── 𝟎𝟔. 𝐄𝐧𝐞𝐦𝐲 𝐨𝐫 𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐄𝐈𝐒 ── 𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐆𝐎 𝐎 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐎
El viento fresco de la mañana soplaba sobre Loguetown mientras Mar, acompañada por Buggy, caminaba entre las estrechas calles empedradas. La ciudad, que apenas había despertado, comenzaba a llenarse de comerciantes abriendo sus puestos y marineros ocupados en sus quehaceres. Sin embargo, las conversaciones y susurros que flotaban en el aire parecían diferentes hoy. Había algo en los ojos de algunos habitantes que se fijaban en Mar con un destello de reconocimiento.
A medida que avanzaban, Mar no podía evitar sentir una creciente incomodidad. Aunque el bullicio de Loguetown podía hacer que cualquiera se sintiera una pequeña parte de un todo, las miradas furtivas que recibía de los transeúntes comenzaban a hacerla sentir expuesta. Al principio, pensó que quizás era la presencia de Buggy lo que estaba atrayendo la atención. Después de todo, con su excéntrico estilo y fama, él solía ser un imán de miradas curiosas. Sin embargo, la situación se tornaba extraña cuando notó que incluso los más discretos parecían murmurar algo mientras pasaban.
—¿Lo has notado? —murmuró Mar, intentando no llamar más la atención.
—¿Notado qué? —preguntó Buggy con una mezcla de sorpresa y confusión, evidentemente distraído por su propia paranoia de ser visto en Loguetown.
—Las miradas... los susurros —respondió Mar, sus ojos recorriendo los alrededores con cautela.
—Bah, seguramente están hablando de mí. Ya sabes, el gran Buggy siempre causa revuelo donde sea que va —dijo Buggy con su habitual tono fanfarrón, aunque su mirada esquiva dejaba entrever un ligero nerviosismo.
Mar, sin embargo, no estaba tan segura. Su intuición le decía que esto no se trataba solo de la presencia de Buggy, decidida a obtener respuestas, se dirigió hacia un pequeño puesto donde un comerciante, un hombre mayor de aspecto bonachón, estaba organizando algunas frutas. Sus manos temblaron cuando notó que Mar se acercaba, como si recordara algo que lo llenaba de nervios.
—Buenos días —saludó Mar, intentando sonar casual—. ¿Ocurre algo? He notado que la gente me mira de una manera extraña.
El hombre la miró con ojos entrecerrados, estudiando su rostro por un momento antes de que su expresión cambiara. Su respiración se hizo más rápida, como si algo dentro de él hubiera despertado.
—No puede ser... —susurró el hombre para sí mismo, dando un paso atrás como si hubiera visto un fantasma.
—¿Perdón? —preguntó Mar, sorprendida por la reacción del comerciante.
—Tú... eres la niña del violín —murmuró el hombre, con una mezcla de asombro y miedo en su voz—. Todos te creíamos perdida hace años.
El corazón de Mar dio un vuelco ante aquellas palabras. El hombre la miraba con una intensidad que la hizo sentir vulnerable, como si en su mirada viera más de lo que ella misma podía recordar.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, intentando mantener la compostura, pero sintiendo que algo importante estaba por revelarse.
—Yo... recuerdo haberte visto en aquella villa, años atrás. No podrías olvidarlo, tú tocabas el violín en las calles, tan pequeña, tan... llena de tristeza —continuó el hombre, mirando hacia el vacío como si recordara un pasado lejano—. Todos en Loguetown lo sabíamos, la niña que fue abandonada por su hermano mayor, el que trabajaba para... ya sabes quién. Tu hermano te dejó sola, y luego simplemente... desapareciste. Hubo rumores, claro, que Dracule Mihawk te había tomado bajo su protección, pero nadie sabía si era cierto.
Mar sintió que sus piernas temblaban levemente al escuchar esas palabras, el hombre, que había sido testigo de una parte de su vida que ella misma había enterrado, le devolvía fragmentos de recuerdos que apenas podía procesar.
—Yo no lo recuerdo muy bien —admitió Mar, su voz vacilante, pero sus ojos seguían clavados en los del comerciante—. No recuerdo su rostro, ni siquiera su nombre. Es como si todo se hubiera desvanecido de mi memoria.
