── 𝟏𝟔. 𝐅𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠𝐬 𝐫𝐞𝐯𝐞𝐚𝐥𝐞𝐝
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐄𝐈𝐒 ── 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐋𝐀𝐃𝐎𝐒
La música había terminado, pero la melodía aún flotaba en el aire, como si el violín de Mar hubiera dejado una resonancia imposible de desvanecer. Las estrellas brillaban intensamente sobre el mar, y las olas rompían suavemente contra el casco del barco. La calma que la música de Mar había traído parecía envolver a todos a bordo. A lo lejos, las luces de Sabaody comenzaban a verse como puntos en el horizonte.
Mar se tomó un momento para observar a su tripulación. Hikari, Ren y Kaito estaban charlando entre ellos, relajados después de un largo día de navegación y tensiones disipadas. Buggy, por su parte, había desaparecido momentáneamente, seguramente para organizar algo con su tripulación. Richie, el león de Mohji, estaba acurrucado cerca, disfrutando aún del sonido de la música. Mar sonrió suavemente ante la escena de tranquilidad.
De repente, un sonido rompió la serenidad de la noche. Era un leve chapoteo, casi imperceptible al principio, pero Mar lo captó. Frunció el ceño y dirigió la vista hacia la oscuridad del océano. A lo lejos, una figura se acercaba, caminando... sobre el agua.
El instinto la llevó a ponerse de pie de un salto, y rápidamente llevó la mano a su espada, lista para cualquier eventualidad. Si alguien estaba caminando sobre el agua, no podía ser un simple viajero, y lo primero que pasó por su mente fue la posibilidad de que fuera alguien de la Marina.
—¡Intruso! —gritó Ren desde el otro lado del barco, habiendo notado también la figura—. ¡Alerta!
La tripulación se puso de pie de inmediato, alertas y listos para el combate. Buggy reapareció en la cubierta, entrecerrando los ojos hacia la figura que se acercaba. Pero cuando la luz de la luna iluminó el rostro de quien venía hacia ellos, Buggy bajó los hombros y soltó un suspiro molesto.
—¡¿Tú otra vez?! —gruñó, cruzándose de brazos—. ¿Qué haces aquí?
La figura finalmente llegó hasta la borda del barco y dio un salto ágil, aterrizando suavemente sobre la cubierta. Era un hombre alto, de complexión musculosa, con un sombrero de ala ancha adornado con dos caritas sonrientes y tristes, y una sonrisa relajada en el rostro. La "S" de su tatuaje en el brazo izquierdo estaba apenas visible bajo la luz de la luna, mientras que su pecho desnudo lucía varias cicatrices que hablaban de una vida llena de batallas.
—Bueno, bueno, ¿así es como me recibes, Capitán Buggy? —respondió con tono juguetón, alzando las cejas—. Solo estaba de paso y escuché una música increíble. No pude evitar acercarme. No esperaba que fueras tú.
Mar, que había estado observando todo en tensión, se relajó un poco al ver la familiaridad entre Buggy y el recién llegado, aunque todavía mantenía su guardia alta.
—¿Quién eres? —preguntó Mar con firmeza, manteniendo su mano cerca de la empuñadura de su espada—. No has respondido la pregunta de por qué estás aquí.
El hombre se volvió hacia Mar, sonriendo ampliamente. Sus ojos brillaban con un fuego que parecía reflejar la llama interna que ardía en su ser.
—Mi nombre es Ace —dijo tranquilamente—. Soy Comandante de la 2ª división de los Piratas de Barbablanca. No estoy aquí para causar problemas, simplemente seguí el sonido de la música. Fue hermosa, por cierto. —Se inclinó un poco en señal de respeto—. Eres la Pirata violinista, ¿verdad? He escuchado muchas historias sobre ti.
La tensión en los hombros de Mar disminuyó, aunque seguía sorprendida por la repentina aparición. Los Piratas de Barbablanca eran legendarios, y encontrarse con uno de sus comandantes no era algo que sucediera todos los días.
—Soy Mar —dijo, presentándose con la misma firmeza—. No esperaba encontrarme con un comandante de los Piratas de Barbablanca en medio del mar. ¿Escuchaste mi música desde tan lejos?
Ace sonrió aún más amplio, cruzando los brazos sobre el pecho.
—No pude evitarlo. Tengo buen oído para estas cosas —respondió—. Además, después de un largo día navegando, algo de buena música es justo lo que necesitaba. No suelo encontrarme con músicos tan talentosos en el mar.
Mar parpadeó, sorprendida ante el halago. No estaba acostumbrada a recibir cumplidos de un pirata de tal renombre, y aunque intentó mantener la compostura, el comentario logró hacer que su corazón latiera un poco más rápido.
