𝙁 𝙄 𝙑 𝙀
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Tanto el miedo y la adrenalina por el momento lo lanzaron a echar a correr nuevamente, pero sus piernas volvieron a fallarle cayendo en el pasto y comiendo algo de tierra. Se dió la vuelta para quedar de frente con esa bestia al tiempo que se escurría en dirección contraria viendo su triste futuro acercarse.
Tal vez si Hyunjin no hubiera muerto frente a él por esa cosa, solo si siguiera vivo en ese momento, le hubiera dado igual ser descuartizado. Pero estaba lleno de rabia, había perdido a quien amaba, su corazón estaba destrozado; estaba furioso.
Ese extraño ser intentó coger la cabeza de Jisung entre sus garras, sin embargo, éste fue mucho más rápido esquivandolo y de paso tomando impulso para reincorporarse tras haber cogido una roca del suelo. Luego, arañó su camiseta y pecho en un pestañeo más no le causó ningún dolor pues había sido superficial.
Antes de que Han pudiera ni siquiera atacar, agarró su cuello con una de sus garras y lo estranguló con fuerza para terminar con él de una vez por todas. El pelinegro se estaba ahogando, literalmente, y con sus pequeñas manos —en comparación a las de esa cosa— intentaba separar esa garra de él.
Pero no cayó en la cuenta de que tenía la piedra en sus manos todavía. La gran boca de la criatura se estaba acercando a su cabeza, estaba a punto de ser devorado vivo. Por ello, levantó sus brazos tanto como pudo y golpeó el morro con mucha fuerza, tantas veces hasta que su rostro se estaba llenando de salpicaduras de sangre de ese ser.
Jisung cayó al suelo cuando el otro también lo hizo aparentemente adolorido. Esa fue su oportunidad de correr, así que lo hizo sin mirar atrás.
Estaba cerca.
Sólo un poco más.
Pero le pisaba los talones.
Antes de casi rozar la carretera su pierna fue agarrada haciendo que lamiera el suelo por octava vez en lo que iba de noche. Fue igual que en su sueño, lo arrastraba hacia él haciendo que chocara con ramas, tierra y piedras que se raspaban con su espalda. Cuando otra vez tuvo la cabeza del animal frente a sus narices comenzó a patalearlo con fuerza con la pierna izquierda, la pierna que no estaba rasgada.
Consiguió soltarse por segunda vez y ahora, con ambas piernas adoloridas por la presión que había hecho sobre la otra, cojeó hasta la carretera.
Y antes de que esa bestia lo agarrara de nuevo, saltó al asfalto cayendo de lleno en la carretera. Pensó que esa cosa iría a por él, pero se quedó entre los árboles. Mantuvo su mirada fija en sus ojos rojos los cuales se escabulleron entre los frondosos árboles.
Estaba a salvo.
O eso creía.
Su pierna comenzó a doler como los mil demonios, gritaba a causa del dolor. Se levantó la tela del pantalón para ver qué es lo que estaba pasando; su herida se estaba abriendo demasiado y de ahí salían unas garras abriendo más la carne de su gemelo. Sus gritos recorrían toda la extensión del bosque mientras sus manos agarraban su pierna con fuerza a causa del dolor que estaba sintiendo.
Lágrimas de dolor resbalaban por su rostro y su cuerpo se retorcía de agonía, todavía en el suelo.
El dolor lo estaba cegando por completo, se estaba quedando inconsciente. Pero todavía tenía fuerzas para poder ver una luz fuerte proveniente de un coche que había aparcado, se había bajado un hombre que había corrido en su ayuda.
Su vista estaba borrosa pero pudo ver cómo el hombre de pelo oscuro y tez pálida aparecía frente a él.
—Aguanta, voy a llevarte al hospital.
La próxima vez que despierta se encuentra en una habitación blanca de hospital. Se reincorpora en la cama pestañeando varias veces para enfocar su visión. Recuerda lo último que ocurrió en su baja extremidad y se quita la sábana de encima, entonces observa que su gemelo está vendado y apenas siente dolor.
