── 𝟏𝟕. 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭 𝐚𝐧𝐝 𝐂𝐥𝐨𝐰𝐧
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄 ── 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐎𝐋𝐈𝐍𝐈𝐒𝐓𝐀 𝐘 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐘𝐀𝐒𝐎
La mañana se desplegaba lentamente, bañando el horizonte en tonos suaves de azul y dorado. El barco de Mar se mecía con el suave vaivén de las olas, un contraste perfecto con la confusión que agitaba su mente. El aire marino llenaba la pequeña cabina donde Mar había pasado la noche, trayendo consigo la frescura de un nuevo día. Sin embargo, lo que la había despertado fue una extraña sensación en sus labios.
Todavía medio adormilada, Mar se llevó la mano a la boca, tocando sus labios con suavidad, como si intentara confirmar lo que sentía. Algo había ocurrido, algo que no lograba recordar del todo. Cerró los ojos y se dejó llevar por el eco lejano de lo que parecía haber sido un sueño, un sueño donde Buggy estaba extrañamente cerca de ella. Pudo ver su rostro con nitidez, su expresión diferente a la habitual arrogancia o el desenfreno que siempre lo caracterizaba. Era una expresión más... suave, más vulnerable.
Los recuerdos comenzaron a filtrarse lentamente en su conciencia. Recordaba una presencia, una cercanía inusual, y su propio nombre murmurado en el aire. Buggy. ¿Realmente había estado allí, en su cabina, mientras ella dormía? Recordó, de manera vaga pero intensa, el roce de unos labios contra los suyos, tan delicado que bien podría haber sido parte de un sueño. Sin embargo, la sensación era demasiado real como para ignorarla.
Mar se levantó con cautela, todavía procesando lo que podría haber sucedido. Su corazón latía con un ritmo más acelerado de lo habitual, y no sabía bien si era por la confusión o por algo más profundo que no se atrevía a admitir. Se pasó la mano por el cabello, intentando despejarse del todo mientras caminaba hacia la pequeña ventana de su cabina. Afuera, el mar se extendía en una calma infinita, como si el mundo exterior no tuviera idea del torbellino que ahora habitaba dentro de ella.
—¿Qué demonios está pasando...? —murmuró para sí misma con sus ojos fijos en el horizonte.
Sacudió la cabeza, tratando de despejar los pensamientos. Se vistió lentamente, con una precisión casi mecánica. El cinturón que aseguraba su espada y su violín a la espalda le dio una sensación de normalidad, como si al menos en el exterior todo siguiera siendo igual. Pero por dentro, algo había cambiado. Buggy y ese maldito beso, si es que realmente había sido real, habían despertado algo en ella que no sabía cómo manejar.
Mientras se preparaba para salir de su cabina, se encontró preguntándose si debía confrontar a Buggy. ¿Había sido solo un sueño? ¿O acaso había algo más? Y si él realmente había estado ahí, ¿qué significaba eso? La posibilidad de que Buggy, con toda su excentricidad, pudiera tener sentimientos por ella era una idea que le resultaba tan desconcertante como intrigante. No quería precipitarse ni asumir nada, pero tampoco podía dejar de pensar en la posibilidad de que su relación estuviera cambiando, volviéndose algo más de lo que ella había anticipado.
Mar salió de la cabina y respiró profundamente el aire fresco del mar, tratando de despejar su mente. Mientras caminaba por la cubierta, sus ojos se encontraron con los de Hikari, quien estaba en uno de los extremos del barco, observando el horizonte con su habitual serenidad. Mar se sintió aliviada al verla. Hikari siempre había sido una presencia calmante en su vida, una amiga en la que podía confiar. Quizás hablar con ella le ayudaría a aclarar lo que sentía.
—Hikari —la llamó Mar mientras se acercaba a su amiga—, ¿tienes un momento?
Hikari, que había estado absorta en sus pensamientos, giró la cabeza hacia Mar, esbozando una pequeña sonrisa. Había algo en la forma en que Hikari la miraba que siempre la hacía sentir comprendida sin necesidad de muchas palabras.
—Claro, Mar. ¿Todo bien? Pareces... preocupada.
Mar suspiró, deteniéndose junto a ella. Durante un momento, ambas se quedaron en silencio, mirando el vasto océano que se extendía ante ellas. Mar no estaba segura de cómo empezar, pero sabía que necesitaba decirlo en voz alta para comprenderlo mejor.
—Anoche... —comenzó, sin apartar la vista del horizonte—. Tuve un sueño extraño. Bueno, no sé si fue un sueño o si fue algo real. Y me ha dejado... confundida.
Hikari la miró de reojo, pero no interrumpió. Sabía que Mar necesitaba tiempo para procesar lo que fuera que estuviera sucediendo.
—En el sueño, Buggy estaba... cerca de mí —continuó Mar, su voz más baja, como si pronunciar las palabras hiciera todo más real—. Y creo que... creo que me besó.
Hikari levantó una ceja, claramente sorprendida, pero no dijo nada de inmediato. Esperó a que Mar continuara.
—Lo extraño es que cuando desperté, tenía esta sensación en los labios, como si hubiera sido real. No sé si estoy volviéndome loca, pero... no puedo sacarme esa sensación de la cabeza.
