── 𝟏𝟐. 𝐂𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨𝐧𝐬 𝐚𝐧𝐝 𝐚 𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 𝐢𝐧 𝐬𝐢𝐠𝐡𝐭
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄 ── 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐔𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐘 𝐔𝐍 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐎 𝐀 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐒𝐓𝐀
| 20 años atrás, días después de la partida |
Un año había pasado desde la ejecución de Gol D. Roger, sin embargo, para Mar había sido uno de pérdida y soledad. La única persona que le quedaba en el mundo, la había abandonado, dejándola a su suerte en el vasto y despiadado océano. Desde entonces, había vagado de isla en isla, sobreviviendo como podía, aprendiendo a usar su violín no solo como instrumento musical, sino también como arma.
Una tarde gris, mientras caminaba por una solitaria playa rocosa, Mar vio una figura conocida de pie, mirando el mar. Lo reconoció de inmediato. Era el mismo hombre que había visto durante la ejecución de Roger, el hombre de los ojos dorados, aquel que había dejado una impresión indeleble en su mente. Su corazón latió con fuerza, aunque no sabía exactamente por qué. Algo en su interior le decía que debía acercarse, pero el miedo y la incertidumbre la frenaban.
Finalmente, sin poder evitarlo, comenzó a caminar hacia él, sus pasos resonando sobre las piedras mojadas.
—Eres... —su voz era pequeña, casi un susurro, mientras se detenía a unos metros de distancia—. Yo te vi... el día que ejecutaron a Roger. Estabas allí.
El hombre no giró de inmediato, pero pareció haberla escuchado, porque después de unos instantes, habló, su voz grave y profunda.
—Al igual que tú —dijo sin emoción aparente, su mirada aún perdida en el horizonte.
Mar se sorprendió al escuchar eso. No había esperado que él la recordara, mucho menos que supiera quién era. Dio un paso más cerca, sin atreverse a acercarse demasiado.
—¿Quién eres? —preguntó con una mezcla de curiosidad y cautela.
Finalmente, el hombre giró, revelando su rostro afilado y sus ojos penetrantes. Era tan imponente como lo había recordado, quizá incluso más. Una extraña calma emanaba de él, una presencia que la hacía sentir insignificante y a la vez curiosamente segura.
—Dracule Mihawk —dijo simplemente, su voz tan cortante como su mirada—. Y tú eres Mar.
Mar se quedó paralizada. No entendía cómo él sabía su nombre, pero algo en su tono dejaba claro que no era una coincidencia.
—¿Cómo... cómo sabes mi nombre? —preguntó, su voz temblando ligeramente. Se sentía expuesta, vulnerable, como si este hombre pudiera ver más allá de su apariencia y leer sus pensamientos.
Dracule la observó durante un largo rato, en silencio. Sus ojos dorados parecían analizarla, descifrar cada uno de sus movimientos, cada una de sus emociones.
—Te vi con tu hermano ese día —explicó con una calma imperturbable—. No es difícil seguir el rastro de alguien en un mundo tan pequeño, especialmente cuando esa persona se encuentra perdida.
La mención de su hermano hizo que el corazón de Mar se encogiera de dolor. Recordarlo solo le traía tristeza y resentimiento. Había pasado tanto tiempo buscando respuestas, preguntándose por qué la había dejado atrás.
—Mi hermano me abandonó —dijo, su voz cargada de amargura—. Se fue... y me dejó sola. Todo por ese One Piece.
Dracule la observó detenidamente, sin decir nada por un momento. Luego, caminó hacia ella, sus pasos lentos y deliberados, hasta que estuvo a solo unos pasos de distancia.
—No todos los hombres tienen la capacidad de priorizar lo que es verdaderamente importante —dijo finalmente, su voz más suave de lo que Mar había esperado—. Algunos buscan el poder, otros la gloria. Y algunos... como tu hermano, están dispuestos a sacrificar todo por un sueño.
Mar bajó la vista, su garganta apretada por las emociones que había estado conteniendo durante tanto tiempo. No sabía por qué le estaba diciendo todo esto a un extraño, pero algo en la presencia de Mihawk la hacía sentir que podía confiar en él, aunque fuera solo un poco.
—Estoy sola. No tengo a dónde ir —admitió, su voz apenas un susurro
El silencio que siguió fue largo, pero no incómodo. Mihawk se limitó a observarla con esos ojos que parecían penetrar el alma de cualquiera que se atreviera a mirarlos demasiado tiempo. Finalmente, rompió el silencio, con una decisión en su tono.
—No estás tan sola como piensas —dijo, su voz firme—. Tienes talento. Lo vi en ti desde ese día, aunque no lo sepas, tienes potencial para mucho más.
Mar levantó la mirada, confundida. No estaba segura de a qué se refería, pero algo en su tono hizo que se le erizara la piel.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, insegura.
Dracule esbozó una leve sonrisa, apenas perceptible, y señaló el violín que ella llevaba colgado a su espalda.
—Ese violín no es solo un instrumento para la música —dijo—. Es una extensión de ti. Y si estás dispuesta a aprender, puedo enseñarte cómo hacer que sea algo mucho más poderoso.
Mar lo miró sorprendida, sin saber qué decir. Había aprendido a tocar el violín de su hermano, pero nunca había pensado que pudiera ser algo más que una forma de expresar su tristeza y frustración. Sin embargo, en la presencia de este hombre, sentía que todo lo que creía saber estaba a punto de cambiar.
—¿Me enseñarías...? —preguntó, dudosa, sin terminar la pregunta.
Mihawk asintió con lentitud, su mirada nunca apartándose de la suya.