Buggy, que había estado observando la interacción con creciente curiosidad, finalmente intervino.
—¿Tu hermano trabajaba para una tripulación famosa y nunca dijiste nada? —preguntó, aunque su tono se mezclaba con incredulidad.
Mar lo miró de reojo, pero en ese momento, estaba demasiado concentrada en lo que el comerciante había dicho como para responderle. De alguna manera, el pasado que siempre había intentado desentrañar estaba empezando a mostrarse.
—No estoy aquí para encontrar el One Piece —dijo Mar, más para sí misma que para los demás—, pero mi hermano... siempre he sabido que él partió buscando ese tesoro. Yo solo quiero saber dónde esta. Tal vez encontrarlo... o encontrar algo que me explique quién es y su paradero
El comerciante, aún sorprendido por la revelación de que Mar estaba frente a él después de tantos años, asintió lentamente.
—Tendrás que ser cuidadosa en esta ciudad, niña. Aquí, el legado de Roger D. Gold es fuerte, muchos piratas lo veneran, pero otros... otros lo odian. Si tu hermano formó parte de su tripulación, hay quienes te verán como una amenaza. Y si eres realmente quien creo que eres, tendrás muchos ojos siguiéndote desde las sombras.
Mar tragó saliva, asimilando lo que el hombre le había dicho. Loguetown era un lugar lleno de historias, y ahora, ella misma parecía formar parte de una de las más grandes.
—Gracias por decírmelo —dijo Mar finalmente, dándose la vuelta para marcharse.
Buggy la siguió, claramente intrigado por la conversación que acababa de tener lugar.
—¿Entonces, realmente tu hermano era parte de la tripulación del gran... ya sabes quién? —preguntó Buggy, aún incrédulo.
—Es la primera pista que había descubierto —respondió Mar en voz baja, aun procesando lo que acababa de escuchar. Cada paso que daba en las calles de Loguetown la hacía sentir más conectada con su pasado, pero también más insegura sobre lo que podría encontrar al seguir ese camino.
Sin embargo, antes de que pudieran alejarse demasiado, una figura encapuchada apareció frente a ellos. Era un hombre alto, con una postura rígida y una capucha que ocultaba su rostro. Al notar su presencia, Buggy se puso en guardia de inmediato, listo para cualquier posible ataque.
—No busco pelea —dijo la figura, con una voz grave pero tranquila.
—¿Y qué buscas entonces? —preguntó Mar, sin mostrar signos de retroceder.
—Respuestas, al igual que tú —respondió el hombre—. He oído hablar de ti, la niña del violín, la protegida de Mihawk. Si lo que buscas son respuestas sobre tu hermano, tal vez pueda ayudarte.
Mar lo miró fijamente, tratando de medir sus intenciones. Cada palabra de aquel extraño la envolvía más en una red de secretos, mentiras, y la sombra del pasado que había comenzado a descubrir en Loguetown. El aire se sentía pesado, y por un momento el bullicio de la ciudad se desvaneció, dejándolos a ella y al hombre en un inquietante silencio.
—¿Quién eres? —preguntó finalmente, su voz firme pero temblorosa, sabiendo que la respuesta podría cambiarlo todo.
El hombre esbozó una media sonrisa, oscura y misteriosa.
—Alguien que sabe más de lo que deberías sobre tu hermano —respondió, su tono enigmático—. Pero te advierto, las respuestas que buscas pueden no ser las que esperas.
La advertencia dejó un eco inquietante en la mente de Mar. Buggy, quien observaba con los brazos cruzados, por primera vez parecía más serio, dejando atrás su habitual despreocupación. Sus ojos se entrecerraron, mostrando interés en lo que aquel desconocido tenía que decir.
—¿De que estás hablando? —insistió Mar, dando un paso hacia el hombre, sin bajar la guardia.
—Uno que puede arrastrarte a un destino peor que el que te dejó tu hermano —susurró la figura, sus palabras eran casi como un veneno.
De repente, en el breve parpadeo de un ojo, el hombre se desvaneció en el aire, ni un sonido, ni una huella. Nada. Como si nunca hubiera estado allí. Buggy y Mar quedaron mirando al vacío, sin poder reaccionar de inmediato.