Hikari se giró por completo hacia Mar, su rostro reflejando tanto comprensión como una ligera curiosidad.
—Entonces, ¿crees que Buggy realmente estuvo en tu cabina anoche? —preguntó Hikari suavemente.
—No lo sé. —Mar negó con la cabeza, llevándose de nuevo los dedos a los labios—. Parte de mí piensa que fue solo un sueño. Pero otra parte no puede ignorar la posibilidad de que haya sido real. Y lo peor de todo es que... si fue real, no sé qué significa. Buggy y yo... nunca pensé en él de esa manera, al menos no conscientemente.
Hikari sonrió levemente, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Las relaciones entre las personas nunca son tan simples como pensamos. Las emociones a veces surgen de maneras inesperadas, especialmente cuando menos lo esperamos. Y tú y Buggy han pasado mucho tiempo juntos. Las conexiones pueden formarse sin que nos demos cuenta.
—Eso es lo que me asusta —admitió Mar en un susurro—. Siempre he sido cuidadosa con mis sentimientos, especialmente en momentos como estos. Pero esto... no sé cómo manejarlo. Buggy es impredecible. Y no sé si lo que siento es real o si solo estoy confundida.
Hikari asintió, cruzando los brazos mientras pensaba por un momento.
—La pregunta es: ¿qué quieres hacer con esto? Si sientes que algo ha cambiado entre ustedes, tal vez deberías hablar con él. Pero si no estás segura, también está bien darte tiempo.
Mar miró a Hikari y sonrió, agradecida por su consejo.
—Tienes razón —dijo finalmente—. No quiero apresurarme, pero tampoco puedo ignorar lo que siento. Tal vez lo mejor sea dejar que las cosas fluyan y ver cómo se desarrollan.
Hikari le dio una palmada en el hombro, sonriendo con suavidad.
—Sea lo que sea, lo descubrirás a su debido tiempo, Mar. Y si Buggy tiene algo que decir al respecto, estoy segura de que lo hará. No parece ser del tipo que se queda callado mucho tiempo.
Mar rió entre dientes, sabiendo que Hikari tenía razón. Buggy nunca había sido alguien que reprimiera sus emociones o pensamientos. Si había algo más entre ellos, lo descubriría pronto. Pero por ahora, lo mejor sería centrarse en el presente, en el día que tenían por delante.
La brisa marina que antes le había traído una sensación de claridad, ahora sólo la envolvía en un remolino de pensamientos contradictorios. Las palabras de Hikari seguían resonando en su mente mientras las dos tripulaciones navegaban en silencio hacia su destino: el Archipiélago Sabaody. Mar intentaba concentrarse en la misión que tenían por delante, pero la sensación persistente en sus labios y el eco del posible beso de Buggy no dejaban de rondarle la cabeza. Había decidido, después de su conversación con Hikari, que no confrontaría a Buggy sobre lo ocurrido la noche anterior. Al menos, no por ahora. Era mejor dejar que las cosas fluyeran por sí solas y enfocarse en lo más urgente: la pista que los había traído a Sabaody.
El Archipiélago Sabaody se extendía ante ellos, con sus extrañas burbujas flotando alrededor de los enormes árboles de manglar que cubrían la isla. A pesar de su belleza surrealista, había algo inquietante en el aire, como si la calma que percibían fuera sólo una fachada para algo mucho más oscuro y peligroso. Ambas tripulaciones maniobraron sus barcos hacia una zona más discreta del archipiélago, intentando pasar desapercibidos entre los numerosos barcos de otros piratas, comerciantes y nobles del Gobierno Mundial que frecuentaban el lugar.
—Bien, hagamos esto rápido —murmuró Mar a su tripulación, ajustándose el cinturón de su espada y el violín que llevaba a la espalda—. Si esta pista es correcta, no estamos muy lejos de encontrar lo que vinimos a buscar.
—Mar, ¿cómo piensas encontrar a alguien en un lugar tan grande? —preguntó Hikari mientras caminaba a su lado.
Mar sonrió ligeramente, sin apartar la mirada de los árboles gigantes que rodeaban la isla.
—Lo sabremos cuando llegue el momento —respondió con confianza—. No estamos solos aquí. La clave es ser pacientes y mantener los ojos abiertos.
Mientras caminaban por el puerto, las dos tripulaciones intentaban no llamar la atención, pero con Buggy a su lado, esa tarea no era precisamente sencilla. Su apariencia extravagante, su maquillaje y su personalidad estridente lo hacían destacar en cualquier multitud. A pesar de eso, Mar se concentraba en lo que sentía: una mezcla de ansiedad y anticipación por lo que estaban a punto de descubrir.
A medida que se adentraban en el archipiélago, los sonidos del bullicio de la isla los envolvían. Comerciantes gritaban, ofreciendo mercancías de todo tipo; piratas intercambiaban información en tabernas mal iluminadas, y la presencia del Gobierno Mundial se hacía sentir a cada paso, con marines y nobles merodeando bajo la protección de sus escoltas. El grupo decidió dividirse brevemente para explorar diferentes partes de la isla. Buggy y su tripulación se dirigieron hacia el lado oeste de Sabaody, mientras que Mar y los suyos se concentraron en la zona central.