—Te entrenaré —afirmó—. Pero no será fácil. El camino que tienes por delante es largo y duro. Pero si decides seguirlo, podrías convertirte en algo mucho más grande de lo que jamás imaginaste.
Mar lo miró, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza crecer dentro de ella. No sabía por qué, pero sentía que este hombre podía darle el propósito que había perdido. Asintió lentamente, tomando una decisión en su corazón.
—Estoy lista —dijo con más convicción de la que había sentido en mucho tiempo.
Dracule la observó un momento más, y luego, con un gesto de su mano, le indicó que lo siguiera.
—Entonces ven. El entrenamiento comienza ahora.
Y así, Mar siguió a Mihawk, sin saber que ese momento marcaría el inicio de una nueva vida, una vida de lucha, aprendizaje y redención. Aquel hombre no solo se convertiría en su mentor, sino en una figura paterna, alguien que la guiaría a través del caos del mundo pirata.
Mientras se alejaban de la playa, la figura solitaria de Mihawk caminaba con la misma serenidad imperturbable que había tenido siempre, pero dentro de él, una chispa de interés había comenzado a encenderse. Sabía que la niña a su lado tenía el potencial de convertirse en algo extraordinario. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que había encontrado a alguien digno de su tiempo y esfuerzo.
| En la actualidad, Water 7 |
Ambas tripulaciones habían decidido tomar un merecido descanso tras los recientes eventos, cada quien concentrado en sus propias actividades. Algunos dormían profundamente, recuperando energías para lo que estaba por venir. Otros, como Hikari y Kaito, practicaban sus habilidades o simplemente pasaban el rato disfrutando del momento de tranquilidad.
En lo alto del barco de Mar, en el palo mayor, se había subido hasta allí con su violín convertido en arco, buscando un espacio donde pudiera estar sola con sus pensamientos necesitaba un respiro. La música siempre había sido su refugio, su escape y, en ocasiones, la única manera en que podía encontrar claridad en medio del caos.
Sus dedos acariciaron suavemente las cuerdas del violín, y pronto, una melodía suave pero llena de matices comenzó a llenar el aire. La música fluía con una cadencia natural, como si el océano mismo la estuviera acompañando. Las notas se elevaban, cargadas de emoción, de recuerdos, y, sobre todo, de la determinación que la había traído hasta aquí. La melodía era una extensión de su alma, cada acorde expresaba lo que las palabras no podían.
Desde abajo, Buggy, escuchó la música y se detuvo. Alzó la mirada, encontrando a Mar en lo alto, tocando con una concentración que parecía apartarla del mundo. Se quedó quieto, sorprendido por la intensidad de la melodía, había algo en esa música que mostraba una parte más vulnerable de ella, algo que quizás ni ella misma reconocía del todo.
Mar no sabía que Buggy la observaba, pero sus pensamientos viajaban más allá del presente. Mientras sus dedos bailaban por las cuerdas, sus recuerdos volvían, no con dolor, sino con una mezcla de gratitud y reflexión. Su encuentro con Dracule fue uno de los momentos más importantes de su vida.
Dracule no le había enseñado solo a luchar o a sobrevivir, sino a mirar el mundo con otros ojos. A ver las sutilezas en las cosas, a entender que la verdadera fortaleza no siempre era la que se veía a simple vista, sino la que se construía en el interior. Mar recordó las veces que había dudado de sí misma, las noches en que había sentido que estaba en el camino equivocado, pero la calma que él le transmitía siempre le daba la claridad para seguir adelante.
La melodía llegó a su fin, con una última nota que flotó en el aire antes de desvanecerse en el sonido de las olas. Mar se quedó quieta un momento, bajando el violín, mirando hacia el horizonte. Aunque sus pensamientos estaban llenos de la enseñanza de Dracule, también giraban en torno a su presente, a la búsqueda de su hermano y las pistas que aún parecían tan vagas e insuficientes. Las cicatrices en su rostro eran solo una pequeña parte del rompecabezas, y aunque se había sentido un poco más cerca de su objetivo, sabía que aún le quedaba mucho por descubrir.
—Bonita melodía —la voz de Buggy rompió el silencio.
Mar se sorprendió, pero no mostró ninguna reacción visible mientras guardaba el violín con calma. Bajó la mirada y vio a Buggy de pie en la cubierta, observándola con una mezcla de curiosidad y algo más que no pudo identificar del todo.
—Gracias —respondió finalmente, sentándose en una de las vigas del palo mayor, sus piernas colgando al vacío—. No pensé que alguien estuviera escuchando.
Buggy se encogió de hombros, pero no apartó la vista de ella.
—Difícil no escucharte. Tocaste bien... y parecía que tenías muchas cosas en la cabeza.
Mar sonrió levemente, pero su mirada seguía fija en el horizonte.
—La música me ayuda a aclarar mis pensamientos.
Buggy se quedó en silencio un momento, sin estar seguro de cómo continuar la conversación. No era el tipo de persona que se dejaba llevar por lo emocional, pero había algo en Mar que lo descolocaba. Quizás era la combinación de su fuerza y su vulnerabilidad. O tal vez, era la extraña atracción que sentía hacia ella, algo que no estaba acostumbrado a experimentar.
—¿Dracule te enseñó a tocar? —preguntó, intentando comprender más de lo que había visto y oído.
—No —respondió Mar, sacudiendo la cabeza—. Eso lo aprendí antes. Él solo me ayudó a entender cómo usar todo lo que soy... incluso mi música... como una extensión de mí misma. Una herramienta. Un arma, si es necesario.
Buggy asintió lentamente, sin saber qué decir ante esa respuesta. Admiraba su habilidad y su determinación, pero algo en su interior lo inquietaba. Verla tan concentrada, tan resuelta, le hacía pensar en lo que podría significar para él y su tripulación, sus sentimientos por ella lo confundían más cada día.