—¿Qué demonios...? —Buggy frunció el ceño, mirando a su alrededor con desconfianza—. ¡Ese tipo desapareció como un maldito fantasma!
Mar respiraba con dificultad, la desaparición repentina había acelerado su corazón. Miró a Buggy, confundida y preocupada.
—Fue real, lo vi y sabía cosas sobre mi hermano que nadie más debería saber —murmuró Mar, aun buscando alguna señal de que el hombre regresaría, pero solo quedaba la sombra del callejón.
Buggy, siempre astuto, se acercó a ella, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
— Ese tipo sabe demasiado, y si aparece otra vez, no creo que sea solo para dar respuestas.
Mar asintió lentamente. La tensión en sus músculos no desaparecía, y las preguntas en su mente se multiplicaban. Su hermano, su legado, los secretos que había escondido durante todos estos años... ¿en qué estaba involucrado?
—No es seguro quedarnos aquí —murmuró, mirando alrededor como si esperara otro ataque sorpresa—. Necesitamos seguir adelante, llegar a Loguetown fue solo el principio.
Buggy, aún inquieto por la situación, asintió también.
—Sí, mejor seguir. Pero si ese tipo regresa, más te vale estar lista, esto se está volviendo más peligroso de lo que pensé.
Mientras caminaban de vuelta al puerto, Mar no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. Las respuestas sobre su hermano se sentían más cercanas, pero al mismo tiempo, más aterradoras.
La noche en Loguetown había traído consigo más preguntas que respuestas, mientras Mar y Buggy caminaban hacia el puerto, el aire parecía pesar más de lo habitual. Las luces de los faroles iluminaban tenuemente las calles, creando sombras que danzaban de manera inquietante sobre los adoquines desgastados. Mar, aún afectada por el encuentro con aquel misterioso hombre, no dejaba de preguntarse qué secretos podrían estar enterrados bajo la historia de su hermano. Las palabras seguían resonando en su mente, cada vez más ominosas.
Al llegar al barco, Mar encontró a su tripulación esperándola. Hikari, Ren y Kaito estaban en la cubierta, conversando en voz baja, pero al verla aparecer con Buggy, los tres se pusieron de pie de inmediato. La tensión en el aire era palpable. Sabían que algo importante había sucedido, y estaban ansiosos por escuchar lo que Mar tenía que decir.
—¿Estás bien? —preguntó Hikari, con preocupación evidente en sus ojos.
—Sí, estoy bien —respondió Mar, aunque su tono de voz era serio—. Pero hemos encontrado algo más... complicado de lo que esperaba.
Los tres tripulantes intercambiaron miradas, y Buggy, que aún estaba presente, se adelantó, alzando una ceja.
—¿Complicado? Eso es decir poco —murmuró, sacudiendo la cabeza—. Tu amiguito misterioso parece que sabe demasiado sobre ti y tu hermano. Más de lo que cualquiera debería saber.
Mar asintió, tomando aire profundamente antes de continuar.
—Escuchen, hay algo importante que quiero discutir con ustedes, hemos formado una alianza con Buggy y su tripulación.
Los ojos de Hikari se entrecerraron, mientras que Ren y Kaito parecían sorprendidos, aunque no alarmados. Kaito, siempre directo, fue el primero en romper el silencio.
—¿Una alianza? ¿Con él? —dijo, señalando a Buggy con un dedo, casi incrédulo.
—Sí, con él —afirmó Mar con firmeza, cruzando los brazos—. Buggy puede parecer... complicado, pero él conoce bien los mares. Y en este momento necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.
Hikari frunció el ceño, pero confió en la decisión de Mar.
—Si tú lo dices, capitana, lo acepto —dijo con un tono de resignación. Hikari siempre había sido leal, pero sabía cuándo plantear dudas—. Aunque no sé si confiar en alguien tan... volátil es lo mejor.
—Es solo temporal —añadió Buggy, intentando aclarar las cosas—. No soy un hombre de alianzas largas, pero soy práctico. Además, si logramos obtener algo útil, todos ganamos.
Ren, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso al frente. Su voz sonó más cautelosa que crítica.
—¿Y cuál es el plan ahora, capitana? —preguntó, con los brazos cruzados.