A medida que avanzaban por una de las burbujeantes calles del archipiélago, Mar sintió que estaban cada vez más cerca de su objetivo. Sin embargo, una figura inesperada emergió de entre las sombras de uno de los grandes manglares.
El hombre que apareció ante ellos era imponente, de cabello canoso y una barba igualmente plateada que enmarcaba su rostro. Vestía con sencillez, pero su presencia era indudable. Lo que capturó inmediatamente la atención de Mar fue el arma que el hombre sostenía, apuntándola directamente hacia ellos. Era una pistola de cañón largo, y el hombre, aunque tranquilo, tenía una mirada afilada que indicaba que no dudaría en usarla si era necesario.
—¿Quién eres? —preguntó Mar, sin retroceder ni mostrar miedo, aunque el arma la incomodaba—. ¿Qué es lo que quieres?
El hombre no respondió de inmediato. En cambio, bajó ligeramente el arma y observó a Mar con curiosidad, como si estuviera evaluando si representaba una amenaza real o no.
—Silvers Rayleigh —dijo finalmente, su voz profunda y calmada.
El nombre resonó en los oídos de Mar como un trueno distante, y aunque ya lo sospechaba, escucharlo confirmaba lo que buscaba. Le resultaba familiar, pero no por las historias de los piratas o los rumores sobre la legendaria tripulación de Roger. No, ella lo conocía porque su hermano le había hablado de él, una sola vez, en una conversación que entonces no parecía significativa.
Dias antes Mar desconocia que su hermano había sido parte de esa tripulación, y aquellas palabras se perdieron en el mar de recuerdos que acumulaba durante sus encuentros esporádicos. Apenas un comentario casual sobre un hombre formidable, alguien que, según su hermano, poseía una sabiduría y un carácter únicos que marcaban a quienes lo conocían. Sin embargo, esas palabras volvían con fuerza, cobrando un nuevo significado que le erizó la piel. El hombre que tenía frente a ella no era un extraño; era un eslabón vivo de la historia de su hermano, de los secretos que había comenzado a desentrañar sobre él y sobre sí misma.
Una chispa de esperanza se encendió en su interior
—Tú... —murmuró Mar, recordando más detalles a medida que la memoria de su hermano le llegaba—. Mi hermano te conoció. Te admiraba.
Rayleigh la miró, un destello de interés pasando fugazmente por sus ojos.
—¿Tu hermano? —repitió, con una leve sonrisa de incredulidad—. No tengo idea de quién eres, chica.
Mar dio un paso hacia adelante, sintiendo que este era el momento de hablar, de revelar la razón por la que había venido a Sabaody.
—Mi nombre es Mar —dijo con firmeza, enderezándose y encontrando el coraje para continuar—. Mi hermano fue parte de la tripulación de Roger. He venido aquí por una pista, ahora que estoy frente a usted, me habló de ti. Y creo que tú puedes ayudarme a encontrarlas.
Rayleigh se quedó en silencio por un momento, observando a Mar con atención, como si tratara de leer más allá de las palabras que había dicho. Luego, bajó su arma por completo, aunque su expresión seguía siendo reservada.
—Hmmm, es una historia interesante —comentó, rascándose la barbilla—. No me encuentro todos los días con alguien que reclama tener un hermano que fue parte de la tripulación de Roger. Pero aún así, no significa que sepa nada sobre tu hermano.
Mar no se dejó desanimar por sus palabras. Había recorrido un largo camino para llegar hasta allí, y aunque Rayleigh no mostraba ninguna señal de reconocimiento hacia ella, sabía que este hombre tenía las respuestas que buscaba.
—No espero que me de respuestas fácilmente —dijo Mar, con una determinación que sorprendió incluso a Hikari—. Solo quiero saber si mi hermano está vivo, y si está aquí en Sabaody. Si puede ayudarme a encontrarlo, se lo agradeceré. Si no... seguiré buscando.
Rayleigh la miró de nuevo, como si estuviera midiendo su convicción. Finalmente, una leve sonrisa apareció en sus labios, aunque sus ojos seguían siendo enigmáticos.
—Tienes agallas, lo admito —dijo, guardando el arma en su cinturón—. Tal vez podamos hablar más sobre esto. Pero antes de que me cuentes más sobre tu hermano, dime algo, ¿qué esperas encontrar si lo haces? ¿Respuestas? ¿Redención?
Mar lo miró a los ojos, consciente de que estaba ante uno de los hombres más legendarios del mundo.
—No busco redención —respondió con firmeza—. Solo quiero encontrar a mi hermano.
Rayleigh observó con calma a Mar y su grupo, asegurándose de que no representaran una amenaza inmediata, antes de gesticular suavemente hacia la dirección por donde habían venido.
—Muéstrame dónde se están quedando —dijo con voz firme, pero tranquila—. No es seguro hablar de estas cosas aquí.
Mar asintió, comprendiendo perfectamente la gravedad de la situación. No era prudente discutir asuntos tan delicados en un lugar tan lleno de ojos y oídos curiosos como el Archipiélago Sabaody. Le hizo una señal a Hikari y a los demás para que le siguieran mientras guiaba a Rayleigh por las sinuosas calles del archipiélago hacia el lugar donde ambas tripulaciones se habían instalado temporalmente.