Mar bajó la mirada hacia él, estudiándolo, valoraba su apoyo, su compañía, y aunque Buggy no lo admitiera, podía notar que estaba luchando con algo interno. Su comportamiento había sido algo errático en los últimos días, y aunque Mar no lo había mencionado, se daba cuenta de que estaba actuando de manera diferente con ella.
—Supongo que incluso los piratas como nosotros necesitan tiempo para pensar, ¿no? —dijo Mar finalmente, intentando romper la tensión en el aire.
Buggy soltó una pequeña risa, pero había algo en sus ojos que reflejaba más de lo que sus palabras decían.
—Sí... supongo que sí.
El silencio cayó de nuevo entre ellos, pero no era incómodo. Ambos estaban sumidos en sus propios pensamientos, reflexionando sobre lo que había pasado y lo que vendría, la música y la reflexión le habían dado un momento de paz, una manera de organizar los fragmentos de recuerdos que se agolpaban en su mente. Para Buggy, verla de esa manera solo lo confundía aún más. No podía ignorar la extraña sensación que le provocaba estar a su lado, como si la fortaleza de Mar desafiara algo en él que no había sentido antes. Una mezcla de respeto y... algo más.
—Te ves diferente cuando tocas —rompió el silencio Buggy, mientras cruzaba los brazos, apoyándose en el mástil, mirando hacia donde Mar estaba sentada—. Es como si... dejaras de lado todo lo que te preocupa por un momento.
—La música hace eso —respondió con calma—. Por un instante, las cosas complicadas parecen simples. Todo desaparece y solo quedan las notas.
—Me parece raro —continuó Buggy, casi como si estuviera hablando más para sí mismo que para ella—. Siempre te he visto con una determinación tan implacable. No pensé que... que necesitaras algo así para calmarte.
—Hasta los más fuertes necesitan un respiro —respondió Mar, con una pequeña sonrisa, sin apartar la vista del horizonte—. Hay momentos en los que, si no te detienes, te pierdes
Buggy la observó en silencio, notando cómo su expresión se suavizaba al hablar de algo tan personal. Ese lado era diferente, vulnerable, y lo hacía sentir aún más confundido. No estaba acostumbrado a que la gente a su alrededor mostrara esa parte de sí mismos. No en su mundo, donde la fuerza y la astucia eran las únicas cosas que importaban. Pero Mar... Mar era diferente.
—Es curioso —comentó Buggy tras un largo momento de reflexión—. A veces me pregunto si todo esto... la búsqueda de tu hermano, vale la pena. Tú podrías simplemente seguir adelante, olvidar el pasado.
Mar lo miró con algo de incredulidad. Ese tipo de pensamiento no resonaba en ella, pero entendía de dónde venía. Para Buggy, que siempre había priorizado su propio bienestar y sus propios intereses, el concepto de seguir adelante sin atarse al pasado tenía sentido.
—¿Olvidar el pasado? —repitió Mar, bajando la mirada hacia el violín en su mano—. Si algo he aprendido de Dracule es que el pasado nunca desaparece. No importa cuántos océanos cruces o cuántas personas conozcas. Lo que te define está arraigado en lo que fuiste y en las decisiones que tomaste.
Buggy hizo una mueca, como si la idea lo incomodara.
—Quizá, pero no tienes que seguir arrastrándolo siempre. A veces, las anclas que no ves son las más pesadas.
—¿Y tú? —preguntó Mar, mirándolo directamente por primera vez en la conversación—. ¿Qué cargas llevas?
Buggy se tensó ante la pregunta. No era el tipo de persona que compartía cosas así. Siempre había mantenido una fachada, una barrera, para protegerse de cualquier vulnerabilidad. Pero con Mar, esa máscara se estaba resquebrajando poco a poco, y lo sabía. Se apartó del mástil y se acercó unos pasos más hacia ella.
—Yo... —empezó a decir, pero se detuvo. No era fácil admitirlo, y la mirada de Mar, tan fija y seria, lo obligaba a enfrentarse a algo que había evitado durante años—. Yo aprendí que, si no cuidas de ti mismo primero, nadie lo hará. El mundo es un lugar cruel. Pero... —dudó por un momento, antes de continuar—. Quizás... es diferente cuando tienes a alguien con quien contar.
Mar lo observó en silencio, viendo la lucha interna de Buggy a través de sus palabras. No lo interrumpió, sabiendo que estaba tocando algo profundo en él, algo que probablemente ni él mismo había explorado del todo.
—Supongo que... —Buggy pasó una mano por su pelo, algo incómodo con la dirección de la conversación—. Supongo que lo que quiero decir es que no me gusta verte así. No quiero que termines como yo, dejando que todo lo que te rodea te pese tanto que termines solo. No tienes que hacer todo esto sola, Mar.
Mar bajó la vista al violín en sus manos. Las palabras de Buggy eran sorprendentemente sinceras, y había algo en su tono que la hizo detenerse por un momento. Ella, que siempre había llevado el peso de su búsqueda y su pasado sobre sus hombros, no estaba acostumbrada a la idea de que alguien quisiera compartir esa carga con ella.
—No estoy sola —dijo en voz baja—. Te tengo a ti y a la tripulación.
—No es lo mismo —dijo Buggy, sacudiendo la cabeza—. Tener una tripulación es una cosa. Pero confiar en alguien, de verdad... dejar que te ayuden... es diferente.