—Gracias... —murmuró ella, sin saber muy bien cómo responder.
Buggy, que había estado observando la interacción en silencio, de repente se mostró inquieto. Frunció el ceño y se cruzó de brazos, su expresión volviéndose más irritada con cada segundo que pasaba.
—¡Tch! —bufó—. No tienes tiempo para quedarte aquí coqueteando, Ace. ¡Tenemos cosas importantes que hacer! Mar, deberíamos continuar con nuestro rumbo hacia Sabaody. No podemos perder tiempo con esto.
Mar miró a Buggy, sorprendida por su tono, aunque no podía negar que había algo extraño en su comportamiento. Ace, por su parte, levantó las manos en señal de rendición.
—No quería interrumpir sus planes —dijo, sonriendo con su habitual tranquilidad, Ace no parecía tener prisa en marcharse.—. Solo vine a agradecer la música y a descansar un poco antes de seguir mi propio camino.
—Bueno, ya descansaste, así que ¡lárgate! —replicó Buggy, su tono más agudo de lo habitual, lo que hizo que Mar levantara una ceja.
Ace soltó una carcajada.
—Vaya, Buggy, no recordaba que fueras tan impaciente —dijo, divertido—. ¿Es que acaso te molesta que esté aquí?
—¡Por supuesto que no! —gritó Buggy, claramente molesto, aunque ni él mismo parecía saber por qué—. ¡Simplemente no necesitamos perder más tiempo con visitas inesperadas!
Mar observó cómo Buggy reaccionaba, dándose cuenta de que su habitual actitud confiada y mandona estaba algo fuera de lugar. Por un instante, pensó que quizás Buggy estaba molesto por algo más, pero lo dejó pasar. No tenía sentido enredarse más en la situación.
—Está bien, Buggy. No hay necesidad de exaltarse —intervino Mar, intentando calmar las aguas.
—¿Así que estás buscando algo importante, eh? —comentó, como si continuara la conversación de manera más relajada. Sus ojos brillaban con curiosidad, pero también con un dejo de respeto—. La manera en que tocas... No es solo música, lo que haces. Tienes una misión detrás de esas notas, ¿cierto?
Mar se sintió sorprendida por lo acertado del comentario de Ace. No muchos solían ver más allá de la superficie cuando ella tocaba. Para la mayoría, su música era un simple entretenimiento, una manera de pasar el tiempo o de levantar el ánimo. Pero para ella, siempre había sido más que eso. Sus notas contaban historias, guardaban secretos, a veces, incluso, sus propias esperanzas y miedos.
—Sí, así es —respondió ella, sin querer profundizar demasiado—. Pero esa misión es algo que debo cumplir junto a mi tripulación. No es algo que pueda lograr sola.
Ace asintió lentamente, como si comprendiera perfectamente lo que decía.
—Entiendo —dijo—. Lo mismo ocurre con mi tripulación. No importa cuán fuerte sea uno, al final, sin los demás, no llegaríamos muy lejos.
La mención de su tripulación despertó la curiosidad de Mar. Sabía de los Piratas de Barbablanca, una de las tripulaciones más temidas y respetadas del mundo, pero escuchar a uno de sus comandantes hablar con tal humildad era... inesperado.
—Debe ser interesante, navegar bajo las órdenes de alguien como Barbablanca —comentó Mar, cruzando los brazos y observando a Ace—. He oído que su tripulación es como una familia.
Ace sonrió ampliamente, su mirada suavizándose al hablar de su capitán.
—Lo es. Anciano Barbablanca... Es el mejor. No es solo un capitán, es más como un padre para todos nosotros. Nos cuida, nos guía, y confía en cada uno de nosotros, como nosotros lo hacemos en él. No hay nada que no haríamos por él. —Su expresión se volvió algo nostálgica—. Es raro encontrar a alguien así en este mar, pero él tiene ese tipo de poder... el poder de unir a las personas.
Las palabras de Ace resonaron en Mar. Aunque ella era capitana, todavía estaba aprendiendo a entender lo que significaba liderar una tripulación. Cada día con Hikari, Ren y Kaito le enseñaba algo nuevo, y aunque su vínculo con ellos era fuerte, sabía que aún quedaba mucho por aprender. Sin embargo, escuchar a Ace hablar de Barbablanca como una figura paternal le hizo darse cuenta de cuán profundo podía llegar ese tipo de conexión.
Antes de que pudiera decir algo más, Buggy intervino bruscamente, interrumpiendo el intercambio.