La isla, bulliciosa y caótica, estaba llena de vida y peligro a partes iguales. Las enormes raíces de los árboles de manglar se entrelazaban como un laberinto natural, cubriendo el suelo con una red de caminos que a veces parecían no tener fin. Las burbujas que brotaban del suelo flotaban perezosamente, añadiendo un toque casi surrealista al paisaje. Pero Mar no se distraía. Sentía el peso de la mirada de Rayleigh sobre ella, como si cada paso que daba estuviera siendo evaluado por un hombre que había visto y vivido mucho más de lo que ella jamás podría imaginar.
Estar cerca de alguien como Rayleigh era intimidante, incluso para una guerrera experta como ella. Sin embargo, Mar confiaba en que estaban tomando el camino correcto.
Cuando finalmente llegaron al área donde ambas tripulaciones habían decidido asentarse, un claro pequeño y apartado entre las raíces más gruesas de un gran manglar, Mar se relajó un poco. Las tripulaciones de Mar y Buggy ya se habían instalado cómodamente, distribuyéndose entre los espacios libres, y algunos de los piratas de Buggy intercambiaban bromas y risas en voz alta, como si no tuvieran una preocupación en el mundo.
Sin embargo, el caos característico de la tripulación de Buggy se detuvo casi de inmediato cuando vieron a Rayleigh acercarse al campamento. Incluso Buggy, que normalmente haría un alboroto al notar a alguien tan importante, se quedó en silencio, sus ojos ampliándose ligeramente al reconocer al hombre que caminaba junto a Mar.
Rayleigh lo notó, pero no dijo nada. Sus ojos grises recorrieron con calma el campamento antes de asentir con aprobación.
—Este lugar servirá —murmuró, girándose hacia Mar y su tripulación—. Hablar aquí será más seguro.
Mar hizo una señal a su tripulación y a la de Buggy para que les dieran espacio, y pronto, se encontraron sentados en un rincón apartado del campamento, con Rayleigh acomodándose sobre una raíz elevada del manglar, cruzando los brazos con calma.
—Bien, háblame de tu hermano —dijo Rayleigh, su tono relajado, pero con una intensidad palpable—. Quiero saber por qué has venido hasta aquí en su búsqueda.
Mar respiró hondo, sabiendo que lo que estaba a punto de contar no sería fácil, pero era necesario. Su mirada se encontró con la de Rayleigh, quien la observaba con la paciencia de alguien que había escuchado incontables historias a lo largo de los años, pero con un interés sincero en lo que ella estaba a punto de revelar.
—Fui abandonada cuando tenía siete años —comenzó Mar, su voz clara, aunque con un dolor que se filtraba entre sus palabras—. Un año después de la ejecución de Roger, mi hermano me dejó para buscar el One Piece. Desde entonces, estuve sola. —Hizo una pausa, recordando la sensación de soledad que la había acompañado durante tanto tiempo—. Durante años, olvidé su rostro y su nombre.
Rayleigh no interrumpió, pero la intensidad de su mirada mostraba que la escuchaba atentamente.
—Viví mi vida sin entender por qué me había dejado atrás. Pero todo cambió hace unas semanas. —Mar sintió que su corazón se aceleraba al recordar el momento crucial—. En la Villa Foosha, encontré una pista. Fue allí donde descubrí que mi hermano fue parte de la tripulación de Roger. Hasta ese momento, no sabía nada de su conexión con ustedes. Ni siquiera me había imaginado que había sido parte de algo tan grande.
Rayleigh asintió ligeramente, como si ese tipo de revelaciones ya no lo sorprendieran, pero aún así mostraba un leve interés al escucharla.
—Poco a poco, más recuerdos empezaron a regresar —continuó Mar—. Y encontré más pistas sobre él. Las descripciones hablaban de un hombre con cabello como el fuego, que había perdido un brazo y lleva tres cicatrices en el ojo izquierdo. —La voz de Mar tembló ligeramente al decirlo, como si la imagen de su hermano comenzara a formarse con mayor claridad en su mente, aunque aún fuera borrosa—. No sé por qué había olvidado tanto de él, tal vez porque el dolor era demasiado. Pero entonces comencé a soñar con él... y fue en uno de esos sueños donde me dijo algo importante, me dijo: "Busca a aquellos que hablaron conmigo antes... aquellos que compartieron un sueño, un mismo viaje". Esas palabras me trajeron aquí, a este archipiélago, existe la cierta posibilidad de que aquellas hacen en referencia a usted. Estoy buscando respuestas, intentando comprender el camino que él eligió.
Rayleigh permaneció en silencio por un momento, procesando lo que Mar le acababa de contar. Se pasó una mano por la barbilla, reflexionando antes de hablar.
—Esas palabras... —murmuró finalmente, su voz baja, como si las estuviera recordando de tiempos lejanos—. Son algo que escuché hace mucho tiempo, antes de que Roger fuera ejecutado. Había muchos que compartían su sueño, pero no todos entendían lo que significaba realmente seguirlo. —Rayleigh miró a Mar con una expresión que mezclaba curiosidad y gravedad—. Tu hermano, por lo que describes, debió haber sido uno de esos pocos que comprendieron el verdadero significado del viaje de Roger.
Mar sintió que su pecho se apretaba, la tensión de tantos años de preguntas sin respuesta comenzaba a aflorar. Decidió que debía preguntarle lo que había estado temiendo.