Mar lo miró fijamente, sintiendo que había algo más en las palabras de Buggy, algo que no estaba diciendo directamente. No era solo su preocupación por ella; había algo más profundo en juego. Quizás Buggy, en su propio caos interno, estaba comenzando a sentir algo que no entendía del todo, algo que lo hacía actuar de maneras que él mismo no reconocía.
—¿Y tú, Buggy? —preguntó suavemente—. ¿Estás listo para dejar que alguien confíe en ti?
Buggy se quedó quieto, mirando hacia el horizonte, como si estuviera buscando las palabras adecuadas en medio del inmenso océano.
—No lo sé —admitió finalmente, con una honestidad que lo sorprendió incluso a él—. No estoy acostumbrado a... a esto. A confiar en alguien así. Pero... contigo, es diferente.
Mar lo miró, Buggy estaba abriendo una parte de sí mismo que quizás nunca había compartido con nadie, y aunque ella también sentía una conexión que no podía ignorar, sabía que los dos estaban en caminos complejos y llenos de desafíos.
—No necesitas tener todas las respuestas ahora —dijo finalmente—. A veces, solo estar ahí es suficiente.
Buggy asintió lentamente, sin apartar la mirada del horizonte y por un momento, ambos compartieron una conexión silenciosa. Un entendimiento tácito de que, aunque sus caminos eran inciertos, al menos por ahora, estaban juntos en este viaje.
—Supongo que sí —dijo Buggy, sin dejar de mirarla, pero con una leve sonrisa que, aunque pequeña, significaba mucho—. Y bueno... al menos somos buenos tocando el caos juntos.
Mar rió suavemente ante sus palabras.
—Supongo que sí —repitió ella, dejándose relajar por primera vez en mucho tiempo.
El sol se elevaba más en el cielo, bañando el océano con una cálida luz que reflejaba en las olas tranquilas. Después de la conversación con Buggy, un remolino de pensamientos la mantenía en constante reflexión. Las cicatrices de su hermano, la pista que apenas habían conseguido, el peso del pasado... todo eso parecía seguirla como una sombra que no podía sacudirse.
Sentada en la parte alta del barco, observaba el horizonte mientras ajustaba las cuerdas de su violín, ahora silente, esperando para ser tocado de nuevo. Buggy seguía cerca, apoyado en el mástil del barco. Él también parecía atrapado en sus propios pensamientos. El aire entre ellos estaba cargado de preguntas no formuladas, de palabras que aún no encontraban el momento adecuado para ser dichas.
Finalmente, Buggy rompió el silencio, su voz suave pero llena de curiosidad.
—Mar... —dijo, vacilando un poco, como si no estuviera seguro de cómo formular la pregunta que rondaba en su mente—. ¿Qué crees que va a pasar cuando encuentres a tu hermano?
La pregunta, directa y profunda, hizo que Mar dejara de ajustar el violín. Se quedó inmóvil por un momento, sus dedos congelados sobre las cuerdas mientras consideraba la posibilidad. Era algo en lo que había pensado incontables veces, pero la realidad de esa pregunta, pronunciada en voz alta, tenía un peso diferente. Hasta ese momento, había estado impulsada solo por la necesidad de encontrarlo. Pero Buggy había tocado un punto crucial: ¿Qué haría después? ¿Qué vendría una vez que su búsqueda hubiera llegado a su fin?
—No lo sé, Buggy —respondió honestamente, con un tono más suave de lo habitual—. He pasado tanto tiempo buscando pistas, que... nunca he pensado realmente en lo que sucederá después de encontrarlo. En mi mente... —continuó Mar después de una pausa—, siempre imaginé que, cuando lo encontrara, todo tendría sentido. Que todas las piezas del rompecabezas encajarían y que sabría qué hacer, después de escuchar sobre las cicatrices... —Se interrumpió un momento, apretando las cuerdas del violín con más fuerza—. Me pregunto si lo reconoceré cuando lo vea. O si él me reconozca
La fragilidad en su voz era palpable, algo que Buggy rara vez había escuchado en Mar. Ella siempre había sido tan fuerte, tan decidida, que verlo así, dudosa, le tocaba una fibra sensible que no sabía que existía en él.
—Es normal dudar —dijo Buggy, acercándose un poco más, su tono más suave y comprensivo—. Digo, después de tanto tiempo... las cosas cambian. Las personas cambian. Pero eso no significa que no puedas encontrar lo que buscas.
Mar dejó escapar una risa amarga, una que no contenía alegría, sino resignación.
—¿Y si no lo encuentro? —preguntó, girando la cabeza para mirarlo directamente—. ¿Y si resulta que no es la persona que recuerdo? ¿O si ya no quiere verme?
Buggy vaciló, claramente no teniendo una respuesta inmediata para esa pregunta. Él también había lidiado con pérdidas y distancias en su vida, aunque en circunstancias completamente diferentes. Pero la idea de buscar a alguien tan querido y enfrentar la posibilidad de que no fuera como uno esperaba... eso era una realidad difícil de enfrentar.
—No puedes controlar cómo él ha cambiado —dijo Buggy después de un momento, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Pero puedes controlar cómo lo enfrentas. No importa cómo sea él ahora, lo importante es que tú sigas siendo fiel a quien eres. Si te ha olvidado o si es diferente... eso no cambia tu valor, Mar. No cambia lo que tú significas.
Las palabras de Buggy resonaron en ella, penetrando profundamente en sus pensamientos. Se dio cuenta de que parte del miedo que sentía no era solo sobre su hermano, sino sobre lo que su encuentro podría revelar de sí misma. Había construido una versión de su vida basada en la ausencia de su hermano, en el vacío que dejó. ¿Qué pasaría si, al encontrarlo, esa narrativa cambiara? ¿Qué pasaría si la Mar que había crecido sin él ya no encajara en el mundo que compartían?
