so lost?"

La voz de Mar temblaba ligeramente en algunas palabras, reflejando el peso de los recuerdos que la inundaban. En su mente, podía ver a su hermano cantando esta misma canción junto a ella, sus manos cálidas reconfortándola mientras su voz fuerte y segura le prometía que siempre estaría allí, guiándola como un faro en la oscuridad. Pero ahora, él estaba en algún lugar desconocido, y ella no sabía cómo encontrarlo.

"I've always been taught to be brave and strong
To see the hope when all feels wrong
I've always been taught not be afraid
And look, the price
The price I paid..."

La melodía se intensificaba, y en cada palabra, Mar dejaba escapar un pedazo de sí misma. Los habitantes del palacio escuchaban en silencio, sin atreverse a interrumpir aquel momento. Algunos, sin saber por qué, sentían una tristeza inexplicable, mientras otros eran llenados de una profunda paz, como si esa voz les estuviera recordando algo perdido, algo esencial.

Mar continuó cantando, su voz más firme ahora, desbordando sentimientos de anhelo y esperanza:

"I'm barely afloat
My sails are set and I'm coming home
I'm barely afloat
My sails are set and I'm coming home..."

En cada nota, podía sentir la promesa que se había hecho a sí misma: regresar a su tripulación, a Buggy, y finalmente a su hermano. En algún lugar de esos mares lejanos, ellos la estaban esperando, y aunque la travesía fuera incierta, estaba decidida a encontrarlos, a regresar a ellos.

"I'll sail my ship on my own
Straight into the eye of the storm
And when I conquer it all
Will you still be my friend?"

Las palabras eran suaves, casi como un susurro, y en su mente, veía la imagen de su hermano, sonriéndole desde algún lugar distante. ¿Él seguiría recordándola, seguiría buscándola? ¿Sería capaz de reconocerla cuando finalmente se encontrarán de nuevo? Mar cerró los ojos, permitiéndose sentir el dolor y el anhelo, dejando que su voz hablara por ella.

"I've always been taught to be brave and strong
To see the hope when all feels wrong
I've always been taught not to be afraid
And look, the price
The price I paid..."

En las calles de Alubarna, las personas se habían reunido, atraídas por esa canción que resonaba como un eco suave y distante en la ciudad. Aunque no podían ver a la cantante, sentían que la voz les hablaba, que cada palabra les contaba una historia de lucha y esperanza.

"I'm barely afloat
My sails are set and I'm coming home
I'm barely afloat
My sails are set and I'm coming home..."

El viento cálido del desierto parecía llevarse las palabras de Mar, extendiéndolas como una manta sobre la ciudad, envolviendo a cada persona en el recuerdo de sus propios amores, de sus propias luchas. Los guardias del palacio, quienes habían escuchado desde el principio, se miraban entre sí, conmovidos por la intensidad de aquella canción. Algunos inclinaban la cabeza, como si en el canto encontraran una verdad profunda y universal.

Mar, ajena a las miradas, continuaba cantando con una fuerza renovada, como si en cada nota intentara alcanzar a su hermano, a su tripulación, y a Buggy.

"Caught up in the whirlwind, a perfect storm
Reduce my sails and risk it all
Positions unknown and no sight of land
But I command, full speed ahead..."

Su voz resonaba con una determinación poderosa, y en su mente, Mar se veía surcando los mares, enfrentando las tormentas, cada obstáculo solo un paso más hacia aquellos que amaba. La nostalgia en su voz se entrelazaba con una resolución implacable; había arriesgado todo para llegar hasta aquí, y no tenía intención de detenerse.

"I've always been taught to be brave and strong
To see the hope when all feels wrong
I've always been taught not to be afraid
And look, the price
The price I paid..."

Finalmente, dejó que el último verso flotara en el aire, apenas un susurro:

"I'm barely afloat
My sails are set, I'm coming home..."

Al abrir los ojos, Mar se sorprendió al ver a algunos sirvientes, guardias y habitantes del palacio que la miraban desde la distancia, muchos de ellos con ojos brillantes y expresiones conmovidas. Algunos incluso parecían haber derramado lágrimas silenciosas, tocados por aquella canción que había hablado a sus almas de una manera inexplicable.

Vivi había escuchado toda la canción. Observaba a Mar con una mezcla de asombro y ternura, entendiendo que había presenciado algo único, un fragmento íntimo del alma de Mar. Vivi se acercó lentamente, sus pasos suaves resonando en el silencio de la terraza. Mar, al notarla, giró su rostro y le dedicó una sonrisa tímida, como si apenas fuera consciente de la intimidad de aquel momento. Vivi le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con una mezcla de compasión y respeto.