—¡Ya basta de hablar de Barbablanca! —exclamó, claramente irritado—. ¡No es como si tuviéramos tiempo para una charla de amigos! ¡Tenemos cosas que hacer, lugares a los que ir! ¡Vamos, Mar, despídete de este cara de fuego y sigamos adelante!
Ace soltó una carcajada, obviamente divirtiéndose con la impaciencia de Buggy.
—Buggy, siempre tan amable —dijo Ace, sarcástico, con una sonrisa burlona—. Me pregunto si te preocupa que me quede aquí demasiado tiempo.
Buggy se ruborizó ligeramente, lo que solo empeoró su frustración.
—¡¿Preocuparme?! —bufó, cruzando los brazos—. ¡No seas ridículo! Simplemente no necesitamos más retrasos. ¡Ya estamos tarde en llegar a Sabaody!
Mar observó el comportamiento de Buggy, y aunque al principio estaba confundida por su actitud, ahora algo comenzaba a encajar. ¿Estaba molesto por la presencia de Ace? ¿Por qué? Buggy era un hombre vanidoso, pero también podía ser protector cuando quería. Quizás había algo más detrás de su irritación.
Mar decidió intervenir antes de que la tensión entre ambos piratas aumentara más.
—Ace, agradezco tus palabras —dijo, sonriendo con suavidad—. Y también agradezco que te hayas detenido. Pero Buggy tiene razón en algo: tenemos un destino importante al que llegar. Tal vez en otro momento podamos continuar esta conversación.
Ace asintió, inclinándose ligeramente en señal de respeto.
—Lo entiendo. No quiero ser una molestia —respondió él, mirando a Buggy de reojo antes de volver a Mar—. Pero, Mar, si alguna vez te cruzas con los Piratas de Barbablanca en el futuro, no dudes en buscarnos. Creo que podrías encajar bien con nosotros. No todos tienen ese tipo de fuerza en su interior, y puedo ver que tú la tienes.
El comentario hizo que Mar se quedara en silencio por un momento. ¿Pirata de Barbablanca? No era algo que hubiera considerado, pero el hecho de que Ace lo sugiriera la hizo sentir un extraño orgullo.
—Gracias por la oferta —dijo ella finalmente—. Pero ya tengo mi propio camino que seguir.
Ace sonrió.
—Lo sé. Y te deseo suerte en ese camino. Nos veremos de nuevo, Mar.
Con esas palabras, Ace dio un salto ágil desde la borda del barco, aterrizando suavemente en el mar y comenzando a caminar sobre las olas como si fuera lo más natural del mundo.
Mar lo observó desaparecer en la oscuridad, sus pensamientos aún revoloteando en su mente. Las palabras de Ace habían despertado algo dentro de ella, una especie de admiración por la confianza que emanaba. Era alguien que claramente sabía quién era y qué representaba. Algo que, quizás, ella aún estaba buscando en sí misma.
Cuando Buggy se dio cuenta de que Ace finalmente se había ido, dejó escapar un suspiro exasperado.
—¡Por fin! Ese tipo siempre tiene que robarse el espectáculo, ¿no? Bueno, da igual. ¡Vamos, tenemos que seguir adelante! —Buggy, todavía visiblemente molesto, caminó de un lado a otro en la cubierta del barco, gesticulando con sus manos como si intentara descargar su frustración en el aire. Mar lo observaba en silencio, con los brazos cruzados, esperando a que él se calmara lo suficiente para poder hablar sin interrumpirlo—. ¡Siempre es igual! Aparece, sonríe como si todo el mundo fuera su maldito patio de juegos, y luego se va sin más. ¡Como si todo girara a su alrededor! ¡Maldito Ace!
Mar frunció el ceño, su curiosidad ahora más intensa. La reacción de Buggy iba mucho más allá de una simple molestia por la interrupción. Aunque sabía que Buggy tenía una inclinación natural a ser ruidoso y exagerado, esta vez parecía diferente.
—¿Te molesta tanto que Ace haya venido? —preguntó Mar con cautela, tratando de no irritarlo aún más—. Pareces más alterado de lo habitual.
Buggy se detuvo de repente y la miró, su rostro se puso serio por un segundo, pero luego su expresión cambió a una mezcla de confusión y frustración.
—¡¿Yo?! —respondió él, casi incrédulo—. ¡Por supuesto que no! Solo... solo no me gusta que tipos como él aparezcan sin avisar, ¿vale? ¡Tenemos cosas que hacer! ¡No podemos perder el tiempo con cada persona que pasa por aquí!
Mar lo observó detenidamente, inclinando la cabeza, y luego dio un paso hacia él, acercándose lo suficiente para que Buggy tuviera que dejar de caminar de un lado a otro.