—Tal vez tienes razón —dijo finalmente, su tono más calmado pero aún cargado de incertidumbre—. Pero incluso si lo encuentro y es diferente... incluso si no lo reconozco... ¿qué quedará después de eso?
Buggy se quedó en silencio por un momento, mirándola como si tratara de encontrar las palabras adecuadas.
—Lo que seas después —dijo Buggy finalmente, con una sinceridad que lo sorprendió incluso a él—, será alguien más fuerte. Porque habrás enfrentado lo que más temes. Y pase lo que pase con tu hermano... todavía serás tú, Mar. Y eso es lo que importa.
Mar lo miró, sintiendo un extraño calor en el pecho. Las palabras de Buggy, aunque sencillas, contenían una verdad que ella necesitaba escuchar.
—Nunca pensé que escuchar algo así de ti —dijo Mar con una pequeña sonrisa, tratando de aligerar la seriedad del momento—. ¿Cuándo te volviste tan profundo?
Buggy soltó una risa burlona, aunque algo nerviosa.
—No lo sé, tal vez sea el ambiente —respondió, cruzando los brazos y mirando hacia el mar para evitar el contacto visual—. O tal vez simplemente tienes una manera de sacar las cosas raras de la gente.
Mar rió suavemente, pero en su interior, las palabras de Buggy la habían afectado profundamente. Había algo en su sinceridad, en la manera en que había tratado de consolarla, que le hizo ver un lado de él que rara vez mostraba, como si Buggy estuviera enfrentando sus miedos, sus conflictos internos, al mismo tiempo que ella.
—Gracias, Buggy —dijo finalmente, con una calidez en su voz que hizo que él la mirara con sorpresa—. A veces olvido que no tengo que llevar todo esto sola.
Buggy se quedó en silencio, mirándola, sintiendo algo extraño moverse dentro de él. No era el tipo de persona que recibía agradecimientos fácilmente, y mucho menos de alguien como Mar, que normalmente era tan reservada en cuanto a sus emociones. Pero había algo en su mirada que lo conmovió, algo que lo hizo sentir vulnerable de una manera que no podía explicar.
—Bueno... —respondió finalmente, recuperando su tono despreocupado—. Solo trato de no ser tan inútil. Ya sabes, mantenerte en línea, por si acaso decides lanzarte por la borda o algo.
Mar soltó una carcajada genuina, agradecida por el intento de aligerar el ambiente. Aunque todavía tenía muchas preguntas y dudas sobre su hermano, sobre su búsqueda y sobre el futuro, por primera vez en mucho tiempo sentía que podía respirar un poco más libremente. Sabía que no estaba sola en esto. Y aunque el camino seguía siendo incierto, con Buggy y su tripulación a su lado, sentía que podría enfrentar cualquier cosa.
Mientras el sol continuaba su ascenso en el cielo, Mar guardó su violín y se levantó, mirando una vez más hacia el horizonte. Las respuestas no llegarían fácilmente, pero ahora sentía que podía enfrentar lo que fuera que el futuro le deparara. No importaba lo que encontrara al final de su búsqueda; lo que importaba era quién sería en el proceso.
Y por ahora, eso era suficiente.
—Vamos, Buggy —dijo finalmente, girándose hacia él con una sonrisa decidida—. Creo que hemos reflexionado lo suficiente por hoy. Tenemos trabajo que hacer.
Buggy asintió, aún confuso por sus propios sentimientos, pero sintiendo un renovado sentido de propósito al seguirla. Sin embargo, antes de que pudiera detenerse en la creciente confusión interna que la presencia de Mar provocaba, una idea cruzó su mente.
—Oye, ya que estamos en Water 7... —dijo Buggy, con su tono habitual de despreocupación, aunque con una cierta vacilación—. Tal vez deberíamos dar un paseo por la isla. No has estado aquí mucho y no conocemos de buena manera, ¿verdad? Podría ser bueno... despejar un poco más la mente antes de seguir con los asuntos serios.
Mar lo miró sorprendida por la sugerencia, pero luego asintió. La propuesta sonaba razonable, y después de todo lo que había ocurrido, explorar la ciudad parecía una buena manera de dejar que su mente descansara antes de sumergirse de nuevo en la búsqueda de su hermano.
—Eso suena bien —dijo con una sonrisa leve—. Me vendría bien una caminata.
Buggy la miró con una sonrisa que intentaba disimular su propio nerviosismo, pero se sentía aliviado de poder pasar más tiempo con ella, aunque no lo admitiera en voz alta. Juntos bajaron del barco y comenzaron a caminar hacia el corazón de la bulliciosa Water 7.
El puerto estaba lleno de vida. El sonido de los martillos de los carpinteros resonaba a lo lejos, mientras el ajetreo de la gente iba y venía por las calles adoquinadas. Los barcos en construcción dominaban el paisaje, y el aroma a sal y madera recién cortada impregnaba el aire. Mar caminaba al lado de Buggy, mirando a su alrededor con curiosidad.
Pasaron unos minutos caminando en silencio, disfrutando del bullicio de la ciudad. Justo cuando giraron por una esquina, un rostro familiar apareció entre la multitud. Era una mujer alta, de porte imponente, con una sonrisa que destellaba confianza. Mar detuvo su paso, reconociéndola de inmediato.
—¡Alvida! —exclamó Mar con alegría genuina, avanzando hacia la mujer.
La última vez que Mar había visto a Alvida fue en aquel bar donde conoció a Buggy por primera vez y ahora, verla de nuevo en Water 7 era una sorpresa agradable.
Alvida, al escuchar su nombre, se giró, sus ojos brillando de reconocimiento.