—¿Recuerda el nombre de mi hermano? —preguntó finalmente, con una mezcla de esperanza y miedo en la voz—. Yo lo he olvidado... no he podido recordar su nombre desde que me abandonó. Solo me quedan esos fragmentos de lo que era.
Rayleigh la miró durante varios segundos en silencio, su expresión se suavizó un poco. Cerró los ojos por un breve momento, como si buscara entre sus recuerdos algo que hubiera estado enterrado por mucho tiempo.
—No puedo decir que lo recuerde con claridad —respondió Rayleigh finalmente, abriendo los ojos—. Pero había un joven en la tripulación de Roger que encaja con tu descripción. Era un hombre fuerte, determinado, y no hablaba mucho sobre su vida anterior. No mencionaba a su familia, pero siempre parecía que había algo o alguien a quien quería proteger. Tal vez ese alguien eras tú.
Mar asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Al menos ahora sabía que su hermano había estado allí, pero aún no tenía todas las respuestas que buscaba. Sin embargo, la confirmación de que Rayleigh recordaba a alguien que coincidía con la descripción le dio una sensación de avance, aunque todavía quedaba mucho por descubrir.
Rayleigh se levantó lentamente de su asiento, mirándola con seriedad.
—El hombre al que describes... —comenzó, con un tono reflexivo—. Si estuvo con nosotros, debió haber compartido el sueño de Roger. Y si eligió ese camino, hay algo que debes entender, chica. El sueño de Roger no se trataba solo de encontrar el One Piece. Se trataba de algo mucho más grande: la verdad del mundo, la libertad, el propósito. Y ese camino no es fácil, ni seguro. Tu hermano eligió dejarte atrás porque sabía que su viaje te pondría en peligro. Muchos de nosotros hicimos sacrificios similares.
—¿Peligro? —preguntó Mar, con una mezcla de incredulidad y confusión.
Rayleigh la observó por un momento, y luego continuó.
—Aquellos que buscan el One Piece, aquellos que siguen el verdadero sueño de Roger, se enfrentan a enemigos poderosos, a fuerzas que desean evitar que la verdad salga a la luz. Tu hermano debió haber comprendido eso, y al dejarte atrás, probablemente pensó que te estaba protegiendo.
Mar bajó la vista, tratando de procesar las palabras de Rayleigh. Por un lado, empezaba a entender que su hermano no la había abandonado por completo. Pero por otro lado, seguía sintiendo el peso de la pérdida, de los años que había pasado sola.
—¿Y si lo que me empuja no es solo encontrarlo, sino también entender por qué lo hizo? —preguntó, alzando la vista nuevamente—. Si realmente estaba siguiendo el sueño de Roger, ¿eso significa que también debo seguirlo para comprenderlo?
Rayleigh sonrió ligeramente, como si esa fuera una pregunta que ya esperaba.
—Puede ser que ese sea tu destino —respondió—. Tal vez lo que te ha estado empujando hacia adelante no es solo la búsqueda de tu hermano, sino la búsqueda de ese mismo sueño. El sueño de Roger no es algo que se pueda entender a la ligera. Se necesita coraje, determinación, y disposición para sacrificarlo todo.
Mar se quedó en silencio, reflexionando sobre sus palabras. Sabía que Rayleigh tenía razón. Si seguía este camino, sería peligroso. Pero después de tanto tiempo buscando respuestas, no podía detenerse ahora.
—Estoy dispuesta a seguir adelante —dijo con firmeza—. Quiero encontrarlo.
Rayleigh la observó por un largo momento, asintiendo con respeto ante su determinación.
—Entonces, chica, te deseo suerte —dijo mientras se giraba para irse—. Pero recuerda: este camino está lleno de peligros. Y no todos los que lo recorren llegan al final.
Con esas palabras, Rayleigh desapareció entre las sombras del archipiélago, dejándola sola con sus pensamientos. Hikari, que había permanecido en silencio durante toda la conversación, se acercó a su lado.
—Al menos ahora sabemos más —dijo Hikari, con una leve sonrisa—. Estamos en el lugar correcto, y tenemos una dirección clara.
Mar asintió, sintiendo que había dado un paso importante hacia adelante. Pero también sabía que el camino por delante sería difícil. Estaba más decidida que nunca a encontrar a su hermano y a descubrir el verdadero significado del sueño de Roger.
La noche había caído sobre el Archipiélago Sabaody, y las luces de las tripulaciones parpadeaban en la lejanía como pequeñas estrellas en la oscuridad. La brisa marina susurraba suavemente entre las copas de los árboles y acariciaba la piel de Mar mientras caminaba sola, alejándose de la fiesta y el bullicio que reinaban en el campamento. No tenía ánimos de convivir con nadie en ese momento; la conversación con Rayleigh seguía retumbando en su mente, una mezcla de frustración y preguntas sin respuestas.
Mar caminó sin rumbo por la isla, siguiendo el sonido del agua hasta encontrar una pequeña playa solitaria, donde las olas rompían suavemente en la orilla. Se quitó las botas y se sentó al borde del agua, dejando que sus pies se sumergieran en el océano. El agua fría contra su piel la hizo respirar hondo, buscando una sensación de calma en medio de la tormenta emocional que llevaba dentro.