—¿Eso es todo? —preguntó ella, con una pequeña sonrisa—. ¿O hay algo más que te esté molestando?
Buggy abrió la boca para protestar, pero luego la cerró rápidamente. Parecía estar luchando con algo en su interior, como si no supiera exactamente cómo poner en palabras lo que sentía. Se llevó la mano al sombrero y lo acomodó nerviosamente.
—Yo... —comenzó a decir, pero luego miró hacia otro lado, evitando los ojos de Mar—. ¡No es nada! ¡No te preocupes por mí! Solo creo que debemos ser más cuidadosos con quién dejamos acercarse a nuestra tripulación, eso es todo. —De nuevo, su voz se volvió más fuerte, como si tratara de compensar su propia incomodidad—. No es que me moleste que esté aquí o algo así. ¡Es solo que no necesitamos distracciones!
Mar lo miró durante unos segundos más, sopesando sus palabras. Sabía que Buggy no era fácil de descifrar, pero algo en su comportamiento reciente la hacía pensar que había más de lo que él estaba dispuesto a admitir.
—¿Distracciones? —repitió ella con una sonrisa traviesa—. ¿O es que te molesta que Ace y yo hayamos estado hablando?
Buggy se quedó quieto, su rostro cambiando de color ligeramente, y por un momento, su nerviosismo fue evidente.
—¡¿Qué?! —exclamó, agitando las manos en el aire—. ¡Por supuesto que no! ¡¿Por qué me molestaría algo así?! ¡No me importa en absoluto lo que hables con ese tipo de fuego!
La respuesta fue tan exagerada que Mar no pudo evitar soltar una pequeña risa, lo que solo pareció frustrar más a Buggy.
—Tranquilo, Buggy —dijo ella, suavemente, intentando calmarlo—. Solo bromeaba. Pero si algo te molesta, puedes decirlo. Después de todo, por ahora estamos en el mismo barco, ¿no?
Buggy se quedó en silencio por un momento, mirándola con una mezcla de irritación y algo más que Mar no podía identificar. Finalmente, suspiró y se dejó caer en una caja cercana, cruzando los brazos.
—No es que me moleste lo que estés haciendo o diciendo, Mar —murmuró, su tono algo más tranquilo—. Es solo que... Ace y yo tenemos historia, ¿vale? No es alguien con quien quieras encariñarte demasiado. Él y su tripulación son... complicados.
Mar arqueó una ceja, interesada por la repentina sinceridad en la voz de Buggy.
—¿Complicados? —repitió—. ¿Te refieres a los Piratas de Barbablanca?
Buggy asintió, rascándose la cabeza.
—Sí, más o menos. Yo... —vaciló por un momento, claramente incómodo—. Conozco a esa tripulación desde hace mucho tiempo. No me preguntes por detalles, porque no quiero hablar de ello. Solo te diré que, aunque Ace parezca amigable y todo eso, estar cerca de él puede meterte en problemas que no quieres. Es mejor mantener una distancia segura de personas como él y su capitán.
Mar asimiló sus palabras en silencio. Sabía que Buggy tenía un pasado complicado y que no le gustaba hablar de ciertos eventos, pero el hecho de que mencionara directamente a los Piratas de Barbablanca le daba a entender que había más en su historia con ellos de lo que estaba dispuesto a compartir.
—Entiendo —dijo finalmente Mar, sin presionarlo más—. Pero aún así, agradezco que me lo digas. De todas formas, no es como si Ace fuera a unirse a nuestra tripulación. Solo estaba de paso.
—¡Exacto! —respondió Buggy, pareciendo aliviado de que la conversación terminara allí—. ¡No necesitamos a nadie más! ¡Conmigo es más que suficiente para que esta tripulación sea grandiosa!
Mar soltó una risa ligera ante el cambio de tono repentino. A pesar de sus muchos defectos, Buggy seguía siendo el mismo pirata egocéntrico y exagerado que conocía desde hacía tiempo.
—Claro, Buggy. Siempre podemos contar contigo para... mantener el espectáculo interesante.
Buggy sonrió, recuperando algo de su compostura habitual.
—¡Exactamente! —exclamó—. ¡Soy el alma de esta tripulación!
Pero mientras Buggy comenzaba a caminar por la cubierta, Mar no pudo evitar notar que, aunque ahora se mostraba más relajado, aún había algo que lo incomodaba. No podía estar segura de qué era exactamente, pero el comportamiento errático de Buggy cada vez que Ace estaba cerca no era mera coincidencia.