—¡Mar! —respondió Alvida con una sonrisa radiante, abriendo los brazos para un efusivo abrazo—. No esperaba verte aquí.
—Sí —dijo Mar, riendo mientras se separaban del abrazo—. ¿Qué te trae a Water 7?
—Oh, ya sabes —respondió Alvida con su tono despreocupado—. Negocios, asuntos de piratas, lo de siempre. Pero, ¿qué hay de ti? ¿Sigues metida en problemas con este payaso? —añadió con una mirada burlona hacia Buggy.
Buggy hizo una mueca exagerada, fingiendo estar ofendido.
—¡Oye! Estoy justo aquí, soy un Capitán con una tripulación formidable. ¡Nada de payasadas!
Alvida soltó una carcajada y le lanzó un guiño a Mar.
—Lo que digas, Buggy. Pero admito que se ven bien juntos. ¿Siguen en busca de aventuras?
Mar asintió, aunque su mente seguía enfocada en su misión personal.
—Sí, en busca de respuestas más que de aventuras esta vez —dijo, bajando un poco la voz.
La expresión de Alvida se suavizó al escuchar esas palabras, su actitud despreocupada dejó paso a una mirada comprensiva.
—No puedo decir que haya visto a alguien que se ajuste a la descripción que mencionaste, pero... estos mares están llenos de sorpresas. Nunca sabes cuándo podrías encontrarte con una respuesta, incluso en los lugares más inesperados —dijo Alvida con seriedad
—Eso espero —respondió Mar, agradecida por la empatía en la voz de Alvida.
—De todos modos, ¿qué haces por aquí? —preguntó Buggy, cambiando de tema, claramente incómodo con el giro sentimental que había tomado la conversación.
—Oh, solo revisando unas rutas de comercio, nada del otro mundo —dijo Alvida con una sonrisa astuta—. Además, necesitaba un respiro del caos habitual. Water 7 es perfecto para una pequeña pausa antes de seguir con las cosas serias.
Mar se rió levemente. El aire relajado de Alvida era contagioso, y por un momento, el peso de su búsqueda se sintió un poco más ligero. Era agradable reencontrarse con alguien conocido en medio de todo el caos que su vida había sido últimamente.
—Bueno, me alegra verte —dijo Mar—. Tal vez podamos ponernos al día antes de que nos vayamos.
—Por supuesto —respondió Alvida—. Nos veremos pronto, Mar. Y Buggy... trata de no perder la cabeza.
Buggy bufó mientras Alvida se alejaba entre la multitud, pero no pudo evitar sonreír levemente.
Cuando quedaron nuevamente solos, Mar suspiró, sintiendo una mezcla de nostalgia y alivio. Volver a ver a alguien conocido en una ciudad tan caótica como Water 7 le recordaba que, a pesar de la vastedad del océano y la incertidumbre de sus propias búsquedas, siempre había lugar para los reencuentros.
—Es bueno ver a viejos conocidos —comentó Mar, volviendo a caminar al lado de Buggy.
—Sí, aunque Alvida siempre tiene esa manera de hacer que uno se sienta un poco... bueno, que está un paso por detrás —bromeó Buggy, sacudiendo la cabeza con una sonrisa torcida—. Pero bueno, no todos pueden ser genios como yo.
Mar rió suavemente, aunque su mente ya comenzaba a regresar a los pensamientos de su búsqueda. La breve distracción con Alvida había sido bienvenida, pero su misión aún pesaba en su corazón. Y ahora, más que nunca, sabía que no podía dejar de buscar a su hermano. Las cicatrices, los recuerdos borrosos... todo eso seguía allí, esperándola.
Buggy, como si sintiera el cambio en su ánimo, caminó a su lado en silencio por un momento antes de hablar de nuevo.
—Mar... sé que hay mucho en tu mente. Pero si alguna vez necesitas tomar un descanso, salir un poco de esa tormenta que tienes dentro... —dijo Buggy, con un tono más suave del habitual, casi inseguro, algo raro en él—. Estoy aquí.
Mar lo miró, sorprendida por la franqueza de sus palabras. Buggy no era alguien que soliera expresar sus emociones tan abiertamente, y mucho menos de una manera tan honesta. Algo en él estaba cambiando, y aunque ella lo había notado, aún no estaba segura de cómo interpretarlo. Sin embargo, se permitió sonreírle, genuinamente agradecida por su apoyo, aunque las palabras para expresar ese agradecimiento no fueran fáciles de encontrar en ese momento.
—Lo sé, Buggy. Lo sé —respondió finalmente, suavemente, reconociendo su presencia y lo mucho que significaba para ella, aunque no lo dijera explícitamente.
Con esa sencilla respuesta, los dos siguieron caminando por las vibrantes calles, dejando que el bullicio de la ciudad los envolviera. Había un acuerdo tácito entre ambos, un descanso momentáneo de la gravedad de la situación. Water 7 era un lugar donde uno podía perderse en la belleza de sus canales, en la energía incesante de la gente que la habitaba, y en la arquitectura impresionante que parecía desafiar las leyes del mar.
Buggy, parecía un poco más relajado mientras caminaban. Sus ojos vagaban por los canales llenos de barcos, por las tiendas de los mercaderes que vendían productos exóticos, y por los carpinteros que trabajaban en los astilleros. No era que Water 7 fuera un lugar nuevo para él, pero había algo en caminar por allí con Mar a su lado que hacía que todo se sintiera distinto. Más ligero.
—Sabes, no hemos hecho esto antes —dijo Buggy de repente, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.
—¿Hacer qué? —preguntó Mar, mirando hacia él con curiosidad.