Mar tomó otro respiro profundo. Sabía que lo que estaba por decir no sería fácil de aceptar para algunos, pero era necesario.
—Mañana volveremos a la plaza de ejecución, el lugar donde ejecutaron a Roger —anunció finalmente, su tono solemne.
La tripulación enmudeció. Incluso Buggy pareció contener la respiración por un momento. Todos sabían lo que ese lugar representaba: el punto final de la vida del Rey de los Piratas, el hombre que había iniciado la Gran Era de la Piratería. Visitar ese lugar no era algo que se tomara a la ligera.
—¿Por qué? —preguntó Kaito, con una ceja levantada—. ¿Qué esperamos encontrar allí? Ese lugar es un símbolo, pero ya no queda nada.
—Eso creí hasta hoy —respondió Mar, levantando la mirada hacia su tripulación—. Alguien me ha dado información que parece saber más de lo que nosotros sabemos. Y no podemos ignorarlo. Mi hermano trabajó para Roger, y si hay respuestas sobre su paradero o los secretos que me ocultó, es probable que estén relacionadas con ese lugar.
Ren parecía procesar la información en silencio, mientras que Hikari asintió lentamente, como si las piezas comenzaran a encajar.
—Si tu hermano estuvo involucrado con Roger, podría haber dejado alguna pista, algo que nos ayude a entender donde esta —dijo Hikari.
—Exactamente. Y aunque no es seguro que encontremos algo, no podemos dejar ninguna piedra sin levantar —concluyó Mar—. Mañana investigaremos, pero debemos estar preparados para cualquier cosa. Loguetown no es un lugar seguro, especialmente para los piratas, y menos aún para aquellos que buscan información sobre el Rey de los Piratas.
—¿Crees que habrá problemas? —preguntó Ren, siempre cauteloso.
—Es probable —respondió Mar con franqueza—. Ya nos hemos expuesto más de lo que me gustaría. Si ese hombre vuelve, o si alguien más descubre lo que estamos buscando, podría haber conflictos. Necesitamos estar alerta.
Buggy, que había estado escuchando atentamente, se inclinó hacia adelante.
—Yo me encargaré de vigilar a los curiosos. Mis hombres están acostumbrados a las distracciones, y aunque no me guste meterme en problemas más grandes de los necesarios, haré lo que haga falta para que esta alianza funcione.
La tripulación de Mar asintió, aunque todavía había dudas en el aire. No era fácil confiar en Buggy, y mucho menos en la idea de que podrían estar caminando hacia una trampa o un conflicto mayor. Pero Mar sabía que no tenían otra opción. El camino hacia la verdad no sería fácil, y ella no estaba dispuesta a retroceder.
—Descansen esta noche —ordenó Mar—. Mañana será un día largo, y necesitamos estar preparados para lo que venga.
Hikari, Ren y Kaito asintieron antes de dispersarse para preparar sus cosas y descansar. Buggy, por su parte, le lanzó una última mirada a Mar antes de marcharse hacia su propio barco, probablemente para comunicar el plan a su tripulación.
Cuando Mar se quedó sola en la cubierta, el silencio de la noche se sintió abrumador. Observó las estrellas, recordando las palabras del hombre que había aparecido en el callejón. "Las respuestas que buscas pueden no ser las que esperas". Esas palabras seguían resonando en su mente, llenándola de una mezcla de anticipación y temor. Sabía que estaba más cerca de la verdad sobre su hermano, pero también sabía que la verdad siempre venía con un precio.
Mientras el viento nocturno acariciaba su rostro, Mar respiró profundamente, intentando calmar su mente. El día siguiente sería crucial, y necesitaba estar preparada para todo lo que pudiera suceder. Pero no estaba sola. Tenía a su tripulación, a sus amigos, y, aunque fuera temporal, tenía a Buggy y su gente.