Mientras el barco seguía su curso hacia Sabaody, Mar decidió no darle demasiadas vueltas al asunto por el momento. Había cosas más importantes que atender, y no podía permitirse distraerse con los enredos emocionales de Buggy... aunque en el fondo, una pequeña parte de ella no podía evitar sentir curiosidad por lo que realmente pasaba por la mente del payaso pirata.
La noche había caído sobre el barco de Buggy, el viento soplaba suavemente sobre la cubierta y las estrellas brillaban en el cielo despejado, mientras la tripulación del Payaso estaba dispersa por todo el lugar, algunos descansando, otros de guardia. Pero en un rincón más apartado, cerca de la popa, Buggy se encontraba en silencio, mirando hacia el horizonte. Junto a él, sus dos más fieles subordinados, Mohji y Cabaji, intercambiaban miradas de preocupación. Era raro ver a su capitán tan callado, tan perdido en sus pensamientos.
Mohji fue el primero en romper el silencio, incapaz de contenerse más.
—Capitán, ¿todo está bien? No es normal verlo tan... —hizo una pausa, buscando la palabra correcta— pensativo.
Buggy no respondió de inmediato. Sus ojos azules seguían clavados en el mar, pero finalmente, tras un largo suspiro, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas.
—No lo sé, Mohji... No lo sé —dijo Buggy en un tono bajo y algo extraño para alguien que normalmente era ruidoso y explosivo. Se pasó una mano por el rostro, como si intentara despejarse de alguna confusión interna—. Hay algo que no puedo sacarme de la cabeza.
Cabaji, que hasta ese momento había estado en silencio, cruzado de brazos y con su habitual aire de superioridad, decidió intervenir.
—¿De qué habla, Capitán? —preguntó con su habitual tono frío—. ¿Es sobre la próxima isla? ¿Un nuevo tesoro? ¿O es... sobre Mar?
El nombre de Mar provocó una reacción inmediata en Buggy. El pirata se enderezó y miró a Cabaji con una expresión que mezclaba incomodidad y frustración.
—¡Sí, es sobre Mar! —exclamó, como si la simple mención de su nombre fuera suficiente para desbordar la confusión que había estado acumulando—. ¡Esa maldita mujer me tiene dando vueltas la cabeza!
Mohji y Cabaji intercambiaron una mirada rápida. Ambos sabían que la relación entre Buggy y Mar había sido un tema recurrente en los últimos tiempos. Al principio, todos pensaban que solo era una relación de conveniencia, un mero juego de poder y alianza entre dos piratas de renombre. Pero a medida que pasaba el tiempo, parecía que las cosas se estaban complicando más de lo que nadie esperaba.
—¿Qué quiere decir, Capitán? —preguntó Mohji, tratando de sonar comprensivo—. ¿Le está causando problemas?
Buggy hizo una mueca y se levantó de golpe, empezando a caminar de un lado a otro sobre la cubierta, claramente incómodo.
—¡No es eso! —gruñó, frustrado consigo mismo—. ¡No es que ella me cause problemas directamente! ¡Es lo que yo siento cuando estoy cerca de ella! —Se detuvo, mirando al suelo por un momento antes de levantar la cabeza—. ¡Es ridículo! Yo, Buggy el Payaso, el gran capitán pirata, ¡no debería estar sintiendo... esto!
Cabaji arqueó una ceja, observando a Buggy con creciente curiosidad.
—¿"Esto"? —repitió, como si quisiera que Buggy aclarara lo que realmente estaba tratando de decir—. ¿A qué se refiere con "esto", Capitán?
Buggy apretó los dientes, claramente molesto consigo mismo. Finalmente, dejó escapar otro suspiro, más profundo esta vez, y se detuvo de nuevo, cruzándose de brazos.
—Cada vez que estoy cerca de ella, es como si no pudiera pensar con claridad —admitió a regañadientes—. Me pongo nervioso. Me enfado sin razón. ¡Y no puedo dejar de mirarla cuando toca ese maldito violín! —Hizo un gesto hacia la cubierta, como si imaginara a Mar en ese momento—. ¡Es como si me estuviera hechizando!
Mohji y Cabaji lo miraron en silencio, procesando las palabras de su capitán. Aunque a primera vista las palabras de Buggy podrían sonar como una simple queja, había algo más profundo detrás de ellas. Algo que los dos lugartenientes empezaban a entender.
—Capitán —dijo Mohji con una voz suave, casi como si estuviera hablando con un amigo en lugar de un superior—. ¿No será que... se está enamorando de Mar?
