𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 ── 𝐀𝐋𝐈𝐀𝐍𝐙𝐀
| Meses antes de la muerte de Roger |
El barco se balanceaba suavemente sobre el océano mientras la tripulación se dispersaba por la cubierta, algunos cantando, otros ocupados con sus tareas cotidianas. Bajo el cielo despejado, Buggy estaba sentado afilando un cuchillo, mientras uno de sus compañeros miraba al horizonte con una expresión pensativa.
—Oye, Buggy —dijo su compañero de repente, con una sonrisa que no le abandonaba—. ¿Alguna vez te he contado sobre mi hermana?
Buggy, que estaba entretenido en su propia tarea, levantó una ceja sin levantar mucho la vista. Fingía desinterés, pero su curiosidad se despertó.
—¿Hermana? ¿Tienes una hermana? —gruñó, sin dejar de afilar su cuchillo—. Nunca la has mencionado.
Su colega asintió, su mirada permaneciendo en el mar como si estuviera siguiendo algún pensamiento lejano.
—Sí... es menor que yo, unos años más joven. Siempre fue especial —dijo, con una leve sonrisa nostálgica—. Era la única persona que podía hacerme reír en los momentos difíciles. Incluso de niños, tenía una forma de ver el mundo que siempre me hacía pensar.
Buggy hizo una mueca, intentando no mostrar demasiado interés.
—¿Y qué? —replicó con desdén—. Los hermanos siempre son un problema. Demasiadas preocupaciones, si me preguntas.
El joven rió suavemente, negando con la cabeza.
—Tal vez, pero no ella. Tiene algo distinto, una especie de fuego en su interior, nunca se rinde, aunque la situación se pusiera difícil. Y le di un regalo de cumpleaños, algo que me recordó a nuestra madre —su sonrisa se amplió un poco, pero aún con un toque de melancolía—. Creo que eso la hacía sentir conectada con ella, de alguna forma.
Buggy dejó escapar un resoplido, pero esta vez con una pizca de curiosidad.
—Un regaló, ¿eh? Bah, sigue siendo solo una niña —respondió, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué te preocupas tanto por ella? Seguro que no sabe cómo manejarse sola.
El joven compañero lo miró con una expresión tranquila, casi divertida.
—Quizás no lo creas, Buggy, pero estoy seguro de que ella se las va a arreglar mejor de lo que crees. Tiene un espíritu fuerte, y algún día, sé que va a sorprender a muchos.
Buggy frunció el ceño, entre molesto e intrigado.
—Bueno, no me interesa. Demasiado drama —gruñó, volviendo a centrarse en su cuchillo—. Las hermanas solo traen problemas. Pero bueno, si dices que es fuerte... quién sabe.
El joven soltó una risita.
—Ya lo verás, Buggy. Quizás algún día te cruces con alguien como ella. Y cuando lo hagas, te darás cuenta de lo que te estoy diciendo.
| En la actualidad, Big Top |
Buggy se encontraba en la cubierta de su barco mirando con una mezcla de frustración y cansancio el horizonte grisáceo que se extendía ante él. Las nubes de tormenta parecían arremolinarse lentamente, prometiendo que la calma del océano no duraría mucho tiempo más. Pero no era el clima lo que inquietaba al excéntrico pirata; su mente estaba enredada en pensamientos mucho más perturbadores.
El recuerdo del encuentro con Mar y su tripulación unos días atrás lo seguía atormentando como una espina clavada en su orgullo. Ese estúpido error, ese ridículo malentendido, lo hacía hervir de rabia cada vez que lo pensaba. Buggy, el infame Capitán Payaso, había atacado a la tripulación de Mar por accidente, confundiéndolos con unos piratas enemigos. Había sido un completo desastre. No solo había ofendido a Mar, sino que, para colmo, su tripulación había terminado siendo avergonzada cuando la verdadera naturaleza del malentendido salió a la luz.
—¡Esto es inaceptable! —gritó Buggy mientras lanzaba una botella vacía de ron al mar. El sonido del vidrio rompiéndose en mil pedazos sobre la cubierta resonó por todo el barco, y su tripulación, ya acostumbrada a sus rabietas, se apresuró a apartarse de su camino.
Mohji, fiel seguidor de Buggy y maestro domador de animales, estaba a un lado acariciando a Richie, su león mascota. Observaba con preocupación cómo su capitán se sumergía cada vez más en su frustración.