—¿Qué me esperaba realmente de Rayleigh? —susurró para sí misma, mirando el horizonte oscuro—. Pensé que podría darme el nombre de mi hermano, una respuesta clara... pero todo sigue siendo un misterio.
El océano parecía responderle con su incesante vaivén, como si le recordara que, a veces, las respuestas no llegaban con facilidad, igual que las olas que siempre se retiraban antes de tocar completamente la orilla.
Lo que Mar no sabía era que no estaba sola. A lo lejos, una figura la observaba desde la penumbra. Buggy había notado cuando se había alejado del campamento, y algo dentro de él lo impulsó a seguirla. No era alguien que soliera preocuparse por los demás, al menos no de la manera convencional, pero con Mar era diferente. Había algo en ella que lo inquietaba, algo que lo atraía, y no solo por la alianza que habían formado o el hecho de que compartían metas similares.
Decidido, caminó hacia donde ella estaba sentada, tratando de no hacer demasiado ruido, pero su inconfundible presencia se hizo notar cuando llegó lo suficientemente cerca. Mar, que ya lo había sentido aproximarse, no se sobresaltó. En lugar de apartarse, simplemente miró de reojo y le dio una media sonrisa, aunque su mirada seguía apagada.
—¿Qué haces aquí, Buggy? —preguntó en un tono suave, pero no molesto.
—Te vi irte, y... bueno, pensé que no deberías estar sola —respondió Buggy, intentando sonar casual mientras se sentaba junto a ella, aunque su presencia siempre era algo más vibrante de lo que él pretendía.
Mar suspiró, mirando de nuevo el agua.
—Solo necesitaba un poco de espacio para pensar. La charla con Rayleigh no fue lo que esperaba.
Buggy arqueó una ceja, como siempre, interesado en lo que pasaba por su mente.
—¿Qué te dijo?
Mar bajó la mirada a sus pies, sumergidos en el agua fría, como si las palabras que estaba por decir fueran difíciles de sacar a la superficie.
—No pudo darme su nombre. —Mar apretó los labios, frustrada—. Pensé que finalmente tendría una respuesta clara, una conexión real con el pasado, pero parece que aún estoy navegando a ciegas. Como si todo este viaje solo me estuviera llevando en círculos.
Buggy la miró, sintiendo por primera vez en mucho tiempo un impulso genuino de consolar a alguien. La había visto fuerte, decidida, sin miedo a enfrentarse a cualquier peligro. Pero aquí, en este momento, veía a alguien vulnerable, y eso lo tocó de una manera que no esperaba.
—No siempre es fácil encontrar lo que buscamos, Mar —dijo Buggy, su voz más suave de lo habitual—. Pero eso no significa que estés sola en esto. A veces, la búsqueda misma es lo que importa, más que las respuestas que encontramos. Y tal vez tu hermano eligió ese camino porque sabía que era lo mejor para ti, aunque ahora sea difícil de ver.
Mar lo miró, sorprendida por la sinceridad de sus palabras. Nunca había esperado esa clase de reflexión de él. Le sonrió con tristeza.
Hubo un largo silencio entre ellos, roto solo por el sonido de las olas y el viento que susurraba entre las hojas. Buggy, quien normalmente llenaba el silencio con su risa exagerada o sus bromas, esta vez se quedó callado, pero no por incomodidad. Lo que estaba por decirle a Mar no era algo que hubiera planeado, pero sabía que había llegado el momento.
—Mar... —comenzó, su voz titubeando ligeramente, algo muy raro en él—. Hay algo que he estado queriendo decirte desde hace un tiempo. No es fácil para mí, porque no suelo ser bueno con estas cosas, pero... siento que si no lo digo ahora, no voy a poder hacerlo nunca.
Mar lo miró, con los ojos entrecerrados por la curiosidad.
—¿Qué es?
Buggy desvió la mirada por un segundo, luchando con las palabras. Se pasó una mano por el rostro, nervioso, antes de continuar.
—Lo que quiero decir es que... me importas. Mucho más de lo que debería. No es solo nuestra alianza o lo bien que trabajamos juntos. Es algo más. —Su voz bajó, y por primera vez, parecía vulnerable—. Creo que... me gustas, Mar. Más de lo que he admitido, incluso a mí mismo.
Mar lo miró con sorpresa. No era lo que había esperado escuchar en ese momento, pero al mismo tiempo, no era algo que la tomara completamente desprevenida. Había notado la forma en que Buggy la miraba a veces, la manera en que siempre estaba cerca, como si quisiera estar seguro de que estaba bien.
—Buggy... —comenzó ella, pero él la interrumpió.
—Sé que no soy el tipo de persona que esperabas que dijera algo así. Sé que soy un desastre la mayor parte del tiempo, y probablemente no soy el hombre más confiable del mundo. Pero lo que siento por ti es real. Y necesitaba que lo supieras, aunque no sepas qué hacer con eso.
Mar lo miró durante varios segundos, sintiendo una calidez en su pecho que no había esperado. El hombre frente a ella, con todas sus excentricidades y su arrogancia, le había confesado algo que no solo era inesperado, sino genuino. Y para su sorpresa, ella sentía lo mismo.
—Buggy —dijo finalmente, su voz suave—. Yo también siento algo por ti. Desde hace un tiempo... lo he estado sintiendo, pero no sabía si debía decirlo. No porque no confiara en ti, sino porque... es complicado.