Mañana, se enfrentarían a la historia, a los fantasmas del pasado, y tal vez, finalmente, encontrarían las respuestas que tanto había buscado y mientras el puerto de Loguetown permanecía en silencio bajo la luz de la luna, la capitana Mar se mantuvo firme, decidida a continuar su viaje hacia lo desconocido
El sol apenas comenzaba a asomarse sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados. El puerto de Loguetown todavía estaba tranquilo, con un leve murmullo de actividad en la distancia mientras los primeros barcos zarpaban. La tripulación de Mar aún dormía, recuperándose de la larga noche de planificación. Sin embargo, ella no podía dormir. La mente de Mar seguía ocupada con lo que estaba por venir, con las posibles respuestas que le aguardaban en la plaza de ejecución, y con las incógnitas sobre su hermano.
Sentada en la proa de su barco, Mar sostuvo su violín. El instrumento, regalado por su hermano muchos años atrás, siempre había sido su escape, su manera de procesar los sentimientos que no podía expresar con palabras. Cerró los ojos y dejó que sus dedos se deslizaran por las cuerdas, comenzando a tocar una melodía suave, nostálgica, llena de emoción. Cada nota parecía llenar el aire con un eco de recuerdos y esperanzas.
La música flotaba a través del puerto, calmada, casi mágica, envolviendo todo a su alrededor. Mar tocaba con los ojos cerrados, dejando que las emociones la guiaran. Pero entonces, sintió algo extraño. Una leve presencia, como si alguien o algo la estuviera observando. Abrió los ojos lentamente, sin dejar de tocar, y miró a su alrededor. Al principio, no vio nada, pero luego escuchó un suave gruñido proveniente del muelle cercano.
Allí, parado con curiosidad en la distancia, estaba un león. Grande, imponente, pero no agresivo. El animal la observaba con la cabeza ligeramente inclinada, como si estuviera tratando de entender el sonido que salía del violín. Mar, sorprendida pero no asustada, dejó de tocar momentáneamente, mirando al león con cautela.
—¿Qué haces aquí? —murmuró, más para sí misma que para el león.
El animal dio unos pasos hacia ella, acercándose lentamente, con los ojos fijos en el violín. No había señales de agresión, solo curiosidad. Mar sonrió suavemente y comenzó a tocar de nuevo, esta vez con una melodía más alegre, animada, como si tratara de comunicarse con el león a través de la música.
Para su sorpresa, el león se sentó, como si estuviera disfrutando de la melodía. A medida que Mar seguía tocando, el gran animal comenzó a balancear su cabeza de un lado a otro, casi como si estuviera siguiendo el ritmo. Era una escena surrealista: una capitana pirata tocando su violín en el amanecer de Loguetown, mientras un león, que debía pertenecer a algún circo o grupo de piratas, se sentaba tranquilamente escuchándola.
Después de unos minutos, Mar dejó de tocar y el león se acercó más, con un gruñido bajo pero amistoso. Inclinó su enorme cabeza hacia ella, y Mar extendió una mano con cautela, acariciando su melena.
—Bueno, parece que tienes buen gusto musical —dijo con una sonrisa, riendo suavemente al notar la docilidad del león.
De repente, escuchó pasos apresurados detrás de ella. Se giró rápidamente, con la mano aún sobre el león, para ver a un hombre corriendo hacia ellos, un joven de cabello rubio despeinado y ojos ansiosos. Era Mohji, el domador de bestias de la tripulación de Buggy, y claramente estaba buscando a su compañero.
—¡Richie! —gritó Mohji, jadeando cuando vio al león junto a Mar—. ¡Ahí estás! ¿Qué haces? ¡Vamos, ven aquí!
Pero Richie, el león, no se movió. De hecho, parecía bastante cómodo al lado de Mar, casi reacio a alejarse. Mohji miró a Mar con asombro y, quizá, un poco de desconfianza.
—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Mohji, acercándose lentamente—. Richie no suele encariñarse con extraños tan rápido, especialmente con personas que no son de nuestra tripulación.
Mar sonrió levemente, sin apartar la mano de la melena del león.
—Supongo que la música calma a las bestias —respondió, encogiéndose de hombros—. O quizá Richie tiene buen gusto.
Mohji observó la escena con una mezcla de sorpresa e incomodidad. Richie, el león feroz que siempre había sido su compañero más cercano, ahora estaba dócil junto a esta extraña capitana pirata.
—Bueno... parece que le caes bien —murmuró Mohji, finalmente relajándose un poco—. No puedo decir que eso pase a menudo.