—Capitán, no creo que sea tan grave... —aventuró Mohji con cautela, intentando calmarlo sin desafiarlo directamente.
Buggy se giró hacia él, con los ojos desencajados y una expresión de incredulidad.
—¿No es tan grave? —repitió, cada palabra saliendo más estridente que la anterior—. ¡¿No es tan grave?! ¡Atacamos a la persona equivocada, Mohji! ¡Y no a cualquiera, sino a Mar, la mismísima pirata violinista! ¿Tienes idea de cómo eso afecta mi reputación? ¡El Capitán Buggy, humillado frente a una tripulación que ni siquiera buscaba pelea!
Mohji tragó saliva y retrocedió un paso. Sabía que Buggy se tomaba su imagen muy en serio. Para el payaso, la percepción lo era todo. Si los demás piratas se enteraban de que había sido humillado, sería motivo de burla durante meses... o incluso años.
Cabaji, el acróbata de la tripulación, se acercó también, intentando suavizar el ambiente.
—Capitán, aún tenemos una oportunidad de arreglar esto —dijo con su tono tranquilo y calculado—. Mar no parece del tipo que guarda rencores. Si actuamos con inteligencia, podemos convertir esta situación en nuestro favor. Quizás todavía podamos formar una alianza con ella.
Buggy frunció el ceño, aunque las palabras de Cabaji parecían hacer eco en su mente. No había considerado esa posibilidad. A pesar del fiasco, todavía había una oportunidad de recuperar su posición. Al fin y al cabo, Mar era una pirata con potencial, una pieza clave en sus planes. Si jugaba bien sus cartas, podría persuadirla para que formaran una alianza.
El capitán de cabello azul se giró hacia la proa del barco, mirando el vasto océano. Por un momento, su mente comenzó a retroceder en el tiempo, volviendo a una época en la que él no era capitán, sino un simple pirata bajo el mando de otra tripulación.
Recordaba en aquellos días en el que Buggy no tenía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Era solo uno más en la tripulación de aquel hombre, trabajando junto a otros piratas. Había tenido un compañero, siempre estaban peleando, pero también siempre estaban juntos. Ese joven, siempre sonriente, le hablaba ocasionalmente de su familia.
Buggy recordó una noche en particular, cuando su compañero mencionó a su hermana menor. Era raro que hablara de ella, pero lo hizo esa vez, y Buggy no había prestado atención.
Para él, las conversaciones sobre familia eran irrelevantes en la vida de un pirata. Lo único que importaba era encontrar tesoros y hacer su propio nombre en el mar. Pero ahora, recordando aquella conversación, sintió que había algo más, algo que estaba pasando por alto.
Regresó al presente con una sacudida. No tenía tiempo para esas memorias borrosas. Lo que importaba ahora era que Mar estaba en el presente, y él tenía que reparar su error si quería que esa alianza sucediera.
—¡Cabaji tiene razón! —declaró finalmente, con una chispa renovada en sus ojos—. Todavía hay una oportunidad de arreglar esto, y la vamos a aprovechar.
Cabaji asintió, satisfecho de que su capitán hubiera recuperado su foco. Mohji también suspiró aliviado, aunque seguía preocupado por la volátil naturaleza de Buggy.
—¿Y qué hacemos ahora, capitán? —preguntó Cabaji, dando un paso adelante.
—Primero, necesitamos encontrar a Mar de nuevo —dijo Buggy, cruzándose de brazos mientras sus engranajes mentales comenzaban a girar—. Y cuando lo hagamos, no vamos a disculparnos. ¡Oh no! Le haremos ver que necesitamos trabajar juntos. Le mostraré que tenerme de su lado es lo mejor que le puede pasar.
—¿Y cómo planeas hacer eso? —inquirió Mohji, arqueando una ceja.
—¡Porque soy Buggy, el gran Capitán Payaso! —respondió Buggy con una sonrisa arrogante—. ¡No necesito disculpas ni excusas! ¡Voy a hacer que ella quiera ser mi aliada!
El viento empezó a soplar con más fuerza, y las velas del "Big Top" se inflaron. Buggy sintió que el destino lo estaba empujando hacia adelante, pero también había una pequeña semilla de duda en su interior. Aunque no lo quería admitir, algo sobre Mar le resultaba familiar. Tal vez era su talento con el violín o la manera en que se movía con una mezcla de confianza y vulnerabilidad. Pero cada vez que trataba de recordar, la imagen se desvanecía, dejándole con más preguntas que respuestas.