—Caminar por una ciudad sin que todo el mundo intente matarnos o sin que estemos corriendo por nuestras vidas —respondió Buggy con una sonrisa burlona—. Es... agradable, supongo.
Mar dejó escapar una risa suave.
—Es cierto, siempre estamos huyendo o en medio de algún caos —admitió, recordando sus anteriores aventuras—. Supongo que esto es lo más cercano a una "normalidad" que hemos tenido.
—Si a esto le llamas normalidad... —respondió Buggy con una mueca, señalando con un gesto hacia los gigantescos barcos en construcción que dominaban el horizonte. Pero luego su expresión se suavizó—. Aunque tengo que admitir que no está tan mal.
Siguieron caminando, disfrutando de la ligera brisa marina que recorría las calles y los canales. La luz del sol brillaba sobre el agua, creando reflejos dorados que parecían danzar con el movimiento de las olas. Buggy observó a Mar de reojo. Había algo en su rostro, una paz momentánea, que lo hacía sentir más cómodo, menos ansioso, le gustaba verla así: tranquila, en paz con el mundo, aunque solo fuera por unos momentos.
—¿Qué tal si vamos a un lugar con una vista decente? —propuso Buggy, rompiendo el silencio de nuevo—. Estoy harto de estar rodeado de barcos todo el tiempo. Necesitamos ver algo que no sea solo madera y agua.
Mar lo miró, entre divertida y curiosa.
—Eso es nuevo —comentó con una sonrisa traviesa.
—Bueno, tal vez no de los barcos en sí, pero sí del ruido constante —dijo Buggy, alzando los hombros—. Vamos, seguro que hay un lugar aquí donde podamos relajarnos sin tanto barullo.
Mar asintió, intrigada por su propuesta. Caminaron por las calles adoquinadas, alejándose poco a poco del puerto y los astilleros, buscando un lugar más tranquilo. Buggy los guió hacia una colina al borde de la ciudad, donde las casas y tiendas comenzaban a espaciarse. Finalmente, llegaron a una pequeña terraza natural que daba una vista panorámica.
—Vaya... —murmuró Mar, maravillada por la vista.
El mar se extendía ante ellos, brillante bajo la luz del sol, mientras los canales de Water 7 serpenteaban a través de la ciudad como venas llenas de vida. Desde allí arriba, todo parecía más pequeño, más manejable, como si el caos y la confusión que usualmente los rodeaba hubiera quedado atrás.
—No está tan mal —dijo Buggy, cruzándose de brazos y adoptando una pose orgullosa.
—Es... hermoso —admitió Mar, sonriendo mientras se sentaba en el borde de la terraza, dejando que la brisa marina acariciara su rostro.
Buggy se sentó a su lado, con los brazos cruzados sobre sus rodillas. Por un momento, ninguno de los dos habló. Simplemente disfrutaron de la vista y de la calma que parecía rodearlos en ese rincón apartado.
—Nunca pensé que acabaría aquí, en Water 7, sentado mirando el horizonte —dijo Buggy después de un rato, casi como si estuviera hablando consigo mismo—. Siempre imaginé que mi vida sería diferente... más grandiosa, supongo. Pero, últimamente, todo ha sido un poco... extraño.
Mar lo miró de reojo, sorprendida por el tono reflexivo de sus palabras. Buggy rara vez se mostraba vulnerable, y aunque sus palabras aún estaban envueltas en su habitual actitud arrogante, había algo más profundo detrás.
—¿Extraño? —repitió Mar, curiosa—. ¿Cómo así?
Buggy hizo una pausa, pensando en cómo responder.
—No lo sé —dijo finalmente—. Es como si, de alguna manera, nada fuera lo que esperaba. Me imaginaba a mí mismo conquistando los mares, siendo el pirata más temido... y en cambio, aquí estoy, sentado con... bueno, contigo. Y no me malinterpretes, no es algo malo. Solo... no es lo que esperaba.
Mar dejó escapar una suave risa, pero no era burlona. Había algo en la honestidad de Buggy que la conmovía.
—La vida tiene una forma curiosa de llevarnos por caminos que no planeamos —dijo, mirando hacia el horizonte—. A veces, lo que imaginamos para nosotros no es lo que necesitamos realmente.
Buggy frunció el ceño, como si estuviera tratando de procesar lo que ella decía.
—¿Y qué necesitamos entonces? —preguntó, con un tono que sonaba más serio de lo habitual.
Mar se quedó en silencio por un momento, pensando en su respuesta.
—Supongo que lo averiguamos en el camino —respondió finalmente—. A veces es más importante quiénes nos acompañan en el viaje que el destino final.
Buggy la miró, sin estar completamente seguro de qué hacer con esa respuesta. Había algo en ella, una profundidad en sus palabras, que lo desconcertaba. Pero al mismo tiempo, no podía evitar sentirse atraído por esa visión del mundo. Por un momento, se permitió imaginar que tal vez, solo tal vez, había algo más allá de sus propios planes de grandeza. Algo más... real.
El silencio se extendió entre ellos, pero no era incómodo. El sonido del agua golpeando suavemente contra los canales de Water 7 y el viento meciendo los edificios daba al momento una serenidad inusual para ambos, dos piratas acostumbrados al caos y a la lucha constante. Desde la altura en la que estaban, la ciudad parecía una obra de arte; los barcos se movían como pequeños puntos en el agua, mientras la luz del atardecer coloreaba todo en tonos dorados y anaranjados.
—Bueno, mientras el viaje sea interesante, supongo que está bien —dijo Buggy finalmente, con su habitual tono despreocupado, aunque ahora más suave—. Pero no te emociones demasiado, Mar. Aún tengo grandes planes. No me voy a conformar con menos.