Mar soltó una pequeña risa.
—Supongo que es un buen compañero —dijo, mirando al león con una expresión tierna. Luego, se volvió hacia Mohji—. ¿Lo estás buscando?
—Sí —asintió Mohji—. Se escapó mientras estaba distraído. Pensé que estaba en problemas, pero veo que simplemente encontró a alguien con quien pasar el rato.
Richie soltó un pequeño rugido, como si respondiera al comentario de su domador. Mar se inclinó hacia el león una vez más, acariciándolo una última vez antes de levantarse.
—Bueno, parece que Richie está bien —dijo, dirigiéndose a Mohji—. Será mejor que lo lleves de vuelta antes de que Buggy lo note.
Mohji asintió, aún mirando a Mar con cierta curiosidad.
—¿Sabes? No muchos pueden acercarse tanto a Richie sin salir corriendo o acabar... bueno, heridos. Debes tener algo especial.
Mar no respondió de inmediato, solo miró al león una última vez antes de sonreír.
—Todos tenemos nuestras maneras de conectar, supongo.
Con eso, Mohji hizo un gesto para que Richie lo siguiera, aunque el león parecía reacio a dejar a Mar. Finalmente, tras un último gruñido, el león se levantó y comenzó a caminar detrás de su domador.
Mar observó cómo se alejaban por el muelle, la extraña conexión que había formado con el león todavía fresca en su mente. A pesar de la rareza de la situación, sintió una extraña paz al ver cómo Richie se alejaba, se dio cuenta de que ya era hora de reencontrarse con su tripulación. Habían acordado que ese día irían junto a Buggy a uno de los lugares más importantes en la historia de los piratas: el lugar donde Roger había sido ejecutado.
Mar caminó por el puerto con paso decidido, aún meditando sobre todo lo que había sucedido hasta entonces. Las revelaciones acerca de su hermano, los secretos que envolvían su pasado y el encuentro con ese misterioso hombre en el callejón. Todo parecía llevarla al mismo punto: ese lugar, el sitio donde todo comenzó para la era de los piratas.
Cuando llegó al punto de reunión, Buggy ya estaba allí, rodeado de su tripulación. Mohji estaba junto a Richie, quien al verla se removió levemente como si la reconociera. Cabaji estaba cerca, afilando su espada con una expresión seria. Buggy, por su parte, mantenía su típica pose arrogante, aunque había un leve brillo de expectación en sus ojos, como si también sintiera el peso de lo que estaban a punto de hacer.
—¡Ah, has llegado! —exclamó Buggy al verla acercarse, con su tono burlón pero sin malicia esta vez.
Mar cruzó los brazos y lo miró con una ceja levantada.
—¿Estás listo, Buggy? —preguntó ella, sin rodeos.
El payaso pirata hizo una mueca exagerada, llevándose una mano al pecho dramáticamente.
—¡Por supuesto que estoy listo! ¿Qué clase de capitán piensas que soy? —respondió él, aunque su tono luego se volvió más serio—. Este lugar al que vamos... no es uno cualquiera. Si no estás lista para lo que podrías descubrir, más vale que lo pienses dos veces.
Mar lo miró fijamente, su resolución firme.
—Voy a descubrir la verdad, sea lo que sea. Si eso me lleva a más preguntas, las responderé, y si me lleva a más lugares, viajaré. —Su mirada se dirigió brevemente al violín que colgaba a su espalda—. He pasado demasiado tiempo en la sombra de los secretos. Es hora de dar un paso adelante.
Buggy observó su determinación, y aunque intentó ocultarlo con una sonrisa socarrona, había un atisbo de respeto en su expresión.
—Como quieras, pero no digas que no te lo advertí. ¡Vamos, chicos! —Buggy levantó la mano, dando la señal a su tripulación para que se prepararan—. Es hora de caminar por la historia.
Mar asintió y miró a Hikari, Ren y Kaito, quienes estaban a su lado, preparados para lo que fuera que el día les deparara. Juntos, con Buggy y su estrafalaria tripulación, comenzaron a caminar hacia el corazón de Loguetown, donde la historia de Roger aún resonaba en las paredes de la ciudad. El sitio donde el Rey de los Piratas había sido ejecutado los esperaba.
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