Recordó las noches en las que él y su compañero solían observar las estrellas desde la cubierta de su antiguo barco, hablando de sueños y ambiciones. Recordó, aunque vagamente, cómo su compañero mencionaba una y otra vez que haría cualquier cosa por proteger a su hermana.
—Tal vez por eso no la menciona mucho —pensó Buggy en voz baja—. Quizá la quería mantener a salvo de todo esto.
Mientras trataba de hilar sus pensamientos, Mohji y Cabaji lo observaban desde una distancia prudente. Sabían que Buggy tenía un pasado lleno de secretos y dudas, aunque jamás lo admitía en voz alta. Para ellos, solo quedaba seguirlo en su loca búsqueda de poder y respeto.
Pero Buggy, en ese momento, no podía evitar sentirse inquieto. Mar era clave para su plan, pero había algo en ella que lo descolocaba. Algo que no lograba entender del todo, como un eco lejano de una vida que había dejado atrás.
Sin embargo, dejó esos pensamientos a un lado. Ahora mismo, lo que importaba era reencontrarse con ella y recuperar su orgullo. Y, si la suerte estaba de su lado, también lograría formar una alianza que lo haría invencible en los mares.
—Prepárense, chicos —dijo Buggy finalmente—. ¡Vamos a encontrar a Mar, y esta vez, todo saldrá como yo quiero! ¡Zarparemos a Loguetown!
—¡¿Loguetown?! —preguntó sus aliados atemorizados—. Nos asesinaran en un instante como la anterior vez
—¡No me importa!
| En alguna parte, hacia Loguetown |
La tenue luz de la luna bañaba el mar en un suave resplandor plateado mientras el "La Balada de los Vientos" avanzaba serenamente por las aguas. Era una noche tranquila, pero en el corazón de Mar, la calma del exterior no reflejaba la tormenta interna que la azotaba. Había pasado la noche anterior inmersa en la investigación sobre Roger, su hermano, y el misterioso legado que parecía envolver cada paso que daba desde que escuchó aquellos rumores en el bar. Aún no podía creer lo que había oído: su hermano había sido parte de la tripulación del Rey de los Piratas.
Mar se encontraba en su camarote, rodeada de viejos mapas, notas y pergaminos, todos extendidos sobre la mesa de madera desgastada por los años. La lámpara de aceite parpadeaba, proyectando sombras danzantes en las paredes, lo que parecía reflejar su propio estado de ánimo. Sus dedos repasaban distraídamente una ruta marcada en uno de los mapas, la que los llevaba hacia Loguetown, el lugar donde el gran Roger D. Gold había sido ejecutado. Esa ciudad representaba el final de una era y, al mismo tiempo, el comienzo de otra. Y ahora, por extrañas coincidencias del destino, ella y su tripulación se dirigían allí.
El peso de las revelaciones recientes seguía pesando en su mente. Recordar a su hermano era doloroso, pero el hecho de que él le hubiera ocultado tanto la llenaba de confusión y, en cierta medida, de resentimiento ¿Cómo había podido mantener en secreto una verdad tan importante, tan fundamental para dejarla por el One Piece?
De repente, un golpe suave en la puerta interrumpió sus pensamientos.
—Capitana, ¿puedo entrar? —Era la voz enérgica de Hikari, su compañera de confianza.
—Adelante —respondió Mar, sin apartar la mirada del mapa frente a ella.
Hikari entró con su habitual energía y curiosidad, pero esta vez su rostro mostraba una expresión más seria. Sabía que algo importante rondaba la mente de Mar desde que salieron de aquel bar.
—¿Has descubierto algo nuevo? —preguntó Hikari mientras se acercaba a la mesa y miraba por encima del hombro de Mar.
Mar suspiró, finalmente apartando la vista del mapa para enfrentarse a la realidad.
—Nada nuevo, pero algo comienza a tomar forma en mi cabeza —respondió Mar con voz calmada—. Ir a Loguetown... no tengo claro qué esperar de ese lugar.
Hikari frunció el ceño, acercándose más para ver los pergaminos y los mapas que Mar había extendido sobre la mesa.
—Loguetown... el lugar donde ejecutaron al Rey de los Piratas —murmuró Hikari, como si al decirlo en voz alta el nombre cobrara un nuevo significado.
—Así es —afirmó Mar—. Mi hermano estaba allí. Trabajó para Roger, y nunca me lo dijo, no sé si quería protegerme o si simplemente no me consideraba digna de saberlo. Y, según lo que escuchamos, mi hermano estuvo más cerca de él de lo que jamás imaginé... Tal vez hasta el final.