Buggy la miró, con una mezcla de sorpresa y alivio.
—¿En serio? —preguntó, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
—Sí —respondió Mar con una sonrisa sincera—. Todo este tiempo, he estado tan enfocada en mi búsqueda, en mi hermano, que no me había permitido pensar en otra cosa. Pero... tú has estado ahí para mí. Y creo que eso también significa algo.
Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. El océano seguía su curso, y la luna brillaba sobre ellos, iluminando sus rostros.
Finalmente, Buggy se inclinó hacia ella, y Mar hizo lo mismo. En un movimiento lento pero lleno de emoción, sus labios se encontraron en un beso suave pero lleno de sentimientos que habían estado ocultos durante demasiado tiempo. El beso fue breve, pero lo suficientemente largo como para que ambos sintieran el peso de lo que acababa de suceder. Cuando se separaron, Buggy la abrazó con fuerza, apoyando su frente contra la de ella.
—No sé qué va a pasar ahora, Mar, pero te prometo que estaré a tu lado, pase lo que pase.
Mar sonrió contra su pecho, sintiendo una paz que no había sentido en mucho tiempo.
—Yo también, Buggy. Yo también.
La noche continuaba su avance, y el murmullo del océano se convertía en el único testigo de lo que había sucedido entre Mar y Buggy. Mientras el viento jugaba con los cabellos de Mar, ella se sintió envuelta en un manto de calma. El abrazo de Buggy era cálido, como si cada rayo de luna que iluminaba la playa los envolviera en una burbuja de seguridad.
Mar cerró los ojos por un momento, respirando profundamente el aire fresco del mar. No podía evitar pensar en lo que había significado ese beso, en la sinceridad que había brotado de las palabras de Buggy. Sus sentimientos se agolpaban en su pecho, como un torrente que parecía a punto de desbordarse. Era como si, al finalmente abrirse a él, estuviera liberando no solo su amor, sino también sus miedos y las inseguridades que había acumulado durante años.
—Buggy —susurró, sintiendo que cada palabra que iba a pronunciar contenía una mezcla de vulnerabilidad y esperanza—. Nunca pensé que podría sentirme así por alguien. He estado tan enfocada en encontrar respuestas que... no me di cuenta de lo que estaba justo frente a mí —Buggy la miró, sus ojos reflejando una mezcla de asombro y ternura. Sabía que había hecho lo correcto al abrir su corazón, y el peso de su decisión se aligeraba a medida que Mar continuaba hablando—. Estar contigo me hace sentir menos sola en este mundo lleno de incertidumbres. Aunque estamos en medio de una aventura peligrosa, tu presencia me da paz. Es como si, por primera vez, pudiera permitirme soñar con un futuro que no solo gira en torno a mi búsqueda, sino también a lo que podemos construir juntos.
Buggy sintió una oleada de emociones recorrerlo. Siempre había sido el payaso, el hombre que hacía reír a los demás y se ocultaba detrás de su propia fachada. Pero Mar lo veía por quien era realmente, y eso lo llenaba de una extraña confianza que nunca había experimentado antes.
—Sabes, nunca fui bueno con las palabras —dijo él, su voz un poco más grave, casi un susurro—. Pero estar a tu lado me hace querer ser mejor, querer hacer de esto algo real. —Hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Siento que tenemos algo especial, y no quiero que se trate solo de esta noche. Quiero que sea el comienzo de algo más.
Mar sintió que su corazón latía con fuerza, y una sonrisa se dibujó en sus labios. La noche, que había comenzado cargada de frustraciones y soledad, se estaba transformando en algo hermoso y esperanzador.
—Siento lo mismo, Buggy. —Mar se apartó un poco para mirarlo a los ojos, buscando la conexión que habían creado en ese breve instante—. Siempre he sido independiente, pero contigo, siento que puedo ser vulnerable. Eres una parte importante de mi vida, y no solo porque compartimos una misión.
Mientras hablaban, el mar continuaba rompiendo suavemente contra la orilla, como si estuviera animándolos a profundizar aún más en sus sentimientos. Buggy tomó un respiro, sintiendo que cada palabra de Mar lo llenaba de una calidez inesperada. La veía con admiración, con un cariño que se intensificaba con cada momento que pasaban juntos.
—Nunca he tenido a nadie que se preocupara por mí de esta manera —confesó, su voz apenas un murmullo—. Siempre he sido un forastero, un payaso que viaja solo. Pero tú me haces sentir que pertenezco a algo más grande.
Mar, al escuchar eso, sintió que su pecho se llenaba de ternura. Sin pensarlo, se acurrucó contra él, encontrando refugio en su abrazo. Se sentía segura, como si todo el caos que había estado viviendo se desvaneciera, al menos por un momento.
—Tú también perteneces, Buggy. A esta tripulación, a esta aventura, a mí —dijo Mar, acurrucándose más contra él, dejando que su cabeza descansara sobre su hombro. La brisa marina envolvió a ambos, y el mundo parecía reducirse a ese instante.
Buggy sonrió, sintiendo que cada segundo que pasaba junto a ella era un regalo. La calidez de su cuerpo contra el suyo lo hacía olvidar sus inseguridades y los miedos que había llevado por tanto tiempo.