—Mar... —comenzó Vivi, con la voz llena de ternura—. Esa canción... nunca había escuchado algo tan hermoso y sincero. Es como si cada nota hablara de tu vida, de lo que llevas dentro.

Mar sonrió, aunque un leve rubor asomaba en sus mejillas al darse cuenta de que Vivi había escuchado cada palabra. Había compartido algo tan íntimo, una pieza de su pasado, de su amor y de su dolor, y no había sido intencional. Sin embargo, no le molestaba; de alguna forma, saber que Vivi lo había oído le daba paz.

—Es una canción que mi madre escribió antes de... —la voz de Mar se quebró por un momento, pero continuó con una sonrisa melancólica—. Antes de dejar este mundo. Cuando era pequeña, mi hermano se hizo cargo de mi y solía cantármela cada noche. El me abrazaba y tarareaba esta canción hasta que me quedaba dormida. Me hacía sentir como si, por un momento, todo fuera seguro.

Vivi tomó una de sus manos y la apretó con suavidad, transmitiéndole un apoyo silencioso.

—Debe ser difícil —dijo Vivi, su voz llena de empatía—. Pero siento que esa canción no solo es un recuerdo; es como si fuera una promesa de que los encontrarás. De que todos aquellos a quienes amas volverán a tu lado algún día.

Mar asintió, permitiendo que sus sentimientos emergieran en una breve sonrisa, cargada de nostalgia.

—Sí. A veces siento que cada vez que la canto, mis palabras viajan por el viento, recorriendo los mares y las islas... buscándolos. —Luego soltó una risa suave—. Suena un poco absurdo, ¿verdad?

—Para nada —contestó Vivi rápidamente—. Si hay algo que he aprendido de Luffy y su tripulación, es que el mundo está lleno de maravillas que no podemos explicar. ¿Por qué no podría tu canción ser un faro, una señal para que quienes amas la encuentren?

Mar la miró, conmovida por la sinceridad en sus palabras. En ese momento, un pensamiento surgió en su mente, uno que había evitado enfrentar durante mucho tiempo.

—Tal vez... —comenzó Mar, dudando— tal vez he estado tan concentrada en encontrarlos, en buscar a Buggy, a mi tripulación, a mi hermano... que no me he permitido creer que ellos también me están buscando a mí.

Vivi la miró con dulzura, asintiendo con convicción.

—Estoy segura de que ellos sienten lo mismo. Todos quienes amas también deben estar buscándote. A veces, cuando uno siente una conexión tan fuerte con alguien, las distancias no importan. Ellos también sienten tu ausencia, y sé que hacen todo lo posible para volver a ti.

Mar dejó escapar un suspiro, como si las palabras de Vivi fueran un bálsamo para su alma, sintió un calor en el pecho, una esperanza renovada que la reconfortaba. Su viaje había sido largo y solitario en ocasiones, pero por primera vez, sentía que no estaba realmente sola. En algún lugar de ese vasto mundo, Buggy, su tripulación y su hermano también estaban esperando el momento en que sus caminos se volvieran a cruzar.

—Gracias, Vivi. Es extraño... no suelo abrirme de esta manera, y mucho menos con alguien que apenas conozco. Pero tú... me recuerdas a una amiga que tuve alguna vez, alguien que siempre veía lo mejor en las personas y que nunca dejó de luchar por lo que creía justo.

—Eso es algo que compartimos. Creo que, aunque nuestros caminos sean diferentes, entendemos lo que significa luchar por los que amamos. Y, aunque algún día partas de Alabasta, quiero que sepas que siempre tendrás un hogar aquí. Mi padre y yo estaremos aquí para recibirte, como una amiga... como una hermana.

De repente, la puerta que daba a la terraza se abrió suavemente, y uno de los guardias del palacio apareció, con una expresión respetuosa.

—Disculpen la interrupción —dijo con una leve inclinación de cabeza—. El rey Cobra desea que ambas se unan a él en el salón. Ha oído sobre... —dudó un momento— su canción, señorita Mar, y desea ofrecerles una cena en su honor como agradecimiento por compartir esa bella melodía con nosotros.

Mar intercambió una mirada con Vivi, sorprendida por el gesto. Vivi sonrió, alentándola a aceptar.

—Vaya, parece que tu voz ha conquistado más de un corazón esta noche —dijo Vivi con una sonrisa amable.

Mar asintió, sintiéndose agradecida por la hospitalidad de Alabasta y, sobre todo, por la conexión inesperada que había formado con Vivi. Esa noche, mientras se dirigían al salón, Mar sintió que, aunque su camino aún estaba lleno de incertidumbre, no tendría que enfrentarlo sola. Había encontrado una amiga, una aliada, alguien que, como ella, entendía la fuerza de los lazos que unían a aquellos que vivían con pasión y amor.

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