Ren y Kaito, los otros dos miembros de su tripulación más cercanos, entraron en ese momento, observando a Mar con esa mirada tranquila que solía usar cuando las cosas parecían complicadas.
—¿Por qué crees que te ocultó algo así? —preguntó Ren, cruzando los brazos y mirando a su capitana.
Mar se pasó una mano por el cabello, apartando los mechones que le caían en la frente. La pregunta de Ren resonaba en su cabeza muy frecuente. ¿Por qué? Esa era la pregunta que no podía dejar de hacerse. ¿Por qué la había dejado sola? ¿Por qué había ocultado algo tan importante?
—No lo sé —admitió finalmente—. Quizá pensó que no lo entendería, o tal vez creyó que era demasiado joven para que me importara. Pero todo esto... suena tan lejano ahora. Es como si estuviera intentando recordar a alguien que solo existió en un sueño. Su rostro, su voz... están borrosos en mi mente.
—¿Estás segura de que esa información es confiable? —preguntó Ren, su tono era más pragmático, como siempre. Ren era el pensador del grupo, el que siempre buscaba lógica y razón en medio del caos—. Puede que sean solo rumores. A fin de cuentas, en este mundo, las leyendas se deforman con el tiempo.
—Puede ser —admitió Mar, apartando un mechón de cabello de su rostro—. Pero algo dentro de mí me dice que es verdad.
Kaito, quien había permanecido en silencio, dio un paso adelante. Era el más calmado del grupo, el que solía mantener los pies en la tierra cuando todos los demás se agitaban por las emociones del momento.
—No tenemos todas las respuestas aún —dijo Kaito, con su tono siempre tranquilo—, pero lo importante es que estamos en el camino correcto. No te apresures a encontrarlo todo de golpe. Tal vez Loguetown tenga las respuestas que estás buscando.
Mar lo miró, agradecida por sus palabras. Sabía que Kaito tenía razón. La ansiedad por comprender todo de inmediato no la ayudaría. Sin embargo, el saber que su hermano había estado tan cerca de una leyenda como Roger solo hacía que sus dudas crecieran.
—Nos estamos acercando a Loguetown —anunció Ren mientras se asomaba por la pequeña ventana del camarote—. Es mejor que descansemos. El día de mañana podría ser agitado.
Hikari asintió con una sonrisa juguetona, tratando de aligerar el ambiente.
—Sí, capitana, necesitarás toda tu energía. No querrás enfrentar a piratas, marines y fantasmas del pasado sin haber dormido bien, ¿verdad?
Mar rió suavemente, agradeciendo el intento de Hikari por aliviar la tensión.
—Tienes razón —dijo—, pero antes de descansar, quiero dejar algo claro.
La tripulación se acercó más, esperando las palabras de su capitana.
—El hecho del que el One Piece no es nuestro objetivo—comenzó Mar, con firmeza—, eso no significa que no enfrentaremos peligros en nuestro camino, en estos lugares estan lleno de piratas y cazadores que lo persiguen, y cruzar nuestros caminos con ellos es inevitable. Pero nosotros... —Mar miró a cada uno de ellos con determinación—, somos una familia aquí, aceptare y sin oponerme de que cada uno de ustedes elijan su destino... es lo menos que puedo agradecerles por todo lo que han hecho.
—A donde tú vayas, iremos contigo.
Mar sintió un nudo en la garganta ante esas palabras, agradecida por tener una tripulación tan leal. Por mucho que el pasado la atormentara, sabía que no estaba sola en este viaje. Sus compañeros no solo la seguían, la apoyaban, y eso era lo que la mantenía en pie.
—Gracias —dijo en voz baja, mirando a cada uno de ellos.
La noche siguió su curso, y tras un rato de conversación ligera, la tripulación se dispersó para descansar. Solo el susurro de las olas y el crujido del barco acompañaban a Mar mientras regresaba a su camarote. El peso de lo que había escuchado seguía en su mente, pero la calidez de su tripulación la ayudaba a mantener la calma.
A la mañana siguiente, mientras el sol despuntaba en el horizonte, Mar se despertó con el sonido de voces agitadas en la cubierta. Se levantó rápidamente y salió a ver qué sucedía.
—¡Capitana! —gritó Hikari desde la proa—. ¡Estamos cerca de Loguetown!