En la habitación entró un doctor y cuando comienza a hablar sabe que es el mismo hombre que lo rescató de la carretera.
—Soy el doctor Bang Chan, ¿me recuerdas, Jisung? Fui el que te rescató de la carretera.
—Ah... —murmuró examinandolo de arriba a abajo.
—Tú familia está esperando fuera y la policía también, antes de hacerlos pasar quería asegurarme de tu estado —se acercó a Jisung y le levantó la barbilla para alumbrar con una pequeña linterna sus ojos— ¿Te duele la pierna? En la carretera parecía que estabas agonizando pero solo eran unos cortes profundos que ya hemos curado.
—N-no me duele —tartamudeó recordando como esas garras salían de su interior.
—Creo que estabas en un estado grave de shock cuando te encontré —admitió sentándose en la cama con total confianza, después su expresión cambió a una seria— ¿Que pasó con tus amigos...? —dudó en preguntar. Jisung jugueteó con sus dedos pensando en una buena excusa que decir, pero solo pudo llorar y hacer que el doctor se sintiera mal— Lo... Lo siento, fue un animal, ¿cierto?
Asintió— Pero no sé cuál era.
—De eso se encargarán las autoridades —le garantizó Bang—. Voy a dejar que tu familia pase, estaban muy preocupados cuando las llamé.
—Está bien, gracias —asintió algo tímido.
—Me alegra que estés bien, si necesitas algo llámame.
Se sintió bien por primera vez desde que salió de su casa con unas simples palabras de ese hombre y esperaba volver a hablar con él pronto.
Su madre y hermana lloraron sobre él cuando lo vieron, lloraron por él, por sus amigos y por las desgracias que tenía que haber pasado. Jisung también se permitió llorar la muerte de sus amigos y ya pensando en como decirles a sus familias el como ocurrió. No estaba preparado para ello.
La policía le hizo mil preguntas; qué forma tenía el animal, cómo ocurrieron los hechos, por qué cruzaron por ese lugar que estaba prohibido, etcétera.
Finalmente no se consideró ningún sospechoso cuando semanas más tarde encontraron los cuerpos de sus amigos sin órganos. Se llegó a la conclusión de que había sido un animal salvaje y se cerró el caso.
Ese día iba caminando con la cabeza gacha con su madre y hermana menor a ambos lados de su cuerpo. Los tres iban vestidos de negro ya que regresaban a casa tras el funeral de sus amigos. Jisung estaba triste y enfadado al mismo tiempo; nunca llegó a pensar que asistiría al funeral de tan si quiera uno de sus amigos, pero tuvo que asistir al de tres, al de sus únicos amigos, y estaba enfadado porque no se haría justicia como era debido, ya que, al ser un animal salvaje sólo pudieron cerrar el perímetro del bosque.
Frente a su casa había un coche negro y en este estaba apoyado el doctor que atendió al castaño en el hospital con un ramo de flores en su mano derecha.
—Doctor Bang —su madre sonrió e hizo una venía en forma de saludo.
—Señora Han —Chan saludó de igual manera—. Mi más sentido pésame —se refirió a los tres por igual.
—Gracias —respondió la mujer—. Hyesung, vamos dentro —le dijo a su hija menor—. Un gusto verle, doctor —se despidió con otra reverencia.
—Igualmente, adiós —cuando la mujer y la pequeña se adentraron en su casa, Chan extendió el ramo de flores—. No sabía que hoy era el funeral, lo siento.
—¿Entonces las flores no son por lástima? —bromeó Jisung olisqueando las rosas naranjas.
—Oh, no, no —rió nervioso—. Solo quería saber cómo te encontrabas y saber en qué estado estaba tu pierna, no has vuelto a la revisión por el hospital y pensé que había ocurrido algo grave.