Mar sonrió, divertida por su intento de recuperar su bravuconería, pero también agradecida de que Buggy, a su manera, estaba mostrándose más abierto, más vulnerable. No era algo que hiciera fácilmente, y lo apreciaba.
—No esperaba menos de ti, Buggy —respondió, con una chispa en los ojos.
Se miraron en silencio, y por un momento, la tensión entre ellos cambió. Ya no era solo la incomodidad del silencio o el peso de las preocupaciones, sino algo más ligero, más cálido. Algo que, aunque ninguno de los dos mencionaba, estaba presente entre ellos.
—Es raro, ¿no? —Buggy habló de repente, su tono más tranquilo, casi meditativo, mientras miraba al horizonte.
—¿Qué cosa? —preguntó Mar, apoyando sus brazos sobre sus rodillas mientras seguía su mirada hacia el océano.
—Todo esto. Tú y yo aquí, en Water 7, sin estar metidos en algún lío o peleando contra alguien. Es casi... pacífico. —El payaso pirata dejó escapar una risa, casi como si no pudiera creer lo que estaba diciendo—. No me malinterpretes, la paz no es algo que busco. Pero... —Se detuvo, como si no supiera cómo terminar la frase.
—Pero se siente bien, ¿verdad? —completó Mar, adivinando sus pensamientos.
Buggy soltó una risa baja, como si la idea de que algo pudiera "sentirse bien" le resultara absurda. Sin embargo, no lo negó.
—Supongo. —Cruzó los brazos detrás de la cabeza y se reclinó hacia atrás, mirándola de reojo—. No es que vaya a admitirlo en voz alta, pero sí, tal vez esta pequeña pausa no sea tan mala.
Mar dejó escapar una risa, genuina y suave. Miró hacia el horizonte, dejando que la tranquilidad del momento la envolviera, algo que no ocurría a menudo en su vida. Las luchas, las búsquedas, las preguntas sin respuesta... todo parecía más llevadero en ese instante. Sabía que eventualmente tendría que volver a enfrentarlo todo, pero por ahora, estaba agradecida por esa calma inesperada.
—¿Sabes qué? —dijo Buggy, con una sonrisa traviesa mientras se inclinaba hacia ella—. Esta vista es decente y todo, pero creo que podríamos mejorar la experiencia. —Levantó una ceja con un gesto exagerado—. ¿Qué te parece si hacemos algo más divertido? Quizás echar un vistazo a algún rincón de esta ciudad antes de que se haga de noche.
Mar lo miró con curiosidad, ladeando la cabeza.
—¿A qué te refieres exactamente, Buggy? Porque tu idea de "divertido" suele incluir caos y problemas.
—¡Exacto! —respondió él, riendo—. Y eso es lo que hace todo más emocionante, ¿no? Pero está bien, no tiene que ser algo alocado. —Hizo una pausa, como si realmente lo estuviera pensando por primera vez—. ¿Qué tal si simplemente exploramos? Algo me dice que esta ciudad tiene más de lo que se ve a simple vista.
—¿Explorar? —repitió Mar, levantando una ceja, sorprendida por la propuesta.
—Sí, explorar —dijo Buggy, con una sonrisa un tanto desafiante—. ¿Qué? ¿Tienes miedo de perderte o algo así?
Mar rodó los ojos, pero se puso de pie, sacudiéndose el polvo de la ropa.
—No tengo miedo de perderme, Buggy —respondió con un tono firme—. Solo me pregunto qué parte de la ciudad quieres ver. Si me haces caer en alguna de tus locuras, no te prometo que salgas ileso.
Buggy la miró de forma burlona, sabiendo que ella estaba bromeando, pero sin querer arriesgarse. Se levantó con agilidad y se sacudió, extendiendo una mano hacia ella en un gesto exagerado.
—Mi querida Mar, te prometo que no habrá locuras... hoy.
—Eso no es nada tranquilizador —replicó ella, pero aceptó su mano y ambos comenzaron a caminar por la terraza, bajando por las calles empedradas que llevaban de vuelta a los canales principales.
El bullicio de la ciudad se iba intensificando a medida que avanzaban. La gente corría de un lado a otro, ocupada con sus quehaceres diarios, mientras los barcos más pequeños iban y venían.
Caminaron sin rumbo fijo por las calles, mirando las tiendas y puestos que vendían todo tipo de mercancías, desde exóticos materiales de construcción hasta frutas y alimentos frescos. Buggy, con su naturaleza curiosa, no pudo evitar pararse en cada esquina para inspeccionar algo, desde los impresionantes barcos en construcción hasta algún objeto peculiar en los escaparates.
Después de un rato, Mar se detuvo frente a una pequeña plaza que tenía una fuente en el centro. Decidió sentarse en uno de los bancos de piedra cercanos, mientras Buggy seguía observando el lugar con interés.
—¿Sabes, Buggy? —comenzó ella—. Creo que al final, necesitábamos este momento. No solo por mí, sino por todos. Después de tanto caos... esto se siente bien.
—Sí, bueno, tampoco te acostumbres mucho —respondió él, con una sonrisa ladeada—. Pronto volveremos a las grandes aventuras, ya lo verás.
Mar sonrió, relajándose por completo, con Buggy a su lado, nunca sabía exactamente qué esperar, pero quizás eso era lo que lo hacía todo más interesante.
—Y entonces, ¿qué sigue? —preguntó Buggy, sentándose junto a ella y cruzando los brazos detrás de la cabeza—. ¿Te gustaría quedarte un poco más en este lugar, o vamos a explorar algo más?
Mar lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de decisión y travesura.
—¿Por qué no ambas cosas? —respondió, lista para lo que fuera que les deparara el resto del día.
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