Mar se unió a ellos, sintiendo la emoción y la tensión que se cernía sobre su tripulación. Loguetown estaba a la vista, un lugar lleno de historia, de leyendas y de peligros.
—Es hora —murmuró Mar, mientras se preparaba mentalmente para lo que vendría.
Sabía que allí encontraría más respuestas, pero también sabía que no sería un camino fácil, notando que laatmósfera de Loguetown era densa, cargada de historias y recuerdos que impregnaban cada calle, cada rincón. El bullicio de la ciudad portuaria era abrumador, y los vendedores gritaban sus ofertas mientras piratas y ciudadanos se entremezclaban en las abarrotadas calles. El puerto era un lugar de actividad constante, con barcos que entraban y salían, algunos en busca de aventura y otros huyendo de su pasado.
Mar caminaba al frente de su tripulación, sus ojos recorriendo cada detalle del entorno, tratando de encontrar algún rastro, alguna pista que pudiera guiarla hacia las respuestas que tanto anhelaba. Su mente seguía ocupada con los pensamientos sobre su hermano, sobre Roger, y sobre lo que podría encontrar en esa ciudad. Loguetown, el lugar donde el Rey de los Piratas fue ejecutado, su corazón latía con fuerza, y aunque intentaba mantenerse calmada, no podía evitar sentir una mezcla de ansiedad y determinación.
—¿Por dónde empezamos? —preguntó Ren, mirando a su alrededor, claramente abrumado por la inmensidad de la tarea.
Hikari se cruzó de brazos, con una sonrisa confiada en su rostro. Siempre encontraba la manera de ver el lado positivo, incluso en los momentos más tensos.
—Loguetown es grande, pero somos buenos. Solo tenemos que separarnos, buscar pistas en cada rincón. La información está aquí, solo debemos saber dónde buscar —respondió con seguridad.
Mar asintió, aunque su mente seguía en otro lugar. Sabía que el tiempo era limitado, y aunque no buscaban el One Piece, todo en esta ciudad parecía relacionado con ese legendario tesoro.
—De acuerdo. Nos separaremos —decidió Mar, finalmente tomando el control de la situación—. Kaito, Hikari, Ren, vayan por su cuenta. Pregunten, escuchen, y si encuentran algo interesante, nos encontraremos en el muelle al anochecer.
—¿Y tú, capitana? —preguntó Kaito, su voz siempre tan serena y calculada.
—Tambien investigare —respondió Mar, sin dar más explicaciones. Sabía que necesitaba un tiempo sola, para ordenar sus pensamientos, y quizás encontrar algo más personal, que esta misión era importante para su capitana y querían darle el espacio necesario para investigar por su cuenta. Sin decir una palabra más, se dispersaron en diferentes direcciones, desapareciendo entre la multitud de Loguetown.
Mar se quedó sola, caminando con un aire de cautela y serenidad, aunque su mente seguía en ebullición. Las historias sobre Loguetown eran tan vastas como las olas del mar, y cada paso que daba la llevaba más profundo en un laberinto de recuerdos y secretos olvidados, las personas a su alrededor pasaban de largo, ajenas a la tormenta que Mar llevaba dentro de sí.
Se adentró en calles más estrechas, alejándose del bullicio principal. Loguetown tenía sus rincones más oscuros, callejones donde la luz del sol apenas llegaba y donde el murmullo de la ciudad se disipaba en un silencio inquietante, mientras caminaba por uno de esos callejones, con las paredes altas y mohosas a ambos lados, una sensación extraña comenzó a apoderarse de ella. No estaba sola.
Antes de que pudiera reaccionar, un brazo la agarró por la cintura, y otro cubrió su boca, arrastrándola hacia las sombras con rapidez. Mar intentó luchar, pero la fuerza de su captor era sorprendente. Sintió el frío del acero de una hoja contra su espalda, indicándole que cualquier movimiento brusco podría costarle caro.
—¿Qué demonios...? —murmuró entre dientes, intentando alcanzar su violín, pero el agarre era firme, impidiéndole moverse con libertad.
La persona que la había atrapado la empujó contra una pared, sosteniéndola en su lugar con una mano sobre su boca para evitar que gritara. Mar se tensó, dispuesta a pelear con todas sus fuerzas. Pero entonces, la figura encapuchada que la había capturado inclinó su rostro hacia el suyo, revelando un detalle que la hizo detenerse. Una risa suave, casi burlona, resonó en sus oídos.
—¡Tranquila, Mar! ¡Tranquila! —susurró una voz familiar.