—En absoluto —respondió con una sonrisa—. No me acordé de ir, sinceramente —se sonrojó con sus propias palabras. Con el tema de la búsqueda de sus amigos y el deterioro de su salud mental olvidó completamente las citas médicas que tenía programadas.
—Mmm —el médico se rascó la barbilla—, me parece que tendré que venir a hacerte consulta personalmente —ambos rieron de forma coqueta.
—Eso sería estupendo.
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Siete años después, Jisung y Bangchan se han casado tras un noviazgo de meses y adoptaron un niño de un año, el cual ahora tiene ocho años.
Jisung estaba feliz con su vida, terminó su carrera de abogacía con éxito y trabajaba en un bufete, no podía quejarse. Su vida era tranquila y normal; llevaba a su hijo Jeongin a la escuela, iba al bufete y después llegaba en la tarde a su casa donde Chan ya había ido a buscar a su hijo a la escuela y pasaban juntos el resto del día. Su vida era perfecta, tenía todo lo que quería y más.
Gracias a Chan pudo olvidar a Hyunjin y siempre que mira a su esposo se acuerda de su difunto amigo y las palabras que le dijo:
“—Tú fuiste mi primer amor, pero Felix me enseñó a amar.”
Ahora comprendía esas palabras, puede que tu primer amor nunca sea el definitivo, pero sí el más especial.
—¡Vamos papi! —exclamaba Jeongin bajando del coche por milésima vez esa mañana y tirando de la chaqueta de Han cuando cerraba la puerta de casa. El pequeño estaba entusiasmado por su primera acampada.
—¿Otra vez te has bajado de la sillita? —se quejó Bangchan cerrando el maletero y viendo cómo su hijo estaba fuera del coche.
—Móntate en el coche o harás que papá se enfade y nos quedemos en casa —le susurró Jisung al oído, éste se subió rápido en su sillita en la parte trasera.
Se suben en el coche y ponen rumbo a una reserva de acampada a las afueras de la ciudad. Chris, mientras conduce, se asegura de que su hijo se ha dormido para hablarle a su pareja— ¿Estás seguro? Todavía podemos hospedarnos en un hotel.
—Chan... —le llamó poniendo los ojos en blanco.
—No quiero forzarte ni mucho menos, podría hacerte daño, llevas mucho tiempo sin ir al campo.
—Está bien, de verdad, es imposible que nos encontremos con ese animal de nuevo —lo tranquilizó poniendo una mano en su muslo y acariciándolo. Nunca le había contado a nadie lo que realmente vio y vivió esa noche, ni siquiera a él—. Estaré bien, te lo prometo.
Un par de horas más tarde llegan al camping, dónde no solo ellos sino más familias estaban acomodando sus tiendas de campaña sobre la explanada. Niños pequeños correteaban de un lado a otro con un balón de fútbol.
A lo lejos había un bosque, pero no era el mismo al que él y sus amigos se adentraron siete años atrás, sin embargo se queda petrificado. Un balón chocando con sus pies lo saca de sus pensamientos pero no reacciona a tiempo cuando los niños le piden devuelta la pelota, finalmente es Jeongin quien chuta el balón hacia los otros niños.
—¡Gracias! —exclamó uno de ellos— ¿Quieres jugar con nosotros?
Jeongin miró al castaño y preguntó— ¿Puedo papi? —este no responde más su padre más mayor si lo hace después de recoger todas las cosas del coche y haberlo cerrado.
—Claro que puedes, pero no te alejes demasiado.
—¡Gracias papá! —corriendo se marchó con los otros niños.
El pálido acarició la cintura de su pareja y dijo amablemente— Aquí no nos va a pasar nada.
—Ti-tienes razón —tartamudeó.
Seguidamente tuvieron unos problemas para montar la tienda, mientras que Jisung dirigía a Chan con las instrucciones, éste se enredaba con la misma tela y utensilios para montarla.