Las palabras de Mohji cayeron como una bomba. Buggy se quedó inmóvil por un momento, como si el concepto mismo de "enamorarse" fuera algo tan ajeno para él que no supiera cómo reaccionar. Pero la realidad de lo que estaba sintiendo comenzó a asentarse lentamente en su mente, y su rostro, normalmente tan expresivo y exagerado, mostró una mezcla de sorpresa y horror.
—¿Enamorándome? —repitió en un susurro, casi incrédulo—. ¿Yo? ¿Buggy el Payaso, enamorado? ¡Eso es ridículo! ¡Yo no tengo tiempo para esas tonterías!
Cabaji, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló, su voz más seria de lo habitual.
—Capitán, hemos visto cómo la mira en los ultimos dias —dijo con franqueza—. No es solo admiración o respeto. Hay algo más en tus ojos cuando la ve tocar su violín, cuando habla con ella. Creo que Mohji tiene razón. Lo que estás sintiendo no es solo confusión o frustración. Estás desarrollando sentimientos por Mar.
Buggy se quedó quieto, procesando las palabras de sus subordinados. Por un momento, pareció como si quisiera negar lo que estaban diciendo, pero no podía. Todo lo que sentía cuando estaba cerca de Mar, todas las emociones que lo abrumaban eran algo que nunca había experimentado antes. Y cuanto más lo pensaba, más claro se volvía.
—Maldición... —murmuró, llevándose una mano a la frente—. No puede ser... ¿Yo? ¿Enamorado de Mar?
Mohji dio un paso adelante, colocando una mano en el hombro de su capitán con una sonrisa de apoyo.
—Capitán, no hay nada de malo en ello. Mar es una mujer impresionante. Es fuerte, talentosa, y lo respeta. Si has desarrollado sentimientos por ella, no es algo de lo que debas avergonzarte.
Buggy miró a Mohji por un momento, como si considerara sus palabras, y luego dejó escapar una risa suave, casi resignada.
—Supongo que tienes razón, Mohji... —dijo con un suspiro—. Pero esto es tan... complicado. Nunca pensé que terminaría en una situación como esta. Siempre me he centrado en mi tripulación, en mi carrera como pirata, ¡en ser el mejor! —Se detuvo, mirando al suelo—. ¿Y ahora qué? ¿Voy a dejar que una mujer me distraiga de todo eso?
Cabaji negó con la cabeza.
—No creo que Mar lo distraiga, Capitán —dijo con seriedad—. Si algo, parece que lo está haciendo más fuerte. La forma en que luchas a su lado, cómo te has vuelto más calculador y menos impulsivo... Todo esto ha mejorado desde que ella está a tu lado.
Buggy frunció el ceño, claramente en conflicto consigo mismo. Pero no podía negar lo que sus subordinados estaban diciendo. Mar no solo había entrado en su vida como un aliado o como una distracción. De alguna manera, había cambiado su perspectiva, lo había hecho replantearse muchas cosas.
—Tal vez... tal vez tengas razón, Cabaji —admitió finalmente—. Pero no sé si puedo... decirle lo que siento. No estoy acostumbrado a esto. ¿Y qué tal si... ella no siente lo mismo?
Mohji rió suavemente.
—Capitán, creo que lo sabrás si te atreves a preguntarle. Pero lo primero es aceptar lo que sientes. No hay prisa. Solo... sigue siendo tú mismo.
En ese momento, desde una de las ventanas que daban a la cabina, comenzó a escucharse una suave melodía. Era Mar, tocando su violín, como solía hacer al final del día. Buggy, Mohji y Cabaji se quedaron en silencio, escuchando la música que flotaba en el aire, mientras el sonido de las cuerdas llenaba la cubierta con una mezcla de serenidad y melancolía.
Buggy no pudo evitar acercarse lentamente a la ventana, asomándose apenas para ver a Mar. Allí estaba ella, completamente inmersa en su música, con los ojos cerrados y una expresión tranquila en su rostro. Cada nota que tocaba parecía resonar en el corazón de Buggy, como si estuviera tocando no solo el violín, sino también sus propias emociones.
Sin decir una palabra, Buggy se quedó allí, observándola. Y en ese momento, supo con certeza lo que estaba sintiendo. No había más confusión, no más dudas.
—Maldita sea... —murmuró en voz baja, con una sonrisa torcida—. Estoy enamorado de ella.
Y mientras la música de Mar seguía llenando el aire, Buggy supo que, por primera vez en mucho tiempo, había algo más importante que su ambición de convertirse en el rey de los piratas: lo que sentía por esa mujer increíble que tocaba el violín en la cabina del barco.
| Horas después |
La noche se había asentado por completo sobre los mares tranquilos, envolviendo todo en una calma silenciosa. Las estrellas brillaban tímidamente en el cielo despejado, y la luna llena reinaba en lo alto, proyectando su luz plateada sobre las olas que se mecían suavemente. A lo lejos, el barco de Mar flotaba silencioso, en perfecta armonía con el entorno. Buggy, que estaba en su propio barco, miraba fijamente hacia el horizonte, su mente agitada, llena de pensamientos que no lograban acomodarse.