—¡Buggy! —exclamó Mar con una mezcla de sorpresa e irritación, tratando de soltarse—. ¿Qué estás haciendo?
Allí, de pie frente a ella, estaba Buggy, con su habitual sonrisa socarrona y un brillo de nerviosismo en sus ojos, estaba encapuchado y se la quito, intentaba ocultarse pero su apariencia colorida y excéntrica era imposible de disimular.
—Relájate, relájate. Solo quería una pequeña charla privada —dijo, aún con una sonrisa burlona en los labios levantando las manos en señal de paz—. No es nada personal, pero no podíamos dejar que te pasearas por aquí sin saber lo que estás buscando. ¿O creías que Loguetown era un lugar seguro para ti?
Mar se cruzó de brazos, mirándolo con desconfianza.
—¿Y qué se supone que debo pensar después de que me atacas por la espalda? —respondió, irritada—. Esto no es exactamente cómo debería empezar una "charla".
Buggy soltó una carcajada y se apoyó contra la pared del callejón, cruzando los brazos.
—No me malinterpretes, solo quería asegurarme de que tú y tu tripulación no estuvieran buscando lo mismo que yo —respondió, con un brillo astuto en los ojos—. Ya sabes, la información en esta ciudad tiene un precio, y los tesoros aún más.
Mar frunció el ceño, tratando de descifrar sus intenciones.
—No estamos buscando tesoros, Buggy. Ya te lo dije antes. Estoy aquí por respuestas, no por oro ni riquezas.
Buggy la observó en silencio por un momento, como si intentara evaluar la sinceridad en sus palabras. Luego, suspiró teatralmente y se encogió de hombros.
—Te creo. Pero debes entender que, en un lugar como este, todos buscan algo y no todos están dispuestos a compartir.
—¿Entonces por qué me seguiste hasta aquí? —preguntó Mar, desconfiada—. Podrías haber venido directamente a hablar, como una persona normal.
Buggy se rió de nuevo, pero esta vez su risa fue más contenida.
Mar cruzó los brazos, esperando una explicación.
—Vine a disculparme —continuó Buggy, bajando la mirada—. Lo de la otra vez, cuando... bueno, cuando atrapé a tu tripulación por accidente. Fue un error. Mis chicos no sabían que eran tuyos, y... bueno, no quería que pensaras que no soy un aliado fiable.
—¿Un aliado fiable? —repitió Mar, arqueando una ceja—. Después de lo que pasó, Buggy, ¿cómo esperas que confíe en ti?
—Bueno hay muchas cosas que aún no sabes de este mundo, a veces, es mejor observar antes de actuar y tenía curiosidad sobre lo que harías aquí, considerando lo que me contaste la última vez.
Mar apretó los labios, sin saber cómo interpretar sus palabras, la situación con Buggy siempre era un juego de palabras y estrategias, pero había algo más en su tono, una inquietud que antes no había notado.
—Estamos de camino a Loguetown por una razón —añadió Mar, sin apartar la mirada—. Estoy buscando respuestas sobre mi hermano, averigüe que fue parte de una tripulación importante, y sé que Loguetown tiene algo que necesito saber.
Buggy asintió lentamente, aunque parecía pensativo. La mención del hermano de Mar siempre lo había dejado curioso, pero nunca le había dado demasiada importancia. Ahora, sin embargo, algo en la determinación de Mar lo hizo reconsiderar.
—Entonces, ¿vas a Loguetown a buscar fantasmas del pasado, eh? —preguntó, con una sonrisa más pequeña, pero aún cargada de su usual sarcasmo—. Pero si necesitas ayuda, supongo que podría echarte una mano. Después de todo, no quiero que esta alianza potencial comience con mal pie.
Mar lo miró en silencio por un momento más, evaluando sus palabras. Sabía que confiar en Buggy completamente sería un error, pero quizás esta vez, sus intereses podrían alinearse.
—Está bien, Buggy. Te aceptaré por ahora —dijo finalmente—. Pero esto no significa que confíe en ti ciegamente.
Buggy sonrió, aliviado.
—¡Trato hecho! —exclamó, con su energía habitual volviendo a él—. ¡No te arrepentirás, Mar!
Mar asintió, aunque seguía alerta. Sabía que Loguetown tendría muchas más sorpresas para ella y su tripulación, y que esta alianza con Buggy sería solo uno de los muchos desafíos que tendría que enfrentar en su camino hacia las respuestas que tanto anhelaba.
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