Así que cuando todo se cayó encima de Christopher, su esposo no pudo evitar reír a carcajadas y las demás familias con él.
—Veo que necesitan ayuda —le dijo entre risas un chico de su misma edad, con nariz puntiaguda y sonrisa de encías.
—¡Por favor! —gritó Bang entre los “escombros”.
—Si es tan amable de ayudarnos —pidió Jisung.
—Por supuesto, ¡Seungmin, ven aquí! —un chico salió de una de las tiendas de campaña y trotó hasta quien le llamaba— Éste es mi marido Seungmin y yo soy Minho —ambos estrecharon sus manos con la de Jisung.
—Yo soy Jisung y aquel de allí es mi esposo Chan —Kim rió fuertemente al ver al moreno.
La pareja que acababan de conocer los ayudó a formar su tienda y pasaron el resto del día juntos hablando sobre sus vidas y forjando una amistad. Aquellos dos estaban de celebración de su aniversario y estaban planeando en adoptar a un niño.
En la noche las familias hicieron pequeñas hogueras para fundir esponjas de gominola en el fuego. Y ellos junto a la otra pareja se unieron para compartir ese momento.
—¡Jeongin! —uno de los niños se acercó hasta ellos con una pelota entre manos— ¿vienes a jugar?
—¿Puedo? —pidió con ojos de cachorro, algo que no podían resistir sus padres.
—Pero vuelve pronto —le condicionó el moreno. Acto seguido el pequeño se marchó a jugar con los otros niños.
—Vuestro hijo es muy energético —habló Minho con una sonrisa de oreja a oreja.
—Diría que no sé a quién ha salido, pero es que es cierto, no lo sé —bromeó el médico.
—Aunque si podemos decir que sabemos de quién toma referencia —realzó Jisung llevándose una gomita a la boca.
Hablaron de temas triviales hasta que a Jisung le recorrió un escalofrío por la espalda y no fue precisamente por el frío pues estaban en verano. Alzó la vista para buscar a Jeongin y cuando lo encontró se estaba dirigiendo a los primeros árboles del bosque, alejándose del campamento.
—Voy a buscar a Jeongin —se puso en pie y caminó hasta donde iba su hijo.
Allí la oscuridad era densa pues las únicas luces que alumbraban el lugar eran las fogatas más estaban demasiado lejos de esa zona.
—¡Innie! —gritó Han cuando este estuvo a punto de entrar al bosque, no obstante, ni se inmutó— ¡Jeongin! —esta vez corrió hacia él y cogió su pequeño cuerpo entre sus brazos— ¿¡Qué diablos estabas haciendo!? —le gritó alarmado y lo giró hacia él mientras lo zarandeaba.
—¿Papi? —preguntó como si hubiera salido de un sueño, de una ilusión.
—Sí, soy yo... —susurró con miedo— ¿A dónde ibas? —Jeong señaló hacia el interior del bosque.
—Allí había algo.
—¿El qué? —su voz temblaba, tenía un nudo en la garganta. Volvía a tener el mismo miedo de hace años.
—Dos luces rojas... Están allí, ¿puedes verlas?
Entonces Jisung se levantó cogiendo con fuerza la pequeña mano de su hijo, respirando con dificultad porque a lo lejos, entre los árboles y la oscuridad, se hallaban los ojos rojos que un día le arrebataron todo.
𝙏𝙃𝙀 𝙀𝙉𝘿
¡Muchísimas gracias por leer hasta aquí! Me gustaría que respondieran a estas preguntas:
¿Les gustó?
¿Les pareció corto o se esperaban algo más?
¿Alguna muerte les pareció injusta?
¿En algún momento les causó miedo?
¿Les cae bien Jisung?
¿Se han hecho una idea de cómo era el "monstruo"?
¡Déjenme sus opiniones (constructivas)! Me encanta saber qué opinan.
Muchos abrazos y nos seguimos leyendo en otras de mis historias (tengo contenido variado, por si les interesa hehe), byeee <3
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