Después de la conversación con Mohji y Cabaji, las cosas habían quedado claras, más claras de lo que estaba dispuesto a aceptar en un principio. Buggy se había pasado la mayor parte de la noche caminando inquieto por los pasillos de su barco, tratando de ignorar lo que sentía, pero ya no podía seguir negándolo. La realidad lo había alcanzado, y por más que luchara contra ello, una verdad aplastante le pesaba en el pecho: estaba enamorado de Mar. Aquella mujer fuerte, decidida, talentosa, y misteriosa lo había conquistado de una manera que nunca pensó posible.
Se detuvo junto a la barandilla de su barco, el viento marino soplando suavemente, agitando sus largos mechones azules y su brillante nariz roja. La brisa nocturna parecía traer consigo los ecos de sus pensamientos, y por un momento, se quedó mirando hacia el barco de Mar, que reposaba a poca distancia del suyo. Sabía que no debía estar ahí, que no tenía derecho a cruzar esa línea invisible que había trazado entre ambos. Después de todo, Mar necesitaba su espacio. Y él... bueno, Buggy nunca había sido el mejor en cuestiones del corazón. Pero esa noche, algo en su interior lo impulsaba a acercarse.
"¿Qué demonios me pasa?" pensó Buggy mientras jugueteaba con uno de los cuchillos que llevaba en su cinturón. No era propio de él sentirse tan vulnerable, tan... expuesto. Pero el simple hecho de pensar en Mar hacía que sus emociones se descontrolaran, y por primera vez en mucho tiempo, no sabía qué hacer al respecto.
—¡Al diablo con esto! —murmuró en voz baja, su usual arrogancia asomándose brevemente, como si intentara convencerse de que no estaba a punto de hacer algo impulsivo.
Sin pensarlo demasiado, usó el poder de su Fruta del Diablo. Su cuerpo comenzó a descomponerse en pequeñas piezas, flotando como si fuera un conjunto de marionetas sin hilos. Las partes se elevaron en el aire, desafiando las leyes de la física, y comenzaron a moverse hacia el barco de Mar. El mar parecía silenciarse aún más mientras las partes del cuerpo de Buggy cruzaban las aguas tranquilas, flotando de un barco al otro con una facilidad casi fantasmal.
Una vez que todas sus partes se reunieron en el barco de Mar, Buggy se recompuso, su cuerpo tomando forma completa mientras sus botas hacían apenas un leve sonido al tocar la madera de la cubierta. El barco de Mar estaba tranquilo, y todo estaba en silencio, salvo por el suave crujido del navío mientras este se balanceaba suavemente con las olas. Buggy echó un vistazo a su alrededor, asegurándose de que nadie lo viera. No quería levantar sospechas ni crear una escena. Después de todo, esto no era una misión; era algo mucho más personal.
La única luz visible era la de la luna reflejándose en las suaves olas y colándose por las ventanas. La tripulación de Mar probablemente ya estaba sumida en sus propias rutinas nocturnas, descansando o vigilando el horizonte, pero Buggy no tenía interés en ellos. Lo único que ocupaba su mente era ella.
Con pasos silenciosos, Buggy se dirigió hacia la cabina de Mar. Conocía bien el diseño de este tipo de barco y, antes de que se diera cuenta, se encontraba frente a la puerta. Durante un instante, dudó, sintiendo cómo una corriente de nerviosismo le recorría la espalda. Sabía que no debía estar ahí. Sin embargo, algo más poderoso que la lógica, algo que él no entendía del todo, lo empujaba a seguir adelante. Su mano, casi por inercia, se posó en la manija de la puerta, y con extrema cautela, giró el pomo, abriéndola lo suficiente como para deslizarse dentro sin hacer ruido.
La luz de la luna se colaba por la ventana de la cabina, iluminando con suavidad el interior, y ahí estaba ella: Mar, dormida profundamente sobre su cama, su rostro sereno y plácido, rodeada por una quietud absoluta. Buggy se quedó en la entrada, observándola desde la distancia. Había algo en ella que lo desarmaba por completo. La fuerza y el carácter que siempre mostraba cuando estaba despierta parecían haberse desvanecido mientras dormía, dejando ver una vulnerabilidad que lo hacía sentir una ternura que jamás había experimentado.