—No sé qué depara el futuro, pero quiero que sea contigo. —Él acarició suavemente su cabello, sintiendo que cada gesto era una promesa de lo que podrían construir juntos.
Mar levantó la vista para encontrar su mirada, y en sus ojos vio un destello de esperanza y determinación. Era como si, al confesar sus sentimientos, ambos hubieran cruzado un umbral que los unía de una manera irrevocable.
—Y yo quiero lo mismo —dijo Mar, su voz suave pero firme—. Tengo la certeza de que no estoy sola. Y ahora, no quiero estarlo. Quiero que estemos juntos en esto.
Con una conexión que iba más allá de las palabras, Mar se acomodó más en su abrazo, sintiendo que Buggy era el refugio que tanto había anhelado en su vida. Se permitió soñar, imaginar un futuro en el que podrían enfrentar lo desconocido juntos, apoyándose mutuamente mientras exploraban no solo el vasto océano, sino también los rincones de sus corazones.
Ambos se quedaron allí, acurrucados bajo el cielo estrellado, sintiendo que, en ese instante, todo estaba en su lugar. Mientras las olas continuaban su danza, sabían que, aunque el camino por delante sería incierto y lleno de desafíos, ya no tendrían que enfrentarlo solos. Y eso, en sí mismo, era una razón para sonreír ante el amanecer de un nuevo día
El sol despuntó lentamente sobre el horizonte, bañando Sabaody en tonos cálidos de oro y naranja. Las olas acariciaban la costa con la misma suavidad con la que Buggy y Mar se habían acurrucado la noche anterior. El aire aún conservaba la frescura de la madrugada, y el mundo parecía vibrar con una calma anticipatoria, como si estuviera preparándose para los eventos que vendrían.
Mar abrió los ojos lentamente, aún acurrucada contra el pecho de Buggy, su cuerpo estaba cálido y relajado, una paz que no había sentido en mucho tiempo. Podía escuchar los latidos del corazón de Buggy, un ritmo tranquilo y constante que contrastaba con las emociones de la noche anterior.
—Buenos días —murmuró Buggy, su voz aún ronca por el sueño, pero cargada de una suavidad que no era común en él.
Mar sonrió sin abrir los ojos, disfrutando de la sensación de su voz resonando en su pecho.
—Buenos días —respondió, su tono suave.
Era una sensación extraña, pensó Mar, despertar en los brazos de alguien después de tanto tiempo. Para alguien que había estado sola durante la mayor parte de su vida, esto era un cambio radical. Pero era un cambio que, sorprendentemente, no la asustaba. Sentía que este nuevo paso con Buggy le daba una razón más para seguir adelante, además de su búsqueda personal.
Después de unos momentos, se incorporó lentamente, estirando los brazos y dejando que los primeros rayos de sol la calentaran. Buggy la observó en silencio, notando los pequeños detalles que lo habían atraído hacia ella: la firmeza en sus gestos, la determinación en su mirada, incluso en las pequeñas cosas, como la forma en que sus cejas se fruncían levemente cuando estaba pensativa.
—¿Cómo te sientes? —preguntó él, rompiendo el silencio de manera casual, pero con un trasfondo de verdadera preocupación.
Mar se quedó en silencio por un momento, como si realmente necesitara tiempo para procesar la respuesta.
—Me siento... diferente —admitió, girando su cabeza para mirarlo—. Es como si todo lo que estaba buscando, todo lo que me había mantenido inquieta, se hubiese calmado un poco. Aún tengo preguntas, pero tenerte aquí, a mi lado, me hace sentir más segura.
Buggy esbozó una sonrisa, pero en el fondo sabía que, aunque esa conexión entre ellos ahora era innegable, la búsqueda de Mar aún estaba lejos de terminar. La conversación que había tenido con Rayleigh la noche anterior seguía pesando en su mente, y Buggy podía verlo en su expresión, a pesar de la tranquilidad momentánea.
—Vamos a encontrar a tu hermano, Mar —dijo, su voz firme pero suave—. No tienes que hacerlo sola. Ahora tienes a alguien que te respalda.
Mar lo miró con gratitud, una emoción que le era difícil expresar con palabras. Sabía que Buggy, con su estilo particular y su orgullo, no era alguien que se ofreciera tan fácilmente para ayudar a otros. Pero ahora estaba allí, ofreciéndole su apoyo incondicional.
—Gracias —susurró ella, inclinándose hacia él para darle un beso suave en los labios. Era un gesto simple, pero cargado de significados, un reconocimiento de que ahora estaban juntos en más de un sentido.
Se quedaron en silencio por unos minutos más, disfrutando de la tranquilidad antes de que el caos del día comenzara. Finalmente, Mar suspiró, sintiendo que no podía seguir posponiendo lo que sabía que debía hacer.
—Quiero hablar con Rayleigh otra vez —dijo, su voz firme pero con una nota de inseguridad—. Siento que aún hay más que no me ha dicho, más que necesito saber sobre mi hermano. Tal vez hoy pueda obtener algo más concreto.
Buggy asintió, sabiendo que ese era el próximo paso lógico. Se puso de pie y estiró su cuerpo, sacudiéndose el letargo de la noche. Mar lo imitó, aunque su mente ya estaba enfocada en lo que vendría.
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