Cerró la puerta detrás de él, moviéndose en completo silencio, y se acercó despacio a la cama. Podía escuchar el suave sonido de su respiración, el ritmo tranquilo de su descanso. Su cabello caía suavemente sobre su rostro, enmarcando sus facciones, y su pecho subía y bajaba de manera regular, como si todo en su mundo estuviera en perfecta calma. Buggy, sin saber muy bien por qué, se sentía agradecido de poder verla así. Era una imagen tan distinta a la mujer fuerte y decidida que siempre veía. Aquí, en este momento, Mar parecía tan... humana. Tan vulnerable.
Se sentó en el borde de la cama, con cuidado de no despertarla. Sus ojos recorrieron su rostro con detenimiento, observando cada detalle, grabando en su mente esa imagen de serenidad. Ella, la mujer que había llegado a su vida de forma tan inesperada, la que había trastocado todo su mundo, había empezado a ocupar un lugar en su corazón, un lugar que Buggy jamás había pensado que alguien podría llenar.
Su mano, casi por instinto, se movió hacia el rostro de Mar, deteniéndose a solo centímetros de su piel. Durante un instante, dudó. No quería despertarla. Pero una necesidad más profunda lo empujaba a hacer contacto. Con extrema suavidad, acarició su mejilla con el dorso de los dedos, apenas rozándola. Su piel era cálida, suave al tacto, y Buggy sintió cómo una pequeña sonrisa se formaba en su rostro, una sonrisa que rara vez mostraba. Era un gesto tan íntimo, tan personal, que casi le costaba reconocerlo como suyo.
Mar se movió ligeramente en su sueño, su cuerpo reaccionando de manera inconsciente al contacto, pero no despertó. Su respiración siguió siendo igual de tranquila, y Buggy dejó escapar un suspiro de alivio. No quería interrumpir ese momento de paz, pero tampoco podía alejarse de ella. Algo en su interior lo impulsaba a quedarse, a permanecer cerca de ella.
Mientras la observaba, sus ojos se fijaron en los labios de Mar. Esos labios que siempre había visto mientras hablaba, sonreía, o se concentraba tocando el violín. Pero ahora, en la tranquilidad de la noche, esos mismos labios parecían tener una cualidad diferente. Parecían invitarlo a hacer algo que jamás habría imaginado: besarlos.
Una lucha interna se desató en su mente. Sabía que no debía hacerlo. Sabía que estaba mal, que esto era irracional y peligroso, pero la atracción que sentía por ella era más fuerte que su razón. Su corazón latía con fuerza, y, en un arrebato impulsivo, Buggy se inclinó hacia adelante. Lentamente, con la mayor suavidad posible, posó sus labios sobre los de Mar.
El beso fue apenas un roce, un gesto pequeño y delicado, pero para Buggy fue como si todo el mundo se detuviera. El calor de sus labios lo llenó de una calidez inesperada, y por un momento, todo el caos que sentía en su cabeza desapareció. No era solo un beso robado; para él, era la confirmación de lo que había estado sintiendo todo este tiempo.
Sin embargo, justo cuando pensó que el momento no podía ser más íntimo, ocurrió algo que lo dejó atónito. Mar, aún dormida, murmuró algo. Al principio, fue apenas un susurro, un sonido vago e incomprensible. Pero luego, Buggy escuchó claramente lo que decía.
—Buggy... —susurró Mar, su voz suave y tranquila—. No te vayas...
Buggy se quedó paralizado, sus ojos muy abiertos por la sorpresa. Se apartó lentamente, mirándola con incredulidad. Mar seguía dormida, su rostro tan tranquilo como antes, pero esas palabras... esas palabras habían salido de su boca. Y había dicho su nombre. Le había pedido que no se fuera. Incluso en su sueño, Mar estaba pensando en él.
—¿Mar...? —murmuró Buggy en un tono apenas audible, como si estuviera probando el peso de esas palabras en su propia mente.
El simple hecho de que ella hubiera pronunciado su nombre, que hubiera pedido que no se fuera, lo descolocaba. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso Mar también sentía algo por él? Buggy no sabía qué pensar, pero su corazón latía con una intensidad que no podía controlar.
Sin saber qué hacer, Buggy se levantó con suavidad, evitando hacer ruido. No quería despertarla, no después de lo que acababa de pasar. Mientras se acercaba a la puerta, echó un último vistazo a Mar, quien seguía profundamente dormida.
Antes de salir, Buggy murmuró en voz baja, apenas un susurro que se perdió en la brisa nocturna.
—Yo tampoco quiero irme...
Y con esa confesión silenciosa, Buggy salió de la cabina.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top